Capítulo 13: Entre Secretos Y Traiciones.
[Greenwich, 10:25 AM]
Bushida se encontraba reunido con sus hombres, todos estaban sentados sobre sillas alrededor de una gran mesa la cual tenía varios archivos y papeles importantes.
—Señores, esta noche será importante… Vamos a conseguir algo que hemos estado planeando durante un pequeño tiempo y haremos que La Disidencia obtenga de nuevo aquella gloria que nos caracterizaba, no podemos fallar.
—Disculpe, señor Bushida, escuché decir que evitaremos las bajas… — dijo uno de los hombres.
—Así es, no podemos darnos el lujo de asesinar a personas tan importantes como agentes del MI5, al menos no ahora, no necesitamos a una agencia tan fuerte detrás de nosotros, es suficiente con el enemigo que nos persigue ahora. — contestó el japonés.
—Y si él aparece, ¿qué vamos a hacer?
Bushida guardó silencio algunos segundos tras aquella pregunta, luego suspiró y contestó.
—Neutralizarlo, de forma no letal también, solo yo tendré la dicha de asesinar a Nómada.
Mónica se encontraba en la cama de su habitación, sentada mientras meditaba pacíficamente, llevaba un buen rato intentando concentrarse pero sus pensamientos la interrumpian constantemente.
—“Quiero saber si el Engendro Disidente vive dentro de Nómada… Averigualo.” — escuchó decir a Bushida en su cabeza.
La pelinegra abrió sus ojos, se sentó a una orilla de la cama donde respiró profundo, luego de unos segundos se puso de pie y se dirigió al armario qué había en la habitación, lo abrió y de él sacó una pequeña foto que guardaba con cariño, la observó por varios segundos y luego sonrió.
—“No importa quien fuiste sino lo que eres ahora… Eres la única persona que dejo que me conozca tal como soy y eres la única que no me juzga por ello.” — recordó Mónica aquellas palabras dichas por Andrew hace algunos meses.
La chica guardó nuevamente aquella foto, cerró el armario y con su varita le lanzó un encantamiento a la cerradura, luego de eso tomó sus espadas y salió de su habitación para buscar a Bushida, sin embargo al salir notó qué no había mucha gente en aquel lugar por lo que decidió dirigirse a la sala de reuniones, una vez en la puerta notó al japonés reunido con el resto de hombres.
—Muchachos, si no hay nada más que preguntar entonces estamos listos para esta noche. — escuchó decir Mónica a Bushida.
Sin pensarlo se marchó un poco molesta y algo nerviosa al mismo tiempo, se dio cuenta que el japonés comenzaba a sospechar de su confianza.
[Islington, Londres]
Había amanecido, Amy despertó de golpe al tomar consciencia de la hora pues ya eran más de las diez de la mañana, se dio cuenta que estaba en la cama de Andrew a pesar de que no se había quedado ahí dormida la noche anterior, se levantó con cuidado pues algunos golpes que tenía aún le molestaban, se dirigió hacia la sala de estar de aquel pequeño departamento intentando encontrar al pelinegro pero no estaba ahí, cuando decidió dar media vuelta y volver a la habitación escuchó aquel saco de boxeo siendo golpeado en el sótano.
En aquel lugar se encontraba Andrew, quien hacía su rutina diaria de ejercicios, el pelinegro golpeaba con rabia aquel saco como si su vida dependiera de ello.
—Nunca le he pegado a uno tan fuerte… — dijo Amy mientras miraba a aquel hombre quien de inmediato se frenó.
—Buenos días señorita Brismonth. — contestó con una sonrisa la cual Amy devolvió.
—Nunca he visto cómo te preparas antes de dar golpizas, no hasta ahora. — agregó la rubia al mismo tiempo que miraba al muchacho. —¿Todas esas cicatrices en tu torso fueron por eso? — preguntó luego.
—Sí, imaginé que sería difícil no verlas aunque estuviera oscuro… — contestó Andrew, luego sonrió. —Lo son, esas heridas me hicieron ver que necesitaba protección a la hora de pelear, por eso envié a hacer el traje rojo.
—¿Y qué tenía de especial el traje? Además de sembrar terror a los delincuentes.
—Un antiguo amigo de Mónica Evans lo diseñó y confeccionó, era como una armadura de caballero pero más liviana y moderna, nunca supe si sus materiales eran de origen mágico.
Amy asentía con su cabeza mientras escuchaba lo que el pelinegro decía.
—¿Te preparas para algo esta noche? — preguntó nuevamente.
—Sabes que sí, La Disidencia solo ataca por las noches y debo estar ahí para seguir sus pasos. — contestó Andrew mientras quitaba el vendaje de sus manos.
—Te enfrentas con ninjas armados hasta los dientes, Andrew deberías buscar una nueva “armadura de caballero moderna”.
—Lo pensé pero… no tengo idea de donde conseguir algo así aquí en Londres.
—Vuelve a Nueva York y busca al viejo amigo de Evans, de seguro querrá ayudarte nuevamente. — dijo la rubia, luego sonrió mientras se apartaba de aquel lugar.
—Sé tus intenciones, Amy y no va a suceder eso. — contestó el hombre medio sonriente.
Algunos segundos de silencio se hicieron presentes en aquella habitación hasta que Amy volvió a entrar ahora con un papel en su mano derecha, se acercó a Andrew para entregarlo.
—Visitaste el callejón Diagon para comprar la máscara de Nómada, ¿no?
—¿Qué es esto? — preguntó el hombre mientras tomaba aquel papel.
—Un viejo conocido del tío James que parece deberle un favor… La última vez me dijo que si necesitaba algo en Diagon, fuera a este lugar. — contestó la rubia.
—No hablas en serio. — soltó el muchacho.
—Nos cuida la espalda desde las sombras, señor Prince. A pesar de no estar de acuerdo con lo que pretendes hacer sé que eres terco y no cederás así que al menos quiero aportar para que no recibas más daño físico. — dijo Amy mientras cruzaba sus brazos.
Andrew le dio una pequeña mirada a aquel papel y el nombre que la chica había puesto en él, luego sonrió.
—Gracias, te debo muchas. — contestó, con una sonrisa corta.
[Centro Correccional Metropolitano, Nueva York]
Liam Blake había sido interrumpido de su temprana sesión de ejercicios gracias a una visita, la seguridad del lugar trasladó al hombre hasta la sala de visitas donde un hombre rubio con barba lo esperaba sentado del otro lado de aquella mesa.
—Qué sorpresa verlo acá. — dijo Blake mientras tomaba asiento.
—No es de mi agrado estar aquí pero me harté de esperar sentado, pensando en lo próximo que alguien como usted pueda hacer desde este lugar. — dijo aquel rubio.
—¿Por qué cree que estoy planeando algo importante, abogado McCoy? — preguntó el hombre calvo.
—Envió matones a mi lugar de trabajo para silenciarme, se rumora su liberación… tampoco soy un tonto. No le tengo miedo, señor Blake, usted me está subestimando.
Blake emitió una risa burlona, luego tomó aquel teléfono con seguridad y volvió a hablar.
—Debería temer algo, ya no tiene a Andrew Wilson ni a Amy Brismonth para defenderlo, mucho menos a James Sawyer. — soltó el hombre con algo de tranquilidad en sus palabras.
McCoy frunció el ceño, dirigió una mirada de enojo al hombre del otro lado del cristal mientras aquel solo sonreía maliciosamente.
—Moveré mar y tierra para encerrarlo de nuevo el día que salga de esa celda y cumpliré la promesa que Sawyer le hizo aquella noche, iré por su esposa Juliette y haré que pague junto a usted todos los crímenes que cometieron juntos. — dijo McCoy con tono serio.
De inmediato, Blake borró la sonrisa de su rostro, bajó un poco el teléfono al escuchar aquellas palabras del abogado frente a él pero luego lo levantó y habló.
—Si se atreve a hacerle algo a ella, juro por Dios que lo lamentará.
McCoy cortó la llamada de un golpe, miró a los ojos a Blake por unos segundos y luego se marchó del lugar, el calvo también colocó el teléfono en su lugar y luego se giró hacia el oficial más cercano.
—Quiero que vigilen a ese hombre. ¡Rápido! — exclamó.
El oficial siguió la orden de Blake y envió a un par de hombres a seguir a aquel abogado.
[Callejón Diagon, Londres]
Andrew había entrado a aquel lugar nuevamente, caminaba por el callejón con su mirada alta y tratando de no llamar mucho la atención, el hombre le dio una mirada al papel que Amy le había entregado hace unas horas para leer el nombre de la tienda que estaba buscando, luego miró a su alrededor para intentar encontrarla.
—Disculpe, lo veo algo perdido. ¿Necesita ayuda? — preguntó un joven muchacho que se acercó amablemente al pelinegro.
—Sí, busco este lugar… — contestó Andrew para después mostrar el papel al joven.
Sin embargo, aquel muchacho se asustó un poco al leer el nombre del lugar, dio una mirada nerviosa al pelinegro y luego habló.
—Lo siento, no sé dónde queda… Lo lamento. — dijo entre nervios para después marcharse sin más.
Andrew frunció el ceño al ver el comportamiento de aquel muchacho y luego simplemente siguió su camino. Tras una extensa búsqueda decidió acercarse a un hombre algo mayor para preguntar sobre aquel lugar, le enseñó el papel que sostenía en su mano derecha el cual el más anciano le arrebató.
—¿En qué está metido, muchacho? —preguntó, algo curioso.
—Con todo respeto, son mis asuntos. — contestó Andrew.
El anciano frunció el ceño y le entregó de nuevo el papel al pelinegro.
—Ve por este callejón al final, la última tienda a tu derecha es lo que buscas. — contestó el más mayor y luego se alejó.
—Gracias. — agregó Andrew quien siguió el camino que recién le señalaban.
Al llegar, miró aquella tienda de frente notando un ambiente oscuro en todo el callejón, sin más decidió entrar y una campana algo tétrica avisó al vendedor que tenía un cliente.
—¿Qué desea, señor? — soltó aquel hombre de mala gana.
—Me enviaron aquí para cobrar un favor. — contestó Andrew de igual manera.
El dueño de aquella tienda miró al hombre frente a él, una mirada seria y fría qué parecía común en él.
—No cobro favores a nadie así que dé media vuelta y vuelva por dónde vino. — agregó el sujeto.
—Lo siento pero esto es importante. — dijo Andrew dando un par de pasos al frente.
—Creo que no quedó claro algo. — dijo el dueño quien después de sus palabras dejó ver sus afilados dientes revelando su condición de vampiro.
—No me interesa saber su nombre ni su condición. ¿Cree que intimida a un hombre que ha visto la muerte de cerca? Un vampiro no es nada extraordinario, ya no. — soltó el pelinegro dando otro par de pasos.
Se hizo un silencio largo en el lugar, el encargado escondió sus colmillos y luego habló.
—Tiene carácter… ¿Qué mierda quiere? — preguntó después.
—Vengo a cobrar un favor de James Sawyer, espero que le suene conocido.
—¿James Sawyer? — preguntó nuevamente. —Mocoso, hubiera empezado por ahí.
—Me dijeron que puede ayudarme a confeccionar un traje con protección especial.
—Confeccionamos todo tipo de trajes de gala, túnicas, uniformes y ropa común.
Andrew se acercó por completo al mostrador del lugar y luego habló.
—No busco algo formal, quiero un símbolo…
El otro hombre miró a los ojos al pelinegro notando algo peculiar en ellos, luego simplemente sonrió.
—Llegó al lugar indicado, sígame. — dijo, luego con su mano hizo un movimiento causando que las cortinas del lugar se cerraran. —Espero que no le moleste la oscuridad. — agregó después.
[Greenwich, Londres, 19:21 PM]
Mónica había vuelto de su paseo por la ciudad, la pelinegra se dirigió hacia la sala donde pensó que encontraría a Bushida, sin embargo al entrar notó que el lugar estaba vacío, a lo largo escuchó las voces de un par de hombres que susurraban entre sí, decidió acercarse silenciosamente para escuchar mejor la conversación.
—Estamos listos para esta noche señor pero notamos qué no colocó a Evans en este plan. Si la tiene en una posición estratégica sería bueno informarnos.
—No, Evans no participará de esta misión… Temo que Mónica está por cometer un acto de traición muy pronto, sus últimos actos han sido cuestionables. — contestó el otro hombre, tratándose de Bushida.
—Entiendo, voy a repasar una vez más con nuestros hombres, estaré en la sala de entrenamiento. — dijo aquel sujeto para después marcharse.
—Hijo de perra… — susurró Mónica algo molesta.
La pelinegra se dirigió a su habitación donde cerró la puerta con llave,tomó una pequeña maleta qué se encontraba debajo de su cama y comenzó a llenarla con las cosas más importantes que tenía en aquel lugar, luego de hacerlo guardó nuevamente la maleta ahora llena de vuelta debajo de la cama, tomó aquellas espadas qué guardaba con valor y las resguardó sobre la funda en su espalda para después salir de aquel lugar.
Andrew había salido de aquella tienda en Knockturn rumbo a su departamento, sin embargo luego de salir de aquel callejón giró su mirada a la derecha y en una tienda observó a un par de hombres hablando.
—¿Ese es…? — preguntó en voz alta.
—No confíes en nadie, Prince, ese es un error muy grande. — contestó en su mente aquella voz tenebrosa.
El par de hombres terminaron su plática y cada uno siguió su camino, el pelinegro decidió seguir al hombre que conocía hasta la salida del callejón Diagon, una vez ahí lo tomó por la camiseta y lo empujó hacia otro callejón más solitario.
—¡Alto alto alto! ¿Qué diablos estás haciendo? — preguntó Jeffry Harmont a Andrew, luego recibió un puñetazo del pelinegro.
—Algo me dice que mentiste la otra noche. ¿Por qué hablabas con ese sujeto? — preguntó.
—¿Ahora me vigilas, Prince? Carajo, no puedo hacer nada en paz…
—Basta de bromas, Harmont, ahora vas a hablar si no quieres que te arranque los dientes uno por uno, sabes que puedo hacerlo. — soltó Andrew, furioso.
—¡Mierda! Está bien… no me envió el MACUSA, lo hizo Bushida. ¡Alto, alto! — exclamó eso último al notar como el pelinegro levantaba su puño. —Solo me enviaron de distracción, querían tenerte cerca pero juro que no quería formar parte de esta mierda.
—Lo que dijiste de la otra noche. ¿También mentiste? Habla con la verdad porque sabré si mientes.
—La información sobre Blake y el agente del MI5… es verdad, atacarán esta noche. Por favor, señor Prince no me haga nada, huiré ahora de Londres, prometo que no volverá a saber nada de mi.
Andrew guardó silencio por unos segundos, por su mente pasaron dos escenarios que terminarían igual, La Disidencia buscaría a Harmont para deshacerse de él por completo.
—Largo, si te vuelvo a ver cerca de mi o de alguien conocido no cuentes con que La Disidencia te matará, yo mismo lo haré. — dijo Andrew soltando al hombre.
Harmont corrió de aquel lugar a toda prisa como si su vida dependiera de ello, por otro lado, Andrew se marchó por los edificios para llegar más rápido a su departamento y prepararse para el siguiente ataque de La Disidencia.
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