Capítulo 11: Prueba De Fuego.

Tras leer aquella carta en su mente y con emoción, la rubia sonrió y una luz de esperanza en sus ojos se había hecho presente, algunos segundos más tarde colocó la carta sobre la mesa más cercana y se dirigió hacia la habitación del lugar, sin embargo escuchó un pequeño estruendo.

—¿Otra carta? — pensó en voz alta.

Amy se dirigió nuevamente hacia la ventana de su departamento esperando ver aquella lechuza allí posada pero ya aquella ave no se encontraba, rápidamente se acercó a su bolso y de él sacó su varita con la que había practicado encantamientos los últimos meses, como si fuera planeado un grupo de sujetos con máscara y katanas derribaron su puerta y entraron a la fuerza al lugar.

La rubia intentó atacar con su varita pero fue desarmada de manera veloz, uno de los tipos tomó un sartén y con él golpeó a Amy en la cabeza dejándola inconsciente por completo.

—Nos vamos, rápido. — dijo el hombre que lideraba, los demás tomaron a la rubia y sin más se marcharon de aquel lugar.

La noche en Londres se hacía corta y la ciudad parecía estar vacía, en las calles no se percibía presencia de muchas personas más que aquellos pequeños grupos de delincuentes que salían a hacer de las suyas. Un par de jóvenes caminaban por la acera buscando a algunas víctimas para robarles, uno de ellos se frenó frente a un callejón al escuchar algunas voces, se pusieron de acuerdo para entrar al lugar y ver que encontraban, sin embargo a medio camino notaron qué estaba vacío, dieron medio vuelta y de repente escucharon un grito de auxilio.

—¡Ayuda, por favor, está loco! — exclamó un hombre.

El par de jóvenes se giraron de nuevo y observaron cómo aquel hombre era golpeado por una figura con ropa y máscara negra, sin pensarlo mucho salieron huyendo del lugar sin dejar rastro.

—La próxima vez que grites será para pedirle al cielo que te abran sus puertas. ¡Contesta mi pregunta! — soltó con rabia aquel enmascarado para después golpear en la cara al sujeto.

—¡Te dije que no lo sé, por favor déjame ir! — exclamó el hombre, temeroso.

—Respuesta incorrecta. — contestó el enmascarado quien intentó golpear de nuevo al hombre que sometía en el suelo pero fue interrumpido por el grito de otro sujeto.

—¡Jimmy, apártate! — exclamó aquel recién llegado cargando un arma pesada en sus manos, el enmascarado rápidamente se apartó cuando el sujeto abrió fuego esquivando todas las balas, con rapidez se dirigió al sujeto armado, lo desarmó con una fractura en su brazo derecho y luego lo golpeó tantas veces hasta dejarlo inconsciente.

—Ahí está, mátenlo ahora. — dijo un hombre que salió de la parte trasera del edificio que comunicaba con el callejón, detrás de él venían ocho hombres más, armados hasta los dientes.

Nómada volteó para ver a los hombres, luego simplemente soltó una risa algo retadora y sin dudarlo se lanzó contra ellos, esquivaba disparos a quemarropa, navajazos, golpes y patadas al mismo tiempo que contraatacaba con golpes algo pasados de fuerza, con una maniobra acróbata se deshizo de tres sujetos y dejó al último en pie al cual lanzó al suelo con un golpe fuerte en su cara.

—¿Dónde se oculta La Disidencia? — preguntó el enmascarado a aquel hombre en el suelo mientras lo tomaba fuertemente de su camiseta.

—No lo sabemos…

—Dije que volvería por ti si descubría que me mentías, ahora habla.

El sujeto se quedó callado algunos segundos, soltó un grito de terror al mirar como aquel hombre levantaba su puño preparando un golpe y soltando también un grito fuerte.

—¡Greenwich, Greenwich! Se esconden en Greenwich, una vieja bodega por fuera pero enorme por dentro, por favor no me lastime más… — soltó el sujeto en el suelo, al borde del llanto.

Nómada frenó su golpe y al escuchar las palabras del sujeto lo soltó de su camiseta.

—¿Por qué les gusta hacer esto tan difícil? — preguntó el enmascarado quien no esperó respuesta y simplemente se marchó hacia Greenwich para buscar su objetivo.

[Greenwich, Londres]

Bushida y su grupo habían vuelto a su escondite, el japonés conversaba con la pelinegra sobre el próximo plan de la organización en dos noches, Mónica se frenó justo frente a la puerta de su habitación.

—Iré a tomar una ducha, esto fue agotador.

—Mónica, antes de que lo hagas, necesito que me acompañes, hay algo que quiero que veas. — dijo el hombre.

—¿No puede esperar? — preguntó ella.

Bushida negó con su cabeza, Mónica soltó un suspiro y luego siguió al japonés.

—Vamos en el camino correcto, nos acercamos cada vez más a lo que hemos planeado… ¿Cómo te hace sentir eso? — preguntó el hombre mientras ambos caminaban por aquel largo pasillo.

—¿Qué es esto, una prueba de reclutamiento? — dijo de forma sarcástica la pelinegra.

—Tú alumno falló en su misión, al parecer no fue rival para Nómada…. — agregó el japonés mientras se frenaba frente a una puerta, luego la abrió y entró junto a Mónica, el lugar estaba oscuro.

—¿Qué diablos es esto, Hiroto? — preguntó ella.

Bushida encendió la luz del lugar dejando ver lo que había en la habitación, una mujer rubia estaba sentada sobre una silla con sus pies y manos atadas al mismo tiempo que tenía una mordaza en su boca, Bushida se acercó a la mujer para levantar su cabeza.

—¿La conoces?

—Para nada. — contestó Evans.

—Mónica Evans, te presento a Amy Brismonth, una vieja amiga y posible interés romántico de tu ex interés romántico… — dijo Bushida.

Amy levantó su vista y la dirigió hacia Mónica al escuchar su nombre.

Nómada se encontraba en la cima de un edificio en Greenwich, vigilaba todos los lugares posibles intentando hallar un rastro sobre aquella organización, prestaba total atención.

—¿Qué haces? No aprovechas al máximo tus capacidades. — dijo aquella voz en la mente del enmascarado.

—Ahí está de nuevo esa molesta voz… — susurró.

—Deberías agradecerme, te salvé la vida dos veces.

—Solo estás en mi mente, creí que ya estaba loco hasta que te escuché… Ahí lo terminé de confirmar.

La voz soltó una risa tras el comentario de aquel hombre.

—No soy solo un producto de tu imaginación. ¿Crees que tienes la capacidad para curar heridas de esa gravedad de forma tan fácil?

—¿Entonces qué eres? ¿Una maldición, una mutación de ADN? Explicamelo porque no logro entender. — contestó el de negro de forma odiosa.

—Estoy harto de esperar… — soltó aquella voz.

El enmascarado escuchó en su oído izquierdo un pitido fuerte e hizo que girara su cabeza hacia la derecha para evitar el ruido, aquel movimiento le ayudó a ver a lo largo a uno de aquellos hombres con katana entrar a un edificio.

—Bingo. — soltó.

Mónica y Bushida seguían en aquella sala, el japonés se acercó a la pelinegra y le entregó un arma cargada.

—¿Qué es esto? — preguntó ella.

—Últimamente he notado una serie de errores que nos han costado caro, señorita Evans… quiero creer que son simples curiosidades y no lo que mi mente ha sospechado estos días.

—¿Entonces crees que soy una agente doble? Por favor, vete a la mierda. — soltó la pelinegra quien intentó salir de aquella sala pero la puerta fue bloqueada desde el otro lado por un grupo de hombres de Bushida.

—Esta es tu prueba de fuego, Evans. Prueba que tu vida anterior con Andrew Prince terminó y asesina a Brismonth, solo así demostrarás tu confianza a La Disidencia.

La pelinegra le daba la espalda a Bushida mientras el japonés aún tenía su mano extendida entregando el arma a la mujer, Amy comenzaba a sudar tras aquella situación. Mónica se dio vuelta, tomó el arma y la apuntó hacia la rubia.

—Esto es ridículo, te prometí servirte a cambio de dejar a Prince con vida… si no lo hubiéramos encontrado en Londres y enterarnos que está vivo, tú no hubieras cumplido tu promesa.

—No cuestiones mis actos, Evans. — dijo Bushida para después desenfundar otra arma y apuntó a la cabeza de la pelinegra. —La decisión está en tus manos, tu vida o la de ella…

Mónica miró el cañón de aquella arma apuntando a su cabeza, luego dirigió la mirada hacia la rubia, con su dedo pulgar apretó la palanca qué colocaba la bala en la recámara y luego suspiró, Amy tragó grueso mientras un grito ahogado intentaba salir de su boca, sin embargo de repente se escuchó un estruendo y un grito de coraje, aquel enmascarado había entrado por el techo y cayó encima de uno de los hombres que custodiaban la puerta, Mónica se distrajo al ver aquella acción pero Bushida apuntó con su arma a Amy y la accionó.

La rubia sintió que todo iba en cámara lenta, la bala se dirigía hacia ella, las miradas de todos iban hacia el lugar del disparo mientras Bushida retrocedía, Amy había decidido cerrar sus ojos y esperar a que su destino llegara a ella, sin embargo antes de hacerlo observó como una barrera de fuego se formó delante de ella evitando que la bala le atravesara.

—¡Acabalos! — escuchó decir el enmascarado en su mente.

Nómada tomó un par de cuchillas y las arrojó hacia Bushida y Mónica para que ambos soltaran sus armas, el japonés salió de aquella sala furioso y comenzó una pelea junto a sus hombres en contra del enmascarado, al poco tiempo se dieron cuenta que no eran rivales para aquel hombre cegado por la rabia, derrotó a los hombres de Bushida muy fácilmente y al japonés lo envió al suelo con una patada acrobática en el aire, Mónica se puso en su camino para evitar que huyera junto a la rubia.

—Me estorbas, será mejor que te quites. — dijo el hombre mientras miraba tras su máscara a la pelinegra.

—No dejaré que eso suceda. — contestó Mónica.

De repente, las manos del enmascarado comenzaron a llenarse de fuego, el sujeto las extendió y lanzó llamaradas por todo el lugar causando que se incendiara.

—¡Detente Prince! — exclamó Evans, luego de sus palabras cayó aturdida al suelo luego de un par de golpes del enmascarado.

Nómada tomó a Amy, la desató de la silla y la guió hasta la salida de aquel lugar dejando que se incendiara por completo con todas las personas dentro de él.

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