Prólogo
Con el sonido de la alarma, el pelinegro despertó.
Se vio a si mismo en una habitación prácticamente vacía, cuyas paredes eran de un azul índigo y el suelo de madera. Había una mesilla con varias figuras de acción de su serie espacial favorita, algunos libros de las clases que hoy empezaría y cuadernos.
Olía a incienso y a velas de canela, esto ayudaba al estudiante a concentrarse mejor en sus tareas y a meditar, cosa que hacía muy a menudo y que, de hecho, encontraba curioso, pues solía ver visiones de tres tortugas humanoides con bandas de color morado, rojo y naranja. Eran como una especie de ninjas.
Sus ojos azules índigo ligeramente achinados se posaron sobre su alarma, estirando inmediatamente la mano para apagarla.
Con algo de pereza se levantó y en la cocina encontró a aquel que llamaba "padre".
—Buenos días, Leo. ¿Qué tal has dormido?— Un tigre humanoide fue el que preguntó.
—Muy bien, padre.— El menor respondió cortésmente*.
—Te he preparado el desayuno para tu primer día de clase, unas tortas con arándanos y sirope y un vaso de leche.— Takeshi** sonrió, empujando hacia Leo, quien se había sentado ya a la mesa lo nombrado.
—Gracias.
Tras desayunar y prepararse, se equipó la mochila en su espalda, y se despidió de su padre con una ligera inclinación, cuando se dio la vuelta para marcharse, el tigre lo agarró de la muñeca y le brindó un abrazo fuerte.
—Te quiero, hijo mío. Recuerda no decir nada de mí, ¿entendido?
—Entiendo, padre.— El adolescente sonrió al mayor y ya, por fin, se fue.
~ ~ ~ ~ ~ ~
*Cortésmente: con cortesía, que es educado.
**Takeshi: el nombre real de Garra de tigre.
~ ~ ~ ~ ~ ~
—¡HEEEEE HEEEEEEEEEEEE!— Un cántico cuyo objetivo era copiar al famoso Rey del Pop*** inundó la habitación en la que un delgado y alto adolescente dormía plácidamente. Sus ojos se abrieron con fastidio.
Menudo comienzo para su primer día de clase.
La célebre canción Billie Jean, resonaba en las paredes y sus ojos marrones-carmesíes rodaron con fastidio.
Su boca estaba ligeramente abierta, mostrando que le faltaba un diente y había restos de un hilo de saliva que se habría escapado mientras dormía.
Se rascó su pelo ondulado y castaño, muy alborotado y esperó a que su padre le dijera buenos días con aquella voz suya tan molesta.
—Buenos días, Donnie~— Un cerdo con cresta dio una vuelta con estilo, moviendo las caderas.— Rock**** y yo te hemos preparado un desayuno fantástico para empezar tu primer día de clases que la mejor manera, ¿Qué te parece, huh?
—Aha.— El menor aún no se había despertado, solo era un cuerpo vacío y sin alma en estos instantes, cuyos labios solo podían pronunciar monosílabos.
—Venga, por aquí, mi pequeño zombie~— Agarró a Donnie de la muñeca y lo condujo al salón, donde un rinoceronte con forma humana esperaba sentado en la mesa y leyendo el periódico de forma casual.
—Buenos días, cachorro.— La pronunciación era fuerte, el acento ruso. Levantó la mirada del periódico para mirar a su hijo con una cálida sonrisa.
—Aha.
A medida que los nutrientes entran en su cuerpo, la energía vuelve a él, es cierto lo que dicen sobre que el desayuno es la comida más importante del día.
Ya con energía, se dirige a su cuarto, el cual parece más un laboratorio que una habitación, excepto por la cama, y se prepara.
Con la mochila subida al hombro, se dispone a irse, no sin antes ser detenido por sus dos padres, que, con cariño le besan cada uno una mejilla a la vez y se despiden con una sonrisa radiante.
~ ~ ~ ~ ~ ~
***Rey del Pop: también conocido como Michael Jackson.
****Rock: Rocksteady dicho de una forma más corta y cariñosa.
~ ~ ~ ~ ~ ~
Que irritante, el pitido constante del despertador.
Las ganas de recogerlo cariñosamente y entonces tirarlo con todas sus fuerzas por la ventana, eran enormes.
Tales eran, que lo hizo, quedando este hecho trizas en la acera contraria. Una víctima más de la fuerza de la gravedad.
Lo más irritante de todo, era que había conseguido su cometido de despertar al adolescente, pues ya que estaba despierto, no podría volver a dormirse.
Sus ojos esmeralda recorrieron con fastidio la habitación pintada de rojo y se posaron sobre su preciada batería.
Quería tocarla con todas sus fuerzas y dejar su ira marchar, mas no lo hizo, si su padre dormía, lo dejaría dormir, no quería despertarlo.
Se peinó levemente su pelo negro y liso y salió de su cueva.
Con fastidio, se hizo el desayuno, desayunó y fregó los platos de la noche anterior en la que su padre y él habían compartido una pizza picante mientras veían una película para celebrar de antemano el primer día de clase.
Raph suspiró. Por muy raro que pudiera parecer, su padre era un pez y se llevaba bien con él. Sí, discutían con frecuencia por las cosas más absurdas, lo cual le jodía mucho, pero al final todo se arreglaba y se llevaban bien.
Se preparó para irse, y solitario, salió de aquella casa.
~ ~ ~ ~ ~ ~
—¡MUEVE TU MALDITO Y GORDO CULO, MIKEY, O LLEGARÁS TARDE!— Una voz fuerte, profunda e incluso siniestra recorrió toda la casa, despertando al menor con un estremecimiento.
Cuando el gran perro negro y hueso que se encargaba de cuidarlo entró a su habitación gruñendo, sus ojos azules claro se abrieron mucho y tembló de miedo.
—S-Sí, ya voy Razhar.— Su voz era temblorosa y el contrario hizo una mueca de desagrado.
—¿Qué me has llamado, niño?
El pelirrojo se dio cuenta entonces de su error y aún siendo ateo, rezó.
—Nada importante.
—¿Te atreves a mentir a tu padre?— Inquirió el gran perro. El menor no respondió y miró al suelo.— ¡Contéstame cuando te hablo!— Slap. Eso fue lo que sonó cuando su mano le cruzó la cara.
—R-R-Rahzar.
—¿Cuántas veces te he dicho que mi nombre es Chris Bradford y que quiero que me respetes?
—Muchísimas, padre.
El mayor suspiró con molestia y rodeó sus brazos alrededor del menor.
—Sabes que te quiero, ¿verdad?
El pecoso dudó.
—¿Verdad?— Insistió el perro, clavando sus uñas en la espalda de aquel que sujetaba con sus esqueléticos brazos.
—S-Sí, padre, lo sé y yo también te quiero.— Forzó una sonrisa mientras sentía que el agarre del mayor se aflojaba y la sangre correr por su columna vertebral.
—Bien, pequeño, ahora a desayunar, que te tienes que ir.
Tras un incómodo desayuno y una preparación apresurada, Mikey por fin salió de ese lugar, no sin haber sido amenazado de muerte si contaba algo sobre aquel que lo cuidaba.
Todo él estaba feliz, porque iba a ir a un lugar donde no le pegarían ni le molestarían, donde estaría en armonía con gente de su edad.
¿Cierto?
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
Fin del prólogo mis hermanos.
Comienza una nueva historia que ya tenía ganas de empezar la verdad.
¿Que tal ves debería terminar las historias ya empezadas? Pues no. Porque no.
Ya sé que es muy raro todo esto y que mucho de vosotros no entenderéis nada, pero no preocuparse porque pronto se aclarará todo.
Me despido
Ciao~
♡
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top