Capítulo 20: Luces.
Me descargué un teclado, no lo entiendo del todo jsjsjsjs
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Bautista despertó al sentir que lo movían suavemente. Abrió los ojos con pesadez y vio una cabellera azul frente a él.
--Hasta que despiertas.--Dijo Ariadna, rodando los ojos.--Sam ha despertado, quiere hablar con todos.
--¿Me quedé dormido?.--Preguntó Bautista, totalmente desorientado.
--Te dormiste en cuanto Leah se acomodó contigo en el sofá.--Respondió Ariadna.--Quil te trajó a mi habitación, ya que los chicos estaban algo incordiosos.--explicó.
Bautista asintió, aunque no estaba del todo despierto. Ariadna sonrió levemente y lo esperó parada junto a la puerta, y cuando este finalmente se levantó de la cama, ambos caminaron hacia la cocina, donde toda la manada estaba esperándolos.
-Ahora que todos estamos aquí, Sam quiere decir algo.-Dijo Marlene, mirando a todos.
Bautista tomó asiento junto a Leah y esperó en silencio a que el Alfa hablara de una vez por todas. Sam estaba en la punta de la mesa, con su esposa a un lado de él. Todos estaban en silencio, esperando a que él hablara.
-Bien.-Musitó Sam.-Sé que todos estamos algo nerviosos, pero necesito que estén calmados.-Pidió, mirando a sus betas.-¿Ven lo que tengo aquí?.-Preguntó, señalando la venda que había en su costilla derecha.-La líder de ellos me ha dado un ultimátum. Me dijo que aunque siguiéramos detrás de ellos, ellos se iban a encargar de hacernos sentir lo que ella sintió al perder a su compañero.
Los lobos presentes gruñeron.
-Lo sé. -Dijo Sam, viendo el malestar de todos. -También me molesta, me enfurece de hecho.-Se corrigió a sí mismo.-Pero no nos rendiremos. Daremos pelea. Por ello, necesito que todos estemos organizados.
-¿Nosotras también?. -Preguntó Kim, quien estaba sentada en las piernas de su novio.
-Así es.-Respondió Sam.-Necesito que nos cuidemos las espaldas entre todos. Todos estamos en aprietos.-Suspiró, cansado.-No creí llegar a esta medida, pero es necesaria.
-Dí que debemos hacer, Sam.-Habló Bautista, con su vez ronca aún. -Te seguimos.
Sam miró al muchacho con cierto agradecimiento, pues fue el único que no le gritó histérico, ni le lanzó algo, como las otras improntas habían hecho.
-Ariadna, Seth y Sasha, iran al instituto con Collin y Brady.-Dijo Sam, mirando a los mencionados.-Marine irá acompañada por Quil, y será regresada con los chicos. No se separen por nada del mundo.-Pidió. -Leah irá a la librería con Marlene y Bautista. Quiero que las demás, Madison y Kim vayan a la librería con ellos. Embry cubrirá el perímetro exterior. Jared, conmigo al bosque. Quil y Paul cuidarán a la reserva desde aquí. No quiero a nadie solo. No hasta que sea seguro.
-¿Y cuando será seguro?. -Preguntó Ariadna, quien estaba demasiado callada hasta el momento.-¿Cuando maten a alguien?.-Se levantó de su silla.-¡Esto es culpa de mi padre!. ¡Es a mí a quien quieren!.-Exclamó, llena de furia.-No quiero que ustedes salgan heridos por un error dd mi padre. No quiero que los dañen. No quiero que maten a mi familia.
Ariadna jamás se había mostrado tan vulnerable, pues creía que sería más probable que la lastimaran si supieran su debilidad. Y ahora, ella era un manejo de nervios.
-Nadie saldrá herido, Arid.-Dijo Marine, tratando de creerlo ella también.
-¿Cómo lo sabes?. ¿Hace cuanto estamos lidiando con estos vampiros?. -Comenzó a decir la chica de pelo azul.-Los matan, ¿Y luego qué?, aparecen con más y más. ¡Charlie estuvo en peligro!. Un humano tan inocente como cualquiera, casi muere por mi culpa. No podré soportarlo si algo les pasara a ustedes.
-Por ello no quiero que nadie esté solo.-Dijo Sam, débil. -Estaremos atentos. En alerta. No dejaré que nadie de mi manada salga herido. Y si tengo que llamar a Jacob y Michael, lo haré. Incluso a los Cullen, pero me encargaré de que todos estén bien. Ahora, calmados, y sigan el plan al pie de la letra. ¿Entendido?.
Los días pasaban, y la manada seguía al pie de la letra el plan de Sam. Los pequeños iban al instituto, y luego de el, llevaban a Marine y Ariadna a la librería donde Marlene, Madison, Kim, Leah y Bautista estaban. Collin, Brady, Seth y Sasha iban al bosque con Sam o a la casa con Quil y Paul. En las noches, algunos se iban con sus improntas y otros se quedaban en la casa de su Alfa, o Esteban haciendo guardias. Nadie se quedaba solo, esa era la regla.
Esa noche, Bautista estaba en su cabaña con la compañía de Seth y Collin. Los lobos le ayudaban al humano a preparar todo para la sorpresa que este le tenía a su novia.
-¿Estas luces van aquí?. -Preguntó Collin, subido a una silla.
-Sí. -Respondió Bautista.-Seth, ¿Ya has terminado con la comida?.
-¡Sí!. -Gritó desde la cocina.-¡Ya está la lasaña!. Menos mal que Embry me enseñó a hacerla, sino, estaríamos fritos.
Bautista sonrió y siguió acomodando la habitación, Embry, alias el empalagoso, le había aconsejado que lanzará pétalos rosas sobre la cama, para crear un ambiente romántico.
¿Cuál era la situación?. Era el aniversario del primer mes del noviazgo de Leah y Bautista, y este quería que todo quedará perfecto.
Las horas pasaban, y Bautista continuó arreglando todo lo posible su pequeña casa, con la ayuda de ambos lobos. Cuando los lobos sintieron que el aroma de Leah se acercaba a la casa, se despidieron del humano y corrieron al bosque. Bautista se quedó parado frente a la puerta, esperando a que su novia tocase. Y así hizo.
Bautista le abrió con una sonrisa, y una rosa en su mano. Leah frunció el ceño levemente y sonrió confusa.
-¿Qué haces?. -Preguntó la loba.
-¿Sabes qué día es hoy?. -Preguntó el chico, sin borrar su sonrisa.
-Nuestro primer mes.-Respondió Leah, con una pequeña sonrisa.
Bautista asintió y se hizo a un lado, dejándole paso a la chica. Cuando esta entró, le dió un beso en los labios y le entregó la rosa. Leah frunció el ceño al ver que la casa estaba a oscuras.
-¿Ya te cortaron el servicio de la luz?. -Preguntó divertida.
-Creo que luego de hoy, solo usaré velas.-Respondió Bautista, tocando la tecla de la luz.
Leah iba a preguntar el porqué, pero antes de que eso pudiese pasar, una luz le hizo cerrar la boca. Leah miró hacia el interior de la casa y vio que no era una sola luz, sino que eran varias. Muchos bombillas blancas estaban colgadas en el techo, creando una luz baja pero no tenue. En el suelo se dejó ver muchos pétalos de rosas y algunas flores. Había una foto de ambos, la que se habían tomado hace unos días, colgada en la pared, junto a un cartel que decía "Feliz primer mes, Mi amor.".
-¿Te gustó?. -Preguntó Bautista, al ver lo silenciosa que la chica estaba.
Leah volteo a verlo y sonrió, acercándose rápidamente para besarlo.
-Me encantó. -Susurró Leah, con una sonrisa y sus ojos cristalinos.-Nadie, jamás, me había hecho tan feliz como tu lo haces, Bautista.
-Y tú no te das una idea de lo que me has hecho cambiar para bien. Lo feliz que me hace tu sola presencia.-Dijo él, llevando sus manos a la cintura de ella.-No te das una idea de lo mucho que te amo, Leah Clearwater.
Leah sonrió soltando un pequeño sollozo. Las lágrimas caían por sus mejillas, y él las secaba con sus pulgares.
-Y lo mucho que te amaré por el resto de mis días.-Continuó Bautista.-Porque nunca, nadie, me ha hecho tan feliz como tú lo haces cada día.
Leah suspiró y se lanzó a sus labios, besando con delicadeza los labios de él, siendo correspondida por igual forma. Un sentimiento de vacío que antes estaba en el pecho de ambos, desapareció, dándole paso a un nuevo sentimiento que se instalaba en sus corazones.
-También te amo, Bautista Williams.-Susurró Leah, besando nuevamente al chico.
Un sentimiento de una nueva felicidad, invadió a ambos corazones que algun día se sintieron vacíos.
FIN.
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