31-"ODIO AMARTE"
La corderita estaba harta de él, había soportado muchas cosas de Leo pero esta vez había sobrepasado el limite. No era el hecho de que hubiera bailado con Juvia, eso no podría importarle menos era el hecho de que él no se tomaba en serio las cosas, no la tomaba en serio a ELLA. Era hora de asimilarlo de una vez por todas. Leo no atravesará esa puerta desesperado por su perdón, ni le confesara el amor que siempre ha anhelado. Los finales felices de los cuentos de hadas no existían en la realidad. Aries tuvo que aprenderlo de la peor manera.
-El no te quiere, sigue adelante-hablo en voz alta para si misma mientras las lágrimas se acumulaban.
En ese instante tocaron la puerta. Aries frunció el ceño extrañada de esa visita, ni Lucy o ella esperaban a alguien. Además de que la rubia se hallaba en casa de Natsu, el único que podria aparecerse a esa hora de la noche y tocar su puerta con tanto ahínco. Mientras se debatía sobre quien podría ser los golpes incrementaron. La única explicación posible es que se trataba de un vecino enojado o de la encargada del edificio venía a reclamar su paga después de que una de sus citas para encontrar marido haya salido mal. De cualquier forma Aries dejó sobre el sofá las sábanas perfectamente dobladas. Decidió que era hora de regresar al mundo celestial con la llegada de Lucy a casa y no tenía nada que hacer allí. En realidad siguió a Loki con la intención de cambiar las tornas en su relación, había sido una ilusa. No había nada que hacer allí ahora.
De todos modos dejó todo listo como forma de agradecerle a la rubia por su estancia y se acercó a la puerta con desconfianza. Por unos segundos en su imaginación pensó que se trataba de Leo que vino a buscarla pero rápidamente lo desechó. Solo que jamás imaginó encontranselo de verdad al otro lado de la puerta.
-Leo-dijo ella pensando en voz alta asegurándose de que no era una ilusión y que de verdad se encontraba allí luciendo tan determinado.
-¿Qué haces...
De pronto no pudo hablar, porque su boca estaba cerrada. Si, el león había sellado sus labios con los suyos y no parecía tener ninguna intención de soltarla.
Besaba tan bien, profundo, lento como si te succionara el alma y su aroma.Dios era demasiado para una corderita inocente como ella. Solo que Aries ya no era la ingenua del comienzo.
Logró apartarlo y lo abofeteó en su perfecto rostro de revista. Debía reconocerlo, el escozor en su palma, sus ojos sorprendidos y sus dedos marcados en su piel fueron satisfactorios para ella.
-¿Crees qué puedes venir, besarme hasta que se me mojen las bragas y hacerme olvidar toda la mierda qué me hiciste?-ella no podía creer que acabara de decir aquello sin sonrojarse o tartamudear o ser obligada para el caso.
Era sorprendente lo que era capaz de hacer cuando estaba en su presencia, él la cambiaba. Solo que no sabía si era para bien o para mal. De lo único que estaba segura era que se sentía atrevida, desatada y mucho más viva. No era la corderita frágil y asustada que necesitaba protección.
-¿No dirás nada?-cuestionó ella esperando una respuesta a su ataque, tanto físico como verbal.
Sin embargo Leo no podía contestar, su autocontrol era un asco en estos momentos. ¿Esa pequeña bofetada qué ni siquiera le picó y esa pequeña charla poniéndolo en su lugar cómo una maldita reina? Lo encendió, su polla creció aún más en sus estúpidos pantalones que no podían ocultar su deseo por ella. Siempre supo que debajo de esa inseguridad se escondía una joya, una guerrera. Aries tenía una columna de acero, lo demostró sobreviviendo a años de maltrato. Solo que todos tenían demasiado miedo de romper sus límites, hasta él. Había olvidado que debajo de todas esas sombras de miedo, inseguridad y dolor había una chispa, un fuego que no se podía ocultar en lo más mínimo.
-Lo siento...por todo-era difícil concentrarse cuando esos dos hermosos pezones color crema o así eran en sus malditas fantasías se alzaban orgullosos bajo esa frágil camisa de algodón blanco. Parecía que era capaz de romperse con la fuerza necesaria.
-¿Eso es todo?-ella enarcó una ceja y cruzó sus brazos.
Lo que parecía ser una postura amenazante en realidad era casi un orgasmo para él, sus tetas ahora juntas parecían más grandes. No cabrían en sus manos seguramente. Además de esa actitud de "no te aguanto ni una mierda" lo tenía a punto de estallar en su pantalón como un puto cachorro que no había mudado sus dientes.
-Soy un gilipollas todo el tiempo Aries. Deberías ser más específica-incluso ahora lo estás siendo, quiso agregar la corderita. Sin embargo no gastaría su saliva en él.
-Vete de aquí Leo, no estoy para tus bromas estúpidas-si, las cosas se habían puesto intensas en la despedida de soltera. Además ya mañana sería el gran día para Yukino y Sting.
Ella lo empujó para que pasara el umbral y cerrar la puerta en sus narices pero le fue imposible. Dejó salir un suspiro exasperado y cansado por la situación. Ahora mismo se pregubtaba cómo demonios se había enamorado de este imbécil de primer grado.
-No me iré de aquí Aries, hasta que me escuches-sostuvo sus manos y declaró determinado fulminandole con la vista.
Fue una tontería creer que ella podría con él, una sola mirada a esos ojos intensos y ya la tenía en su palma. Era demasiado hermoso.
Leo la arrinconó contra el mostrador al lado de la puerta, que todavía estaba abierta y cualquiera que pasara podría ver. Ella solo pudo verlo embobada, seguir con la vista la línea de su cuello y su nuez de Adán moviéndose al tragar.
Incluso tragar saliva se veía sexy en él. Necesitaba terapia URGENTE.
-Escuchame bien porque solo lo diré una sola vez-si su voz no sonara como chocolate caliente con ese matiz de barítono acabado de follar no le habría hecho caso-Te Amo, grabatelo en la cabeza, pequeña cordera-incluso confesandole parecía que le estaba ordenando. Sin embargo eso le importaba una mierda en esos instantes porque había escuchado unas palabras que jamás pensó oír salir de él.
-¿Qué?-susurró ella, atónita. Esa cara de sorpresa y su boca abierta hinchada de sus labios le estaban provocando un ataque.
-Estoy jodidamente enamorado de ti, Aries. No tengas ninguna duda. Te amo, eres lo mejor de mi vida y ahora mismo tengo un miedo de cojones por arruinar esto que ni siquiera ha comenzado-su voz salía algo inestable.
Inseguro y venerable, como un pequeño niño que temía amar y que no lo amasen. Esa dulzura, esa inocencia, ese, ese pequeño titubeo y su sonrojo fue lo que verdaderamente la enamoró. Lo que se robó su corazón.
-Soy egoísta, tenía miedo de que me alejaras cuando comprendieras que no soy tan perfecto o seguro como me muestro. Que mi encanto solo es para ocultar mis inseguridades y mis miedos. Comprendí que si continuaba lastimandote te irías de verdad y me dejarías, ese pensamiento me destruyó por completo-el león ni siquiera podía respirar.
Estaba diciendo todo lo que albergaba su corazón y con cada palabra suya, una lágrima descendía de los ojos de la cordera. Ella siempre lo supo, que debajo de esa fachada de dios griego, había un hombre con dudas y recelos. Eso es lo que lo hacía REAL.
-Estaba asustado de ver como ese brillo enamorado en tus ojos cada vez que me miras desapareciera. Estaba asustado de ver el momento en que te dieras cuenta de que no te merezco-dijo él apartando su mirada de sus ojos hacia el suelo.
Ella le obligó a levantar su vista y le mostró una radiabte sonrisa mientras sus mejillas estaban manchadas de lágrimas.
-Yo también te amo, Leo-dijo ella antes de impulsarse y abrazarle por el cuello para besarle despacio, explorando su boca.
-Oh, ya se habían tardado-la voz que provenía de la entrada los sorprendió a ambos e hizo que ambos se soltaran.
Al voltearse se encontraron con la mirada amargada de la casera. Habían interrumpido el momento mágico de ambos.
-Niña, dile a Lucy que me debe la renta o sino le corto el agua y el gas. Adiós tortolitos-dijo ella antes de marcharse.
Ambos solo se quedaron observando congelados a esa señora irse mientras Leo tenía envueltas sus manos en su cintura y ella en su cuello.
-¿Escuchó todo, cierto?-preguntó divertida Aries.
Esperó que les guste la continuación la subo en unos minutos.
Dice mi amiga la que escribe este fanfic que por compensación por demorarse en actualizar pueden elegir 10 parejas que les hará un lemon especial.
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