24-"ADICCION"

Lucy todavía no hacía su elección, galletas con chispas de chocolate o sin chispas, al final decidió hacer un poco de ambas.

La rubia estaba disfrutando de su estadía en casa, no tenía ninguna intención de salir al gremio o trabajar junto a Natsu. Ahora entendía porque los romances de oficina eran tan incómodos. Simplemente se quedaría en cama, ahogando sus penas en muchos carbohidratos. Cuando regresará Erza de su misión ya se encargaría de quemar esos kilos de más. Sólo de pensar en la rigurosa lista de ejercicios le provocó un escalofrío.

-Ya puedo sentir los calambres-negó, tratando de no pensar en eso. Su amiga era una sádica y maníaca. 

La masa ya estaba lista. Sólo necesitaba hornear, en cambio ella era un desastre andante.

La harina se había esparcido por toda su cara al igual que en sus pechos y vientre. No había medido la cantidad, provocando que cayera encima de ella al bajarla de la alacena; aunque no se preocupaba por eso.

Todavía vestía su usual ropa de dormir y ya pensaba en lavarlo. Eso sólo aceleró el resultado. Consistía en una camisa blanca transparente y unas bragas. Era cómodo y le daba la sensación de estar desnuda cuando no lo estaba realmente. Eso le gustaba. Juvia y Levy pasarían más tarde para recoger algunos dulces.

Colocando la masa en los moldes despacio para no desperdiciar unos golpes en la puerta le interrumpieron, provocando que saltará por el susto. Maldiciendo por la compañía inesperada se apresuró a abrir la puerta. Seguramente serían las dos de cabellos azules.

Sin embargo al otro lado sólo se hallaba un angustiado Natsu que al verla en tal estado desastroso no pudo evitar que creciera una sonrisa en sus deliciosos labios tan besables, pensó Lucy un poco enojada por derretirse al ver a la persona de sus sueños más dulces y también al cínico que solamente la veía como una compañera más del gremio. Pues adivina los compañeros no tienen sexo en cada esquina, murmuró su zorra interior sarcástica.

-Que maravillosa sorpresa-Lucy no se lo pondría fácil, ya lo sabía pero tampoco imaginó que sería tan....intensa, pues se equivocaba. Prácticamente le estaba lanzando cuchillos por los ojos y le quedó bien en claro lo maravillosa de su visita por su tono ácido y lleno de desdén.
Su sonrisa se desvaneció, parecía que esto sería mucho más complicado de lo que pensaba.

Absorto en sus pensamientos desvió su mirada a los pechos de Lucy que parecían llamarlos. Hasta que la rubia chasqueó los dedos llamando su atención.

-Mi cara no está en mis tetas-las palabras salieron con tanta naturalidad que no pudo evitar sentirse orgullosa al ver la cara de asombro y estupefacción del pelirosa. Ella nunca decía groserías o usaba un lenguaje tan explícito.

La etiqueta y los modales le enseñaron que una buena dama de sociedad tendría que ser siempre tranquila y ser encantadora, el decoro era siempre su acompañante. Pues ella dejó de ser una Lady hace mucho tiempo y el decoro se lo podían meter por donde quisieran.

Avergonzado levantó la mirada y se concentró en lo hermosa que era, la había perdido por su estupidez.

-Lucy yo...

No sabía que decir, ni siquiera que debía hacer pero ella sería suya de nuevo, haría lo que fuera necesario para ello.

Lucy enarcó una ceja deseando que terminará la frase y se marchará de allí, pero la parte estúpida y romántica quería decirle que lo perdonaba y volver a estar con él. Sabía que está sufriendo, que se arrepentía pero esta vez no era suficiente. Había perdonado muchas estupideces a Natsu, está vez no podía hacerlo. Su orgullo y amor propio no se lo permitía. Aún así le facilitaría las cosas. No era tan malvada.

-Entra,  antes de que me arrepienta-dijo volteandose y marchándose a la cocina. Sin darle tiempo a responder.

Esas palabras bastaron para festejar, era algo. Estaba en su casa y no se iría de allí sin haber hablado con ella y dejarle en claro que ella era más, mucho más de lo que había pensado.
Natsu entró vacilante a su cocina siguiendo a su rubia. Verla allí tan tranquila preparando galletas y en lo sexy que se veía con esas diminutas braguitas y esa camisa transparente no ayudaban, su miembro se alzaba contra sus pantalones. Exigiendo que la tomará y la hiciera suya para siempre.

Lucy de pronto no estaba tan segura de que fuera buena idea encerrarse con Natsu en su cocina con esas ropas y después de una larga sequía sin sexo. Se sentía cohibida en su propia casa y deseando su contacto. De pronto todos sus sentidos estaban despiertos, su núcleo se contrajo al ver de reojo el bulto en sus pantalones. De forma inconsciente se lamió los labios, sintiendo en todo momento la mirada de lujuria de su dragón en ella.

-No sabía que hicieras galletas, mis favoritas son las de chispas de chocolate-necesitaba concentrarse en otra cosa, no pensar en su maravilloso olor, en su sabor, en su cuerpo suave estremeciendose por su toque y definitivamente no en lo maravilloso que sería oírla gritar su nombre mientras ella lo envolvía, enterrandose lo más adentro posible. Tampoco ayudaba que Lucy lo mirara como si fuera la criatura más fascinante y hermosa que había visto aunque nunca lo aceptará.

-De hecho creo que son una adicción para mi. Lo son también para ti?-preguntó con su voz más ronca y rota. Cargada de deseo.

-Qué cosa?-su voz salió temblorosa y jamás se imaginó que en vez de palabras coherentes saliera un chillido.

Natsu se encontraba orgulloso de si mismo,  estaba afectando a su rubia de una manera que nunca antes había visto. Era algo gratificante y ahora era su turno de enarcar una ceja.

-Pues las galletas. Son una adicción para ti como lo eres tú para mi?

Sabía que a lo mejor estaba presionando demasiado, que tal vez estaba haciendo todo muy rápido pero no podía detenerse.

De pronto Lucy se encontraba arrinconada contra la mesa y el musculoso cuerpo del dragón slayer. Además sus palabras la derritieron, ya no pensaba con lógica.

Su zorra interior le estaba gritando que detuviera esto, que lo alejara y le dijera unas cuantas verdades pero la otra sólo le gritaba que cerrará su boca. Debía estar enojada, pero aunque intentará recordar por qué no recordaba. Al final dejó de pensar y se dejó llevar.

-Oh Diablos-dijo antes de que se lanzará a sus labios, arrojándose a sus brazos y mordiendo suavemente su labio inferior.

Esta vez su zorra interior sólo le gritaba que no se detuviera y por primera vez las dos voces en su cabeza estuvieron de acuerdo y ella no diría lo contrario.

Después de varió meses en pausa esta historia retorna.

Espero que les guste y dejen sus comentarios sobre que les pareció

Para no dejarles en ascuas mañana subiré el siguiente cap.

Besos y hasta la próxima.

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