15

El viento golpea mi cara al igual que el frío que azota los alrededores de la casa Galpin.

Los fríos perpetuos de las montañas hacen que, en son de las circunstancias. Me aferré al pelaje de Enid con una necesidad que nunca pensé que debería siquiera pensar. ¿Quién hace su reino en un lugar helado? Aunque, si miro hacia mi hogar soy la menos indicada para señalar con el dedo en donde se puede o no un reino.

Pues mis padres han construido un palacio marítimo en las orillas de un profundo arrecife.

Por otro lado (uno más peludo) Son muy pocas son las veces en dónde vi al lobo de Enid por lo que, al cambiar para llevarnos dónde nos espera Tyler, grande fue mi sorpresa al ver el tamaño de tal bestia que sin duda alguna no le teme a nada al tamaño de un caballo sino que tal vez dos.

Una columna de humo se alza en el cielo como indicación de nuestro recorrido, le señalo a Enid y va a prisa haciendo que cierre los ojos de la velocidad en la que puede correr ella sin siquiera jadear de cansancio.

Paramos en una pequeña colina arbolada viendo desde la cima como bajo la misma hay un pequeño campamento con la esperanza de un cálido lugar contra toda la nieve y fría roca que nos rodea.

Enid baja de un solo salto alertando a todos sobre ella y apuntando sus espadas y lanzas.

-Más les vale guardar sus armas, hombres. Que si su reina llega a enterarse del daño a su caballero. El lobo será el último de sus problemas- bramó haciendo que los cuatro hombres bajen las armas, de la tienda de en medio del campamento (la cual es la más grande y porta estúpidamente el emblema de la casa Galpin) Sale Tyler. Su cara es áspera y molesta, tiene la barba de días y tras de él hay un mago de la casa Otinger pues una gran torre adorna la parte baja de su túnica color roja. Nos mira a las dos y se centra en Enid.

-La reina nos prestó a su perro- dice recibiendo un gruñido el cual lo hace dar pasos hacia atrás -¿Por qué siquiera la reina cree que el lobo nos ayudará en charlas de paz? No hace falta recordar de donde es para empezar-

-Por más que mi relación con Enid no sea la mejor- digo bajando de ella -He de admitir que luego del ataque a la ciudad de las cien torres, tengo una mejor percepción. Al menos un poco. Y si sé algo de mi reina, Tyler, es a no cuestionar sus métodos. Recuerda eso-

Enid camina hacia Tyler, lo olfatea un par de veces y entra a la tienda. Me acerco a esta y la cierro lanzando la mochila de ella hacia dentro para que pueda cambiarse.

-Los Karbu tarksh- la escuchamos desde la tienda -¿Qué sabemos de ellos?-

Tyler rasca de nuevo su apenas barba como si está fuera larga y pronunciada, igual a un niño jugando a ser adulto o rey. Amo a mi amigo, los recuerdos de esas épocas doradas jamás se olvidarán, pero la actitud simplemente es... Aun con ello Tyler juega a ser hombre, niega un par de veces y, ante la nula respuesta de él. El mago habla.

-Hemos conseguido un acercamiento. Esta tarde conoceremos a su jefe-

-¿Jefe? Creí que eran salvajes- llamo la atención de este. Tyler levanta los hombros y oculta un suspiro.

-Creíamos lo mismo, pero. Al parecer tienen su sistema de clases como el nuestro o siquiera algo parecido que un salvaje pueda crear en un lugar así-

Enid sale de la tienda con parte de la armadura puesta. Se acomoda el peto y da unas cuantas palmadas sobre este.

-Bien. La reina ha pedido que seamos cercanos a los Karbu tarksh, si logramos se nos unan las cosas serán mejores-

-¿Y cuál es tu plan?- pregunta Tyler -Hemos tratado de comprarlos, de darles probadas de civilización, pero ellos no aceptan nada de lo que les ofrecemos ¿Qué les darán las dos? Sin ofender. Pero no creo les llamé la atención una sirena y un lobo del sur-

-Eso lo veremos niño Tyler- bromea Enid recibiendo risas de todos -Créeme Tyler, tengo un plan-

.....




[Días atrás]

Nunca creímos la respuesta de Nevermore. Siempre escuchamos historias fantásticas y de niños sobre las cosas que nos podríamos topar, exploradores de las lunas de plata y algunos aventureros de los Krakens del sur. Cuentos, eso es lo que se supone que son.

Cuando el emperador mismo en persona me dio el poder de dirigir el ataque a la ciudad de las cien torres imagine finalmente tenerla entre mis brazos. Que tras una búsqueda de posibles meses ella se enteraría de mi cruzada o la encontraría durante el camino.

Eso es lo que debió ser. El ataque fue directo y preciso, pero la magia. ¡La maldita magia nos impidió avanzar más! Pero eso no fue lo peor, no. Nosotros estábamos preparados para un ataque directo contra la ciudad.

Pero...

Aparecieron.

Leí sobre ellos cuando era niña. ¿Quién no lo hizo? ¿Quién no escucho historias de como el padre del imperio en su creación asesino al último dragón del sur? Así que, cuando surcaron los cielos, cuando uno aterrizo, cuando su... Fuego nos calcinó.

El fuego comenzó a crecer y a crepitar, nos hizo correr y gritar. Algunos valientes atacaron, algunos rezaron a sus dioses que son meros desconocidos para mi alma. Y hubo fuego azul. De tal calor y poder que el solo estar lo suficientemente cerca quemaba y derretía la piel.

Corrí, trate de ocultarme. ¿¡Moriría así!? ¿¡Cuando estoy tan cerca!?

La respuesta fue directa en el momento en el que el azul abrazo mi piel, que entro a mi carne y cocino mis órganos. Cerré los ojos, no había salida alguna. ¿Para qué luchar contra la muerte que ya acariciaba mi mejilla?

Aun con eso en mente. Pensé en ella, y antes de decir por última vez su nombre. Dormí... Y dormí... Y dormí.

Desperté contra todo sentido de la probabilidad. Debí morir en ese fuego, ¿No? Pero entonces, que alguien explique. ¿Por qué la veo? ¿Será acaso que es la forma en la que algún dios me recibe? Finalmente he llegado al descanso del que tanto murmuran entre las filas.

Estoy muriendo. Eso lo sé, lo siento contra cada lastimero suspiro que podría ser el último. Aun con ello en mente junto toda la fuerza que me queda para decir su nombre, para hacer lo que no pude antes de mi supuesta muerte.

-Enid- susurré como pude. No importo el dolor, el miedo, que fuera lo último que pudiera decir. Lo valdría, de eso se trató todo este tiempo.

Y volví a dormir.

Y a dormir...

Y a dormir...

Cuando desperté estaba en una habitación bastante... ¿Buena sería la palabra? Era un cuarto de alguien de clase alta sin duda.

Pero al poco perdí el conocimiento y al volver a despertar estaba en una habitación completamente oscura, bueno. Si no cuento que en el techo hay una abertura que deja pasar un poco de luz solar.

¿Cómo llegue aquí? Lo último que recuerdo es ver cómo un maldito dragón se nos tiraba encima, como el fuego parecía una ola golpeando una roca, tragándose todo lo que veía delante de este y el dulce sueño en donde parecía estaba despidiéndome de mi hermana.

-Dioses... ¿Dónde carajo estoy?- pregunto al aire sintiendo algo de terror al ver que mis manos y pies están sin ataduras. Lo cual es una clara señal del peligro de los que me tienen. Pongo las manos en una mesa delante de mí y juego con mis pulgares.

Escucho unos pasos acercándose. Lentos, sonoros. Claramente quieren que sean escuchados. Un estruendo y una puerta es abierta con suma tranquila.

Pero, no veo a nadie.

-¿Hola?- digo mirando toda la habitación pues todo mi cuerpo está alerta -¿Alguien?-

-Yoko- escucho dicen mi nombre una voz de mujer -Siendo sincera. No esperaba tener la gracia de escuchar tu voz, solo tu nombre-

-¿Quién eres?- pregunto a la defensiva.

Delante de mí, en dónde no había nada más que oscuridad, aparece la silueta de una persona, la luz del sol no le llega, pero hace resplandecer un metal delante de su rostro. Fuerzo mis ojos y encuentro un par de estos brillando con un color verde.

-¿Quién?- trato de hablar, pero la voz y las palabras mueren apenas las tengo.

-Una historia- dice poniendo sus manos en la mesa -Había un caballero, este caballero era leal, fuerte y honesto. Pero tenía un secreto, es que era un lobo-

-¿Quién eres?- preguntó más fuerte.

-Este caballero es exiliado y vaga por el mundo con hambre y dolor, pero un día. Alguien le ayuda, le da casa, comida, amor... El caballero habla de una hermana y justo después de esto atacan el hogar del caballero destruyendo todo lo que quiere ¿Y qué ocurre después? Aparece la hermana del caballero entre la gente que atacó su hogar-

-¿Qué quieres saber con esa historia de mierda? Dime ¿Quién carajo eres?-

Los ojos crispan en fuego verde. La luz del lugar es tragada en un vacío por lo que veo apenas como un antifaz metálico pelea contra el calor. De la impresión me levanto de la silla y la pongo por delante de mí como una medida desesperada de protección.

-¿Tú?-

-Hay rumores de mí en Garkar, Yoko. Se habla de la bruja mala que atormenta a sus plebeyos. Lo sé bien, se dicen historias de "la reina cuervo"-

-No, no. Eso-

-Has sido parte del ataque de una de mis ciudades en pleno festival, mataste a mi gente y trataste de tomar mi territorio-

-¡Tú mandaste a los dragones!-

-Y puedo hacer más que eso, Garkiana-

Mi corazón late, un sudor en mi frente y un nudo en mi garganta hacen reprima el miedo o al menos el intento de esto.

Debe ser una broma. Una burla ¿Por qué esto? Yo recuerdo que estaba envuelta en fuego ¿Por qué carajo la reina cuervo me salvó?

-No te mataré, por más que quiera... Verás Yoko, hay una persona que pidió por ti y por esa persona soy capaz de dar ese perdón como de arrasar ciudades enteras-

-¿Quién?-

-Enid Sinclair-

Al escuchar el nombre siento como mi alma se separa de mi cuerpo. Un mareo hace que me sostenga a una pared.

-¿Cómo, como sabes el nombre de mi hermana?-

-... Veo que la inteligencia no es de familia. Hace tiempo encontré a Enid, le di una vida-

-¿Vida?-

-No entraré en detalles personales con alguien como tú-

-... ¿Dónde está, puedo verla?-

-Lamentablemente está en una misión diplomática en mi nombre. Verás Yoko, si fuera mi elección tú estarías muerta, pero. Se lo prometí a Enid. Así que hagamos algo por las dos-

-¿Un trato?-

-No. No haremos un trato, tú me dirás con que nos atacaron. Todo lo que sepas-

-Jamás traicionaría a Garkar-

-Un lindo pensamiento para alguien que abandona a su hermana. Te dejaré pensarlo una hora, cuando regrese espero cooperes-

-¿Qué ganó?-

-La vida la tienes, el perdón no. Gánate el perdón para que puedas ver a Enid-

-Pero, eso-

-Yo podría partir tu mente en pedazos en este momento, no te darías cuenta para nada. Pero aun así te doy la opción por ella, ¿Qué prefieres, Garkiana? Responde-

-Pero... Enid-

La luz regresa o al menos la poca que había, miro a todas partes y no hay rastro de la reina cuervo. Me siento, junto las manos y dejo salir un suspiro cortado.

¿Acaso estoy durmiendo?

.......



Nieve cae lentamente cubriendo de un hermoso blanco el campamento. Miro como hay pequeños cúmulos formándose alrededor, me hinco, saco mis garras y pico la nieve sintiendo el frío.

Bianca se para a mi lado y ve como rasgo lentamente el blanco.

-¿No habías visto la nieve?-

-No, en Garkar no hay muchos lugares con nieve-

-Pensé que habías venido ya a estas tierras con Merlina-

-No del todo. Fuimos a ver a dedos, pero no estuvimos mucho tiempo fuera de la ciudad forja y no había pasado de la sala del trono en la casa Galpin-

-Ya veo... Oye, ya que posiblemente estaremos un mes o más juntas. Quisiera nos llevemos bien. Al menos para Merlina-

-Merlina- repito el nombre casi como un canto -Muchas cosas han pasado desde que repito ese nombre con frecuencia-

-Entiendo lo que dices. Merlina es alguien a la que le tengo cariño, Enid... Quisiera saber si tú-

Me levanto y rodeo a Bianca. Saco las garras y dejo un gran gruñido como única advertencia. Los árboles se mueven frente nosotras a la vez que la gente reacciona y prepara sus armas.

Una persona hace aparición. Un hombre moreno el cual lleva pieles de lobo sobre sus hombros. Alza las manos rodeadas de más pieles y Tyler ordena calmarnos.

-Pensé que seríamos nosotros solamente- habla con una profunda voz.

-Lo siento Scalus. Son gente mandada por mi reina, quieren hablar contigo- defiende Tyler levantando las manos.

-No está solo- interrumpo con sonidos bucales tan intensos como un lobo a nada de matar a su presa -Hay dos olores más- digo señalando los árboles.

Scalus mira tras de él, se quita la piel de lobo y deja ver la cara de un hombre cansado, su barba es corta y en partes no hay cabello salvó espacios vacíos. Suspira y mueve el brazo como pidiendo salgan.

Dos personas. Una de su mismo tamaño y otra un poco más baja, le llega a su cadera y, al igual que él. Ambos tienen pieles de lobo con cuero aparentemente funcionando como armadura salvo por pequeñas partes metálicas opacas.

-Lamento eso. Si soy honesto, no esperaba mis hijos me siguieran- sus aparentes hijos se descubren y, como él. Tienen la piel morena con la peculiaridad de tener el cabello rojo. Uno es un chico, su viva imagen solo que sin barba o músculo y el otro es una niña, una chica de tal vez los 12-14 años. Ella sonríe nerviosa -Les presento. A mis hijos, el mayor se llama Garos- el chico asiente -Y la menor, se llama Elvina- la niña se acerca sin temor. Se me queda viendo y señala tanto mis colmillos como garras.

-¿Qué eres?- pregunta con una voz parecida a la de Merlina. Apagada y melódica.

-Un caballero- respondo a secas.

-No, no quiero saber tu profesión ¿Qué eres?-

-Quiere saber de tus garras- susurra Bianca.

-Oh, eso... Soy un hombre lobo- la niña abre los ojos. Ojos verdes profundos y brillosos, mira tras de ella a lo que sigo la vista. Los hombres que la acompañan se miran entre sí y ella grita con emoción.

-¡Es un lobo!- la niña me enseña su mano la cual cambia a una lobuna cómo cuando la luna llena aparece. Anonadada la tomo recibiendo quejidos de los presentes menos de ella.

Me quitó la dañada manopla y mi mano se llena de pelo. Es más grande que la de ella por mucho.

-Eres cómo nosotros- dice sonriendo.

Aparto la mano, miro al padre de la niña y al igual que ella su mano se llena de pelos como su hijo.

-¿Qué? ... ¿Quiénes son ustedes?- pregunto con urgencia.

-¿No es obvio?- responde la niña con gracia -Somos Karbu tarksh-

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