Capítulo 5: El Escape.
Campanita se sentó en el sofá, abrazando una almohada contra su pequeño cuerpo. Se veía tan vulnerable allí, con lágrimas manchando su mejilla. Red Shoes flotó y se sentó al lado de ella, con cuidado de no invadir su espacio personal. El silencio se extendió entre ellas por un momento antes de que Red lo rompiera.
-¿Campanita? - trató de mantener su tono de voz lo más bajo posible-. Campanita, ¿estás bien?
-¿Lo estás tú? -preguntó el hada, abrazada a sus propias
rodillas y sorbiendo su llanto.
Campanita dudó por un momento antes de ocultar el rostro con
un suspiro.
-Vete, niña estúpida.
La castaña no se movió. En lugar de eso, cada vez más despacio con mucha gentileza, acarició un mechón del cabello imposiblemente dorado de Campanita para descubrir su rostro. La piel de Campanita era blanca y tibia al tacto, debajo de su textura de porcelana, Red Shoes pudo ver las espirales brillantes de luz que se trazaban entre sus poros como volutas de niebla. Cuando Campanita por fin volteó hacia la luz, Red dejó escapar un grito al ver que su ojo derecho estaba hinchado, rodeado por un gran moretón del tamaño de un huevo de codorniz. Morado y amarillo se entremezclaban alrededor de la marca, rematada por una profunda herida que corría desde un costado de su nariz hasta la orilla de los labios. Del otro lado de su rostro perfectamente afilado había una fea tajada roja que corría por un costado de su frente en la que se entremezclaban sangre seca y chispas plateadas.
-Él te hizo esto... Peter.
Campanita se estremeció ante su tacto, pero no se apartó. Sus lágrimas comenzaron a deslizarse nuevamente por sus mejillas.
-No fue su culpa, él sólo- comenzó, pero se interrumpió a sí misma, incapaz de terminar la frase. -Él estaba enfadado y yo... yo no debería haberle gritado.
- No está bien que te haya hecho esto. Definitivamente no.
Red alejó su mano y se sintió frustrada. ¿Peter estaría pensando en hacerle algo así a ella también?
- No sé cómo lo defiendes, Peter me demostró lo malvado que puede ser.- Ella se sentó a un lado de la chica y con mucho cuidado empezó a envolver el vendaje frío alrededor de su cabeza.
-Duele -se quejó Campanita con un gesto de dolor.
-Lo sé, lo sé.
La castaña tarareó una canción navideña, mientras se aplicaba de
modo diligente a curar cada una de las heridas de Campanita. Envolvió los moretones con mantos fríos, entablilló el brazo que Peter le torció, le vendó las piernas donde había recibido patada tras patada. Cuando Red finalmente se levantó para limpiarle el sudor de la cara, se dio cuenta de que Campanita la miraba con los ojos llenos de lágrimas resplandecientes, colmadas de estrellas.
Campanita intentó hablar. Su labio roto se movió, dejando escapar un pequeño gemido. Su mirada buscó algo en el rostro de la castaña.
-No...- murmuró en un doloroso suspiro, con lágrimas corriendo por sus mejillas. -Él sólo estaba enfadado. Me merecí todo...- Campanita tomó una dificultosa respiración-. ¡Te odio, estúpida Red Shoes! ¡Desde que llegaste causaste todo esto!
-No -negó con la cabeza-, no es a mí a quien odias.
Campanita soltó una expresión de burla y luego se quejó por el
esfuerzo.
-Amo a Peter. Lo amo más que a nada. Para mí él es la Luna, las estrellas y todo lo que hay entre ellas.
- ¿Pero él te ama a ti?
Campanita abrió la boca, lista para responder. Pero la duda que vio en los ojos de Red Shoes la hizo dudar. Sus labios temblaron mientras las lágrimas caían, mezclándose con la sangre que goteaba de su frente.
-Él me ama...- murmuró, pero la inseguridad en su tono la dejaba en evidencia. Campanita adoptó una posición despectiva -Él no te ama, ¿sabes? Él sólo piensa que te ama porque eres su juguete nuevo.
Red hizo una mueca al recordar las amenazas del chico.
- Lo sé.
Campanita se incorporó, apoyándose sobre sus codos. Su tono era duro, pero las lágrimas no dejaban de escurrirse de sus ojos.
-No entiendes nada.- espetó con un gemido. -Peter me ama. Me lo ha dicho tantas veces...
Con mucha delicadeza tocó los moretones en los hombros de Campanita. El hada se estremeció y, al agitarse, sus alas esparcieron un poco de polvo.
-Eché todo a perder. Él hizo esto porque te trate mal. Fui yo. Estúpida, estúpida Campanita -se dio de golpes a sí misma hasta que Red le agarró la mano.
-¡Basta! ¡Detente, por favor! Peter no tiene derecho a lastimarte, ¿entiendes eso? Jamás, de ninguna manera.
-Tú no entiendes nada -dijo Campanita y agachó la mirada.
- Lo entiendo ¿Sabes? Peter me obligó a quedarme aquí. Quiero irme, pero amenazó con torturar a mi hermano y matarlo lentamente si intentaba negarme más tiempo. ¿Sabes lo qué es tener que soportar que me ponga sus labios encima cuando ni siquiera me gusta?
Campanita parecía horrorizada por las palabras de la castaña.
-Él jamás haría eso. Peter no es ese tipo de-
Pero la expresión de Red Shoes era clara. La chica era sincera. Las lágrimas de Campanita comenzaron a brotar aún más mientras se cubría el rostro con las manos.
-¡Él no es malo, él no es malo,él no es malo! - murmuraba una y otra vez como un mantra, tratando desesperadamente de convencerse a ella misma.
Luego se volvió hacia Red con
los ojos muy abiertos.
-Peter y yo estamos unidos para siempre. Mi poder es su poder;
él es mío. Jamás podrías estar entre nosotros dos. De ninguna manera. No puedo ser extraída de él, al menos no mientras esté viva -sus ojos se entrecerraron-.El me ama. Le pertenezco. -Campanita agitó la cabeza en negativa. -Todo lo que quiero es que me ame. Estaremos juntos por siempre, él y yo, mi Peter Pan.
- No trato de quitartelo ¿Bien? Solo... Quiero irme, puedes quedartelo. Quiero que mi hermano y yo estemos a salvo lejos de él.
Campanita permaneció en silencio durante un largo rato, el único sonido en la habitación eran los sollozos que sacudían su cuerpo. Finalmente, en un tono casi inaudible, ella alzó la mirada y habló.
-¿Lo prometes?
- Lo juro. - Red levantó la mano haciendo una señal de juramento.
Campanita asintió y se incorporó con esfuerzo. Aunque cada hueso de su cuerpo estaba en agonía, se esforzó para estar frente a Red Shoes.
-Bien entonces...-dijo, con la voz todavía débil y temblorosa. -Tienes que irte, Red.
- ¿A donde?
Campanita no respondió inmediatamente. Su mirada recorrió la habitación, con un rastro de frustración y desesperación, como si buscara desesperadamente algo que nunca encontraría.
Ella levantó la mirada hacia el techo y apretó los labios, tratando de controlar sus lágrimas. -Tiene ojos por todas partes en Nunca Jamás- murmuró finalmente entre lágrimas. -En la jungla, en la playa, en las montañas, en las cuevas, incluso en el reino de las hadas. Él sabe dónde encontrarte. Pero... hay un lugar abandonado que te podría servir.
- ¿Estás tratando de ayudarme a escapar?- Dijo Red algo exaltada y feliz.
Campanita apretó sus pequeños puños y asintió con brusquedad, evitando el contacto visual con la castaña.
-Sí. Por él. No permitiré que te haga lo mismo.
Red Shoes abrió la boca para argumentar, pero Campanita la cortó rápidamente.
-No, no. Cállate y escucha. Peter es poderoso. Demanda lealtad y... -Se estremeció- y afecto, así que tendrás que actuar con astucia.
- Pero... ¿Y si descubre que fuiste tú quien me ayudó? No quiero que te haga esto denuevo.
Campanita se volvió hacia ella, sus ojos brillando con desesperación.
-No te preocupes por mí. Él no me va a... -Se quedó en silencio un momento, su expresión sombría. Sacudió la cabeza y prosigó. -Solo preocúpate por ti y por tu hermano. Eso es todo. -Le tomó el brazo y dejó escapar un pequeño gemido ante el contacto brusco. -Debes irte ahora. Él estará aquí pronto y no quiero que te sorprenda.
Red asintió decidida - ¿Qué tengo que hacer?
Campanita soltó un suspiro tembloroso, luego se puso rápidamente en pie y comenzó a rebuscar en un pequeño armario que había en la esquinita de la lámpara.
-Bien, escucha.- Dijo mientras buscaba en el armario.-Tendrás que partir ahora y rápidamente. Los niños ya deberían estar durmiendo, lo que te dejará un pequeño margen de tiempo.
La pequeña saco dos pequeñas botellas de vidrio de la esquina y, mientras caminaba de regreso hacia Red, puso dos gotas de un líquido dorado en cada botella que pronto se convirtió en una especie de escarcha.
-Esto es polvillo de hada. Te hará ligera y te ayudará a volar, pero sólo por unas pocas horas.
Red las tomó observando los pequeños polvos. Eran tan brillantes y relucientes que casi parecían pintados. - ¿Y dónde debo ir exactamente?
Campanita hizo un gesto hacia la puerta principal de la lámpara, su mirada aún enfocada en los polvos dorados.
-El viejo árbol hueco. Está en el borde oeste de la isla de Pan, pero es una caminata larga. Trata de que nadie te escuche, toma a tu hermano y váyanse. Hay una canoa, remen hasta que ya no veas la isla en el horizonte, ten cuidado con las sirenas. Esparcidas el polvo en ti y tu hermano y volarás directo al cielo.
- ¿Árbol? ¿Cómo sabré cual de todos los árboles es?
Campanita apretó los labios, tratando de mantener la calma.
-Es un árbol hueco. Está completamente hueco por dentro porque era la primera casa de Peter y los niños perdidos, y tiene escaleras que los llevan arriba al borde donde está la puerta. Es el único árbol que ha sido cortado de ese tipo en la isla, así que no tendrás problemas para encontrarlo.
Campanita la miró unos momentos y luego le agarró la mano, poniendo las botellitas que aún tenían algunas gotas del polvillo dorado en la mano de Red Shoes.
-Ahora escúchame bien. Te irás ahora mismo. Y deberás guardar estas botellas en un lugar donde nadie pueda verlas.
Red Shoes guardó las pequeña botellas en uno de los bolsillos de su vestido mientras asentía con la cabeza.
- Eso te llevará por un camino bajo tierra que atraviesa la playa. Podrás llegar a la zona donde guardan y construyen las canoas. Toma una y ya sabes que hacer.
Red asintió y le dio un breve y sorpresivo abrazo a Campanita.
- ¡Gracias, gracias, gracias!
Campanitas se estremecio un poco por el contacto, pero aun así, devolvio el abrazo.
Cuando la niña castaña la soltó, se dio cuenta que la chica hada estaba avergonzada.
- De nada. Y ahora ve.
Red no lo pensó mucho, Campanita rocio algo de polvillo de hadas sobre ella permitiéndole volar fuera de la lámpara hasta su cabaña donde descansaba James.
La chica lo despertó, el pequeño se despertó y le dirigió una sonrisa somnolienta a su hermana.
-¿Qué pasa?- Dijo el pequeño aun adormilado.
- Sshhh, vámonos.
James se incorporó en la cama con una mirada confusa y aún somnolienta.
- ¿A dónde vamos? ¿Ahora?
Red no dijo nada más para responderle al niño. Le tomó la mano y lo llevo junto a ella por todo el árbol. Cruzaron el Centro, el Tipi hasta llegar al final. En un momento, cargo a James cuando pasó por aquel lago donde Peter la había arrojado. Recordó con dolor esa escena pero le dio fuerza.
"Él sería capaz de torturar a un niño" se recordó a si misma.
Camino por la pequeña selva hasta llegar a exactamente dónde debía.
Un árbol hueco de apariencia vieja. Justamente en el borde oeste de la isla.
"Gracias, Campanita" pensó Red acercándose al roble.
Quito un arbusto que tenía justo pegado al tronco y descubrió una puerta redonda de madera en el suelo. Ella se agachó y la abrió. Al parecer del otro lado había algo... Se acercó más pero se desestabiliza y agarro a James por reflejo haciendo que ambos caigan por el agujero.
Espero un impacto contra el suelo, pero, en su lugar se vio a si misma deslizandose. Al parecer la entrada era una resbaladilla. Cayeron sentados en una gran alfombra en el suelo, justo bajo el árbol, que al caer todo el polvo se levantó evidenciándose el tiempo que tenía el lugar sin recibir visitas.
Ella vio como todo era más... Sencillo. Unas pocas camas suficientes para 8 o 9 niños. Había una que era más grande que probablemente era de Peter. Cuadros con pinturas viejas, una pequeña despensa y varias armas como arcos y flechas, dagas y espadas yacían en una esquina. También un cofre del tesoro con un símbolo pirata.
¿Cuántos años tendrá esto sin usarse?
James se puso de pie rápidamente, sacudiéndose un poco mientras inspeccionaba el lugar. El niño no pudo evitar sentirse fascinado con su entorno y habló:
-Es una cueva.- Murmuró con asombro. -Como las de los libros, pero más genial.
Red se levantó del suelo, sacudió las piernas del polvo acumulado y soltó un suspiro de satisfacción.
Era cierto. Era como estar en una cueva, pero con la magia de un hogar.
Red tomó a su hermanito de la mano. Sabía que debía seguir las indicaciones de Campanita si querían escapar.
Con la mirada busco una puerta que la lleve a donde quería llegar. Se acercó a la pared y vio que casi imperceptible había una manija, la giró y la puerta se abrió para el otro lado.
Con James, caminaron por el interior hasta ver cómo había incluso una pecera en el techo. O al menos así se veía, tal vez del otro lado era un lago o río. Habían unos cuantos peces nadando por el techo que los retenía ahí un cristal bastante grande, se veía mágico.
James se quedó sin aliento ante la vista del techo lleno de agua y peces, sus ojos reflejaban una mezcla de asombro y deleite infantil.
-Es mágico. - Murmuró con asombro, mientras seguía con la mirada a uno de los peces que nadaba por encima de su cabeza.
Red no pudo evitar sonreír ante la expresión de sorpresa de su hermano, su corazón se llenaba de alivio sabiendo que estaban un paso más cerca de escapar de la isla.
Siguieron caminando hasta el final del pasillo que llevaba a una habitación donde habían unas cañas de pescar, latas de cebo y redes. Sin mucho esfuerzo adivino que era donde se preparaban para pescar los niños perdidos de aquellos tiempos desconocidos.
Camino un poco más hasta llegar a donde habían unas escaleras que iban hacia arriba. Estaba nerviosa pues sabía que estas irían a su libertad.
Las escaleras crujían levemente bajo sus pies a medida que ascendían. La tensión y la esperanza inundaban el silencio entre ellos, roto tan solo por sus propias respiraciones y los temblorosos latidos de sus corazones. Red siguió subiendo, guiando a su hermano pequeño, sujetándolo fuertemente de la mano.
Cada escalón que subían se sentía como uno más cercano a la libertad, a la seguridad.
Abrió una escotilla que los llevaba afuera y se encontró cerca de un muelle viejo, con apenas dos canoas donde una estaba rota y la otra encima de la arena.
Se acercó a la canoa junto a James descubriendo unos remos y una escoba dentro.
Entonces, el cielo rugió de repente como si se tratara de algún trueno y el viento cerca de ella azotaba los árboles cercanos. Ella miró el cielo mientras empujaba la canoa al agua con la ayuda de James, quien solo intentaba pues al ser un niño no era tan fuerte.
James empujó con todas sus fuerzas, el pequeño tenía el ceño fruncido por el esfuerzo mientras luchaba por empujar la canoa al agua. Cuando finalmente consiguió meterla en el agua, su rostro se iluminó con una sonrisa de orgullo.
Red subió a la canoa con cuidado y comenzó a ocuparse de los remos, mientras el viento y el cielo rugían más fuerte sobre sus cabezas.
(...)
Peter se había despertado animado. Confiado de tener a Red Shoes en su poder por fin. Ya se sentía dueño de la chica. Sabía que todo estaba saliendo a la perfección. Red se iba a quedar, y él por fin tendría su chica perfecta.
El sol estaba empezando a asomarse en el cielo y él ya estaba despierto, practicando algunas volteretas en una rama alta. Luego siguió con algunos movimientos más hasta que vio a dos niños pasar por debajo de él. Eran Slightly, que ya estaba despierto, y Nibs, quien aún frotaba sus ojos en un bostezo cruzaban por ahí.
Algo emocionado, Peter fue directamente a darle los buenos días a Red Shoes. Pues bueno, ¿Ya eran novios, no? Tal vez pasó con algunas amenazas de por medio pero era necesario. Así lo veía Peter. Por amor se cometen locuras.
Con una sonrisa traviesa en la cara, avanzó hasta la cabaña de Red. Era temprano, y la luz del sol aún no hacía su trabajo de iluminar el mundo.
Peter se encontró sorprendido al ver que la cabaña estaba abierta...
Sus pisadas sobre la madera fueron suaves, pero cuando entró en silencio se dio cuenta de que el silencio reinaba en la cabaña. Red no estaba. ¿Dónde demonios se había ido?
Aferrado a su frustración, Peter avanzó por la cabaña y pudo notar que algo no estaba del todo bien. Los cajones estaban abiertos, la manta estaba arrugada... Definitivamente había escapado. No sola, Red Shoes escapó con su hermano también.
Suspiró con frustración, tratando de controlar el impulso de destrozar las cosas de la cabaña. Tenía que salir a buscarla.
Echó a volar y salió de la cabaña, volando a toda velocidad y escudriñando la jungla en busca de alguna pista que lo llevara a donde la chica se había escapado.
(...)
Mientras Red y James luchaban con la canoa y el fuerte viento, Peter, volaba alto en el cielo, con la mirada fija en la isla, escaneando cada árbol, cada roca y cada rincón en busca de algún signo de su chica.
Él volaba en círculos cada vez más pequeños, extendiendo su mirada hacia el horizonte, desesperado por encontrar cualquier pista que lo llevara hacia ella. Su corazón latía con fuerza, su frustración creciente con cada minuto que pasaba sin resultados.
En un momento, Peter se detuvo en el cielo, suspendido como una estatua.
Red agarro sus bolsillos con el polvillo de hada. Si el clima seguía así no tendría más opción que usarlo. Pero le aterraba y era la razón por la que no lo había utilizado ya: no sabía cómo volar. Apenas flotaba. Sabía que flotando solamente nunca podría escapar de Peter.
Un rayo cayó al agua cerca de ellos y el cielo tronó haciendo que ella mire hacia arriba.
Abrió los ojos como platos al ver la figura de Peter suspendida en el aire mirándola fijamente.
Peter flotaba en el aire con una mirada fría pero intensa, observando a Red con calma y deliberación. Sus ojos verdes brillaban con una mezcla de emociones, entre el enojo y la determinación.
Él descendió suavemente hacia la orilla donde ella estaba y posó sus pies descalzos en la arena. Su presencia era imponente y amenazante, como el amo de la isla que era.
Exaltada, ella le gritó a James:
- ¡Agachate!
Y el niño se agachó. Al mismo tiempo ella lo abrazó mientras las olas azotaban contra la canoa.
El agua salpicaba contra la canoa, pero Red y James se mantenían firmes agarrándose el uno al otro, mientras esperaba lo peor. Red sintió como algo se cernía sobre ella, y pronto pudo ver una sombra oscura que se proyectaba sobre la canoa.
Era Peter, que flotaba justo encima de ellos, con los pies suspendidos en el aire. Sus ojos brillantes y peligrosos estaban fijos en Red, y una sonrisa malvada se formó en sus labios.
Él extendió una mano hacia ella como si estuviera a punto de tocarla.
Ella sin pensarlo le lanzó uno de los remos que le dio justo en la cabeza al chico.
El remo pegó en la cabeza de Peter con un golpe sordo, y él se tambaleó hacia atrás en sorpresa por un momento. Red pudo ver una mirada de incredulidad en su rostro, seguida rápidamente por la ira.
Él gruñó y se frotó la cabeza, todavía flotando en el aire.
-Maldita sea, eso dolió -gruñó él, y luego la miró con una sonrisa irónica- Buen tiro.
- ¡Déjanos ir! ¡Por Dios, Peter! ¡James es solo un niño!
Él se rió entre dientes mientras flotaba hacia ella en el agua.
-¿Por Dios? No estoy seguro de que él pueda hacer algo por ustedes ahora mismo.
Red pudo ver la forma en que Peter la estaba atrapando en el agua, flotando, rodeándola como un tiburón que gira alrededor de su presa. No había más lugar a dónde escapar.
Peter se dejó llevar más cerca y más cerca de la chica con cada revoloteo, hasta que estuvo a unos pocos pies de distancia e hizo una breve parada en el agua a su lado. Él ladeó la cabeza y se desvaneció un poco su sonrisa, mientras le miraba en silencio. Su tono cambió a uno más serio mientras la observaba temblorosa en la canoa.
-Eres tan hermosa -le dijo Peter mientras la observaba. Se inclinó más cerca- ¿Sabes lo mucho que he deseado abrazarte? ¿Saber cómo se siente despertar contigo en mis brazos cada mañana? Sentir tus mejillas cálidas, tu cuello, tu pelo...
- ¡¿Acaso no ves lo que has causado?! ¡James te tiene miedo!- Gritó ella.
Peter enarcó una ceja divertido.
-¿Y crees realmente que eso me interesa?- Él se inclinó más cerca, hasta que su rostro estaba prácticamente frente al de ella. -A mí me importa un comino lo que él piense. Lo único que quiero es que tú me ames.
- Jamás.- le respondió frunciendo el ceño y soltando todo su odio contra él.
El chico sonrió, divertido ante su expresión, y se inclinó más cerca de ella.
-Oh, no sabes cuánto placer me causa ver ese rostro tuyo -le dijo.
Luego pasó un dedo por su mejilla.
-Tanta furia, tanta pasión. A veces creo que eres tú quien quiere comerme a mí.
Sin previo aviso Peter la empujó sobre la canoa haciendo que suelte a James. Cuando ella se logró incorporar vio horrorizada como Peter cargaba a James.
- ¡No, Peter, sueltalo! ¡Tú problema es conmigo no con él!
Peter mantuvo a James frente a él. Era obvio que el pequeño James estaba completamente asustado.
-¿No crees que James merece también un castigo? Después de todo, el pequeño es responsable, en parte, de que tú no me quieras.
- ¡No! ¡Haré lo que quieras pero déjalo!
- ¿Sí?
La sonrisa de Peter se hizo más grande: tenía los mismos ojos de depredador de antes.
James se movía débilmente entre los brazos de Peter, luchando por liberarse, pero el muchacho lo agarraba con fuerza.
- Te crees tan lista, ¿no?
Se movió más cerca de ella, con James bien agarrado. Su cuerpo se encontraba tan cerca ahora que ella podría haber extendido la mano y tocado su hombro si hubiera querido.
Ella lo miraba asustada. Temía que arrojará a James al mar o ¡Que se lo llevará volando! Ella se mordió el labio inferior con rabia y sin más se lanzó hacia adelante para intentarlo arrebatar el niño al pelirrojo. Pero Peter se echó hacia atrás y se elevó aún más cambiando su expresión a una de total antipatía y sus ojos se tornaron azules tan profundo como el mar.
- Eres tan predecible...
- ¡Deja a James, Peter! ¡Llévame a mi!
Peter enarcó una ceja.
- ¿Sabes algo, Red Shoes? Aún me preguntó ¿Porqué simplemente no pudiste aceptar por las buenas?
- ¿Por las buenas? Amenazante con torturar a James ¡Un niño de cuatro años! Si yo no aceptaba estar contigo.
Peter rodó los ojos.
- El amor hace que cometamos locuras ¿No? Solo estoy enamorado.
- ¿Pero por qué? Yo no te amo. Campanita te ama ¡Más que cualquiera en la Isla! ¡¿Porqué me quieres a mí?!
Peter rió y se movió hacia adelante, James aún colgaba de su brazo.
- Porque ella no me interesa. No me apetece en lo más mínimo, nunca lo ha hecho.
De repente su voz sonaba irritada, su paciencia se iba agotando.
Red Shoes se encontraba en la posición complicada de intentar razonar con un adolescente que creía que el mundo giraba en torno a él. Su rabia hacía a Peter aún más grande pero ella tuvo cuidado de sus palabras con miedo a que le pase algo a James en consecuencia.
- ¿Por qué crees que debería amarte?
Peter se encogió de hombros como si fuera obvio.
- Soy de buen aspecto, inteligente, divertido... ¿Qué más necesitas?
- Eso no basta. Nunca haz considerado que es lo que realmente quiero. Desde que llegué aquí, desde que me trajiste haz estado intentando meterme en tu mundo ¡Cuando nunca quise! Solo quería visitar Nunca Jamas e irme a casa... Debes reaccionar. No quiero estar aquí y tampoco obligarme a estar enamorada de ti.
Peter parecía desconcertado.
- ¿Por qué no quieres estar aquí? ¡Nunca Jamás es genial! Y me amaras. Eres mi... mi chica, por eso te traje aquí.
Los ojos de Peter por un momento pasaron a ser verdes de nuevo. Se vio reflejada en su mirada la confusión, no podía entender sinceramente por qué ella lo rechazaba tanto.
Estaba acostumbrado a que por cientos de años nadie lo rechace, siempre era amado y las chichas se volvían locas por él.
Miró a Red frunciendo el ceño y cargo a James contra su pecho. Le parecía totalmente absurdo que ella lo rechace.
- Debes estar cansada de correr ¿No? Vámonos de aquí, vuelve conmigo. Sé que me amarás, todos lo hacen con el tiempo- Peter comenzó a acercarse a ella hasta descender sobre el suelo de la canoa.
Ella se aguanto un sollozó. Se sentía tan frustrada por no haber podido escapar y quería llorar.
Peter la empujó hacia el lado de la canoa de manera brusca, ella no pudo hacerle frente al impulso, estaba agotada y temblaba también del frío que le cayó encima.
Sus piernas temblaban.
- ¿Qué es lo que no te gusta de mí? Todos me aman, pero tú no de repente. ¡¿Por qué tú no?! ¿¡Qué hay en mí que te disgusta tanto!?
Peter casi sollozo esas palabras, su rostro estaba cerca del de ella.
El empujón fue lo suficientemente fuerte como para que el frasco con el polvillo de hada que estaba en su bolsillo se rompa y el brillante polvo cayera en la escoba, que estaba en la canoa, debajo de Red.
Ella abrió los ojos con asombro cuando sin previo aviso la escoba comenzó elevarse con rapidez con Red encima sin poder controlarla.
Los ojos de Peter se abrieron de gran tamaño y gritó:
- ¡Espera! ¡¿Qué demonios haces?!
El chico al ver tal suceso con asombro. La escoba subió a gran velocidad por encima del agua, y ella no pudo controlarse. Se asió fuerte mientras la escoba la llevaba más y más lejos. Peter también voló a la escoba rápidamente con James.
Sin embargo, fue tarde. La escoba iba a toda velocidad llevando a Red Shoes en ella cuando uno de los rayos cayó frente a Peter haciéndolo detenerse y James en sus brazos aún seguía asustado.
Gritó maldiciones al darse cuenta que había perdido de vista a Red Shoes y que no podía ir tras ella con James en los brazos.
Cuando vio la dirección en la cual la escoba se iba, su pecho comenzó a dolerle. Por primera vez, sentía miedo. No quería sentirse de esa manera. Peter siempre tenía el control de todo y de todos, pero había un sentimineto que lo estaba asfixiando, no quería sentir eso.
-Maldición...
Se llevó una mano a su pelo en señal de molestia y luego la bajo lentamente mirando a James. El pequeño tenía lágrimas escurriendo de sus mejilltas hasta caer, asustado. Peter lo miró con molestía y luego volteó de nueva cuenta para enfocar la vista en la dirección donde se había ido hacía minutos Red.
Si, logró escaparse.
Pero al menos tenía una garantía de que ella en algún momento debería volver. Después de todo, tenía a su pequeño y tonto hermano.
(...)
Merlín despertó temprano, un poco adormilado pero con la energía necesaria para comenzar su jornada de trabajo. Se estiró un poco y se incorporó, preparándose para comenzar el día.
Se quitó el pijama- que por cierto había hecho él mismo. Los pueblerinos de Pueblo Gris también solían hacer sus propias ropas después de terminar su encargo de ropa para los niños de Peter Pan- y entonces se fue al pequeño baño de su dormitorio y se baño.
Dormía en una de las casas, una pequeña suficiente para una persona, que se le fue otorgada el primer día que llegó. No era gran cosa, una casa de madera algo vieja con una cocina, una sala, un baño y una habitación.
Mientras se duchaba, Merlín se sintió agradecido de tener un dormitorio privado, aunque pequeño. Sabía que algunas personas tenían que compartir dormitorio con otros.
Terminando de lavarse, Merlín salió del pequeño lugar y se vistió con las mismas ropas de ayer. Su camisa azul oscuro y sus pantalones cafés junto a unas botas marrones.
Al salir, pudo percibir el olor del pueblo, la ropa húmeda, la comida, y un poco de tierra. Todo en conjunto le resultaba un poco repulsivo, pero no era suficiente como para sentir nausea ni nada. Además, ya se iba acostumbrando.
El pueblo contaba con unas lámparas como faroles. Se encendían con velas por dentro e iluminaban en la noche para aquellos que tenían quehaceres en esos turnos nocturnos.
Merlín caminó hasta llegar a la costa donde Owen le esperaba para pescar.
- ¡Hey! - Saludó Owen haciendo una seña con los dedos de su frente hacia afuera.
Merlín levantó la mirada hacia Owen y sonrió, levantando también su mano en señal de saludo.
-Hey- dijo él, y se acercó a él mientras en el brazo traía un pequeño cesto con los útiles de pesca.
El pequeño de piel verdosa se sentó junto a Owen en el muelle y prepararon la carnada en las cañas.
Los dos chicos comenzaron a pescar, lanzando sus cañas y esperando a que un pez picara. Para pasar el tiempo, iban charlando sobre diferentes temas, tratando de no hablar nada relacionado con Peter Pan.
- Entonces... ¡Pumm! Salpicó en mi brazo y me quemo. Ahí aprendí porque debo alejarme del sartén cuando esté haciendo chuletas - dijo Owen haciendo.
Merlín soltó una risa ante el relato de Owen. Era curioso cómo la gente de aquí tenía vivencias mundanas, como quemarse el brazo o tropezar con algo, en vez de andar luchando contra ogros o dragones a cada rato.
- Eso debió doler ¿Aprendiste a cocinar después de eso al menos?
- Sin duda. Me sentí muy asustado cuando me amenazaron con llevarme fuera de las fronteras del pueblo. Así que me empeñe mucho en aprender.
Merlín escuchó con mucha atención lo que decía Owen, sorprendido por la amenaza de expulsarlo del pueblo por eso. Si bien había oído de las reglas absurdas del pueblo, aún le parecía exagerado.
- ¿Qué tan malas deben ser laa personas que viven fuera del pueblo como para que eso haya sido un castigo lo suficientemente cruel para ti?
- ¿Personas? No me asusté por personas.
Merlín levantó una ceja en confusión ante la respuesta de Owen.
-¿No? Entonces... ¿Qué te dio miedo?
- Los espíritus.
Merlín se quedó mirando a Owen, con una mezcla de sorpresa y curiosidad. De todas las cosas que pensaba que le daba miedo, los espíritus eran la menos esperada.
-¿Los espíritus?
- Si. Fantasmas, almas en pena. Todo el rollo - Owen suspiró y afilo su mirada un poco- Se dice que más allá de la frontera cerca de las montañas está el Jardín Prohibido, el lugar donde andan las almas en pena de una civilización extinta.
Merlín escuchó atentamente la explicación de Owen, realmente intrigado por lo que decía. No sabía mucho sobre fantasmas y almas en pena, pero la idea del Jardín Prohibido era interesante.
-¿Civilización extinta? ¿Qué pasó con ellos?
- Si, se trata de las ha-
- ¡AAAAH!
De repente se escuchó un grito en el cielo y una sombra veloz que pasó por encima de ellos volando. Ambos instintivamente miraron hacia arriba y apenas vieron algo como ¿Una escoba? Volar a toda velocidad mientras alguien gritaba encima de ella pero apenas se veía como una mancha roja. Siguieron al objeto volador hasta que siguió de largo y se escuchó un estruendo al fondo del pueblo ¡Poom! Al parecer "eso" había chocado.
- ¿Qué era eso? No parecía un pájaro.
Cuando escuchó el estruendo, sus ojos se agrandaron y su mirada cambió a una de alerta.
-No lo sé, no se parecía a nada que hubiera visto. Pero sonaba grave ¿Crees que debamos ir a comprobar lo que pasó?
Owen asintió y se paró rápidamente. Dejaron las cañas y todo en el muelle y siguieron caminando hacia donde había caído esa cosa.
Se fueron entre las casa hasta llegar a una zona algo alejada donde había un gran árbol.
- ¡Oh!
Owen se sorprendió al ver una línea de tierra levantada en el suelo que iba hacia al árbol el cual tenía una silueta de una persona que había chocado ahí.
- Sé muchas cosas sobre siluetas, y esa le pertenece... ¡A una bruja! - expresó Merlín y con coraje se acercó al árbol.
- N-no saquemos conclusiones. Podría ser una bruja o... - Owen miró en el suelo la escoba e hizo una mueca- Nah, definitivamente tiene que ser una bruja.- El chico se agachó a la altura de Merlín cuando escucharon como crujian las ramas del árbol- Pss, Merlín. Si es una bruja y la atacamos así por así nos matará ¿Tienes un plan?
Merlín miró hacia el árbol y luego a Owen, pensativo. La idea de atacar a una bruja sin un plan era una muy mala idea. Él debía pensar en algo rápido.
- Toma la escoba. Nos acercaremos lentamente, yo seré la distracción y tu la golpearas en la cabeza. Cuando se desmaye, la amarramos y hacemos nuestras preguntas cuando despierte- Dijo Merlín, pensando en algún plan rápidamente.
Owen asintió, corrió en silencio y tomo la escoba del suelo y le hizo una señal a Merlín para que sepa que está listo.
Merlín asintió y comenzó a acercarse poco a poco hacia el árbol, intentando no hacer mucho ruido. Al acercarse, se preparó mentalmente para ser la distracción.
Los dos muchachos se acercaban el árbol con sigilo, con la escoba y las manos preparadas. Cuando estuvieron lo suficientente cerca, Merlín se aclaró la voz y habló, tratando de sonar amenazante y convincente.
-¡Sé que está en ese árbol! ¡Sal ahora! ¡Es hora de que pagues por tus fechorías!
Entonces, el tiempo se paró para Merlín cuando la vio.
Del árbol bajaba una figura femenina mientras se agarraba la cabeza, el tiempo se volvió lento a los ojos de Merlín cuando ella giró su cabeza y levantó la mirada a donde estaba Merlín. Tenía las facciones finas, mejillas sonrojadas, el pelo castaño, ojos marrones y unos labios ¡Preciosos labios! Tal vez la mujer más hermosa que ha visto en su vida.
Entonces, de repente Owen estaba por detrás de ella con la escoba en la mano y la alzó para darle con ella en la cabeza a la chica.
-¡Espera!- Dijo rápidamente Merlín a Owen.
Pero era tarde... Owen le dio con el palo con la fuerza suficiente para que ella se desmaye inmediatamente.
- ¡Si! ¡Le di a la bruja!
Merlín se quedó completamente impresionado. Por un lado estaba la chica que tenía al frente que lo había dejado sin habla. ¿Podía siquiera pensar que fuera una bruja aunque es tan hermosa?
Owen se encontraba extasiado y lleno de orgullo por haberle dado en la cabeza a la supuesta bruja. Ahora estaba con una sonrisa triunfal.
El enano la examinó un momento. Merlín se puso una mano en la frente estresado. No tenía ni varita, ni sombrero, ni ropas negras. Definitivamente no era una bruja.
- Cometimos un grave error - Dijo Merlín.
- ¿Qué? ¿De qué hablas?
- Creo que... No es una bruja.
- No me digas eso - hizo una expresión de arrepentimiento - ¿Qué hacemos? ¿Qué hacemos? ¡¿Qué hacemos?! - dijo caminando en círculos.
Los nervios estaban comenzando a agitarse dentro de Merlín mientras miraba atónito a la muchacha desmayada, y luego a Owen que no sabía qué hacer.
-Necesitamos pensar con calma. No podemos dejarla aquí. Si se despierte tendremos explicaciones que dar.
Merlín frunció el ceño ante esa última y casi soltó una risa ante la idea de que tuvieras que dar explicaciones a su esposa.
- De acuerdo, entonces. La llevamos a tu casa ¿Ella despertará pronto?
- Ni idea.
Entonces ambos fueron a casa de Owen y su esposa.
Colocaron a la chica inconsciente en la cama. Después de unos minutos de explicación a la embarazada Elizabeth ella estaba estupefacta.
- ¿Están seguros de que la vieron volando? - Dijo la mujer de ojos azules, llevaba el pelo rubio amarrado en una coleta alta y tenía ropa holgada puesta perfecta para su embarazo.
Owen seguía intentando explicar a Elizabeth lo que había pasado mientras Merlín se sentaba cerca de la cama, observando a la muchacha.
- Estamos seguros. Vimos a la chica caer del árbol y la escoba que está justo aquí- Dijo Owen, con un tono de urgencia mientras apuntaba a la escoba en una esquina de la habitación- Está claro que voló.
- ¡ARG! Pero eso no debería pasar, el único que puede volar es...
- Peter Pan, si. Eso pensé cuando vimos que no era una bruja- respondió Owen con sus brazos cruzados - Debe ser alguien cercana a él. Quizás una fugitiva.
- ¡Una fugitiva! ¡¿Cómo se te ocurre acoger a una fugitiva de Peter Pan?! ¡Nos matará si se entera que está aquí! No, no, no. Buscas matarme de un infarto.
- Amorsito, cálmate.
Mientras Owen y Elizabeth discutían Merlín estaba absorto viendo a la hermosa joven en la cama desmayada.
La muchacha seguía acostada en la cama, completamente desmayada. Cada detalle de su rostro era fascinante para él. Sus largos mechones castaños acariciaban su rostro, suaves y relucientes. Sus labios carnosos y color carmín permanecían firmemente sellados bajo la luz tenue de la habitación. Su cuerpo se encontraba en una posición rígida ya que aún seguía inconsciente.
La chica meneo levemente la cabeza. Escuchó la discusión de los esposos y eso la estaban devolviendo a la realidad. Sin previo aviso, se incorporó en la cama de repente y abrió sus ojos algo asustada. Miró alrededor notando que estaba en una casa. Los murmullos sesaron de repente y cuando su vista chocó con un pequeño enano sentado cerca de la cama se exaltó.
- ¡Ah!
Merlín también se sobresaltó al ver de repente que la chica despertaba, y dio un salto hacia atrás involuntariamente. Aunque rápidamente se repuso y la miró con una mezcla de sorpresa y fascinación.
Aquel primer contacto visual fue eléctrico, y Merlín se encontró hipnotizado por su mirada. Los ojos de la chica eran marrones y tenían destellos ámbar que los hacían resaltar incluso en la escasa iluminación de la habitación.
- Un placer, bella dama.- el chico hace una corta reverencia - Mi nombre es Merlín, bienvenida.
Ella levantó las cejas con asombró.
- ¿Es su casa? ¡Ay, que tonta soy! De verdad, lo siento mucho. Nisiquiera pude controlar esa cosa.
- No, no, no, no, no. No hay necesidad de disculparse- contesto Merlín intentando calmarla- Quien debe una disculpa somos nosotros.
Owen la miró con vergüenza y se acercó a la cama junto a su esposa.
- Perdóneme por golpearla. Pensábamos que eras una bruja ¡Lo juro!
La rubia puso una mano en el hombro de su esposo - Bueno, pero no es que sea tanto nuestra culpa. ¿Quieres que te cocine algo? Luces cansada. Así nos podrías platicar cómo llegaste a volar en esa escoba.
La castaña se levantó de la cama con cuidado y vio como en el fondo de la habitación había un espejo. Se vio a si misma con algo de melancolía y tocó su reflejo. "Que tontería hice, Peter se quedó con James" pensó arrepentida de su escape.
- Eh, ¿esta bien?
- ¡Si! - ella fingió estirarse- Debí haber caído muy fuerte porque me duele la espalda, solo eso.
El enano observaba a la muchacha con atención, analizando su estado. Aunque ella se las arreglaba bien para disimularlo, él podía percibir algún tipo de tristeza o arrepentimiento en su mirada mientras se veía en el espejo. La situación lo intrigaba aún más por saber quién era en realidad.
- Discúlpame pero, ¿quién eres?
Ella se paró de forma derecha y miro al chico verdoso.
- Mi nombre es Red Shoes.
La revelación del nombre de la chica tomó por sorpresa a Merlín, aunque también le dio algo de curiosidad. ¿Red Shoes? Era un nombre inusual, para decir lo menos.
- Red Shoes... Un nombre único- Dijo él con una sonrisa gentil, todavía intentando averiguar más. - ¿De casualidad debería llamarte Princesa Red Shoes?
- Aquí no hay reinos, "galán". Solo Peter Pan es el rey- Dijo Owen agarrando a Merlín de la camiseta y llevándolo arrastrado con él.
- Dejen a la chica descansar, prepararé algo para que coma- Dijo Elizabeth mientras se iba a la cocina.
Merlín dejó escapar un suspiro mientras Owen lo arrastraba fuera de la habitación. Estaba claro que él deseaba poder hablar más con la chica, y le irritaba no poder hacerlo, pero de todas maneras, debía respetar la decisión de los dueños de la casa. Así que, aún siendo molesto, no dijo nada y solo siguió a Owen.
Por su parte, Red Shoes se sentó en orilla de la cama mirando todo el alrededor de la habitación. Algo estrecha, una cama matrimonial, velas, una alfombra y una ventana justo al otro extremo de la habitación.
Entonces, se acordó de James. Apretó sus labios con frustración y movió los pies impaciente, quería volver y arrancarle a James de las manos a Peter. Si Peter no la hubiera tirado ella no se hubiera ido de esa forma tan estúpida en la escoba y tampoco hubiera abandonado a James a su suerte con Peter Pan. Para ese momento, ya había estado cediendo a quedarse solo por él, solo por protegerlo a él a James ¿Porqué Peter tuvo que empujarla así? Maldito, maldito, maldito...
Mientras Red Shoes se encontraba sentada en la cama, sumida en pensamientos, el silencio de la habitación era roto por algunos sonidos que se escuchaban en la cocina. El murmullo de las charlas y los pasos de Owen y Elizabeth se escuchaban con nitidez. No había duda de que ellos estaban ahí, y parecían estar preparando algo en la cocina.
Un agradable aroma comenzó a extenderse por toda la casa proveniente de la cocina, llenando el lugar con un olor a comida que despertaba el apetito, haciendo que el estómago de la castaña comenzara a gruñir del hambre.
Unos minutos más tarde, Owen llevaba una bandeja en sus manos con un plato de puré de papas con huevos y un vaso de jugo de manzana. A su lado, Elizabeth lo acompañaba.
Red alzó su vista cuando Elizabeth se sentó a su lado y Owen del otro lado en la cama dejo la bandeja.
- Muchas gracias por la comida- Dijo Red tomando cada una de las cosas y comiendo.
- Bien, provecho. Espero te guste.- dijo Elizabeth insistiendo en que coma todo.
- Claro que le gustará, tu comida es la mejor- Dijo Owen con el orgullo algo inflado.
Merlín permaneció apoyado en el umbral de la puerta, observando desde la distancia cómo Owen y Elizabeth servían la comida para la afortunada chica que había caído del cielo. Él no pudo evitar sentir cierta hambre, especialmente por el delicioso olor que llenaba la habitación. De todos modos, espero a que la chica termine de comer y se acercó cortésmente a ella cuando Owen había tomado los trastes sucios y se los llevo a la cocina.
Él se aclaró la garganta y se sentó en una silla cercana al lado de la cama en la que estaba la muchacha, manteniendo una distancia respetuosa. Sus ojos marrones estaban llenos de interrogantes que deseaban ser desesperadamente respondidos.
- No es por molestarte, pero realmente nos gustaría saber algo muy importante, Red Shoes- dijo Elizabeth.
- Si- replicó Merlín -¿Por qué volarás en la escoba si no eres una bruja? ¿Tu estás... Relacionada con Peter Pan? - preguntó Merlín.
- No estoy con él. Quiero decir, lo estuve ¿Pero no fue mucho? No como algo, apenas fuimos amigos. Es como decir panas, algo así. Nisiquiera nos conocimos mucho.
Tanto Elizabeth cómo Merlín enarcaron una ceja confundidos.
Owen volvió al cuarto y se paró frente a su esposa. Era evidente que el silencio era incómodo, así que buscó la manera de romper el silencio.
- ¿Entonces, cómo llegaste aquí?
Ella suspiró y los miró con el ceño fruncido más por duda que por enojo o incomodidad. No sabía si decirles la verdad.
Sin embargo, la tensión en la habitación se podía sentir. Los ojos de los chicos estaban puestos en la muchacha, expectantes por una repuesta clara y concisa. El silencio se rompió por un suspiro frustrado de Owen.
- Mira, chica; no es nuestra intención presionarte...- Dijo Owen cruzándose de brazos y con toda seriedad - pero es que no es normal que alguien llegue aqui en escoba de la nada. Solo queremos saber la verdad. Nada mas.
Ella dudo y miró sus propias manos agachando la mirada.
Merlín lo notó y le dijo:
- Es importante saberlo, no queremos presionarte.
- Pero, - aclaró Owen - Peter Pan podría estar involucrado y créeme que es lo que menos queremos.
Ella suspiró.
- Estaba en mi casa una noche nor.al como cualquier otra contándole un cuento a mi hermano. Peter Pan apareció como una luz y nos ofreció venir por poco tiempo a Nunca Jamas, acepte. Luego, de ver toda la belleza de la isla de Pan y ser prácticamente la única mujer comencé a desear volver. Peter una noche me invitó a salir con él y... Se me declaró. Lo rechace y se enojo. Están tan furioso que no me quiso dejar volver a casa, si no soy suya era capaz de matar a mi hermano- apretó los puños- ¡Quería que esté con él aunque yo no quiera! Así que planee escaparme en una canoa con James y... Él nos encontró, tomó a James y me amenazó. Una cosa llevo a la otra y por accidente me fui volando en la escoba sin poder controlarla. Y aquí estoy.
Merlín y los demás lo escucharon todo con gran concentración. Al terminar de contarle su historia a los chicos, el silencio creció en la habitación. Nadie sabía qué responder. Se quedaron congelados, pues sus peores sospechas se hicieron realidad: Peter Pan estaba involucrado.
La historia que contó la muchacha era algo increíble, pero a la misma vez creíble. Tanto Merlín como Owen e incluso Elizabeth estaban impresionados por lo que acababan de escuchar, procesando la información y tratando de entender todo lo que implican esas palabras. Los ojos de Merlín se agrandaron con sorpresa y miedo, y miró a la muchacha con una nueva sensación de temor y horror.
Owen se sentó en la cama al lado de su esposa y le tomó la mano con gesto preocupado. Y Elizabeth soltó un suspiro pesado, aún intentando ordenar todas las ideas que les acababan de contar.
- Ahora necesito ayuda para volver y buscar a mi hermano. Sé que Peter podría estar planeando algo con él. Lo siento en mi pecho.
La castaña agachó la mirada.
- Escucha, linda. Peter Pan es adorado en este pueblo. Juro por Dios que haz tenido suerte de que te encuentren personas que particularmente no lo idolatran.- Dijo la rubia tomando las manos de la joven Red.
- Como nosotros - dijo Owen.
Elizabeth rodó los ojos- Obviamente me refería a nosotros, cariño. Pero, en fin... Lo que digo es que si te quedas demasiado tiempo y Peter comienza a buscarte aquí serás fácilmente encontrada. Sé que quieres volver por tu hermano pero si Peter sabe que te escondes aquí sabrá con quién te escondiste y no dudarán en matarnos.
- Y colgar nuestros cuerpos como advertencia- dijo Owen.
- Oh, no. Perdóneme por meterlos en esto. No queria. Ustedes son increíbles, gracias por acogerme. Me iré ahora mismo-
- Descuida. Podrás irte en unas horas, mi esposo y Merlín ahora deben volver a trabajar para no levantar sospechas. Yo me aseguraré de darte lo necesario para que te puedas ir y te diré a donde debes ir.
Owen y Merlín compartieron una mirada, asintiendo con la cabeza. Se dieron cuenta de la gravedad de la situación y que necesitaban actuar rápido. Sin embargo, también estaban llenos de preguntas. Merlín, especialmente, tenía muchas cosas en mente que quería preguntar, pero no era el lugar ni el momento. Necesitaban volver a trabajar y no levantar sospechas mientras el pueblo aún permaneciera alerta. Así que Merlín y Owen asintieron una última vez y se levantaron de la habitación para prepararse para regresar al trabajo.
- Nos vemos, Red Shoes. Que tengas buen resto del día - Se despidió Merlín.
- Muchas gracias, gracias por ofrecerse a ayudarme. Señorita...
- Elizabeth. Me llamo Elizabeth y mi esposo se llama Owen. Ahora, descansa un rato. Estaré atenta a las noticias del pueblo. Por ahora puedes estar tranquila porque nadie sabe quien eres ni que Peter te está buscando- le dio unas palmaditas en la espalda a Red Shoes y le dedicó una cálida sonrisa.
- Gracias, Elizabeth.
- Ahora, descansa un rato- Elizabeth se agachó y acomodo la colcha y almohada sobre la muchacha y le acarició el pelo con ternura.
Owen también se despidió con un gesto más sencillo, en forma de saludo y cerró la puerta dejando a la chica en la habitacion.
(...)
Muchas gracias por leer! Eso ha sido todo por esta semana.
Nos leemos la próxima!
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