Capítulo 4: El invierno se acerca
Los cambia pieles:
Un cambiapieles es una persona que tiene la capacidad de entrar en la mente de algunos animales y controlarlos a voluntad. Desde los tiempos antes de la llegada de los hombres a Poniente, los Niños del Bosque poseían esta capacidad. En los libros, a diferencia de la serie, varios miembros de la familia Stark (Jon, Bran y Arya) y al igual que algunas personas de Pueblo Libre son cambiapieles.
Parsifal
Era una noche de luna llena y por el boque se escuchaban a las cigarras y los lobos. Aún así no era una noche tranquila para Parsifal, esa noche estaba muy lejos de serlo.
Sus ojos estaban bañados en lágrimas, su rostro cubierto de tierra y sal. Se podían ver reflejados en ellos la luz del fuego y su nariz percibía el aroma de la carne quemada.
El fuego no era lo único que reflejaban sus ojos. También a una mujer con un vestido rojo como la sangre que corría en sus venas y su frente golpeada.
La mujer con un vestido rojo como la sangre estaba quemando a su padre en una hoguera. Mientras rezaba a su dios.
-(...) Tuyo es el sol que calienta nuestros días, tuyas las estrellas que nos guardan en la noche oscura... Señor de la Luz, defiéndenos. La noche es oscura y alberga cosas aterradoras- clamó la mujer roja.
-Señor de la Luz, defiendonos- respondió su fiel.
Los gritos se hacían más y más fuertes conforme la mujer roja seguía con sus oraciones. Detrás de ella y de su seguidor más leal (y a fin de cuentas el único que la seguía), Parsifal sollozaba.
Padre, decía, padre, padre, padre.
Los hijos no deberían ver morir a sus padres, pero en cambio este hijo veía como su padre estaba siendo consumido por las llamas hasta que los gritos se convirtieron en susurros que a su vez se convirtieron en nada después de unos minutos en agonía.
La mujer roja estaba diciendo unas palabras. El chico la escuchaba como si estuviera gritando, a pesar de su tono de voz era tan bajo que podría pasar desapercibido del oído humano.
-Señor de la Luz- volvió a rezar ella, ahora con más alto que antes- acepta esta primera ofrenda para que nunca llegue la guerra que vi en tu fuego. La guerra que aún no ha empezado y que ya se llevó a mis hermanas y a mis hermanos.
Parsifal no sabía cuando había dejado de gritar, pero la mujer roja nunca les había prestado atención. Ni cuando se despertó atado a un árbol y veía como a su padre lo ataban a una pila de leña y rogó que lo dejaran en paz.
Ella nunca tuvo compasión por ambos.
-Tu padre decidió voluntariamente esto- dijo la mujer- No me mires así, ahora él está con el señor y ser elegido para eso es un gran honor.
-Tu también estarás mañana con nuestro señor- dijo el compañero de la mujer.
Parsifal los miró con odio y por un momento se sorprendió de que hubiera algo que sentir además del miedo y la tristeza. Apenas tenía doce años y nunca pensó que podía odiar tanto a alguien como a esas personas.
Excepto a los hombres de los Lannister. Cualquier persona reconocería su blasón: un león dorado.
Los Lannister no se arrodillaban ante nadie y se preguntó si acaso lo harían ante El Desconocido, para variar.
Quería gritarles. Quería maldecirles. Quería que los dioses le dieran una gran fuerza para soltarse de sus ataduras, tomar el hacha del hombre y usarlas para matarlos.
Pero en vez de eso dijo:
-¿Por qué? ¿Por qué nos hicieron esto?
Parsifal y su padre eran granjeros que habían tenido problemas últimamente con su cosechas. Los Stark tenían un lema, seguramente algo sobre el invierno que se acerca y parecía que eso estaba más cerca de cumplirse. Pero en vez del invierno, llegaron primero los hombres con espadas que usaban para atravesar a cualquier hombre, mujer o niño que estuviera cerca.
Nunca olvidaría como el fuego se llevaba todo. Estaba cansado del olor a carne quemada. Estaba cansado de perder y preguntarse cuando acabaría. Estaba cansado del fuego.
Parsifal y su padre escaparon por poco. Estuvieron deambulando durante días, hasta que los envoscaron.
- La guerra se acerca- contestó la mujer- y se llevará a muchos consigo. Mi señor me lo mostró en sus llamas. Yo sólo quiero evitar todo el sufrimiento que he visto. ¿No quisieras eso tambien?
Yo sólo quiero a mi padre, pero tu me lo quitaste. Pensó Parsifal, pero decirlo era inútil.
-Yo se que es doloroso, hijo- dijo el hombre- Pero nuestro dios es sabio, no se equivoca. Será mejor que descanses.
Pero Parsifal no durmió. En vez de eso vio el fuego aún ardiendo y siguió sintiendo el olor a la carne quemada. No podía apartar la mirada de su padre que ya no parecia su padre hasta ese punto.
Parsifal estaba cansado de preguntarse cuando iba a dejar de tener miedo.
***
Shinji
Shinji se despertó después de haber soñado con lobos otra vez. Normalmente estaba acostumbrado.
También se había acostumbrado a dormir arropado por la voz de Kaworu, ya sea en el bosque o en la habitación de alguna posada.
Cuando despertó, Shinji no se sorprendió de encontrarse sólo con su lobo. Caminó hacia el bolso escondido en el tronco hueco de un árbol y contó su dinero. Al parecer pronto no podrán volver a dormir en alguna posada, el dinero se les acabaría pronto.
Shinji se preguntó en donde estaría Kaworu y pensó que quizás estaría junto al arroyo del río. Quizás estaría practicando con la espada o cantando mientras toca su lira.
Se levantó y fue hacia el río. Se sorprendió ver a Kaworu junto al agua mientras untaba algo en su pelo.
Había suponido que el negro no era su color natural y se preguntó cuál sería el verdadero. Shinji se quedó viéndolo por un rato desde su escondite.
Como si fuera la gracia del magnetismo entre los dos, comenzó a acercarse. Piso una rama y Kaworu reaccionó cual cervatillo asustado, su mano tomando la espada a su lado.
Kaworu apuntó a Shinji con la espada y sólo cuando lo tuvo de frente fue que se dio cuanta que no llevaba camisa. Los ojos violaceos de Kaworu brillaban con la determinación de un asesino dispuesto a matar. Por alguna razón, le pareció aún más extraño que no los ojos de Kaworu no brillaran como lo hacían cuando veía a Shinji.
Shinji se asustó porque sentía que no conocía a este Kaworu en absoluto. Sólo entonces, cuando el otro joven lo vio mejor, fue que volvió a ser el de antes. Kaworu le sonrió y Shinji se sintió más tranquilo.
- Lo siento- dijo Kaworu- es una vieja costumbre.
Shinji le dijo que estaba bien y recordó que Kaworu tenía una vida antes de llegar a su taberna. Una vida llena de secretos.
Ese Kaworu que había estado frente a él hace apenas unos momentos era otra persona. Un desconocido.
Su compañero volvió al lago y continuó untado la sustancia en su cabello mientras se veía en el reflejo del río. Usandolo como a un espejo.
Shinji se acercó más a Kaworu y se arrodilló a su lado. Esta vez, estaba tan concentrado en su tarea que no se dio cuenta de su acercamiento.
Tomó la mano de Kaworu y es le dio una mirada de incomprensión. Se preguntó una vez más que estaba pasando por su cabeza en ese mismo momento y en que estaría pensando.
Creyó que nunca estaría tan cerca como ahora, pero aún así lejos de descubrirlo. Ambos eran islas conectadas por un puente que ellos mismos habían construido durante el camino y en sus días en El Lobo Azul.
Había mechones blancos que cubrían la frente de Kaworu y otros esparcidos por su cabello. Shinji apartó el flequillo largo para ver sus ojos y la sensación por verlos brillar otra vez se sentía casi a un anhelo.
Kaworu tenía unos ojos hermosos y enrrollo uno de sus dedos, el del índice, con uno de los mechones blancos.
La sensación en su pecho era tan fuerte que dolía.
Estuvieron así un momento, hasta que Kaworu apartó el dedo de Shinji.
-Tengo que terminar esto- dijo y Shinji asintió.
-Dejame hacerlo por ti- susurró Shinji, sorprendido porque sonata casi como a una súplica- ¿Siempre haces esto sólo?
-Kaji me ayudaba con los cabellos de atrás. Pero ahora que no está...
- Yo lo haré.
-Shinji, no tienes que hacerlo.
- Pero quiero.
Kaworu asintió y Shinji unto sus dedos en el frasco de pintura negra. Se preguntó de que estaría hechs y con que cosas la habría mezclado su compañero. Tenían que ser buenos ingredientes porque la pintura parecía durar por mucho. Esta era la primera vez que había visto a Kaworu teñirse el pelo.
Le tomó casi media hora terminar el trabajo, pero lo hizo bien y ahora había que esperar a que se seque. Pero eso no pareció detener a Kaworu en cuanto a ponerse su camisa.
- No estamos quedando sin dinero- dijo Shinji, en el camino de vuelta al campamento- Temo que sólo podremos hospedarnos en una posada más.
-Está bien- respondió- Podremos buscar pueblos y cantar un poco. Pensaremos en algo.
Shinji asintió, creyendo que todo iba a estar bien e ignorando sus inquietudes.
Y esa noche volvió a soñar con lobos.
***
Kaworu
-¿Sabes como es?- preguntó Shinji.
-¿Qué cosa?
-Invernalia.
-Bueno, estuve allí antes. Un lugar congelado y con gente muy orgullosa.
Shinji escuchaba a Kaworu mientras recogía el estuche de la lira. El cual estaba lleno de dinero.
-Hacemos un buen equipo- dijo Kaworu, mientras contaba las monedas que habían conseguido.
El lobo de Shinji salió de su escondite entre unas cajas de madera cercanas. Era un animal de tamaño mediano que podía pasar desapercibido. Se llamaba Duncan, como el caballero de los siete reinos y protagonista de muchas historias increíbles. No hay nadie en Poniente que no lo conozca.
Duncan lamia el rostro de Shinji y Kaworu notó como la gente se alejaba. Algunos niños hasta chillaban.
Habían llegado a ese pequeño pueblo esa misma tarde y parecía que su partida no tardaría en llegar. Kaworu volvió a contar el dinero y dio un suspiro de alivio, les alcanzaría para unas pocas noches más en alguna posada.
- Si Misato quería que vallamos allá debe ser por algo importante- dijo Shinji, luego fruncio el seño.
-¿Qué pasa?
-Siento que hay algo importante sobre todo esto, Kaworu. Algo que debería saber y que me han escondido por mucho tiempo.
-En ese caso encontraremos respuestas cuando lleguemos a Invernalia.
-Con Ned Stark en Desembarco del Rey, su hijo mayor debería estar a cargo de Invernalia.
-Espero que sea igual de hospitalario que su padre.
-¿Lo conociste?
-Ya te dije que estuve en el norte antes, Shinji. A su hija mayor le gustaban los bardos y escuchar historias.
-¿Era hermosa?
-Era bonita, pero no tanto como su hermano mayor.
Shinji rio y Kaworu sonrió al escuchar ese sonido tan hermoso.
Ambos buscaron fueron por los caballos que estaban a atados a unas vigas de madera cercana y comenzaron a caminar. Duncan iba detrás de ellos.
Kaworu le estuvo contando a Shinji como era Invernalia. Las habitaciones y lo caliente del salón del principal, cuando dos hombres que iban corriendo chocaron con ellos. Duncan se alarmó y gruño.
Los hombres llevaban una espada y algunas piezas de armadura. Al ver a Duncan salieron corriendo y arrojaron lo que llevaban.
Kaworu fruncio el seño y vio que los hombres venían de un callejón. Se adentró más en el, con Shinji detrás y siguiendole.
Había un hombre en el piso y Kaworu le ayudó a levantarse. Cuando estuvo sentado gruño por dolor de una herida en su cabeza.
- Kaworu- dijo Shinji.
El nombrado giro la cabeza para ver a Shinji. Cuando descubrió por qué lo llamó, sus ojos se abrieron por el asombro. Shinji sostenía un bordado de tela para la armadura del hombre, pero eso no fue lo que le alarmó.
La tela tenía el bordado el emblema de los Lannister: un león dorado.
-Eres un soldado de los Lannister- dijo Kaworu, suavemente.
A Kaworu lo invadió el impulso de soltar al hombre y deseo que su cabeza se goleara lo suficientemente fuerte contra el suelo para que no despertara nunca. Apretó la mandíbula por la ira.
Entonces, el soldado comenzó a despertar.
-¿Qué está pasando? ¿Dónde estoy?
Kaworu y Shinji empezaron a abrir sus bocas para responder. El hombre se levantó y empezó a caminar para salir del callejon. Una vez que estuvieron afuera, alzó la mano como si quisiera pedir silencio.
- No, esperen, ya me acordé. Mis compañeros me dejaron aquí y seguro que unos ladrones quisieron llevarse mi armadura. Por lo menos dejaron la cota de malla, que considerados.
-Eres un Lannister- dijo Shinji.
-Bueno, no es uno, pero como hijo de una de sus familias basallas, tengo que responder al llamado.
-¿El llamado? ¿Por qué Tywin Lannister llamaría a sus vasallos?- preguntó Kaworu. Todo esto empezaba a parecerle sospechoso. Algo andaba mal.
-Por si hay guerra, ¿no se enteraron?
-¿Sobre que?- dijo Shinji.
- El rey está muerto.
Esas palabras fueron todo lo que Kaworu necesitaba para desestabilizarse. Cayó al suelo de rodillas.
***
Rose
Rose no soñaba desde que habían asesinado a toda su familia en el templo de R'hllor. Los asesinos habían llegado por la noche, cuando todos dormían. Pero Rose no había podido dormir esa noche por sus pesadillas y fue hacia una de los jardines a rezar. Luego escuchó los gritos y se escondío hasta que se detuvieron. Llego a vislumbrar desde su escondite a hombres con espadas teñidas en sangre, llevaban el blasón de los Lannister y los Clegan.
Hacia muchos años, cuando tenía nueve, unos bandidos habían entrado en la casa donde vivía con su familia. Rose se había escondido debajo de la cama cuando escuchó los ruidos y vio como apuñalaban a sus padres frente a ella, mientras dormían.
Después de eso estuvo vagando muerta de hambre, hasta encontrar un templo de R'hllor en la Tierra de los Ríos. Se había quedado en las escaleras bajo la lluvia, hasta que se abrió la puerta y unos sacerdotes le dieron la recibieron. Ellos se habían convertido en su familia desde entonces.
Hasta que los mataron.
Lo que hacemos es algo bueno, pensaba Rose, todo para acabar con la guerra. Para evitar más muertes.
Ella respiró hondo. No bloqueó de su mente los gritos del chico y en vez de eso los escuchó.
Sabía que ese niño lo odiaba, pero porque no entendía lo sagrado de su misión. Todo era para satisfacer al único dios verdadero y que este los salve a todos. Para que salvara a todas esas niñas como ella lo había sido, a hombres y mujeres como sus padres antes de ser asesinados.
Rose no era tonta. Sabía que el hambre del ser humano por arrebatarle a otros semejantes es tan natural como la lluvia que cae del cielo o el pasto que crece en el suelo. La oscuridad de los hombres es parte de la naturaleza de los hombres y los dioses no pueden deshacerse de ella tan fácil, al igual que también formaba parte de ella el camino hacia la luz. Todo era parte de un equilibrio natural como sagrado.
Runar estaba detrás de ella. Podía sentir su presencia y desde que ella lo había salvado ambos se habían sostenido mutuamente. Aún así sabía que no podía decepcionarlo, ella debía ser fuerte por el bien de ambos y el resto de los inocentes de este país.
Rose solia soñar con la muerte de otros y había asumido que se trataba de una advertencia del Señor de la Luz, quien la había salvado para este propósito: evitar que Poniente caiga en otra guerra que sólo desangre al país.
Luego lo había visto en el fuego. Eso fue un día antes de sacrificar al hombre, el padre del muchacho.
También soñaba con su propia muerte antes de la masacre del templo. La sensación del acero frío en su pecho y una voz que le decía Eres insignificante, tu díos no va a salvarte.
Lo que hacía no tenía perdón para cualquiera que decida juzgar sus acciones, pero aún así lo único que le importaba era evitar la guerra. Asique siguió escuchando los gritos y se puso a rezar.
Nuevos personajes😆 Como habrán asumido, Rose, el caballero y Runar son totalmente inventados por mi y espero que les gusten.
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