Parte III
Parte III
Quize hacer algo diferente, van a narrar ambos. Pero al mismo tiempo, así que Marinette va a narrar en cursiva, y Adrien en negrita.
Y si sale así. Es porque ambos están narrando (piensan o hacen, u opinan lo mismo).
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—Ah... gato pervertido.
—Uy, no me digas—esa sonrisa traviesa que no te inspira confianza... adoro cuando la Marinette juguetona y sensual sale a relucir en todo su esplendor.
Nos miramos a los ojos.
Puedo ver lujuria, puedo sentir como su cuerpo reacciona ante el mío. Nuestro roce, mis manos acariciando cada centímetro de su piel. El calor que emite, el sudor que corre por su cuello y se desliza a través de la curva se sus senos, por el esternón.
Su cabello despeinado por el juego involuntario que comenzaron mis manos. Su respiración agitada. Su mirada libidinosa... podría acostumbrarme a esta vista tan panorámica.
Capturo sus labios y ese ya muy familiar frenesí de sabor e innombrables sensaciones aparece. Ese vaivén de nuestras bocas al moverse acompasadamente, ese roce, ese delicioso masaje que empiezan a darse nuestras lenguas.
Gime, eso logra provocarme más.
Muerdo su labio inferior, quiero hacerlo gruñir.
Una sonrisa de seguro se ha plasmado en mi cara. Seguida de una risotada.
Estoy a punto de lograr mi objetivo, así de lograrlo.
Pero la que termina gruñendo soy yo.
— ¡¿QUIÉN?! — Decimos los dos al mismo tiempo. Están a punto de derribar la puerta.
Me levanto del sofá y escucho que mi amado gruñe. Voy directo a la puerta, pero—
—Eh, princesa... no creo que sea conveniente recibir a alguien así—eso es mío, no dejare que nadie lo vea.
Ella frunce el ceño, me rio y hago un ademan para que se mire al espejo.
¿En qué momento me quede en ropa interior?
Maldito Adrien.
Busco lo primero que veo por ahí, y con lo primero me refiero a su camisa de botones blanca. Abrocho cada botón a la mayor rapidez que me dan los dedos y cuando termino lo único expuesto de mi anatomía son las piernas.
Mi pelo, mi pelo es... casi decente.
Que linda imagen. My Marinette con mi camisa puesta, que muy calculada y provocativamente le llega a los muslos...
Abro la puerta y el gorila con manía de Moto—Moto me hace a un lado con un poco de brusquedad. Osea que me empujo.
A la par de él esta Natalie, quien al vernos nos dirige cierta mirada con una mezcla de asombro y reproche.
Sé que ya estoy roja, no es necesario preguntármelo. La risa de Adrien no me ayuda. Gato tonto, tonto y pervertido.
— Vistan-se y-y... tu—padre, quiere verlos. —y yo creía que lo tartamuda se me daba solo a mí.
Ahí recuerdo algo, ¡el traje!
Miro a la chica de coletas, que ahora esta sonriendo nerviosa.
— ¿es por el traje de...?—Marinette, no te desmayes, por favor no te desmayes.
—oh por dios, no—la mujer de cabello negro y mechones rojos sonrió. ¿Qué? Natalie sonriendo, eso se debe conmemorar... ¡una cámara!—el solo quiere hablar acerca de algo.
— ¿Y qué es?—vaya, que sincronía mi amor.
No terminaba de vestirme cuando el gorila casi derrumbaba la puerta de la habitación, pero esta vez más sutil y muy insistente.
—Tikki, Plagg... Andando—le sonreí a los Kwamis y ellos se escondieron —como de costumbre— en mi bolso, salí del apartamento no sin antes buscar galletas y queso.
Adrien me sonrió cuando entre a la limusina, yo solo lo mire con algo de impotencia. Me sentía insatisfecha y cansada. Ya era la tercera vez en que alguien —o un akuma— nos interrumpía en medio de la calentura.
Sentimientos frustrados.
Me arrime lo más que pude para alejarme de la mirada acusadora de Natalie, tanto que mi rodilla izquierda choco con la de Adrien. Ignore su ronroneo travieso y solo mire por la ventana —bájale a tus hormonas minino—. Faltaba poco para llegar la mansión Agreste, y mis nervios por alguna extraña razón se alborotaron. Tengo una corazonada.
Estaba muy concentrada en el paisaje, cuando una mano se poso muy peligrosamente sobre mi muslo izquierdo. Sentí un escalofrío recorrer mi espina dorsal, voltee hacia Adrien, este solo me miraba sin quitar su mano. El color está subiendo a mis mejillas... y el intruso hace su segundo acto de presencia, se ha metido entre mis piernas.
Mis ojos se abren con sorpresa, y mientras mantenía mi vista en la suya imploraba que no se moviera, no, Adrien. Se pasa la lengua muy lentamente por los labios. Ah, me está provocando...
Ay, Adrien, Adrien...
Mis dedos "inconscientemente" se mueven a través de la tela de su pantalón.
Me muerdo la mano intentando reprimir un gemido. Maldito gato.
Un movimiento en mi bolso me distrae —gracias al cielo— y es Plagg intentando salir e ir con su portador. Su mano no se retira, en cambio usa la otra y con señas le indica al kwami quedarse adentro un poco.
Adrien.
Agreste. Se lo que esta pensando...
No voltees Natalie, no voltees Natalie, no voltees, por favor, no voltees. No ahora.
Muevo los dedos un poco más y una Marinette a mi lado se mueve incomoda. Trato de no reírme para evitar atraer la atención de Natalie.
—hemos llegado—
Quito la mano del lugar en donde la tenia... me hace falta esa calidez.
—gracias Natalie—sonrió de lado y me hago el tonto mirando al frente.
— ¡Marinette estas sudando! —la culpa es del gato.
—ah, ¿sí? ¿Por qué será? —me bajo del lujoso automóvil y trato de parecer despreocupada.
—no vaya a ser gripe princesa, será mejor que te cuides.
—si... gripe.
Apenas Natalie y el gorila se voltean yo le doy un codazo y lo dejo sin aire.
—tú, gato metiche, debería—
— ¿Recompensarme?—otra vez esa sonrisita.
—calla y no me interrumpas. Quédate tranquilo y... y...
— ¿el gato te comió la lengua My Lady?
—Eh... ¡Adrien por dios!—su risa no me ayuda, aunque la verdad no entiendo a donde va a llegar esta "pelea".
A la cama, por ejemplo.
Ambas manos me sujetan el trasero y yo chillo, sus risas aumentan.
La pego a mi lo mas que puedo y le robo un par de besos, cuando ya sé que está más tranquila la suelto y tomo su mano, empezamos caminar.
Abro la puerta y le sonrío. —Damas primero.
—hola muchachos...
La voz de Gabriel Agreste se hace presente.
—Gabriel—lo saludo.
—hola papá.
El asiente y hace un ademan con la mano indicándonos pasar al despacho.
—Natalie, acompaña a Marinette, quiero que vea los nuevos diseños—la mujer asiente y me guía fuera del lugar. Miro una última vez al rubio y le sonrío antes de salir.
— y bien, Adrien.
Trata de decirme algo. Pero su expresión seria no me deja descifrar que.
—Es la tradición que el padre entregue el anillo...
¿Qué?
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—gatito. —le pasa algo, ha estado más raro de lo normal toda esta semana.
He aprovechado el patrullaje nocturno para que me lo diga, como Adrien podrá guardarse sus secretos pero como Chat no, ese gato fisgón me va decir lo que está tramando.
—dímelo ya.
Digamos que si no pienso bien estando frente a ella, mucho menos lo hare atado por su yo—yo.
Y... según yo, tengo, mis propios métodos para interrogarlo.
—Chat, Lady —y... Queen Bee hace acto de presencia.
La abeja reina se acerca al minino y le susurra algo al oído, con que ella lo sabe...
— ¡Miauch! ¡My Lady, ten más cuidado en donde me sueltas!
Accidentalmente solté mi yo—yo y se cayó de cabeza al suelo, pero fue accidental ojo.
Lanzo mi artefacto de luchas al vacio y este se engancha en una viga, lo tenso un poco para conseguir equilibrio, doy unos pasos atrás y me balanceo por el aire tomando camino al departamento.
—Bien joué, Bee. Gracias por el favor.
—de nada gatonto.
☼ ☼☼ ☼
—no me toques.
—pero Mari, déjame explicar...
No lo escuches... solo termina el traje. Termínalo...
— ¡Ay!
— ¿estás bien princesa?
Bajo la mirada, es mi oportunidad... Plagg por favor, si alguna vez ignoraste el queso repítelo, repítelo...
— ¿y esa música?
Que conveniente, ha empezado a llover, como cuando...
Nos conocimos.
Yo la miro con una sonrisa de lado y le agarro la mano. Se sonroja.
Sus ojos, dios, esos ojos...
Lo amo.
La amo.
—ven, quiero mostrarte algo.
Me guía a la habitación, y allí en medio de la cama esta un cajón, un cajón parecido al de los miraculous.
—Adrien.
—Ábrelo.
Lo hace, no hay brillo, no hay kwami. Solo hay un regalo... uno que me costó mucho planear.
No sabía qué hacer.
No sabía cómo dármelo.
Y lo mejor ha sido el detalle.
No creo que haya mejor forma de proponer matrimonio, por lo menos para nosotros...
—Marinette—
— ¡SI!
Este ha sido el mejor beso que nos hemos dado, o no sé si la emoción me consume.
Adrien Agreste.
Marinette Dupain—Cheng.
El amor de mi vida.
Mi gatito.
My lady.
El sube mis piernas y yo las enrollo en su cintura. Coloco mis brazos alrededor de su cuello.
Aprieto su trasero.
Revuelvo su cabello.
Deshago sus coletas.
Le beso.
Nos acariciamos.
Lo disfrutamos.
Disfrutamos nuestro tacto, nuestras respiraciones aceleradas, los gemidos del otro.
—esto se está saliendo de control futura señora Agreste.
—repítelo que aun no me acostumbro.
— ¿Qué?—comienza a bajar el cierre de mi pantalón. — ¿señora Agreste? ¿O preferirías...? ¿Lady Agreste?
—Adrien—adoro cuando mi nombre sale de su boca, ya sean gemidos, reclamos, pucheros o incluso gritos... es demasiado provocativa.
Mis dedos acarician su piel, la cual emite un delicioso calor que muy pronto se convertirá en sudor.
Le devoro el cuello. Succiono, mordisqueo, gime, y le dejo un notorio chupetón.
My Marinette, tan pura y a la vez tan salvaje.
Caemos sobre la cama entre risas.
Estoy luchando por mantener la cordura y no arrancarle la camisa de un tirón. Pero es que la muy mala intención no deja de provocarme.
— A-Adrien...
— ¿Hm...?
En un impulso él se descuida y me suelta. Nos doy la vuelta y quedo encima de él.
Comienza a mover las caderas haciendo fricción.
Mi pantalón va a explotar.
— ¿Quieres someterte?—el me sonríe pero no dice nada.
Mis manos están comenzando a subir su camisa lentamente, se detienen en su pecho, encima del esternón. Y en ese momento le vuelvo a preguntar:
—Adrien, ¿quieres someterte?—sabe lo que pido, una señal. Solo tiene que tocar una parte de mi cuerpo, pero no le diré cual es. —Adrien...
Su mano izquierda le da dos golpecitos a mi trasero, yo me rio. Vuelve a mover la mano en dirección a mi cuello, vuelvo a reírme. Acaricia mis senos, lo suficiente para provocarme... pero este juego invente yo, y lo pienso ganar yo. Le doy un beso corto en los labios y le muerdo el labio inferior, no lo voy a soltar; otra risa sale de mi garganta.
Sus ojos conectados con los míos, y entonces ya se la respuesta.
Mi mano derecha es sigilosa, se dirige poco a poco al cierre en su pantalón.
Hago a un lado su ropa interior y muevo la mano hábilmente.
Hace un puchero y esta vez el que ríe soy yo.
—no es justo...
—oh, sí que lo es, My Lady.
El sudor resbala por su frente, es tan sexy.
La beso y nos doy la vuelta, le quito —prácticamente invoco mi cataclismo— su camisa. Desabrocho su pantalón y se lo bajo.
Ella no se queda atrás y hace su parte, dejando desnudo mi torso y quitándome el pantalón.
Le acaricio el abdomen y mi lengua juega en el valle de sus senos.
Este gato fisgón no encuentra que hacer. Me levanto de golpe y le sonrió, yo también se jugar. Sus pupilas se han dilatado, su pecho sube y baja de forma descomunal. Las venas de sus brazos se han marcado.
Intenta acercarse a mí pero lo evito, este ya parece el juego del gato y el ratón. En este caso, intente ser el gato pero me disfrace de ratón.
Camino muy lánguidamente hacia él. Cuando estoy a centímetros escasos de su pecho sonrió de manera traviesa.
Mi pie descalzo comienza a subir por su pierna. Entiende el mensaje y me sujeta la otra. Me pega a la pared y yo recibo el contacto que quería.
De un momento a otro vuelve a usar su cataclismo en mi ropa interior, ¿no se abra transformado?
Todo lo que tenia puesto ha quedado hecho trizas.
—y luego dices que los vecinos no se dan cuenta de nada. Pervertido.
— ¿yo? pero si eres tú la que grita mi nombre princesa.
—y yo debo asumir que tu tampoco haces ruido...
—nunca dije que no fuera culpable de nada...
—patán.
—chillona.
—pervertido.
—floja.
—la tienes pequeña.
—eso no es lo que suelo escuchar por ahí...
—no eres bueno en la cama.
—pero si en la pared.
Touche minino.
Su sonrisa victoriosa me distrae, lo que me toma desprevenida cuando pega sus labios a los míos y me exige un beso muy... deleitable.
Mis manos recorren su cuerpo una vez más, la acomodo en uno de los rincones y mi miembro toma un solo camino.
Le acaricio el clítoris antes entrar un par de veces, eso la desespera.
— ¡Adrien!—su grito de exigencia es suficiente y entro en ella dando una fuerte embestida. Observo sus orbes celestes mirar al vacio y sus pupilas contraerse y dilatarse varias veces, cuando vuelve al mundo real me mira a los ojos. Exhala una larga bocanada de aire y luego suspira, me pide más.
1, 2, 3, 4...
14, 19, cambio de posición. Ahora ella me da la espalda y yo la sujeto de las caderas para seguirla embistiendo. Sus gemidos son la mejor recompensa.
1, 2, 3, 4...
Mis gemidos lo incitan a seguir y ese juego de hace unos instantes esta por acabar. Mis uñas se entierran en su espalda, intento acercarlo más a mí. Enrollo mis piernas en su cintura.
Sé que ya me estoy acercando al abismo. Y cuando siento que estoy a punto de tocar el cielo con las manos...
Me detengo.
Se detiene.
Hago pucheros y desenredo mis piernas. Nos da la vuelta sobre la cama y me anima para que yo siga. No sé si será que se canso... o no sé que le gusta ver mis senos batirse de aquí para allá mientras lo cabalgo.
Pero ignoro eso y comienzo a mover mis caderas de arriba hacia abajo, provocando un choque con las de él.
Siento que sus paredes se mueven, casi llega.
Vuelvo a darnos la vuelta y quedo encima de ella.
La embisto un par de veces más sintiendo mi liberación cercana.
Y cuando se que mi climax llega uno nuestro nuestros labios y siento como ella gime y se redime en mi boca.
Me hago a un lado y pego su espalda a mi pecho, empiezo a repartir besos por su cuello y hombros, haciéndola reír por bajo.
Un bostezo se escapa y yo sonrió, dedicándole las últimas palabras que escuchara este día:
—buenas noches My Lady, te amo.
—yo... también te amo gatito.
Dejo al cansancio aliarse con el sueño y sus brazos se envuelven en mi cintura.
Sonrío soñolienta y mis pensamientos giran en torno a la siguiente fase de mi vida.
Una vida que pasare junto a Adrien Agreste, mi gato tonto.
Comienzo a imaginar el futuro, hermoso.
Un hermoso futuro junto a Marinette Dupain-Cheng, My Lady.
FIN
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