Capítulo XVIII
Esa mañana, el cielo parecía un jarrón gris reparado con la técnica del kintsugi, con los intensos rayos del sol colándose por entre las grietas que había entre las nubes. Probablemente se trataba del día más ventoso del año. Se le antojaba un café espumoso para acompañarlo.
Yuta cruzó la calle junto a Doyoung, deteniéndose en los setos de la entrada en lo que el bullicio típico se dispersaba.
"Así que aquí es donde has estado estudiando. Dime ¿Las lecciones humanas son tan aburridas como las nuestras?"
"Bueno, no sabría decirte, simplemente son muy diferentes, aunque he batallado en varias ocasiones ¿Has oído hablar del álgebra?"
"Algo muy vago ¿Por qué?"
"Para ellos es increíblemente importante, muchos lloran al terminar los exámenes, yo mismo la he pasado mal en esa clase muchas veces, aunque algo de culpa tenía. Mark lo hace parecer más sencillo."
Antes de poder decir algo más, unos brazos muy familiares le rodearon el cuello.
"Hola ¿Qué tal tu noche?" Dijo Mark, con un tono algo empalagoso, mientras pasaba su cabeza sobre su hombro como un gato.
"Dormí muy bien ¿Y tú?" Respondió, tomando el brazo izquierdo de Mark con ternura, dirigiéndole una sonrisa.
"Me tomó un rato dormirme, pero también descansé muy bien.
"Me alegra escucharlo."
Doyoung se aclaró la garganta.
Los dos salieron de su burbujita de amor, mirando a Doyoung con los ojos bien abiertos, intentando ocultar su vergüenza.
"Perdona. Mark, este es Doyoung, de quien te hablé hace poco. Logró encontrarme anoche."
"¿Tú eres Doyoung?"
El aludido asintió de muy buena gana, con una expresión tan amigable que resultaba hasta tierna.
"Vaya, esto es increíble, es como si te hubiéramos invocado. Estoy feliz de poder conocerte, soy Mark.
"Igualmente, Mark, Yuta me ha pintado una imagen muy interesante sobre ti. Debo agradecerte, de hecho, por cuidar tan bien de él estos últimos meses. No sé qué sería de este tonto sin ti."
Yuta frunció un poco las cejas a la vez que trataba de contener su risita. Mark se permitió reír mientras estrechaba la mano de Doyoung.
"Sí, bueno, él también me ha cuidado muy bien. No puedo imaginarme recientemente sin él." Dijo Mark, con los ojos clavados en Yuta.
"Sí... Ya veo que les gusta el azúcar en exceso" Bromeó Doyoung "Me alegro por ustedes."
Las mejillas de ambos se pintaron suavemente de rojo. El timbre que indicaba el inicio de las clases comenzó a sonar, insistente y así, la masa de estudiantes fue menguando rápidamente.
"Debemos irnos, o llegaremos tarde a clase." Dijo Mark, apenado "Ojalá hablemos nuevamente, Doyoung."
"Lo mismo digo, que les vaya bien."
Mark se adelantó para dejar que Yuta se despidiera.
"Te veo en casa esta noche."
"Está bien. Creo que iré a dar un paseo por ahí, la ciudad parece bonita. Veré qué tal."
"Bien, solo no llames mucho la atención."
"Tranquilo, estaré bien. Nos vemos en la noche."
En última instancia compartieron un abrazo. Yuta no entró a la escuela hasta ver a Doyoung del otro lado de la calle. Su amigo se despidió una última vez con la mano y le dio la espalda para seguir su camino.
Yuta se dirigió a clase de literatura. Mientras avanzaba por el pasillo, comenzó a recordar la primera vez que había visto a Mark, en una mañana de viernes como aquella, sentado al fondo del salón sin esperar nada del día, hasta que apareció él.
Nunca habría podido ver venir la forma en que las cosas iban a cambiar.
El pensamiento le llenó de alegría. Vio a Mark junto a la puerta del salón, con los últimos estudiantes ingresando a sus espaldas. Se despegó de la pared y se le plantó cara a cara.
"Oye, estaba pensando..." Comenzó a decir.
"¿Qué cosa?"
"Este fin de semana mi hermano estará fuera, tendrá unas mini vacaciones con su novio, volverá el domingo por la noche, y se me ocurrió que tal vez podrías ¿Quedarte conmigo hasta entonces?"
Yuta abrió la boca, pero las palabras se quedaron atascadas en su garganta.
"No tienes que hacerlo si no quieres" Dijo Mark a toda prisa "Puedes solo acompañarme a cenar si lo prefieres..."
"¿Qué? No. No es que no quiera, me tomó por sorpresa, es todo." Reconfortó Yuta, pasándose la mano por el cabello "Solamente tendría que ir a recoger algunas cosas de mi sitio y avisarle a Doyoung, no quiero que se preocupe por nada, pero sí, me gustaría mucho quedarme contigo unos días."
"¿Lo dices en serio?"
"Sí, en serio."
"Bien, bien... Deberíamos entrar ya, creo que la profesora ya inició."
Mark se internó en el salón con pasos rígidos, incapaz de ocultar sus mejillas sonrojadas y su tímida sonrisa. Se sentaron lado a lado en la esquina izquierda junto a la ventana, el mismo sitio desde el que Yuta vio a Mark cruzar la puerta por primera vez. Cuando la profesora concluyó la introducción, este susurró en el oído de Mark:
"Fue en este asiento, en una mañana muy parecida a esta cuando te vi por primera vez."
"¿De verdad?"
Yuta asintió con la cabeza.
"Y pensar que cuando te conocí lo primero que pensé fue en alejarte. Me alegra no haberlo hecho."
Debajo de la mesa entrelazaron sus manos con cariño, lo que logró quitarles algo del frío que sentían y, por un breve instante, en sus cabezas se reprodujo una secuencia de imágenes de todo lo que habían compartido juntos hasta ese día, un viaje corto, pero que había cambiado sus vidas para siempre. Siguieron mirándola hasta que, muy a su pesar, tuvieron que devolver su atención a la clase.
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Yuta presionó el timbre de la casa y se arregló el cabello como mejor pudo, mirándose en el cristal que había en la superficie de la puerta. Se aferró a su bolso, notando como sus manos empezaban a sudar. Juntó aire justo antes de que Mark apareciera del otro lado con una expresión brillante, acabando con el dominio de la expectativa sobre él.
"Hola ¿Traes todas tus cosas?"
"Sí: ropa para dormir, dos cambios, cepillo de dientes, algunos cuadernos... Creo que no me falta nada."
"Genial. Entra, entra, no te quedes allí. Te llevaré a mi habitación para que dejes tus cosas."
Yuta obedeció de inmediato. Siguió a Mark escaleras arriba hasta la segunda puerta del segundo piso. Su habitación era acogedora, la cama de sábanas grises estaba perfectamente tendida, junto a ella, una mesita de noche y un armario de tamaño considerable; el escritorio estaba totalmente ordenado, una computadora portátil, botes para lápices, cuadernos y fotos de Mark y Taeyong lo adornaban. Encima, colgada sobre la pared había una pintura. Mostraba a Mark sentado sobre el tronco de un árbol cubierto de pequeñas luces, bajo un cielo de fantasía con la ciudad y las lejanas colinas adornando la distancia.
Era fascinante; se preguntaba quién sería el artista.
"Puedes dejar tu ropa en el armario, debe haber uno o dos ganchos disponibles adentro. Hay un baño aquí al lado, cámbiate allí si quieres."
"De acuerdo, gracias."
Dejó su bolso sobre la cama y abrió las puertas del armario con cuidado. Efectivamente, había tres ganchos vacíos a su disposición. Colgó los dos cambios de ropa y tomó la que usaba como pijama. Antes de salir, llamó su atención una foto sobre la mesa de noche, en ella aparecía Mark en compañía de un chico de piel bronceada, grandes ojos y lentes dorados, los dos riendo como si acabaran de oír la mejor broma de sus vidas. Ese debía de ser Lucas.
Al pensar en ello, en su mente se produjo un click. Aquel era el mismo chico que le había ofrecido su amistad durante sus primeros días en la escuela. El mismo al que había rechazado.
Vaciló brevemente, antes de decidirse por ir a cambiarse y dejar el tema para después, quizás no era el mejor momento para preguntarle a Mark al respecto.
Salió de la habitación y entró en el baño junto a la misma, de espacio reducido, pero equipado con todo lo necesario.
Se puso los pantalones sueltos y una camisa oversized. En el espejo observó las oscuras y vistosas venas de su brazo, lo cual le provocó una mueca de disgusto. Esperaba que pudieran ignorarlas lo suficiente durante esos días.
De regreso a la habitación se encontró con Mark con la pijama puesta, consistente de una playera de mangas largas y shorts, ambos de color blanco. Verlo así le hizo por completo consciente de que estaban por pasar un momento sumamente íntimo. Se obligó a tragar saliva y llegar nuevamente a la cama para meter la ropa de vuelta en el bolso.
"Pediré una pizza para cenar, siempre las traen en un parpadeo."
"Okey, me parece bien."
"¿Prefieres Pepperoni o Hawaiana?"
"Mmm, hawaiana."
"Perfecto, entonces esa será. Bajemos a la sala."
"Te sigo."
Yuta se sentó en el sofá a petición de Mark, mientras él tomaba el teléfono para realizar el pedido. Balanceándose sobre la superficie acolchada, golpeaba sus rodillas con las puntas de los dedos, sin saber exactamente por qué. Por momentos sentía que el aire le faltaba.
"Listo, llegará dentro de poco ¿Quieres ver una película o algo? ¿O esperamos a que llegue la pizza?"
"Ah... una película no suena mal."
"Bien ¿Quieres escoger tú?"
"Lo que elijas tú estará bien."
"¿Seguro?"
Yuta le aseguró que sí unas cuantas veces más antes de convencerlo. Así pues, Mark tomó el control remoto y se dispuso a encontrar una película que a los dos les gustara. Se decidió por Dune, la cual había querido ver desde su estreno, pero que por circunstancias desconocidas había aplazado hasta entonces; era un buen momento para remediarlo.
Se sentó junto a él y la película dio inicio. La comida llegó a los diez minutos y sin perder tiempo la pusieron en la mesa frente a ellos. Yuta comía su rebanada con lentitud, con la postura sumamente rígida y los ojos en el televisor como si los tuviera pegados al aparato. El volumen de la película era traicionero, por momentos era adecuado, pero de vez en cuando subía demasiado, llegando a lastimarles los oídos, con lo que Mark hubo de mantener el control pegado a él en todo momento. Con todo y todo, podía decir que la había disfrutado.
"¿Y debemos esperar más de un año todavía para la segunda parte? ¿En serio?" Exclamó Mark en cuanto rodaron los créditos finales. A Yuta esto le causó gracia.
"Bueno, fue muy impresionante, creo que la espera valdrá la pena."
"Mmm, es verdad... No has comido casi nada ¿No quieres otro pedazo de pizza?"
"Estoy bien así, gracias."
Mark dirigió su mirada a la caja de pizza, después a Yuta, y así una segunda vez. De improvisto apartó el control y se estiró para tomar una rebanada, después se le pegó lo más que pudo.
"Ven aquí, anda." Pidió Mark, poniendo la rebanada de pizza a unos centímetros de su boca.
"Mark, no hace falta, en serio "
"Por favor, solo uno más, sé que te ha gustado."
"Pero-"
"Yuta."
Podría haber seguido peleando, pero la cara de Mark, entre suplicante y enfadada, sumada a la manera en que había dicho su nombre, le convencieron de bajar su armadura. No diría que aquello le molestaba, de hecho, quizás era lo contrario. Finalmente, abrió la boca y Mark se encargó de que se terminara la rebanada completa; cuando eso ocurrió, tomó una servilleta para eliminar los rastros de salsa y especias de las comisuras de sus labios. Cómo si alguien hubiera tirado de una palanca, Yuta se inclinó rápidamente y plantó un beso fugaz sobre los labios de Mark, que parpadeó un par de veces a la vez que se echaba hacia atrás debido a la impresión.
"Ya era mi turno de tomarte por sorpresa." Dijo Yuta, con ojos maliciosos y una sonrisa ladina.
Mark apartó la mirada, avergonzado. Fingió intención de guardar la pizza en el refrigerador, mas segundos después regresó para lanzarse sobre Yuta y empezar a llenarlo de besos por todo el rostro, pasando por sus labios, sus mejillas, la punta de su nariz y hasta la frente, mientras este se reía incontrolablemente bajo su peso.
"Creo que en eso yo gano."
Yuta cedió, risueño. Antes de alejarse, Mark tomó su mano y le dio un último beso en el dorso para después envolverla con cariño.
"Deberíamos subir, tenemos que dormir."
Con cierto trabajo, Yuta tragó saliva y asintió brevemente. Mark guardó la pizza y limpió la mesa, mientras que Yuta lavó los vasos de agua que habían utilizado y devolvió los cojines de la sala a su lugar. Daban las diez cuarenta y siete cuando estaban de vuelta en la habitación, después de haberse cepillado los dientes y haber apagado todas las luces de la casa, casi listos para dormir juntos por primera vez.
Sentado sobre la cama, la tranquilidad del ambiente le brindó a Yuta la motivación necesaria para hacer la pregunta que se había guardado horas antes. Quería conocer más del que fue el mejor amigo del chico que iluminaba sus días como ni el más cálido y bello rayo de sol sería capaz.
"Oye, Mark ¿Puedo preguntarte algo?"
"Seguro. ¿Qué es?"
"El que está contigo en esta foto" Dijo, señalando la imagen con vacilación "¿Ese es Lucas?"
Mark apretó los labios no por largo tiempo, el gesto se convirtió luego en una sonrisa nostálgica. El chico se sentó junto a él en la cama y se dio un respiro antes de comenzar.
"Sí, así es. Es él."
"¿Cómo se conocieron?"
"Es una larga historia, pero todo inició por una serie: Arcade of Dreams. La estrenaron cuando teníamos seis años. Yo la adoraba, no me perdía ningún episodio, compraba los cómics semanales cada vez que podía y no hablaba de otra cosa. No conocía a nadie que le gustara, hasta que un día, durante clase de matemáticas, Lucas se dio cuenta de que leía el último cómic. Resultó que él también era un fan absoluto de la serie, así que nos hicimos amigos. Nos dimos cuenta de que éramos vecinos, separados a menos de cuarenta metros, por lo que no fue difícil mantenernos juntos hasta que nos hicimos completamente inseparables. Mi hermano llegó a tratarlo como a un tercero en nuestra familia, su mamá nos amaba a los dos. No me quedan muchas cosas de él, excepto estas."
Mark se levantó y bajó un cuaderno del armario, por su aspecto debía de tener muchos años: varias hojas de colores y algunas cintas sobresalían de los bordes. Regresó a su lugar y colocó el cuaderno en su regazo, permitiéndole una total visibilidad del mismo; en la cubierta tenía escrito "A maniac laugh between the glitches".
"Al final Arcade of Dreams nos decepcionó a los dos, nos prohibimos absolutamente hablar del último episodio por el resto de nuestras vidas, y después de que terminara, iniciamos con esto. Según nosotros era una versión mejorada de la historia, al menos así lo veían nuestras pequeñas mentes de ese entonces. Este cuaderno era nuestro mayor tesoro, a veces me lo quedaba yo y a veces él, siempre con algo nuevo, una nota, un diseño, un esquema, una lluvia de ideas... por eso se ve tan desastroso. Desde que él ya no está lo hojeo de vez en cuando. Mira."
Mark abrió el cuaderno y fue pasando las páginas, dejándole leer toda esa escritura aleatoria, por momentos eran fragmentos de la trama, a veces ideas para el aspecto de algún personaje, otras un dibujo sumamente elaborado de algún escenario vistoso; rayones de colores, post it de todas formas y tamaños y recortes de cómics y revistas cubrían las hojas blancas de principio a fin.
Yuta observaba con atención, riendo cada tanto y abriendo los ojos cada vez que algo le parecía original, gracioso o extrañamente llamativo.
"Además de este cuaderno, nuestros collares y la foto, tengo esa pintura" Mark señaló la pieza que lo retrataba a él y que Yuta había admirado horas antes "Lucas empezó a pintar poco antes de terminar la secundaria, en preparatoria ya era muy habilidoso. Lo acompañaba en sus sesiones nocturnas siempre que me lo pedía. Por mucho tiempo me negué a ser su modelo, aunque él insistía, y el día que por fin accedí, hizo esa pintura. Él jamás admitiría que fui su modelo más problemático, pero el resultado le pareció perfecto y a mí también. Fue un regalo de no cumpleaños, según me dijo."
"Realmente era muy talentoso, esa pintura es preciosa. Me hubiese gustado conocerlo."
"Seguro que le habrías caído excelente. Antes solíamos decir que, algún día, encontraríamos un planeta desconocido repleto de magia y que lo exploraríamos juntos. Tal vez sea así alguna vez."
Se quedaron contemplando la pintura unos minutos. Yuta abrazó a Mark con su brazo derecho y colocó la barbilla sobre su hombro, percibiendo su calor casi al instante.
"Es tarde ya ¿Vamos a dormir?"
Yuta movió la cabeza en modo afirmativo. Mark caminó hasta el interruptor y apagó las luces del cuarto. Se sirvió de la linterna de su celular para que los dos pudieran acomodar su respectivo lado de la cama, él se quedó con el izquierdo, Yuta con el derecho. Las mantas eran ideales para el clima nocturno, que cada noche descendía más, la luz de la luna se mantenía fuera gracias a las cortinas oscuras, de repente fue como si estuvieran en un santuario imperturbable. Se acostaron cara a cara, sin más que unos cuantos centímetros entre ellos.
"Buenas noches, Mark."
"Buenas noches. Que descanses, Yuta."
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Abrió los ojos bruscamente. El ruido de un trueno le había despertado. Sentía que se congelaba.
Miró al suelo y se encontró con una superficie de un escarlata; era casi como césped, pero tenía algo de filo, como si de diminutas cuchillas se tratara.
Alzó la cabeza para hallarse con un paisaje interminable de colinas irregulares, todas cubiertas de aquel color. En la distancia distinguía siluetas de árboles, pero llenos de espinas y frutos carmesí. Aquel sitio estaba rodeado por un vórtice de rubí, cuya caótica apariencia le provocaba una angustia sofocante.
¿Irkadya? Nunca había puesto un pie en ese lugar ¿Qué estaba haciendo allí?
El viento era diferente del que había experimentado toda su vida. Una ráfaga se hizo presente y un ligero corte apareció sobre su mejilla, causándole un escozor que le hizo emitir un quejido. La sangre manchó las puntas de sus dedos al tantear la herida.
Aquí y allá buscó una salida, o un indicio de una. Aquello no era posible, no había motivo alguno para que estuviera allí, tenía que regresar. Un segundo trueno, con más estruendo que el anterior y luego una voz que al oírla casi lo mata.
"¡Yuta!"
¿Qué?
"¡¿Mark?!"
"¡Yuta, ayúdame!"
Se dio la vuelta y subió corriendo la colina que tenía a sus espaldas, sintiendo cada paso más difícil que el anterior, como si la tierra quisiera tragárselo.
"¡Yuta!" Escuchó nuevamente. Esta vez, la voz fue perdiendo fuerza, como si le estuvieran alejando.
"¡Mark!" Gritó hasta que sintió su garganta lastimarse.
Del otro lado de la colina había un espeso bosque con una única entrada, casi tan estrecha como la madriguera de un conejo. A toda prisa se agachó y pasó por el hueco entre las ramas, que le arañaban el rostro, la cara y los brazos conforme se abría paso. Se quejaba, pero en lugar de frenar, avanzaba con más determinación a cada momento.
"¡Yuta, apresúrate, por favor!"
De todos los gritos, sin duda ese había sido el peor. Al oírlo, sintió el agua querer desbordarse por sus ojos, pero no era momento.
"¡Ya voy, Mark, resiste!"
El final del enredo estaba cerca, un claro apareció a pocos metros de su cuerpo. Se impulsó con las ramas para salir de aquel hueco, sin importarle los cortes que estas hicieron en sus palmas, chorreando sangre. Cuando estuvo fuera, se limpió una lágrima deslizándose por su mejilla. Lo que encontró lo paralizó.
Una figura esbelta, con el rostro enmascarado y ropajes adornados con oro y plata se hallaba sobre Mark, con los colmillos clavados en su cuello, la sangre salía sin parar. Los colmillos de ese vampiro irradiaban un brillo inusual de color azul. Los ojos de Mark estaban vacíos, no quedaba nada en ellos más que una vana esperanza.
Quería morir.
"¡No, Mark, no! ¡Noo! ¡Maldito hijo de..." Se dispuso a lanzarse sobre el asesino, pero su muñeca empezó a arder como si la estuvieran quemando, luego la otra. Gritó y bajó la vista: sus muñecas estaban aprisionadas por enredaderas ardientes, el suelo era ahora como arena movediza.
Luchó y luchó, pero no consiguió escapar de las enredaderas, sus pies comenzaron a hundirse rápidamente, pronto estaba hasta el pecho en aquel césped cortante, mezclado con su sangre derramada. Cerró la boca con fuerza, antes de ser llevado bajo tierra.
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"Yuta... Yuta... ¡Despierta!"
"¡No! ¡No!" Se sacudió sobre la cama y entre jadeos abrió los ojos. Había rastros de agua que se extendían hasta sus orejas.
"No parabas de gritar y moverte ¿Fue una pesadilla?"
"S-sí. Se sintió muy real, fue... fue. Ni siquiera quiero seguir pensando en eso."
Mark le dejó respirar, aunque no podía verlo claramente en la oscuridad, sentía el calor de su mano sobre su pecho, lo cual ayudaba a apaciguar su inquietud y devolverle la normalidad al ritmo de su corazón.
"Tranquilo, todo está bien. Estoy aquí contigo ¿O no?" Despacio, Mark acabó con la distancia y recostó la cabeza en el espacio entre su cuello y la almohada. Un tierno beso sobre su mejilla fue el último ingrediente de su calmante "Intenta dormir."
Esas palabras le abrieron nuevamente las puertas del reino de los sueños, pero una cosa faltaba por hacer.
"Te quiero, Mark."
"También te quiero, Yuta."
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Lo sé, lo sé, hace siglos que
no actualizaba, en serio lo siento,
pero me negaba completamente a publicar cualquier cosa y todo
lo que tenía hasta antes de esta semana calificaba como tal. Estos días tengo muchísima inspiración, así que puede que otros fics sean actualizados si todo sale bien. Si alguien está leyendo este capítulo, muchas gracias por esperar a que estuviera listo y nuevamente me disculpo por la demora. Espero que nos leamos pronto otra vez<3
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