Capítulo XI
Los estudiantes en clase de deportes jugaban al vóley o corrían vueltas alrededor de las canchas centrales del patio. Mark, que no pertenecía a ese grupo, preparaba el volante para su próximo tiro, con la seriedad en el rostro que se esperaría de un jugador profesional y no de un estudiante de preparatoria.
"¿Quieres darte prisa? ¡A la hora ya le quedan pocos minutos de vida y yo agonizo!" Molestó Lucas, al otro lado de la cancha.
"¿Ah, sí? Pues entonces acabaré con tu sufrimiento más pronto que tarde." Contestó Mark.
Lucas hizo caras burlonas al tiempo que se movía por toda la cancha como si se fuera a quemar si se quedaba quieto. Mark lo molestó un poco más hasta que decidió tirar por fin el volante, con lo que dio inicio a la última ronda de su partida ese día.
Fue toda una contienda, que de haber tenido público, según pensaban ellos, habría sido la audiencia más entretenida y angustiada del año. En sus cabezas escuchaban las exclamaciones de esas personas, y toda su atención estaba puesta en el juego.
Cuando parecía que ambos sucumbirían a la fatiga antes de conocer al ganador, un balón rojo llegó hasta su campo de batalla, que golpeó a Lucas en el tobillo y lo hizo caer de lado al suelo sin poder contestar el ataque de Mark, quien abrió la boca por la sorpresa ante esa inesperada interrupción.
"¿Estás bien?" Le preguntó a su amigo mientras se agachaba por debajo de la red para ir donde él.
"¡Perdón, fue mi culpa¡ ¡Discúlpenme!" Gritó uno de los jugadores en el extremo opuesto del lugar.
"¡Descuida, Kun, estoy bien!" Contestó Lucas, sobándose el tobillo, que no había sufrido un daño severo. Su sonrisa característica no había sido borrada de su rostro. Tomó el balón que había caído junto a él y lo lanzó de vuelta a Kun, quien lo atrapó y se disculpó una vez más con una inclinación, mirándolo fijamente mientras retrocedía para regresar a su juego.
"Oiiii, quién los viera ¡¿Cuándo vas a hablarle por más de cinco minutos?!" Preguntó Mark, mordaz.
"No empieces." Respondió Lucas, sonrojado.
Mark lo ayudó a levantarse. El timbre de la escuela sonó, anunciando que era hora de irse, uno a su casa y otro a su taller de pintura. Recogieron sus cosas y emprendieron la marcha al salón en donde Lucas tomaría su clase.
"Lo digo en serio, llevas desde que iniciamos el semestre echándole miraditas y él te ha correspondido en ocasiones, ¿No crees que deberías empezar a tratarlo un poco más?"
Su amigo no respondió, sólo se río como si no le importara e innecesariamente se acomodó los anteojos dorados.
"Ya sé: puedes invitarlo al festival de luces de otoño ¿O vas a decirme que no te interesa?"
"Tal vez sí, tal vez no. Depende de lo que dicte mi ánimo."
"Pues espero que no le de por dictarte que dejes pasar esa oportunidad a lo tonto." Respondió Mark, con un tono de advertencia divertido.
"Te tendrá en consideración." Lucas le rodeó el hombro con su brazo y le dio unas palmaditas, quizá demasiado fuertes, lo que hizo reír a los dos.
Un rato después, llegaron al salón indicado.
"Bueno ¿Noche de series en mi casa esta noche?" Dijo el pelinegro.
"Seguro, allí estaré. Te veo a las ocho."
Los dos amigos se despidieron con un apretón de manos y un choque de codos.
.
.
.
.
.
Casi una semana había pasado después de la visita a Mark. En los últimos cinco días no habían tenido mucho tiempo para hablar ni pasar tiempo juntos, sólo durante los descansos de Yuta. La noche del miércoles, Mark quiso recogerlo después del trabajo, y nuevamente habían caminado a casa del pelinegro, casi sin decir nada, pero para Yuta, el gesto de Mark era invaluable.
Gracias al padre tiempo, la noche del viernes había llegado por fin. Decidieron ir a dar un paseo nocturno, las calles inspiraban tranquilidad, el aire de la noche era exquisito y la luna se veía espléndida.
A eso de las nueve, se detuvieron en un sitio desde el que se podía ver gran parte de la ciudad, donde había un gran árbol, cuyas ramas, adornadas con algunas flores, se extendían lo más que podían hacía el cielo, como si buscarán la luz lunar y de las estrellas.
"¿Sabes algo? Normalmente prefiero el día a la noche, pero... Diría que nunca he visto un cielo nocturno tan bello como este." Comentó Yuta, y después su mirada se encontró con la de un sonriente Mark.
"Creo que en otoño las noches son más pacíficas. No lo sé, para mí siempre se siente como una oportunidad de cambio, de darte tu tiempo para las cosas o de descubrir algo nuevo."
Aquella explicación quedó guardada en el corazón y la mente de Yuta, como un preciado tesoro.
"¿Así que podría decirse que es tu estación favorita?" Preguntó, devolviendo la vista al cielo.
"Mm, sí, supongo que sí. ¿Y la tuya?"
"El verano." No tuvo que pensárselo mucho "El calor del sol y las lluvias me reconfortan, me hacen sentir más seguro."
Los minutos que siguieron los usaron para relatarle al otro las cosas ocurridas en su semana. En las clases de guitarra, Mark había hecho un progreso digno de admirar, según le contó, su profesor incluso le dijo de forma bromista que las lecciones ya no serían necesarias dentro de poco, y le había aplaudido varias veces. Por su lado, Yuta había concluido sus primeras tres clases de Crochet. Dicha actividad había resultado idónea, le estaba sirviendo para relajarse considerablemente. La primera hora que sostuvo los instrumentos, comprados con algo de sus pocos ahorros, le costó un poco acostumbrarse a la tarea, pero para el segundo día, familiarizarse ya no suponía un problema. Naturalmente, había iniciado con una bufanda sencilla, de color latte, que no había traído consigo al no querer moverla demasiado hasta que estuviera terminada. Le prometió a Mark y su insistente curiosidad por conocer el resultado que se la mostraría ni bien eso ocurriera.
"Bieen. Esperaré, entonces." Dijo Mark, cediendo al fin "Me da gusto saber que te está gustando lo que elegiste, lo veo en tus ojos." Al guardar silencio, sus mejillas se enrojecieron.
"¿En serio?" Yuta rio suavemente "Sí, estoy casi seguro de que no me arrepentiré de esto... En parte te lo debo a ti, así que, gracias."
"No hay de qué."
Conversaron otro cuarto de hora antes de decidir que ya era hora de volver. Durante el retorno bromearon un poco el uno con el otro, y sin que el contrario lo supiera, caminaban lo más tranquilamente posible para alargar ese momento juntos. Ya en la puerta de la casa de Mark, este despidió a Yuta con un abrazo, justo como la última vez. Los corazones de ambos latían muy fuertemente, se aferraron al calor del otro como lo harían a sus propias vidas, alejándose del espacio y del tiempo. No duró mucho, pero Yuta juraba que no había sentido tanta vida en su interior hasta ese momento.
Cuando Mark cerró la puerta, emprendió el camino de regreso a su edificio.
A cada paso que daba, le resultaba imposible apartarlo de sus pensamientos. Alejarse de él era como saltar a través de una ventana y exponerse al invierno más crudo.
Una hoja de papel voló por el aire hasta chocar con su pecho y quedarse extendida sobre este. Yuta la tomó para leer lo que ponía, era un volante publicitario. La imagen principal era la de un pequeño muelle bajo un atardecer rosado, que estaba a una hora y cuarto de distancia de la ciudad. Sobre aquel paisaje se veían múltiples lámparas voladoras, y había adornos brillantes por todas partes. En la parte superior se leía:
Festival Otoñal de Luces
.
.
.
.
.
Después de despedirse, Mark subió a su habitación, pero a diferencia de días pasados, esta vez no pudo ignorar más los pensamientos y sentimientos que giraban alrededor como diminutas mariposas plateadas.
Sin que se lo esperase, empezaba a ver a Yuta no sólo como un amigo... Sino como algo un poco más allá. Cada vez eran más frecuentes las ocasiones en las que sentía sus mejillas calentarse debido a él, no desaprovechaba ni la más mínima oportunidad para pasar tiempo con él si podía permitírselo, y si rebobinaba al primer momento en que se vieron, recordaba que lo había hallado ciertamente atractivo.
Le gustaba como siempre se mostraba interesado en lo que hacía, la disposición a hacer y aprender cosas nuevas que había mostrado desde que se conocían, el como lo escuchaba atentamente, como si en el instante no importara nada más. También le gustaba mucho lo considerado que era, se disculpaba por los más pequeños errores, aún si la situación no lo ameritaba.
Pero lo que más apreciaba y agradecía sin dudarlo, era su mera compañía. Lo había distraído de su soledad, de su tristeza y dolor.
No se olvidaría por nada en el mundo de lo que lo había traído hasta él en un principio. Yuta se había preocupado por él desde el inicio al evitar que siguiera lastimándose cómo hacía inconscientemente desde que tenía uso de razón, y había resultado. Ya no había tenido que ponerse la pomada para reparar ningún daño severo, sólo para proteger sus labios de los cambios de temperatura. Ya no más por esa impulsividad.
Intentó negarlo un par de ocasiones anteriores, pero el abrazo que compartieron minutos atrás le arrebató las últimas dudas. Le gustaba Yuta. Le desanimaba la idea de no verlo tan frecuentemente y cuando estaba junto a él sentía que todo estaría bien.
Pero a la vez tenía miedo.
Nunca antes le había gustado alguien. No tenía problema con que Yuta fuera un chico, para él era completamente normal sentirse atraído por alguien del mismo sexo, Taeyong era la prueba más cercana de que no había nada de malo en ello. Eran la inexperiencia y la incertidumbre las que sembraban cierto temor en su ser ¿Y si cometía un error que terminaba por apartarlos a los dos? ¿Y si Yuta no estaba interesado en los chicos? ¿Y si él no sentía lo mismo y sólo lo quería como un amigo? Para Mark sería desastroso perderlo por alguna de esas razones o que su relación cambiara y se volviera incómoda o desagradable.
Esa noche no pudo dormir.
.
.
.
.
.
"Ya casi se termina el libro, ¿La bufanda también está cerca del final?" Le molestó Mark, haciendo como que espiaba por encima de su hombro.
"Yo te diré cuando llegué allí, por ahora, sigue leyendo. Quiero saber qué sigue."
"Bien, te quedan trece páginas para ello."
Nuevamente no tenían clase a la cual asistir, por lo que los dos tomaron la oportunidad y fueron a uno de los jardines traseros de la escuela, junto al invernadero del club de jardinería, ahora desocupado.
Yuta estaba a punto de terminar su bufanda, y tan reacio estaba a enseñársela a Mark, por diversión más que por otra cosa, le dijo que podía terminar de leerle el libro que había tomado prestado, esta vez era una historia ubicada en un mundo donde los sentimientos habían sido anulados. La narración era tan adictiva, que ambos estaban sumamente picados por la trama. En cuanto terminara la lectura, también lo estaría la bufanda.
"Aunque se suponía que estaba prohibido, no me importaba. Nadie lograría acallar a mi corazón, nada conseguiría que dejase de anhelar su presencia. Ahora que había probado lo que era sentir, sabía que vivir sin ello, nunca más sería posible." Mark cerró el libro con fuerza y se contuvo para no mirar hasta que Yuta lo llamara, impacientando más a cada segundo.
"Bien, ya puedes mirar, no sé para qué tanto escándalo." Dijo el castaño, finalmente.
"Pues no sé, yo me hago la misma pregunta" Repuso él, fingiéndose ofendido. Después se dio la vuelta y se encontró con la prenda terminada. Las barbas de la bufanda eran de latte cósmico, y la combinación con la lana un poco más oscura hacían que se viera como un café.
"Me gusta" Dijo animadamente "Se ve muy...¿Apetecible? No lo sé, pero para ser tu primera creación no está nada mal."
"Sí, a mí también me gusta como se ve. Espero hacer algo nuevo lo más pronto posible." Dijo Yuta, después extendió la bufanda alrededor del cuello de Mark y lo admiró con satisfacción "Ten, es tuya. Se te ve linda."
Mark se mostró sorprendido. Vio la prenda sobre su cuerpo y luego a Yuta nuevamente. Su corazón se aceleró, y tuvo que esforzarse para no decir algo inoportuno.
"Gracias, la cuidaré bien."
Yuta guardó su gancho, aguja y el estambre sobrante en su bolso. Faltaban diez minutos para la salida. Se pusieron de pie para regresar a la escuela y recorrieron el camino adornado de vegetación y bancas de madera. Yuta le detuvo en cuanto llegaron al arco de setos que marcaba el final del jardín.
"Mark... Quiero preguntarte algo." Dijo el castaño, titubeante.
"Ah... Sí, seguro ¿Qué pasa?"
"Bueno... Yo, agh, bueno, ni siquiera sabía que esto existía hasta hace una semana pero creo que sería lindo si pudiéramos ir, s-solo si tú quieres, claro. Ugh, no sé ni que estoy diciendo" Suspiró antes de continuar. Mark estaba entre confundido y emocionado "La cosa es: Mark ¿T-te gustaría ir conmigo al festival de otoño?"
Tan pronto como procesó la pregunta, su mundo se detuvo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top