75: Love the way you lie

✨Axer sonrojado✨ hecho por Lin Maddie. Aprécienlo.

Pd: el nombre del capítulo es por la canción de Rihanna con el mismo nombre.

~~~

Sinaí

Axer no me permitió llevar en la maleta nada más que el collar con la argolla y la correa que él me regaló. Los conjuntos que usaré en Mérida, incluidos los de las dos noches importantes, me los proporcionarán los Frey. Y ya que Axer y yo compartiremos habitación en el hotel, no necesitaré ropa de dormir.

No me quejo. Incluso lo que él me exige, es algo que estoy permitiendo. Me gusta este juego de roles en la relación donde él manda y yo obedezco, y me gusta todavía más cuando a lo que me manda es a quitarme la ropa.

Mi madre me abrazó tan fuerte antes de salir que casi se me salieron las lágrimas. No porque estuviera triste, sino porque recién entendí que nunca he sido tan feliz.

Linguini no me dijo ni una palabra en todo el trayecto al edificio de los Frey. ¿En serio se cree que va a ganarse a la madre mía sin buscar mi bendición antes? 

Hasta parece familia de los Frey.

Cuando llegamos al edificio, Silvia nos recibe y ayuda con mi maleta. Caminamos a la sala donde Diana, vestida con ropa de oficina al estilo Frey, está leyendo quién sabe qué en un portafolio, y Axer, quien de repente se ve invadido por un gesto de superioridad, se aproxima dos pasos hacia ella para decirle:

—Diana, linda tarde.

—¡Oh, Axer! —dice ella alzando la vista de sus papeles—. Los esperábamos para el desayuno.

—La señora Ferreira nos invitó, no se preocupen. ¿A qué hora salimos?

—A las seis, así que tienen bastante tiempo para arreglar todo. De hecho esperaba que llegaran para sentarnos a la mesa, el almuerzo está casi listo.

—¿Y mi padre?

Diana puso los ojos en blanco con una sonrisita en los labios, como cuando vas a mencionar un acto desagradable de una persona pero que para ti es lo más tierno del mundo.

—En la cocina —explicó—, asaltando los muffins que Silvia descuidó para recibirlos.

—Oh, genial. Yo que tú iría tras de él, imagino que tendrán cosas que hablar.

Hago un gran esfuerzo por mantener mi rostro neutro, ya me siento como si invadiera algo privado, no quiero que Diana también lo note. Aunque ella parece bastante concentrada en responderle a Axer con sus brazos.

—¿Ah, sí?

—Eso supongo yo —dice él con un encogimiento de hombros que finge quitarle importancia a la situación—. Quiero decir, claramente hay temas discutibles cuando un hombre que está felizmente casado empieza a burlarse de uno de sus hijos menores por la hipótesis de que este, tal vez, se ha «enfermado».

Justo veo salir al señor Frey de la cocina con un cupcake en la boca a mitad de un mordisco. Se detiene un segundo, estudia la sonrisa triunfal de su hijo, y la expresión asesina de su esposa, y decide volver cobardemente a la cocina.

Cuando el señor Frey desaparece de nuestra vista, Diana se voltea sonriendo hacia Axer.

—Te lo agradezco, ¿sabes cuánto le va a costar esta reconciliación?

Axer responde con una ligera reverencia.

—Siempre a la orden.

Cuando Diana desaparece al entrar a la cocina, me volteo hacia mi novio.

—¿Qué fue...?

Obychai sem'i Frey.

♟️♠️♟️

El servicio está sirviendo en la mesa la comida cuando me llega una llamada.

No tengo el número registrado, luego es extraño. Este teléfono me lo dio Axer y solo lo tienen él, mi madre y Linguini.

¿Quién mierda jode?

—¿Hola?

—Hola, Sina. Es María.

—¿María? ¿Cómo...?

—Te estoy llamando del teléfono de Vero.

Ah. Eso explica muchas cosas.

—De acuerdo —digo para no entrar en detalles inquietantes, como que la rusa me acosa y que yo jamás le he dado mi número—. ¿Qué sucede?

Honestamente se me hace demasiado extraño que me llame, y más del teléfono de Veronika. No me da tiempo a armar una teoría cuando dice:

—¿Puedes acercarte al baño del pasillo que conduce al cuarto de Veronika?

—Aahh... Sí, supongo. ¿Por qué?

—Necesito tu ayuda con algo.

—Ehh... ¿Con qué?

—Dime que traes toallas, por favor.

—Mierda, María, no.

No estoy mintiendo, no traigo. Mi periodo no está pronto a llegar. Jamás se me ocurriría ponerla a pasar trabajo con una situación así por mucho que tengamos una relación delicada y ahora ya distante.

—¿Es muy urgente? —pregunto, considerando salir a comprar si no hay otra opción.

—Sí. ¿Crees que puedas entrar al cuarto de Vikky? Dejé la puerta abierta. En mi bolso tengo toallas, solo que claramente no puedo salir en este estado a buscarlas.

—Yo...

¿Entrar al cuarto de Veronika sin su permiso? Esa mujer ya quiere matarme, no me provoca darle un motivo más para que lo haga.

María interpreta mi silencio, así que dice:

—En serio las necesito, haré lo que sea...

—No seas estúpida, mujer. Yo te las busco. Espérame ahí.

Cuelgo la llamada y me acerco a Axer, quien ya está tomando asiento a la mesa.

Me inclino hacia él y le susurro:

—Vik, necesito usar el baño. ¿Puedo?

Cuando él voltea, nuestros rostros quedan tan próximos que aprovecha para posar sus labios con lentitud sobre mi mejilla.

Su acto me toma sorprende y me acalora hasta las cejas. Miro a mi alrededor, pero solo hay personas del servicio cerca, e incluso así siento que me acaba de declarar su amor pintando «3 metros sobre el cielo» en un puente.

—Claro que puedes, bonita —susurra cuando sus labios se separan de mi mejilla.

Me voy demasiado rápido, tanto para que no note que me sonrojó hasta los pensamientos, como para que nadie me vea entrar al cuarto de Veronika.

Cierro la puerta detrás de mí, rogando a Albums Dumbledore que me cuide desde las alturas y no permita que ningún Frey me consiga aquí adentro.

Reconozco rápido la mochila de María, pues es la misma que lleva a clases, rosa con la firma de todos sus compañeros como despedida del último año.

Saco el paquete de toallas y me dispongo a irme, pero no puedo.

Estoy en la puta guarida de Veronika Frey, con una excusa perfecta por si me descubren aquí. ¿Cómo podría desaprovechar la oportunidad?

Busco lo más rápido posible para que María no sospeche por mi tardanza, pero la rusa no es idiota. Tiene a María durmiendo con ella, obvio que no va dejar nada delator a la vista.

Lo único interesante que consigo es un  portafolio con la etiqueta de "Tesis: borrador".

Y obvio que lo abro. Quiero saber qué está estudiando esta loca.

Pero algo no me parece correcto en todo lo que consigo.

Se trata de documentos de identidad, registros, conversaciones impresas y más y más mientras voy pasando las páginas.

Vuelvo al primer documento para leer el nombre de la víctima de Veronika, y se me secan hasta los mocos al leer «Julio Caster».

¿Qué carajo quiere Veronika de Julio?

Estoy siendo paranoica, esta gente trabaja para los Frey, viven en el mismo edificio, obviamente los van a investigar.

A menos que...

¿Y si Aleksis dijo algo?

No. Veronika no estaría investigando a Julio, me investigaría a mí.

Ni siquiera haría falta investigar, me confrontaría.

No sé qué mierda es esto, pero más me vale salir de aquí y dejarlo donde estaba.

Toco la puerta del baño y María me dice que pase. Le doy las toallas a María y pretendo salir, pero me dice:

—Muchas gracias, en serio. No tenías que ayudarme y aún así lo hiciste.

Me cruzo de brazos y sonrío mientras ella se pone su toalla y se levanta.

—Tú habrías hecho lo mismo por mí.

Ella suspira y va hasta el lavamanos. Nos vemos a los ojos a través del espejo, y siento que ha pasado una eternidad desde que nos conocimos. A día de hoy, tendríamos que volver a hacerlo. Somos personas distintas.

—Sé que nunca me disculpé —dice—. Pero sí lo intenté. Te llamé como nunca esas vacaciones y te dejé mil mensajes. Supuse que me tenías bloqueada de todos lados.

«No, solo había estrellado mi teléfono contra la pared», pero eso suena menos digno, así que la dejo creer lo que ha dicho.

—No te guardo ningún tipo de rencor —le digo—. Tal vez, si yo tuviera una amistad como la que tú tienes con Soto, habría hecho exactamente lo mismo. Supongo que nunca lo sabré. Nunca he tenido una amistad real.

—Somos niños —dice, y se voltea para darme la cara— jugando a que podemos correr sin guía y no caernos. Cometí muchos errores, tomé decisiones estúpidas, me aferré a relaciones que no valían la pena y dañé otras que sí. Ya dejé de odiarme por eso. No soy la primera en el mundo en cagarla y no seré la última. Las de antes tampoco serán mis únicas cagadas, sin duda, pero al menos avanzaré sabiendo que esas no las repetiré. Solo... No te pido que aceptes mis disculpas ni nada, pero sí quiero que sepas que te admiro mucho, cómo saliste adelante, cómo entras a tus clases y entregas todas las evaluaciones, cómo caminas como si el mundo te debiera algo y no al contrario...

Ella hace una pausa para tomar aire.

—Tú creciste —añade—. Yo crecí. Nos tocó hacerlo por separado y fue lo mejor, pero quiero que sepas desde la distancia todavía sonrío por ti.

«Y yo por ti, María».

—Te ves muy bien —le digo—. Te ves... en paz.

—Es la terapia. Sé que a la gente le da como tabú hablar de eso, pero no es nada del otro mundo. Es como ir al médico. —Ella sonríe y me contagia—. Vikky me ayudó con el pago de las primeras sesiones, ahora trabajo medio tiempo y fines de semana todo el día en el bar de ella para pagarme yo misma la terapia y el alquiler.

—¿Te alquilan aquí? —pregunto sorprendida.

—No, no. Pero me iré pronto. Estoy esperando a reunir el dinero del depósito.

—Pero... —Carraspeo, no sé cómo no ser entrometida pero a la vez enterarme de lo que quiero—. Yo pensé que tú y Veronika...

—No, no. Ella me acogió en un momento de mucha vulnerabilidad. En ese entonces no lo entendía, pero viendo en retrospectiva comprendo por qué era tan fría en su decisión de mantener solo una amistad. Ella es una excelente persona y jamás se habría aprovechado del estado en el que me encontraba, supo que necesitaba ayuda y me guío a esta. Nada más. Somos amigas.

Difiero en el noventa por ciento de su definición sobre Veronika, pero no voy a fingir que no me sorprende que no se aprovechara de María y que solo la ayudara.

Yo que ella, corro. Pero no le puedo advertir si no quiero problemas con los Frey.

—Bueno —dice ella antes de salir del baño—. Un gusto verte. Y gracias de nuevo por el favor.

—No es nada. ¿No irás al viaje?

Ella me ve extrañada.

—¿Por qué iría? Es una cuestión familiar.

Una cuestión familiar, pero yo estoy invitada.

Todavía no lo creo.

♟️♠️♟️

Al sentarnos a la mesa, esperamos todos en silencio hasta que llegó Veronika.

—Perdonen la tardanza —dijo quitándose la bata de laboratorio.

Ella tiene tanto estilo que luce su uniforme como si fuera Prada. Lleva el cabello recogido en una coleta de la que salenn mechones rizados, las uñas pintadas de un color piel con detallitos mínimos de pedrería y un maquillaje sutil en el que la estrella son sus pestañas.

Al verme sentada a la mesa, sonríe y añade:

—Tengo excusa para mi retraso: tuve que abrir un esternón, drenar veintiún litros de sangre funcional para el suministro de los Jespers, probar las reacciones de un nuevo medicamento en el páncreas de dos especímenes de características distintas y documentar todo para luego pasarlo a la base de datos de mi investigación.

—Buen provecho para ti también —añade mi amado ruso en una sonrisa fingida.

—¿Y Diana? —continúa Veronika, tomando sus cubiertos.

Yo me estaba preguntando lo mismo.

—En un vuelo —dice el padre y empieza a comer también.

—¿Un vuelo? ¿Un vuelo a dónde?

—A Roma —espeta el señor Frey lanzando una mirada hacia Axer.

—¿Por qué...?

—No preguntes —zanja Axer, poniéndose también a comer.

En mi plato hay carne, puré y ensalada, y soy la única, junto con Axer, que está bebiendo jugo en lugar de vino.

Todo está tan delicioso que me provoca entrar a la cocina y saquear la olla, meter su contenido en la maleta y comerlo de camino a Mérida.

—¿Y María? —pregunta el señor Frey mientras su tenedor se clava en un corte especialmente jugoso de carne y lo empapa de la ensalada.

—Me avisó que se llevaría el almuerzo al trabajo —avisa Veronika.

—Perfecto. ¿Preparado para la noche de mañana? —pregunta entonces Viktor en dirección a Axer.

—Lo estoy, sí.

—¿Qué tal va tu tesis?

—En curso, y mis avances son constantes y sustanciales. Tengo bastante... —Cuando veo temblar sus labios con esa arrogancia me dan ganas de besarlo— Fe.

—Y que así sea. —El padre hace una pausa para tragar ayudado de su vino—. En el evento habrá personas de todo tipo, en especial representantes de las universidades de élite más importantes del mundo: ni siquiera se te ocurra considerar su patrocinio.

Por la cara que pone mi delicioso novio, entiendo que la sola idea de considerarlo es indignante.

—No consideraba hacerlo —dice.

—Tu abuelo nos estrangularía a todos si dejáramos que un tercero socavara el crédito de Frey's empire. No te faltará presupuesto en ningún momento.

—Lo sé.

—¿Tienes cubierto lo de tu discurso o necesitas ayuda con eso?

—¿A dos días del evento? —inquiere Axer—. Padre, por favor. Mi discurso está más que cubierto.

—Espero que al bajar del atril nos dejes sin adjetivos que hagan justicia a tu presentación. No quiero que aceptes ningún patrocinio, pero sé de buena fuente que habrá personas involucradas en la selección del Nobel, y necesitaré que tú mismo seas el aval de que vale la pena ir a presenciar tu tesis.

—¿Tratarás de convencerlos para que estén en la exposición de mi tesis?

El señor Frey se detuvo, la cara en dirección a su plato, pero los ojos alzados hacia su hijo.

—¿Tratar?

Eso hace sonreír a Axer con una especie de excitación que no le había visto.

—Eso es injusto —interrumpió Veronika—. Si Vik gana el Nobel no tendré oportunidad, mi investigación está en curso, me tomará años conseguir algo concreto que me haga merecer un premio semejante. Pero sabes que puedo, que esto es bueno, que esto es grande. Padre, estoy trabajando con tus datos como base, ¿le darás la dirección a él cuando...?

El señor Frey la interrumpe, y yo no sé si quiero buscar palomitas o esconderme bajo la mesa para no interrumpir el momento familiar.

—Tu hermano tiene una oportunidad de mover, no el tablero comprado. Su tesis puede merecer el Nobel o una carcajada, y solo su trabajo lo definirá. Déjalo ser y concéntrate en lo tuyo.

—¿De qué se trata tu investigación? —pregunto a Veronika, pues es mi oportunidad para saber si realmente tiene algo que ver con Julio.

—Vida —responde ella con seriedad, se ve bastante disgustada por la reciente conversación—. Vida después de la muerte.

—¿No es de eso de lo que trata la de Vik?

—No, su tesis es más sobre...

—Mi tesis —interrumpe el padre de mis futuros hijos— estudia la resurrección como una posibilidad clínica, intenta minimizar el margen de error y ampliar el rango de posibilidades involucrando la criogenización, los trasplantes y sumando medicamentos que, al igual que la epinefrina, facilitarían la reanimación sin importar las circunstancias. Mi tesis tacha uno por uno los factores de riesgo, plantea solución a cada variable y realiza la hipótesis de la resurrección incluso luego de la muerte cerebral con la ayuda de ciertos estímulos eléctricos. —Se detiene para tomar un trago de su jugo—. Y sí, gran parte son avances tangibles y otros, como mencioné, solo hipótesis. Pero si se aprueban serán la base de un desarrollo científico que se estudiará y expandirá de muchas maneras.

Si él hubiese dicho exactamente esas palabras de la manera tan intelectual en la que las pronunció sin titubear, pero estando los dos solos, me habría desnudado. Lo juro. El cerebro de este tipo me prende.

—Quieres decir «si te dan el Nobel» —interrumpe Veronika.

—Es una posibilidad.

—Y una injusticia. Te daría ventaja en la competencia.

—No todo es una competencias, Viktoria —regañó el señor Frey—. Tu hermano está haciendo ciencia.

—¿Y yo no? —Se vuelve hacia mí—. Mi investigación habla de crear vida, no de devolverla. Axer revive, mantiene la consciencia de un ser pasado, y el tiempo es un factor de interés en su rango.

—Sí, pero ampliaremos el máximo —discute Axer sin darle mucha importancia.

—Da igual. Mi trabajo es distinto. Habla de tomar un cuerpo, jugar al puzzle con órganos funcionales y crear vida, real y renovada, por medio de un conductor eléctrico que por ahora solo existe como el «eslabón equis».

—Como Frankenstein —señalo.

—Si eso te ayuda entenderlo, minina, puedes tomar así, sí: a lo Frankenstein.

Cada vez tengo más claro que toda esta familia es un conjunto de genios brillantes con medios cuestionables y aspiraciones preocupantes, pero, puta madre, cuánto envidio la mente de todos.

Y Aleksis... Bueno, Aleksis está en su diligente tarea de tener cara de inocencia mientras come, cuando estoy segura de que nadie en la mesa le cree ese papel.

Cuando termino de comer, alguien del servicio levanta mi plato y pone en su lugar una especie de cofre cuya superficie parece un tablero de ajedrez y de hecho tiene las piezas acomodadas a mitad de una jugada.

Frunzo el entrecejo al ver que soy la única a la que han traído esto. El señor Frey limpia sus labios con una servilleta de tela luego de vaciar su copa de vino, y entonces me habla.

—Si te dijera que mi siguiente movimiento sería peón a E-5, partiendo del hecho de que jugaría para las blancas, desde luego, ¿qué pieza moverías para asegurar un mate en tres?

Miro a todos en la mesa. Veronika tiene el ceño fruncido, Axer intercambia su mirada entre su padre y yo, Aleksis cruza los brazos sobre la mesa y pone su cara sobre ellos, mirando el tablero como si quisiera decodificar una bomba. Nadie parece dispuesto a abrir la boca, y el señor Frey me mira solo a mí, fijo, pero tranquilo. Expectante.

Abro la boca, pero él levanta la mano para callarme.

—No, no lo digas. —Señala ahora al tablero—. Hazlo.

Tengo que hacer un gran esfuerzo para no tragar, pues estoy en un tanque lleno de tiburones que huelen el miedo. Asiento, solemne y decidida, y cruzo mis manos bajo mi barbilla mientras estudio la jugada.

No es difícil, se trata de estudiar las variables. Las posibilidades se reducen cuando sé que el siguiente movimiento de las blancas será peón E-5, lo que me deja una única posibilidad de movimiento para alcanzar un mate en tres a partir de ahí: un enroque.

Muevo las piezas y me doy cuenta de una particularidad: el rey puedo levantarlo de esta especie de tablero, pero a la torre solo la puedo deslizar y, mientras lo hago, escucho los engranajes de algún mecanismo que se acciona dentro del cofre. Cuando pongo al rey en donde estaba la torre, una especie de sensor reacciona y el cerrojo del cofre se abre.

«No me jodan...».

Abro la caja y en su interior tapizado de terciopelo negro veo un sobre tipo carta con el sello de Frey's empire.

Ni siquiera lo toco, solo alzo la mirada hacia el señor Frey.

—Tu boleto —explica—. Para el vuelo de esta tarde.

—¿Y si...? —Trago—. ¿Y si no hubiese podido abrirlo?

No obtengo más que una curiosa sonrisa como respuesta antes de que el señor Frey se levante.

Ya imagino lo que habría pasado si no hubiese sido capaz de abrir la caja, y ni siquiera me importa. Solo importa que pude hacerlo. Me gané mi pasaje. Y cuando veo a Axer, lo descubro mirando a su hermana con el orgullo inundando su rostro.

Imagino que esa es la manera en la que un Frey te dice que está jodidamente orgulloso de su pareja.

♟️♠️♟️

En Mérida hace frío, pero esta gente prefiere congelarse que perder el estilo.

Literalmente me escogieron cada muda de ropa para todo lo que dure el viaje, y eso incluye la salida de aquí y la bajada del avión.

Llevo un suéter gris con una chaqueta negra encima, tiene botones dorados gruesos, tanto en las mangas como en la solapa. Un pantalón de cuero negro asfixia mis piernas, es de corte alto con una correa también dorada para que vaya a juego con los botones y los aretes. Mis pies están abrigados con doble calcetín, y tengo unas botas que cubren hasta mi pantorrillas.

Quisiera tener más tiempo solo para tomarme un coñazo de fotos para Instagram, pero no quiero parecer turista en esto de vestirse bien.

Además, cada prenda fue confeccionada a mi medida, exclusivamente para mi uso, por un artista alemán de confianza de la familia Frey.

Estoy sacando el maquillaje del estuche que me prestó Veronika cuando Axer se sienta en la cama junto a mi desastre.

—No te alteres —ruego—, te juro que limpiaré todo.

—No te preocupes, bonita —dice tomando el delineador entre el reguero—. Igual quemaré las sábanas.

No puedo evitar sonreír. Lo que antes me parecía raro ahora es lo que más adoro de la persona con la que comparto esta extraña y finita relación.

Él me toma de la cintura y me atrae hacia sí. Estoy entre sus piernas, y miro cómo abre el delineador, por lo que lo observo con curiosidad.

—¿Sabes usar eso? —le pregunto.

—Quédate quieta —me dice tomándome por la barbilla.

Lo dejo, y me sorprende la precisión del trazo que resulta luego de que pasa el delineador por mi párpado izquierdo.

—¿Cómo...?

—Vikky —explica.

Yo sonrío, ahora más confiada mientras iguala el delineado en el ojo derecho.

—Tienen una relación extraña ustedes —comento, mirándome en el espejo del compacto.

—Todo en esta familia te parece extraño.

—Es porque todo lo es.

Él me abraza y se tumba en la cama, por lo que quedo encima de él. Lo miro con la sombra de una sonrisa brillando en la manera en que él me ve a mí, y quiero besarlo. Y no, no porque quiera coger en este momento. Maldita sea, realmente quiero besarlo solo porque sí.

—Mi hermana es la mejor, solo que jamás voy a decírselo.

—¿Todo es así contigo? —indago—. ¿Piensas ese tipo de cosas hermosas y pasas tu vida censurándola?

—¿Quieres saber si pienso que eres la mejor?

Me muerdo el labio.

—Axer Frey nunca acepta una derrota, así que no espero que digas nada semejante.

Él enarca una ceja.

—Y que bien, porque no es eso precisamente lo que pienso de ti.

Dímelo, Axer Frey. Repíteme lo que dijiste en tu baño, aunque sea mentira.

—¿Qué piensas de mí, Vik?

Siento cómo pasa mi cabello detrás de mi oreja, llevándome al borde de una sonrisa.

—Lo que pasó hace rato con mi padre en la mesa... Me imaginé muchas cosas en un segundo, Nazareth, y en todas estabas tú.

—¿Me estás proponiendo matrimonio, Frey?

—Te estoy dando mi autorización verbal, por si quieres adelantar ese secuestro.

«¡ESTÚPIDA, NO SONRÍAS ASÍ!»

—Yo... —carraspeo y me suelto de su agarre con delicadeza—. Deberíamos mover el culo con las maletas, no quiero que tu padre piense que te retraso.

No sé lo que hay en su expresión cuando se levanta, pero ya no brilla. Una parte de mí odia esto, esa parte me dice que, aunque todo esto sea una mentira, se siente mejor que cualquier verdad.

♟️♠️♟️

Los Frey están haciendo las maletas. O, mejor dicho, indican a distintas personas del servicio lo que necesitan que empaquen.

Me mantengo al margen en todo momento, hasta que escucho que Axer pide que empaquen una bombona de oxígeno.

—¿Por qué llevarías algo así? —pregunto sentada en una esquina de la habitación mirando cómo se arregla casi en un ritual frente al espejo. También lleva un suéter gris, pero su pantalón es blanco y en lugar de una chaqueta lleva un abrigo largo de color beige.

—Para el mal de páramo —explica mientras se pone la bufanda gris sobre el conjunto.

—¿El mal de ojo de quién?

Él detiene sus manos mientras arregla las solapas de su abrigo, y alza la vista para mirarme a través del espejo.

—¿Estás hablando en serio?

Frunzo el ceño, pues no entiendo un carajo. Obviamente estoy hablando en serio.

—¿Qué dije?

Él se voltea hacia mí.

—¿No sabes lo que es el mal de páramo?

—Pues no. ¿Qué es?

—Pues, básicamente, hipoxia. Son reacciones fisiológicas a la falta de oxígeno en la sangre, ocurren frecuentemente en lugares de altitud superior a los 2400 msnm.

—¿Reacciones de qué tipo?

—Ya lo sabrás. —Vuelve al espejo—. ¿Cómo es que vives en Venezuela pero no sabes del mal de páramo? Si tienes Mérida tan cerca, llena de picos y...

—Nunca he ido a Mérida.

De nuevo hace un pausa, y parece que está calculando un montón de cosas antes de decir:

—¿Has viajado siquiera?

—¡Por supuesto! —Trato de recordar los lugares en los que he estado pero solo se me ocurre uno—. A Anaco.

—¿Anaco? ¿En serio? No hay ni centros comerciales por allá. Es más, Anaco ni salía en el mapa hasta hace nada.

—Vives en Pueblo Guri, Axer, ¿cómo puedes hablar de sitios sin centros comerciales?

—Al menos aquí tenemos la tercera central hidroeléctrica más grande del mundo. Y esto está lleno de lagos por todos lados, en Anaco no hay ni charcos, porque nunca llueve.

—¿Y cuál es el punto?

Él parece bastante consternado.

—¿Qué sabes de tu país, Nazareth?

—Pues... Tenemos el Salto Ángel.

Axer se da con la palma de la mano en la frente.

—¿Has subido al teleférico? —interroga.

—¿Te parece que hay teleféricos en Anaco? No. Pues esa es tu respuesta.

—Nazareth, el teleférico de Mérida es el más alto y largo del sukyn syn mundo. ¿Sabes lo inmenso que es el mundo?

—¿Por qué suenas tan... pasional? No te estoy insultando.

—Es que... Tienes un país precioso, lleno de maravillas y... ¡No lo conoces! ¿Por qué crees que escogimos este lugar como destino mi familia y yo? ¿Por caridad? Frey's empire quiere tu país. Tienen una pésima dirección, han pasado mucha injusticia una dictadura tras otra, pero... Venezuela es preciosa, Nazareth, y en mejores manos, este país volvería a ser potencia.

—Espera... ¿Cómo que Frey's empire quiere Venezuela? ¿Tu padre quiere ser presidente o algo así?

Axer vuelve a lo suyo.

—No. Mi padre no quiere ser presidente.

—¿Entonces?

—Termina de alistarte. Cuando lleguemos a Mérida haré que te enamores de, como dirían ustedes, «esta vaina».

♟️♠️

Nota: recta final, amores. Se vienen los últimos 6 capítulos de Nerd, aproximadamente.

Si comentan mucho subo el nuevo hoy mismo, o mañana.

Pd: capítulo dedicado a estos usuarios de aquí solo porque tienen Axer y Frey en sus usuarios

BegoniaDeFrey Axer_Frey_miEsposo Axer_Frey_mi_Sr LaGatitaDeAxerFrey

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