31: Frey's empire


Bueno, gente, les informo que yo quería poner aquí una imagen bella y hermosa, pero el señor Wattbook no colabora conmigo. La agregaré después. Disfrute su lectura porque lo que se viene de aquí en adelante es bueno y poco apto para menores.

Sinaí
♤●♤

-¿Y tus lentes, Schrödinger? -dijo su voz a través del teléfono.

-¡Axer! Por el amor a los clavos de Cristo, ¿qué hago aquí? Mejor dicho... ¿Qué es este lugar donde estoy?

-Tómate una foto al terminar. No es necesario que intentes enviármela. La veré.

El clic que hacía mi teléfono cuando me colgaban y un sonido vacío en la línea terminó con cualquier esperanza de replicar o recibir una respuesta, por mínima que fuera. Axer zanjó la conversación sin darme tiempo a participar en ella.

«Tramposo de mierda».

Yo también empezaría a jugar con trampas.

Cuando dejé de insultar el teléfono, una mujer se acercó a mí por el pasillo. Alta, delgada y con un lacio cabello castaño oscuro hasta los hombros. Su bata de laboratorio la identificaba como «Anne» del departamento de bioanálisis.

¿O sea que sí estaba en un hospital?

-Hola. -La mujer me tendió un saludo formal con la mano acompañado de una sonrisa tan cálida como profesional. Tenía un acento inglés demasiado marcado, como si la única palabra pronunciada fuese un trabajo atroz para su cerebro que no dejaba de pensar en otro idioma-. My español is very malo. ¿Me entiendes si continúo en inglés?

-Yes.

«Coño, Sinaí, tampoco era para que alardearas».

-Bien. Mi nombre es Anne, no tienes que decirme el tuyo -continuó entonces con su inglés fluido-. Sé quién eres, y también tengo otras respuestas que seguro estarás ansiando. Si me acompañas, tal vez pueda...

-¿Trabaja para los Frey?

-Soy parte de su equipo, sí.

-¿Su equipo de qué?

Ella se limitó a sonreír, y prosiguió por donde se había quedado.

-Esta no será la última vez que nos veamos, así que espero puedas conseguir en mí un agrado aunque sea mínimo. Resolveré tus dudas a su debido tiempo, por ahora basta decir que, a pesar de mi título y utilidades para la empresa, para Axer Frey represento mucho más. Soy su mano derecha, su secretaria. Vamos, soy quien le resuelve la vida, aunque sea a través de su dinero.

-¿Y yo qué pinto en todo esto?

Me olvidé que la mujer no era buena con el español, y que además estaba usando un modismo, así que tuve que repetírselo en inglés muy lento para no invocar un demonio por un desliz de pronunciación.

-Hoy eres mi responsabilidad -explicó-, y tal vez lo seas por mucho. Estoy a tu servicio. Así que... ¿Me acompañas?

-¿Qué clase de servicio es este si eres tú quien me da las órdenes?

De nuevo, solo sonrió. Como hice con el chófer, terminé acompañándola a pesar de todo.

☆☆♤☆☆

Ya era lunes y tenía mi primer día de trabajo en KonAroma. Despertarme temprano fue lo más complicado, incluso más que decidir si todavía quería el empleo. ¿Necesitaba el dinero? Tal vez. Pero más urgente era no desaprovechar esa oportunidad de encontrarme a Axer por casualidad, así que no renunciaría a mi plan.

Llegué al trabajo y me cambié mi ropa por el uniforme del lugar. El principio del día solo fue aprender a servir, atender las mesas y facturar.

En el café, acomodado con pequeños muebles individuales afelpados de color rosa, con mesitas circulares a juego y estanterías con libros para acompañar la bebida y las galletas, sentí como si estuviese viendo por primera vez en mi vida. Todo estaba en HD, los colores más vivos que nunca. Lo que antes no alcanzaba a distinguir, ahora tenía zoom para mí. Y todo gracias a mis nuevos lentes, casi por completo redondos a excepción de la parte superior, con montura dorada tan fina como el aro de un zarcillo, y unas piezas de pedrería en las patitas.

Regalo de Axer Frey. Al parecer su preocupación por mis lentes fue más fuerte que él. Ojalá se preocupara así mismo por mi virginidad.

¿Quién diría que aquel extraño lugar futurista al que me condujo su chófer no era más que una óptica fundada por su familia?

Pero eso ya no tenía importancia. Axer me había hecho un obsequio. A mí, Sinaí Ferreira. Un regalo que valía más que flores y chocolate, y no solo en el sentido literal de los costos elevados, sino por el hecho de que me estaba regalando la oportunidad de volver a ver. Su detalle, a pesar de todo el misticismo que hubo detrás, de lo insoportable de su chófer, de la manera inusual de ejecutar cada acto, solo contribuía a desordenar todavía más la necesidad que tenía por estar cerca de él. Quería insultarlo, decirle que no necesitaba que me comprara, empujarlo y devolverle los lentes, pero solo como una táctica para que sus manos se cerraran sobre mis muñecas, su cuerpo me aprisionaran contra una pared y sus labios me callaran para que aceptara lo que me ofrecía sin refutar.

Al menos así sucedía en Wattbook.

Aunque, si algo aprendí de toda esa experiencia era que no sabía nada de Axer, y conocía todavía menos de su familia. Eso era grave, en especial para mí que había pasado toda mi vida recolectando datos, haciendo análisis e investigaciones innecesarias por puro ocio. Tenía que remediar mi ignorancia cuanto antes.

Aproveché un rato muerto en el café para ponerme a investigar tanto como fuese posible del apellido Frey gracias a la magia de San Google.

Navegando me conseguí con una foto del señor Frey, padre de Axer y ministro de Corpoelec, junto al verdadero, único e irrepetible señor Frey, el fundador. El abuelo de Axer.

El viejo se mantenía en buena forma a pesar de tener unos cuantos siglos de edad, pero el padre...

El padre de Axer debía andar en sus 50, pero con solo verlo comprendí a qué se refería María con lo de que era su Sugar Daddy soñado. Ese hombre estaba más delicioso que un sándwich de Axer y Soto, conmigo como relleno. Era el tipo de hombre que te hacía querer rezarle diciendo «Dios aprieta, pero usted ahorqueme, papi».

Su nombre era Viktor Dmitrievich Frey. Tenía el físico que envidiaría un protagonista de novela erótica, con la contextura de un hombre que nació para ser un objetivo de provocación sexual, el perfil de una escultura griega, el cabello rubio y la barba de un protagonista de telenovela.

Ya no sabía si quería ser novia, o madrastra.

En mi recopilatorio de información por todo el internet sobre la familia y la industria Frey, estas fueron las conclusiones que saqué del padre de Axer:

Viktor Dmitrievich Frey, magnate, heredero de una fortuna enorme detrás del apellido Frey, dueño de múltiples empresas, causas benéficas e inversiones bajo el sello del mismo apellido. Graduado de la secundaria a los 14 años, y de medicina general a sus 19, empezó a ejercer desde entonces en distintos módulos médicos a la vez que estudiaba su especialización. A sus 24 años Viktor Frey ya era un médico cirujano por excelencia.

Nunca trabajó en ningún hospital de ningún gobierno, se mantuvo ejerciendo en centros médicos que pertenecían a su padre y fundador de Frey's empire: Dmitri Ivanovich Frey.

A sus 35 años, Viktor Frey se mudó a Canadá junto a sus hijos luego de su repentino divorcio, para expandir el imperio familiar en distintas inversiones.

Odiaba que no especificaran cuáles eran dichas inversiones y que fuesen tan ambiguos en cuanto a en qué se basaba la fortuna Frey, cuál era el objetivo de su empresa principal y cómo se fundó. Y, a pesar de ello, no quise parar mi investigación.

Pude recopilar entre toda la información de internet que otro de los motivos de Viktor Frey de mudarse a Canadá fue el deseo de jercer su nuevo título de derecho en los tribunales americanos, buscando alimentarse de su cultura y aprender más de su sistema judicial. Poco después volvió a casarse y a tener su tercer hijo.

Con el pasar de los años, fue su título en leyes y su destreza política lo que le dio la oportunidad de convertirse en el presidente de la empresa más importante venezolana, la central hidroeléctrica que alimenta la energía de todo el país. Sin embargo, las tensiones de la nueva mudanza pudieron con el segundo matrimonio del magnate ruso, creando diferencias irreconciliables y ocasionando su segundo divorcio.

Por suerte para la familia, Viktor Frey volvió a casarse poco antes de entrar a Venezuela. Ahora la familia vive feliz y unida en una residencia de mi cochino pueblo venezolano.

Según varios informes, la residencia donde viven actualmente los Frey no es alquilada. Compraron todo el edificio y lo vaciaron, demolieron y construyeron sobre los dos primeros pisos para crear la nueva mansión de la familia, y en los pisos inferiores igualmente se invirtió, aunque con menor derroche de lujos, y se instaló a todo el equipo de Frey's empire que trajeron de Rusia y Canadá.

El señor Dmitri Frey sigue dirigiendo Frey's empire en Rusia, y en Canadá se delegaron otros presidentes y jefes de departamentos importantes para las distintas sedes del imperio de los Frey.

De los tres hijos de Viktor no decían un coño de la madre. De manera vaga mencionaban que eran unos prodigios y nada más. ¿Qué es ser un prodigio? ¿Dónde estaban los reportes escolares o los anuncios en prensa sobre sus logros prodigiosos?

No había nada. Nada.

Solo menciones a «los prodigios de Frey».

Tuve que buscar a Axer manualmente, y lo único que me salían eran enlaces a su perfil de Instagram. Ni siquiera salían sus historias en Wattbook porque las firmaba como Princeofhell. Nada en Google.

Era como si Axer Frey no existiera, y sus hermanos tampoco. Y puede que aquí en Venezuela ser un anónimo y no estar en Google sea común, pero en Estados Unidos si no apareces en Google mínimo te estás tirando un Catfish, eso lo sabe todo el mundo.

¿Qué escondía esa familia?

Lo único que pude sacar en claro fue el nombre completo de Axer.

Axer Viktorovich Frey, el misterio más grande de mi miserable vida.

El chico más bello, poderoso y rico del país. Y se había preocupado lo suficiente por mí como para poner a su óptica a trabajar para mi vista. ¿Por qué?

Puede que una persona racional se hubiese alejado luego de los hallazgos y las señales de alto que yo conseguí aquellos días, pero no en mi caso. Todo lo que descubrí, a pesar de dejarme con más preguntas que antes, me hizo comprender el alcance de su familia, su poder, la absoluta certeza de que para ellos no existían límites. Eso hacía de Axer un contrincante mucho más intimidante. Y existe cierto placer en culposo en ser la caída de alguien tan grande.

Nunca deseé tanto ganarle a Axer como entonces. Él podía tener todo en su vida, pero invertía su tiempo en jugar conmigo. Si antes había dudado, ya no volvería a hacerlo.

Sinaí Nazareth Ferreira no era nada, pero sería la perdición de Axer Viktorovich Frey.

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Nota:

Lo que acaban de leer es información valiosa que nos ayudará más tarde. Tomen notas.

Beibis, ¿qué piensan de lo que hizo Axer por los lentes de Sina? ¿Qué creen que trama este chico y cuántos quedaron 🤡 pensando que la iba a diseccionar en el capítulo anterior? 🤣

Sé que pasé dos viernes sin subir capítulo, pero estuve saturada en redes. Imagino que a estas alturas ya lo saben, pero anuncié dos libros en físico la misma semana uno ya está en preventa. Se imaginarán el caos.

No se olviden de comentar. Nos leemos pronto.

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