30: La monogamia es una fantasía
Sinaí
—¿Estás bien? —preguntó mi mamá quitándome la sábana para luego abrir las ventanas del cuarto. Me despertaba con ganas de estar muerta.
Ella llevaba su corto cabello alborotado, típico de sus días libres. No se le veía mal; al contrario, le daba carácter y sus mechas hacían el resto del trabajo para hacerla lucir atractiva. Por lo demás, llevaba puesta una camiseta de tirantes sin sostén y un pantalón de pijama.
—Tengo una resaca que no me deja vivir —gruñí mientras con esfuerzo me sentaba en la cama—, ¿cómo crees que estoy?
—Si es así, de puta madre.
Torcí los ojos y me volví a lanzar al colchón con la sábana encima. Ella volvió a insistir para despertarme. Cuando alcé la vista, me estaba tendiendo un vaso de agua y una pastilla.
—¿Y esto? —pregunté aceptando ambas cosas mientras a duras penas me sentaba en la cama.
La cabeza me dolía como si un elefante me hubiese bailado joropo encima.
—En la mesa hay una sopa, anda a comértela a ver si te regresa el alma.
—¿Me hiciste sopa?
Mi mamá soltó una carcajada en consecuencia a mi estupidez. Las líneas de expresión se le marcaban bastante mientras reía, pero jamás se veía tan hermosa como en esos momentos.
—Por supuesto que no, le pagué al vecino para que te hiciera una.
—Awww, eso es lo más dulce que alguien casi ha hecho por mí.
—Anda a comer, muévete, que si te mueres no tengo cómo pagar la urna.
La miré con los ojos entornados como el meme del perrito de «cuánta maldad hay en ti, de veras», pero de igual forma moví el culo porque necesitaba esa sopa más que la salvación de mi espíritu.
Mientras yo me sentaba a comer en la mesa central de la sala, mi mamá se lanzó en el sofá frente al televisor. No veía ningún programa, estaba inmersa en el vicio de su celular. Su otra mano escarbaba en una bolsa de Doritos que la muy traicionera no me ofreció, y sus piernas estaban cruzadas sobre la mesita del frente.
—Mamá.
—¿Humm? —musitó con un bocado de Doritos abarrotando sus cachetes.
—¿No me vas a ofrecer?
—Te ofrecí la vida, ¿qué más quieres?
—Yo no te pedí la vida.
—Y te agradecería que de igual forma no me pidieras Doritos.
Rodé los ojos y volví a mi sopa. Estaba demasiado buena, similar al soplo de vida que Dios transmitió a Adán y Eva el en la creación. Sentí cómo me volvían las ganas de vivir, el color a la piel y el oxígeno al cerebro. Tenía que contratar al vecino más seguido.
—¿Qué tal la rumba? —preguntó mi mamá desde el sofá.
—Bueno... Normal. —Me encogí de hombros.
—Normal las tetas de tu tía Elizabeth y le costaron mil quinientos dólares.
Traté de no atragantarme con la nueva cucharada de sopa que bajaba por mi garganta. Mi mamá a veces decía cosas con las que no sabía si reírme sería lo correcto o acarreante de un coñazo seguro.
Me aseguré de que mi siguiente mentira fuera menos ambigua, menos débil.
—Nada del otro mundo, mamá. Estuvo bien, me divertí.
—Bueno, al menos espero que quien te haya prestado la ropa que llevabas ayer tenga por lavadora a los padrinos mágicos, porque dejaste el pantalón como un coleto.
Oops.
—En mi defensa, la ropa blanca es difícil de mantener.
—Si evitaras arrastrar el culo por cada superficie sucia que haya a tu alcance, creo que sería menos complicado.
Puse los ojos en blanco y me sumergí en lo que quedaba de mi sopa para evitar continuar gastando proyectiles en una guerra que no iba a ganar.
Cuando terminé de comer, justo mientras llevaba el plato al fregadero para lavarlo y ahorrarme la parte en la que mi mamá me preguntaba si yo pagaba servicio de limpieza, se me ocurrió una conversación que quería tener con ella.
Era muy extraño que prefiriera hablar de ese tema con la mujer que me dio la vida que con María Betania.
—Mamá...
—No te voy a dar Doritos.
—Sí, sí, ya sé. Es otra cosa.
Ella se volteó, apoyando sus brazos y su cara en el respaldo del sofá para mirarme.
—¿Qué pasa?
—Yo... tengo una pregunta.
—Cuéntame.
—¿Qué debo hacer si...? No es el caso, pero quiero saber qué hacer si esto llegara a pasar. Si siento atracción hacia más de una persona... digamos... dos... ¿Qué debo hacer?
—¿Te preocupa que te puedan gustar dos personas a la vez?
No, sin duda esa no era mi inquietud. No me preocupaba que algo estuviera mal conmigo por sentir atracción hacia más de una persona al mismo tiempo. En mis múltiples investigaciones de datos al azar, descubrí que el ser humano no es monógamo por naturaleza. La monogamia es un constructo social, lo que implica que cuando nos involucramos en una relación con una persona nos estamos "obligando" a ser exclusivos, no es algo que nos nace. Por eso el término de infidelidad es tan complejo, porque puedes ser fiel a una persona de múltiples maneras, pero por más que intentes castigarte por ello, a veces hallas química en otra.
¿Quién fue el primer mamaguevo que decidió que a partir de que te enamoras de una persona no puedes fijarte en otra por el resto de tu vida? Y, lo que es todavía más preocupante... ¿qué se fumaron los que aceptaron su idea?
No me quitaba el sueño reconocer que quería todo de Axer, y que a la vez no me molestaba la idea de caer en Soto; pero yo, como parte de esta sociedad, supuse que estaba condenada a no llevarle demasiado la contraria. No tenía la fuerza suficiente para afrontar lo que ocurre cuando agredes los límites de lo políticamente correcto.
—No —respondí al fin—. No me preocupa que eso llegue a pasar, quiero saber qué hacer en ese caso.
—¿Quieres la respuesta de madre responsable o quieres que te diga lo que haría yo? Oh, cierto. También está la respuesta Cristiana, por si te interesa.
—Eehhh... ¿todas?
—Bueno, Cristianamente hablando: ponte en esta situación hipotética en la que te aparecen dos delicias y sientes que las dos están hechas para ti, tanto que no puedes decidirte... ¿No que todas las cosas de nuestra vida pasan por la voluntad de Dios? Si Dios me pone dos hombres en el camino, ¿quién soy yo para renegar de su voluntad desechando a uno de ellos?
La miré con los ojos entornados, de manera en que entendiera que el tema era serio, y que necesitaba una respuesta a la altura de la situación.
—Estás pasada de amargada, Sinaí. —Mi madre puso los ojos en blanco antes de continuar—. ¿Quieres saber lo que haría yo en esa situación? Yo no tendría nada serio con ninguno, y disfrutaría libremente de ambos. Sin embargo, si en algún punto empiezo a sentir una conexión emocional, un vínculo lo suficientemente fuerte, con alguno de los dos, me iría alejando del otro a medida que voy descubriendo si esta persona especial vale la pena para ser definitiva en mi vida.
—¿Y cuál sería tu consejo de madre responsable?
—No lo sé, esa pregunta no venía en mi tesis de maternidad. Supongo que... ¿Usa protección?
Se encogió de hombros y volvió a girarse hacia el televisor, tomando su teléfono.
Me di cuenta de que sonreía, y yo también. Cada vez me caía mejor mi mamá, si me esforzaba en no recordar que técnicamente ella seguía teniendo algo con mi padre a pesar de todo.
☆☆
☆☆
Era domingo, debí haber podido dormir todo el día, pero más tarde ese mismo día a mi mamá se le ocurrió la idea de ir a mi cuarto a despertarme por segunda vez.
—¿Humm?
—Cepíllate los dientes y sal.
—¿Qué?
—Muévete, te esperan afuera.
—Pero no espero a nadie...
Mi mamá me ignoró y salió del cuarto. Solo me quedó la opción de hacer las cosas tal cual me dijo.
Luego de lavarme la cara y quedarme presentable para otro ser humano, salí a la sala, pero mi mamá estaba sola.
—No veo a nadie.
—Afuera, Sinaí —Señaló hacia la puerta de entrada—. Afuera.
No debía ser nadie conocido, de lo contrario mi mamá no lo hubiese dejado afuera todo ese rato. ¿O sí?
Salí y me encontré con un hombre delgado y larguirucho de tez amarillenta. El negro de sus ojos ininterrumpido, sus cejas tan pobladas como una oruga y la nariz un poco ganchuda. Pero su expresión, su manera de gesticular y mirar, le daban un atractivo único. Era el tipo de hombres que si te consigues en tu cuadra o en la panadería, tratarías de llamar su atención, querrías conseguir su número como mínimo, un buen polvo en circunstancias óptimas; sin embargo, era del mismo tipo que seguro criticarían si fuese actor, porque su belleza no es normativa.
¿Qué hacía ese bombón tan lejos de su caja?
Estaba parado frente a un auto de lujo con diseño aerodinámico, toda la carrocería era de color blanco y los rines dorados. Estaba estacionado en nuestra acera, lo cual era irracional. Los carros más lujoso de todo el pueblo eran las camionetas de los políticos, no había nada parecido a un esa hermosura de la que me sabría el nombre si me hubiese preocupado por aprender más de autos alguna vez en mi vida.
El hombre iba vestido con una camisa blanca, guantes de igual color, y un saco azul marino con un distintivo que me respondió una duda, pero me agregó diez.
«Frey's empire», decía el prendedor.
Luego de fijarme mejor, noté también que los rines del auto tenían una ornamentada F grabada en el centro, al igual que una más pequeña grabada sobre la manilla de la puerta del piloto.
—¿Está Axer por algún lado, hay que esperarlo? —pregunté con mi cabeza buscando al susodicho que no se avistaba en el interior del vehículo.
Una sonrisa le brilló en los ojos al hombre frente a mí. Se estaba burlando de mí el muy maldito.
—¿Por qué vendría el señor Axer Frey a recogerla personalmente a la puerta de su casa?
Su acento italiano solo hacía más difícil odiarlo por tratarme como estúpida. Detrás de mi irritación, él me parecía exótico e interesante.
«Bueno, Sinaí, cálmate, ¿qué te pasa? No puedes querer cogerte a todos los seres humanos que se te atraviesan».
—Si el señor Frey...
—El señor Frey es Dmitri. El segundo señor Frey es Viktor Dmitrievich. Usted se refiere al señor Axer Frey.
—De acuerdo, de acuerdo. ¿Dónde está Axer?
—No es de su incumbencia, ¿o sí?
Ese tipo si no era marico iba llegando.
—Eres bastante maleducado. Dígame lo que me vino a decir y váyase de mi propiedad.
Me dio vergüenza apenas pronuncié la palabra "propiedad", si a simple vista se notaba que el auto del tipo valía más que mi casa amueblada.
—Espero a que suba al auto, jovencita.
Eso sí me causó gracia.
—¿Por qué?
—Porque así se me ha especificado. Tengo órdenes de trasladarla.
—¿Trasladarme a dónde?
—No se me especificó que debiera revelar esa información, por lo tanto lo omito.
—¿Axer te dijo que me subieras al carro y no me dijeras para dónde me llevas?
—El señor Axer Frey me ordenó llevarla de un punto a otro, y luego de vuelta. No tomaré atribuciones que no me competen, como revelar más de la cuenta.
—No me voy a subir si no me dices a dónde vamos.
—De acuerdo.
El hombre se giró e hizo ademán de abrir la puerta del piloto, pero lo detuve con mis réplicas.
—¿Se va a ir sin más? ¿En serio no me va a explicar nada? ¿Qué hay de sus órdenes?
—Mis órdenes son explícitas y en ningún momento he faltado a ellas.
—Pues yo sigo aquí.
Él rio.
—¿No lo entiende, verdad? El señor Axer Frey presenta una oportunidad ante usted, es su decisión si la toma, o la deja marcharse. No recibirá más aclaratorias de mi parte, salvo que el tiempo es lo único de lo que mi jefe no goza de forma ilimitada, y puedo asegurarle que no va a perderlo en explicarle cada paso que decida dar. Entonces... ¿sube o se queda?
—Espera ahí, voy a llamarlo.
—No podrá.
—Tengo su número, me llamó...
—No es su número, no se moleste.
Eso me estaba irritando más de la cuenta. ¿Qué sabía él? Mejor dicho, ¿cómo sabía? Empezaba a pensar que Axer y yo no estábamos jugando a lo mismo, pero no iba a perder la oportunidad que se presentaba ante mí para tener una pregunta menos.
Así que me subí al maldito carro.
—Axer debe mejorar sus modos —repliqué.
—El señor Axer Frey decide cuáles son "los modos", el resto solo obedecemos.
Me reí, negando con la cabeza.
—No me conoce.
La mirada que me echó el chófer a través del retrovisor me inquietó al punto en que volteé hacia la carretera y me removió en el asiento.
—No tengo necesidad de apostar —oí que murmuraba—, pero daría lo que sea a que es usted quien no tiene ni una idea remota de quién es él.
☆☆
☆☆
Un rato más tarde bajamos en un pequeño edificio de dos plantas con paredes blancas, puertas de vidrio y ventanales amplios con cristal recubierto para que del interior no se viera más que un reflejo plateado, como un panel. Estaba todo impecable, con la firma de Frey's empire en el pequeño recuadro dorado encima de la puerta.
No sabía de ese lugar. Seguro fue un local que alquilaron y remodelaron a su antojo. Pero lo que más me sorprendía era que no hubiese mucho ruido al respecto, como si no le hicieran propaganda.
Al entrar, me introduje en una especie de distopía futurista. Todo era blanco e inmaculado, y eso incluía las batas y los uniformes de cada persona que parecía formar parte del personal de la empresa. Incluso los trajes de las mujeres en la recepción carecían de cualquier otro color.
El lugar estaba predominado por asientos, mostradores, repisas y cualquier tipo de mueble hecho de una especie de cerámica impoluta con diseños curvos y abstractos.
El chófer me condujo a una especie de sala de espera donde las pantallas eran más delgadas y largas que cualquier otro televisor circulando en el país. En esa área, las tiras de luz acomodadas en el techo, a pesar de lo finas que eran, iluminaban más que diez focos industriales.
—¿Qué se supone que haga aquí? —inquirí al sentarme. Aquel lugar me ponía los nervios de punta a pesar de su invocación y atractivo innegable. Puede que se tratara a lo mucho que me recordaba a un hospital.
Pero no podía ser un hospital, no tendría ningún sentido.
—¿Qué debo hacer aquí? —pregunté al chófer quien aguardaba parado junto a mi asiento en completo silencio.
—Es una sala de espera, ¿no? Pues espera.
Eso hice por un rato, hasta que mi teléfono sonó. Era otro número sin registrar, y ya me imaginaba quién era, pero, como siempre, confirmarlo me dejó sin aliento.
Estaba bastante grave si solo escuchar su voz me emocionaba de esa forma.
—¿Y tus lentes, Schrödinger?
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Nota de autor:
Mi hermana me dijo ayer "la monogamia es una fantasía" y supe que sería el nombre perfecto para este capítulo.
Espero que hayan quedado igual de confundidos que Sinaí con esto. Dejen sus sospechas aquí.
Como se darán cuenta, actualicé porque estamos en #viernesdeNerd ♡ ¿Seguimos haciendo de estos viernes? Obviamente que siempre que se pueda dejaré algún capítulo entre semana, sobre todo si siguen comentando tan ansiosos por la historia.
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