20: Yo gané.
Jueves en la tarde,
Axer Frey
Enjuagaba el jabón de sus codos hasta la punta de sus dedos con la vaga sombra de una sonrisa luchando por apoderarse del territorio de sus labios.
Se secó con toallas de papel, reviviendo las jugadas previas en su cabeza como si se tratara de una canción que se puede rebobinar y pausar para aprenderse la letra.
Del aparador de productos cosméticos y de higiene personal ubicado detrás del espejo de su baño, sacó un frasco pequeño. Agregó unas gotas del aromático aceite que contenía a sus manos, y las frotó con lentitud, mientras sus pensamientos transitaban otros momentos ya vividos, esparciendo el líquido, elevando la temperatura de su piel sin que su distracción interrumpiera su ritual.
Salió del baño con la toalla puesta, se vistió omitiendo la camisa, y se sentó al borde de la cama para ponerse sus tibias medias mientras recordaba las piezas negras y cómo se habían manejado con torpeza e inexperiencia en aquel primer juego, para luego ejecutar una maniobra no prevista que solo habría podido edificar alguien que, en definitiva, sabía de ajedrez.
Se sintió ultrajado, lo cual iba en discordancia con la ilógica satisfacción que esto le producía. Comprendió que la contradicción en sus emociones iba aunada a la adrenalina que suponía conseguir un contrincante capaz de ensuciarse las manos por una victoria, alguien que le sumara diversión y un grado más de dificultad.
Sin embargo, Axer todavía no aceptaba su derrota. La sola idea de darle ese nombre al fiasco que pasó le parecía inaceptable.
Tal era su negación, que evitó sentarse a la computadora a escribir un capítulo más de su nueva novela por la que tanto clamaban una actualización, y salió a la sala, buscando en la sección de juegos de mesa hasta encontrar el tablero de cristal con piezas de vidrio.
Lo llevó hasta su habitación, posicionándolo a un lado de su laptop, y se sentó a recrear la jugada paso por paso, tratando de definir la trayectoria de los pensamientos de su oponente, intentando conseguir una brecha para llamar suerte a la victoria de ella.
Se puso sus anteojos, empujando la montura más hacia al puente de su nariz mientras agachaba la cabeza, pensativo, en medio de su análisis visual del tablero ya con las piezas posicionadas en el movimiento previo al jaque mate.
Comprendió todas las posibles formas que habría tenido de evitar ese fin si tan solo hubiese prestado atención a la chica con la que competía, y resignado, hizo el movimiento final de las negras, repitiendo en su cabeza las palabras que no lo dejaban tranquilo.
Jaque mate.
Dejó los lentes en el escritorio y se lanzó a la cama sin dejar de reír con histeria, cubriendo su rostro con ambas manos.
Ella le ganó. No había grietas en su victoria.
Sin embargo, no podía sentirse tranquilo con ese pensamiento. Necesitaba tomar el control que hacía tan poco había perdido.
Con determinación volvió a sentarse frente al tablero, reorganizó las piezas a su posición inicial y reanudó la partida repitiendo uno a uno los movimientos dado durante su declive, frenando justo antes de que las negras dieran el fatídico Jaque Mate. Cambió su jugada original, obligando a las negras a cambiar de táctica, y jugó toda una mano distinta a lo sucedido, acorralando a su rival como debió haber hecho en medio del colegio.
Solo cuando pudo decir Jaque mate a su favor, sintió que la mano que oprimía su pecho relajaba su presión y ya no iba a asfixiarse.
—Gané —pensó en voz alta con un suspiro de alivio.
Todo estaba en orden, ahora sí.
Abrió su laptop, tan apresurado por finiquitar lo que estaba a punto de hacer que descartó por un momento los pensamientos que lo impulsaban a limpiar la superficie de las teclas antes de usarlas.
Encendió la pantalla, y a pesar del frenesí que sentía se tomó un momento para procrastinar. Recordó que había visto en su celular que tenía múltiples mensajes en su buzón de Wattbook. Siempre recibía notificaciones en exceso, más de las que podía revisar sin consagrar su tiempo total a ello, pero los mensajes solían ser excasos. Sus lectores preferían hablarle al DM de Instagram, y él lo prefería así.
Cuando revisó uno o uno los mensajes, su ceño se frunció automáticamente. Su recelo aumentó cuando al inspeccionar los perfiles se dio cuenta de que no solo estaban vacíos, sino que habían sido creados hacía un día, todos al mismo tiempo.
Torció los ojos y respondió a María, la primera que le había escrito.
«No sé qué clase de spam es este, pero no voy a leer tu historia, no me mudaré a una plataforma China ni hago promociones gratis en mi perfil. Linda tarde».
Zanjado aquel asunto, navegó en su computador hasta su correo y redactó una nuevo para Anne, la canadiense de su equipo en el laboratorio.
«Deja todo lo que te he pedido hasta ahora. Olvida eso. Hay un cambio de planes.», y le dio a enviar.
Quiero darles mil quinientas gracias porque el capítulo anterior fue extremamente comentado. Pasé el mejor rato de mi vida riéndome de las cosas que se les ocurren a ustedes. Jajaja gracias por existir ♡
Por último, no se vayan sin dejar su opinión sobre Axer, sobre el capítulo y sus teorías si tienen.
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