6: Volví
¿El edit dice Sina pero es de Axer este capítulo? Por supuesto.
Escuchen Volví de Romeo Santos y Bad Bunny, pero supongamos que es de Sina para Axer. De hecho, hay una parte de la canción que es spoiler de algo que pasará próximamente. Cuando lleguen al capítulo de la fogata en la playa, vuelvan a escuchar la canción y ahí sabrán.
~~
Axer Mi Marido Frey
Sinaí se disponía limpiar el área de trabajo de Sophia, pero la encontró a ella adentro para su sorpresa.
—¿Por qué no estás con tu huésped? —le preguntó.
—¿Qué?
Sophie alzó el rostro de su tarea y al mirar a Sina no dio ni un leve indicio de recordar que tenía a Axer en su misma casa, recién llegado esa misma tarde.
—Ah, Axer —recordó Sophie—. Sí, sí. Imagino que sabe bañarse solo.
A Sinaí le cruzó por la cabeza, apenas un segundo, la idea de Sophie bañando a su futuro marido, y eso hizo que una vena cerca de su ojo palpitase de manera preocupante.
—¿Te dijo que iría a bañarse?
«Cállate, Sina, tu interés le parecerá extraño».
—¿Recuerdas la cena a la que me invitó? —empezó a hablar Sophie sin mirar a Sina, recogiendo los tubos de ensayo y vasos de precipitado que había usado—. Decidimos que sea algo menos formal. Ya que estará aquí el fin de semana, cenaremos como dos roomies normales.
—¿Entonces no es necesario que les ponga velas a la mesa?
Sophie rio.
—No creo que a ninguno de los dos nos vayan las velas de todos modos. Solo está pendiente por si hace falta vino, ¿sí?
«Inhala y exhala, Sinaí. Inhala y exhala».
—De acuerdo.
Sinaí se dispuso a salir del lugar pero cambió de opinión casi de inmediato. Regresó, con una leve sonrisa al ver a Sophie en lo que le apasionaba, e hizo la pregunta que llevaba tiempo rondando en su cabeza.
—¿Qué haces aquí, Sophia?
Ella se detuvo y alzó la vista hacia su asistente.
—Tienes razón, debería estar bañándome pero no puedo dejar esto...
—No en esta habitación. En la isla.
—Estoy becada por Frey's empire. Ellos financian mi tesis si colaboro con los proyectos de su empresa.
—Sí, eso lo... —Sinaí olvidó si ese detalle se lo había contado Sophie o lo investigó por su cuenta, así que modificó lo que iba a decir—. Entiendo. Solo me pregunto: ¿por qué trabajar en los proyectos de Frey's empire y no independizarte y adelantar los tuyos más allá de tu tesis?
Sophie dejó salir una especie de bufido con ironía. Aunque estaba en un lugar refrigerado, parecía fatigada y extasiada por su trabajo, así que mientras hablaba comenzó a recoger su melena castaña en una coleta.
—Gabi, yo no no tengo un apellido que me preceda. Hago ciencia porque es lo que amo, pero tengo que joderme para ello. La ciencia es costosa. Muy costosa. Sobretodo la buena ciencia. Equipar un laboratorio es una inversión enorme de la que no puedo hacerme cargo, y si quiero hacer mi trabajo bien no puedo trabajar en cualquier lugar con un par de equipos obsoletos. Hacen falta microscopios, centrifugadoras, hay que tener buenos reactivos, insumos médicos, especímenes destinados al estudio de los experimentos... Algunos de estos cuestan miles de dólares por unidad. Necesitaría millones. Millones que no tengo. Millones que me puede proporcionar Frey's empire como beca, además del libre acceso a su laboratorio.
—Pero no quieres ser solo un colaborador en Frey's empire, ¿verdad? Si tuvieras los medios, ¿tendrías un proyecto propio?
—Eso espero. La directora de la organización me tiene mucha fe, siempre me está recomendando a excelentes científicos para que me patrocinen, pero la mayoría piensa en que mi edad y mi género me obliga a pagar una multa para ser tomada en serio. Para eso necesito presentar mi tesis. Si es excelente, no tendré que mostrar las tetas para que la gente quiera invertir en mí.
Sinaí desconocía por completo ese lado de la vida de los prodigios de la organización. Ella solo había visto el punto de vista de Axer, y él, tal cual declaró en su discurso en Mérida, lo había tenido fácil por su situación económica y apellido. No es que eso le quite mérito a su capacidad, simplemente hacia que Sina admirara más a Sophia.
—Entonces... Cuando dediques tu vida a la ciencia, ¿qué harás?
—Espero dedicar mis esfuerzos a la búsqueda y reproducción de anticonceptivos masculinos que acepten en el mercado. Sé que hay algunos, pero no es ni remotamente proporcional a la cantidad de anticonceptivos femeninos que hay, y me gustaría que en algún punto la sociedad dejara de asumir que solo la mujer debe hacer el sacrificio de joderse ingiriendo hormonas para que el tipo de turno se sienta cómodo sin condón y pueda eyacular dentro.
Sinaí sonrió, y decidió que sin importar lo que pudiera pasar entre Axer y Sophie, no la odiaría a ella.
~♟️🖤♟️~
Luego de que Axer se instalara y tomara al menos tres baños consecutivos, bajó a acompañar a Sophia en la cena, tal cual habían acordado.
La cocinera preparó pasticho, así que ambos estaban degustando sus porciones cuando Sophie, por hacer conversación, le dijo a Axer:
—¿Supiste lo de la profesora Lancaster?
—Algo me comentó Veronika... Mi hermana.
Sophie asintió, sabía perfectamente quién era Veronika.
—¿Y qué te dijo?
Axer detuvo sus cubiertos. Con la servilleta de tela, presionó su boca mientras pensaba, sus ojos entornados haciendo un esfuerzo por rememorar.
—Creo recordar que me dijo que era «cachapera».
Sophie escupió su agua al verse atacada por una risa imposible de contener. Lo último que esperaba escuchar de la boca de Axer era esa palabra, y más con su acento.
—¡Axer, no! —aclaró Sophie entre una especie de tos mezclada con risa—. No es cachapera, es «bachaquera».
—¿Qué chert voz'mi es una «bachaquera».
—Ese término lo usan mucho en Venezuela, es informal. Se supone que se refiere a alguien que compra y revende con sobreprecio.
—¿Y por eso despidieron a la Dr. Lancaster?
—Es que parece que le pedía artículos de comida e higiene a sus aspirantes a cambio de puntos y luego los vendía en su negocio.
Axer abrió los ojos con comprensión, aunque luego de eso le surgió una nueva duda.
—Sophie.
—¿Sí?
—¿Qué es una «cachapera»?
Sophia se llevó el dorso de su mano a la boca para disimular el esfuerzo que hacía por no reírse.
—Pregúntale a tu hermana.
Axer asintió, aunque no tenía intenciones de hacer una cosa semejante, y volvió con su cuchillo y tenedor a trocear su pasticho.
—¿Supiste lo de Edward? —dijo Sophie luego de un rato de solo comer.
—¿Que le rechazaron ya dos veces su tesis? No me sorprende. Es el derivado de concentrar tus esfuerzos en perjudicar el trabajo ajeno y no perfeccionar el tuyo.
—Igual a nadie le importa su tesis. Ni la mía. Están todos pendientes de la tuya. Dicen que... —Sophie se mordió la labio antes de continuar, hace tiempo se moría por hacer esa pregunta—. ¿Si te darán el Nobel?
A Axer le brillaron los ojos con algo muy similar al orgullo.
—Eso no lo sé.
—Vamos —insistió ella, incrédula, al detectar un indicio en su rostro—. Algo sabes. ¿Es cierto entonces?
—Es cierto que están interesados en mi exposición y nada más.
—Vaya —silbó Sophie—. Es mucha presión. ¿No estás nervioso?
Si había una respuesta para eso, Sophie tuvo que interpretarla a raíz de la mirada que le lanzó Axer a través de un profundo arco en su ceja.
—Aaron —dijo Sophie señalando a Axer con un tenedor.
Axer frunció el ceño de inmediato.
—¿Qué pasa con él?
—A él se la aprobaron. Tenemos al primer doctor matemático del team.
—Ah, eso. —Axer hizo una pausa para masticar y tragar—. Sí, supe de eso.
—Y hará la habilitación para el doctorado superior. Es extraño, ¿no? Era el holgazán, el único que se daba el lujo de faltar a clases o asistir con resaca...
—No me sorprende. —Axer se encogió de hombros—. No es como si el tiempo se le pudiera acabar pronto, en algo tiene que invertirlo.
—¿A qué te refieres?
Axer bajó el rostro hacia su comida, esperando que no se notara su risa reprimida. Estaba tan acostumbrado a hablar con personas al tanto de la condición de los Jesper que empezaba a ser imprudente al respecto en sus conversaciones casuales.
—No me prestes atención. Decías...
—Que a mí sí me sorprende —siguió Sophie—. Hay personas en la organización que especulan, dicen que tal vez pagó para...
—No creo eso.
—¿Por qué no? Es Aaron.
—Ya. Pero eso es precisamente lo que asumirían de mí, así que doy por hecho que es falso. Además, a Aaron nadie lo obliga a estudiar.
—Tienes razón.
Al cabo de un rato de silencio, para sorpresa de Sophie, fue Axer quien siguió la conversación. Y de la última forma que habría esperado.
—¿Era cierto? ¿Lo de tú y...?
Sophie se puso roja de vergüenza de inmediato.
—¡No! Por supuesto que no. Aaron nunca me ha despertado ni un mal pensamiento.
Axer inclinó la cabeza, como si decidiera dejarlo estar, pero no le creyera.
—¿Qué? —inquirió Sophie.
—Yo te vi.
—¿Besándolo? —bufó ella entre indignada y divertida—. ¿Con qué alucinógeno experimentabas?
—Cerca de él —corrigió Axer, a quien le agradaba de pronto molestar a Sophie.
—¡Solo le presté mis anotaciones!
—Le diste una bofetada delante de toda la clase.
—¡Porque no me las devolvió!
Axer negó con la cabeza ante esa respuesta, pero estaba sonriendo.
—¿Y tú? —interrogó ella.
Y hasta ahí llegó la sonrisa de él.
—¿Yo qué?
—Tú y Aaron —respondió ella con una mirada insinuante—. Hubo rumores.
—Sophia Shannon, eres una arpía, jamás hubo tales.
—¡No podrías reconocer un rumor ni aunque te lo gritaran al oído!
—De acuerdo —cedió Axer—, no me interesan los rumores, y eso tiene una explicación: el noventa por ciento de las veces son invenciones o exageraciones. Así que, aunque existieran, eso no prueba nada.
—Tal vez no los rumores, pero las miradas...
—Estoy considerando levantarme e irme, ¿de acuerdo?
Sophie rio, pero no desistió en su indagatoria.
—Él te comía con los ojos en todo momento...
—Él —enfatizó Axer, serio—. Yo ni siquiera lo toleraba.
—Querrás decir que lo odiabas.
—¿Y?
—Axer, una mirada con odio dice más que la indiferencia. Muchísimo más.
Axer no contestó, ni pretendía seguir la conversación, solo dio unos bocados más al pasticho y luego dijo:
—¿Teorema favorito?
—El teorema Katherine.
Él enarcó una ceja y ella negó con la cabeza con decepción.
—Es el nombre de un libro de John Green, me pareció una broma adecuada.
—No tan adecuada si no la entendí.
—Tu falta de cultura no puedes atribuírmela, ¿okay? —dijo y se puso a pensar en la respuesta correcta a lo dicho por Axer—. A ver... Teorema de incompletitud de Gödel.
—¿Porque demuestra que la verdad es inalcanzable?
Sophie asintió.
—Irónico, ¿no? Poesía en la matemática.
—Filosofía —corrigió Axer. No lo hizo con altanería, simplemente fue una orden natural de su cerebro a sus labios, como la de respirar.
—No intentaba ser literal —se defendió ella alzando los ojos al cielo aprovechando que él no la veía—. Ahora... Nomenclatura favorita y por qué ácido ribonucleico.
Eso le sacó una risa espontánea y divertida a Axer.
—Eso es un cliché, Sophia. Eres más predecible que una ecuación de segundo grado.
—Por consenso, «cliché» es la definición de una fórmula que se repite porque funciona. Un axioma. Así que somos mayoría contra tu mal humor y «ácido ribonucleico» gana como el término más genial en la historia de las nomenclaturas.
—No es mal humor, es pensar por mi cuenta. Sí, «ácido ribonucleico» podría ser una onomatopeya de «genial», no me sorprendería que la RAE lo valide eventualmente, pero es la respuesta por defecto. La dices porque no te has sentado a evaluar todas las opciones.
Sophie se encogió de hombros.
—O porque lo he hecho y sigo pensando que es el término que mejor suena.
—De acuerdo, te creo.
Pero no sonaba a que él le creyera nada. De hecho, parecía al borde de una risa burlona.
—Veamos —siguió ella—, ahora estoy intrigada, ¿cuál es ese nombre o término que, entre todas las opciones evaluadas, ha resultado vencer como el absoluto favorito de Axer Frey?
Él ni siquiera lo pensó.
—Schrödinger.
A Sophie se le borró la sonrisa al escucharle pronunciar eso, pues no era estúpida, entendía el por qué. En especial, entendía que eso significaba que, lo que sea que pasó entre Axer y su ex, era un tema que él no superaba. No la superaba a ella.
Estuvo tentada a preguntarle por esa relación, indagar en qué fue lo que falló, pero prefirió abstenerse.
—¿Como la paradoja o el físico? —siguió ella, solo por hacer una pregunta, mientras escarbaba en su plato.
—Simplemente Schrödinger —respondió él, solemne.
Luego de una pausa, añadió:
—Me gusta cómo suena.
En ese momento, incómoda, Sophie le envió un mensaje a quien ella creía que era Gabriela para que se acercara con el vino.
Cuando Axer vio llegar a Sinaí...
El hilo de sus pensamientos se tensó hasta romperse, sus boca se secó, sus sentidos sus nublaron al punto en que solo sus ojos parecían funcionales. Porque la veía a ella perfectamente.
Tenía una camisa blanca manga larga, abierta por completo y amarrada a la cintura. Debajo llevaba un top negro, pero bien podría haber sido un brasier y no habría diferencia.
Axer pensó que la camisa podría ser suya, pero se regañó al instante. Él no era el único que usaba camisas blancas, nada probaba que esa le perteneciera y, sin embargo, él estaba seguro de que eso era lo que ella pretendía sugerir.
Él quiso girar la vista hacia otro lado, pero se detuvo un segundo de más al notar la falda de colegiala que usaba ella. Era corta, dejaba todo el largo de sus piernas al alcance de una mirada ilícita.
Él siempre había tenido debilidad por sus piernas. Y por supuesto que ella lo sabía.
Cuando Axer alzó la vista, se encontró de impacto con los ojos de Sophia.
La mente de Axer maldijo una y diez veces en su lengua natal. Era obvio que a su compañera no le había pasado por alto el irrespetuoso escaneo que le dedicó a Sinaí.
Tendría que arreglar eso.
Sinaí les sirvió el vino a ambos sin siquiera ver a Axer. Él contuvo la respiración al tenerla cerca y su vista, seria, la mantuvo en su plato. No podía permitirse ningún nuevo gesto delator.
—¿Algo más, Soph? —le preguntó Sinaí a Sophia.
—Así está bien, Gabi, muchas gracias. ¿Te llevas mi plato, por favor?
—¿Ya terminaste? —cuestionó Sina al ver el plato al que todavía le quedaba parte de su porción.
—Sí, estoy bien así.
—Ayer no almorzaste porque desayunaste tarde, no puedes saltarte las cenas también, Sophia. Trabajas demasiado. Necesitas comer.
—Comí suficiente, lo juro —se excusó Sophie con una mano en el pecho a modo de juramento—. Es que la pasta me llena rápido. No es como si me esté acostando sin cenar.
Axer carraspeó en ese momento, lo que hizo a ambas voltearse hacia él, expectantes.
—¿Por qué le das explicaciones? ¿Es tu madre o tu empleada? —inquirió él.
La expresión del rostro de Sophia cambió, pues una sombra de seriedad lo nubló. Ella bajó copa de vino y, aunque se notaba disgustada hasta rozar la molestia, su tono en sus siguientes palabras se mantuvo neutro y respetuoso.
—Escucha, Axer, yo entiendo que estoy aquí gracias a la beca de tu familia, pero ustedes están pagando mi colaboración en sus proyectos, no mi integridad como persona, así que si crees que voy a quedarme callada mientras te portas como un idiota con mi asistente, puedes ir redactando los papeles de mi renuncia, porque con gusto los firmo.
Axer se mostró irritado por sus palabras y terminó de comer en silencio, con el rostro fijo en su plato. Pero, por dentro, sonreía. Había conseguido justo lo que pretendía.
~♟️🖤♟️~
La tarde del día siguiente, Sophia y Axer estaban trabajando juntos en el área confinada de la casa de ella. Axer anotaba su seguimiento sobre las reacciones del cuerpo de una rata muerta a ciertos estímulos cuando Sophie, frustrada, chilló porque su animal murió inmediatamente después de que le inyectara una droga experimental.
—Tal vez se nos fue la mano con la dosis —dijo ella revisando sus apuntes—. Su cerebro no recibe sangre ni oxígeno, la droga en lugar de prevenir causó la muerte cerebral.
—Deja eso, seguimos más tarde —le dijo Axer.
—¿Por qué?
Axer miró en dirección a la puerta así que Sophie hizo lo mismo. Ahí estaba Sinaí, con el almuerzo de Sophia en la mano.
—Pasa —dijo Sophie con una sonrisa—. O busca el tuyo y comemos juntas.
—¿Aquí? —inquirió Sina haciendo un repaso al lugar con una mirada.
—Si no es aquí no voy a comer, y tú misma dijiste que no puedo seguir saltándome las comidas. ¿Traes el de Axer?
—Yo busco el mío —repuso el Frey—. Yo comeré en la sala.
Sinaí puso los ojos en blanco y se dio la vuelta para buscar su almuerzo.
—Leí tu investigación, por cierto —dijo de pronto Axer, como si no tuviera importancia, pero parecía que había estado esperando el momento de comunicarlo.
Sophie abrió mucho los ojos con sorpresa. Aunque ella misma le había pasado el borrador de su tesis, no esperaba que lo leyera tan pronto.
—Vaya, ¿en serio? No estaba... no esperaba... —Ella inspiró profundo, venciendo el nerviosismo e hizo la pregunta que le preocupaba—. ¿Y qué tal?
—Me gusta.
Ella sonrió de oreja a oreja. Tenía la opinión de Axer en mucha estima y había estado muy preocupada de lo que pudiera pensar de su trabajo. Además, él tenía una reputación de ser implacable con sus opiniones, por lo que aunque todos pudiesen valorar sus apreciaciones preferían no solicitarlas.
Cuando ella estuvo a punto de agradecer, él añadió:
—La noto acertada. Es un gran trabajo, Sophie.
En ese momento el rostro de ella se encendió, casi ni pudo verle a la cara por el revoltijo de emociones, empezando por el orgullo y el alivio, que la invadieron.
—Eso viniendo de un científico como tú es... significa mucho. Es decir, tú ya estás graduado, y que creas que mi trabajo está bien...
—«Bien» no fue la palabra que usé. Es acertada tu investigación, pero también es imprecisa.
Sophie inspiró, lento y profundo, mientras con los ojos cerrados buscaba cómo responder a eso.
No se le ocurrió otra cosa más que:
—¿Cómo dijiste?
Axer metió las manos en los bolsillos de su pantalón dejando su bata por fuera. Su aire era relajado, pero su expresión era neutra, como la de un profesor imparcial. No se intimidó por la reacción de Sophie y simplemente dijo:
—Leí todo tu ensayo, una palabra tras otra, y creo que la manera en la que explicas cada término, cada procedimiento, cómo expones tus ideas...
—¿Sí...?
—Es redundante, parece como si te hubiesen dado un mínimo de palabras por cumplir. Haces uso de preámbulos eternos, alargas las frases de una manera que lo vuelve casi... Literatura. Si, es una manera muy aproximada de expresarlo: es como estar leyendo una novela.
—Lo... lo siento... —Sophie empezó a negar con su cabeza y sus manos—. No entiendo lo que intentas decir. ¿Estás insinuando que mi trabajo es ficción?
—No, pero está escrito como si lo fuera.
Sophie rio, cínica, y le dio la espalda a Axer un segundo mientras se agarraba la frente.
—Dime que no llamaste novela a mi tesis.
—De hecho, no lo hice —contestó Axer igual de tranquilo que al comienzo—, fue solo un comentario comparativo adecuado a mi explicación.
—Es decir: exactamente lo mismo —espetó ella a punto de perder los estribos.
—No. ¿Sabes cómo lo llamaría yo? Somnífero —dijo él con un encogimiento de hombros—. No sería de extrañar que me duerma si tengo que leer diez párrafos para que me expliques apenas el nombre del proyecto.
Sophie tragó en seco y cerró los ojos, respirando para no soltar sin filtro todo lo que pensaba en ese momento.
«Tú le pediste opinión», se recordó ella.
—¿Y qué me sugieres hacer? —siguió ella con una sonrisa hipócrita.
—¿Yo? —cuestionó Axer con una ceja arqueada—. Nada. No voy a sugerir ni una coma. Al final solo soy un hombre blanco cis género y primermundista.
—Okay —atajó ella, señalándolo—, hace un segundo estaba llevando lo mejor posible el hecho de que seas tan tiránico como mi trabajo, pero ahora estoy considerando participar en este intercambio de insultos.
—No te he insultado.
—Me estás llamando feminazi.
Axer se quitó los lentes un segundo para masajear el puente de su nariz y decir:
—Era justo este rumbo de la conversación el que quería poder evitar.
—¿Insinuando que soy feminazi?
Axer suspiró.
—No haré ninguna declaración al respecto.
—¿Por qué? —insistió Sophie.
—Porque todo lo que diga podrías usarlo en mi contra.
—O sea que sí me consideras feminazi.
—¿Ves? No puedo ni parpadear sin que lo tergiverses.
—Solo responde.
—No —respondió Axer con firmeza—, no creo que seas «feminazi» ni creo que sea una palabra adecuada para describir a absolutamente nadie.
—¿Y por qué el chiste de hace un rato?
—No era un chiste.
—O sea que sí crees que de alguna forma mi feminismo es exagerado.
—Es que conozco tus argumentos, es todo.
—¿Qué argumentos? —insistió Sophia.
En ese momento, ambos estaban tan enfrascados en su discusión que ninguno notó a Sinaí que volvía con su almuerzo.
—Lo que dije —contestó Axer—: un hombre en mi situación no puede comentar sobre el trabajo de una mujer en la tuya.
—¿En la mía? ¿Cuál es mi situación? —Sophie negó rápidamente antes de que Axer pudiera decir nada—. No respondas. Y te equivocas, creo que un hombre «en tu posición» no puede opinar sobre el estado de ánimo de una mujer durante su ciclo menstrual, o sobre las decisiones que tome con respecto a su cuerpo, pero claramente esta es una situación sobre la que no argumentaría la ridiculez que dijiste hace un rato. Estás en una posición en la que claramente puedes comentar sobre mi trabajo, primero porque eres superior en el área dado que ya te has graduado, luego porque yo misma te pasé el maldito documento, y finalizando porque estamos trabajando juntos ahora. Pero imagino que era más fácil pasar por toda esta discusión porque tu ego no supera lo que te dije en la mesa.
—No tiene nada que ver con eso.
—Voy a actuar como si te creyera —zanjó Sophie y respiró fuerte antes de continuar—. Ahora, repito: ¿qué crees que debería mejorar en mi tesis?
Axer asintió, y se dispuso a decir sin filtro todo lo que pensaba.
—Yo le quitaría unas siete mil palabras, pero es una cuestión de subjetividad. ¿Sabes qué sí creo que deberías hacer? Dejar de temer. Todos esos divagues de diez líneas para evitar ser concreta con un tema me dice que te preocupa que al ser demasiado directa no se te note lo suficientemente intelectual. Eso es estúpido. Buscas aprobación. Y está bien, tu trabajo debe ser evaluado, pero no adulado. Confía un poco más en tus hallazgos. Es bueno. La investigación se sustenta a sí misma lo suficiente como para que no tengas que adornarla. Yo te aprobaría, pero no con el trabajo tal cómo está. No le confiaría a nadie el futuro de la ciencia cuando claramente esa persona no confía en su propia capacidad.
Ella se mordió la boca para no responder.
—Si no quieres decirle debe ser algo muy malo lo que estás pensando —señaló Axer alzando una ceja.
—No —dijo Sophie con un suspiro—. Admito que no es mi situación favorita que una persona contemporánea a mi edad destruya mi trabajo, no concibo del todo que te hayas graduado a los dieciocho...
—Diecisiete. Me hice biólogo a los diecisiete.
—Lo que sea. No te culpo por hacer lo que yo te pedí: emitir tu opinión. Pero tampoco me culpes por reconocer que eres altamente insoportable cuando de ciencia se trata.
Axer se encogió de hombros, y aunque él no parecía notarla, Sinaí lo veía casi babeando. A ella le daba lo insoportable que pudiera ser, Axer jamás le había parecido tan sexy como cuando hacía alarde, sin pretender fanfarronear, de su sensual intelecto.
—Si me interesaran las opiniones de los demás acerca de mi manera de emitir mi crítica —dijo Axer—, o en lo más mínimo me interesara el crecimiento académico de otro, estudiaría para ser profesor, y no médico.
—Oh, gracias al maldito cielo no quieres ser nada parecido a un profesor. Tendríamos un suicidio colectivo en cada academia en la que te corresponda enseñar.
Axer lo tomó como un cumplido, y Sina notó la manera en que una de las comisuras de sus labios se ladeaba hacia arriba. Ella, aunque sonara masoquista, sí hubiese querido a Axer como profesor solo por verlo a diario en ese mood.
Pero ese gesto, esa casi sonrisa, se borró de Axer apenas este vio a Sophie metiendo las manos en su portafolios.
—¿Qué...?
Ella alzó la vista hacia él, solo los ojos, pues sus manos no detuvieron su cometido.
—Busco tu investigación.
—¿Por qué? No, Sophie, deja eso.
—¿Qué pasa? —inquirió ella, visiblemente confundida por el comportamiento de Axer—. No haré nada, solo lo quiero leer. Tú leíste mi trabajo.
—En serio, no to...
—¿Cuál es tu problema?
—Estoy hablando en serio...
—¿Por qué te alteras? Yo solo...
—¡Sophia! —llamó Sinaí casi en un grito.
La susodicha volteó hacia su asistente, el ceño fruncido por la manera en la que le habló.
—¿No ves que tu compañero está al borde de un ataque? —exhortó Sinaí, roja, mientras su mano señalaba a Axer.
—¿Pero yo qué mierda estoy haciendo?
—Estás tocando su trabajo —explicó Sinaí—. Sin guantes.
Sophia abrió la boca y pasó la mirada de Axer hacia su asistente. Como su compañero no negó lo que dijo la presunta Gabi, Sophie acabó por soltar el portafolios y salir de inmediato de la habitación.
Entonces Sinaí y Axer cruzaron sus miradas. Ella estaba todavía roja, apenas recuperando la respiración, y él anonadado, como si lo que acabara de pasar fuera un torbellino que desordenó sus ideas.
Ninguno dijo nada, al menos por un minuto, hasta que Sinaí se dispuso a salir. Pero, al llegar a la puerta, se volvió y le dijo a Axer:
—Tendré que hacerle un manual de cómo tratarte.
~~~
Nota:
Sé que en este capítulo capaz Axer no les parezca atractivo porque no está haciendo nada hot, pero este es sin duda de mis favoritos. Conocemos cómo es nuestro Frey en su idea de una conversación casual con una colega. Cómo es en su ambiente de trabajo y su mood de prodigio. Y yo lo amo, porque su cerebro me prende más que su bisturí.
Y weno, ¿qué les parece Sophia? Por favor no la insulten, ella no ha hecho nada malo. Entiendo que desconfíen pero la desconfianza no es razón para insultar, denle el beneficio de la duda.
¿Cómo van esas esperanzas Sinaxer?
Pd: capítulo dedicado a estas personitas de abajo porque sus iconos y usuarios hacen referencia a Nerd y siempre andan comentando por aquí:
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