39: Anillos de esmeralda

Axer y Sinaí eran la noticia del momento. El apellido Frey era lo mas buscado en Google, la tendencia principal en todas las plataformas.

La tesis de Axer, ya aprobada y solo a esperas de su exposición, estaba en el foco del Nobel; Viktor esperaba un nuevo hijo, suceso que creaba controversia con lo que antes se daba por hecho, como quien sería al final su tan afortunado heredero. Pero los medios, y todos sus consumidores en general, solo querían saber de Sinaí.

Sinaí Nazareth Ferreira Borges era el equivalente a Meghan en la monarquía británica, o a Georgina en la vida de Cristiano Ronaldo.

Sinaí hizo que todas las mujeres de clase media, estudiantes o trabajadoras, todas las fangirls del universo, toda niña que alguna vez miró la fotografía de un Frey, todas tuvieran algo en común: el deseo de ser ella.

Una plebeya que sale de la miseria para casarse con un príncipe heredero y pasa a vivir en un palacio lleno de lujos, augurando una boda de ensueños.

Muchos stalkers en internet hicieron una profunda labor en diseccionar la vida de Sinaí hasta crear un análisis aproximado —perturbador en lo bien documentados que solían estar— sobre su era pre y post Frey desde su cambio de imagen al viaje a Mérida, su máster en España o el impulso de su carrera luego de la compra de la editorial, hasta el más exhaustivo análisis de sus outfits para volverlos una tendencia de moda.

Todas querían vestir de negro, los lentes ya no eran tema del cual acomplejarse, y todas querían teñirse del mismo tono de azul intenso. Incluso sus maquillajes crearon la tendencia chess queen make-up que todas las influencers del momento no tardaron en viralizar.

YouTube estaba colapsado por videos de veinte a cuarenta minutos contando lo que ellos creían su historia, relatando a detalle cambios significativos en el estilo de vida de Sinaí desde aquel partido de ajedrez del que muchos de sus excompañeros de clases testificaron.

En honor al ajedrez como medio conector en su cuento de amor con Axer Viktorovich Frey y haciendo mención a su nueva posición casi aristocrática al ser la prometida de un heredero multimillonario, la apodaron la primera dama negra.

Eso la volvió más que noticia, más que un modelo a seguir, la volvió una figura pública de la que todos querían estar enterados.

Y Sinaí tenía que acceder en silencio a esa invasión a su privacidad.

Viktor Frey había sido claro al respecto: darían una única entrevista y cerrarían el tema, pero seria una tan sustanciosa como para saciar a los consumidores hasta la boda y ganarse la opinión pública.

Pero no podían ir a dicha entrevista sin el maldito anillo.

Axer entró al camerino donde maquillaban a su prometida para la entrevista.

La coleta alta en ese efecto tan pulcro la hacía lucir sofisticada, su atuendo era una especie de abrigo negro diseñado a modo de vestido corto con una cintura ajustada por una cinta del mismo material, con botas altas y guantes que perpetuaban el estilo monocromático y a la vez la distinguían de manera positiva.

Hacia un match perfecto con su papel de nueva rica.

Axer despidió a los maquillistas y estilistas para estar a solas con su prometida.

Se plantó frente a ella, y la miró con la misma emotividad que se tiene al mirar una roca.

—En serio no te ves nada desfavorable —le dijo con sus manos en los bolsillos de su blazer y la mirada en otro lado.

—En serio valoro tu esfuerzo por decir un cumplido normal, Vik.

Ella empezó a hablar de alguna especie de estrategia que había maquinado, de su investigación al respecto de entrevistas de ese tipo para estar preparada para lo que seguía, pero Axer estaba tan ensimismado que no solo no escuchó una palabra, sino que la interrumpió diciendo:

—¿Podrías levantarte?

Sinaí alzó una de sus cejas hasta que formó un arco muy pronunciado.

—¿Solo así? ¿No me lo vas a exigir mientras me tomas por el brazo y me "anuncias" lo que haré sin objetar a continuación?

Axer ignoró sus palabras para entregarle una cajita del color de su propio atuendo: blanco.

—¿Conseguiste el anillo sin mí?

Sinaí se levantó casi de un salto. Estaba tan absorta por la curiosidad que abrió el cofre casi sin pensarlo. Al ver su contenido, la curiosidad se abrió paso ante la sorpresa. Ella no podía creer lo que veía. 

—Axer...

—¿Me permites?

Tomó su mano con delicadeza. ¿Ella siempre había sido así? Sus dedos se veían gráciles con esos guantes, su gesto muy meditado en su elegancia. La pareció que sostenía para sí la mano más importante y la única que quería tocar por el resto de su vida.

Sacó el anillo de su funda; una argolla delgada con una esmeralda emulando la forma popular de un diamante común.

—Esto no es falso, Nazareth. No hago esto porque necesite de algún rating, porque alguien me lo aconseje o tenga una estrategia detrás —dijo al deslizar el anillo en su dedo enguantado—. Sé que siempre actuamos con jugadas, que solemos fingir estar fingiendo al respecto de todo lo que nos relaciona, pero este anillo no es falso. Solo tú y yo entendemos el valor que tiene. Mandé a hacer esta réplica del que llevo conmigo, pero en una versión personalizada para ser perenne en tu mano, como espero sea nuestro matrimonio.

—No sé qué decir...

—No tienes que decir nada, bonita. O tal vez... —Su mano en el rostro de Sinaí fue el contacto que acabó con su propia racha inexpresiva. Acababa de colisionar el volcán de sus emociones con el huracán que eran las de ellas—. Di que haremos esto funcionar. Di que seguirás confundiendo los términos de la comida gourmet, y aún así me dejarás consentirte con ella, di que reirás con ternura de mis intentos de adaptarme a ti, en lugar de burlarte, que me harás un nuevo pastel de cumpleaños y te comerás la parte del centro que me corresponde cuando nadie esté observando, y que jugaremos al ajedrez como disciplina, e inculcaremos este hábito a los dos hijos que estoy dispuesto a ceder de tu fantasía de siete. Solo di que... ¿Quieres ser mi esposa, Sinaí Nazareth? ¿Quieres ser realmente mi prometida, y no solo fingir que lo eres por algún acuerdo? Si esto es real, lo haremos de la manera correcta; si no lo es... buscaremos otro modo de ponerte a salvo.

Bud' spokoyen. Konechno, ya khochu zhenit'sya na tebe —dijo ella antes de lanzarse a besarlo al borde de las lágrimas.

Al salir juntos del camerino, el director de fotografía estaba acomodando el set para la sesión de fotos post entrevista. Axer se paró detrás de Sinaí y la rodeó con ambos brazos mientras enlazaban los dedos. Ella ladeó su rostro y lo miró encantada, dándole la oportunidad para que este besara su frente.

Su futuro esposo.

Ella se alzó de puntillas para dejar un beso en los labios de él.

—¿Me estás besando solo porque hay cámaras presentes? —preguntó ella con picardía para molestarlo.

Axer descendió sus labios al oído de ella para contestar:

—Imagina lo que haré cuando nadie este mirando.

—¿Señor Frey?

Ambos voltearon a atender la voz que los interrumpía.

—Soy Pamela Eeton, editora encargada de este artículo y quien llevará la entrevista junto a mi compañero...

EL susodicho extendió a la vez su mano a la feliz pareja.

—Archie Burton. Soy el encargado de que haya jugo, chisme. Mi compañera siempre trata de ser muy políticamente correcta, y eso no vende.

—No le presten atención, yo soy quien conduce esto y no dejaré que se le vaya la mano.

Sinaí sonrió con incomodidad. No olvidaba que eran los mismos medios que la habían llamado "plebeya de la industria" y tantas otras cosas.

La mujer los condujo a ambos a sus asientos entre una mesita, donde un equipo arregló los micrófonos en su ropa y les indicó hacia dónde debían mirar. Sina no entendió eso, ya que el señor Frey fue muy explícito con eso de que estaba terminantemente prohibido aceptar cualquier entrevista en vivo. Decentemente expresó que estaba seguro de que su yerna metería la pata de un modo que no se podría arreglar si no ponían entre ella y el internet unos grandes minutos de retraso para editar su discurso.

Al parecer la entrevistadora pudo notar su reticencia, porque dijo:

—Los micrófonos y las cámaras son solo para documentar la entrevista y usar los clips para algo de promoción audiovisual en redes. No publicaremos la entrevista completa ni mucho menos antes de pasar por el proceso de edición.

Sina asintió más tranquila entonces.

—Empecemos por establecer que no serás llamada señora Frey o la mujer de, a menos que nos lo pidas expresamente —explicó Pamela contribuyendo en la sonrisa que ya empezaba a formarse en Sinaí—. No queremos minimizarte y en nuestro trabajo de investigación hemos notado que eres editora, dueña de tu propia editorial. Supongo que el nombre de Sinaí Borges ya es suficiente en sí mismo.

Ella sonrió muy esperanzada. Ya no le pintaba tan mal la situación.

—Aunque no hay que dejar de lado los hechos por embellecer nada —repuso Archie mientras abría una libreta de notas—, si eres la mujer de, ¿qué daño hace repetirlo?

—Tiene un nombre, Archie.

—Nombre que le ha dado su marido luego de comprarle una editorial.

Ya no había sonrisas. Sinaí aclaró su garganta para llamar la atención del dueto.

—De hecho, mi nombre me lo dio mi madre. Clariana Borges, por si quieren citar eso.

—Algo más literal de lo que cabría suponer —repuso el tal Archie cruzando sus piernas.

—Disculpe, no entiendo a lo que se refiere.

—Usted era Sinaí Ferreira hasta llegar a la isla, ¿no es así?

Sima frunció el seño, preguntándose a dónde quería llegar el entrevistador con eso.

—No, de hecho. Antes ya había cambiado mi apellido. Verá en mi máster que así es.

—Un cambio muy conveniente para la futura boda, ¿no?

—¿A qué se refiere con...?

Axer puso la mano sobre la rodilla de su prometida y la miró con una de esas sonrisas que apaciguan. Se inclinó para besar su mejilla con delicados roces, y ahí, sin apenas mover sus labios, susurró:

—Estás a la defensiva. No puede sonar a que ocultas algo.

—Pero...

Un último beso de Axer dio fin a la discusión.

Sinaí se enderezó en su asiento. Al recobrar el control de sí, dijo:

—Hacía años que no me identificaba como Ferreira, solo era cuestión de tiempo para que dejara ir por completo ese apellido.

—Se refiere a que no quería ser vinculada con este y tal vez los... escándalos que acarreaba.

—Era un asunto familiar. Muchas personas pasan por una separación, esto no tiene por qué ser un escándalo a menos que sigamos en el siglo XVIII.

—Archie —interrumpió la editora poniendo una mano amigable sobre el hombro de su colega—, tal vez sería mejor dejar para después...

—No significaría un escándalo para usted, según demuestra —continuó este de todos modos—, pero tal vez lo era para las personas que sugirieron cambiar su apellido antes de aceptarla en su familia.

Para entonces Sinaí ya tenía la boca abierta sin poder creer lo que oía.

—Nadie hizo tales sugerencias, fue una decisión personal.

—¿No le molestaba a los Frey ser relacionados con el o los escándalos en los que estaba relacionado su padre, el señor Ferreira?

Sinaí tragó en seco. Axer puso una mano sobre su rodilla y escogió esa batalla para sí mismo.

—Esta no es una pregunta que pueda responder mi prometida, ya que pese a sus muchas cualidades por desgracia no incluye entre ellas la adivinación y no conoce lo que puede pensar cualquier otra persona. Si le preocupa las opiniones de mi familia, sepa que no debería ser así, dado que mi interés siempre fue casarme con Sinaí y no con su padre, nos tiene sin cuidado lo que este haya sido.

—Entonces le hablo directamente a usted, señor Frey —dijo Archie con una sonrisa muy alentada—. ¿Nunca dudó, incluso ahora? ¿No le preocupa el pasado no tan lejano de su futura esposa? ¿O que su exnovio sea a la vez un asesino? Y el asesino de nadie menos que su propio padre... Entre todas las personas que podría haber asesinado, ¿no? Y escogió a su suegro. ¿No le parece sospechoso? ¿No cree que su amada pudiera tener algo que ver, una complicidad en...?

—Accedimos a una entrevista sobre nuestra relación, no a un juicio contra quien será mi esposa.

Una mujer del servicio se acercó a la pareja entrevistada con unas tazas de café para cada uno y unas galletas en bandeja.

Ni siquiera por eso Archie aceptó una pausa.

—Pero no negará que...

—Si piensa publicar sus especulaciones, adelante —dijo Axer imponiéndose a lo que sea que quisiera decir Archie—. No seré yo quien le robe sus minutos de fama, pero será todo lo que conseguirá de mí, pues nos iremos sin decir una palabra más.

—Le recuerdo que firmaron un contrato.

—Voy a romper más que un sukin syn contrato si no empieza a tratar con respeto a mi esposa.

Tal había sido el exabrupto en la voz de Axer Frey, que la mujer del servicio dejó caer el café que le tendía con todo y la bandeja.

Todavía limpiaba, en medio de un silencio sepulcral, cuando Archie respondió:

—Sí, señor Frey.

Al darse cuenta Sinaí de lo incómodo que se había vuelto todo por no haber sabido manejar la entrevista, decidió facilitarle las cosas a Axer en adelante afrontando el interrogatorio como una plática, en lo que tan buena solía ser.

Axer permanecía absorto por la explosión momentánea, firme para no dar su brazo a torcer, así que al sentir la mano de Sinaí uniéndose a la suya, no hizo gestos que le debilitaran, sino al contrario, la aceptó como un símbolo de la fortaleza del vínculo entre ambos.

—Entonces, vamos por el principio -retomó la editora sobrellevando la tensión—. ¿Cómo se conocieron?

Una fácil, pensó Sinaí, si no se tiene en cuenta que se conocieron no por obra de la casualidad, sino como consecuencia de una persecución y estudio del que Axer se apropió pese a la enemistad que acarrearía con su hermana.

Maldijo para sus adentros. Claramente no habría preguntas fáciles.

—Coincidimos en la secundaria —contestó Axer.

Pero eso no tenía sustancia. Sinaí acababa de perder una partida contra sus entrevistadores, pero eso no era una desventaja. El señor Frey, aunque en medio de una pasiva amenaza, le enseñó que se aprende mas de las derrotas que de las victorias.

A esas alturas, ya Sinaí entendía el juego. Tenía que darles algo de que hablar, para que no hicieran las preguntas que no estaban dispuestos a responder.

—Eso es algo vago, cariño —intervino Sinaí en medio de una risita—. ¿Te da vergüenza que sepan el momento exacto en el que... "coincidimos"?

Axer la miró una vez, y fue todo lo que hizo falta. Entendió el juego de inmediato.

—No sé de qué me hablas.

—¿Entonces les cuento yo?

—¡Por supuesto! —soltó Archie—. ¿Cuál es ese detalle que el brillante y joven Frey se empeña en olvidar?

—No era muy brillante entonces —dijo Sina entre risas.

—Eso lo dice la chica que fue a reparar todas las materias en su último año.

—Eso ocurrió únicamente porque estaba distraída fornicando contigo, Frey. De no haber sido brillante, habría reprobado los doce exámenes casi simultáneos que tuve que cursar para graduarme.

—Woh... —dijo la editora, mientras Archie solo se meaba de la risa.

—Eso es falso, por cierto -dijo Axer en dirección a los entrevistadores—. Nunca fornicamos. Estoy guardando mi virtud para la luna de miel.

—Supongo que también dirás que es falso que te gané ese primer día, ¿me equivoco?

—Técnicamente yo gané —murmuró Axer entre dientes como si conjurara magia negra.

—¿De qué hablamos? —preguntó Archie consultando sus notas.

—Axer y yo nos conocimos en secundaria, sí, pero no en clases. El cursaba en una sección inaccesible para mí. De hecho, es muy probable que el muy genio jamás hubiera notado mi existencia de no ser por el partido de ajedrez de esa tarde en el que no solo me ofrecí voluntaria para jugar contra él, sino que le vencí.

—Aceptaste la revancha, la cual gané. No está bien que digas que ganaste tú porque no es así.

—Como digas, cariño —dijo ella acariciando la mano de el con la suya—. El caso es que, si él no se hubiera obsesionado con ganarme en alguna cosa entonces, no estaríamos aquí.

—Un enemies to lovers —dijo la editora—, por si ya no los amaban suficiente nuestros lectores.

—Yo no diría tanto... enemies —repuso Sinaí todavía buscando orientar la narrativa—. Hubo una atracción innegable desde el primer momento. Y vaya que la negamos, pero se volvía más fuerte incluso que nuestras propias voluntades.

—¿Por qué? Y esto se lo pregunto a usted, señor Frey. Creo que no es exagerar decir que había miles de chicas dispuestas a ser lo que sea que usted quisiera de ellas, ¿por qué escoger a una... no digamos normal, pero sí... promedio?

—Porque era la única dispuesta a ganarme.

Eso no había sido un truco, Axer no había tenido que fingir, y aunque Sinaí no tenia forma de saberlo a ciencia cierta, así lo sintió. Es el motivo de que acabara cabizbaja, mordiendo su labio para acallar una sonrisa.

La editora asintió, anoto algunas cosas y volvió al interrogatorio.

—Entiendo la historia de cómo se conocieron, lo que no me termina de cerrar es: ¿Qué hacía Axer Frey en una secundaria de tan poco prestigio, que bien podría ser nulo, mientras en simultaneo buscaba un doctorado en su carrera científica? Según los cálculos de algunos internautas, ya tenías un título en medicina para entonces, y tu familia ya había dejado caer algo de información sobre lo que sería tu proyecto de cierre en tu doctorado, creando la expectativa que hoy te posiciona como uno de los más fuertes aspirantes al premio Nobel. Esto crea una incongruencia en tu aparición en esa escuela secundaria.

La mano de Sinaí cayó de los dedos de Axer sin siquiera notarlo. Empezó a retorcer sus dedos a través del guante, demasiado sobrecogida como para pensar en nada más que disimularlo. Era una situación problemática para la que no tenía plan alguno; pero Axer reaccionó con el mismo narcicismo que lo había llevado a esa posición en primer lugar, como si hubiese anticipado la pregunta.

—Mi matriculación en aquella escuela era un proyecto social con el fin de reunir métricas de factor humano para mi trabajo de investigación. Carecía de estos conocimientos al no haber tenido una educación habitual ni experimentar la etapa de la secundaria como otros adolescentes...

Axer aceptó la nueva taza de café con galantería, demostró tanta comodidad que le guiñó un ojo a la mujer del servicio en agradecimiento.

"Ah, para eso sí eres un experto social, ¿no?" —dijo una vocecita en Sinaí, pero ella la asesinó al tiempo que sonreía amable. Aquello solo eran apariencias.

—Una vez decidí hacer esto —retomó Axer luego de un sorbo a su café—, quise agregar un segundo factor de estudio; mis privilegios me habían impedido entender cualquier situación que escapase de mi burbuja, así que no solo quise volver a cursar la secundaria para entender el sistema educativo estándar, sino hacerlo en una institución pública.

—Y tercermundista —agregó Archie no carente de una insinuación apenas disimulada.

—¿Venezuela se considera tercer mundo? —comentó Sinaí con el mejor de los ánimos.

—Teníamos entendido que era usted una especie de... Nerd. Un mínimo de cultura le pido yo a alguien con ese título.

Aunque a Axer este comentario le cayó tan mal como para apretar todos sus dedos en un puño, Sinaí se lo tomó con el mejor humor posible, respondiendo tranquila y hasta animada a entrar en un tipo de confianza más satírica.

—Pues yo no hablaría de Venezuela como un país ni del tercer mundo —bromeó Sinaí—. Yo diría que es más del inframundo. Ni el GPS saben usar la mayoría de los taxistas.

—Perdona... —intervino la editora—. Tal vez preferiría editar eso. No conviene publicar comentarios que puedan ser considerados xenófobos.

—¿Cuenta como xenofobia cuando es una clara broma de un venezolano acerca de su propio país?

—Mejor no arriesgarnos.

"Pero cuando el gringo imbécil, y hombre para rematar, comenta con el mismo puto trasfondo xenófobo, a ese no hay que censurarlo" —maldijo Sina para sus adentros mientras por fuera sonreía.

—¿Por qué apresurar la boda, están en espera de un mini Frey?

—¿Apresurar? —bufó Sina—. Yo diría que hemos esperado bastante.

—Además, ya aclaré que sigo guardando mi virtud —agregó Axer.

—Pero, ¿no es mas prudente esperar? Dado el misterioso ataque a Frey's empire.

Axer tenía su respuesta ensayada.

—El inconveniente está controlado, nuestras pasiones no. Estamos deseando casarnos cuanto antes y eso haremos. Sinaí ha demostrado ser una Frey en todo, solo le falta el apellido.

—¿Dices que el inconveniente está controlado? Hay quienes murmuran que fue una treta del señor Frey para estafar al seguro...

—Hay quienes murmuran que la Tierra es plana y el aire de Marte es caliente.

—Solo nos ha parecido tan repentino y poco creíble por el desenlace del ataque, tal vez si nos dieran más información.

—En ese caso el interrogado debería ser mi padre, ¿no le parece?

—Tiene razón. Tomaremos un pequeño receso, no tardamos.

Así se apartaron solo un poco los entrevistadores para beber agua y ponerse de acuerdo en algunas cosas, dejando sola a la pareja.

Para contribuir a la imagen de enamorados en el set, Sinaí picó un pedazo de su galleta y se lo llevó muy cerca a los labios a Axer.

Él ni lo miró. Concentrado en el frente, dijo:

—No.

Eso fue automático.

Lo que por supuesto, hizo enojar a la señorita reina de su tablero.

—Come, cariño —dijo ella por si los oían todavía—. La guardé para ti.

—De habérmela guardado no estaría mordida —repuso este entre dientes.

—Vik, es un pedazo de galleta, no un caramelo que me saqué de la boca.

Axer la miró con severidad.

—No es momento, Nazareth.

—¿Eres mi padre, ahora?

—¿Por no aceptar un fragmento de una galleta? Denúnciame por maltrato doméstico.

—Nos están mirando.

—No lo harían si no tuvieras la galleta pegada a mi mejilla.

—¿Qué problema tiene la galleta? Te comiste la tuya.

—La mía no tenía rastros de tu labial.

—Axer, por el amor a Benito Frey, me has escupido la boca, comete la puta galleta o...

Así ocurrió, a medias. Axer le arrancó la galleta de los dedos a Sinaí, mordiendo uno de estos en un supuesto accidente.

Sina no quiso gritar, pero por su mirada parecía estar planeando ya su viudez.

—Vaya matrimonio el que tendremos si ya empiezan los problemas maritales —se quejó ella sacudiendo su mano.

Los entrevistadores estaban regresando en su dirección por lo que no podrían prolongar la pelea, y fue el momento que Axer aprovechó para sentenciarla a su favor.

—Como se te ocurra ponerle Benito a un hijo nuestro te asesino con él, Nazareth.

—¿Listos para retomar? —preguntó la editora.

—Sin duda —respondió Axer.

—¿Podrías repetirnos qué edades tenían al conocerse? Ese detalle no lo anotamos.

Ambos captaran al momento a qué venía la pregunta.

—Es porque jamás se los dijimos —recondujo Axer.

—Pero ella era todavía menor de edad cuando empezaron su relación, ¿no?

—Tal vez al cruzarnos un par de veces, pero no al estar relacionados de ninguna forma.

—Entiendo, en serio —atajó Archie—. Aquí todos somos grandecitos. Dirás que no habían follado antes de que ella se hiciera legal, es lo que pasa siempre.

—Diré la verdad, y fue la que ya dije.

—Sí, pero ya tenías intenciones en una menor...

—Intención de matarme, tal vez. ¿Ya no habíamos pasado la etapa del juicio? —dijo Sinaí—. Axer no ejerció ningún tipo de poder sobre mii que me coaccionara a nada. Yo era una adulta capaz de tomar mis propias decisiones cuando empezamos a salir. De hecho, Axer era un estudiante más. Hablan como si estuviera a punto de casarme con mi profesor de física.

—Pero podría haberlo sido, ¿no? Tenía los títulos necesarios para ser educador. No estaban en las mismas etapas lo que te hacia vulnerable a su mente superior de dudosas intenciones...

Axer estaba tan frio, mirando fijamente al entrevistador, que Sinaí temió por la vida de este.

O las, porque no parecía tener ganas de asesinarlo una sola vez.

—Tiene los títulos para ser un prodigio, no un educador —debatió Sina—. Axer no está en la misma etapa de ninguna persona, ni siquiera las de su edad. ¿Cuántos doctorados tenías tú? ¿Cuántos tienes ahora? Tal vez con uno estés legalmente capacitado para salir con él, ¿es lo que dices?

—Niña...

—Sinaí, y por usted prefiero ser llamada señorita Borges. Hasta que me case, al menos.

—Solo digo lo que todos piensan. Él era un profesional y tú... una estudiante ingenua.

Sinaí quería escupirle en la cara al tipo. Ella sabía que la historia de ambos era mas que problemática; de hecho, sí era ilegal —aunque no por las edades ni la falta de consenso sino en otros sentidos que seguían siendo un secreto—. A ella le gustaba la locura que vivían, porque la había perseguido ella, porque Axer no había sido el primero en obsesionarse, ni el que más lejos llegó por ello. Pero eso era mutuo, y personal. No podía explicar los detalles a la prensa sin terminar en una celda. No estaba preparada para intentar vender su romance como algo ideal y políticamente correcto.

—Ya iba a graduarme —fue lo que se le ocurrió decir.

—No te excuses —dijo Axer en voz alta, pero sereno—. Jamás vas a convencer a quienes ya se han formado un juicio. Si un crimen se cometió, que me arresten ahora, sino, esta es mi verdad y lo último que diré ante el tema. Lo creerán quienes quieran hacerlo, los demás que sigan desvelándose en busca de conspiraciones que no alimentaré: conocí a Sinaí Nazareth en un partido de ajedrez en nuestro último año. Nuestra rivalidad comenzó entonces, nuestra relación algo después. Ella era una adulta, lo suficiente para firmar un contrato, no digamos ya para consentir. Incluso tras tener la bendición de su madre no he interferido en su crecimiento personal ni profesional. No es hasta que estamos ambos establecidos, ella con una carrera y una empresa propia, que decido pasar el resto de mi vida con quien ha sido hasta ahora mi primera vez en todo lo que importa. Ella será mi esposa porque así lo consintió.

—Bien... Hablando de la bendición de padres, hay algunas fotos de tu padre cuando hiciste la propuesta y a ciertas personas les ha dado la impresión de que no esta muy de acuerdo con esta unión.

—¿Le parece Viktor Frey alguien que recibiría en su casa una yerna a la cual no apruebe?

—No, pero...

—Ahí tiene su respuesta, entonces.

—¿Y tú, Sinaí? ¿Cómo te sientes de haber atrapado en tus garras al hombre mas codiciado de su generación? ¿Lo planeaste? ¿O fue tu encanto natural el responsable?

—Fueron las arepas de mi madre, y el ajedrez; fue el gato de Schrödinger, los anillos de esmeralda y el color negro, lo que nos trajo hasta aquí.

—Y con eso hemos terminado —dijo Axer tendiendo la mano hacia su pareja—. No más preguntas.

*****

Nota: SINAXER HA VUELTO

Quiero disculparme de antemano por si encuentran errores en este capítulo, lo he editado con fiebre y me lloran los ojos y se me cansan mucho, pero en serio tenía ilusión porque pudieran leerlo ya. Espero les haya gustado, si es así comenten mucho, mucho. Si veo que están activos comentando bastante, entre mañana y pasado haré todo lo posible por editar el siguiente capítulo. LES AMO.

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