14: Llamado de emergencia [EDITADO]

Nota de autor:
Este capítulo tenía un problema desconocido y mostraba en su lugar uno de mi otro libro, Vendida. Estuve días tratando de arreglarlo, casi entro en crisis, pero al fin les traigo el original.

Axer Frey

El teléfono de Axer vibraba. En cuanto lo sacó de su bolsillo y encendió la pantalla, descubrió que tenía un mensaje de un número desconocido.

Un hecho simple y frecuente para muchas personas. Pero él era Axer, miembro importante del imperio Frey, su número era privado por seguridad y porque simplemente le desagradaban los seres humanos y no deseaba interactuar con ninguno.

Tal vez sería esperable de su parte que le disgustara la interrupción, que tuviera una reacción altiva dadas sus tendencias. Pero no fue lo que sucedió.

Axer soltó el teléfono, o eso creyó, pues no recordaba haberlo hecho pero ya no estaba en su mano. Por un momento perdió la vista, todo se volvió oscuro y difuso, como si hubiesen bajado las luces de la sala.

«Respira».

Se dejó caer en el sofá, pero estaba tan descoordinado que trastabilló hasta caerse. Y no le importó, tal vez porque era lo menos que podía esperar dado lo mucho que temblaba.

Se quedó en el piso sentado con los pies recogidos, las manos torpemente apartando los lentes para estrujarse los ojos.

«Respira...».

-Todo está bien -empezó a decirse en voz muy baja, mientras se mecía ligeramente para calmarse-, estás en la isla, con tu familia. Sinaí está bien. Tú lo estás. Eres inteligente, tu padre está cerca. Si algo pasara, tú le dirías y él lo solucionaría. Está todo bien. Todo fue mentira.

Cuando se quitó las manos de la cara, tenía las palmas húmedas. A veces le pasaba, al menos esa vez no había sollozado, ni pasado mucho en su ensimismamiento. Al menos esa vez no lo había encontrado Verónika y obligado a ir a terapia.

Estaba mejorando.

Él sabía que estaba siendo estúpido e irracional, débil sobre todas las cosas. Pero no podía evitarlo. La última vez que le habló un número desconocido le estaban avisando que tenían secuestrada a su novia.

Así que no le gustaba tener mensajes de números desconocidos. Sin embargo, cuando lo abrió se dio cuenta de que ese parecía inofensivo. Inofensivo y muy revelador.

Desconocido:
¿Coger, casar o matar? Se me ocurrió que podríamos jugarlo con elementos de la tabla periódica, si estás aburrido.

-Jesper -bramó Axer en un tono que le recordó al padre de Timmy Turner diciendo «Dinkleberg».

Casi por memoria muscular se levantó del suelo y se sentó en el mueble. Tecleaba hostilmente, con su ceño fruncido como si tuviera delante su interlocutor, la respuesta para Aaron.

Axer:

¿Quién te dio mi número?

Aaron le respondió con un único, ofensivo y esclarecedor emoji de una tijera.

-Con esta ya me debes dos, Vikky -dijo Axer por lo bajo, pensando en cómo se vengaría de su hermana.

De todos modos, texteó rápidamente una respuesta para Aaron luego de agendar su contacto.

Axer:
¿Qué quieres?

Cullen Ladilla:

Un encuentro sexual óptimo, que nos involucre a ambos, con posibilidad a repetición.


Enseguida le envió otro:

Cullen Ladilla:

Lo he puesto lo más claro posible para que no pierdas el tiempo refutando. Hasta lo revisó mi abogado.

Axer respondió bloqueando el contacto de Aaron y metiéndose el teléfono en el bolsillo.

Se recostó del cojín del mueble, cruzó sus brazos y cerró los ojos. En su rostro había una muy leve sonrisa, tan discreta que podía pasar por una curva de comodidad, mientras contaba los segundos que tardaba Jesper en...

Su teléfono volvió a sonar. Aaron le estaba escribiendo desde otra línea telefónica.

Desconocido:

De acuerdo, me conformo con una fecha optativa para el «hoy no» mencionado con anterioridad.

Axer agregó ese nuevo número igual que el anterior y contestó:

Axer:
Suenas desesperado, Jesper, cuidado, ¿qué será de tu reputación?

Cullen Ladilla:
¿Cuál reputación? ¿La de ser francamente irresistible?

Axer:
¿Cuántos chips tienes? Considero si me conviene pasar todo el día bloqueándote o si es preferible cambiar de número.

Cullen Ladilla:
¿Al menos me invitarás a la exposición de tu tesis? Tengo ideas interesantes para el after party.

Axer aguantó las ganas de reír, le envío un emoji de payaso y apagó el teléfono para guardarlo de vuelta a su bolsillo.

Ya había procrastinado demasiado, era momento de ponerse a trabajar en su experimento.

Tenía que irse al laboratorio, que por suerte estaba en el edificio contiguo. Los Frey habían dispuesto de una segunda vivienda, fuera del archipiélago privado, para pasar los días de trabajo mucho más cerca de todo.

Eso debía significar que Axer no tendría inconvenientes en cruzar la calle y llegar a su zona de trabajo, mas un evento inesperado torció sus planes.

Era apenas la primera de las curvas que tomaría la ruta de su día, y él no estaba preparado para la mitad.

El señor Frey entraba en ese momento a la casa. A pesar del sofocante calor que hacía afuera, Viktor llevaba un abrigo gris encima de su franela blanca, y solo usaba unos lentes oscuros para protegerse del sol.

No era inusual, su tiempo de exposición eran apenas segundos mientras pasaba del auto a la casa o al laboratorio, y ambos tenían un sistema de refrigeración eficiente.

No es que a Axer le sorprendiera ver a su padre, después de todo vivían juntos. Lo que le preocupaba era la hora. El señor Frey debía estar trabajando y en lugar de eso aparecía ahí, justo antes de que Axer saliera, con un sobre manila en sus manos y una preocupante variación en su lenguaje corporal, ese que Axer conocía tan al detalle.

-¿Padre?

-Siéntate, Axer. Tenemos que hablar.

Un «tenemos que hablar» de Víktor Frey era sin duda más inquietante que un mensaje de un desconocido, y sin embargo Axer sabía reaccionar mejor a estos.

Sereno y confiado, se sentó, pero no se adelantó a nada. Esperó mientras su padre se quitaba los lentes y se sentaba en uno de los muebles frente a su hijo. Esperar era clave, le daba tiempo a él de preparar sus posibles respuestas, no lo hacía parecer ansioso y le dejaba oportunidad a su padre de abordar la situación como prefiriera.

-¿Todo bien con los Jesper? -preguntó el señor Frey.

«Así que te enteraste de que estuve en Malcom».

-Todo en orden.

-¿Algo que deba saber?

Tenía una pierna cruzada encima de su rodilla y el sobre manila golpeteando levemente contra su zapato. Eso no era un buen signo en lo absoluto. No eran nervios, Viktor Frey no mostraba nervios. Era solo una manera no verbal de llamar la atención al maldito sobre. Tal vez también un signo de contención, lo cual era grave si lo que había detrás de ese tic era ira.

-Puedes ser más específico -instó Axer en un tono que denotaba cansancio de todo ese rodeo.

Su padre se encogió de hombros.

-Volaste a Malcom, algo me estoy perdiendo. Mi última actualización dictaba tu repulsa hacia los Jesper y todo el clan de Terrazas en general.

«Eso no es lo que quiere preguntar, el tema de Malcom es solo un rodeo», supo Axer, pues a Víktor no solía importarle las interacciones sociales de sus hijos, no lo suficiente para la sofocante seriedad que imperaba en el aura de esa conversación. Y sin embargo, Axer agradeció el tiempo. Necesitaba pensar una excusa para lo peor, y si resultaba no ser eso ya se relajaría, nada podía ser tan malo. Y aunque agradecía la ventaja que le daba el preámbulo, sentía que el corazón asomaría a su boca en su siguiente declaración.

Fue el turno del hijo de encogerse de hombros.

-Nada que destacar, o que deba preocuparte. No me voy a inyectar, solo socializaba.

-En Malcom.

-Me hacía falta el viaje.

-Para socializar.

-A veces lo hago.

-Con Jespers.

Axer movió la cabeza de un lado a otro de forma dubitativa.

-Con uno.

Víktor Frey enarcó una ceja, y Axer esperó no ser demasiado transparente en su siguiente declaración pues se suponía que él estaba enfermo de Schrödinguer, felizmente comprometido en su relación.

-Con Aaron.

Su padre solo asintió y desechó el tema, como Axer había previsto: no le interesaba esa conversación. Pero ojalá se hubiese detenido más en ella.

-Ya, entonces: ¿quién es Gabriela Uzcátegui?

Axer no parpadeó, no respiró, no tragó, ni siquiera se permitió demorarse más de un segundo en responder. El intervalo de un segundo era necesario, abordar demasiado rápido la explicación habría parecido impulsivo.

Por supuesto que la pregunta impactaba, por supuesto que su corazón hizo silencio y que su sangre dejó de circular. Pero su cerebro había ensayado para ese momento, y como en cualquier muerte él todavía podía accionar con un último reflejo nervioso.

-¿Te refieres a la presunta dueña de todos mis bienes, incluida mi parte de Frey's empire?

Viktor Frey no dijo una palabra, pero sostuvo la mirada de Axer. Y él no iba a permitir eso.

Con aire despreocupado, Axer se levantó y tomó el sobre que su padre había soltado encima de la mesa. Lo usó como excusa para alejarse hacia la galería de licores, y distraer manos y ojos mientras se servía un trago.

Viktor Frey seguía esperando una respuesta. A Axer le temblaban las manos, o al menos pensó que así era. Los vasos no tintinearon y el vodka no se derramo, para su suerte, pues serían signos que su padre no pasaría por alto incluso teniéndolo de espaldas.

Casi sentía sus ojos en su nuca, aunque sabía que con toda probabilidad él no se habría movido.

-Gabriela Uzcátegui no existe -dijo Axer luego de echarse un trago y ocupar sus manos en abrir el sobre.

-Es evidente que requiero una explicación más detallada -dijo el padre, una mano cómodamente sobre su pierna cruzada, su vista en la pared contigua, fija en el espejo que le dejaba entrever la postura de su hijo pese a la distancia.

-Gabriela es un accionista fantasma -explicó Axer-. O un aproximado. pero Pasé todo a su nombre realmente me pertenece a mí. Es solo un medio de seguridad extra, en caso de que alguien intente quitarme mis posesiones. Legalmente no soy dueño de nada, así que nada pueden quitarme.

-¿Por qué?

-Por lo ya mentado: seguridad, precaución.

-¿Bajo qué argumento?

-No necesito argumentar mi necesidad de ser precavido.

-Compláceme.

«Te voy a matar, Sinaí», pensó Axer apretando de más el vaso entre sus manos.

-Te bastará con saber que lo creí necesario.

-No. -Su padre se levantó del sofá―. No me basta.

Axer supo que no le quedaba más opción que girarse y encararlo, lo contrario lo dejaría como un cobarde y daría la impresión de que tenía miedo al escrutinio visual, lo cual era la verdad absoluta.

-Era necesario -rectificó Axer, firme, sin dar más explicaciones.

-No lo consultaste conmigo.

-No había riesgos, al contrario. Y sabía que harías preguntas.

-Pudieron haberte estafado.

-Si no confías en mí para una transacción tan simple ni para emplear un abogado tal vez no deberías dejarme competir por tu empresa.

-Yo soy tu abogado.

-No en este caso.

-¿Debo quitarte todo? ¿Debo administrarlo yo? -mencionó su padre, severo, sin alzar la voz, simplemente empleando la modulación que reservaba para aquellas emergencias.

Axer se mordió la lengua, su estómago ardía de impotente ira, su mandíbula tensa por todas las palabras que represaba.

-Es tu decisión.

-No estás en condiciones de emplear defensas tan patéticas, porque no te gustará lo que pretendo decidir si no sale en este momento una palabra de tu boca que me haga desistir de ello.

Axer asintió, tal vez con más intensidad de la que pretendía.

-No quiero tu castigo, pero no suplicaré por tu racionalidad. No he hecho nada más que un movimiento beneficioso, y me reservo mis motivos, sí, pero no el fin: era, desde mi criterio, necesario. Has confiado en mi criterio con ojos ciegos en el pasado, me educaste e instruiste tú, que tu disgusto por no saberlo todo no opaque tu juicio hacia mí esta vez.

Viktor Frey casi sonrió, pero no era alegría, ni orgullo, fue más como el principio de un bufido, un gesto de satisfacción interna.

-¿Por qué no abres el sobre?

Axer casi no pudo evitar tragar en seco al terminar de abrirlo por fin.

Era un aviso de rescisión del contrato que hacía a «Gabriela» dueña de todos sus activos.

De todos los momentos en que pudo llegar. De todos los medios que pudieron emplearse para ello, Sinaí decidió enviar un maldito folio de parte de su abogado a la maldita puerta de la maldita dirección donde Axer Frey vivía con toda su familia cuando estaba en la isla.

A ella le gustaba el dramatismo, sin duda. Esperaría que fuese épica y muy bien recibida su renuncia. Al fin y al cabo, le estaba devolviendo todo a su rehén. Hacía oficial su rendición.

Pero acababa de complicar las cosas para Axer incluso más que antes.

Tan discretos que fueron con el primer acuerdo, tanto tiempo que les duró el secreto, para que terminara así.

-¿Por qué? Si estabas seguro de lo necesario que era este paso, esta... precaución, ¿por qué rescindir? -Viktor dio un paso hacia su hijo-. Si alguien atentó, o atenta, de alguna forma contra Frey's empire soy el primero que debe saberlo, y esto, Viktorovich Frey, me suena a que no es algo que te competa solo a ti. Tengo la ligera impresión de que estás ahogado. Y tengo que intervenir, y cortar la maldita soga que hayan puesto sobre tu cuello, así que dime quién chert voz'mi es esa Gabriela.

Axer hizo acopio de la última arma en sus manos: la cínica improvisación.

Bufó, con una diversión casi grosera danzando en sus labios, no tan descarada, pues parecería forzada. Sutil, como riéndose de sí mismo y de su maldita suerte.

-Gabriela no existe, puedes desvivirte buscándola si gustas. Encontrarás algunas, desde luego, pero hallarás que ninguna ha tocado un centavo de tu empresa. Sé que te sientes superior, y reconozco que lo eres, pero tus hijos no carecen de sentido común, Víktor. Si tuviera una soga en el cuello y de mi oxígeno dependiera Frey's empire, acudiría a ti. ¿Viste algún indicio de que me faltara mi dinero recientemente? ¿O de que no pudiera tomar decisiones sobre la empresa? Te lo dije: Gabriela era solo una identidad que respaldaba mis bienes, y si hemos prescindido de este acuerdo fue por petición de tu hija porque ella previó que te pondrías precisamente de esta manera cuando te enteraras.

«Me debías dos, Vikky. Con esta estamos a mano».

Como una confirmación divina de sus palabras, en ese momento Verónika bajaba los escalones de dos en dos con la camisa al revés, poniéndose la bata sobre la marcha sin siquiera preocuparse por el maquillaje.

-Nos vamos -les dijo a los dos Frey en la sala.

Axer jamás se había alegrado tanto de una interrupción de su hermana. Hasta que escuchó el por qué.

-Hay una emergencia. Tiene que ver con nuestro hermano.

-¿Qué le pasó a Aleksis? -preguntó el señor Frey al instante.

Verónika parecía recién notar la presencia de su padre, pero no se detuvo en ningún momento y los demás empezaron a seguirla igual de apresurados.

-No Aleksis -explicó ella mientras salían todos-. Dominik.

~🖤~

-Diez en escala de Glasgow, herida penetrante en el abdomen y un golpe en la cabeza. Hemos hecho presión directa todo el camino para cohibir el sangrado -explicaba el paramédico mientras acomodaban el cuerpo de Dominik Frey, balbuceando sonidos ininteligibles, en la sala de emergencias de Frey's empire.

Axer se aproximó al paciente para inspeccionar la herida del costado abdomen, pero apenas distaba de ser superficial. El corte no había afectado ningún órgano ni tocado las arterias y aunque la pérdida de sangre podría ser perjudicial por suerte los paramédicos habían hecho un buen trabajo deteniendo la hemorragia.

No era nada de qué preocuparse. Sin embargo, su traumatismo craneoencefálico...

-Ataque cardíaco -anunció, respaldado por el pitido de alarma del monitor.

El corazón de Dominik entró en arritmia, latiendo rápido y descoordinado. Fue grave, fatal. Sin expulsión de sangre desde corazón, rápidamente se provocó el desmayo y la pérdida del pulso.

Uno de los paramédicos empezó con la reanimación cardiopulmonar mientras Axer parecía oscilar en un estado de shock, sordo de su entorno a excepción del ominoso pitido del monitor que marcaba el fin. Todos a su alrededor movían los labios, pero fue como si bajaran el volumen de sus Voces a cero.

Solo estaban Axer, el cadáver de su hermano al que no había visto en años y la asquerosa realidad de que había estado en esa situación antes: enfrentándose a la inminente muerte de un ser querido con todas las probabilidades en contra.

Axer parpadeó, despejándose a la fuerza.

Era un genio, biólogo y cirujano, no importaba que en el pasado una adolescente usara eso como juguete de manipulación. Ese error no lo definía, y sobre todo no lo haría menos capaz.

El paramédico seguía con el RCP, cada nuevo golpe en el pecho mandando la sangre al cerebro. Mantenía los órganos con vida, pero no bastaría.

-Epinefrina.

La orden de Axer se acató al instante. Este aceptó la jeringa e inyectó de inmediato la dosis en el pecho de su hermano.

Sin perder tiempo usó un bisturí para cortar la tela de la camisa e hizo señas en dirección al desfibrilador.

-Carguen a cien -dijo, tomando ambas paletas ya preparadas.

Hizo señas con la cabeza a todos para que se apartaran, para que nadie tocara el cuerpo, y entonces dio la descarga justo en el pecho.

El cuerpo de su hermano saltó hacia arriba, retorcido como en una convulsión, su corazón deteniéndose por completo en un segundo para reanudar al instante en un ritmo normalizado.

Volvía a tener pulso.

Axer suspiró, o tal vez jadeaba, cuando las enfermeras le quitaron las paletas del desfibrilador y se disponían a chequear los signos vitales de Dominik Frey.

En ese momento Víktor se aproximó, examinando el traumatismo penetrante de la piel del costado.

-Yo suturo.

No era una pregunta, ya empezaba a desinfectar sin esperar confirmación. Después de todo, era el dueño de todo lo que tocaba y pisaba.

Axer asintió. De todos modos no creía tener la entereza para encargarse de ninguna actividad que implicara delicadez de manos.

-Preparen la vía para la transfusión - indicó Axer a las enfermeras-, ya ha perdido mucha sangre.

-Aunque esté estable hay que hacerle una resonancia magnética -añadió Viktor Frey a nadie en particular-, el paro cardíaco pudo ser provocado por el golpe en la cabeza. Es posible que haya algún coágulo.

-¿Tú lo invitaste a la Isla? -le preguntó Axer a Verónika al alcanzarla tomando café junto a su otro hermano, Aleksis.

-Me costó convencerlo, ¿okay? Y no se preocupen, no pretendía que hubiese ninguna reunión familiar, él no estaba dispuesto de todos modos. Solo le pedí que viniera para tenerlo cerca. Nos vemos de vez en cuando.

-¿Y el accidente?

-Una mujer lo vio luchando por levantarse, sangrando y desorientado. Él aseguraba estar bien pero ella de todos modos llamó a emergencias. Dada la dirección, estaba más cerca de nosotros que del hospital más próximo, así que pasaron el caso a nuestra línea de emergencia y fueron a buscarlo de inmediato.

Axer entornó los ojos, pensativo.

-Fue una puñalada, ¿no? -preguntó Verónika-. ¿Dónde?

-En el abdomen.

-Muy cerca. ¿Hubo heridas defensivas?

-No -contestó Axer, todavía con un aura de escepticismo anormal-. Me hace pensar que conocía a su atacante, de lo contrario no habría podido acercarse tanto.

-También tiene un golpe en la cabeza, ¿no? -indagó Aleksis-. Pudieron abrazarlo por detrás, clavar el arma y soltarle enseguida. La sorpresa pudo desorientarlo y de alguna forma provocar la caída responsable del golpe.

Axer musitó una especie de gruñido afirmativo, a lo que Aleksis frunció el ceño y lo miró con ojos expectantes.

-¿Qué te molesta, Vik?

Axer miró a su hermano como si sopesara alguna idea oculta, pero al final optó por responder su pregunta.

-Dudo que quien le hizo esto pretendiera matarlo.

-¿No estuvo a punto de morir? -inquirió Verónika.

-Estuvo muerto, de hecho, pero no tiene nada que ver con la puñalada. Fue el golpe en la cabeza, y a menos que le hayan pegado con un bate no parece que fuera parte del plan del atacante.

-Explícanos -dijo Aleksis-, te preocupa que no quisieran matarlo, ¿no debería ser eso bueno?

-Debería. Pero a mí me suena a ultimátum. Quiero decir, asumamos que fue una sola puñalada porque no quería ser visto, y así mismo tomemos la hipótesis de que le atacó por detrás: si el atacante tuvo la oportunidad para alcanzar su espalda y clavar el arma, ¿por qué en el abdomen tan cerca del costado? Pudo dañar sus órganos o dejarlo desangrándose, sí, pero las posibilidades de muerte por una herida como esa son inferiores a si atacaba al pecho, por ejemplo. Además, tenía la espina dorsal en todo su esplendor a su alcance. Lo pudo haber matado con un solo golpe a la espalda, si sabía dónde atacar.

-Entonces asumimos que no querían matarlo, sino darle un mensaje - recapituló Aleksis-. O que el atacante era imbécil.

-O que no es problema de ustedes -repuso Verónika, acercándose un paso más hacia ellos para reprenderlos en un tono que solo escucharan los tres-. Están aquí haciendo especulaciones estúpidas con nuestro hermano moribundo en la otra sala. ¿No tienen respeto por nada? ¿No podemos pasar un minuto en una sala de espera como familia y no como genios?

-¿Sabes de alguien que podría querer dañar a Dominik? -preguntó Axer a Verónika ignorando su regaño-. ¿O crees que se trate más de algo en contra de nuestra familia como entidad?

Verónika se giró hacia Axer con los ojos encendidos de ira.

-No eres policía, Vik. Hiciste tu maldito trabajo, ahora quédate al margen.

Axer se acercó más a su hermana mayor. Había mucho reverberando dentro de él, pero nada que aflorara a sus ojos más que una sofocante frialdad, serena y premeditada.

-Viktoria: sin mí, en este momento estarías encargándote de la autopsia de nuestro hermano. Si mis ridículas indagaciones evitan que eso suceda en un futuro cercano, tal vez deberías cooperar.

Verónika miraba a Axer con una mezcla de altivez e impotencia. No le gustaba ser confrontada por sus hermanos menores, incluso aunque dentro de sí misma comprendía que no les faltaba razón.

Vikky bebió de su café para proveerse unos segundos extras antes de dar su brazo a torcer, y luego le dijo a Axer:

-Cualquiera podría querer usar a uno de nosotros para hacernos daño como familia, o a mi padre directamente, pero Dom tiene años sin formar parte del «nosotros», así que sería una opción arriesgada.

-Pero funcionó al final -apuntó Aleksis-. Quiero decir, ¿cuándo fue la última vez que viste a mi padre implicándose en el caso de un paciente vivo? -Se encogió de hombros-. Así que, si nos inclinamos a esta remota posibilidad como motivo del ataque, tenemos que concluir que el responsable es una persona arrolladoramente inteligente como para prever, por sobre todos los signos en contra, que Viktor Frey se vería afectado por este incidente.

-¿Y eso crees? -preguntó Axer, a lo que Aleksis bufó.

-En ese caso tendrían que ponerme como principal sospechoso, porque no imagino a nadie más con ese nivel de habilidad para perfilar a alguien con el cerebro de nuestro padre.

Verónika puso los ojos en blanco y Axer reprimió una

-Entonces, descartada esa idea a excepción de la posibilidad de que Aleksis tenga un gemelo del que no nos hemos enterado, nos queda la siguiente pregunta. -Axer se volteó hacia Verónika-. ¿Quién querría hacerle daño a Dominik?

-Si me permites especular, en caso de que la feria de cerebros prodigiosos no esté saturada con ustedes, par de fenómenos, a mí se me ocurre una tercera posibilidad.

-Te escuchamos, su vil majestad.

-No creo que haya sido un ultimátum para Dom ni un intento de herir a nuestro padre. Creo que puede ser un mensaje para alguien más, tal vez un ajuste de cuentas.

-¿Alguien? ¿Qué alguien?

-La única persona a la que le importa nuestro hermano más que su propio bienestar, y que casualmente viven juntos.

Aleksis y Axer intercambiaron una mirada significativa.

-No me digas que él sigue en contacto con...

-Sí, Azrel Mortem.

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