Capítulo XXXV: Ataque en los Túneles


     Cada paso que se daba en las calles de la Tierra Cibernética producía escalofríos, pues el sonido se escuchaba mucho más intenso de lo que debía ser. Era inquietante saber que podrían estar caminando entre los enemigos más letales y más sanguinarios, ocultos bajo tierra mientras los dos héroes pasaban sin temor entre la atmósfera del peligro.

La oscuridad nocturna no era problema para quienes querían mantenerse en el anonimato, protegidos por las sombras y aprovechándose de las circunstancias. Shoutmon mantenía la guardia tan arriba como le era posible, atento ante cualquier sonido o alteración que pudiese delatar la presencia de los enemigos. Sin embargo, nada de ello ocurrió.

Y una vez que lograron alejarse lo suficiente del refugio de Sigma, Taiki tomó su Xros Loader con la intención de activar el mapa holográfico que Kira solía utilizar.

La primera dificultad les plantó cara.

El Xros Loader de Taiki no poseía ese mapa.

—Lo olvidé por completo... —se quejó Taiki, devolviendo el Xros Loader al interior de su bolsillo—. Yo no tengo ese mapa. Aunque... Quizá haya llegado junto con todas esas cosas que envió Omega para nosotros.

—Tal vez... —dijo Lelouch indiferente—. Pero ese mapa fue instalado por Cecile, cuando reparó esos aparatos antes de que nosotros volviéramos a este mundo.

—Sin ese mapa, estar aquí afuera es similar a estar varados a mitad de la nada —continuó el general—. El único consuelo que tenemos es que, por ahora, nuestros enemigos siguen bajo tierra. Pero eso podría cambiar en cualquier momento, así que tenemos que seguir moviéndonos.

—Si todos nos dirigimos al mismo punto, entonces estamos buscando una bodega cubierta por un campo de fuerza —aportó el Digimon King—. Eso, y a ShogunGekomon.

—Pero si ese campo de fuerza es tan letal, tendremos que buscar otra manera de entrar a esa red de túneles —respondió Lelouch—. A no ser que OmegaShoutmon pueda vencer a ese Digimon que bloquea el camino, y aún así esté listo para cualquier otra cosa que pueda suceder...

—No —decidió Taiki, antes de que Shoutmon pudiese decir lo contrario—. Si sólo contamos con él, tendremos que esforzarnos para evitar usar la fuerza a no ser que sea cuestión de vida o muerte. No tenemos idea de cuán fuerte pueda ser ShogunGekomon, y... Aunque pudiésemos encontrarlo, ni siquiera sabemos si tú o yo somos capaces de despertarlo.

—Nene sería la indicada para esa misión —razonó Lelouch—, pero por algo es que decidí dejarla fuera de esto. Sé que cuando estemos en el campo de batalla, podría afectarle en algo el hecho de que nuestro objetivo en esta misión sea rescatar a Aonuma. Ella estará a salvo mientras la mantengamos lejos de todo esto.

Aunque Lelouch intentó mantener su expresión firme e impenetrable, Taiki no pudo evitar esbozar media sonrisa burlona y rodear los hombros del chico moreno con un brazo. Lelouch lo fulminó con la mirada al instante, poco acostumbrado a tener esa clase de cercanía con otros seres humanos.

—Parece que alguien se ha puesto celoso... —se burló el general—. Conozco un par de historias sobre Nene y Kiriha que te harían querer volver al refugio de Sigma.

—Mi Nene y la Nene que tú conoces son dos personas diferentes —respondió Zero.

—Tal vez lo sean, pero de cualquier manera creo que te enfurecería saber que cuando peleamos contra Quartzmon...

—Aléjate de mí.

Levantando ambas manos en son de paz, Taiki rió y se apartó del chico moreno. Lelouch pensó por un instante en que, a pesar de que fuese un excelente estratega, Taiki perdía todos los puntos a su favor cuando se comportaba de aquella manera.

Cuando se comportaba como un chico común y corriente.

Taiki, por su parte, sintió que el ambiente era un poco más ameno tras haber reído. Le resultaba un poco más fácil concentrarse en su objetivo al recordar, y al convencerse de ello, que estaba en compañía de un buen amigo.

Siguieron caminando en silencio, y sin rumbo, durante unos minutos más. Las cámaras de seguridad de Sigma aparecían cada pocos metros, por lo que los dos chicos y Shoutmon debían apretar el paso para evitar llamar demasiado la atención cuando llegaban a los puntos que estaban bajo constante vigilancia. Podían haberlas destruido sin problemas, si sus amigos no hubiesen estado aún a merced de la fortaleza en la que se ocultaban.

Se detuvieron de nuevo cuando se percataron de que sus pasos no estaban llevándolos a ninguna parte. No había rastros de la bodega colosal que estaban buscando, y el silencio del ambiente en general ya comenzaba a tornarse un tanto inquietante. Con todo, Lelouch dio un par de pasos más hacia adelante. Miró en todas direcciones con el entrecejo fruncido. Para Taiki fue sencillo saber que Lelouch ya comenzaba a idear algo que sin duda sería efectivo.

— ¿En qué piensas? —Preguntó el general—. ¿Qué has visto?

Lelouch esperó un segundo, ordenando velozmente sus ideas.

—La red de túneles debe estar debajo de nosotros en este momento —dijo con la voz de Zero—. Así que, en teoría, deberíamos poder entrar a través de cualquier otro punto. Por supuesto, sería un poco más fácil entrar a través del sitio correcto, pero... Creo que si podemos encontrar una alcantarilla, o una abertura de cualquier clase.

—O podríamos abrir nosotros mismos el camino —sonrió Shoutmon—. Ese plan me agrada.

—Bien —decidió Taiki—. Hagámoslo.

No fue necesario utilizar la fuerza bruta, pues la ávida mirada de Lelouch pudo encontrar fácilmente esa alcantarilla ubicada a poco más de cinco metros de distancia. Ambos chicos y Shoutmon corrieron hacia ese punto, y fue el Digimon King quien se encargó de destruir los bordes de la alcantarilla sin causar demasiado alboroto. El resto de la tapa de la alcantarilla cayó al vacío, sobre lo que sin duda fue una superficie plana. No había líquidos abajo. Esa era una buena señal.

—Es posible que ya estén esperándonos —dijo Taiki, antes de que Lelouch pudiese dar un paso al frente—. Así que yo iré primero.

Lelouch asintió, y esperó a que Taiki y Shoutmon saltaran por la abertura de la alcantarilla. Estando abajo, el general verificó que todo estuviese en orden para poder exclamar:

— ¡Baja!

Lelouch saltó sin pensarlo dos veces, cayendo sobre aquella superficie que les hizo saber que habían llegado al punto correcto. Un túnel de concreto, iluminado a media luz y que se extendía únicamente hacia el lado derecho. El lado izquierdo estaba bloqueado por un muro de concreto que bloqueaba el camino.

—Misión cumplida —dijo Taiki en voz baja—. Supongo que ese túnel nos llevará al último nivel, donde está Kiriha.

—Eso creo... —respondió Lelouch—. Nina no dijo exactamente dónde era que yo tenía que entregarme a cambio de Aonuma.

—En ese caso, me alegra haber venido contigo —sonrió Taiki decidido—. Así, no será necesario que quieras ser una carnada.

Lelouch suspiró en silencio.

La idea de pertenecer a un grupo y de importarle tanto a un compañero seguía siendo incómoda para él.

— ¿Tienes algún plan en mente? —Preguntó la voz de Zero—. Yo creo que tendríamos que recorrer un poco los túneles antes de pensar.

—Te apoyo en eso —respondió el general—. Pero creo que nuestra misión principal debe ser salir de aquí con vida. Si vemos que el camino es demasiado difícil, será mejor salir de aquí.

—Dudo que eso sea tan fácil —intervino Shoutmon.

La sonrisa de Taiki creció.

—En ese caso —dijo, con la determinación que sólo podía poseer un Héroe Legendario—, hagamos todo lo posible para que no sea necesario escapar.

Echó a caminar junto con Shoutmon y Lelouch, enfilándose hacia el lado del túnel que no estaba bloqueado.

El chico de los ojos púrpura sonrió en sus adentros. Después de todo, él tampoco estaba dispuesto a volver al refugio de Sigma sin antes haber cumplido con su misión.

En el Campo del Infierno, una batalla estaba teniendo lugar. Los alaridos de dolor que CC había exclamado, y que nadie podía explicar, lograron alertar a un grupo de centinelas enemigos. Una compañía de casi cincuenta Digimon siniestros, comandados por un Fugamon de tamaño descomunal.

Ni bien se percataron de que la ubicación del refugio estaba en peligro de ser descubierta, Yoshino decidió entrar en acción. Las batallas anteriores lograron reducir tanto las filas de los renegados del Campo del Infierno, que a Yoshino no le quedó más opción que obedecer a su instinto y salvar a tantas vidas inocentes como fuese posible. Así que dejó a Ryo Akiyama a cargo del refugio, y se dirigió al campo de batalla con la única compañía de Shirley y Suzaku. Rosemon Burst Mode y el poder de los Knightmares fue más que suficiente para mantener a raya a Fugamon y sus secuaces. El campo de batalla pronto se convirtió en un mar de Datos aniquilados, en el que reinaban los gritos de guerra y agonía. Uno a uno, los Digimon siniestros fueron sucumbiendo al poder de los fieros combatientes. Los Bakemon eran exterminados con los disparos del rifle del Lancelot, que no tenía rival. Un Bakumon y un Stingmon sintieron la destructiva ira de las garras del Guren MK-II, obedeciendo así el plan inicial de Yoshino. Dejar a Fugamon en manos de Rosemon.

Los efectos colaterales de cada ataque de los Knightmares se convirtieron en los peores enemigos de Fugamon, dejándolo en una situación desfavorecedora. El suelo se abrió bajo sus pies luego de que el Lancelot perforara con su espada el punto en que un agonizante Tyrannomon fue apuñalado. Al recuperar el equilibrio, Fugamon saltó sobre el Guren MK-II en un intento de utilizarlo como escudo para amortiguar uno de los ataques de Rosemon. Shirley, sin embargo, presionó el botón que disparó ese potente campo de fuerza, desprendiendo a Fugamon del Knightmare y alcanzando a destruir parte de la información que conformaba su brazo derecho. En su espalda resintió la onda expansiva causada por el impacto de una granada que destruyó a una comitiva de Soulmon. Rosemon no perdió un solo segundo más, y le puso fin a la batalla asestando un certero y letal golpe con su látigo que impactó de lleno a Fugamon. El lanzagranadas del Guren MK-II se encargó de limpiar el resto del campo de batalla, causando que el ambiente se llenara con los Datos de los enemigos.

La paz reinó al fin, y los dos pilotos de los Knightmares salieron de las cabinas. Empuñaron sus armas, sólo en caso de que fuese posible que algún Digimon sobreviviente que quisiera atacar de nuevo. En momentos así, el silencio que reinaba en aquella zona del Campo del Infierno era en extremo agradable.

—Parece que no queda nadie con vida —dijo Shirley, bajando su arma una vez que Suzaku lo hizo también.

—Pero aún así, quizá deberíamos vigilar los alrededores del refugio —propuso Suzaku—. Si esas bestias no encontraron, estoy seguro de que otros pronto vendrán.

—Y cuando eso pase, nuestras fuerzas seguirán siendo mínimas —se quejó Yoshino—. Hemos perdido a demasiados de nuestros compañeros. No podemos seguir así. Ni siquiera tenemos idea de dónde es que se han metido los Elegidos que venían hacia aquí.

—Deben estar cerca —respondió Suzaku pensativo, y haciendo un tremendo esfuerzo para ignorar el mal presentimiento que insistía en taladrar dentro de su mente—. Lo último que supimos de ellos fue que estaban en la Tierra Vampiro, ¿recuerdan?

—Pero no hemos recibido noticias de la Tierra Miel, ni de la Tierra Cibernética —le recordó Yoshino—. Parece que incluso Sigma ha desaparecido. Y lo que sucedió con CC... Tal vez tengamos que pedirle ayuda a Omega.

Suzaku sonrió, aún a sabiendas de que él y Yoshino compartían las mismas teorías oscuras, y le dio a la chica una palmada en la espalda para ayudarle a tener una mejor perspectiva.

—Todo estará bien —dijo el chico, intentando también convencerse a sí mismo—. Será mejor que volvamos al refugio por ahora. De nada servirá que nos quedemos en campo abierto.

Yoshino asintió a regañadientes.

El trío tardó poco más de cinco minuto en llegar a aquella zona en la que se encontraba la cueva donde los renegados se resguardaban. El corazón de cada uno dio un vuelco cuando vieron a Catherine salir corriendo del refugio para reunirse con ellos urgentemente. Sus ojos aún estaban cubiertos de lágrimas, pues olvidar el dolor que había quedado tras el sacrificio de Floramon era imposible.

Suzaku detuvo a Catherine tomándole por los hombros, logrando así que la chica pudiese tomar un buen respiro.

— ¿Qué sucede, Catherine? —preguntó el chico.

Ella respondió tras recuperar el aliento.

—Es Sigma.

No hubo tiempo para intercambiar miradas. El cuarteto corrió a toda velocidad al interior del refugio, sin percatarse de que Rosemon se tenía por un momento para verificar que no hubiese intrusos indeseados a la vista. Voluntariamente, Rosemon recobró su forma de Lalamon y entró también a la cueva para reunirse con su compañera humana.

Suzaku fue el primero en llegar al sitio en que habían colocado el gigantesco ordenador. Milly le entregó a su amigo el micrófono en cuanto aquella voz se escuchó a través de las bocinas.

—Alfa, aquí Sigma. Responde.

Suzaku esperó en silencio, causando que otra persona hablara al otro lado de la línea. Aunque aquella voz femenina no le pertenecía a su mejor amigo, sí le causó la misma sensación de alivio que esperaba sentir.

—Alga, somos nosotros. Responde.

Sólo Milly se percató de la presencia de CC, que miraba la escena desde un rincón oscuro sin dejar de abrazarse a sí misma y sin dejar de temblar a causa del dolor que aún sentía.

—Aquí Alfa —respondió Suzaku.

Todos supieron que Nene, en el refugio de Sigma, se sentía igualmente aliviada.

—Es urgente que hable contigo, Alfa —dijo Nene acalorada, aunque Suzaku en realidad no podía siquiera hacerse una idea de lo que sucedía en la Tierra Cibernética.

—Te escucho —dijo él.

—Hace un rato, intentamos llamarte. Han pasado muchas cosas desde que llegamos a la Tierra Cibernética... No tengo idea de cuánto tiempo tenemos en realidad, antes de que cualquier otra cosa suceda. Así que sólo lo diré... Alfa, necesito saber qué sucedió con Nina después de que yo me fui del Área 11. ¿Ella ha venido con ustedes?

La pregunta los tomó a todos por sorpresa. Fue Milly quien se armó de valor para dar un paso al frente y responder.

—Ella no está aquí. Después de todo lo que sucedió con Zero y la resistencia, Nina se distanció de todos nosotros. Ella... E-Ella nunca quiso formar parte de lo mismo en que todos nosotros quedamos involucrados.

Silencio.

En la Tierra Cibernética, Yuu tuvo que darle a su hermana un poco de apoyo moral para que ella pudiera continuar con lo suyo. La inquietud en ambos lados de la línea era verdaderamente insoportable.

Nene suspiró.

—Nina está aquí —dijo, y en su voz se reflejó el deseo de que todo aquello no fuese real—. Está en la Tierra Cibernética.

—Eso es imposible —respondió Milly—. Nosotros llegamos aquí gracias al portal de Omega. Nina no tenía idea de que ese portal existía.

Nene, de nuevo, calló por un momento.

—N-Nina interfirió la llamada que intentamos hacer a Alfa... Nos ha dado un mensaje. Parece que se ha unido a Lilithmon. Sigma ha rastreado su posición, y se encuentra en el mismo sitio donde tienen cautivo a nuestro amigo Kiriha. En su mensaje ha dicho que quería a Zero, a cambio de liberar a Kiriha.

La sangre de Suzaku, Milly y Shirley se heló al instante.

Por debajo de su habitual fachada de infinita indiferencia, la angustia también llenó a CC desde lo más profundo de su ser. Suzaku intentó responder algo que pudiese obtener las palabras que quería escuchar, pero Nene no le dio siquiera tiempo de articular sus palabras.

—Zero se ha ido. Taiki, otro de nuestros amigos, también desapareció.

Silencio.

Los miembros del equipo del Campo del Infierno intercambiaron miradas de auténtico terror.

—Iré a buscarlo —concluyó Nene—. Alfa, necesito saber si ustedes podrían esperarnos un poco más.

De nuevo ocurrió un intercambio de miradas. Ryo tomó el control del micrófono para responder en nombre de los demás.

—Resistiremos —dijo el chico—. Haz lo que debas hacer.

La comunicación se cortó de golpe, sin que ninguno de los compañeros de Ryo pudiese saber que Nene estaba al borde de un colapso.

—Lelouch estará bien —aseguró Shirley, intentando contener sus nervios—. Nina no lo lastimaría.

Sus amigos asintieron, a pesar de que sus voces internas les decían a gritos que quizá estaban en un gran error.

—Así que... ¿También tú lideraste un ejército?

A pesar de hablar en voz baja, la voz de Taiki causaba que Lelouch se sintiera excesivamente incómodo. Era como si el chico de las gafas hubiese hecho su mejor esfuerzo para romper el hielo, aún cuando no parecía ser el mejor momento para ella. Y la molestia de Lelouch llegaba desde los rincones más recónditos de su mente, donde lo que más le perseguía era el constante pensamiento de que no quería abrirle a Taiki las mismas puertas que había abierto para Yuu en la Zona Shinobi. Le enfurecía el hecho de tener que admitir que a pesar de todo, comenzaba a confiar plenamente en el chico de las gafas de aviador.

—Sí —respondió Zero de mala gana—. La Orden de los Caballeros Negros.

— ¿Contra qué peleaban?

La curiosidad de Taiki era tan auténtica como la exasperación de Lelouch.

—Creí que Tagiru te lo había explicado todo en la Zona Verde, cuando nos encontramos contigo por primera vez.

Taiki sonrió. Hizo una pausa para verificar que no hubiese enemigos a la vista al llegar a una bifurcación, y volvió a la carga.

—Tagiru me dijo lo que tenía que saber para evitar que tú me asesinaras. Pero quiero saber más sobre ti.

— ¿Por qué?

—Porque somos un equipo. Y porque creo que tiene que haber una razón para que el refugio de Sigma fuera adaptado para que ninguna persona como tú pudiese entrar.

— ¿Personas como yo? El hecho de no tener un Xros Loader no me hace distinto inferior a ustedes, Kudou.

Taiki sonrió de nuevo.

Lelouch endureció su expresión.

—Tal vez no poseas uno propio —dijo el chico—, pero te he visto usar el Xros Loader de Nene. Su Xros Loader responde cuando está en tus manos, como si fueses su dueño legítimo. Eso significa que los lazos que te unen a ella son fuertes. Y es por eso que Mervamon y Sparrowmon te protegen también.

Lelouch suspiró.

—No siempre fue así... En realidad, tuve que ganarme la confianza de sus Digimon. Mervamon me detestaba cuando todo comenzó.

— ¿Y cómo fue que ganaste su confianza?

—No lo sé... Supongo que sucedió cuando incluso yo me di cuenta de que no quería lastimar a Nene.

—Cuando te enamoraste de ella —corrigió Taiki esbozando una pícara sonrisa.

Lelouch suspiró de nuevo.

—Eso es irrelevante —se quejó—. Mis sentimientos por Nene no cambian el hecho de que es mi mejor cómplice.

—Eso es algo que a mí me confunde un poco —dijo Shoutmon tras eliminar a un par de Gizamon que se atravesaron en el camino—. ¿Cómo fue que Nene terminó involucrada contigo, Lamperouge? Lo que Tagiru nos dijo en la Zona Verde no se parece en nada a una historia de amor.

Miles de recuerdos se arremolinaron en la mente del chico de los ojos púrpura. Tuvo que hacer un gran esfuerzo por poder resumir la historia sin dar detalles innecesarios, incómodos o comprometedores.

—La protegí y confíe en ella —dijo—. Las cosas simplemente sucedieron.

—Y ahora quieres rescatar al chico del que ella sin duda estuvo enamorada... —rió Taiki.

Lelouch fulminó al chico con la mirada, y decidió guardar silencio. No importaba cuánto quisiera intentarlo. Un chico tan amigable y cálido como Taiki Kudou era una molestia persistente para alguien tan frío y reservado como Lelouch Lamperouge. Así que el silencio fue similar a la gloria, que sólo fue interrumpida cuando aquella repetitiva alarma se hizo escuchar al entrar en otra división de los túneles. Las luces se tornaron de color rojo, y el estado de alerta se apoderó de ambos chicos.

Taiki aferró su Xros Loader con fuerza, y Lelouch echó mano del arma que llevaba oculta debajo de su chaqueta.

—Nos encontraron —dijo Taiki, esbozando una sonrisa de determinación que en ese momento parecía cínica.

Una explosión tuvo lugar, obligando a ambos chicos a bajar la guardia. Lelouch activó los poderes ocultos de su Geass para crear un escudo que los protegió de los escombros, a costa de sentir de nuevo el deseo de querer arrancarse el ojo a causa del dolor. Exclamando su nombre, Taiki y Shoutmon intentaron ayudarle, evitando así que el muchacho cayera de bruces. De esa manera, el trío pudo ver la aparición de quien sin duda había causado la explosión. Los guerreros adoptaron de nuevo sus posiciones de batalla, que sólo hicieron reír con frialdad a aquella demoniaca aparición.

—No son quien yo esperaba ver —dijo LadyDevimon, preparándose también para atacar—, pero de igual manera será un placer para mí exterminarlos.

Los túneles del primer nivel de la guarida de Lilithmon se llenaron con los gritos de Taiki y Lelouch, que recibieron el impacto de una ráfaga de murciélagos. Lelouch consiguió resistir lo suficiente como para activar de nuevo su Geass. La luz que se desprendió de su ojo fue tan potente y destructiva, que la Tierra Cibernética en su totalidad se sumió en la oscuridad.

El príncipe de Britannia no había llegado tan lejos como para morir a manos de un Digimon.

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