Capítulo XXXII: Artillería Pesada


     Las aguas termales, quizá por la sensación agradable que daba el agua caliente, eran el único sitio dentro del refugio de Sigma donde el Xros Heart podía sentirse realmente bien recibido. Ninguno aceptó relajarse sino hasta que Otamamon y Gekomon se retiraron, momento en que Lelouch ordenó mediante miradas firmes e impenetrables que Oggi y Diethard se quedaran a cada lado de la puerta para vigilar y proteger a los demás miembros del equipo.

Sin un guía que les mostrara como utilizar los mecanismos electrónicos del refugio automatizado, fue un poco difícil para todos encontrar todo lo necesario para ducharse y retirar de sus cuerpos toda la suciedad y el calor de las batallas anteriores. Fue gracias a la aguda mirada de Katsura que todos pudieron encontrar esos sensores que, nuevamente, se activaban ante la presencia de un Digivice. Kira actuó entonces, colocando su DigiLector frente al sensor para que éste abriera una compuerta en la pared, revelando la presencia de tres cajas metálicas.

La primera, que contenía suficientes toallas y batas suaves de algodón para todos los miembros del equipo.

La segunda, que brillaba por sí misma al estar almacenando esos contenedores que pronto dejaron salir el delicioso aroma de una cena consistente.

Y la tercera, más pequeña que el resto, que contenía diminutos artefactos de color negro, del tamaño perfecto para ser colocadas en el mismo sitio en que los Xros Loaders podían almacenar una DigiMemory.

Todas las cajas compartían una peculiaridad.

Iban acompañadas por una pequeña nota, que con letras impresas ponía:

Zero sabrá qué hacer

Tomando la nota en sus manos, Taiki intentó descubrir el significado ante lo que le daba la impresión de ser un mensaje críptico. Sin embargo, no pudo descubrir nada. Tan sólo miró al resto de los miembros del grupo, detectando aquella expresión ligeramente endurecida en el chico de los ojos púrpura.

Él ha visto algo, pensó el general.

— ¿Hay cámaras de seguridad en este sitio? —preguntó la gélida voz de Zero.

—Supongo que debe haber alguna —respondió Kira ligeramente confundida.

—Así que además de tener que parecer los perros de Sigma, ¿también debemos permitir que nos observe mientras nos desnudamos? —se quejó Katsura cruzándose de brazos.

Taiki, en silencio, se convenció de que había algo más, algo oculto en el tono de voz de Lelouch. Algo que se resguardaba detrás de esa mirada impenetrable.

Algo que no podía ser dicho en voz alta.

Algo que, de igual manera, Lelouch parecía haber encontrado la forma de externar.

—Necesito un Digimon que pueda bloquear la vista de las cámaras —dijo—. Una cortina de humo o una descarga eléctrica que las destruya.

—Puedo usar una Digi-Ninpou para eso-dame —respondió Damemon.

—No —dijo Yuu pensativo—. Eso sólo alertaría a Sigma. Si está observándonos, no le parecerá en absoluto normal que Damemon Digievolucione sin razón aparente.

Lelouch fulminó al chico rubio con la mirada.

Había cosas entre ambos que nunca cambiarían.

—Pero ninguno de nuestros Digimon puede deshacerse de las cámaras sin causar alerta —intervino Akari—. ¿Qué otra alternativa tenemos?

Cheepmon dio la respuesta, volando hacia Lelouch para encarar al muchacho.

—No puedo inutilizar las cámaras —dijo la emplumada criatura—, pero sí puedo insonorizarlas. Aunque pueda vernos, Sigma no nos escuchará.

Lelouch asintió.

—Hazlo —dijo.

Cheepmon asintió a su vez y revoloteó de nuevo para situarse justo al centro de la habitación. Extendió sus diminutas alas tanto como pudo y miró a sus compañeros, diciendo:

—Será mejor que cubran sus oídos.

Todos intercambiaron miradas, dándose cuenta demasiado tarde de que Cheepmon tenía razón. La criatura emplumada estalló en un grito agudo que taladró en los tímpanos de todos los presentes, causándoles la desagradable sensación de que habían recibido un daño irreparable en el sentido del oído. Algunos cayeron de bruces y otros perdieron el equilibrio, pues el suelo y las paredes se movieron repentinamente con una violenta sacudida. De los muros brotó un poco de electricidad estática

Y así, tan repentinamente como había iniciado, el sonido se detuvo.

El primero en reaccionar fue Tagiru, quien descubrió sus oídos y fulminó a Cheepmon con la mirada.

— ¡No vuelvas a hacer eso! ¡Por poco nos has dejado sordos!

Cheepmon rió.

—Tal vez sólo los hubiera debilitado un poco —respondió la criatura despreocupada.

—Sea como sea, parece que ha funcionado —intervino Zoe—. Hay electricidad estática en todas las paredes. Sólo espero que no hayas dañado también el mecanismo de las puertas.

—Siempre podemos abrir una nueva puerta —respondió Kira encogiéndose de hombros.

Algunos miembros del grupo rieron.

Otros, como Nene y Lelouch, permanecieron en silencio.

La voz de Zero nuevamente se hizo escuchar.

—Sigma estará vigilándonos aún así —dijo—. Entremos a las aguas termales, así evitaremos levantar sospechas.

Aunque el grupo entero estuvo de acuerdo, pronto surgieron las incomodidades al recordar, o quizá al notar por primera vez, que no había ninguna clase de división ni espacios privados para que los miembros del grupo conservasen un poco de intimidad. Pero ese mísero detalle únicamente molestó a pocos. Mientras Akari y Nunally luchaban por conservar tanto pudor como les fuese posible, Katsura se despojaba de todas sus prendas sin pudor alguno. Ni bien se percató de que las miradas de Tagiru, Yuu, e incluso del general del Xros Heart se habían posado sobre ella, la chica deslizó un par de dedos por encima de los tirantes de su sujetador con la intención de que estos cayeran por sus hombros. Sin embargo, rió con crueldad y les dirigió una pícara mirada a los muchachos. Se detuvo ahí, dejando en claro que no pretendía despojarse de su ropa interior. Y los muchachos, decepcionados, pronto se encontraron con la ira de Akari. La chica pelirroja asestó un golpe en las cabezas de los muchachos, aplicando la fuerza suficiente para ayudarles a mantener la compostura.

Una ducha en toda regla hubiese sido mucho mejor, aún cuando los efectos relajantes de las aguas termales hicieron lo suyo para ayudar a que todas las tensiones desaparecieran. El vapor de agua caliente fue en aumento luego de que Tagiru activara un par de botones que, de alguna manera, habían sobrevivido al sonido destructor de Cheepmon. Pronto, para todos fue sencillo olvidar que estaban semidesnudos en una tina comunitaria. Los masajes que recibían por parte de las burbujas los llevaron a sumergirse más y más, como si repentinamente hubiesen desaparecido todas sus inquietudes. Ningún problema podía afectarles en ese momento.

Oggi y Diethard, sin embargo, no abandonaron su puesto.

Los Digimon también encontraron el punto exacto en el agua caliente, relajándose como nunca y demostrando, a su manera, los motivos por los que el destino los había asignado a sus amigos humanos en particular. Kira y Cheepmon eran el mejor ejemplo, sumergidos en el agua hasta que sólo la mitad de sus rostros pudo ser visible. Manteniendo los ojos cerrados a pesar de que ambos estaban más alerta que nunca.

Tagiru y Gumdramon no se quedaban atrás. Ambos, extendiendo sus brazos en el borde de la tina, encontraron especial placer en las descargas de agua burbujeante que golpeaban sus espaldas al colocarse en la posición correcta.

Mientras Tanemon descansaba, revitalizándose con el agua, Mimi se encargó de limpiar con delicadeza todas aquellas marcas de sangre seca que quedaron tras su última batalla. Al finalizar con lo suyo, fijó su mirada en la chica rubia que abrazaba sus rodillas sin decidirse a entrar por completo en la tina. Zoe se unió a ella, deslizándose hacia Airu para ganar un poco más de cercanía.

— ¿Por qué no te nos unes? —Preguntó la dueña de los DigiSpirits—. El agua es agradable.

— ¿Te encuentras bien, Airu? —secundó Taiki.

No era un secreto para nadie los motivos que Airu tenía para aislarse del grupo. Y a pesar de saberlo, Yuu sintió el impulso de ayudar de cualquier manera. La tristeza de Airu podía no ser tan notoria o explosiva, pero sin duda estaba allí. Y el chico prefería mil veces tener a Airu encima suyo, con tal de no permitir que el brillo de la energía y la felicidad desapareciera de su mirada. Así que antes de que Airu pudiese decir siquiera una palabra, Yuu se deslizó hacia ella y extendió una mano para decir, esbozando su sonrisa más sincera.

—Ven. Te ayudaré a limpiar tu espalda.

Sonrojada, Airu bajó la guardia. Sostuvo la mirada del chico por un instante, antes de acceder a su petición. Su actitud dominante desapareció por completo, obligándole a retirar su mano en un primer instante cuando su piel hizo contacto con la piel de Yuu. Tuvo que armarse de valor para volver a acercarse, tomando finalmente la mano del chico para sumergirse por completo en el agua. El sonrojo en sus mejillas aumentó cuando Yuu se colocó detrás de ella, acunando agua tibia en sus manos para dejarla caer con delicadeza sobre la espalda de Airu.

—Fanfarrón —se burló Tagiru.

A pesar de su intenso sonrojo, Yuu agradeció la intervención de Akari cuando la chica golpeó la cabeza de Tagiru para hacerlo callar.

Las risas, sin embargo, no pudieron hacerse presentes.

Fue gracias a un suspiro de Zero que todos se dieron cuenta de que era el momento de hablar con seriedad. El muchacho de los ojos púrpura estiró un brazo para tomar la caja metálica más pequeña. Sujetó en la palma de sus manos dos de aquellos objetos similares a una DigiMemory, percatándose de que eran exactamente iguales a excepción del apellido escrito en una diminuta cinta de papel.

Kudou.

Orimoto.

Resuelto, Lelouch dejó uno de los objetos en la caja.

—Taiki —dijo—, necesito que conectes esto en tu Xros Loader.

Lanzó la DigiMemory a las manos del general, quien consiguió atraparla antes de que ésta se sumergiera en el agua burbujeante. Buscó su Xros Loader en el borde de la tina e hizo lo que Lelouch le había pedido, manipulando los botones del aparato hasta que éste consiguió proyectar un holograma.

En sus adentros, Lelouch esbozó una sonrisa de suficiencia.

Su astucia era indestructible.

— ¿Qué es esto...? —musitó el general.

El holograma daba una respuesta que en parte sólo alimentaba al enigma.

Además de almacenar una muda de ropa limpia que Taiki sólo necesitaba recargar de la misma forma que hacía con sus Digimon, la DigiMemory contenía lo que parecía ser el robotizado brazo derecho de una máquina.

Un Knightmare, pensaron aquellos que conocían esa clase de aparatos.

—Lloyd ha enviado una para cada uno —informó Lelouch—. Están señaladas con sus nombres.

Dicho aquello, lanzó cada DigiMemory a las manos de su dueño. Aquellas que poseían los nombres de quienes no llevaban un Digivice permanecieron dentro de la caja. Quienes tuvieron la oportunidad de atestiguar lo que Lloyd les había enviado, no perdieron el tiempo. Las mudas de ropa eran similares entre sí, evocando recuerdos en las mentes de quienes habían pertenecido a la Orden de los Caballeros Negros, pues el traje era idéntico a los miembros de la revolución. El aditamento extra estaba presente también en cada DigiMemory, siendo tan revelador como misterioso en semejantes momentos de incertidumbre.

Para Kira, la pierna derecha de una máquina similar a la de Taiki.

Para Tagiru, el inconfundible Lancelot que había sufrido suficientes modificaciones como para convertirse en un arma mortal.

Para Nene, el brazo derecho de la misma máquina incompleta.

Para Yuu, una espada que le hizo recordar a sus demonios del pasado en el Campo del Infierno.

Y para el resto, una bien seleccionada colección de armas de fuego que sin duda los salvarían en un momento de crisis.

Las miradas llenas de temor e incertidumbre no tardaron en aparecer.

— ¿Qué significa esto? —preguntó Akari con voz trémula, fijando su mirada con especial angustia en la selección de cuchillos multifacéticos que Lloyd había enviado para ella.

Nene, en completo silencio, tan sólo mantuvo su mirada fija en la segunda muda de ropa que Lloyd había incluido en su cargamento.

Un traje similar al del líder enmascarado, de color púrpura y con detalles que lo hacían lucir un tanto más atrevido y femenino.

Lelouch, fijando su mirada en aquel misterioso traje y en el detalle de que Taiki y Kira poseían uno similar de colores distintos, frunció el entrecejo.

—Algo me dice que Sigma no tiene idea de que tenemos estas cosas en nuestro poder —dijo el chico—. De ser así... Creo que ni siquiera nos habría entregado los paquetes de Lloyd.

— ¿De qué estás hablando? —preguntó Katsura con recelo.

—De lo que ya todos hemos notado —respondió Taiki, causando que Zero lo fulminara con la mirada—. Algo en este sitio, en Sigma, no está bien.

Decirlo en voz alta sólo causó que quienes ya se habían percatado de ello se sintieran un tanto más incómodos.

—Piénsenlo por un momento —continuó Taiki—. Llegamos a la Tierra Cibernética, y en el radar no aparecieron las señales de ninguno de nosotros. No tenemos idea de en dónde estarán nuestros enemigos, y tampoco podríamos saber en dónde estaba este refugio.

—Tal vez Sigma diseñó una manera de interferir con las señales del radar —propuso Tanemon.

—Y eso nos pone a todos en un gran riesgo —respondió Shoutmon—. Si no podemos usar el radar a nuestro antojo, no podremos luchar.

—Tampoco podremos ir a buscar a quien sea que esté secuestrado por el Señor Demonio que vigila este reino —puntualizó Mimi—. Si es que aún está con vida...

—Takuya y Aonuma son los únicos que faltan entre nosotros, ¿no es así? —Dijo Zoe en voz baja—. Pero... He visto a Takuya. Él no está secuestrado.

—También yo lo he visto —respondió Kira—. Algo extraño está sucediendo con él. ¡Tenemos que rescatarlo!

— ¿Cómo? —inquirió Tagiru.

El silencio fue toda la respuesta que obtuvo, hasta que Zoe se armó de valor para continuar.

—Tengo su D-Scan... —musitó la chica—. Lo dejó allí cuando peleé contra él en ese castillo, en la Tierra Miel. La pantalla está rota. Y él escapó.

Para todos fue evidente la forma en la que Kira agachó la mirada, sintiéndose decepcionada y ligeramente enfurecida.

—Yo... —musitó Mimi—. Y-yo me di cuenta de que Izzy no reaccionó de ninguna manera al estar frente a Kira... Aún cuando él venga de una dimensión diferente, estoy segura de que de alguna manera se habría sentido confundido al tener frente a él a la hija de Tai. De nuestro amigo.

—Tampoco reaccionó ante los Geass —aportó Nunally—. Y no nos dejó hablar con Suzaku.

Para Lelouch aún era difícil aceptar que su hermana fuese parte del grupo, pero de igual manera asintió.

—No quiero desconfiar de Lloyd —intervino Nene con cautela—. Él nos ayudó a llegar a este mundo, después de todo. Y Suzaku está de nuestro lado, de eso estoy segura. Pero Sigma...

—Tengo que decir esto —le interrumpió Yuu furtivamente, causando que Airu se girara un poco para mirar al chico—. Cuando llegamos aquí y Yagami, Mochizuki y Wong se separaron de nosotros, me dio la impresión de que nosotros sólo debíamos traerlos aquí.

—Ahora mismo están con Sigma, hablando de lo que también nosotros tendríamos que saber —dijo Tagiru—. Esto no me agrada.

—A mí tampoco —dijo Taiki—. Y... Tal parece que a ese tal Lloyd también le disgusta todo esto. En las cajas dejó un mensaje para nosotros. Para Zero.

—Él sabe que Zero no se dejará manipular —intervino Mervamon—. A pesar de ser un cretino, Lelouch es astuto.

Nene rió por lo bajo.

—Demuéstralo —retó Kira, esbozando su sonrisa altanera—. Dinos, Lamperouge. ¿Qué es lo que Asplund quiso decirnos con ese mensaje?

El muchacho no se detuvo a pensarlo.

—Los trajes que Lloyd envió para ustedes le pertenecían a la Orden de los Caballeros Negros —explicó el chico—. Una organización que yo fundé para destruir el imperio de mi padre.

— ¿Qué tiene que ver eso con nosotros? —inquirió Zoe.

Nene y Lelouch intercambiaron miradas.

—Los Caballeros Negros eran la resistencia en contra del sacro imperio de Britannia, y fueron fundados por un príncipe exiliado —explicó Nene—. Ahora, nosotros estamos siendo desplazados por ellos. Por los protectores de los Siete Reinos, quienes al parecer sólo nos han usado para llegar con Sigma.

—Y Lloyd sólo ha enviado esos trajes para ustedes —concluyó Lelouch—. Los nombres de Taichi Yagami, Meiko Mochizuki, Henry Wong y Sigma no están incluidos.

Un escalofrío se apoderó de cada uno de los miembros del grupo.

— ¿Significa que no podemos confiar en ellos? —preguntó Akari.

—Creo que lo que significa es que fuimos llamados a este mundo para ayudar a restaurar la paz con el poder de los Knightmares —respondió Nene—, pero en realidad no tenemos idea de si estamos haciendo los movimientos correctos.

Taiki asintió.

— ¿Cuál es el plan, Lelouch? —preguntó el muchacho.

—Entrar al ordenador de Sigma para hablar con Suzaku —respondió el aludido—. No confío en Sigma, ni en ninguno de sus compañeros. Pero Suzaku es diferente a ellos. Si vamos a reunirnos con él en el Campo del Infierno, será por nuestros propios medios.

El resto del grupo asintió, sin saber que en ese momento había alguien más escuchando aquella conversación estrictamente confidencial.

Desde su centro de comando, Sigma hizo un pequeño acercamiento hacia los rostros de los portadores del Geass. Introdujo un par de comandos en el ordenador para repetir la grabación de las cámaras de seguridad, revelando que la técnica de Cheepmon no había surtido efecto en realidad.

No quiero desconfiar de Lloyd. Él nos ayudó a llegar a este mundo, después de todo. Y Suzaku está de nuestro lado, de eso estoy segura. Pero Sigma...

Taichi se reclinó en su asiento, esbozando una expresión de pocos amigos. Meiko hizo otro tanto, frunciendo ligeramente el entrecejo.

Henry, por su parte, permaneció con los brazos cruzados.

Tengo que decir esto. Cuando llegamos aquí y Yagami, Mochizuki y Wong se separaron de nosotros, me dio la impresión de que nosotros sólo debíamos traerlos aquí.

— ¿Qué se supone que debíamos hacer? —Se quejó Henry en voz alta—. Nunca nos dijeron que teníamos que recibirlos con una alfombra roja.

Taichi rió por lo bajo.

Ahora mismo están con Sigma, hablando de lo que también nosotros tendríamos que saber. Esto no me agrada.

Izzy suspiró. Ocupó su sitio frente a sus compañeros y manipuló la pantalla del ordenador para proyectar la imagen sobre la mesa de reuniones. A un lado de la imagen del video apareció también aquella información que había tardado días en obtener.

Lloyd, por supuesto, no tenía idea.

—Durante mucho tiempo supe que Omega y Alfa estaban ocultándome información —comenzó a decir Izzy—. Me costó un poco, pero logré infiltrarme en su sistema. Y aún así, es más fácil de lo que parece. Lo que descubrí... Espero que les cause la misma sensación que mí.

Presionó un par de botones más, revelando la imagen de las cinco piezas robóticas que conformaban aquel imponente Knightmare de color negro.

— ¿Qué es eso? —preguntó Terriermon.

—Al parecer, es una de esas máquinas que Omega envió para sus... aliados. Se les llama Knightmares.

—Sí —dijo Henry—. Omega me envió uno similar, pero jamás supe cómo utilizarlo.

— ¿Lo tienes contigo ahora mismo? —inquirió Taichi.

Henry asintió y sacó de su bolsillo una carta que deslizó sobre la mesa, revelando la imagen de un esbelto Knightmare de color lavanda.

—Luce diferente al que Izzy nos ha mostrado —comentó Meiko—. ¿Por qué esa otra máquina está dividida en partes?

Izzy bebió un sorbo de té antes de continuar.

La grabación de la cámara de seguridad siguió reproduciéndose.

Los trajes que Lloyd envió para ustedes le pertenecían a la Orden de los Caballeros Negros. Una organización que yo fundé para destruir el imperio de mi padre.

—Su nombre, según he leído, es Exodus-XW —dijo Izzy—. Cada una de sus partes puede ser piloteada por una persona. Se necesitan cinco pilotos para hacerlo funcionar, y cuatro de esas personas se encuentran ahora mismo en las aguas termales.

— ¿En dónde está la quinta persona? —preguntó Meiko.

La respuesta de Izzy fue tajante.

—Liderando a los renegados en el Campo del Infierno.

Tal parece que a ese tal Lloyd también le disgusta todo esto. En las cajas dejó un mensaje para nosotros. Para Zero.

Taichi se inclinó ligeramente hacia adelante para dar un poco de seriedad a sus siguientes palabras.

—Pues en algo concordamos... Yo tampoco confío en ellos. Hay algo en ese chico, Lamperouge... Me da escalofríos.

—Su ojo —secundó Meiko—. Su manía por participar en las discusiones importantes, aún cuando ni siquiera tiene un Digimon.

—Lo que hay en el ojo de Lamperouge y de esa chica, Amano, es conocido como el Ojo del Rey —informó Izzy—. Al parecer, es un... poder que les permite hacer que otras personas obedezcan sus órdenes ciegamente. Y tienen razones para desconfiar de ellos. Ambos son asesinos sádicos.

Indignada, Meiko se reclinó en su asiento.

— ¿Cómo pudo alguien elegir a semejantes personas para que nos ayudasen a defender el Mundo Digital? —se quejó—. No vi morir a mi compañera para tener que pelear al lado de un par de asesinos.

—Es extraño —asintió Izzy—. Especialmente porque lo que Clarisse Okada busca es apoderarse del Ojo del Rey mediante un artefacto que ella llama Anulador de Geass.

— ¿Has entrado en su sistema también? —inquirió Taichi.

Izzy asintió.

—En pocos días podré encontrar una manera de descargar nuestra propia versión del anulador —aseguró el chico pelirrojo—. Estoy seguro de que necesitaremos utilizarla. Aunque Clarisse Okada quiera aniquilar también a Lamperouge y sus amigos, tenemos que admitir que no tenemos idea de si ellos realmente son nuestros aliados o no. Alguien que tiene semejante poder y que se defiende mediante armas que aniquilan los Datos de Digimon inocentes no puede ser considerado como un DigiDestinado.

Sus tres compañeros intercambiaron miradas.

—Dilo ya, Izzy —urgió Henry—. ¿A qué nos enfrentamos en este reino? ¿A quién debemos enfrentar para reunirnos lo más pronto posible con Lambda, Épsilon y Omicron?

De nuevo, Izzy respondió sin tapujos.

—Lilithmon es la soberana de estas tierras, y mantiene bajo sus garras a Kiriha Aonuma... Pero tenemos problemas más importantes. Es sobre Omega.

Dicho aquello, el muchacho activó de nuevo un par de comandos para revelar la imagen de un Knightmare cuyo diseño recordaba a un ave.

Un ave robotizada, cuyo cuerpo parecía ser un arma mortal en sí mismo.

—Omega envió esa máquina para sus aliados —informó—. Estuve leyendo su información, y me ha parecido mucho más inquietante que todas las habilidades ocultas del Exodus-XW. Ésta puede disparar explosivos que destruirían un área entera del Digimundo, aniquilando el Código Digital irremediablemente.

Los Digimon presentes en la habitación sintieron un escalofrío recorriéndoles de pies a cabeza.

— ¿Cuál es el nombre de esa máquina? —preguntó Meiko.

Una fotografía de aquella persona apareció en la imagen holográfica, a la par que Izzy anunciaba:

—El RaptorFalcon-R4. Ahora mismo está en manos de Nunally Li Britannia.

Aquellas fueron las últimas palabras que se escucharon dentro de la habitación, a excepción de la grabación de las cámaras de seguridad.

No confío en Sigma, ni en ninguno de sus compañeros. Pero Suzaku es diferente a ellos. Si vamos a reunirnos con él en el Campo del Infierno, será por nuestros propios medios.

En realidad, no había nada que los protectores tuviesen que decidir.

El RaptorFalcon-R4 representaba un verdadero peligro para el Mundo Digital, y sólo había una manera de evitar el daño irreparable.

El Knightmare debía ser destruido, y su dueña tenía que ser aniquilada.

1608272OIb

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