Capítulo XXIII: Una Bienvenida Inesperada
¡Hey, hola! Les tengo una noticia increíble. ¡Ya tenemos booktrailer! Se los dejé en Multimedia para que lo vean. A mí me encantó, así que espero que a ustedes también les guste. Eso es todo por ahora, ¡que disfruten el capítulo!
El portal que se abrió en aquella zona cubierta de césped y árboles, levantando también una pequeña nube de polvo, dejó entrar a los guerreros al sitio desolado que sólo daba la impresión de estar un tanto más lleno de vida gracias al cielo azul del medio día. Taichi y Meiko, liderando la marcha, activaron sus gafas oscuras para buscar señales calóricas en los alrededores. No hubo resultados.
—Zona limpia —anunció Taichi—. Kappa no está cerca de aquí.
—Su refugio tiene que estar un poco lejos —secundó Meiko.
—Sea como sea, será mejor movernos pronto —dijo Nene cruzándose de brazos—. El Señor Demonio que gobierna la Tierra Miel podría estar observándonos justo ahora.
— ¿Sabemos de quién se trata? —preguntó Katsura.
—No —respondió Meiko—. Kappa es la única persona que lo sabe.
—En ese caso, creo que tendremos que utilizar el mapa —propuso Taiki mirando a Kira—. Tenemos que encontrar las señales de los enemigos y de nuestros aliados para saber a dónde dirigirnos.
—Estoy en ello —respondió la chica.
El DigiLector de color naranja proyectó el mapa de la Tierra Miel que Kira manipuló con ayuda de sus dedos, así como recibió la ayuda de Lelouch para poder llegar hasta los más recónditos rincones de aquellas tierras desconocidas. Finalmente, tras dos largos minutos de una búsqueda implacable, ambos encontraron el ángulo correcto.
La Tierra Miel había sido dividida mediante una gigantesca muralla que separaba al imponente castillo del resto de la tierra desolada. Todos pudieron darse cuenta de que dentro de la muralla era donde se encontraban los enemigos, pues las señales de color rojo se encontraban congregadas allí solamente. Y en la torre más alta, siendo resguardada por cinco enemigos, se encontraba aquella señal de color verde. El Emblema de la Pureza.
—Mimi Tachikawa está aquí —informó Kira, causando que Tanemon surgiera de alguno de los dispositivos digitales en donde se había resguardado—. En ese castillo. El Señor Demonio de la Tierra Miel la tiene como rehén.
Zoe tragó saliva en silencio, consciente de que Mimi no era la única cautiva en aquellas tierras.
— ¡Tengo que encontrar a Mimi! —Exclamó Tanemon con angustia—. ¡Tengo que ir a ese castillo!
—No es el momento, Tanemon —respondió Taiki, causando que la repentina tristeza se apoderara de la pequeña criatura—. Antes debemos reunirnos con quien podrá decirnos a quién nos enfrentamos.
— ¿Es que ninguno de nosotros sabe quiénes son los Siete Señores Demonio? —inquirió Airu.
—Bokomon sin duda lo habría sabido —respondió Zoe con un dejo de tristeza—. Pero sin su libro, nosotros... estamos a la deriva. Hay muchas cosas sobre este mundo que tal vez ninguno de nosotros conoce.
—Bueno, yo no estoy dispuesta a esperar a que alguien venga a responder mis preguntas —decidió Kira—. No puedo ver a Kappa por ninguna parte. No hay más señales en el mapa.
El grupo entero intercambió una mirada.
Tagiru, aún herido, esbozó una mueca de dolor.
— ¿Qué posibilidades hay de que Kappa haya sido eliminado? —inquirió Lelouch sin consideración o tacto alguno.
Las miradas rebosantes de ira y firmeza de Meiko y Taichi fueron la respuesta más contundente.
Con todo, fue Gabo quien se atrevió a hablar.
—Kappa no pudo haber sido derrotado —dijo—. Tal vez sólo está ocultándose.
—Tagiru necesita descansar —intervino Nunally—. ¿Podemos resguardarnos mientras pensamos en un plan?
—Sí —respondió Nene, sin importarle que el resto de los miembros del equipo pudiesen opinar algo diferente—. De cualquier manera, encontremos a Kappa o no, tenemos que evitar que el enemigo nos atrape estando en campo abierto. ¡Andando!
Dicho aquello, el grupo emprendió la partida.
Nadie se percató de la presencia de ese Ignitemon que observaba al grupo de guerreros desde la copa de un árbol.
Accionando un comunicador en su muñeca, Ignitemon habló en voz baja.
—Señor Deltamon, los he encontrado. Los enemigos del señor Belphemon están aquí.
Suzaku dejó caer el último cuerpo, de aquella Floramon cuyo brazo derecho se había convertido en un muñón del que se desprendían los Datos, a un lado del resto de los caídos. La chica rubia iba detrás de él, enjugando sus lágrimas y apenas aferrando ese Digivice ensangrentado.
—Es la última —dijo Suzaku en voz baja, para que Milly pudiese proceder a hacer el recuento de los daños.
Con un dejo de tristeza, Milly suspiró.
Suzaku enjugó el sudor de su rostro.
Ryo, limpiando aún la sangre que brotaba de su nariz, le dirigió una veloz mirada a Cyberdramon para asegurarse de que Lilamon estuviese vendando todas sus heridas.
—No hay mucho que podamos hacer por ellos —comentó Milly tras rechazar a Yoshino, quien pretendía limpiar la sangre que brotaba justo detrás de la oreja de la chica rubia—. No hay nada que podamos hacer por ellos, en realidad.
—Cyberdramon ha tenido suerte —asintió Lilamon—. Sus heridas son mínimas. Los otros, sin embargo...
—Veintisiete Digimon inocentes —recitó Milly—. Tal vez nunca debimos llevarlos con nosotros en primer lugar. Por suerte, Shirley y el Guren se encuentran en perfectas condiciones.
—No podemos pedirles a todos que se resguarden todo el tiempo —se quejó Ryo—. Si comenzamos a buscar motivos por los que algunos no puedan luchar, nuestras filas quedarán reducidas a... nada.
—Akiyama tiene razón —asintió Yoshino—. Aunque nos cueste admitirlo, debemos aceptar que todos nosotros tenemos que aportar algo a esta guerra. Los caídos son sólo... una de las consecuencias que tenemos que enfrentar.
—Es injusto —intervino Milly—. ¿Por qué siempre hay alguien que tiene que morir? Ahora tenemos a estos Digimon malheridos y agonizantes, además de ese chico que rescatamos y que aún no despierta. Y la próxima vez que queramos atacar el castillo, perderemos a más de los nuestros.
—Tenemos que esperar —intervino Suzaku—. CC dijo que Lelouch ya está acercándose.
—Han pasado días desde la última vez que hablamos con él —se quejó Milly de nuevo—. Lo único que supimos fue que recién estaba en el segundo de los Siete Reinos. ¡Por lo que sabemos, ahora mismo podría estar muerto! ¿Qué maldita fuerza nos ha pedido que viniéramos a este mundo, sólo para vernos perecer aquí?
—Creo que todos estamos alterados ahora... —musitó Lilamon—. Volvamos arriba, con Shirley y CC. Después de tomar un baño, estaremos bien.
—Sí —dijo Yoshino—. Ya no hay nada que nosotros podamos hacer... Sólo debemos asegurarnos de...
— ¿De qué? —urgió la chica rubia que aún lloraba.
Todas las miradas se posaron sobre ella.
—Catherine... —musitó Suzaku en voz baja.
—No... ¡No! ¡No pueden hacerle... eso a Floramon! ¡Ella estará bien!
—No poseemos el poder para devolverle el brazo que ha perdido, Catherine —dijo Yoshino sin tacto ni reparo alguno—. Lo mejor para Floramon es que acabemos con su sufrimiento.
—Lo haremos nosotros —aseguró Cyberdramon—. Ustedes suban, e intenten contactar nuevamente a nuestros amigos.
Yoshino, Milly y Suzaku se retiraron en silencio, con la capa caída y el ánimo por los suelos. Y Catherine tan sólo pudo ver cómo eran aniquilados los Datos de Floramon.
Era imposible mantener arriba el optimismo si con cada pequeña misión tenían que tomar el camino de acabar con el sufrimiento de quienes estaban en peores condiciones.
El tiempo corría, el Mundo Digital seguía marchitándose... y la esperanza ya había dejado de brillar.
El grupo de valientes guerreros encontró refugio en una zona donde los árboles crecían especialmente juntos, ayudándoles a permanecer resguardados de la vista de los enemigos. Con todo, Taichi y Meiko se separaron para asegurarse de que no hubiese enemigos en el perímetro, y dejaron solos a los demás que en ese momento se encontraban esperando a que Cutemon hubiese terminado de remediar los daños causados en la batalla contra Beelzebumon.
Katsura, Nunally, Lelouch y el resto de los heridos ya se encontraban en óptimas condiciones, por lo que Tagiru era el único que aún se mantenía bajo el control del Kizunaol de Cutemon. Al finalizar con sus tareas, el conejo rosado sonrió.
— ¡Terminado-kyu!
—Gracias, Cutemon —sonrió Tagiru de vuelta.
— ¡No fue nada-kyu!
Cutemon volvió a los brazos de Akari mientras Tagiru se ponía en pie con la ayuda de Yuu. Fue interceptado inmediatamente por la cálida sonrisa de Nunally, quien jamás se había sentido tan contenta y aliviada. Ambos se limitaron a tomarse de las manos, disparando el sentido de alerta del hermano mayor de la chica castaña.
Soltando una risa, Nene besó la mejilla de Lelouch.
El temible Zero tenía una única debilidad, al parecer.
—Bueno, ya estamos todos bien —anunció Kira colocando sus brazos detrás de su cabeza—. Supongo que ya podemos comenzar a pensar en dónde podríamos encontrar a Kappa. Eso, y...
—Justamente eso es lo que yo quiero discutir —intervino Zoe—. Hay algo que tengo que decirles. Y-yo...
—Lo que yo quisiera saber es qué demonios era esa máquina que estaba derribada en el castillo —se quejó Katsura—. Jamás había visto nada como eso.
Zoe guardó silencio, sintiendo una ligera pizca de impotencia.
—Se llaman Knightmares —explicó Taiki—. Son... el poder que nos ha enviado ese otro mundo que está ayudándonos.
— ¿Qué...?
—Para derrotar a Clarisse esta vez, necesitaremos la ayuda de un poder que no pertenece a este mundo —explicó Kira—. Hemos ido a un sitio llamado... Britannia, donde nos han brindado ese poder. Es así como enfrentaremos a los Siete Señores Demonio, uno a uno hasta llegar con Clarisse y Piedmon.
—Y Tagiru merece un premio por haber piloteado el Lancelot —dijo Oggi, llamando la atención del grupo que parecía haber olvidado su presencia y la de Diethard—. El Lancelot es uno de los Knightmares más difíciles de manejar.
—Bueno, no quiero volver a hacerlo —se quejó el aludido—. ¡Apenas podía mover ambas piernas al mismo tiempo!
—Sólo necesitarás práctica —aseguró Nene—. Créeme, te fascinará.
—Nene es la mejor piloto de Knightmares que he conocido —comentó Lelouch tomando la mano de su amada—. Es por eso que la elegí como la piloto del Gawain.
Ella dejó salir una risa cruel.
—En realidad, lo que sucedió fue que Lelouch quería mantenerme vigilada —explicó la aludida.
Hubo risas en cada miembro del grupo, incluso por parte de Kira y Katsura a pesar de no entender del todo las razones por las que ese comentario era gracioso.
Sin embargo, las risas se apagaron en cuanto el oído de Shoutmon detectó el sonido de una rama quebrándose en alguna parte. Hizo callar al resto con un sonoro quejido e intentó detectar nuevamente el sonido.
Lo único que llegó, tomándolos por sorpresa, fue un golpe contundente que derribó a Taiki y le dejó la nuca ensangrentada.
— ¡Emboscada! —exclamó Gumdramon.
Oggi, Diethard, Nene y Lelouch apenas pudieron tomar sus armas, pues al instante fueron sometidos por las redes que cubrieron sus cuerpos. Aquellas mismas redes se transformaron en cuerdas que sujetaron con fuerza sus muñecas, inmovilizándolos por completo. Nene intentó activar su Geass para ordenar su liberación, recibiendo un golpe en la cabeza por parte de los enemigos. En menos de un segundo, y sin que Meiko o Taichi lo hubiesen sabido, los combatientes ya habían sido capturados y amordazados.
Ignitemon saltó entonces de la copa de un árbol para mirarlos a todos ellos, y a la comitiva de Gizamon en modo absorbido que los habían sometido, sólo para decir:
—Misión cumplida. Llévenlos al castillo del señor Belphemon.
Cuatro armas de fuego fueron lo único que quedó en ese sitio.
Un rastro revelador e imposible de seguir para quienes, tras una infructuosa búsqueda, volvieron un par de horas después.
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