Capítulo XVII: El Mensaje de BelleStarmon
Meiko despertó de golpe cuando sus terrores nocturnos intentaron transportarla a ese mundo de pesadillas del que no podía escapar sin importar cuánto se esforzara por hacerlo. Se incorporó velozmente y apartó las sábanas para que sus pies descalzos pudiesen tocar el gélido suelo de mármol de su pequeña habitación. Eso le ayudó a sentirse totalmente alerta, totalmente libre de sus oscuros tormentos. Meikuumon se removió debajo de las sábanas para asomar su cabeza por debajo de ellas. Angustiado, musitó en voz baja:
—Mei...
—Vuelve a dormir —respondió ella de mala gana—. No es nada.
—Pero, Mei...
—He dicho que no es nada.
Meikuumon no tuvo más opción que permanecer en silencio y acurrucarse de nuevo, sin poder conciliar el sueño pues Meiko se negó a volver a la cama. La chica decidió levantarse para dar un paseo dentro de la habitación, intentando controlar así los acelerados latidos de su corazón. Cuando finalmente lo consiguió, sólo soltó un suspiro y pasó una mano por encima de su rostro. Miró entonces aquella cicatriz con la que una quemadura había marcado su muñeca. El símbolo del Peligro Digital parecía arder al rojo vivo cada vez que posaba su mirada en él. Con todo, pasó las puntas de sus dedos sobre la quemadura y endureció la expresión de su rostro. El torrente de recuerdos se apoderó nuevamente de ella, por lo que tuvo que reprimirlos sacudiendo la cabeza con violencia. El eco del alarido de dolor agonizante de Suzie Wong resonó en lo más recóndito de su memoria. Podía recordar vívidamente el momento en el que aquella niña pereció en sus brazos, musitando el nombre de su hermano mayor.
—Mei...
Meikuumon insistió, por lo que Meiko no tuvo más opción que aceptar volver a la cama.
No pudo conciliar el sueño durante toda la noche.
No había una hora establecida para iniciar el día en el refugio de Meiko, y tal vez eso se debía a que estando bajo tierra era imposible saber si ya había amanecido o no. Especialmente en un sitio aquejado por la oscuridad perpetua, como lo era la Tierra Vampiro.
Nene tuvo que obedecer a su instinto y a su reloj biológico para abrir los ojos cuando tuvo la impresión de que debía estar comenzando a amanecer. Suspiró, intentando desperezarse de esa manera, y pestañeó un par de veces para aclarar su vista. El brazo derecho de Lelouch la aferraba con fuerza, y la manera en la que él fruncía el entrecejo hacía evidente que en realidad no estaba dormido. No del todo, al menos. Con todo, ella sólo se giró debajo del brazo de su amado para devolver el abrazo y reposar su cabeza sobre el pecho del muchacho. Vio en dirección hacia las otras camas que les hacían compañía en esa habitación. Yuu había pasado la noche entera durmiendo en el suelo, en compañía de una almohada y un cobertor, sólo para permitir que Airu ocupase la última cama libre. Tagiru había hecho otro tanto, durmiendo en un sofá para que Nunally pudiera sentirse cómoda. Sparrowmon, Mervamon, Gumdramon, Opossumon, Cheepmon y Damemon dormían apaciblemente.
La Idol era la única que estaba despierta. Y, a decir verdad, no tenía intenciones de levantarse.
Quizá el cambio en el sonido de la respiración de la chica fue lo que hizo despertar a Lelouch. El muchacho abrió lentamente los ojos, sintiendo una ligera molestia en el Geass que estaba permanentemente activado. Su quejido alertó a Nene, quien levantó la mirada y sonrió con calidez para luego inclinar su cabeza hacia arriba y recibir a su amado con el primer beso del día. Él respondió el gesto, para que la chica pudiese volver a la posición inicial.
— ¿Qué tal has dormido? —preguntó él.
—No recordaba lo cómodo que es dormir en una cama —sonrió ella—. ¿Cuánto tiempo crees que hayamos dormido?
—Después de todo lo que ha pasado, supongo que habrán pasado ya algunas horas.
—Pues aún me siento cansada —rió ella—. ¿Qué tal has dormido tú?
Lelouch suspiró.
—Muy poco. No podía dejar de despertar a mitad de la noche, creyendo que había escuchado algo al otro lado de la puerta.
—Meikuumon dijo que las paredes de estas habitaciones aíslan los sonidos.
— ¿Y eso no te parece sospechoso?
El semblante de Nene cambió repentinamente, como si hubiese sido influenciada por la frialdad natural de Zero.
— ¿Qué es lo que tratas de decir?
—Nada... —musitó Lelouch—. Sólo creo que tendríamos que mantenernos alerta.
— ¿Acaso no confías en Meiko?
—Hay algo en ella que... No lo sé. Es un poco extraño, ¿no te parece?
—No lo entiendo.
—Cuando hablamos con ella sobre la Tierra Vampiro, dijo que hay cientos y cientos de Digimon enemigos alrededor de nosotros. Pero cuando aparecimos aquí... no había nada.
—Dices que ella oculta algo, ¿no es cierto?
—No quiero apresurarme. Sólo puedo decirte que no debemos confiar tan ciegamente en cualquiera que utiliza un nombre clave.
—Pero, Meiko tiene un compañero Digimon.
—Cuando Kira se presentó con ella, Mochizuki no explicó cuál es la generación de la que ella proviene. Es todo lo que tengo que decir.
—Taichi confía en ella. Aunque...
— ¿Aunque...?
—Ahora que lo mencionas...
Para darle seriedad a sus palabras, Nene se incorporó lentamente. Lelouch la siguió.
— ¿Qué es, Nene?
Con el semblante serio, ella respondió en voz baja.
—En la Tierra Dragón, Taichi dijo que él jamás había visto los rostros de los otros protectores de los Siete Reinos. Él no conocía a Meiko antes de llegar aquí. Eso podría significar que cualquier enemigo podría engañarnos.
—Eso tiene sentido si lo unes al hecho de que ningún enemigo nos ha atacado hasta ahora.
— ¿Qué podemos hacer, entonces? ¿Deberíamos escapar de aquí?
—Aún no... Antes debemos hablar al respecto de esto con Yagami. Ella también conoce más detalles sobre este mundo que podrían ayudarnos a formar un criterio... Pero vale la pena mantenernos alerta. ¿Aún tienes tu arma?
—Sí.
—De acuerdo... Tengo un plan.
— ¿Qué clase de plan?
—Salgamos a la superficie. Hagamos una misión de reconocimiento.
— ¿Eso qué resolvería?
—Si vemos que no hay ningún enemigo cerca, volveremos aquí y nos desharemos de Mochizuki antes de que sea demasiado tarde.
Nene tan sólo asintió, decidida. Se levantaron ambos de la cama para vestirse tan rápido como pudieron. Despertaron también a Mervamon y Sparrowmon, para almacenarlos en el Xros Loader y así evitar que causaran revuelo con su presencia. Pero el ajetreo bastó para que Cheepmon abriera lentamente los ojos. Adormilado, el pollo de plumaje negro se elevó en los aires agitando sus alas con desgano. Pestañeó un par de veces y bostezó con fuerza.
— ¿A dónde van? —consiguió preguntar en voz baja y arrastrando las palabras—. Aún es un poco temprano para tomar el desayuno.
—No tomaremos el desayuno —respondió Nene—. Vamos a salir.
— ¿Kira lo sabe?
—No se lo hemos dicho —respondió Lelouch con la voz gélida del hombre enmascarado.
—No tardaremos mucho —dijo Nene y tomó la mano de Lelouch tras haberse asegurado de que su arma estuviese oculta debajo de sus ropas.
Ambos introdujeron el código numérico para abrir la puerta de la habitación sin hacer tanto ruido como para despertar a los demás. Se escabulleron a lo largo del pasillo a paso lento pero decidido, manteniéndose alerta ante cualquier sonido que pudiese llamar la atención. Por fortuna, consiguieron llegar a la primera planta del refugio sin causar revuelo. Nadie se die cuenta de que había dos miembros del equipo recorriendo los pasillos y usando los ascensores. El verdadero problema llegó cuando intentaron abrir la puerta principal, pues ésta no sufrió ningún cambio sin importar cuánto intentasen manipularla. Al cabo de un momento, Nene se dio por vencida.
—No funciona —dijo—. Debe reaccionar únicamente al tacto de Meiko.
—Es una buena manera de mantenernos atrapados, en caso de que sea cierto que ella no es de fiar —respondió Lelouch.
—Podríamos hacer estallar la puerta —propuso la chica encogiéndose de hombros.
Lelouch negó con la cabeza.
—Tiene que haber otra manera... Tengo un plan. Intentemos contactar a Lloyd para pedirle que nos ayude a abrir esa puerta.
— ¿En verdad crees que eso...?
— ¡Oigan! ¡Esperen!
La conversación de Nene y Lelouch quedó suspendida en el aire cuando Cheepmon llegó volando a toda velocidad, agitando sus alas frenéticamente hasta que algunas plumas diminutas terminaron por desprenderse de su cuerpo. Se detuvo al estar frente a sus dos compañeros, con la respiración agitada, y no dejó de mover sus alas en ningún momento.
— ¿Qué pasa, Cheepmon? —urgió Nene.
Cheepmon respondió con voz ahogada, causada por la angustia y por la falta de aire.
— ¡Kira no está! ¡Kira se ha ido!
Nene y Lelouch intercambiaron una mirada, para luego seguir a Cheepmon a toda velocidad hasta el dormitorio que antes habían abandonado. Yuu, Airu, Nunally, Tagiru y los Digimon despertaron a causa del ajetreo y las luces encendidas. Confundidos, observaron cómo Nene y Lelouch se encargaban de registrar hasta el último rincón de la habitación en busca de alguna pista. La ropa de Kira no estaba allí. Sus zapatos, sus gafas, el DigiLector... Todo había desaparecido.
— ¡Ella estaba aquí anoche! —Exclamó Cheepmon—. ¡Lo recuerdo!
— ¿Qué sucede? —preguntó Yuu.
Nene esperó a que la mirada de Lelouch confirmara todas sus sospechas. Miró entonces a su hermano y respondió tajantemente:
—Kira desapareció.
— ¿Qué...? —preguntó Tagiru.
Resuelta, y actuando como nadie nunca hubiese esperado de ella, Nunally tomó la iniciativa de levantarse de la cama para unirse a la búsqueda, fijando su mirada en un punto que todos habían ignorado en un principio. Tomó aquella hoja de papel oculta debajo de la almohada que Kira tendría que haber utilizado. Leyó velozmente el mensaje allí escrito y entregó la nota a su hermano, diciendo:
—Aquí. Mira esto, hermano.
Lelouch tomó la nota. Nene tuvo que leer por encima del hombro del muchacho.
La nota rezaba:
Volveré pronto
Debo ir a salvar a Katsura
Por favor, cuiden a Cheepmon mientras vuelvo
Los presentes en aquella habitación intercambiaron miradas, para luego salir en tropel de la habitación. Tenían que encontrar pronto a Meiko para abrir la puerta e ir a buscar a la temeraria, e impulsiva, chica de las gafas de aviador.
El tiempo corría, y no estaba a su favor.
Kira no tuvo más opción que adentrarse en uno de los cementerios, pues la cantidad de enemigos que alcanzó a ver en la distancia por un breve instante la dejó sin palabras. Caminar entre las tumbas era, incluso, un poco más fácil que intentar pasar desapercibida entre aquella multitud de Digimon oscuros. Al menos, caminar entre los Bakemon no era inquietante mientras ella se mantuviese con un perfil bajo. En silencio. Moviéndose entre las sombras.
Pronto encontró una cripta en la que pudo ocultarse por un instante. El tiempo suficiente para sacarse aquella pesada capa que impedía que su cuerpo se moviese con libertad. Miró en todas direcciones para asegurarse de que no hubiese ningún enemigo cerca, y tomó su DigiLector para hacer aparecer el mapa que reveló su posición.
Se encontraba a cientos de kilómetros de distancia del castillo de NeoVamdemon. El Emblema de la Amistad aun aparecía en el mapa.
Poco le importó verificar las posiciones de sus amigos, que en ese momento aún se encontraban en el refugio de Meiko. Tan sólo se encargó de manipular el mapa para que averiguar si acaso esa cripta podría conducirla a cualquier sitio. Pero no era así. La cripta no podía acercarla al castillo.
—Mierda...
Volvió a colocarse la capa sobre los hombros y tomó un profundo respiro. Debía salir de nuevo al cementerio para retomar el camino inicial.
Sin embargo, un sonido misterioso brotó de sus bolsillos. Miró su DigiLector con la pantalla apagada, por lo que un escalofrío recorrió toda la extensión de su espalda al descubrir de lo que se trataba en realidad.
Con una mano temblorosa, tomó el DigiLector de Clarisse y presionó un botón para aceptar el mensaje que estaba recibiendo. La imagen holográfica se proyectó sobre una de las imágenes de las criptas. Clarisse, sin embargo, no estaba allí.
Lo que la transmisión le mostró logró helar su sangre hasta que las gotas se convirtieron en diminutos cubos de hielo intentando pasar a través de sus venas. Sus pupilas se contrajeron y su respiración se cortó casi de golpe.
Katsura estaba allí. Con las manos atadas por encima de la cabeza, y manteniéndose suspendida mediante las cadenas que mantenían sujetas sus muñecas. Sus ropas estaban desgarradas por los golpes del látigo que había recibido. Y aunque mantenía el rostro inclinado hacia abajo, para Kira fue sencillo descubrir ese profundo corte que surcaba el lado izquierdo de las perfectas facciones de su mejor amiga. La sangre se encharcaba debajo de ella, corriendo desde sus muñecas y uniéndose al torrente que brotaba de cada uno de los cortes que el látigo había abierto en su piel.
La siniestra risa de una mujer se escuchó entonces, segundos antes de que ella apareciera en la pantalla. Sujetando un látigo de cuero negro en sus manos y siendo acompañada por una bestia que Kira adivinó, quizá por su instinto, que se trataba de Indramon.
—Kira Yagami —saludó la mujer de senos voluptuosos y ropas oscuras—. Es un gusto que hayas aceptad nuestro mensaje. Eso quiere decir que no eres tan estúpida como pareces. Ahora escucha con atención, si no quieres ser la responsable de que ocurra una tragedia.
Kira se mantuvo en silencio, mordiendo su lengua para evitar responder a las provocaciones. En su interior, la ira se erguía de la misma manera que habría hecho una serpiente dispuesta a atacar.
—En estos momentos estás moviéndote hacia nosotros —dijo la mujer—. La señora Clarisse lo sabe, porque tienes en tu poder algo que nos pertenece. Sabemos que vienes totalmente sola, y eso ha sido un poco... estúpido de tu parte.
—Deja ir a Katsura —respondió Kira con valentía.
BelleStarmon rió con frialdad.
—No, Yagami —respondió—. Esto no funciona así.
—Haré lo que quieras —suplicó Kira—. Sólo libera a Katsura y a Keramon. Sé que ambos aún están con vida.
—No por mucho —dijo BelleStarmon—. Eventualmente, todos han de ser exterminados. Pero podemos llegar a una clase de trato.
— ¿Qué clase de trato...?
—Si consigues traer aquí a esos dos... monstruos, a ese par que posee el Ojo del Rey, podrás llevar a tu amiga con los demás y les perdonaremos la vida en esta ocasión. Sabes bien de quiénes hablo, ¿no es cierto? Quiero que traigas ante nosotros a Nene Amano y Lelouch Vi Britannia.
Kira sonrió, con esa clase de sonrisa que parecía ser un rasgo en común de las personas que pertenecían al círculo de los Héroes Legendarios. No necesitaba pensar en una respuesta.
—No lo haré. Ellos son mis amigos.
—Si no lo haces, el señor Beelzebumon los encontrará. Y cuando eso suceda, desearás no haber nacido.
El semblante de Kira se ensombreció.
—Lo único que haré será encontrarte —sentenció la chica—. Te haré sentir el mismo dolor que le han causado a Katsura, antes de acabar contigo para siempre.
—Eso me gustaría verlo, querida —rió BelleStarmon—. Lo has decidido. No hay trato.
Y dicho aquello, la comunicación terminó.
Repentinamente alterada y con el corazón agitado, Kira soltó un juramento en voz baja. Guardó de nuevo el DigiLector de Clarisse para salir de la cripta a toda velocidad, siendo interceptada por un estallido que la hizo caer de espaldas a causa de la onda expansiva. Su espalda se impactó contra el tronco de un árbol marchito. Apenas consiguió recuperarse, para descubrir que su brazo derecho había quedado cubierto por quemaduras de primer y segundo grado. Se levantó con piernas temblorosas y buscó en vano su DigiLector, al recordar que Cheepmon se había quedado en el refugio.
Tuvo que tomar su arma para defenderse, así como dio un salto para esquivar la esfera de fuego de color púrpura que por poco la aplastó por completo. Cuando ese segundo estallido ocurrió y la nube de polvo se dispersó, su enemigo finalmente se mostró entre los escombros. Los Bakemon que intentaron ahuyentarlo fueron aniquilados en cuanto una potente llamarada de color negro se desprendió del cuerpo de aquel Digimon.
Kira sintió que su corazón se estrujaba dentro de su pecho.
—N-no... N-no puede ser...
Cubrió su boca con una mano, y la sorpresa le hizo soltar el arma. Quedó totalmente indefensa, a la vez que sintió el deseo de tirarse a llorar allí mismo.
Aquel Digimon tan sólo le dedicó una mirada de odio con sus ojos opacos, vacíos y sin un mínimo rastro de vida. Él sólo preparó dos esferas de fuego para disparar desde sus manos. Todo su cuerpo, de colores oscuros, emitía una siniestra aura de auténtica maldad.
Una lágrima solitaria corrió por la mejilla de Kira.
Su voz apenas fue un susurro suplicante.
—N-no... ¿A-Agunimon...?
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