Capítulo XV: Los Secretos Ocultos de la Tierra Vampiro


     A Nunally le costó seguir el paso de Tagiru cuando el chico se alejó del grupo, aunque finalmente pudo conseguirlo gracias a que el chico castaño se detuvo al llegar a una zona de descanso. A media luz y en total soledad, Tagiru recargó su espalda en un muro y llamó a Gumdramon, sólo para que su amigo digital lo mirara con angustia. Incapaz de pronunciar siquiera una sola palabra, Gumdramon sólo tomó la mano de chico con fuerza. Tagiru devolvió el gesto. Esbozó una triste sonrisa cargada de impotencia, y dejó salir un pesado suspiro de liberación. Con el dorso de su mano enjugó sus lágrimas y decidió llamar a toda su fuerza de voluntad para seguir manteniendo la esperanza.

—Después de todo lo que sucedió en Britannia, esperaba que nunca fuera necesario ver morir a alguien más —confesó el muchacho con un dejo de tristeza—. Gumdramon... ¿Crees que Hideaki estará más seguro en el Campo del Infierno, que estando en el mundo real?

—Si está con nuestros amigos, no habrá razones para preocuparnos, Tagiru —sonrió Gumdramon—. Y pronto nos reuniremos con él. Sólo nos quedan seis de los Siete Reinos. Y después de vencer a Leviamon, derrotar a cualquier Señor Demonio será pan comido.

— ¡Tagiru! ¡Al fin te encontré!

Nunally tuvo que detenerse para tomar un poco de aire cuando al fin se encontró frente al muchacho. Sus piernas fallaron en el último instante, causando que la chica se tambaleara un poco. El muchacho la tomó por los hombros para ayudarle a mantener el equilibrio. La chica respondió con una cálida sonrisa. Al recuperar la fuerza en sus piernas, Nunally pudo mantenerse de pie sin que Tagiru estuviera sujetándola.

— ¿Qué haces aquí, Nunally? —Preguntó el chico—. ¿Por qué no te has quedado arriba con los otros?

—Bueno, tú te alejaste de los demás y estaba preocupada por ti —respondió la chica encogiéndose de hombros—. Me di cuenta de la forma en que reaccionaste. En verdad te ha preocupado lo que dijo Milly a través de esa transmisión.

Tagiru suspiró. Tal parecía que ocultarle algo a Nunally era totalmente imposible.

—Es sólo que... Hideaki es uno de mis mejores amigos —confesó el muchacho intentando ocultar sus verdaderas emociones detrás de una sonrisa nerviosa—. No quiero que todo esto lo afecte también a él, ya que sólo somos nosotros quienes hemos sido llamados para resolver el problema de la Brecha Dimensional.

—Al final, todos hemos sido llamados por alguna razón. Tal vez tu amigo también debe encontrarse con su destino en este lugar... Al igual que todos lo hemos hecho. Estoy segura de que él sobrevivirá. Milly y esos sujetos que están en el Campo del Infierno podrán protegerlo. Además, Suzaku está con ellos. Si hay alguien que puede cuidar de tu amigo, es Suzaku.

Tagiru rió. Repentinamente, todo parecía poder resolverse con una simple sonrisa.

—Realmente confías en esas personas, ¿no es cierto?

—Sí —respondió Nunally sin detenerse a pensarlo—. Milly y Suzaku son personas maravillosas. Eran nuestros amigos en Britannia. Podemos confiar plenamente en ellos, te lo aseguro.

—Si Nunally lo dice, tiene que ser cierto —dijo Gumdramon—. Hideaki estará bien, Tagiru. ¡Ten confianza!

El muchacho asintió, aún cuando el pesimismo luchaba férreamente para apoderarse de sus pensamientos.

—Sí —dijo al fin—. Confiaré en ellos.

Nunally devolvió la sonrisa y aprovechó entonces para usar sus pulgares y enjugar las lágrimas que aún no habían desaparecido del todo de los ojos de Tagiru. El chico se tensó sólo por un instante, pues le tomó por sorpresa el hecho de que Nunally poseyera una piel tan fina y tan tersa. Y aquello no le pasó por alto. Se sintió incluso un poco estúpido al no haberlo notado antes, pues había tomad las manos de la chica en más de una ocasión. Y cuando Nunally terminó con lo suyo y volvió a sonreírle con esa inocencia tan propia de ella, Tagiru sólo pudo sentir que sus mejillas se tornaban de un rojo intenso.

—Mucho mejor —dijo ella—. No quiero verte llorar. No me gusta que las personas sufran. Especialmente si son importantes para mí.

— ¿Soy importante para ti?

—Sí —respondió ella nuevamente sin detenerse a pensarlo siquiera por un segundo—. Nunca olvidaré cómo fue que te conocí, ni lo que sucedió después de ese día.

—Yo también lo recuerdo —sonrió el chico—. Fue cuando el Xros Heart atacó la... la... ¿Cómo se llamaba ese lugar?

—La Ashford Academy. Ese día, tú llegaste a la habitación donde Sayoko y yo estábamos ocultándonos. Dijiste que debía quedarme en ese lugar para alejarme del peligro.

—Sí, así fue... Aunque no volvimos a vernos hasta ese día, cuando tuve que evacuar a los japoneses... Creo que nos conocimos en el momento equivocado, ¿no te parece? —preguntó Tagiru con una risita nerviosa que se apagó en cuanto Nunally negó con la cabeza.

—No —dijo ella—. No fue el momento equivocado. Si las cosas no hubieran pasado de esa manera, jamás nos hubiéramos conocido.

Tagiru obedeció a su instinto en ese momento. Tomó la mano de Nunally con delicadeza. Un ligero sonrojo apareció en las mejillas de la chica. Devolvió el apretón a la mano de Tagiru. Sabía que su simple presencia le hacía un bien en niveles que su inocencia le impedía comprender completamente.

—No dejaré que nadie te lastime en este mundo, Nunally —aseguró el chico—. Sé que será difícil, pero yo voy a protegerte. Te lo prometo.

Como respuesta, Nunally soltó la mano de Tagiru para levantar su dedo meñique.

—Es una promesa —dijo—. Yo también daré mi mejor esfuerzo para ayudarte.

Tagiru entrelazó su dedo meñique con el de Nunally y ambos echaron a andar juntos para reunirse con sus amigos. Al ver a su amigo humano tan sonriente y optimista, Gumdramon esbozó una sonrisa pícara. Tagiru respondió propinándole un golpe en la cabeza.

Mientras todo ello ocurría y cada uno cargaba con sus propios pensamientos depresivos y pesimistas, los integrantes del pelotón ya se encontraban siguiendo a Meiko hasta el lugar que ella misma llamaba: La habitación para operaciones secretas.

No cualquiera podía acceder a ese sitio. Tan restringida era la entrada, que el mismo mecanismo de seguridad mantenía las puertas selladas y sólo podían ser abiertas o cerradas si Meiko pasaba con éxito las tres pruebas: voz, reconocimiento ocular y el código numérico.

La habitación en general daba un aspecto sobrio, confidencial y ligeramente espeluznante. Ambientada como toda una sala de conferencias y decorada con colores oscuros, cualquiera se habría sentido un tanto aterrado al estar en un sitio tan frío.

Meiko encabezó a la comitiva, consciente de que las puertas se sellarían por sí mismas sin importar que ella ya hubiese ocupado su asiento. Meikuumon la siguió, tomando asiento justamente a su lado derecho en aquellas sillas que rodeaban la mesa redonda con acabado metalizado.

Nene y Lelouch ocuparon sus asientos, uno al lado del otro. Mervamon optó por permanecer de pie a un lado de Sparrowmon. La mujer se cruzó de brazos tan sólo se dedicó a mirar a Meiko con una expresión impenetrable.

Taichi se colocó a un lado de Meiko, queriendo dejar en claro que él era otro de los protectores de los Siete Reinos y que aquello le daba un poco de autoridad dentro del círculo. A causa de su tamaño, Zero tuvo que permanecer detrás de él. Gabo, por otra parte, decidió quedarse de pie para que el resto de los invitados pudiesen ocupar las sillas restantes.

Taiki y Akari, incapaces de separarse, se colocaron a un lado de Nene y Lelouch. Cutemon salió del Xros Loader anaranjado para quedarse entre los brazos de Akari, al mismo tiempo que Shoutmon ocupó su silla pues el Digimon King no pretendía quedarse de pie. Dorulumon, incapaz de permanecer ajeno a la conversación, decidió quedarse a un lado de Mervamon.

Kira y Zoe ocuparon sus sitios a un lado de Taiki. Cheepmon se posó sobre la cabeza de su amiga humana. Y Zoe, como representante de la Cuarta Generación, sólo colocó su D-Scan sobre la mesa para representar, simbólicamente, las presencias de Kazemon y Zephyrmon.

Airu y Yuu ocuparon también sus respectivos lugares, dándoles las dos sillas restantes a Opossumon y Damemon.

Tagiru fue el último en llegar, llevando consigo a Nunally casi a rastras. Las puertas se cerraron detrás de ellos, dejando ver que Diethard y Oggi preparaban sus armas para quedarse afuera haciendo la guardia.

Lelouch no pudo evitar hacer evidente su molestia cuando se percató de que Nunally y Tagiru iban tomados de las manos. Y al darse cuenta de la forma en la que la expresión de su amado se había endurecido, Nene sólo pudo sonreír.

Con las puertas cerradas, Meiko colocó ambos brazos sobre la mesa y miró con firmeza a cada uno de los miembros del grupo. Ajustó sus gafas rectangulares y buscó entre sus ropas un diminuto pendrive de color rojo. Fue Meikuumon quien se encargó de colocar una de sus patas delanteras sobre la mesa para activar una ranura en la cual Meiko introdujo el pendrive. Ello activó la mesa entera, que se iluminó con un resplandor de color blanco que a su vez dejó al descubierto una serie de comandos luminosos de distintos colores. Meiko manipuló cada uno de los botones, hasta que consiguió activar las pruebas de seguridad. La pantalla holográfica se elevó, brotando del centro de la mesa, y apagó el resto de las luces de la habitación para que la atención puesta en la mesa fuese total. Meiko introdujo el código numérico.

Una voz, que todos pudieron reconocer como la de Cecile, brotó del holograma.

Por favor, identifíquese.

Meiko habló fuerte y claro.

—Meiko Mochizuki.

El escáner ocular apareció entonces, por lo que Meiko tuvo que retirar por un instante sus gafas.

Identificada. Mochizuki, Meiko. Acceso concedido.

La pantalla creció, cuadruplicando su tamaño y demostrando la cantidad de secretos que ocultaba aquella base de datos. Todos se quedaron sin palabras. Taichi y Meiko eran los únicos que, al parecer, estaban familiarizados con todo aquello.

—Sigma dijo que ustedes debían estar al tanto de todo lo que sucedió en la Tierra Vampiro —dijo Meiko—. Así que comenzaremos viendo el mapa de estas tierras.

Dicho aquello, utilizó un par de comandos sobre la mesa para que la pantalla se transformara en un mapa gigantesco, luminoso y detallado.

Taiki y Nene se quedaron sin habla. La Tierra Vampiro parecía ser mucho más grande de lo que ellos recordaban.

—El castillo de NeoVamdemon es el sitio donde se oculta Beelzebumon —comenzó a explicar Meiko—. Es un lugar inmenso y casi totalmente impenetrable. Contamos con nuestros trucos ocultos, por supuesto. Beelzebumon controla todo lo que sucede en la Tierra Vampiro desde una de las torres del castillo de NeoVamdemon. Y al ser la aldea de los Kokomon el único sitio que hay en el área circundante, los esbirros de Beelzebumon se han encargado de extinguir todo rastro de vida. Nosotros somos los únicos que pertenecemos al bando de la justicia, si ustedes quieren interpretarlo así. El resto de las criaturas que habitan la Tierra Vampiro son seres siniestros y sanguinarios.

—Cuando llegamos aquí, no tuvimos la oportunidad de ver a ningún Digimon —dijo Zoe—. ¿Acaso ellos se ocultan en algún sitio?

—Beelzebumon sabe que nosotros estamos aquí, por lo que envía a sus esbirros a registrar constantemente la Tierra Vampiro —explicó Meiko—. Cuando no están haciendo sus rondas habituales, ellos se ocultan en las áreas circundantes al castillo.

— ¿Contamos con algún dato acerca de Beelzebumon? —preguntó Kira.

Aquello fue innecesario para los miembros del Xros Heart.

Ellos sabían de sobra todo acerca de Beelzebumon.

—No tenemos mucha información —respondió Meiko.

—Lo único que sabemos es que Beelzebumon controla a otro Digimon maligno —dijo Meikuumon—. De resto, Beelzebumon ha evitado a toda costa enfrentarse a nosotros para evitar que consigamos información sobre sus ataques. Y todo aquel que pretende enfrentarlo, termina por perecer antes de que pueda aprender algo.

— ¿Quién es ese sujeto al que Beelzebumon controla? —preguntó Yuu.

Como respuesta, Meiko hizo aparecer la información de dicha criatura en la pantalla holográfica.

—Indramon —dijo la chica.

Indramon es uno de los Devas, o Generales Celestiales. —Leyó Nene en voz alta—. Se encuentra en el nivel Perfecto y es un Digimon Virus. Su técnica especial es el Cuerno de la Desolación, a través del que puede lanzar una ráfaga de energía capaz de destruir cualquier cosa.

— ¿Qué demonios es un Deva? —preguntó Yuu.

—Según la información que Sigma nos envió hace tiempo, los Devas son un grupo de doce deidades digitales cuyos objetivos son proteger al Mundo Digital y cumplir con la voluntad de las Cuatro Bestias Sagradas —explicó Meiko—. Indramon, sin embargo, ha dejado de perseguir esos ideales. Ha sido corrompido por la oscuridad de Clarisse Okada, así como todos los Digimon que están al servicio de Beelzebumon.

— ¿Alguien ha intentado enfrentar a Indramon? —preguntó Taiki.

—Todos los intentos resultaron en tragedias —explicó Meikuumon—. Indramon también es capaz de arrasar contra cualquiera que se atreva a enfrentarlo.

—Nuestra principal amenaza es ese sujeto, entonces —razonó Lelouch—. Tenemos que enfrentarlo con un Digimon que pueda igualar o superar sus fuerzas.

—Podemos hacerlo —aseguró Kira—. Ahora, hablemos de lo que es realmente importante... ¿Cuándo entraremos a ese castillo?

—Eso ya lo hemos decidido —le espetó Nene—. Nuestros Digimon tienen que descansar antes.

—Y yo ya te he dicho que Katsura me necesita —espetó Kira de vuelta—. Este equipo necesita un líder.

—De cualquier manera, entrar a los dominios de Beelzebumon en estos momentos podría ser una misión suicida —explicó Meiko para calmar los ánimos entre las dos chicas que parecían estar totalmente dispuestas a lanzarse una al cuello de la otra—. Él ya debe saber que ustedes están aquí. Y si queremos dar un golpe maestro en contra de Beelzebumon, necesitaremos utilizar el factor sorpresa.

—Estando en este sitio podemos pasar desapercibidos, ¿no es cierto? —preguntó Yuu.

Meiko asintió.

—Ellos no pueden encontrarnos —explicó Meikuumon—. Sus radares no pueden captar nuestras frecuencias.

—Eso debemos agradecérselo a Sigma, supongo —dijo Lelouch.

Meiko asintió nuevamente.

—La verdadera travesía comienza cuando estamos en el exterior —explicó Meiko y manipuló el mapa para que éste mostrara, con puntos de color rojo, la posición de los enemigos—. La Tierra Vampiro, aunque pueda parecer tranquila, es un campo minado.

Todos se quedaron sin hablas.

Nadie podía decir con certeza cuántos enemigos estaban en los al rededores, aunque no parecían ser menos de mil.

—Nuestras misiones de reconocimiento han arrojado resultados útiles —explicó Meiko, quizá sin percatarse de las reacciones de sus acompañantes—. Principalmente, gran parte de los Digimon que nos rodean pertenecen a un grupo llamado Los Soldados de Pesadilla. La mayor parte de ellos se concentra alrededor del castillo, y van dispersándose en las áreas más lejanas. Hay un total de seis grandes grupos, junto con otros más pequeños que están concentrados dentro de los cementerios. Hay, además, dos grupos que vigilan los aires.

Dicho aquello, Meiko manipuló un poco más los comandos hasta que aparecieron ocho expedientes en pantalla, cada uno perteneciente a un Digimon distinto.

—Las dos tropas que vigilan los aires son comandadas por GranKuwagamon —explicó Meikuumon—. Tiene a su mando a cien Devidramon. Todos ellos tienen órdenes de aniquilar a todo aquel desconocido que entre en el espacio aéreo de la Tierra Vampiro.

—Aniquilarlos será pan comido —se jactó Cheepmon—. ¡No existe un Devidramon más poderoso que yo!

Taichi esbozó media sonrisa.

—Los grupos que se encargan de vigilar los cementerios son comandados por Mummymon —continuó Meiko—. Tiene bajo su control a una tropa de Bakemon, Demidevimon, Shamanmon y Gotsumon. Son inofensivos si se comparan a quienes se dispersan en los círculos alrededor del castillo.

—Si son tan inofensivos, podríamos pasarlos por alto —aportó Akari—. Evitar dañarlos, a no ser que sean ellos quienes nos ataquen primero.

—Akari tiene razón —asintió Nene—. Debemos evitar que se derrame la sangre de inocentes.

Lelouch tan sólo endureció su expresión y permaneció en silencio. Aquel plan parecía tener demasiados espacios vacíos.

—El círculo más distante al castillo es comandado por Gargoleymon —continuó Meiko—. Es el grupo más pequeño, y suele unir fuerzas con el siguiente círculo que es comandado por Zanbamon. Ambos se caracterizan por tener entre sus filas a esbirros tales como Labramon, Gizamon, Chuumon, Candlemon y Sepikmon.

—Será fácil aniquilarlos —dijo Taiki—. No parecen ser fuertes, ni siquiera peleando juntos.

—El tercer círculo es comandado por Fugamon —siguió Meiko, apenas deteniéndose para tomar un poco de aire—. Sus filas están conformadas, en su mayor parte, por Raremon, Digmon y Karatenmon.

—Fugamon tiene súbditos un poco más grandes —aportó Yuu—. Eso habla de que el círculo comienza a acercarse al castillo, por lo que necesita defensas extra.

—Así es —dijo Meikuumon—. Y es por eso que el cuarto círculo está bajo el mando de WereGarurumon. Entre sus súbditos se encuentran Devimon, LadyDevimon y Starmon.

—El quinto círculo es comandado por Rosemon —continuó Meiko—. Y el sexto círculo, el más cercano al castillo, es comandado por Ogodumon. Ambos poseen las filas más variadas y poderosas, con ejemplos tales como Ogremon, IceDevimon, SkullSatamon, Phantomon, Tyranomon, Wendigomon, Boltmon y Gulfmon.

Al finalizar con su explicación, Taiki se reclinó en su asiento. Fue Lelouch el primero en hablar, robando las palabras de la boca del general.

—Tenemos que enfrentarnos a todos ellos para poder entrar al castillo... —dijo—. Pero en el interior de ese lugar habrá muchos otros.

—Tan sólo el limpiar el terreno para entrar a ese lugar podría tomarnos mucho tiempo y más energía —dijo Nene—. Y nosotros no somos suficientes para encargarnos de semejante misión... Tiene que existir otra manera de entrar.

—No hay ninguna otra manera —dijo Meikuumon—. Nuestros enemigos deben ser aniquilados para que nosotros podamos entrar.

—Creo que es el momento de usar el poder de Britannia —decidió Lelouch—. Con el cañón de Hadrones podríamos abrirnos paso sin gastar las energías. Si Nene y yo pudiéramos usar un Knightmare, les abriríamos el paso a los demás para que ellos entraran al castillo. Lo tomaríamos, incluso, en tiempo record.

—Ese plan podría funcionar —asintió Nene—. Podemos hacerlo.

—Pero, ¿cómo conseguiremos ese poder? —preguntó Cheepmon.

—C-creo... —musitó Nene tomando su Xros Loader y presionando un par de botones para acceder a la información que Cecile se había encargado de transferir—. ¡Sí! Aquí está.

Dicho aquello, la chica presionó un botón para que frente a ellos aparecieran las imágenes holográficas de, al menos, quince tipos de Knightmares. Dicho aquello, la chica se levantó de su asiento y aquello causó que la mesa se apagara por sí misma y que las luces se encendieran de nuevo. Lelouch se levantó igualmente, sólo para mirar sobre el hombro de su amada lo que la chica hacía con la información que brotaba del Xros Loader. Nene seleccionó con el dedo índice la imagen de uno de los Knightmares y exclamó:

— ¡Reload, Guren MK-II!

Para todos fue impresionante la manera en la que en pocos segundos se materializó el robot de color rojo frente a todos ellos. Al estar totalmente listo, la compuerta se abrió para que el asiento del conductor recibiera a su piloto. Las luces del interior de la máquina se encendieron al instante.

Nene y Lelouch se sintieron invadidos por una ola de excitación y adrenalina.

—Esto es —dijo Nene—. Con esto venceremos a Beelzebumon y a sus sirvientes.

—Ese poder parece impresionante... —musitó Meiko, dejando a un lado por un momento su fachada de una mujer dura y despiadada—. ¿Qué es...? ¿Qué es eso...?

—Es lo que nosotros hemos traído para salvar a este mundo —respondió Nene—. Un Knightmare.

— ¿Knightmare...? —repitió Meikuumon.

—Sí —respondió Lelouch, adoptando la voz gélida de su identidad enmascarada—. El poder del sacro imperio de Britannia.

La batalla parecía estar ganada sin haber comenzado.

Definitivamente, Lloyd había acertado.

Sin embargo, el equipo de los defensores del Mundo Digital no era el único que en esos momentos se encontraba haciendo planes.

Mirando impacientemente a su súbdito, un aterrorizado Bakemon, el Digimon con aspecto de rockero esperaba impacientemente a que alguna señal enemiga apareciera en el radar. Era imposible creer que las señales hubiesen aparecido durante unos segundos, para luego esfumarse completamente sin dejar rastro alguno.

Antes de que Beelzebumon pudiese reclamar algo, o que pudiese tomar represalias en contra de Bakemon, Indramon se hizo notar.

—Mi señor —dijo la bestia—. Por favor, permítame ir a buscarlos personalmente.

Beelzebumon negó con la cabeza. Le era imposible concentrarse, especialmente cuando la presencias de Piedmon y Clarisse Okada a sus espaldas le causaban escalofríos. Y aún así, pudo articular su respuesta. Estando en la torre más alta del castillo, cualquier cosa podía pasar.

—No. No tenemos idea de dónde se oculta Meiko Mochizuki.

—Al menos sabes cuál es su nombre, y sabes a quién nos enfrentamos —concedió Clarisse—. Eso habla muy bien de ti, Beelzebumon. Será mejor que no lo eches a perder, como hizo el inútil de Leviamon.

—La única razón por la que no he eliminado a Mochizuki es porque ella escapó luego de que Meikuumon Digievolucionara y atacara el ala oeste del castillo —le recordó Beelzebumon—. Cuando intentamos encontrarlos, la señal ya había desaparecido.

—Esos refugios que los renegados han construido tienen un funcionamiento interesante —concedió Datamon desde una esquina de la habitación—. Captan nuestras señales, pero nosotros no podemos hacerlo... Nos repelen de alguna manera.

—Y Yagami no parece tener intenciones de salir aún —se quejó Clarisse—. Es posible que la única manera de encontrarlos sea entrando a su refugio. Pero, ¿cómo...?

Aquella risa interrumpió la conversación, al mismo tiempo que el sonido de un par de zapatos de tacón se hizo escuchar. Las miradas se posaron sobre aquella mujer, que ajustó su chaqueta de cuero mientras se posaba a un lado de Beelzebumon. Su cabello rubio destelló cuando la luz de la pantalla del ordenador lo iluminó.

—Tenemos al arma perfecta para hacer que Kira Yagami salga de su escondite... —dijo aquella mujer desconocida—. Utilizando esto.

Tomó el DigiLector de color azul que Clarisse tenía en sus manos y lo sostuvo en alto para que sus compinches pudieran observarlo detenidamente.

— ¿Qué insinúas? —urgió Piedmon.

La mujer esbozó una sádica sonrisa que Clarisse compartió con ella.

—Sólo déjenme estar cinco minutos con Katsura Shinyuga —dijo, ocultando el DigiLector debajo de su chaqueta—. Les aseguro que conseguiré que Kira Yagami nos entregue a sus amigos y que, incluso, quiera dar su propia vida a cambio de que... de que su amiga deje de gritar.

Una sádica carcajada acentuó su plan maestro.

Clarisse sólo asintió y, tras compartir una mirada de complicidad con Piedmon, dijo:

—Adelante, BelleStarmon. Sólo recuerda una cosa. Necesito a Katsura Shinyuga con vida.

La aludida asintió.

—Créame, señora Clarisse, que lo sé. Existen mil maneras de conseguir que los humanos sufran, incluso si sus vidas no corren peligro.

Dicho aquello, BelleStarmon se retiró de la habitación y se dirigió inmediatamente hacia las mazmorras.

Los alaridos de Katsura se extendieron a lo largo de toda la Tierra Vampiro aquella noche, exceptuando al refugio oculto bajo tierra. De haber sido lo contrario, quizá Kira hubiera sabido que a su amiga no le quedaba mucho tiempo.

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