Capítulo XLIII: Los Juegos de Sephirotmon - ¿Dónde Estás, Takuya?
¡Hey, hola! Antes de que pasen al capítulo, tengo algo importante que decir para quienes sean de la Ciudad de México (si es que hay alguno por aquí).
¡Estaré en la FIL del Palacio de Minería! Ya saben cómo funciona esto. No estaré en ningún stand esta vez, sino que los quiero convocar a una pequeña convivencia, al igual que en los eventos pasados. Esta vez tenemos la peculiaridad de que podrán conseguir mis libros en formato electrónico, de forma legal y a un precio mucho más barato que en Amazon. Además, llevaré los marca páginas exclusivos y los mini llaveros de la tienda de recuerditos.
La cita para este evento será los días sábado 25 de febrero y sábado 4 de marzo, dentro del Palacio de Minería en el Centro Histórico. Los estaré esperando ambos días en el área de descanso, justo donde venden la comida, de 2:30pm a 3:30pm.
Si quieren formar parte de esta pequeña convivencia para conocernos y pasar un buen rato, no olviden que me reconocerán porque iré de negro, con una copia de La Violinista en físico en mis manos. Así que si me ven por ahí, incluso antes o después del evento, ¡no duden en acercarse! A todos los que asistan les daré un obsequio único y especial. <3
Repito.
Sábado 25 de febrero y sábado 4 de marzo. Palacio de Minería. Área de descanso. 2:30pm a 3:30pm.
¡Los espero ahí!
¡Disfruten el capítulo!
El portal se abrió en medio de una pequeña isla, de tamaño suficiente como para albergar a todos los que salieron del luminoso umbral. El caos se dejó ver desde el primer momento. La Tierra Oro se había convertido en una fiesta de cráteres que se tragaban el caudal del mar dorado. Las islas se movían a gran velocidad, chocando entre sí y eliminando a las más pequeñas. Desde la isla donde el grupo apareció, no podía verse ningún castillo. Lo único que aparecía en el horizonte era la aterradora e imponente figura de un Digimon formado por ojos gigantes. Lucía en su máximo y horrido esplendor.
Zoe fue la primera en dar un par de pasos hacia la orilla de la isla. Una ola de nostalgia se apoderó de su ser. Le hizo cegarse ante la presencia de Kira, quien se posó a su lado.
— ¿Qué clase de monstruo es ese? —se escuchó decir a Oggi.
Kira intentó levantar su DigiLector para obtener la información, siendo esto impedido por Zoe. La chica rubia detuvo a la morena antes de que levantara el brazo, y dio por sí misma la respuesta.
—Su nombre es Sephirotmon.
— ¡Hey! ¡Nosotros conocemos a ese Digimon! —dijo Tagiru, acercándose a la chica en compañía de Yuu.
Kiriha tuvo que maniobrar para sostener a Taiki por sí mismo.
—Sí... —dijo Yuu—. Es el mismo Digimon que estaba con Jokermon, en el DigiQuartz.
—Y es el mismo Digimon donde Mercurymon pudo haber matado a Takuya —dijo Zoe—, antes de que Aldamon apareciera por primera vez... ¿Por qué no hay castillos en este lugar?
—Bueno, Kiriha es el último miembro de nuestro equipo a quien debíamos encontrar —respondió Gumdramon.
—Tal vez no hay un castillo aquí —dijo Dorulumon—, pero sí habrá un Señor Demonio esperándonos.
—Debemos ir a buscar al Protector de estas tierras —les recordó Katsura.
—Pero si las islas están moviéndose —dijo Akari—, ¿dónde está el escondite de Lambda?
— ¡Ahí! ¡Miren eso!
Fue gracias a Labramon que todos giraron en la dirección contraria. Se sorprendieron al ver un barco que se dirigía a la isla a toda velocidad, donde un muchacho iba montado en la baranda de la proa. Un chico vestido con el traje de los Protectores, de color negro y que hacía juego con su cabello despeinado. Usaba gafas oscuras, e iba acompañado por un gusano de color verde. El timón del barco se movía por sí mismo.
Todo lo acontecido en la Tierra Cibernética causó que sólo cuatro miembros del grupo se alegraran al ver al recién llegado. Para Lelouch fue extraño ver cómo Kira era quien se encargaba de que el resto de sus amigos esbozaran las expresiones de pocos amigos. Incluso Nunally se unió al mal recibimiento, lo cual extremó los niveles de confusión y rareza.
El recién llegado bajó del barco al estar lo suficientemente cerca de la orilla. De inmediato, fue a reunirse con los suyos, como si aquello hubiese sido su prioridad. Estrechó manos con los tres chicos, siendo Taichi el primero, e intercambió sonrisas con Meiko. El gusano verde hizo otro tanto, dándole un cálido recibimiento a Zero, Meikuumon, Terriermon y Tentomon.
—Tú debes ser Lambda —dijo Taichi.
—Ken Ichijouji —asintió el aludido—. Si no me equivoco, tú debes ser Delta.
—Taichi Yagami —asintió el chico a su vez—. Te presentaré a los demás. Ella es Gamma, Meiko Mochizuki. Kappa, Henry Wong. Y Sima, Izzy Izumi.
—Es un placer conocerlos al fin —dijo Ken—. Me alegro de que todos hayan sobrevivido hasta llegar aquí.
—Nosotros también estamos aquí.
Las miradas de desagrado aparecieron en los rostros de los Protectores. Cuatro de cinco miradas fulminaron a Kira, quien se hizo notar al hablar en voz alta. La chica se cruzó de brazos. Su mirada no le pasó por alto al nuevo miembro del grupo, así como tampoco pudo evitar fijarse en Mimi y Palmon.
—Así que eres un Protector ahora —sonrió Mimi, dando un paso hacia adelante y dejando de lado su mirada despectiva. Sólo por un momento.
—Supongo que es el destino —sonrió Ken—. Esos mechones verdes te sientan mucho mejor que el afro o el cabello rosa.
—Y a ti te sienta mejor el aspecto de Digimon Kaiser ahora que has crecido.
— ¿Ustedes se conocen? —intervino Yuu.
—Así parece —sonrió Mimi—. Supongo que Ken y yo venimos de la misma Generación... Aunque en los expedientes que robaron de la Torre Oscura de Arukenimon, ponía que Ken y mis amigos estaban muertos.
—Oh, ahora ellos son sus amigos —se burló Katsura con una risa cruel—. Esa traición te costará caro, Tachikawa.
El grupo rió.
Cuatro Protectores endurecieron sus miradas.
Ken no supo qué decir.
—El tema de la Brecha Dimensional es confuso —dijo para retomar el hilo de la conversación—. Tendríamos que sentarnos a conversar sobre ello. Además, parece que todos ustedes necesitan ayuda. Vengan conmigo.
Las emociones hicieron colisión. La amabilidad de Ken era sincera. Totalmente distinta a la forma en que Sigma los había recibido. Y aún así, seguía perteneciendo a ese círculo que consideraba que quienes carecían de un Digivice eran inútiles en combate. Con todo, sabían que no podían crear más diferencias que los alejaran de un posible aliado. Así que aceptaron acompañarlo hacia el barco. La nave, una vez que sus tripulantes estuvieron en la cubierta, comenzó a moverse por sí misma.
Ken condujo al grupo hacia una trampilla que les dio acceso a una cámara oscura. Él descubrió sus manos para posarlas sobre el suelo, revelando las luces del panel que bloqueaban la entrada al verdadero refugio. Dibujó el símbolo de Ophanimon sobre el panel, causando una confusión aún mayor. Especialmente para aquellos tres miembros del grupo que podían considerarse como allegados al Gran Ángel. El símbolo logró abrir la puerta. Una segunda trampilla mecánica. Ken fue el primero en saltar, sólo para poder recibir a sus compañeros como era merecido en la parte inferior. El grupo entero no vio nada que no hubiese visto en los refugios anteriores, a excepción del gran banquete que ya esperaba en la habitación principal. El exquisito aroma de la comida despertó el apetito de los invitados.
—Wormon y yo esperamos que esto sea suficiente —dijo Ken—. Hay comida suficiente para todos. Y Wormon los llevará a sus habitaciones, donde su amigo podrá descansar. También pueden darse un baño caliente para recuperar sus energías. Cuando todos estén en óptimas condiciones, podremos hacer las presentaciones.
Kira y Lelouch fruncieron el entrecejo a la vez. Tanta hospitalidad era en extremo sospechosa. Especialmente estando en un Reino donde no había castillos a la vista.
—Queremos hablar con Alfa —demandó Kira.
A Ken le tomó por sorpresa su actitud hostil.
—Seguro —respondió—. ¿Por qué no vienes conmigo, y los demás van a descansar?
La chica buscó la aprobación de Lelouch, quien asintió y la siguió hacia el centro de comando. Kiriha siguió a Wormon hacia los dormitorios, pues el cuerpo de Taiki comenzaba a pesar.
Taichi, Meiko, Henry e Izzy permanecieron afuera del centro de comando, a una distancia estratégica para asegurarse de no perder ningún detalle.
Para todos fue evidente que Lelouch intentaba pretender que sus heridas no eran graves en absoluto. Pero al ver la forma en que se quejó ligeramente al sentare en la silla que Ken le indicó, Akari decidió tomar el camino opuesto al que había decidido ya. La chica pelirroja envió a Cutemon, quien recibió una mirada despectiva del muchacho de los ojos púrpura. La luz del Kizunaol hizo lo suyo, aún así, cerrando la puñalada del chico. Aunque él no sonrió, el alivio se reflejó en la forma en que suspiró.
—Gracias, Cutemon —dijo él, propiciado por la forma en que Nene arqueó las cejas para decirle que no podía permanecer en silencio.
—No fue nada-kyu —sonrió el aludido.
—Ahora iremos a ayudar a Taiki —sonrió Akari, tomando a Cutemon en brazos.
Lelouch asintió y observó a la chica alejarse.
Al mismo tiempo, el centro de comando se llenó con los miembros del equipo de Lelouch. Tagiru y Gumdramon se aseguraron de llevar tanta comida como pudieron, causando que Katsura los mirara con desaprobación.
Al estar llena la mesa de reuniones, incluyendo entre sus ocupantes a todos aquellos que el resto de Protectores hubieran rechazado, Kira habló de nuevo.
— ¿Puedes cerrar la puerta, Ichijouji?
—Eh... Sí, seguro.
De nuevo le pareció extraño, pero decidió simplemente obedecer.
Era evidente que Ken no tenía idea de nada.
Las puertas se cerraron sin que eso agradara a los cuatro Protectores excluidos. Ken encendió entonces el ordenador. Presionó un par de teclas hasta que el símbolo de Ophanimon apareció en la pantalla. Le entregó el micrófono a Kira, quien a su vez lo dejó en manos de Lelouch.
—Alfa, aquí Zero.
Ruido blanco.
Ken ocupó también un puesto en la mesa.
—Alfa, aquí Zero.
Labramon incluso contuvo la respiración, fijando su mirada en las cambiantes expresiones de Lelouch.
—Alfa, aquí Zero.
La voz al otro lado de la línea los llenó a todos de optimismo.
—Zero, aquí Alfa. Qué gusto nos da escucharte.
Incluso Zero sonrió.
—Hemos llegado a Lambda —informó Nene—. Estamos cada vez más cerca de ustedes.
— ¿Cómo están todos ahí, Alfa? —preguntó Kira.
Suzaku suspiró.
—Todo empeora... Hemos enfrentado a nuestros enemigos, pero... Perdimos a algunos en combate.
— ¿Puedes darnos sus nombres? —preguntó Zoe.
—Catherine... Ai y Makoto... U-uno de ellos me pidió que le diera un mensaje a uno de los amigos de Zero... Hideaki.
A pesar de que Mimi y Ken se inquietaron un poco con la mención a la muerte de Catherine, Tagiru fue quien apartó la comida y fijó su mirada en pantalla.
—Hideaki... —musitó.
Airu también pudo reconocerlo. Algo dentro de Yuu se quebró, aunque fue Tagiru el único que se levantó de la silla para acercarse al micrófono. Su espíritu férreo había desaparecido.
— ¿Qué sucedió con Hideaki? —exigió saber.
Suzaku suspiró de nuevo.
—U-un payaso le cortó el cuello.
Piedmon, pensó Kira.
— ¿Qué...?
La expresión de Tagiru se desencajó.
—N-no... N-no puede... N-no...
—Antes de salir al combate, dijo... Y lo hizo sólo como una broma, pero... Dijo: Si no sobrevivo a esto, dile a Tagiru que él tendrá que salvar a Mami.
—M-Mami... N-no... ¡¡No...!!
Tagiru no pudo resistirlo más. Salió del centro de comando a toda velocidad, dejando a Gumdramon y al resto de sus amigos atrás. Los protectores observaron en silencio cuando el chico se desplomó, recargando su espalda en el muro. Cubriendo sus oídos con ambas manos y cerrando los ojos con fuerza. Sin poder contener el llanto, e intentando asimilar que uno de sus mejores amigos había sido brutalmente asesinado.
Dentro del centro de comando, Zero terminó la conversación con Suzaku apresuradamente, sin querer admitir que quería darse prisa para ir detrás de quien sin duda se había convertido ya en uno de sus mejores hombres. Tras asegurarle a Suzaku que pronto estarían en el Campo del Infierno, Ken retiró el micrófono. Una mirada de Kira bastó para hacerle ver que era hora de apagar las luces y encender el mapa holográfico. Todas las miradas se posaron al instante en la congregación de aliados que aparecían en el mapa, moviéndose aleatoriamente en el barco que recorría el mar dorado. La única otra señal era el gigantesco punto de color rojo, sobre el cual se posaba el símbolo que volcó los corazones de Kira y Zoe.
— ¡Es Takuya! —exclamó Zoe.
Ken asintió.
—Creo que deberíamos dejar entrar a Taichi y a los demás —dijo el chico—. Esto también les conscierne a ellos.
El cerebro de Kira fue hábil para disfrazar sus verdaderas intenciones, al decir:
—Hemos visto a Takuya en más de una ocasión a lo largo de los cuatro reinos que ya liberamos. Más tarde podrás hablar con ellos. Ahora mismo necesitamos saberlo, ¡y debe ser ahora!
Ken pudo detectar claramente una intención oculta en aquella desesperación, aunque decidió callar y simplemente aceptarlo.
—De acuerdo... —dijo—. Entonces...
—Dinos dónde está el castillo —urgió Nene—. ¿A qué nos enfrentamos aquí?
Ken volvió a ocupar su sitio en la mesa. Manipuló el mapa para acercar la imagen hacia el punto rojo, revelando la estructura del cuerpo del monstruo formado por ojos. El símbolo de Takuya estaba encerrado en el punto más alto.
—El castillo está dentro de Sephirotmon —explicó.
— ¿Sephirotmon es el Señor Demonio que gobierna la Tierra Oro? —preguntó Nene.
—No —respondió Zoe—. Estoy totalmente segura de que Sephirotmon no es un Señor Demonio.
—Estás en lo cierto —dijo Ken, manipulando de nuevo el mapa y sus archivos para mostrar un par de imágenes de un ángel que, nuevamente, a Zoe le hizo perder el aliento.
Nene pudo sentir algo extraño en su interior también. Una oleada de recuerdos se apoderó de ella.
—Él es el Señor Demonio que ha tomado la Tierra Oro —dijo Ken—. Lucemon Falldown Mode.
Tantas coincidencias relacionadas con Takuya hicieron que Zoe cerrara los puños con fuerza, luchando contra sí misma para evitar levantarse de la mesa, Digievolucionar, y volar hacia Sephirotmon para aniquilarlo con sus propias manos.
—Para vencer a Lucemon, tendremos que entrar en Sephirotmon —continuó Ken—. Pero todos los que han entrado a Sephirotmon, no pueden resistir las pruebas que él impone para avanzar y son aniquilados. Juega con las mentes de todos los que se atreven a entrar... Funciona de una forma similar a un laberinto. Sus juegos son tales que puedes pasar una eternidad luchando en él, y al final te dejará salir en lugar de enviarte al siguiente ojo.
—Eso lo complica todo —se quejó Nene—. A no ser que formemos equipos y entremos en grupos separados... Ya hemos perdido suficiente tiempo en los otros reinos. No podemos permitir que la historia de Hideaki se repita.
—Será poco probable que más de uno logre llegar al castillo de Lucemon, en la última esfera —dijo Ken—. Y vencer a un Señor Demonio con un solo Digimon...
—Por suerte, nosotros no contamos sólo con los Digimon —dijo Lelouch—. Incluso si debemos aniquilar a Sephirotmon desde afuera, resolveremos esto tan pronto como Taiki se recupere.
—Habla por ti —se quejó Airu, un tanto exasperada—. Tú sabes cómo pilotear los Knightmares. Sabes usar las armas. Los otros tienen a sus Digimon. Además, tú tienes el Geass... ¿Y qué hay de nosotros, que no sabemos cómo más ayudar?
Yuu intentó tomar la mano de la chica, cosa que ella impidió. Airu se levantó de la mesa y se cruzó de brazos, pretendiendo salir de la habitación. Nene fue la primera en intentar levantarse para ir detrás de ella, pero Lelouch impidió todos los movimientos al levantarse y decir con la voz de su imponente alterego:
—Suzaki, detente.
Airu quiso fulminarlo con la mirada. Sus lágrimas, sin embargo, lo impidieron.
—Sea lo que sea, no quiero escucharlo —dijo—. Si no les importa, quiero ir a dormir. Y a guardar mi luto en paz.
Lelouch se levantó de la silla. Avanzó hacia la chica. Su mirada gélida detuvo cualquier intención que cualquier otro hubiera tenido de intervenir. Yuu se levantó igualmente, sólo gracias a que una parte de él aún no terminaba de aceptar que Lelouch comenzaba a ganarse su confianza. Nene hizo otro tanto, detectando los movimientos de su hermano. Y aún así, nadie intervino.
—Perderás tu tiempo, entonces —espetó Zero—. Aunque les lloremos a los muertos, eso no los devolverá a la vida.
Airu endureció su mirada.
—Opossumon no lo merecía —se defendió—. Nunca antes nos habríamos sacrificado por nadie más...
—Opossumon debió aceptar su destino, así como tú debes hacerlo en este momento. Aquellos que disparan deben estar preparados para que les disparen.
—Para ti es fácil decirlo.
—Para nadie lo es, pero la realidad es algo con lo que tenemos que vivir sin pretender evitarla. En algún momento, cualquiera de nosotros podría tener que sacrificarse. Tus manos ahora están marcadas con la sangre de Opossumon. Debes decidir qué harás con esa marca.
—No quiero convertirme en una asesina.
—Puedes vengarlo.
— ¡Este mundo ha sido destruido por la venganza! Y no quiero ser parte de ello... Tampoco quería perder a mi mejor amigo.
Lelouch guardó silencio por un instante, en el que extendió una mano hacia Nene para que ella entregara el Xros Loader lavanda. Él lo manipuló para recargar un arma que tomó por el cañón, tendiendo la empuñadura hacia Airu y diciendo:
—Dices que no quieres vengar al amigo que no querías perder. Entonces, ¿la venganza es un acto de maldad y la amistad es un acto de justicia?
Sin argumentos, Airu guardó silencio.
Suplicante, Yuu miró al chico moreno. Lelouch no le prestó atención.
—Vivir con la cabeza agachada es el camino más fácil, Suzaki. Y no nos llevará a ningún lado.
—No puedo pelear sin un Digimon...
—Busca en tu Xros Loader. En el arsenal de Lloyd.
— ¿Qué...?
—Haz lo que digo.
Obedeció, sintiendo todas las miradas sobre ella. Deslizó su dedo a través del catálogo, quedándose sin habla al encontrar aquel traje enviado por Lloyd. Un traje de color negro, que iba acompañado de una máscara.
—Tómalo —dijo él.
—No puedo...
—Hazlo. Lloyd lo envió para ti. Lo envió para todos ustedes.
Supo que no conseguiría compasión, a pesar de desearlo con toda el alma. Asintió y recargó el traje, sosteniéndolo con un brazo y aceptando también el arma que Lelouch seguía ofreciéndole. Volvió a mirarlo, detectando cierto brillo en los ojos del chico que hizo que la confianza comenzar a nacer de nuevo en su interior.
—Los humanos nos rompemos tan fácilmente en cuerpo como en alma —dijo él—. Tú aún estás a tiempo de evitar ese quiebre. Puedes sanar las heridas de tu corazón, y transformar esas emociones en un arma letal. Lo que sea, con tal de que dejes de derramar lágrimas que no servirán. Puedes llorar todo lo que quieras, mientras más de tus amigos son aniquilados. Así es la guerra. Y no se detendrá, hasta que haya corrido toda la sangre que debe correr. Y un poco más después de eso.
—Pero, yo...
—Aunque no tengas un Digimon, no puedes detenerte. Tienes que seguir luchando. Te enseñaré a disparar, si no sabes hacerlo. Te enseñaré a pilotear un Knightmare, con tal de tenerte en mis filas. No permitiré que un miembro de mi ejército se quede atrás.
—No quiero morir... No quiero ser parte de esto.
—Ya es tarde para retractarte. La muerte es inevitable, y ya ha posado sus ojos sádicos sobre nosotros. Ahora es cuando debes decidir cómo quieres morir. Si quieres quedarte oculta y convertirte en un rostro sin nombre que se consuma en la eternidad del olvido, o si prefieres luchar y dar hasta el último aliento con tal de perecer sin que nuestros enemigos logren doblegarte. Como tu general, te digo que... Cuando mueras, quiero que lo hagas con una sonrisa. Una sonrisa que diga que hiciste lo que estuvo en tus manos para vengar a tu amigo, y que al final lo conseguiste.
Airu suspiró.
—Yo...
—Ya no eres una Digimon Hunter, pero tu objetivo es el mismo. El mismo que perseguimos nosotros, también. Debemos ser aliados de la justicia.
—Estás tratando de convertirme en lo mismo que Amano es.
—En lo mismo que tú debes ser ahora, si quieres reconstruir el Mundo Digital. Decidas lo que decidas, no permitiré que te quedes compadeciéndote de ti misma, como si eso pudiera ayudarnos a ganar. Debes aceptar esta conversión y aceptar tu destino. Unirte ahora a los Caballeros Negros.
— ¿A los... Caballeros Negros...?
Nene sonrió.
—Sí —dijo la Idol, posándose a un lado de su amado—. Aquellos con poder, tendrán que temernos.
—Aquellos sin poder —secundó Kira, recordando a la perfección aquellas palabras—, vendrán a buscarnos.
Lelouch sonrió y miró solamente a Airu, tendiendo una mano hacia ella, diciendo:
—El mundo será juzgado por nosotros.
Contagiada por el espíritu de lucha, Airu asintió. Estrechó la mano de Lelouch y enjugó sus lágrimas, aún a sabiendas de que el dolor no desaparecería con sólo desearlo.
Un corro de abrazos se formó alrededor de ella, dándole la bienvenida oficial al ejército al que todos pertenecían de forma implícita.
Ken, ajeno a la reunión, sólo esbozó media sonrisa con cierto toque sádico que no supo ocultar.
El espíritu de Lelouch tenía ese toque especial en aquellos que ya habían sido corrompidos.
Próximo capítulo: Primera Ronda - Meikramon al Ataque
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top