Capítulo LXIV: Victory Xros - El Surgimiento de GreyKnightmon
¡Hey, hola! En Multimedia les dejo la canción Back to Zero, de Code Black in Ashford, para ambientar la batalla contra Daemon. Capítulo dedicado a @Xrouser-Crystal, por sus magníficas ideas. ¡Espero que disfruten la lectura!
Taiki yacía ante el general azul.
Cuando la mano con la que cubría su corazón cayó al suelo por su propio peso, sin vida y sin que eso hiciera reaccionar al general rojo, Daemon dio un paso hacia atrás. Reía por lo bajo. No podía sentirse eufórico. No quería dar la impresión de que la muerte del gran Taiki Kudou fuese sorprendente incluso para él. La mente de OmegaShoutmon se quedó en blanco. Miró al general rojo en el suelo. No pudo reaccionar. Kiriha hacía otro tanto. El muchacho, con las pupilas contraídas, tampoco podía avanzar hacia su mejor amigo, a pesar de que quería hacerlo. No soltó ninguna de las lágrimas que querían brotar. El horror se reflejaba en su rostro desencajado. En el ritmo acelerado de su respiración. En su forma de soltar uno de los dos Xros Loaders que aún brillaban. Y cuando Dademon extendió una mano hacia el general caído, y lo hizo elevarse en los aires, la desesperación del rubio aumentó.
OmegaShoutmon perdió su Digievolución. El Digimon King siguió sin poder moverse. El Xros Loader rojo cayó de la mano inerte de Taiki. Aunque la pantalla no se quebró, sí se había apagado.
Daemon seguía riendo. Observaba al general caído con satisfacción.
—Así que fue esta sabandija inútil quien derrotó a Bagramon y encontró todas las piezas del Código Corona... El sexto Héroe Legendario... No es más que un asqueroso saco de huesos humanos que no pertenece a este mundo. Ya no pertenece a ninguno de los dos mundos, en realidad... Kiriha Aonuma, ahora puedes sentirte orgulloso. Tu rival al fin ha sido aniquilado. Has tomado la mejor decisión al dejar que fuera solo al frente. Una de las mayores amenazas ya ha sido destruida.
Kiriha se mantuvo en silencio. En el fondo, quería evitar que Daemon siguiera haciendo que el cuerpo de Taiki levitara. Pero no pudo levantarse. Se quedó paralizado. Sólo miraba al demonio.
Sparrowmon consiguió levantarse al fin.
La respiración irregular de Kiriha era angustiante.
Daemon se deleitaba con su desesperación.
Taiki tenía los ojos cerrados. Los labios ligeramente separados. Su cabeza inclinada hacia abajo hacía que la sombra oscureciera la parte de sus ojos, para no dejar lugar a dudas.
—Vamos, Kiriha Aonuma. Su cuerpo aún está aquí. Levántate y destrúyelo, si no quieres que sea yo quien aniquile sus Datos.
Enfurecido, Kiriha casi comenzó a resoplar. Intentó levantarse. Se detuvo de nuevo, pues el cuerpo de Daemon quedó paralizado por la estática que brotaba. Supo lo que había pasado. Y, a pesar de ello, se sorprendió cuando Nene se posó ante él. La chica respiraba trabajosamente. Enjugó las gotas de sangre que brotaron del ojo donde portaba el Geass. La cantidad de poder que brotó para detener a semejante monstruo era excesiva. Con todo, ella resistió el dolor. Se colocó de rodillas ante Kiriha, que aún se mantenía en el suelo. Impidió por completo que la mirada del general azul se fijara de nuevo en el general caído. Sus manos delicadas se posaron sobre los hombros de Kiriha.
—Kiriha, por favor...
El chico negó con la cabeza. A pesar de que los ojos de Nene estaban cubiertos de lágrimas, la chica mantuvo su fortaleza de hierro. Sparrowmon hizo otro tanto, impidiendo que Shoutmon pudiera seguir viendo a su compañero.
El efecto del Geass comenzaba a pasar.
—Nene... No... No puedo... hacerlo...
Ella le dio una sacudida. Era inaceptable que uno de los tres generales dudara de sí mismo.
—Kiriha, no tenemos tiempo para esto.
—Taiki... Taiki está...
—Aunque llores por él, nuestras lágrimas no harán que los muertos vuelvan a la vida. Minerva confiaba en nosotros. Ella me dijo que la luz de uno de nosotros se apagaría, para que los otros dos vencieran al sexto Señor Demonio. Si sigues lamentándote de esta manera, si no te levantas y enfrentas lo que ha pasado, la memoria de Taiki quedará manchada... Tú y yo lo conocimos mejor que nadie más cuando luchamos juntos... Sé que, si fueras tú quien estuviera en su lugar, Taiki no se rendiría. Taiki levantaría la cabeza, y pelearía. Pelearía por ti, y por todos nosotros. ¡Así que levántate, y demuéstrale a Taiki que nunca dejaste de ser el general del ejército Blue Flare! ¡Pelea por las mismas razones por las que él decidió sacrificarse! Kiriha, por favor... ¡Destruyamos a Daemon, y conquistemos el sexto de los Siete Reinos!
Kiriha sintió que esaba enloqueciendo. Por un segundo fugaz pudo ver a su mejor amigo frente a él, diciendo las mismas palabras y escuchando su voz. Su semblante horrorizado cambió. La llama del valor se encendió dentro de él, justo cuando Daemon comenzó a moverse erráticamente una vez más. El chico compartió una mirada de complicidad con Nene. Ambos sonrieron. La sonrisa de dos generales. Dos cómplices.
Nene le dio una mano para levantarse. Kiriha se tomó unos segundos para recuperarse. La chica siguió frente a él en todo momento. Tomó la mano del muchacho con fuerza.
—Si unimos nuestras fuerzas, podremos ganar juntos esta batalla —dijo ella.
Kiriha asintió.
Encararon al Señor Demonio, que al fin se liberó del maleficio del Geass. Enfurecido y sintiéndose ridiculizado, se preparó para la siguiente ronda. No se molestó en monologar nuevamente. Estaba dispuesto a lanzar el golpe maestro.
ZeekGreymon brotó del Xros Loader azul, a pesar de que no se había recuperado del todo. Sparrowmon, a pesar de su ala rota, se posó a un lado de su compañera. El Digimon King, indispuesto a ser derrotado, se colocó entre ambos y se preparó también para entrar en la contienda. Nene tomó el Xros Loader rojo del suelo. Limpió la tierra de la pantalla. Lo dejó en su bolsillo. Fulminó al Señor Demonio con la mirada. Daemon respondió con un resoplido.
—Esto no será fácil... —dijo Shoutmon, a pesar de las lágrimas que amenazaban con brotar al fin—. El cuerpo de Taiki no ha... desaparecido...
—Si aún no comienza a desintegrarse, tal vez tengamos una oportunidad de salvarlo —dijo Sparrowmon.
—Nadie podría creer que sería tan fácil derrotar a Taiki Kudou —asintió ZeekGreymon—. Kiriha. Nene. Ustedes son nuestra esperanza.
Ambos asintieron.
Ante las dudas del chico rubio, que le impidieron actuar con la misma determinación que lo caracterizaba, Nene decidió actuar. Posó una mano sobre su hombro. Kiriha la miró.
—Tenemos que luchar por sobrevivir, Kiriha. Él no querría verte caer. Confía en ti. No lo decepciones.
—Nene... ¿No tienes miedo de que nosotros también podamos morir?
Ella sonrió.
—Eso no es lo que quiero escuchar de ti, Kiriha.
—Sólo responde.
Ella suspiró. Negó con la cabeza, sin borrar su sonrisa.
—Un general distinto a nosotros me enseñó que los únicos con derecho a asesinar, deben ser aquellos dispuestos a ser asesinados. Y si queremos destruir a un Señor Demonio, y con eso conseguir la victoria, tenemos que convertirnos en un demonio mucho más grande.
Kiriha sonrió. Asintió al fin.
Sin pensarlo más, ambos dieron un par de pasos hacia adelante. Aferraron los Xros Loaders con fuerza. Exclamaron a voz en cuello y unieron los Xros Loaders, dejándose llevar por sus impulsos:
—¡Sparrowmon!
—¡ZeekGremon! ¡Shoutmon!
—¡Victory Xros!
Los tres Digimon fueron absorbidos por las esferas de luz que fusionaron sus cuerpos, liberando un resplandor cálido y cegador. Una esfera gigantesca le dio forma al poder que Minerva les había conseguido. Un Digimon descomunal quedó en su lugar, cuya capa negra ondeaba magníficamente.
Y Daemon, por primera vez, comenzó a sentir que las cosas podían comenzar a complicarse para él.
Tagiru recorría lo que sin duda era un castillo oscuro, siniestro y solitario.
No sabía qué camino tomar. No sabía por qué había despertado en ese sitio. Sólo estaba vagamente consciente de las punzadas de dolor que recorrían su cuerpo ocasionalmente, y que sólo podía asociar con la sensación de una convulsión. Una sacudida. Era angustiante que su cuerpo se distorsionara ligeramente después de cada punzada, pero no quiso detenerse. No quiso dar la vuelta. Siguió bajando a través de una gran escalera, pasando entre la penumbra iluminada sólo por un par de antorchas.
Habría llamado a su fiel compañero, pero estaba consciente de que eso sería inútil. Con todo, hacía la mímica de buscar el Xros Loader en su bolsillo, a pesar de que sólo encontraba lo que reconoció como los restos del aparato. El cristal roto de la pantalla abrió una herida en sus dedos. Mientras limpiaba la sangre con sus labios, se dio cuenta de la ilusión. Y eso no la detuvo. La escalera se prolongó. Lo llevó a una cámara en penumbra. Inmensa. Vacía, a excepción de la persona que estaba de espaldas en el centro.
Pudo reconocerlo al instante. El escalofrío que sintió, sin embargo, bastó para saber que no se trataba realmente de esa persona. Y, a pesar de saber eso, no pudo evitar que el nombre brotara de su boca.
—Taiki...
El aludido se giró. Su voz daba escalofríos.
—Tagiru, acércate.
Tagiru sintió temor. No quiso realmente dar los pasos que lo acercaron al general, que en ese momento lucía mucho más imponente que nunca. Con todo, tuvo el valor para seguir avanzando. Sus gafas, aquellas que su verdadero mentor le había cedido en el pasado, centellearon ante la luz de las antorchas.
Se detuvo al estar a pocos metros de distancia. Lo siguiente que pudo sentir fue el puñetazo que lo derribó. Cuando pudo recuperarse, se percató de que Taiki había recuperado sus gafas.
—Me decepcionas, Tagiru.
Tagiru se mantuvo en silencio. A pesar de saber que su mentor no habría reaccionado así, las palabras dolieron en lo más profundo.
—No sé... de lo que hablas...
—Te dije que era tu momento. Que debías convertirte en un Héroe Legendario.
—Yo... hice lo que... pude...
—Me decepcionaste.
—Esto... Lo que ha pasado... no es mi...
—¡Eres un fraude!
Un golpe más devolvió a Tagiru al suelo. No pudo evitarlo. No pudo defenderse. Era incapaz de hacerlo. En parte, por la impresión. En parte, porque era incapaz de hacerle daño a su mentor. A su mejor amigo. A su modelo a seguir. Taiki lo tomó por el cuello de la camiseta para someterlo y eelvarlo del suelo. Su mirada estaba cargada de ira. De ilusiones y esperanzas rotas. Era terrible pensar que un general tan bondadoso pudiese convertirse en semejante monstruo.
—¿Por qué eres un Héroe Legendario, si no eres capaz de pelear hasta el final?
Lo lanzó al suelo. Le dio una patada. Se alejó de él, limpiando los cristales de las gafas con su camiseta y asegurándose de que no hubiera ningún daño en ellas. Encontró un par de rayaduras en los cristales. Su ira aumentó, junto con el ritmo de su respiración. Tagiru consiguió levantarse nuevamente. También respiraba agitadamente. También estaba enfurecido. Y seguía siendo incapaz de responder.
—Yo... hice todo lo que pude...
—No pudiste salvar a Gumdramon. No pudiste salvar a ninguno de los demás.
—Ellos... Los Digimon... No fue... culpa mía... Gumdramon... yo...
—Confiaba en ti, Tagiru. Confíe en que eras capaz de enfrentar cualquier cosa. Pero, ¿qué es lo que has hecho, después de todo? Tu forma de vencer a Quartzmon seguramente fue suerte. No eres capaz de lograr nada más.
—Eso... no es... ¡Eso no es verdad! ¡Yo destruí a Lilithmon, en la Tierra Cibernética!
—Y, ¿eso qué importa? Eso no cambia las cosas. Eso no te convierte en un Héroe Legendario. Sigues sin ser nadie más que la sombra de otros más poderosos que tú. No eres capaz de lograr cosas tan grandes como ellos.
—¡Yo vencí a Quartzmon, aunque estaba muriendo de miedo! ¡Eso me convirtió en un Héroe Legendario! ¡Tú tuviste tu oportunidad, y yo tomé la mía!
—¿De qué te ha servido esa oportunidad? Los demás están arriesgando sus vidas ante Daemon, ¡y tú sigues aquí! ¡Te ocultas, como un maldito cobarde!
—¡No estoy listo para algo tan grande! Pero... Eso nunca... me ha importado... ¡No importa cuán difíciles puedan ser las cosas, sé que puedo lograrlo! ¡Sé que puedo ser tan fuerte como ustedes!
—Los otros Héroes Legendarios han muerto, Tagiru.
—Eso tampoco ha sido mi culpa. Desde que aceptamos que ésta podría ser la última misión, todos sabemos que podríamos morir. ¡Y eso nunca nos detuvo! Eso no... Eso no me detendrá ahora...
—Esta guerra no es para ti. Lo mejor que puedes hacer es Daemon te aniquile, si no eres capaz de defenderte.
—¡No! ¡No lo haré! ¡No voy a rendirme! Todavía... Todavía tengo que llegar al Campo del Infierno... No he olvidado que Mami está en alguna parte de este mundo, y no me rendiré hasta encontrarla.
Taiki sonrió hiriente.
—Mami... Mami, Mami, Mami... Eso es todo lo que te importa ahora, ¿eh? Entiendo... Es por eso que no te importa lo que pase ahora con esa niña... ¿Cuál es el nombre de esa maldita lisiada...?
—¡No hables así de Nunally!
—Nunally... Ya lo había olvidado. El nombre de la hermana de ese maldito asesino que...
La tensión aumentó cuando Tagiru al fin se dio el valor para contraatacar. Dio un emujón a Taiki para hacerlo retroceder. Enjugó un par de lágrimas. Su voz, sin embargo, estaba cargada de valor.
—¡Ya basta! ¡Sé que no eres el verdadero Taiki! ¡Seas quien seas, deja de atormentarme ya!
—Incluso si no lo fuera, lo que sí es seguro es que no tienes lo necesario para ser un Héroe Legendario.
—¡Eso sólo puedo decidirlo yo! Jamás me he rendido. Jamás, a pesar de que todo pudiera ser difícil. Gracias a Taiki y a Yuu, me volví más fuerte. Esto nunca fue sobre poder tomar el Brave Snatcher. Había algo más. ¡El destino quería que yo fuera uno de los Héroes Legendarios! Y aunque haya sido difícil... aunque haya sido difícil... ¡Eso nunca me hizo pensar que no podía hacerlo! Estoy seguro de que el anciano relojero no me habría dado mi Xros Loader si no estuviera destinado a lograr grandes cosas... Y aunque Daemon nos haya derrotado... Rei dijo que podríamos recuperar a nuestros Digimon. ¡Y eso es lo único que me importa! Quiero volver a ver a Gumdramon, ¡y entonces iremos a patear el trasero de cualquiera que quiera interponerse en nuestro camino! Porque eso es lo que somos, Arresterdramon y yo. Somos Héroes Legendarios. ¡Somos súper estrellas!
Se contuvo antes de lanzar un puñetazo. Su respiración agitada bastó para decir lo que quería hacer.
La sonrisa de Taiki fue acompañada por el resplandor azul en sus ojos.
—Eso es lo que quería escuchar, Tagiru Akashi.
El muchacho se quedó quieto. Era la voz de su mentor, pero seguía estando seguro de que no se trataba de él.
—Tú... Eres Minerva...
Taiki asintió.
—Sólo he tomado la imagen de Taiki Kudou porque he visto en tu mente cuál es tu mayor temor, Tagiru Akashi.
—¿Mi mayor temor...?
—Esta ilusión ha sido fabricada con aquello que más te atormenta. Y en tu caso, es la idea de no ser suficiente para aquellos que esperan grandes cosas de ti. Taiki Kudou y Yuu Amano, particularmente, esperan que te conviertas en un guerrero fuerte. Invencible, como ningún otro. Pero esa presión es mayor al ver que los otros Héroes Legendarios lograron grandes cosas, que no se comparan en absoluto a lo que tú has hecho. Menosprecias la forma en que destruiste a Arresterdramon, porque los otros Héroes Legendarios se enfrentaron a otra clase de enemigos. Pero ahora que has conocido a quien llegó al mismo grupo exclusivo después de ti, te sientes un poco más acomplejado. Tai Yagami. Daisuke Motomiya. Takato Matsuda. Takuya Kanbara. Masaru Daimon. Taiki Kudou. Kira Yagami. Haru Shinkai. Todos ellos han sido llamados en tiempos diferentes para convertirse en Héroes Legendarios. Aunque tu aventura fue distinta, este mundo te sigue necesitando.
—Eso... supongo... supongo que... Yo... no lo sé...
Taiki siguió sonriendo. Posó una mano sobre el hombro de Tagiru.
—Gumdramon también debe pensar lo mismo, Tagiru Akashi. ¿Cómo podría igualar, o superar, lo que hicieron sus predecesores? Yo puedo ayudarles a responder esas preguntas. Puedo darles el poder para demostrar que realmente merecen ser Héroes Legendarios.
—Puedes... ¿Puedes... devolverme a Gumdramon...?
Taiki asintió.
—Puedo dotarte a ti, y a Gumdramon, del poder que lo cambiará todo cuando la esperanza se haya perdido. Pero, a cambio de darles lo que necesitan, tienes que responder una pregunta.
Dio un paso hacia atrás. Tagiru hizo otro tanto. Las palabras que se escribieron ante él hicieron que algo se encendiera en su interior.
—Tagiru Akashi, ¿eres una súper estrella?
Tagiru tragó saliva. Miró a Taiki, quien seguía sin ser el muchacho que podría llenarlo de confianza. Suspiró. Asintió. Pulsó el botón verde, infundiéndose valor. Recibió la esfera de luz. El Xros Loader, que contaba con decoraciones en púrpura y azul, seguía siendo rojo. El Geass de oro sobre la pantalla le dio una extraña sensación de calidez y seguridad. Pudo escuchar una melodía en su cabeza. Supo que Gumdramon estaba más cerca que nunca.
—Dentro de ese Xros Loader encontrarás lo que necesitas, Tagiru Akashi. Pero ahora debes escucharme con atención, porque no nos queda mucho tiempo.
Tagiru asintió.
Taiki avanzó hacia él.
—En el campo de batalla que te espera será necesario que dejes a un lado tus dudas, y que finalmente te conviertas en un hombre. Tus amigos necesitarán de ti cuando los presagios del líder caído y la guerrera valiente se hayan cumplido. Sus destinos están entrelazados, y el tuyo ahora lo está también con ellos. Tendrás que ser fuerte, para que alguien más se alimente de esa fortaleza. En cuanto salgas de aquí, Tagiru Akashi, tu intervención será necesaria para que el noveno Héroe Legendario encuentre su camino. A cambio del poder que te estoy brindando, tendrás que elegir un bando al final. Y tu lealtad será recompensada si elijes bien, aunque tengas que estar al frente del campo de batalla para demostrar que estás dispuesto a morir por el que ahora es tu segundo hogar. Y sólo cuando ese presagio se cumpla, sólo cuando hayas sido para el noveno Héroe Legendario lo que Taiki Kudou fue para ti, será cuando puedas usar el nuevo poder que te obsequio.
—Yo... no creo... que sea capaz...
La mano de Taiki volvió al hombro del muchacho.
—Eres un chico muy noble, Tagiru Akashi. A pesar de que tú también has sido corrompido por la única persona capaz de liderar a los Héroes Legendarios en esta batalla, que para muchos será la última. Tu corazón sigue siendo puro. Bondadoso. Me encantaría charlar contigo por más tiempo, pero es necesario que despiertes ya. Los últimos dos que siguen inmersos en mis ilusiones necesitan que el grupo se mantenga unido. De lo contrario, no volverán a despertar.
—Sí... Lo entiendo...
—Confío en ti. Taiki Kudou confía en ti también, Tagiru Akashi.
La luz cegadora cubrió al muchacho. Y lo siguiente que pudo sentir nuevamente fue sólo que caía de bruces en el refugio de Rei.
Quedaban dos más por despertar. La estática que los golpeó de repente le dio sentido al presagio de Minreva.
Tagiru, sin saberlo, fue el único que entendió que aquello que ponía en riesgo a Kira y a Lelouch era el hecho de que tres miembros del grupo habían traicionado a Minerva.
El Digimon colosal que surgió ante Daemon tenía su base sobre el cuerpo imponente de ZeekGreymon. Como un jinete, la figura de un caballero iba montada sobre él. Recordaba a DarkKnightmon, junto con su capa negra. La presencia de una parte de RaptorSparrowmon era indiscutible, con la figura del Geass en el pecho del caballero. Llevaba una lanza que recordaba ligeramente al micrófono de Shoutmon. Su capa negra ondeaba de forma espectacular.
Nene y Kiriha retrocedieron, impactados, cuando el nuevo Digimon blandió la lanza ante Daemon.
Antes de que Kiriha pudiese preguntarlo, Nene dirigió el Xros Loader hacia él. La información se desplegó, y nadie le impidió leerlo.
—GreyKnightmon. Su técnica especial es el Drill Spear.
Para acentuar las palabras de la chica, GreyKnightmon blandió de nuevo la lanza. Daemon se mantuvo quieto. La ira fue aumentando dentro de él. Al escuchar las voces de Shoutmon, Sparrowmon y ZeekGreymon mezcladas al brotar del caballero, supo que finalmente había llegado un digno oponente.
—Has cometido suficientes pecados como para que poder sagrado de Minerva caiga sobre ti, Daemon —sentenció el caballero.
Daemon respondió con una risa.
Haciendo un simple movimiento de la mano, el cuerpo de Taiki se elevó en los aires. Quedó dentro de una esfera que flotó hasta situarse entre ambos contrincantes. La esfera parecía impenetrable, a pesar de ser traslucida.
—Eso ya lo veremos... —retó el demonio—. Si quieres aniquilarme, tienes que saber que la esfera en la que he encerrado a ese humano está ligada a mí. Así que, si quieres eliminarme, GreyKnightmon, tendrás que asesinar también a Taiki Kudou.
Nene tuvo que sujetar a Kiriha antes de que el muchacho pretendiera entrar al campo de batalla. Negó con la cabeza. Kiriha no dejó de reflejar la impotencia en su mirada.
GreyKnightmon no se dejó intimidar. Disparó una llamarada que Daemon no se molestó en bloquear. A pesar de que fue a él a quien golpeó el ataque, no causó daño alguno. Del cuerpo de Taiki, sin embargo, comenzaron a emanar los Datos lentamente. Salieron de la esfera y volaron hacia Daemon para hacer que su cuerpo aumentara ligeramente su tamaño.
Nene, Kiriha y GreyKnightmon retrocedieron con impotencia.
La chica tomó una decisión precipitada.
—¡Eso no importa, GreyKnightmon! ¡Algo se me ocurrirá, mientras tú sigues peleando!
El caballero asintió, y así dio inicio la batalla por el control del sexto de los Siete Reinos.
Daemon apartó la esfera para tener la vía libre. Se movía con agilidad y rapidez, a pesar de su tamaño. Eso no era un problema para GreyKnigthmon. El caballero era capaz de seguir el ritmo del demonio para contener sus puñetazos. Los puños y las garras de Daemon no bastaban para detener a GreyKnightmon, quien al fin había obtenido la fuerza suficiente para resistir cada golpe. Con sus fuerzas casi igualadas, Daemon tuvo que tomar una decisión. Dio un salto hacia atrás y lanzó su fuego infernal hacia el entorno, destruyéndolo por completo para absorber la información. Hizo otro tanto, incrustando sus garras en el suelo árido para absorber un poco más de Datos. Siguió creciendo. Sus fuerzas aumentaron. Y eso no detuvo a GreyKnightmon.
GreyKnightmon atacó con una potente llamarada con el mismo fuego infernal, a pesar de que no era tan poderoso como el del demonio. El ataque fue colosal. Destruyó, además, todo cuanto pudo tocar. Los brazos de Daemon quedaron llenos de quemaduras que comenzaron a sanar en cuanto siguió absorbiendo Datos. Y el cuerpo de Taiki siguió desintegrándose lentamente.
Mientras ambos Digimon peleaban en los aires, el suelo árido comenzó a fragmentarse. La lanza de GreyKnightmon perforó el suelo tras un ataque fallido. El campo de batalla quedó dividido. De muerte fue la sorpresa, para él como para los dos humanos, cuando se percató de que su lanza podía absorber los Datos también. Fue como recibir una recarga de energía. Sintió incluso que el ala de Sparrowmon comenzaba a repararse, a pesar de que sólo formaba parte de él. Miró a Daemon, quien también pudo darse cuenta. Decidido, GreyKnightmon atacó nuevamente al suelo árido. Absorbió la información. Consiguió crecer para igualar el tamaño del Señor Demonio. Lanzó una estocada con su lanza, que se impactó contra las garras del Demonio.
Daemon comenzó a temer.
Nene y Kiriha quedaron separados cuando el suelo se partió bajo sus pies. Los Datos absorbidos por ambos Digimon hicieron que cada fragmento se convirtiera sólo en plataformas que fltoaban sobre un abismo infinito y letal. No podían dejar de moverse. Estaban demasiado lejos uno del otro. Una caída podía ser mortal. Pero eso no importó para Nene cuando la colisión de dos llamaradas, una amiga y otra enemiga, hicieron que todo alrededor volviera a destruirse. La chica vio las garras de Daemon salir del camino. Volaron hacia Kiriha peligrosamente. Ella se armó de valor y saltó, invocando al poder de su Geass para protegerse e impulsarse. Cayó en la plataforma de Kiriha. Hizo su estilizado movimiento con el brazo. El Geass formó un escudo ante los dos humanos, mismo que desapareció al instante. La destrucción continuó, obligando a que ambos siguieran corriendo a lo largo de esa plataforma que seguía intacta.
GreyKnightmon tenía sus propias garras destructivas, que se iluminaban y demostraban estar hechas para conducir la energía amplificada del Random Lasser de Sparrowmon. Tras tres intentos fallidos, el cuarto zarpaso logró abrir un par de heridas en las alas de Daemon. GreyKnightmon descubrió que podía absorber también los Datos del enemigo usando sus garras, así que no perdió la oportunidad. Daemon, sin embargo, contraatacó con un puñetazo que logró desestabilizar al enemigo. Lanzó su fuego infernal. GreyKnightmon hizo girar la lanzar a gran velocidad para bloquear el ataque. Absorbió una parte del fuego. El ala de Sparrowmon siguió regenerándose en alguna parte. Tomó un poco de impulso para saltar. Con su propio fuego destructivo hizo retroceder a Daemon. Absorbió más Datos del terreno.
Kiriha y Nene tuvieron que saltar nuevamente cuando la plataforma bajo sus pies comenzó a desaparecer. El muchacho consiguió llegar a la siguiente por poco, resguardándose ante lo que alguna vez había sido parte de una roca gigantesca. Nene, sin embargo, cayó. Kiriha logró tomar su mano a tiempo para tirar de ella. La chica cayó de bruces. Miró a los dos Digimon, que chocaban las garras de uno y la lanza de otro, como en una batalla de espadas. Cada golpe que la lanza conectaba le arrancaba Datos a Taiki en la esfera.
Una luz se encendió dentro de Nene.
La chica consiguió trepar por el muro de roca. Kiriha la siguió, sin importarle nada. Los Xros Loaders siguieron brillando como nunca antes. Nene se detuvo en la cima de la roca. Miró solamente la esfera. Quiso forzar su mirada para asegurarse de encontrar similitudes entre los Datos de Taiki y las heridas de Daemon. Se sorprendió por un instante, cuando el ardor del Geass pudo sentirse en su otro ojo. A pesar de ello, se mantuvo firme. No encontró similitudes. Y, sin que eso importara, al fin encontró su plan maestro.
—Creo que ya lo tengo —dijo.
Kiriha quiso detenerla cuando ella entró al arsenal de Lloyd en su Xros Loader. Tomó un arma pequeña. El cartucho estaba completo, pero ella igual quiso asegurarse de ello. Sabía que su puntería era impecable.
—¿Qué mierda estás haciendo? —reclamó Kiriha.
Ella respondió con una mirada. Kiriha se quedó helado por un segundo cuando un segundo Geass se reflejó sólo por un segundo en el otro ojo de Nene.
La chica experimentó de nuevo el cambio en su voz al responder. La general dentro de ella despertó de su letargo.
—Si destruimos esa esfera, romperemos también el vínculo que unió a Taiki con Daemon.
Sin decir más, intentó apuntar el cañón del arma hacia la esfera. Supo que no funcionaría. Estaba demasiado lejos. GreyKnighmon no dejaba de moverse. Sabía que las balas de los humanos podían aniquilar los Datos de los Digimon, incluso con un mínimo disparo.
Bajó el arma. Respiró agitadamente. Miró a Kiriha por un segundo. Él también se sintió impotente.
GreyKnightmon apenas pudo evitar la llamarada infernal de Daemon. Una parte de su capa quedó incinerada. Se transformó en Datos que alimentaron el cuerpo del Señor Demonio. Daemon no podía apresarlo entre sus manos, pero sí lanzó tres series de zarpasos que GreyKnightmon no pudo esquivar. Daemon siguió absorbiendo los Datos del general caído, consiguiendo la fuerza suficiente para tomar la delantera. Nene y Kiriha exclamaron expresiones de horror cuando cada garra de Daemon atravesó el cuerpo de GreyKnightmon de lado a lado, lanzándolo al vacío que quedó debajo del suelo destruido y haciendo que cayera también sobre la roca que sostenía a los generales.
Frente a una gigantesca nube de humo, Daemon sonrió.
Los pies del general rojo ya comenzaban a desintegrarse totalmente.
Kira ya había descubierto la ilusión.
Era imposible que Lelouch fuese engañado por la ilusión por mucho tiempo.
Y por esa misma razón era que ambos estaban sentados frente a frente, ante un tablero flotante de ajedrez, y rodeados de oscuridad que se rompía solamente por el brillo inusual de las piezas.
Lelouch era todo un maestro del ajedrez. Kira recién había aprendido un par de trucos interesantes. Ambos parecían haber ensayado esa escena durante mucho tiempo. Un momento que eventualmente llegaría, incluso siendo que no existía ninguna clase de rivalidad entre ellos. Jugaban en silencio, cruzando sus miradas entre cada movimiento y preguntándose cuándo terminaría aquello. Con cada juego terminado, el tablero los obligaba a seguir una vez más. Lo único que quebraba la monotonía eran las punzadas de dolor que recorrían sus cuerpos cada vez que el cuerpo físico daba una sacudida en el refugio. Kira no podía contenerse del todo. Su rostro reflejaba el dolor. Lelouch, en cambio, sólo respiraba con pesadez por unos segundos.
Una victoria más para Lelouch. El tablero volvió a comenzar.
Kira suspiró. Tras trece victorias para el chico, y trece para ella, decidió detenerse.
—¿Hasta cuándo se supone que tenemos que seguir haciendo esto? —Se quejó—. ¿Qué es esto? ¿Una estúpida sala de espera?
Lelouch suspiró. Miró en su entorno por un segundo. Sabía que no podría ver nada que no fuera el abismo de oscuridad.
—Tenemos que seguir jugando... —respondió—. Minerva debe querer esto.
—Minerva me hizo llegar a este estúpido tablero después de hablar conmigo. No me devolvió mi DigiLector, y tampoco dijo mucho. Sólo dijo que, si quiero recuperar a Cheepmon, tengo que encontrarme a mí misma dentro de la corrupción de la inocencia.
Lelouch asintió.
—¿Qué viste en tu ilusión, Yagami?
La chica se encogió de hombros.
—Estaba... en... ese día...
—¿Ese día?
—Yo... caí en el césped, y... lo vi... de nuevo... a... Takuya... con las cuatro espadas de Piedmon en su cuerpo, cuando... cuando lo vi morir... Quise ayudarlo, y no pude hacerlo. En un parpadeo, ya tenía su cuerpo en mis brazos y alrededor estaban todos los demás. Mi padre, el tío Daisuke, Takato, Masaru, Taiki y Tagiru. Todos muertos, alrededor del símbolo de Ophanimon en el suelo que estaba roto y manchado con sangre... Me di cuenta de que era una ilusión, porque vi el DigiLector destruido ante mí, pero Daemon ni siquiera nos dejó eso... Así que intenté contactar a Minerva, y ella sólo me hizo... enfrentarme... a mis demonios del pasado...
—A tus temores.
—Sí... Al temor más grande...
—¿Cuál era?
—¿Qué...?
—¿Cuál es tu temor más grande?
Kira volvió a encogerse de hombros.
—Yo... temo que... nada funcione otra vez, y... que la historia se repita...
Sin saberlo, ella misma había dado con el clavo.
Los tres generales, el discípulo y la guerrera valiente no eran los únicos con un destino entrelazado.
Sólo Lelouch lo sabía.
—¿Qué historia?
Kira suspiró. Hizo un movimiento en el tablero. La punzada volvió a atormentarla.
—Cuando fui... llamada... al Mundo Digital por primera vez... Mi... Generación estaba... destinada a... derrotar a los Dark Tamers...
—¿Dark Tamers?
—Clarisse Okada era la líder... Nosotros teníamos que unir nuestras fuerzas con los Héroes Legendarios. Pero cuando todo empezó a complicarse, Ophanimon envió a mis amigos de vuelta al Mundo Real para ayudar a los otros DigiDestinados, mientras nosotras... nos uníamos con los miembros de otras Generaciones para luchar contra ellos... Sólo... Katsura, Natsumi y yo nos quedamos en el Mundo Digital...
—¿Qué ocurrió entonces?
—Todos caían... Todos eran asesinados... Angewomon, WarGreymon... Yuu... Kouji... Takuya se... él... se sacrificó... para que Piedmon no me aniquilara... Clarisse nos envió a la Zona Oscura, y ahí nos separamos... Asesinó a Kari y TK, luego aniquiló a cada uno de los Héroes Legendarios... Katsura, Natsumi y yo tuvimos que enfrentarnos a ella. Gracias a Impmon y a... quien ahora supongo que nada tiene que ver con ese petulante idiota que lidera a los Protectores de los Siete Reinos... nos ayudaron a alcanzar el poder suficiente para vencer a Clarisse... Pero... algo debe haber salido mal... Ophanimon dijo que tendría que reiniciar el Mundo Digital para reparar todo el daño que Clarisse había hecho, y ahora no tengo idea de cómo es que Clarisse pudo volver, y... Minerva... me hizo... darme cuenta de que... realmente... temo que esta vez tampoco sea capaz de hacerlo... Sé que yo también soy una de los Héroes Legendarios, pero... yo no... creo que... sea... suficiente... El poder que Cheepmon y yo tenemos no basta para enfrentarnos a un Señor Demonio... Incluso si derrotamos a Daemon, ¿tienes idea de lo que nos espera en el último de los Siete Reinos?
Lelouch asintió.
Kira, sintiéndose incómoda y expuesta, decidió contraatacar.
—¿Qué viste tú, Lelouch?
El muchacho no se inmutó.
—Minerva me hizo asimilar mis acciones del pasado.
—¿Qué acciones?
—Eso no te incumbe.
—Por algo es que Minerva nos ha puesto juntos aquí, ¿no crees? A no ser que tú también seas una ilusión...
Lelouch hizo su movimiento en el tablero. Exasperado, apartó la mirada por un instante. Cuando volvió a ver a la chica, Kira se sintió un tanto acorralada.
—Cometí muchos crímenes, creyendo que estaba protegiendo lo que más amo.
—¿Y realmente era así?
Lelouch asintió.
—Nunca me he arrepentido, y las ilusiones de Minerva sólo me hicieron darme cuenta de que realmente estoy consciente de que cometí errores. El arrepentimiento sólo es para aquellos que dudan de su pasado.
—Pues... Una de las cosas que Minerva me dijo es que nunca venceré a Clarisse si sólo estoy buscando vengar el pasado... ¿Qué es lo que persigues tú?
Lelouch dibujó media sonrisa.
—Dime, Yagami. ¿La venganza es un acto de maldad? ¿La amistad es un acto de justicia?
—¿Qué...?
—Si quien carece de poder es malo, entonces, ¿quien lo tiene es justo?
—Creo que no estoy entendiéndolo...
Kira hizo su movimiento. Ambos resistieron una punzada de dolor.
—No podemos ganar en esta guerra si nos preocupamos sólo por las buenas acciones que no nos mancharán de ninguna manera —dijo él—. No se gana jugando limpio. El fin justifica los medios. Pero ustedes están marcados todavía por la idea de que tienen que mantenerse puros, de que tienen que ser bondadosos. Y de que cada derrota es sólo una prueba de que la oscuridad y la luz no pueden tener puntos medios entre ambas. Algunos todavía piensan que es posible ganar sin asesinar, pero la rebelión no funciona así. En este momento, somos sólo un puñado de humanos y monstruos digitales que buscan revelarse contra fuerzas oscuras incapaces de aceptar que la luz puede ser más poderosa... El hecho de que el fuerte mate sin compasión al débil es imperdonable. Sólo los que están dispuestos a hacerse daño a sí mismos son quienes pueden lastimar a otros.
Momentáneamente confundida, Kira se reclinó en su asiento. Hicieron un par de movimientos más. Catorce victorias para Lelouch. El tablero empezó de nuevo. Las palabras de Kira brotaron como un torrente.
—Siempre me di cuenta de eso, cuando te veo pelear, a ti y a Nene... Ustedes están dispuestos a todo. No les importa lo que pueda pasar.
—Hace falta una destrucción para poder reconstruir.
—No me malentiendas... Pero, aunque esa idea me gusta, no estoy segura de que pueda seguirles el paso. Mis sentimientos... pueden interponerse. Creo que soy... un poco más pura de lo que quisiera... Sigo creyendo en los milagros.
—La gente se aferra a los milagros. Y no se puede ser un Mesías sin crear esos milagros. Pero las emociones te limitan. Te ciegan. Te vuelven inútil. Y cuando se interponen en tu camino, debes deshacerte de ellas si quieres sobrevivir.
—¿Tengo que despojarme de mis sentimientos para recuperar el mundo que quiero? ¡Eso no cambiaría nada!
—El cambio no sucederá si tú no haces que suceda. Por mucho que lloremos, no vamos a resucitar a nadie. Sólo nos queda aprender a luchar por lo que hemos perdido, y que sea eso lo que nos guíe. Para vencer a la maldad, tenemos que convertirnos en una maldad mucho mayor.
Kira soltó una risita nerviosa.
—Estoy tan acostumbrada a pelear por un ángel, que me resulta muy extraño tener que pelear ahora por un demonio... Pelear por la oscuridad... ¿Eso todavía nos convierte en los buenos?
—Debe ser así... Todo el mundo quiere a los aliados de la justicia, sin importar el camino que puedan tomar.
—¿Crees que esto sea lo que realmente quieren los dioses del Mundo Digital? Estoy segura de que... Ophanimon... tal vez pensaría diferente...
—Yo ya estoy atado con el demonio. Desde hace mucho tiempo, además. Dudo que pueda llevarme bien con los dioses... Con los humanos no hay ningún plan perfecto. Pero Minerva no es una humana. Esa es razón suficiente para pensar que tal vez sabe lo que está haciendo. El mundo se sumirá en un caos mucho mayor, aún así... Al menos, hasta que todos comencemos a luchar del mismo lado.
—Ni siquiera tenemos un plan. Si no podemos combatir a la oscuridad con luz, ¿qué nos queda?
—Piensa como una estratega, Yagami. Competir. Luchar. Arrebatar. Dominar. Ahí tienes nuestra estrategia. Tras eso yace nuestro futuro. Ustedes tienen una clase de poder. Yo tengo un poder diferente. Tal vez... lo que Minerva quiere es que nosotros entendamos algo más...
—¿Algo más...?
Catorce victorias para Kira. El tablero reinició el juego.
—Si quieres resultados, Yagami, tienes que hacer algo. Y obtener algo también significa rechazar algo más. Minerva debe querer que entendamos que la razón por la que esta misión depende de Nene y de ti... debe ser porque ambas vienen de mundos opuestos. Mundos opuestos. Poderes opuestos. Pero no es ella quien debe estar aquí contigo, porque fui yo quien la corrompió hace tiempo.
—Eso significa que... tú... ¡Tú eres quien debe corromper a los demás! ¡Claro! Eso... ya está en marcha... Estoy segura. Si no fuera así, los Protectores no insistirían en que nuestros métodos no les agradan. Los demás, en cambio... confían en ti... en ustedes...
—No importa qué métodos usemos, aunque sepamos que son despreciables. Debemos ganar. Y para hacer eso, debemos aceptar la carnicería. Y para no desperdiciar la sangre que ha sido derramada, no tenemos otra opción que derramar más.
—Entiendo eso a la perfección... Y en verdad quiero creer que eso bastará para vencer...
—Las personas siempre quieren creer que la victoria es posible... Pero, comparada con el tiempo y el destino, la creencia es demasiado... efímera e inútil.
Quince victorias para Lelouch.
El tablero volvió a comenzar.
—Estamos aquí para hacer lo correcto... Lelouch, ¿cómo sabemos quién está bien? ¿Cómo sabemos que no somos nosotros quienes estamos mal?
—Tengo una pregunta mejor para ti, Yagami. ¿Qué harás cuando la justicia no pueda ganarle a la maldad? ¿Derrotarás maldad con maldad, o aceptarás que la justicia no puede vencer a la maldad?
—Esa es una pregunta imposible... Ambas cosas son ciertas. Pero, aunque seamos demonios contra otros demonios más poderosos, seguimos estando del lado de la luz. De la bondad. ¿Cómo se supone que podemos ser corrompidos, y seguir en el bando de los Tres Grandes Ángeles?
—Eso ya lo hemos visto... Hay diferentes tipos de maldad. La nuestra engendrará bondad al final. Tenemos que deshacernos de aquellos que han engendrado maldad de la bondad.
—Te refieres... a que tenemos que aniquilar a Taichi, a Mochizuki, y a Sigma... ¿No es así?
Lelouch asintió. Para acentuar sus palabras siguientes, tomó la pieza del rey. La sostuvo en alto, sin intenciones de hacer el siguiente movimiento.
—Estoy dispuesto a luchar con todos ustedes, si ustedes quieren luchar a mi lado. Estoy dispuesto a ser parte de la corrupción de la inocencia, si con eso puedo sacar a Nene y a Nunally de este mundo, y restaurar el nuestro. Todas las piezas están en el tablero ahora, si es eso lo que tenemos que hacer. Lo único que nos queda es hacer el jaque mate.
Como respuesta, dos pares de botones aparecieron ante ellos.
Kira sonrió. Lelouch no fue capaz.
Dos preguntas se escribieron en el aire, sin que la voz de Minerva les hiciera compañía.
Kira Yagami, ¿puedes despojarte de tus sentimientos?
Lelouch Vi Britannia, ¿serías capaz de vivir?
Ambos miraron las preguntas en silencio, meditando sus respuestas. Un botón verde y un botón rojo fueron pulsados. Ambos obtuvieron sus esferas de luz. Para Kira, el DigiLector y su nuevo Emblema. Para Lelouch, sólo una DigiMemory sin etiqueta.
Cuando ambos despertaron, lo hicieron sin tener idea del presagio de Minerva para ellos.
Hay cosas que es mejor que se sepan sólo cuando haya llegado el momento.
Y Rei al fin pudo obtener el Appli Drive DUO y un chip desconocido, cuando la tarea de Minerva llegó a su fin. Incluso a pesar de la traición latente que sucedía afuera.
Fueron segundos de expectación en los que Daemon quiso sentirse confiado. Se mantuvo ante la nube de polvo que se volvía más densa a cada segundo. No quiso reír. Sólo pensó en atar los cabos sueltos. Miró en dirección hacia donde sabía que estaban sus enemigos. ¿Cuántos más habían conseguido de nuevo a sus Digimon? ¿Qué estaban planeando? ¿Por qué sólo tres habían vuelto para enfrentarlo? Eso no importaba. Estaba dispuesto a aniquilarlos. Sabía que era capaz de ello.
Fue por ello que ese pequeño sonido llamó su atención, más que cualquier otra cosa.
El sonido del metal cortando el aire.
Su sorpresa fue real, latente, cuando la lanza surgió entre la densa nube de polvo.
GreyKnightmon surgió, manteniéndose en los aires gracias a las robóticas alas de ángel que brotaron de su espalda al despojarse de la capa. Tenían el sello personal de Sparrowmon. Blandió la lanza nuevamente, revelando que los dos generales iban sobre sus hombros. Nene, al lado izquierdo. Kiriha, al lado derecho. Y la chica, con el Geass más brillante que nunca, mantenía un escudo activo que los protegía de los escombros que pretendían caer sobre ellos.
Desde su sitio, Kiriha no pudo evitar notar que ella lucía más hermosa que nunca en ese momento. Más fuerte. Más letal. De pie, sobre el hombro de GreyKnigthmon. Con el arma en una mano. Con una mirada gélida y cargada de ira. Siendo la mano derecha del príncipe exiliada. Siendo la general del ejército Twilight que finalmente había encontrado su momento para brillar.
GreyKnightmon extendió un brazo para que Nene pudiera saltar y echar a correr a lo largo del brazo. Llegó a la mano y tomó impulso para dar un gran salto. Activó de nuevo el Geass para protegerse del ataque traicionero de Daemon. Consiguió la altura y la cercanía suficiente para disparar hacia la burbuja que apresaba a Taiki. La esfera se quebró. El muchacho cayó al vacío. Ella consiguió atraparlo entre sus brazos. Ambos cayeron a los restos del suelo árido, y rodaron un poco antes de detenerse. Nene logró incorporarse justo a tiempo. Compartió una mirada con sus dos compañeros, y se unió con ellos en un grito de guerra para lanzar el golpe final.
Las garras de Daemon volaron hacia GreyKnightmon y consiguieron atravesar su cuerpo por poco, hasta que la Luz Sagrada emanó de los Xros Loaders que aún brillaban. GreyKnitghtmon consiguió tomar la mano del demonio para sacar las garras de la herida. Y con un solo movimiento, el fuego infernal del caballero incineró la mano del demonio.
Nene miró a Taiki. Sonrió aliviada. Ningún Dato más se desprendió de él.
Daemon retrocedió con torpeza, elevando el brazo que ya terminaba en un muñón inservible. Los Datos se esfumaban ante sus ojos. Cuando miró de nuevo, GreyKnightmon ya se había preparado para lanzar el golpe definitivo.
—Es hora de hacerte pagar por tus pecados, Daemon —sentenció.
Y al grito de Drill Spear, su lanza se cargó de energía hasta que la luz se volvió cegadora. Kiriha, Nene y GreyKnightmon volvieron a unirse en un potente grito de guerra cuando la lanza atravesó el cuerpo de Daemon. El Señor Demonio se deshizo en un grito de agonía, hasta que su cuerpo se desintegró por completo.
Cuando la lanza ya no pudo estar más dentro de un cuerpo que ya no existía, GreyKnightmon suspiró. La unión de los tres Digimon se rompió. Nene sonrió complacida. Y su sonrisa se borró al instante, cuando miró de nuevo que Taiki no había cambiado en absoluto. Se inclinó sobre él. Buscó su pulso. No pudo encontrar nada.
ZeekGreymon volvió al Xros Loader azul. Ya habría tiempo para celebrar la victoria después. Sparrowmon llevó a Kiriha y al Digimon King al sitio donde yacía el general rojo.
Antes de Kiriha pudiera acercarse demasiado, Nene ya estaba sucumbiendo. Un par de lágrimas asomaron en sus ojos cuando tomó a Taiki por los hombros para darle una sacudida.
—¡Vive! —Exclamó, activando el Geass—. ¡Vive! ¡Despierta! ¡Nene Amano Li Britannia te ordena que despiertes...!
No funcionó. Los Datos, aunque ya habían dejado de emanar de sus pies, sí habían causado un gran daño. Sus pies eran traslucidos y se distorsionaban como la imagen intermitente de un televisor. Nene retrocedió. Su respiración comenzó a acelerarse. En su mente repetía las palabras de su amado como un mantra.
Sin importar cuánto llores, los muertos no van a resucitar.
Quiso seguir sucumbiendo, cuando Kiriha la apartó. Shoutmon tampoco quiso resignarse. El muchacho, a pesar de que no había siquiera un rastro más de lágrimas, dejó que la desesperación se asomara en sus palabras cuando inició el RCP.
—¡Vamos...! —Decía, entre cada pausa que hacía para dar oxígeno—. ¡Vamos, Taiki...! ¡No puedes...! ¡No puedes hacerme esto...! ¡Eres un héroe...! ¡Sé que...! ¡Sé que puedes hacerlo...!
El masaje no dio resultado. El oxígeno tampoco funcionó. Kiriha no pudo detenerse, a pesar de que Nene ya había colocado sus manos en su espalda para hacer que parara. Siguió intentando, cada vez con más fuerza. Y sus sentimientos no tardaron en aflorar, junto con las primeras lágrimas.
—¡No puedo...! ¡No podré... luchar... sin ti...! ¡Tienes que... regresar...! ¡Taiki...! ¡Te necesito...! ¡¡Taiki...!!
Shoutmon tuvo que intervenir también, al darse cuenta de que el masaje ya comenzaba a transformarse en golpes que mucho menos funcionarían. Una bofetada de Nene hizo que Kiriha retrocediera al fin. Nene lo resguardó entre sus brazos, pensando velozmente y compartiendo una mirada con Shoutmon para saber que su idea tal vez no era del todo errónea.
Dentro de su desesperación, Shoutmon estaba dispuesto a aceptar cualquier cosa. A pesar de que el shock le había arrebatado el habla.
—Kiriha... —dijo la chica—. Akari...
—¿Qué...?
Él se separó de ella. Acalló su desesperación sólo por un momento, pues la mirada de Nene no transmitía la misma emoción. Era determinación pura.
—Akari... Akari era... importante para él...
—¿Y eso qué...? ¡Ella no puede devolverlo a la vida!
—Pero su cuerpo sigue aquí —dijo Sparrowmon.
—Tal vez... —dijo Nene—. Tal vez... Minerva no nos ha abandonado... ¡Tal vez Akari tiene la respuesta! ¡Estoy segura! ¡Ella es la compañera de Cutemon!
—Cutemon no pudo salvar a Deckerdramon —atacó Kiriha.
—Por favor, Kiriha —dijo Nene con firmeza—. No podemos sucumbir ahora. Sparrowmon tiene razón. ¡No podemos simplemente detenernos aquí, si el cuerpo de Taiki no ha desaparecido! Si no es así... significa que el designio de Minerva puede cambiarse... ¡Podemos hacer algo, si nos movemos ahora!
—No... No podemos hacer nada...
—¡Tenemos que hacerlo! Y aunque tenga que dispararte a ti también, con tal de que comiences a mover tu trasero, no dejaré que esto termine así. ¡Tiene que haber una razón por la que Akari seguía ahí cuando yo desperté! Si mi destino estaba entrelazado con el de ustedes... El de ella... podría estar... unido... con el de Taiki... Mi Geass no funcionará en él. El RCP tampoco servirá... ¡Sólo levántate, porque no voy a abandonarlos a ambos aquí!
No hubo rastro de duda en su voz. Sólo eso hizo que Kiriha se contagiara de una momentánea desesperación. Sólo eso hizo que Kiriha asintiera y se levantara también. Sólo eso le dio valor para llevar a su mejor amigo en brazos, a pesar de que una parte de él realmente había perdido la esperanza. El Digimon King, sin embargo, pudo escuchar una pequeña melodía.
Tal vez no todo estaba perdido en los Siete Reinos.
No podía decirse lo mismo del campo de batalla, donde Piedmon y una siniestra chica rubia ya estaban ante la última puerta que los separaba de sellar por siempre el destino de quienes pretendían detenerla.
Ella tampoco contaba con que afuera, a pesar del Knightmare aniquilado donde Shcniezel El Britannia pereció de la misma forma que la gobernadora general Cornelia, un chico rubio se levantaba también. Las heridas de las espadas de Piedmon no bastaban para detener a quien avanzaba con pasos dudosos, y una pierna ensangrentada. Su compañera, a su lado, tampoco se rindió a pesar de que ya no era capaz de luchar en una forma más poderosa.
La voz de Torajirou Asuka, de Astra, fue apenas un susurro que hizo que su Appli Drive cambiara, sin que él pudiera notarlo.
—¿Puedo hacerlo...? ¿No puedo hacerlo...?
Puedes hacerlo, pensó Rei. Incluso a pesar de que hubiera preferido no hacerlo, y de que Astra tal vez nunca lo sabría. Puedes hacerlo.
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