Capítulo LXI: La Revelación de Takuya

¡Hey, hola! Les dejé la canción Shining Dreamers para que escuchen mientras dura la batalla. En en próximo capítulo tendremos, ahora sí, las pruebas de Airu y Akari, junto con Katsura, Nunally, Meiko, Mimi y Suzaku. En la última entrega tendremos las pruebas más importantes: Tagiru, Taiki, Kira, Nene y Lelouch. Recuerden que vamos en orden de relevancia dentro de la trama. Disfruten la lectura, ¡y les deseo una muy feliz Navidad!

    Zoe recorría el mismo lago en la Zona Cielo que vio al llegar de nuevo al Mundo Digital de las dimensiones mezcladas. No podía evitar fijar su atención en detalles que la perturbaban cada vez más, como la forma en que el suelo se descomponía en Datos con cada paso que daba, o el sonido inconfundible de los gritos arrastrados por el viento. Sentía escalofríos. El viento gélido se enroscaba en su cuerpo como una serpiente que sin duda era letal.

Se detuvo al llegar a la orilla. Miró su reflejo en el agua. Desconoció ese rostro demacrado, con oscuras ojeras remarcadas en su piel reseca y afectada por el paso del tiempo. Le aterró su mirada perdida. Le perturbó que el reflejo imitara todos sus movimientos.

Se sintió en un sueño.

Enjugagó su rostro, descubriendo al final que ningún reflejo le devolvía la mirada. No había nada. Ni un rostro viejo. Tampoco su verdadero rostro. Simplemente, había dejado de existir.

Buscó ayuda en su D-Scan, olvidando por un instante que no habría nada en su bolsillo. Lo único que descubrió fueron los restos de la pantalla. Sus dedos sangraron. Las gotas se diluyeron en el agua. Por un instante, tuvo la impresión de que los gritos que arrastraba el viento le pertenecían a Kazemon. A Zephyrmon. A almas puras e inocentes que se habían sacrificado por ella.

—¿Por qué...? ¿Por qué no pude hacer nada...?

Se mantuvo al borde del lago, intentando divisar el reflejo que nunca llegaría. La Zona Cielo siguió consumiéndose en Datos, dejándola sólo a ella en compañía de un lago y un gigantesto árbol seco. Su cuerpo entero comenzó a descomponerse también. Sólo pudo sentir un extraño cosquilleo recorriendo cada rincón. No hizo nada por evitarlo. Tampoco quiso enjugar las lágrimas que corrieron por sus mejillas. Sólo gotearon en el lago, creando ondas en el agua.

—No pude hacerlo... Teniendo los DigiSpirits... Alcanzando otro Nivel... ¿Ni siquiera eso es suficiente...?

Pudo haber sucumbido a la tristeza y no darse cuenta del sonido de alguien que jugaba con el agua, pero no fue así. Su mirada viajó hacia ese punto, sin que su acompañante le causara al menos un sobresalto.

Ranamon, hermosa y luciendo mucho más letal que nunca, tenía los pies dentro del agua. Esbozaba una sádica sonrisa que para Zoe comenzó a ser difusa cuando la mirada perdida comenzó a volverse parte de su realidad.

—¿Qué haces... aquí...?

La sonrisa de Ranamon creció. Incluso su mirada fue mil veces peor de lo que Zoe recordaba.

—Sin duda te has vuelto mucho más débil de lo que eran antes...

Las lágrimas siguieron brotando. Insegura, Zoe se mantuvo quieta. Pestañeó un par de veces. Cuando logró hablar, su voz se escuchó tan apagada como su existencia.

—¿Qué haces aquí...?

Ranamon no borró su sonrisa.

—Todo era más fácil cuando eran pequeños, ¿no es así? Siendo niños, no pensaban en las consecuencias. Era más fácil arriesgarse... Ahora estás tan preocupada por el futuro, que no luchas como si realmente quisieras salvar el mundo.

—Eso... no es...

—Ya es tarde para intentarlo... Cualquiera hubiera esperado algo más de ti, o de Agunimon... El mundo ya no puede ser reparado ahora que se dejaron derrotar.

—¡Eso no es verdad! ¡Todavía puedo remediarlo! ¡Todavía puedo luchar, si me dan otra oportunidad...!

Más Datos emanaron de su cuerpo, causándole una extraña punzada de dolor. No le importó. Sólo logró arrastrarse hacia Ranamon, quien la miró con indiferencia sin borrar su sonrisa cruel.

—¿Qué podrías hacer tú? Ya has sido derrotada.

—No... Todavía no... ¡Todavía puedo levantarme! ¡Todavía puedo alcanzar otro Nivel!

Ranamon soltó una carcajada. Su forma de elevarse en los aires hizo que Zoe pudiese atar cabos, tratando de alcanzarla a pesar de caer al lago. Logró nadar de nuevo hacia la orilla. Su mirada opaca no le permitió ver el destello del símbolo de Minerva en los ojos de su némesis. Con un movimiento de la mano de Ranamon, el agua enloqueció. Zoe no pudo cubrirse. Se aferró a los bordes del lago, luchando por encontrar la fuerza para levantarse.

—¡No eres más que la sombra de lo que fuiste alguna vez, Zoe Orimoto! La guerrera de las leyendas del Mundo Digital que salvaste... ¡Se ha convertido en algo que ni siquiera puede mantenerse de pie!

—¡Sigo siendo yo misma! ¡Eso no ha cambiado!

—¡Nunca podrás remediar lo que ha pasado! Daemon te ha vencido. Ahora tu cuerpo se convertirá en parte de lo que quedó de este mundo.

—¡Eso no pasará! Si esto... Si esto fuera real... Si esto fuera real, ¡mi cuerpo estaría convirtiéndose en DigiCode! ¡Tú no eres Ranamon! ¡Yo vencí a Ranamon! Seas quien seas, ¡quiero que me devuelvas mis DigiSpirits!

Zoe se preparó para recibir el golpe de la ráfaga de agua que Ranamon preparó. Sin embargo, su letal contrincante se detuvo. Bajó lentamente hasta estar al mismo nivel que la chica, quien ya se encontraba de pie a pesar de sus ojos llorosos. El símbolo de Minerva apareció nuevamente por un segundo. La voz de la hermosa Ranamon, a pesar de cambiar ligeramente, tuvo el mismo timbre.

Las aguas siguieron agitándose.

—Zoe Orimoto, tienes mucho fuego en tu interior. Es más poderoso que el viento que corre en tus venas. Definitivamente eres quienes las fuerzas divinas estaban buscando.

—Eres... Minerva... ¿No es así...?

Ranamon asintió.

—Estás aquí porque sólo de esta manera puedo encontrar una forma de devolverte lo que has perdido.

—Minerva... Por favor... ¡Devuélveme mi D—Scan! ¡Estoy segura de que puedo remediar las cosas! ¡Dame otra oportunidad!

—Para recuperar tu poder, tienes que enfrentarte a tu peor miedo. Tienes que aceptar lo que más deseas. Tu peor miedo es no tener la fuerza suficiente para luchar en esta guerra que cada vez se vuelve más difícil. Tu mayor anhelo es que llegue el momento en que puedas hacer un equipo con esa persona que te ha contagiado el fuego. Una persona de quien no pudiste despedirte. Y ahora...

—No es así... Takuya no es... mi única prioridad... ¡Quiero salvar a Kouji, y a Kouichi! Sé que Takuya y Kouji no podrán regresar al mundo real cuando esto haya terminado, pero... ¡No puedo quedarme con los brazos cruzados mientras sé que mis amigos me necesitan!

—Tu nuevo equipo te necesita.

—Y mi razón para luchar son mis mejores amigos... ¡Tengo la esperanza de que podamos vernos de nuevo alguna vez! En este mundo, o en el siguiente... ¡Pero no podré hacerlo si no podemos llegar al Campo del Infierno!

—Eres una de las guerreras de las viejas leyendas de este mundo. Tienes que poder levantarte, y demostrarle a Daemon que el viento posee una fuerza mucho mayor. Una ventisca puede ser tan destructiva como una llamarada. Y si ambas se unen con un rayo de luz y con las sombras que nos rodean, pueden ser tan letales como el ataque del más poderoso demonio. Sin embargo... De ti, todos esperamos más.

—¿Más...?

—Tienes el poder de Digievolucionar, Zoe Orimoto. Puedes luchar con tus propios puños. Eres más importante para el equipo de lo que piensas. Por eso, la respuesta a tus plegarias está esperándote arriba.

Zoe apenas pudo retroceder. En un abrir y cerrar de ojos, Ranamon se encargó de que una ráfaga de agua golpeara a la chica con tal fuerza, que se elevó en los aires para caer en la rama más alta del árbol que seguía secándose. El dolor de la madera que rasgó su piel fue tan real, que no le habría sorprendido ver los rasguños al despertar.

Ranamon estaba ante ella, suspendida en los aires. Lo único que las separaba era el borde de la rama, y los dos botones que definirían el futuro.

—¿Esto es...?

—Si quieres recuperar a Kazemon y Zephyrmon, tienes que responder una pregunta.

—¿Qué clase de pregunta...?

—Zoe Orimoto, ¿quieres convertirte en el viento de la justicia?

Zoe no estaba segura de lo que veían sus ojos, además de las palabras que se escribían a la par de la voz de Ranamon. Si aquello que parpadeó por un instante fue realmente el símbolo de Ophanimon, o si fue sólo una alucinación, para ella bastó para llenar de fuerzas su corazón. Su alma. Aunque no estaba dispuesta a presionar el botón contrario, encontró la verdadera convicción para pulsar el botón verde con la palma de su mano. No hacía falta pensarlo. No hacía falta detenerse a pensar en un futuro que no quería ver sin luchar por conseguirlo.

Ranamon sonrió.

El viento sopló con más fuerza cuando Zoe acunó la esfera de luz en sus manos. Sintió que esas corrientes de aire sólo le daban más fuerzas para convertirla en la verdadera guerrera que podía ser.

El D-Scan apareció de nuevo, más majestuoso que nunca.

—Kazemon y Zephyrmon aparecerán de nuevo en tu interior cuando los deseos puros de tu corazón hagan brillar el D-Scan. Te he dado un nuevo poder que sólo podrás encontrar cuando hayas derribado todos los muros que te impiden aceptar las decisiones del corazón.

—¿Qué...?

—Cuando llegue el momento, tendrás que tomar una decisión. Un sacrificio, en el que sólo aquella persona con quien rivalizas se convertirá en el único pilar que te mantendrá con vida. Cuando eso ocurra, el fuego y el viento se unirán una vez más, y crearán un torrente de fuerza que nunca antes hubieras imaginado.

—¿A quién te refieres...? No lo entiendo...

—Te deseo suerte, Zoe Orimoto.

Zoe despertó tan de golpe, como al final repentino de una pesadilla. Se levantó por inercia, alejándose de su asiento y chocando con Kiriha, quien la tomó por los hombros para ayudarla a encontrar paz. Las miradas de Eri y Milly fueron tranquilizadoras. Pudo respirar con tranquilidad por un instante, dándose cuenta de que el D—Scan renovado la había seguido hacia la realidad. Rompió en un llanto silencioso, sintiendo el abrazo de Kazemon y Zephyrmon que tal vez era sólo producto de su imaginación.

Le costó recuperarse lo suficiente como para darse cuenta de que Takuya aún se mantenía en medio de su lucha interna, esbozando una mueca de sufrimiento tan grande que a la chica rubia le partió el corazón.

—¿Te encuentras bien? —dijo Kiriha.

Zoe asintió. Aferró con más fuerza el D-Scan. Se reunió con sus amigos, pensando incesantemente en las palabras de Minerva. No quiso que su mirada se fijara al instante sobre Kira, quien ya comenzaba a llorar en silencio sin poder despertar de sus tormentos.

¿Podría ser...?, pensó Zoe. El fuego que se unirá con el viento... ¿De quién vendrá...?

Se encontró ante la espada y la pared. No quiso pensar en el sacrificio, ni en la alianza que supondría un gran sufrimiento.

Una nube de polvo que se desprendió del techo hizo que incluso Rei entrara en sentido de alerta.

—Nos atacan —aseguró el chico.

Un segundo impacto ocurrió, dándole la razón. Por un instante, los cuerpos de quienes aún se mantenían en trance emanaron una extraña corriente estática. Rei se levantó, dejando a un lado sus labores. Aferró el chip de Revivemon.

—Rei, no podemos dejar que destruyan este lugar —dijo Hackmon—. Si ellos no despiertan de la ilusión de Minerva antes de apagar el sistema, todos morirán.

Una extraña intervención hizo que un torrente de emociones desconocidas se apoderara de quienes ya se encontraban libres.

—Ustedes dos, encárguense de mantener con vida a Meiko y a los demás. El resto, vamos afuera y defendamos este lugar de ese malnacido.

Nadie pudo creer que fuera Taichi quien hubiera dicho eso, y quien no dio más oportunidades a nadie de decir una sola cosa. El equipo que Kiriha no tardó en liderar intercambió una mirada con Rei antes de seguir a Sigma y a Taichi, quienes salieron al campo de batalla, totalmente dispuestos a proteger a sus amigos.

Llevar la delantera ayudó a que la sonrisa sádica de Taichi volviera a dibujarse en sus labios, acompañando a la de Izzy.

El enemigo que esperaba afuera no podía ser tan terrible como los corazones corrompidos por la ambición.

En el Campo del Infierno, CC salió del refugio cuando un sonido distante llamó la atención de todos. Se movió mucho más rápido que Yoshino, a pesar de que tal vez no estaba consciente de que tal vez no era una buena idea.

Yoshino siguió sus pasos, tras asegurarse de que Lilamon las acompañaría. Ryo hizo otro tanto, preparándose para luchar en caso de que alguien los hubiera encontrado.

No fue así.

Los tres se mantuvieron estáticos al ver la forma en que se abrieron los cielos para dejar que el gigantesco rayo del rojo de la sangre cayera sobre el castillo oscuro del máximo enemigo. Instintivamente, Ryo extendió un brazo para proteger a Yoshino y a CC, al mismo tiempo en que Lilamon y Cyberdramon adoptaron posiciones defensivas. Sus corazones se aceleraron. También dieron la impresión de detenerse con un vuelco.

—¿Qué es eso...? —dijo Ryo.

El semblante de Yoshino se oscureció. Era evidente que el castillo oscuro absorbía lo que sólo podría ser energía maligna. Lo comprobaron cuando los Digivices soltaron un estallido de estática, y Lilamon y Cyberdramon cayeron al suelo, retorciéndose de dolor.

Dentro del castillo oscuro, Datamon no pudo explicar qué era el símbolo extraño y siniestro que apareció en las pantallas del centro de comando.

Un símbolo que escribió un mensaje para él.

Quiero ayudar a aniquilar a Minerva.

Yuu avanzaba en línea recta, en un sitio que no era nada más que un abismo oscuro. Podía sentir el suelo bajo sus pies, a pesar de que no podía verlo. No había ninguna fuente de luz que pudiese guiarlo. Sólo una risa lejana, que sin duda le pertenecía a alguien demasiado pequeño. A alguien que no era humano.

Los pasos que de pronto comenzaron a seguirlo se transformaron en una vívida pesadilla. Podía haberlos reconocido en cualquier momento. En cualquier situación. No podría olvidarlos jamás, a pesar del paso de los años. Le fue demasiado sencillo imaginar a su hermana mayor delante de DarkKnightmon. La culpa atacó, así como el temor y la paranoia se unieron para obligarlea apretar el paso. Sintió la oscura presencia del siniestro Digimon, persiguiéndolo a lo largo del abismo sin fin.

Su corazón dio un vuelco al tropezar, haciéndole creer que DarkKnightmon lo atraparía. Sin embargo, la impresión fue mayor cuando se encontró ante su propia imagen, demasiados años en el pasado. Un niño pequeño, ocultándose en la oscuridad y abrazando sus rodillas.

El sitio era demasiado grande como para que un Yuu mayor pudiera hacer algo más que ir a gatas. Se acercó a rastras a sí mismo, quien levantó la mirada. Sus ojos annegados en lágrimas causaron en el Yuu verdadero un siniestro escalofrío.

—¿Quién eres tú...?

Era su misma voz, aún con un timbre infantil. Y a pesar de ello, fue realmente aterradora.

Yuu tragó saliva. Contuvo la respiración. Extendió una mano hacia el niño. No se atrevió a tocarlo para comprobar si era real. Sabía que estaba en un sueño. Una simulación. Una pesadilla. Pero, aunque estaba seguro de ello, no podía dejarse llevar por el temor. Respondió con voz trémula, sintiendo que su corazón podría escapar de su pecho en cualquier momento.

—Yuu... Soy... Yuu...

—Yuu... Yo también soy Yuu...

—Lo sé... Yo... soy tú... en el futuro...

Confundido, el niño sólo pestañeó un par de veces.

La punzada de dolor que recorrió al verdadero, así como la estática que repentinamente brotó de él, sólo pudo interpretarse como una parte de la pesadilla. No tenía idea de lo que sucedía donde estaba su cuerpo físico.

Una lágrima solitaria corrió por la mejilla del niño.

—No puedes ser yo...

—Sí. Lo soy... ¿Por qué estás... llorando...?

—Porque soy un asesino.

Yuu tragó saliva. Sintió un escalofrío mayor. Exhaló en silencio y con pesadez. Su voz quiso fallar.

—¿Por qué... lo dices...?

El niño pestañeó de nuevo.

—Maté... a mi mejor amigo... Mira...

Extendió una mano hacia Yuu. El cuerpo destazado de un Damemon en miniatura estalló en Datos ante sus ojos, propagando el eco de su voz diciendo una frase que no había sido su último adiós, sino parte del primer contacto. Oh, amazing!

El corazón del Yuu verdadero se desgarró. Logró contener el dolor, a pesar de que el temor ya era incontenible.

—Tú no... lo hiciste... No fue... tu culpa...

El niño negó con la cabeza.

—Yo lo hice. Yo lo maté.

—No... ¡No es así! ¡Ellos estaban...! Ellos... te manipularon... Nos manipularon...

—Era un juego. Sólo estaba jugando. Mi hermana mayor... está jugando también. Debía ser... divertido...

Obedeciendo a un impulso, Yuu se acercó de golpe al niño. Lo tomó por el brazo con tanta fuerza que la mirada aterrada del pequeño habría roto el corazón de cualquiera. Las lágrimas amenazaron con brotar de los ojos del Yuu verdadero.

—¡No es un juego! ¡Esto nunca ha sido un juego!

—Lo es. Me lo han dicho. ¿Por qué mi amigo está muerto? ¿Por qué lo maté?

—¡Sus vidas son tan reales como las nuestras! ¡Sus sentimientos también lo son! Ellos han manipulado a nuestra hermana. La obligaron a hacer todas esas cosas a cambio de liberarnos.

—¿Liberarnos...?

—¡Pero ella sólo quería rescatarnos! Y... nosotros... yo... ¡Yo no quería hacerlo! ¡Yo no quería...! No... quería... verlo morir...

Yuu no pudo notar que el escondite desapareció. No se dio cuenta de que se encontraba nuevamente en el abismo oscuro. Suspendidos en las sombras infinitas, mientras el chico rubio sucumbía ante el fantasma del pasado. Se hizo un ovillo, cubriendo sus oídos con ambas manos y dejando que el horror se reflejara en su rostro.

—Lo que hice... Lo que hice fue... terrible... Yo... nunca podré... nunca podré perdonarme por... ¡Damemon estaba...! Damemon... Cuando nos reunimos de nuevo, yo... Ni siquiera en ese momento... Ni siquiera ahora puedo... No puedo... Damemon... Yo... no merezco que...

—Somos asesinos. Ambos.

—No... ¡No! ¡No soy un asesino! ¡Tuve que ver a mi mejor amigo morir para entender que su vida era real! Y ahora... Ahora sólo quiero... Sólo quiero... ¡Quiero verlo una vez más! ¡No quiero perderlo para siempre! Si no lo hago... Si no lucho por salvar los mundos que se mezclaron por la ruptura de la Brecha Dimensional... Si no doy mi mayor esfuerzo, entonces... el sacrificio de Damemon será en vano... ¡Y no quiero que eso pase! ¡No quiero perder a mi mejor amigo! ¡Quiero seguir luchando y volver al mundo que reconstruiré con mis amigos! Quiero... redimirme... Quiero... una oportunidad más... ¡Quiero volver a ser un Digimon Hunter! ¡Quiero ser el general del ejército Twilight junto con mi hermana mayor, sólo para devolver el Mundo Digital a la normalidad! En el Campo del Infierno, quiero... quiero que... quiero... vengar a Damemon... como nunca antes lo he hecho... ¡No quiero ser un asesino! ¡Quiero ser un héroe...!

Pudo haber estallado en llanto. Estaba totalmente listo para ello, pero las lágrimas brotaron en silencio a la par que las palabras escapaban desde lo más profundo de su alma destruida. Fue por eso que no pasó por alto el destello del símbolo de Minerva en los ojos del niño, quien sonrió de una forma totalmente inusual para un niño.

—Hasta ahora, ha sido más fácil hacer que tú mismo te enfrentes a los demonios que te atormentan, Yuu Amano. A pesar de no atacar al fantasma de tu pasado bajo la certeza de que estás en una ilusión, has aceptado tus errores y has asumido que no puedes cambiar más que tu futuro. Me impresionas.

—Eres... ¿Minerva...?

El niño asintió.

—Así es, Yuu Amano. He preparado todo este escenario para encontrar aquello que más temes o que más anhelas. Para poder devolverte eso que has perdido, tienes que enfrentarte a lo que nunca podrás cambiar. Lo has hecho de maravilla.

—¿Lo dices... en serio...?

—Sí. A pesar de los años, la culpa por la muerte de Damemon aún te persigue y no te deja seguir adelante. Es por eso que fue tan difícil para ti adaptarte a Lelouch Lamperouge, y aprender a congeniar con él. No es fácil hacer migas con alguien que conoce un pasado que tú quieres mantener enterrado. Pero aceptas tu culpa. Y no sólo eso, sino que estás dispuesto a cambiar todo lo que pueda pasar en adelante.

—Yo... quiero... Sólo quiero... recuperar a Damemon...

—Y lo harás. Es por eso que te he traído a este mundo oscuro. Es por eso que te has enfrentado una vez más a aquello que te dejó una marca imposible de borrar. Además de devolverte a Damemon, puedo dotarte de un poder mucho mayor. Puedo darte las armas para que Damemon y tú alcancen una Digievolución diferente. En el mismo Nivel que Tswarmon, pero considerablemente más poderosa.

—Por favor... Dime lo que tengo que... Haré... cualquier cosa. Sólo...

—Sólo quiero que respondas una pregunta.

Yuu contuvo la respiración cuando los botones aparecieron ante él, sintiendo que su alma volvía a desgarrarse. A pesar de que sin duda estaba esperando algo como eso.

—Yuu Amano, ¿estás dispuesto a perdonarte?

El chico se detuvo por un instante que pareció eterno. Sin embargo, no se detuvo a pensar al pulsar el botón verde. Recibió la esfera de luz que se transformó en un Xros Loader amarillo totalmente renovado, así como una DigiMemory sin etiqueta. Lo primero que llamó su atención fue que el símbolo del Geass decoraba la parte superior del Xros Loader, dándole un aspecto mucho más épico y glorioso.

Tragó saliva una vez más.

—A cambio de este poder, tú tendrás que encontrar una manera de usar el arma que te he dado en esa DigiMemory. Para alcanzar la nueva Digievolución, te enfrentarás a una situación difícil. De ti dependerá que el ejército definitivo comience a formarse. Cuando tomes la decisión más importante de esta guerra, podrás empuñar el arma que se convertirá en el mejor aliado de quien te liderará en el campo de batalla. A cambio, esa persona empuñará contigo el Xros Loader y el mayor poder que Damemon es capaz de conseguir será quien logre enmendarte en el Campo del Infierno.

Yuu suspiró. Asintió, aferrando con fuerza el obsequio de Minerva.

El niño sonrió nuevamente.

—Tus amigos te necesitarán, Yuu Amano, ahora más que nunca. Buena suerte.

Yuu apenas pudo esbozar una pequeña sonrisa. Al instante, siguiente, ya se encontraba de vuelta en el sitio donde sólo vio algunos sitios vacíos. Pudo levantarse antes de que la estática atacara de nuevo, siendo más letal que el primer impacto. No pudo evitar correr hacia Airu. Hacia Nene. Hacia Nunally. Hacia Lelouch, quien no parecía encontrar ningún alivio en los tormentos de Minerva.

Nervioso, el muchacho aferró el Xros Loader. Introdujo la DigiMemory que no logró hacerlo funcionar. Pero lejos de preocuparse por ello y buscar respuestas, su mirada sólo se cruzó con la de Rei. De pronto, el semblante de Yuu se transformó. El niño se convirtió en un muchacho gallardo y dispuesto a luchar. El muchacho, a su vez, se convirtió en un hombre con un renovado espíritu inquebrantable.

—¿Dónde están los demás? —dijo.

—Afuera —respodió Hackmon—. Intentan ganar tiempo.

—Algo está atacando el refugio —secundó Rei—, y nosotros hacemos todo lo posible para combatir a lo que sea que pretende apagar nuestro sistema.

Yuu no necesitó más. Asintió, y corrió hacia afuera para reunirse con sus amigos.

Aunque no se dignó a mirarla, sí se dejó embargar por un pensamiento que deseó que pudiera llegar hacia la chica rubia que lloraba en silencio sin poder despertar.

Sé que puedes lograrlo, Airu.

Todos los pensamientos que tuvo sobre las enigmáticas palabras de Minerva quedaron enterrados debajo del deseo de ver de nuevo a su mejor amigo. Basta con decir que un par de ojos púrpura aparecieron en su mente. La revelación fue tan repentina, que le hizo tener la extraña sensación de no estar seguro de si podía aliarse con él, o no.

Takuya avanzaba a lo largo de lo que pudo reconocer como el atrio de la iglesia donde estuvo dentro de Sephirotmon, tantos años atrás. No se podía decir que iba en busca de respuestas, así como tampoco podía asegurarse que estaba consciente de que todo era una ilusión. Parecía ser que lo que lo había infectado luchaba con ahínco para apoderarse de él y arruinar las buenas intenciones de Minerva. Se arrastraba cada tanto. Sus piernas temblaban. El DigiCode brotaba de su cuerpo cada vez que las sensaciones siniestras amenazaban con apoderarse de él.

El sufrimiento era inmenso e indescriptible. Tanto, que la ilusión simplemente se detuvo. No se percató de que de pronto se encontró en el mismo abismo oscuro del que Yuu había logrado escapar.

Takuya seguía agonizando, luchando contra sí mismo y estallando en gritos que reflejaban el dolor de su alma destruida. Minerva se presentó ante él sólo como un símbolo, cuya luz le dio al chico sólo un poco de paz. Logró recuperar el aliento. Pudo levantar la mirada, a pesar de que sus ojos se volvían opacos con cada ataque.

—Takuya Kanbara... ¿Qué es lo que las fuerzas oscuras han hecho contigo? Mírate... Tengo que ayudarte. No puedo dejar que esto te destruya...

—Eres... ¿Eres... Minerva...?

—Así es. Pero... Lo que hay dentro de ti es muy poderoso... La maldad que te ha poseído es la misma que está corriendo por las venas de Kira Yagami, sin que ella lo sepa. Sólo ella puede salvarte, así como tú eres el único que puede salvarla a ella... No puedo hacer mucho por ti, Takuya...

—Por favor... Necesito... Necesito volver... Tengo que... Zoe... Kira y Zoe me necesitan... Mis amigos... Mis amigos están...

—Todos ellos están en peligro en este momento, Takuya. Todos necesitan ayuda. Tú te has convertido en un peligro para todos ellos, pero realmente no hay ninguna manera en la que puedas evitar que tu instinto te haga volver una y otra vez. Mientras estás consciente de tu verdadera identidad, sigues siendo un Héroe Legendario. Y cuando esa fuerza oscura se apodera de ti...

—El D-Scan me mantenía conectado con esa... fuerza... Pero ahora que fue destruido... Siento que... ¡Siento que...! Se está... tratando de... apoderar de mi cuerpo... de mi mente... ¡Y no quiero esto! ¡No quiero lastimar a mis amigos! No quiero... No quiero asesinar... a Zoe... a... a Kira... Yo... Sería mejor si... Daemon me hubiera... asesinado a mí...

—Por supuesto que no, Takuya. Tu destino es diferente. El designio que ha sido escrito para ti te involucra en algo mucho más grande de lo que imaginas. De lo contrario, Ophanimon nunca te hubiera convertido en uno de sus más leales guerreros.

—Fuera de este mundo, no soy nada...

—Pero en este mundo tienes una misión. Sólo tú puedes purificar a Kira Yagami. Sólo ella puede purificarte a ti. Cuando la luz sagrada de la máxima Digievolución brille para ambos, el virus que te destruye y que también la ha infectado a ella será aniquilado, y ambos podrán luchar mano a mano para buscar un nuevo mañana.

—¿Cómo...?

—Eso sólo podrán saberlo cuando el instinto que caracteriza a los Digidestinados los lleve por el único camino posible. En este momento, sólo te daré un D-Scan nuevo. Te encontrarás de nuevo con tus DigiSpirits cuando puedas hacer que la Luz Sagrada brille sólo para ti. Sólo debes responder una pregunta.

—¿Una... pregunta...?

Takuya contuvo la respiración cuando la voz de Minerva acompañó a las palabras que se escribieron frente a él, junto con los botones que definirían su futuro.

—¿Estarías dispuesto a sacrificarte por la persona que realmente amas?

Entre todos aquellos que fueron sometidos al tormento de enfrentarse a sus demonios, Takuya impuso un record al pulsar el botón verde tan pronto como escuchó la pregunta. Recibió un D-Scan mejorado, que le dio una extraña sensación de paz interior que comenzó a combatir la oscuridad.

—Pero... Minerva... el virus...

—Cuando llegue el momento de unir fuerzas, ambos lo sabrán. Sin embargo, debes estar consciente de algo, Takuya Kanbara. Una persona más tiene su destino entrelazado con el tuyo, y con el de Kira Yagami. En ese momento, las garras de la muerte se posarán definitivamente sobre uno de ustedes. Kira Yagami, Zoe Orimoto, y tú. Del sacrificio de uno de ustedes, nacerá un poder invencible. El fuego tendrá que unirse con el viento una vez que el otro que lleva el fuego en las venas haya purificado a quien sobrevivirá.

—Eso... Eso quiere decir que...

—Quiere decir que la Digievolución milagrosa que te unirá con Kira Yagami consumirá por completo la energía de uno de ustedes. El último soplo de vida será la luz al final del túnel.

—No puedo... permitir que... Kira no... Kira no puede morir...

—Tú no tienes un futuro que perseguir en el Mundo Real, Takuya Kanbara. No eres más que información que ya sólo pertenece a nuestro mundo. Piensa en ello cuando estés en un momento de crisis, y deja que sea tu instinto quien te guie en el último momento. Ella hará lo mismo, y el designio se cumplirá.

—Pero...

—Buena suerte, Takuya Kanbara. La necesitarás.

Takuya abrió los ojos, sintiendo que se quedaba sin aire. Logró levantarse y se tambaleó por un momento. Lo primero que notó fue que Zoe ya no se encontraba ahí. Sólo Kira, quien se retorcía en su asiento y suplicaba que todo se detuviera. Rei apenas pudo compartir una mirada con él.

Lo que realmente llamó la atención de Takuya fue el hecho de que Yuujin Oozora ya se encontraba de pie, sin rastro alguno de haber pasado por ningún tormento. El Appli Drive DUO volvía a estar en sus manos, y esperaba pacientemente frente al chico que había elegido un camino diferente a los de los Protectores.

Sólo Rei y Takuya fueron testigos del destello rojo que apareció en los ojos de Yuujin cuando el cuerpo de Haru dio una sacudida, siendo atormentado por Minerva para convertirse en el héroe que debía ser.

Nadie podía explicar qué era lo que Miyu hacía para atacar el refugio. Sólo podía sentirse como una onda invisible y destructiva que emanaba de su cuerpo. Que emanaba del Digihuevo oscuro, tal vez. La onda golpeaba el refugio de Rei, convirtiéndose también en una corriente de aire que amenazaba con lanzar lejos a quienes se habían plantado delante de la entrada a la cueva, en un vano intento de convertirse en escudos. Aferraban los nuevos Digivices, sin estar totalmente seguros de cómo hacerlos funcionar una vez más.

Taichi tomó su rol de liderazgo. Su sonrisa se borró, reflejando la determinación digna de un Héroe Legendario.

Miyu se mantuvo quieta, sólo abrazando con más fuerza el Digihuevo oscuro que siguió quebrándose lentamente.

—¡¿Quién eres tú?! —exclamó Taichi—. ¡Aléjate! No importa que seas una humana, ¡no te dejaremos entrar!

Silencio. Taichi cerró los puños con fuerza. Apretó los dientes. Parecía querer encarnar el Digivice en la palma de su mano. Ante la mirada perdida y opaca de la chica, Taichi intentó dar un paso hacia adelante. Otra onda invisible se desprendió del Digihuevo oscuro. Para todos comenzó a ser difícil mantenerse en pie. Todos intercambiaron miradas. Miraron también las pantallas apagadas de los Digivice.

La siniestra sonrisa de Miyu les causó escalofríos. Su voz, vacía y en trance, era combustible de pesadillas.

—El señor Daemon quiere que ustedes sean eliminados de este mundo.

Una onda mucho más potente se desprendió del Digihuevo oscuro. Eri sintió que sus pies se arrastraban hacia atrás. Milly sintió sus ojos escocer, sin atreverse a disparar su arma mientras fuese una humana quien tenía enfrente. El siguiente ataque fue el decisivo, pues logró golpear a Milly para desestabilizarla. Eri fue la siguiente víctima. Y antes de que pudiese recibir el impacto, y de que Taichi pudiera dar alguna orden, el grito que brotó de la entrada de la cueva los tomó por sorpresa. Incluyendo a Miyu.

—¡Reload, Damemon! ¡Chou Shinka!

Girando sobre sí mismo, Tswarmon se posó ante el grupo para bloquear el ataque del Digihuevo oscuro. Su pose heroica, junto con la de Yuu que tenía el Xros Loader en alto, llenaron al grupo de dudas. Y de valor.

Como respuesta, el Digihuevo oscuro tuvo dos pequeños estallidos a cada costado. Dos pares de brazos oscuros, hechos de sombra o de energía negativa, se alzaron tan majestuosos y terribles como un Señor Demonio. El resto del huevo, a pesar de seguir quebrándose lentamente, siguió intacto. La presencia del enemigo llenó los corazones de los demás con el temor a fallar de nuevo.

Fue mayor la curiosidad de Zoe, al presenciar la forma en que las Digi-Ninpou de Tswarmon habían vuelto con el triple de potencia, que logró imponerse ante el pánico.

—¡Yuu! ¿Cómo has hecho eso? ¿Cómo hiciste brillar tu Xros Loader?

El chico la miró. Esbozó la sonrisa de determinación de un Héroe Legendario. De un general.

—Sólo hagan lo que ha dicho Minerva. ¡Si nuestros deseos son realmente puros, la Luz Sagrada brillará para nosotros!

Tal vez todos estaban conscientes de que Airu rondaba en la mente de Yuu, convirtiéndose en el ancla que lo mantuvo con los pies en la tierra.

Sin importar las diferencias entre los equipos, todos compartieron una mirada más.

Eri fue quien tuvo la iniciativa.

El más grande anhelo de mi corazón, pensó, ¡es recuperar las sonrisas que el Pandemonio de Bagra arrebató!

Dos de los tres chips recobraron el color en sus manos. Se tomó la libertad de adoptar una nueva pose para usar el Appli Drive DUO. Introdujo el chip, pulsó el aparato con su dedo pulgar para conectarse con él. Oujamon surgió, tan majestuoso como nunca antes y sintiéndose mil veces más poderoso. A pesar de la confusión, bastó con toparse con la radiante sonrisa de Eri para darse cuenta de que no había tiempo para hacer preguntas. Se posó a un lado de Tswarmon, quien también lo recibió con alegría. Eri corrió a reunirse con Yuu, compartiendo con el chico una mirada de complicidad.

Tengo que proteger a mis amigos, pensó Kiriha. ¡Tengo que proteger este lugar, si quiero ver de nuevo a mi mejor amigo!

El Xros Loader azul se iluminó. ZeekGreymon se unió también al campo de batalla.

El viento tiene que volver a correr en mis venas, pensó Zoe.

Un silbido anunció la aparición de AncientIrismon, cuya transformación fue mucho más gloriosa que nunca.

MegaKabuterimon llegó también, a pesar de que Izzy se mantuvo a un lado de Taichi.

El líder de los Protectores miró su Digivice, pensando sólo en la única persona por quien estaba dispuesto a proteger el sitio donde se resguardaban sus enemigos. Tal vez su anhelo fue mayor que cualquier otro hasta ese momento, pues su luz pronto tomó la delantera. Se montó en AeroVeedramon y se colocó las gafas oscuras, para elevarse en los aires y llamar a la acción con un grito de guerra. Milly corrió también hacia sus amigos, totalmente dispuesta a disparar su arma en caso de que fuese necesario.

Uniendo sus técnicas, los Digimon renacidos se sorprendieron de los poderes que nunca antes habían experimentado. Se sintieron en la gloria. Con la victoria asegurada.

En el castillo de la Tierra Polvo, la ira de Daemon aumentó.

Haru no entendía lo que estaba pasando. No entendía quién era el Appmon que desaparecía ante sus ojos luego de recibir el golpe mortal de Shutmon. Sabía que Gatchmon no estaría ahí. Sabía que no podía esperar que su Appli Drive le diera seguridad. Sin embargo, no podía entender cómo era que Shutmon estaba ahí. No entendía por qué la mirada de Yuujin de pronto había perdido el brillo que lo hacía humano. El humano bondadoso que él había conocido durante casi toda una vida.

El chip del Appmon desconocido se alojó en el Appli Drive DUO. La voz de Yuujin se escuchó tan terrible y maligna, que la mente de Haru quedó en blanco. Las palabras de su mejor amigo no tuvieron sentido para él. Y a pesar de ello, hicieron que su corazón comenzara a acelerarse.

—Simulación para obtener a Bootmon completada.

—¿Qué estás diciendo...? ¿Yuujin...?

—Yuujin... ¿Yuujin? No existe ningún ser humano con el nombre de Oozora Yuujin. En realidad, ni siquiera soy humano.

—Yuujin... ¿Qué significa...?

Haru se detuvo en seco. Se quedó sin habla al percatarse del siniestro destello rojo en los ojos de su mejor amigo.

—Soy una terminal móvil de tipo humanoide YJ14 para recolectar información.

El brazo de Yuujin se abrió ante los ojos de Haru, revelando la presencia de un chip oculto. La siguiente revelación fue mucho más terrible.

—Soy un androide de Leviathan. Una inteligencia artificial.

Haru no supo cómo reaccionar. No pudo fijarse en la forma en que ni siquiera Shutmon podía creerlo, así como en la culpa que reflejaba su mirada. La incertidumbre golpeó con fuerza, así como el nudo en la garganta de Haru comenzó a formarse.

—Estás mintiendo... Yuujin...

Shutmon se posó a un lado de su compañero, a pesar de que no parecía querer hacerlo realmente. El chip desconocido se introdujo en la Seven Code Band, infectándose con un virus. Cuando Bootmon se materializó ante ellos, convirtiendo el techo de la escuela en un AR Field, la locura del alma corrompida comenzó a apoderarse de él.

—Yuujin... ¿Qué haces...?

—Esta es la puerta de entrada a la segunda fase del Pandemonio de Bagra.

—¿Segunda fase del... Pandemonio de Bagra...?

El suelo tembló bajo sus pies. El AR Field comenzó a distorsionarse gracias a la energía oscura que brotó del cuerpo de Bootmon. Haru perdió por completo la capacidad de mostrar emociones, a excepción de las lágrimas que cubrieron sus ojos sin atreverse a brotar.

—¿Qué es esto...? ¿Qué estás haciendo, Yuujin...? Realmente... ¿Estás trabajando para... Leviathan...? ¿Por qué...?

Yuujin no mostró expresión alguna.

De pronto, Haru olvidó que debía estar sólo dentro de una ilusión creada por Minerva.

—Una vez que la segunda fase del Pandemonio de Bagra termine, el Mundo Real será totalmente absorbido por el Mundo Digital. Todas las dimensiones se mezclarán en una sola, donde todos los DigiDestinados que alguna vez existieron serán aniquilados. Las fuerzas oscuras del Mundo Digital se apoderarán del que se convertirá en un solo mundo.

—Yuujin... Detente... No lo hagas...

—Appli Driver de Minerva que obstruye los planes de las fuerzas oscuras, Haru Shinkai, serás eliminado aquí.

Aquello lo tomó por sorpresa. Sin embargo, Haru no retrocedió. No pudo hacerlo. Se mantuvo congelado en su sitio, observando cómo los cuerpos inertes de Eri, Astra y Rei se materializaban ante él. El horror atacó al percatarse de que los Appli Drives estaban totalmente destruidos. Sus amigos estaban muertos. Y él no pudo hacer más que sólo sentir cómo su corazón seguía acelerándose, mezclándose con el vacío en el estómago y el gigantesco nudo en su garganta.

Un Héroe Legendario fue destruido, incluso antes de saber cuál era su verdadero destino.

Haru logró dar un par de pasos hacia quien había sido su mejor amigo.

—Yuujin... Por favor, detén esto... Tiene que ser una mentira... Yuujin, nunca harías algo como esto...

—Todo lo que ha ocurrido hasta ahora ha sido tal y como Leviathan lo planeó. Eso nos incluye a nosotros. Incluso el día en que nos conocimos.

—Eso... ¡Eso es mentira!

—¿Qué prueba tienes para decir eso?

—Prueba... ¿Qué prueba tengo...? Pues... ¡Todos los recuerdos que tengo, y los años que viví contigo! Cuando dijiste que yo era un protagonista... ¡Tus palabras me dieron valor! Cuando luchaste conmigo, me hiciste tan feliz... Y cuando estábamos ante Daemon, pensar en perderte me hizo sentir como si mi corazón hubiera sido arrancado... Porque tú... Yuujin... ¡Eres la persona más importante para mí! ¿Me estás diciendo que eso es una mentira...? ¡Eso no puede ser! ¡Me niego a creer que lo nuestro es falso...!

Una pequeña luz de esperanza se encendió cuando las lágrimas brotaron de los ojos de Yuujin.

Sin embargo, la misma luz se apagó cuando él continuó.

—Nada de eso es una base concreta. Si veo que quieres que llore delante de ti, entonces lo haré. Sólo actué de acuerdo a mi programación para acercarme a Haru Shinkai y ganar su confianza.

—Estás... Estás mintiendo...

Yuujin avanzó hacia él. Lo tomó con tal fuerza por el hombro que apareció una punzada de dolor. El alma de Haru siguió desgarrándose.

—Nuestro encuentro no fue una coincidencia. Leviathan me envió a este mundo para sabotear a Minerva cuando supo que ella luchaba con otras deidades del Mundo Digital para reparar la brecha que separa todas las dimensiones.

—Detente...

—Tus nuevos amigos en este momento están inmersos en pesadillas que Leviathan ha programado para eliminarlos también.

—Eso no... es verdad...

Haru intentó liberarse. Sólo logró ser sometido cuando Yuujin lo acorraló.

—Mírame, Haru Shinkai. ¿Sigo siendo tu protagonista ideal?

Las lágrimas siguieron brotando. Haru pudo haber sucumbido a la desesperación en ese instante.

Sin embargo, la cordura golpeó al instante cuando la punzada de dolor se apoderó de su cuerpo, del que brotó estática, recordándole la realidad. Recordándole que el Yuujin que tenía frente a él no era verdadero.

Recordándole que Gatchmon lo esperaba, y que sus amigos contaban con él.

Logró reunir la fuerza suficiente para apartar a Yuujin con un empujón. Enjugó sus lágrimas y atacó a su manera, percatándose de que su determinación hizo que Shutmon y Bootmon se esfumaran ante sus ojos.

—¡Mientes! ¡No puedes hacerme creer que mi historia con Yuujin era parte de algo en lo que nosotros no estábamos involucrados! Cuando Minerva me pidió ayuda, fue muy clara al decirme que otros nos necesitaban. ¡Nuestra batalla contra Leviathan no tenía nada que ver con lo que está pasando en este mundo! Un AR Field y el Mundo Digital son diferentes... ¡Estoy seguro!

—¿Cómo puedes estar tan convencido de que yo no soy el verdadero Yuujin?

Una pequeña sonrisa se dibujó en el rostro de Haru. Las lágrimas le dieron un toque especial.

—Porque... el verdadero Yuujin me hace sentir... algo especial... Cuando estoy con Yuujin, siento que soy capaz de lograr cualquier cosa. ¡Me siento como un verdadero héroe cuando él está a mi lado! Nunca fui tan feliz como cuando supe que él también era un Appli Driver como yo. Y estoy seguro de que Yuujin jamás haría algo tan cruel como perseguir la destrucción de nuestro mundo. ¡No importa que esto sea una ilusión! ¡Sé que la persona más importante para mí nunca me haría sentir tanto temor! Lo que siento cuando él está cerca... ¡Los sentimientos que tengo hacia él serán reales, a pesar de lo que tú digas!

Yuujin al fin sonrió. El destello del símbolo de Minerva hizo que Haru se ruborizara al sentir que había sido demasiado sincero.

—No esperaba menos de ti, Haru Shinkai. A pesar de que te has dejado llevar por el miedo, te has vuelto lo suficientemente astuto como para darte cuenta. Me haces sentir orgullosa.

—Minerva...

—Dentro de ti se ha encendido una llama que no se apagará jamás, incluso después del final de esta aventura. El nuevo poder que voy a brindarte ahora te ayudará a formar parte del círculo de elite al que pertenecerás algún día, cuando sea tu momento. Hay un poder glorioso que espera por ti, y por Gatchmon. Pero si quieres obtenerlo, sabes bien lo que tienes que hacer.

Haru no pudo evitar detenerse en cuanto los botones aparecieron ante él, junto con las palabras de Minerva que causaron un efecto distinto en él.

—Haru Shinkai, ¿eres un protagonista?

Se detuvo. Las dudas atacaron al principio. Sintió, sin embargo, una extraña calidez que le ayudó a imaginar que no sólo él presionaría el botón verde. Sabía que Yuujin, de alguna forma, estaba junto a él. Recibió el Appli Drive DUO junto con tres chips en escala de grises, que le hicieron sentir que Gatchmon no estaba tan lejos como parecía.

—Minerva... Gatchmon y Globemon están aquí. Pero, ¿quién es el tercero?

—Esa respuesta llegará a ti sólo cuando llegue el momento. Si quieres liberar el glorioso poder de Gatchmon, tendrás que convertirte en un Héroe Legendario. Cuando llegue tu momento de brillar, Haru, la Luz Sagrada que te brindarán aquellos que se convertirán en tus mentores, te ayudará a que Gatchmon y tú puedan convertirse en dioses.

—Convertirnos... ¿en dioses...?

—Ahora, ve a luchar con más fuerza que nunca. Confío plenamente en ti, Haru Shinkai.

El temor atacó a Haru nuevamente cuando volvió a abrir los ojos, pues la idea de que todo pudiese ser real se apoderó de él como una punzada de paranoia. Se encontró de nuevo en el refugio de Rei, sujetando con fuerza el Appli Drive DUO y sus nuevos chips. Su mirada se cruzó entonces con la de Yuujin, quien tendió una mano hacia él para ayudarle a estar de nuevo de pie.

—Bienvenido de vuelta, Haru.

—Yuujin...

Se tomaron con fuerza de las manos por un instante. La esperanza volvió a brillar dentro del chico del cabello verde, quien se detuvo a tiempo antes de abrazar a su persona más valiosa. Sonrió al darse cuenta de que Yuujin volvía a contar con el Appli Drive DUO. Ninguno de ellos fijó su atención en que las Seven Code Bands volvían a estar en sus muñecas. Una lágrima solitaria corrió por la mejilla de Haru.

—Haru... ¿Qué ocurre?

Él sonrió. Enjugó la lágrima solitaria.

—Yuujin, yo... Quiero decirte que...

El estallido del exterior, sin embargo, devolvió a ambos a la realidad. Yuujin volvió a tomar con fuerza la mano del muchacho, transformándose en un guerrero y dejando los sentimentalismos para después.

—Sólo estaba esperándote, Haru. Tenemos que darnos prisa. Las vidas de todos quienes aún no despiertan están en nuestras manos.

Haru asintió.

—Sí... ¡Andando!

Ambos echaron a correr hacia la salida, sin soltar sus manos en ningún momento.

La penetrante mirada de Rei persiguió a Yuujin hasta perderlo de vista.

Los dos pares de brazos que se desprendieron del Digihuevo no sólo eran más veloces y fuertes de lo que todos imaginaban. Eran capaces de disparar fuego oscuro y electricidad destructiva que combatía a los Digimon que pretendían rodear a la chica. Se extendían lo suficiente como para transformarse en escudos, así como parecían ser el único ataque necesario.

Ni bien se encontró en su elemento, Taichi activó las funciones de sus gafas oscuras para buscar la verdadera fuente de poder del enemigo. Se impactó cuando las gafas detectaron que la energía oscura no sólo emanaba del Digihuevo, sino del resto del cuerpo de la chica. Con la amenaza detectada, tomó una decisión tal vez demasiado precipitada.

—¡Zero, tenemos que destruirla!

—¡No! ¡Yagami, detente!

Las diferencias en el equipo no tardaron en hacerse notar nuevamente, dejando a Miyu en el olvido sin que los brazos sombríos dejaran de atacar. Yuu corrió hacia adelante, posándose entre AeroVeedramon y ZeekGreymon, llevando aún el Xros Loader en alto y luciendo como el general que tal vez sólo en ese momento tuvo la oportunidad de ser.

—¡Apártate, Amano!

—¡No podemos lastimarla! ¡Ella es amiga de Kira y Katsura! ¡Estuvo con nosotros hasta que desapareció en la Zona Cielo!

—¡Dije que te apartes!

Yuu cayó al suelo cuando MegaKabuterimon disparó un par de rayos para persuadirlo. Eso alertó a ZeekGreymon, que también dejó a un lado su batalla contra Miyu para proteger a Yuu. Tswarmon cayó en picada justo frente a su compañero, preparándose para defenderlo.

—¡Somos parte del mismo equipo! —atacó AncientIrismon desde los aires—. ¡Yagami, más vale que no toques a ninguno de mis amigos!

—¡Toda ella está contaminada por un virus! —respondió Taichi—. ¡No interfieras en esto, AncientIrismon!

—¡No puedes lastimar a otro humano sólo así! —secundó Eri—. Si te atreves a atacarla, ¡Oujamon y yo te daremos un buen Dokkan Punch!

—¡He dicho que no interfieran!

Las técnicas de AeroVeedramon y MegaKabuterimon se unieron en una dirección opuesta a donde debían ir. Fue totalmente intencional. Eri no hizo el ademán de escapar. Sólo se preparó para recibir el ataque traicionero con valentía, a pesar de que Oujamon se dirigió hacia ella a toda velocidad para interponerse. A todos los tomó por sorpresa la esfera de fuego que rodeó a Eri para bloquear el ataque, manteniéndola ilesa. Todas las miradas de esperanza se posaron sobre Aldamon, Globemon y Shutmon, quienes llegaron también al campo de batalla.

El instinto asesino se apoderó de Taichi, fijando su sádica mirada sobre Haru.

El momento de confusión bastó para que el Digihuevo terminara de romperse, haciendo que Miyu se elevara en los aires y fuese absorbida por la masa de oscuridad que comenzó a tomar una forma demoniaca y aterradora.

Dentro del refugio, el sistema comenzó a fallar. Rei retrocedió y comenzó a entrar en crisis cuando por un segundo, sólo por un miserable segundo, el símbolo de Leviathan apareció ante sus ojos y el resto de quienes se mantenían inmersos en las ilusiones de Minerva fueron atacados por letales descargas de energía estática de un asesino color rojo.

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