Capítulo LVII: La Caída de los Héroes

¡Hey, hola! Les dejé una canción para escuchar mientras leen el capítulo. Esta vez me tomó mucho trabajo escribir esto, porque es un momento que lo marca todo en la trama. Así que, por favor, díganme todo lo que opinan. Amo leer sus comentarios. Y saber sus opiniones me motiva para seguir escribiendo. También quiero saber sus teorías, así que compártanlas conmigo. ¡Que lo disfruten!

     Uno a uno, los Digimon fueron cayendo a los pies del sexto Señor Demonio. Sin apenas haber movido un solo músculo, Daemon suspiró como quien lucha contra el aburrimiento. Observó a sus enemigos, que yacían como seres insignificantes. Al ver las expresiones de temor en los rostros de sus amigos, Taiki sólo cerró los puños con fuerza. Él lo sabía. No estaban listos para enfrentar a otro Señor Demonio. E incluso estando totalmente consciente de eso, Meikramon se levantó de nuevo para tratar de conectar al menos un puñetazo en el rostro del demonio. No contaba con el aura oscura que se desprendería de Daemon para contener el golpe y luego lanzar a su oponente al suelo, haciéndola girar sobre sí misma hasta que la fricción la obligó a detenerse. Meiko hizo el ademán de dar un paso hacia atrás, conteniéndose en el último momento al sentirse observada por el ejército de Lelouch. No era el momento de mostrar debilidad.

En su escondite, Rei sujetó el chip con más fuerza. Hackmon suspiró.

El Knightmare destruido cerca del campo de batalla marcaba a Oggi Kaname como el primer caído. No podían negar que sus cuerpos dolían y que la adrenalina no bastaba para darles un impulso más. Por esa misma razón, Lelouch optó por mantenerse en el campo de batalla y asegurarse de que su mayor prioridad no resultase herida.

—¡Tagiru, llévate a Nunally!

—¡Sí!

Nunally no opuso resistencia cuando Tagiru la tomó en sus brazos para correr más rápido. Ambos soltaron un grito de agonía cuando Daemon disparó una esfera de fuego de su mano para detener el escape, abriendo un gigantesco agujero en el suelo y causando que la explosión devolviera a los dos humanos al campo de batalla.

—¡Nunally...!

Lelouch apenas pudo moverse en esa dirección. Al instante, la mano de Daemon apuntó hacia él para elevarlo en los aires por un instante, lanzarlo contra una roca gigantesca y dejarlo caer en su lado del campo como quien se deshace de la basura. El orgullo le impidió a Lelouch aceptar que su novia o su mejor amigo intentaran darle una mano. Sólo dirigió su mirada hacia su hermana, quien en ese momento se ponía de pie con ayuda de Airu. Tagiru se levantó también, asintiendo mecánicamente ante las preguntas incesantes de su mentor. Nadie hizo ningún comentario sobre el hilo de sangre que comenzó a correr de la nariz de la súper estrella. El chico la enjugó sin inmutarse, y sin dejar de aferrar su Xros Loader.

Desde el primer momento, Daemon hizo evidente que estaba en un nivel imposible de alcanzar.

Tras dar un par de golpes más a OmegaShoutmon para asegurarse de que no se movería de nuevo, Daemon extendió ambos brazos hacia los lados y se hizo el silencio.

—Tengo que admitir que esperaba algo mejor... —se burló el demonio—. ¿Son ustedes los mismos héroes llamados por Ophanimon? ¿Ustedes han vencido a Leviamon, Beelzebumon, Belphemon, Lilithmon y Lucemon? A mis ojos, no son más que sabandijas.

Remató sus palabras dirigiendo una mano hacia JagerDorulumon, obligándole a elevarse en los aires y torturándolo con una corriente de dolor que se esparció por cada poro de su cuerpo.

—¡JagerDorulumon...!

—¡Silencio, humana!

Taiki se quedó helado, pues apenas pudo reaccionar. Sólo pudo reaccionar cuando vio a Akari caer de espaldas, a un par de metros de distancia. La chica se incorporó al instante. Y ni bien el general intentó ir hacia su amada, recibió el mismo impacto.

En ningún momento, Daemon hizo movimientos especialmente grandiosos.

—Los humanos... Desde la primera vez que uno de ellos pisó nuestras tierras, se han sentido con el poder para darnos órdenes e intervenir en nuestras decisiones. Creyéndose más poderosos que nosotros y jactándose de ser los únicos capaces de hacernos Digievolucionar... Es triste que fuerzas débiles, como los Tres Grandes Ángeles, tengan que recurrir a los humanos. Van arrastrándose, sin dignidad, para pedir ayuda a una especie inferior a la nuestra. Y ustedes vienen aquí... pretendiendo aniquilarnos... Son detestables.

—¿Por qué no te ahorras todas esas palabrerías? —Espetó Katsura—. Si eres tan poderoso, enfréntanos como si...

La misma técnica fue usada con ella. Katsura se elevó en los aires y se deshizo en un alarido de dolor cuando la punzada se apoderó de su cuerpo. Cayó a los pies de su mejor amiga, aterrándose al ver que su mano se distorsionaba por un breve instante. A pesar de haberlo notado también, Kira no pudo quedarse en silencio. Era parte de su naturaleza.

—¡Devuélvenos a Miyu, malnacido! ¡Te aniquilaremos como a los otros!

Apenas pudo terminar su sentencia. Un movimiento de la mano de Daemon bastó para que Kira saliera despedida hacia un muro de roca. A pesar de recibir el golpe en la cabeza, ella se levantó y musitó una maldición. La ira de Daemon iba en aumento.

—Voy a corregir todos los errores de los otros Señores Demonio. Todos ustedes aprenderán una lección, ahora que el juego se ha terminado. Ha llegado la hora del juicio final.

Dicho aquello, permaneció quieto mientras la tierra temblaba bajo los pies de sus oponentes. De las grietas que se abrieron, se formaron divisiones que separaron a los humanos de sus compañeros Digimon. Islas flotantes que los mantuvieron sitiados. Acto seguido, Daemon extendió sus manos para dejar a los Digimon suspendidos en el abismo que lo rodeaba. Inmovilizados y sometidos, los Digimon apenas pudieron mirar con impotencia a sus amigos, quienes no tuvieron siquiera un minuto para prepararse. Quedaron sometidos también, sujetos con extrañas membranas de color púrpura que brotaron del suelo árido.

En menos de un minuto, Daemon sometió a sus enemigos y los preparó para la masacre definitiva. Rei se ocultó sólo un poco más, pues no podía darse el lujo de ser descubierto. No todavía. No era el momento.

Daemon fijó su sádica mirada sobre AncientIrismon, guiándose por la forma en que Takuya intentó liberarse de sus ataduras para defenderla. Al instante, Daemon supo que era una excelente opción. Después de todo, si bien debía aniquilar a sus enemigos, tenía que empezar con aquellos que representaban verdaderas amenazas.

—AncientIrismon, serás la primera en ser juzgada.

—¿Juzgada...?

—¡Si te atreves a tocarla, yo...!

Takuya se deshizo en un alarido de dolor cuando las membranas que lo sujetaban esparcieron en su cuerpo una tortura mil veces peor que una agonía sin precedentes. Aunque aquello duró tan sólo unos segundos, bastó para hacer que todos se quedaran con la sangre congelada. Takuya se inclinó hacia adelante, tanto como las membranas lo permitieron, y miró con ira a su enemigo. Daemon no sonrió.

—Ya me han demostrado que no pueden comparar sus fuerzas con las mías. Incluso usando una milésima parte de mi veradero poder, los he derrotado.

—Si dejas que me mueva, te daré una buena lección —sentenció AncientIrismon—. ¿Acaso eres tan cobarde, como para...?

Ella se quedó a mitad de la frase cuando Takuya volvió a soltar ese alarido. Por un segundo, su cuerpo entero se distorsionó. Kira sintió que su corazón se detenía por un instante. Un mínimo movimiento bastó para hacer que la agonía la golpeara también a ella.

Víctima de la impotencia, y al no poder moverse, AncientIrismon sólo pudo suplicar.

—¡Basta! ¡Detente, por favor! ¡No los lastimes!

Los gritos de Kira y Takuya se detuvieron.

A ambos les costó recuperar el aliento. Los ecos del dolor aún podían sentirse cada vez que sus pulmones se expandían. AncientIrismon insistió, mirando a su enemigo y manteniéndose tan fuerte como su espíritu de lucha se lo permitió.

—Por favor... Daemon, déjalos fuera de esto.

—Eso dependerá de ti, AncientIrismon. De ti, y de todos tus compañeros.

—¿Qué...?

—Cada vez que ustedes pretendan moverse o atacarme, los humanos sufrirán esa tortura al azar. El dolor será tan fuerte que los aniquilará poco a poco. Así que, si no quieren que los humanos mueran tan rápido, sólo les queda quedarse quietos y esperar su turno.

De nuevo, no hubo risas.

Y tampoco hubo sumisión.

—¡Zudomon, no lo escuches! ¡Pelea con todas tus fuerzas!

Dejándose llevar por el valor de Joe y sintiendo la descarga de energía que llegaba desde el Emblema de la Sinceridad, Zudomon logró liberarse del hechizo de Daemon. Levantó su martillo y soltó un grito de guerra para acercarse a él. Apenas pudo conectar un golpe que no causó el más pequeño rasguño. La mano de Daemon atravesó su cuerpo de lado a lado, dejándolo totamente paralizado por unos instantes. La conmoción se esparció entre los Héroes y los Protectores, cuando los ojos de Zudomon se tornaron de color blanco. El martillo cayó al abismo, desvaneciéndose al mismo tiempo que el cuerpo de Zudomon estallaba en Datos.

—¡Zudomon...!

Con una mirada cargada de ira, Daemon hizo que la agonía se esparciera a través del cuerpo de Joe. El chico se dobló de dolor durante poco más de tres minutos de gritos incesantes, hasta que todos pudieron presenciar cómo abría los ojos tanto como me era humanamente posible. Con las pupilas contraídas, luchó por respirar al ser liberado por las membranas. Cuando cayó al suelo, su vida ya se había extinguido. El Digivice y el Emblema de la Sinceridadse elevaron hacia la mano de Daemon. Al cerrarse, convirtió ambos objetos en restos inútiles que cayeron también al abismo.

No hubo palabras. Nunally cerró los ojos e intentó cubrirse de cualquier manera, sin conseguirlo. Taichi, Izzy y Meiko sintieron que alguien había arrancado una pequeña parte de sus almas. Incluso Lelouch se quedó sin palabras.

AncientIrismon fue la única que tuvo el valor de seguir enfrentando al demonio.

—Eres un asesino... ¡Zudomon y ese chico no merecían morir!

—¡Cierra la boca!

Quien recibió el castigo, tal y como Daemon dijo al principio, fue Airu. La chica se retorció de dolor por unos segundos, hasta que sus tobillos se distorsionaron por un instante. AncientIrismon soltó un juramento en voz baja. Un escalofrío la recorrió de pies a cabeza cuando el dedo acusador de Daemon se posó sobre ella.

—AncientIrismon. Dentro de ti hay una humana. Eres una criatura indeseable. Un híbrido que nunca debió existir. Crees que los humanos son todo lo que necesita este mundo para estar en paz.

—¡No es así! ¡Todos sabemos que un Digimon y un humano pueden ser amigos!

—Amistad... Qué concepto tan estúpido. Te mostraré que ninguno de tus queridos amigos daría la vida por ti.

—Eres un...

—AncientIrismon. Zoe Orimoto. Dueña de los DigiSpirits Humano y Bestia del Viento. Tu hora ha llegado.

No vio llegar el golpe. No tuvo oportunidad de defenderse. Sólo sintió el bombardeo de las letales ráfagas de fuego. Como si su alma se hubiera desprendido, algo brotó de su cuerpo. Dos pares de manos se posaron sobre su espalda para darle un impulso extra y lanzarla hacia la plataforma donde Yuu, Tagiru y Nunally estaban apresados. El golpe fue tan fuerte que su visión se nubló, aunque no lo suficiente como para impedirle ver que lo que el fuego aniquiló fueron las siluetas traslúcidas de Kazemon y Zephyrmon. Sus gritos de agonía quedaron grabados a fuego en la memoria de Zoe. Aunque intentó levantarse para dar un último golpe, su espíritu se esfumó tan rápido como la pantalla de su D—Scan se partió en dos.

—Dos menos —anunció Daemon, posando su sádica mirada sobre Oujamon.

El temor se apoderó de los corazones de los Héroes y los Protectores. ¿Realmente no había nada que pudieran hacer?

En el Campo del Infierno, Yoshino daba un recorrido más a los alrededores del refugio de los renegados. Cada vez con menos provisiones. Cada vez con menos aliados. Ryo daba su mejor esfuerzo para hacer que la comunicación con Alfa, Omega, o los Protectores, funcionara. La interferencia era lo único que podía escuchar. La impotencia golpeó a Yoshino, haciéndole recordar las últimas palabras que escuchó de su fiel compañero.

—Estaremos bien, Yoshi —había dicho Suzaku—. Sé que Zero y Delta nos necesitan. Volveremos pronto.

Sin embargo, ella sabía que no sería así. Dio una patada a una roca y recargó su espalda en el umbral de la entrada al refugio. Milly, Shirley y Suzaku estaban en el campo de batalla. El deber de Yoshino era cuidar a quienes aún permanecían a su lado. Pero, ¿quiénes? Con las filas tan reducidas, ¿cuál era la esperanza?

Suspiró con tristeza y habló para sí misma.

—Si Kururugi no regresa pronto con nuestros aliados, no tendremos otra alternativa...

Miró el castillo de Clarisse en la lejanía.

Estaba totalmente dispuesta a tomar la última decisión, aunque tuviera que entrar a ese lugar totalmente sola. Lalamon la observó desde el interior del refugio. Si alguien le hubiese preguntado su opinión desde ese momento, la respuesta habría sido contundente.

Lalamon no estaba lista para morir.

Oujamon no estaba dispuesto a permitir que Eri sufriera el castigo de Daemon. Ese espíritu protector lo obligó a permancer quieto, incluso a sabiendas de que pasarían sólo un par de segundos antes de que la muerte posara sus garras sobre él. Eri luchó contra las membranas, sin conseguir la libertad. El dedo acusador de Daemon se posó sobre Oujamon tras hacerlo levitar para tenerlo justo frente a él. Sin embargo, nadie podía darse el lujo de confiar en la palabra de un Señor Demonio. La mirada llena de valor de Oujamon fue lo que le arrancó a Eri una punzada de dolor cuando fue su turno de sentir la agonía de la tortura.

—¡Eri, no!

Aunque las voces de Haru, Yuujin, Globemon y Shutmon se unieron en el mismo grito, fue Oujamon quien exclamó ese nombre con más fuerza. Ella no pudo mantenerse fuerte, a pesar de que hubiese deseado hacerlo. Le costó recuperar el aliento una vez que el dolor desapareció. Y cuando miró de nuevo a Oujamon, algo se había apagado dentro de ella. Aquello fue lo que detonó precisamente lo que no podían darse el lujo de mostrar. Estaba a punto de atacar con el Golden Fang, cuando una mano de Daemon se extendió ante él para bloquear el ataque. Su propia técnica envió a Oujamon a estrellarse contra Rosemon y Angewomon, quienes recibieron el golpe con mayor intensidad al no poder moverse. Oujamon se recuperó al instante, creyendo que eso bastaría para asegurarse de que Eri mantendría su espíritu de lucha.

—¡No permitiré que vuelvas a tocar a Eri! No importa cuánto tarde, ¡te daré un Dokkan Punch que nunca...!

La voz de Oujamon se apagó cuando las garras de Daemon se movieron con la misma velocidad que una ráfaga de viento. Ni siquiera pudo sentirlo. Tan sólo se quedó sorprendido cuando pudo percibir que su cuerpo comenzaba a desintegrarse, sin poder entender qué era lo que a Eri le había aterrado tanto.

—E-Eri...

—¡¡Oujamon...!!

Con el cuerpo dividido en tres partes, Oujamon fue aniquilado también. Haru y Yuujin desearon poder apartar la mirada. Eri no dejó de luchar contra las membranas hasta que su fuerza logró vencerlas. Escuchó a Suzaku y a Milly exclamar que no debía acercarse tanto, pero aquello no le importó. Siguió corriendo hasta llegar al borde de la plataforma, aferrando el Appli Drive con fuerza sin importarle que la pantalla se partió en dos, cortando ligeramente su piel.

—¡¡Oujamon!! ¡¡Oujamon, regresa!! ¡¡Oujamon...!!

Cayó al suelo cuando un ataque de Daemon la lanzó hacia el otro extremo de la plataforma. Al levantarse, todos pudieron observar que su nariz sangraba y que grandes ríos de lágrimas brotaban de sus ojos.

—¡¡Oujamon!!

Lo único que obtuvo como respuesta fue el chip que cayó a sus pies, mostrando la imagen de Dokamon en blanco y negro. La chica lo tomó con una mano temblorosa, sin atreverse a hacer ningún otro movimiento. El temor absoluto se reflejaba en su mirada. Y aumentó con creces cuando Globemon y Shutmon decidieron librearse del maleficio de Daemon para vengar a su amigo caído.

En su escondite, Rei sólo pudo luchar contra la impotencia al cerrar los puños con tanta fuerza que se hizo daño en las palmas de las manos. No era el momento. Aunque quisiera intervenir, no podía defraudar a Minerva.

La sádica mirada de Daemon se posó en los dos Kiwami Appmon que pretendieron golpearlo. El puño de Shutmon y el Glanz Gazer de Globemon se impactaron contra el campo de fuerza que Daemon usó para protegerse. Al intentar esquivar su propia técnica, Globemon no pudo evitar que el Glanz Gazer golpeara la plataforma donde esperaban Nene, Lelouch, Suzaku y Milly.

Al escuchar los gritos de sus nuevos amigos, y tras ver la masacre que podía caer sobre su compañero, Haru simplemente escupió las palabras que en su corazón sintió que eran correctas.

—¡Basta, Globemon! ¡Retrocede!

—¡Eso nunca! —Respondió Globemon—. Haré que ese maldito pague por lo que le ha hecho a Oujamon.

—No permitiremos que ese sujeto les haga daño —secundó Shutmon.

Enfurecido, Daemon actuó con rapidez. Tomó a Shutmon con una de sus manos, golpeando a Globemon con sus garras para sacarlo del camino. Los gritos de Haru y Yuujin penetraron en los oídos de los Kiwami Appmon, quienes se dejaron llevar por la impotencia.

Herido, Globemon luchó por levantarse de nuevo. Se sintió paralizado al instante, cuando se dio cuenta de que Shutmon había sido elegido por el dedo sádico del Señor Demonio.

—Si estás tan interesado en apresurar tu destino, entonces no me importará enviarte antes al infierno.

Sin decir más, y sin darle oportunidad a Shutmon de hacer un mínimo movimiento, liberó a su presa para cerrar ambas manos sobre su cuerpo. El crujir del cuerpo de Shutmon se unió con el alarido de Yuujin, de quien nadie se fijó en la electricidad estática que brotaba de sus hombros y sus rodillas tras recibir la tortura de Daemon.

—¡¡Shutmon...!!

Logró liberarse también para atrapar el chip en blanco y negro de Offmon, antes de que éste cayera en el abismo. No se percató de la forma en que su Appli Drive DUO quedó inservible.

—¡Por favor, no se muevan! ¡No necesitamos seguir comprobando que Daemon está hablando en serio!

Fue impresionante escuchar a Taiki y Lelouch decir las mismas palabras al mismo tiempo. Ambos esbozaban las mismas expresiones cargadas de ira. El precio por intervenir fue sufrir la misma tortura, prolongándose un poco más. Todos comenzaron a entrar en pánico cuando la tortura terminó, dejando a Lelouch con el ojo donde portaba el Geass destilando sangre y el brazo derecho de Taiki distorsionarse por un segundo. Ambos, con la respiración agitada, se mantuvieron firmes.

Una risa por parte de Daemon habría bastado para darle un toque diferente a sus acciones. Sin embargo, no lo hizo. No estaba dispuesto a reir en esa situación. No estaba dispuesto a dejar que sus enemigos dudaran de su poder. Así que decidió mirar a Taiki, a pesar de que sus palabras iban dirigidas también hacia el príncipe exiliado.

—¿Acaso dudaban de mi palabra? ¿En verdad son tan estúpidos como para haber creído por un segundo, que los dejaría escapar? En ese caso... Taiki Kudou... Lelouch Vi Britannia... Tal vez deba darles una verdadera lección.

Todos permanecieron helados cuando Damon usó sus manos para apartar a cada Digimon, dejando ante sus ojos a todos los humanos que acompañaban a la comitiva. Cada Digimon intentó moverse para proteger a su respectivo compañero, pues era fácil adivinar lo que sucedería.

Tras señalar a cada uno con su dedo acusador, tres víctimas fueron liberadas de las membranas y levitaron hasta situarse frente al Señor Demonio. Con un movimiento de la mano, Daemon hizo que aquello que les ayudaba a defenderse levitara hasta tenerlo frente a sus ojos.

Un Digivice de color rosa y el Emblema de la Luz.

Un arma de fuego que ni siquiera contra ese Señor Demonio habría funcionado.

Un Digivice pequeño y sencillo, junto con el Emblema del Valor.

El corazón de Mimi comenzó a latir con fuerza, así como Kira, Taiki, Tagiru y Takuya sintieron que dentro de ellos explotaba algo imposible de externar en esas posiciones. Lucharon contra sus ataduras, sólo consiguiendo ser atacados por la tortura de Daemon. Sus respiraciones agitadas sólo podían predecir lo inevitable.

—Aunque pretendan ser más astutos que yo, no hay manera en que les muestre mi verdadero poder y luego los deje ir para que piensen en una estrategia. Todos morirán en este lugar. Y no tendré problema en tomarme mi tiempo para conseguirlo, aunque... Si eso quieren, entonces también puedo darme prisa y aniquilarlos... ¡Uno... por... uno!

Tres alaridos de dolor destruyeron todas las esperanzas, así como la pequeaña masacre que sucedió tras dar comienzo a los asesinatos a sangre fría. Las garras de Daemon se movieron tan velozmente que era imposible seguirlas con la mirada. Los cuerpos distorsionados que dejaron de existir dejaron mucho más espacio para las futuras presas del Señor Demonio. Una vez terminado el acto, atrajo los objetos hacia sus manos y los destruyó tal y como había hecho al asesinar a Épsilon. Las pantallas de los Digivices involucrados se quebraron también, así como sus portadores fueron liberados para lidiar en soledad contra la desesperación.

De esa manera, en un abrir y cerrar de ojos, los hermanos Yagami, Diethard Ried, Angewomon, WarGreymon, el Greymon de Kiriha, MegaKabuterimon y Tswarmon cayeron al mismo tiempo.

Antes de que comenzaran a llegar los gritos, los llantos y las sentencias de muerte, Daemon hizo que las membranas cubrieran las bocas de quienes aún estaban apresados. Eso los obligó a permanecer en posiciones incómodas, con las espaldas arqueadas y las cabezas perfectamente sujetadas para obligarlos a mirar al frente sin tener otra opción.

Daemon sacudió sus manos y volvió a colocar a los Digimon en su lugar. Kiriha observaba su Xros Loader roto con el auténtico terror en su mirada. Yuu lloraba en silencio, así como Eri. Yuujin hacía todo lo posible para liberar a Haru, o al menos lo intentó hasta que las membranas obligaron al chico del cabello verde a gritar con todas sus fuerzas cuando le hicieron sentir la tortura de Daemon.

Ninguno de los generales podía liberarse de las mordazas, a pesar de que sacudieran sus cabezas tanto como les fuera posible. Lo único que conseguían era oleadas de dolor que empeoraban cada vez más. Veían sus cuerpos distorsionarse por un instante, y optaban por quedarse quietos. Y a los pocos segundos, intentaban de nuevo. Era inaceptable pensar en la idea de quedarse quietos en espera del inminente final. Los Digimon también tenían las manos atadas. Habrían luchado hasta dar su último aliento, de haber estado seguros de que eso daría resultado. Sin embargo, ya habían visto suficiente como para asegurar que ellos podrían ser los responsables de la muerte de sus preciados amigos humanos. Y quienes ya habían sido liberados, no podían hacer nada más que tratar de lidiar contra sus temores. La forma en que Daemon eliminaba a sus enemigos era siniestra. Maligna. Cruel. Aterradora.

En aquel momento, todos pudieron estar totalmente seguros de que, tal vez, estaban experimentando el verdadero temor por primera vez en la vida.

En su escondite, Rei decidió dejar de mirar mientras luchaba por controlar su respiración agitada. Hackmon lo observó en silencio durante un segundo. Cuando Rei escuchó los gritos que Mimi soltó al ser liberada, golpeó el muro de roca que tenía detrás.

—¡Rosemon! ¡No te vayas, por favor! ¡¡Rosemon...!!

Una más había caído. La impotencia que se apoderaba de Rei era cada vez mayor. Observó su Seven Code Band en silencio, deseando que la fuerza que lo había enviado a ese mundo le diera luz verde para atacar. El chip que llevaba en la mano estaba comenzando a quemar.

—¡Oye!

Se sobresaltó al escuchar aquella voz que lo llamaba desde abajo. Fue mucho más impactante al darse cuenta de que se trataba de un Digimon herido que no podía apoyar una de sus patas delanteras.

—Rei, es uno de ellos —informó Hackmon—. Minerva lo incluyó en los datos que te envió.

—Minerva... —musitó Labramon—. Entonces... ¡Estoy seguro! ¡Eres uno de los humanos buenos!

Rei se limitó a asentir. Sin embargo, al instante desvió la mirada. ¿Cómo explicarle al cachorro que su misión consistía precisamente en no intervenir hasta que Daemon cumpliese con su cometido?

—Quédate con nosotros —dijo en voz baja sin mirar a Labramon—. Esto pasará pronto, y podremos ir con los demás.

—¿Qué...? ¡No! ¡Tenemos que pelear! ¡Por favor, ese sujeto está masacrando a mis amigos!

—¡No puedo hacerlo! Es difícil explicarlo ahora... Sólo quédate detrás de nosotros.

Sucumbió de nuevo a la ira cuando escuchó los gritos desgarradores de Haru.

—¡Globemon! ¡Resiste, Globemon...!

Globemon fue apuñalado por las garras de Daemon. Al romperse el Appli Drive rojo, mientras Haru observaba el chip inservible, el Xros Heart decidió defenderse. El resultado fue contundente cuando JagerDorulumon fue incinerado con las llamas infernales de Daemon. Al ser liberada, Akari cayó de bruces y soltó un grito desgarrador. ¿La pantalla rota de su Xros Loader implicaba que Cutemon había perecido también? La siguiente en ser liberada fue Meiko, cuando el cuerpo de Meikramon fue reducido a nada entre las manos de Daemon.

—Mei... ¡Meikuumon...!

El dolor emocional dio lugar a la adrenalina que les ayudó a algunos a resistir el dolor de la tortura de Daemon, con tal de seguir luchando contra sus ataduras. Supieron que estaban llegando a su límite cuando el ojo de Nene también comenzó a sangrar. Las llamas infernales hicieron lo suyo contra Armagedemon, quien recuperó su forma de Keramon para compartir una última mirada con Katsura antes de desvanecerse. El DigiLector azul dejó de funcionar, al mismo tiempo que la nueva portadora del Emblema de la Amistad caía de rodillas sin tener más razones para intentarlo una vez más. Taichi sucumbió al instante, viendo a su AeroVeedramon ser destruido ante sus ojos.

—¡Zero...! ¡Por favor, no...!

Tagiru y Nunally fueron liberados cuando Arresterdramon sucumbió también, interponiéndose para evitar que las garras de Daemon perforaran el corazón del Digimon King.

—¡¡Arresterdramon...!!

Nunally retrocedió con torpeza, cubriendo su boca con ambas manos y negando lentamente con la cabeza.

—¡No perderemos nada si intentamos atacar todos juntos! —Exclamó OmegaShoutmon entre lágrimas—. ¡RaptorSparrowmon! ¡DeviKraomon! ¡Ataquemos a la par!

Una ráfaga de fuego oscuro bastó para que DeviKraomon fuera reducido a nada. Kira contuvo la respiración por un instante. Escuchó la pantalla del DigiLector quebrarse. No se percató de que su Emblema perdió su color. Sólo cayó de rodillas también, sintiendo que no había otra salida.

OmegaShoutmon fue el siguiente, recibiendo una muerte que definitivamente no era digna de quien había llevado el título del DigimonKing. Con su cuerpo partido a la mitad, su muerte liberó a Taiki y lo hizo caer en la plataforma. Los cristales de sus gafas se quebraron en mil pedazos.

—¡Basta! —Suplicó Airu entre lágrimas—. ¡Por favor, basta!

Daemon sólo disparó un ataque hacia ella, haciéndola girar sobre sí misma y caer sobre la plataforma. Aturdida por el golpe, Airu sólo dejó salir una lágrima solitaria.
RaptorSparrowmon fue la última en quedar ante el sexto Señor Demonio. Entre lágrimas y dolor en su corazón, la guerrera sólo supo interponerse para proteger a Nene y Lelouch. Disparó el Raptor Canyon, sin saber que sería su último ataque. La garra de Daemon atravesó su cuerpo de lado a lado. No le dio la oportunidad de despedirse. El Xros Loader lavanda quedó inservible también.

En su escondite, Rei golpeó la pared una vez más. Sólo quedaba la última fase del plan. La más terrible de todas. ¿Por qué Minerva necesitaba esperar a que aquello ocurriese?

Daemon exhaló. Sacudió sus manos una vez más. Su sádica mirada se posó sobre aquellos que carecían de un Digivice. Nunally, Suzaku, Milly y Shirley se elevaron en los aires contra su voluntad. Lelouch y Tagiru intentaron seguir a Nunally, sin poder alcanzarla. Nene tuvo que sujetar con fuerza a su amado, aunque por dentro sintió que su alma se desgarraba al entender que el fin había comenzado.

—Aquellos que no pueden Digievolucionar, son débiles. Y aquellos que no pertenecen a este mundo y que no han sido elegidos para portar un Digivice son mucho peores. Tres de ustedes vivirán, mientras otro pagará el precio por perdonarles la vida. Sabandijas como ustedes no merecen ningún derroche de poder de alguien tan supremo como yo.

Sin más, la garra desgarró el cuerpo de Shirley Fenette, aniquilándola mucho antes de que demostrara que aún creía en la rebelión. Daemon demostró una vez más cuán frágiles son las vidas humanas, y cuán cruel podía ser. Se deshizo de Suzaku, Milly y Nunally lanzándolos con una onda expansiva. Los huesos rotos y las heridas graves eran la menor de sus preocupaciones. Mimi lloraba desconsoladamente. Takuya sostenía a Zoe, incluso sin poder explicar lo que estaba sucediendo. Las lágrimas de los enviados de Minerva caían silenciosamente, así como las de Kiriha, Taiki y Yuu.

Lelouch fue el siguiente en ser elevado por Daemon. Las súplicas de Nene no valieron nada, pues la garra del demonio elevó el rostro del muchacho. La ambición brilló en los ojos de Daemon por un instante. El Geass lo llamaba con una vibración mítica y espectral.

—En ese ojo portas el poder que haría nuestro este mundo... Humano detestable... ¡Ninguno de nosotros necesita un poder como el tuyo!

Lelouch salió despedido también, cayendo a un par de metros de su mejor amigo. Logró levantarse, a pesar del dolor, pues su amada aún se encontraba ante el peligro. Su corazón se detuvo cuando vio al resto del equipo elevarse ante Daemon, en una visión aterradora del que podría ser el climax de la última batalla.

—Niños Elegidos... Qué nombre tan estúpido para ustedes. La inocencia ya no está en sus corazones. No pueden volver a defender los ideales de cualquier deidad. La pureza se ha esfumado. Quieran aceptarlo o no, este mundo nos pertenece ahora. Y en este momento, dejándolos aquí para que la Tierra Polvo termine por absorberlos ahora que ya no significan nada para este mundo, me encargaré de que nunca más vuelvan a pretender pelear contra nosotros.

Un movimiento de la mano bastó para que cada Digivice, cada Emblema, cada Seven Code Band, cada Xros Loader, cada chip, cada cosa que convertía a los humanos en héroes, quedara suspendido frente a su portador. Las lágrimas de ira y desesperación se apoderaron de cada uno, impidiéndoles conservar su honor.

Daemon acompañó cada golpe anunciando a su presa, y deleitándose con su desesperación. Destruyendo cada uno de esos objetos, y llevándose consigo incluso el más pequeño rastro de esperanza.

—Izzy Izumi.

—¡Por favor, no lo hagas...!

—Zoe Orimoto.

—¡Basta...!

—Eri Karan.

—¡No lo hagas, por favor...!

—Yuu Amano.

—¡Detente...!

—Mimi Tachikawa.

—¡Te lo suplico...! ¡Por favor...!

—Yuujin Oozora.

—¡No...!

—Kiriha Aonuma.

—¡No te atrevas...!

—Meiko Mochizuki.

—¡Ya no más...!

—Airu Suzaki.

—¡No lo hagas...!

—Haru Shinkai.

—¡Gatchmon...! No... ¡Gatchmon, no...!

—Takuya Kanbara.

—¡No, te lo suplico...!

—Akari Hinomoto.

—¡Ya basta, por favor...!

—Katsura Shinyuga.

—¿¡Por qué...!?

—Tagiru Akashi.

—¡No...! ¡¡No...!!

—Taichi Yagami.

—¡Detente...! ¡Por favor...!

—Taiki Kudou.

—No... No puedes... ¡Shoutmon...!

Hubo una pequeña pausa, pues el horror reflejado en los ojos de Kira fue un claro reto hacia el Señor Demonio.

—Kira Yagami.

Ella se limitó a derramar más lágrimas en silencio, incapaz de gritar al menos para desahogarse.

Y cuando el último Xros Loader fue destruido, vino el último y más potente grito.

—Nene Amano.

—¡¡Para, por favor...!!

Con los corazones y espíritus destrozados, la comitiva sólo quedó suspendida en los aires, en espera del fin.

Al fin, Daemon rió con frialdad.

—Niños Elegidos... Ahora, ya no son nada.

Una explosión cegó a quienes esperaban en tierra. El viento se propagó con fuertes corrientes de aire. Uno a uno, los cuerpos de los Elegidos fueron cayendo en ese lugar. Las heridas abiertas eran una gran preocupación para quienes no pudieron incorporarse. Quien mostró más resistencia fue Yuujin, levantándose de golpe para tomar a Haru en brazos sin importarle que alguien pudiese descubrir el extraño destello rojo que brotaba de sus ojos. A pesar de todo, Nunally corrió hacia Tagiru. Takuya cayó a un lado de Zoe, como si de alguna manera la hubiese protegido durante el impacto. Lelouch caminó erráticamente hacia Nene, quien definitivamente había perdido el conocimiento. Yuu sujetó a Airu para ayudarle a estar en pie.

La respiración de Kiriha se aceleró al darse cuenta de que Daemon había desaparecido. Tardó dos segundos en perder el conocimiento.

La victoria de Daemon era indiscutible. Aquellos que permanecían despiertos, no tardaron en cerrar los ojos cuando la derrota los obligó a olvidarse del mundo entero. Sólo Yuujin resistió para ver llegar a un viejo amigo, antes de sucumbir también y caer a pesar de llevar a Haru consigo. Rei agradeció que nadie se pudiera fijar en sus lágrimas.

Lo que sucedió en la Tierra Polvo no tuvo precedentes.

Los héroes, sin lugar a dudas y sin poder remediarlo, habían sido pulverizados.

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