Capítulo LV: La Señal Misteriosa

Aunque el refugio de Joe era similar al resto, nadie quiso perder el tiempo dando recorridos turísticos. La prioridad de hablar con Alfa quedó también en el olvido. Una vez que todas las puertas quedaron cerradas, Nene decidió tomar el control de la situación. Dio un par de pasoa hacia adelante para invadir el cerco que marcaron los Protectores  y anunció:

—Necesitamos saber a qué nos enfrentamos en este reino. Sólo nos quedan dos enemigos por vencer.

—¿Acaso no sería más indicado ir a dormir un poco? —preguntó Gomamon.

Sparrowmon negó con la cabeza.

—Podremos descansar mientras pensamos en nuestra estrategia —dijo—. Además, afuera es un verdadero caos. ¿Por qué tendríamos que seguir perdiendo el tiempo?

Ninguno de los Protectores pudo siquiera imaginar que aquellas palabras sólo fueron dichas bajo la certeza de que eso era lo que Mervamon habría querido.

Con todo, Joe asintió.

—De acuerdo, pero en la sala de conferencias no hay espacio suficiente para todos. Sugiero que sólo una parte de ustedes entre, y ya después podrán poner al tanto a los demás.

Aquello no estaba sujeto a discusión.

Mientras Joe y sus compañeros entraban a la habitación, Lelouch dirigió una mirada veloz hacia el resto de sus amigos. Pensó velozmente, hasta encontrar la única estrategia viable.

—Nene, Taiki, Tagiru, Zoe, Shinkai y Yagami, ustedes entrarán conmigo. Suzaku, tú lleva a los demás al dormitorio y asegúrate de que nadie quiera tendernos una trampa.

—¿Una trampa...? Pero, ellos son nuestros...

—Lo explicaremos más tarde —dijo Nene—. No tardaremos.

—Disculpen —intervino Eri—, pero Minerva envió para buscar a Haru en este mundo. Por lo tanto, quisiera estar yo también en esa reunión.

—Y yo —dijo Yuujin, dando también un paso al frente—. Quiero acompañar a Haru.

Como respuesta, Nene dejó la decisión final en manos de su amado. Lelouch asintió en silencio.

Tras una pequeña ronda de despedidas momentáneas, el equipo elegido por Zero entró a la sala de conferencias. A Lelouch no le pasó por alto que Taichi se colocó a un lado del sensor que bloqueaba la puerta. Y a Taichi no le pasó alto que Zoe se colocó al otro lado, mostrando su D-Scan en alto y entrando en guardia.

Joe no lo entendió en un primer momento. Sólo se ocupó de preparar todo para la reunión de rutina. Hubo un par de presentaciones por mera formalidad. Y al toparse con las gélidas miradas de Nene y Lelouch, Joe optó por ir directo al grano.

—Ha sido difícil mantener la Tierra Polvo con vida. Éramos tres cuando todo comenzó. Ahora sólo somos Gomamon y yo. Daemon ha eliminado a los demás.

—Así que ese es el nombre del Señor Demonio que rige en este reino —dijo Taiki.

Joe asintió y procedió a activar el mapa. Así como la Tierra Polvo lucía destruida por fuera, el mapa reveló que la destrucción era mucho mayor. El castillo de Daemon se erigía en una isla flotante sobre un abismo aterrador imposible de alcanzar.

—¿Cómo vamos a acercarnos? —Dijo Meiko—. Dudo que Daemon no cuente con protección en los aires.

—Propongo que formemos un escuadrón de reconocimiento —dijo Taiki—. Que un grupo de nosotros intente acercarse a ese lugar.

—Se me ocurren un par de candidatos... —dijo Taichi por lo bajo—. Shinkai, ¿qué opinas? ¿Quieres ser el primero en intentar?

No fue necesario que Haru respondiera, pues la mirada asesina de Yuujin lo dijo todo. Por debajo de la mesa, Kira pudo notar que dos manos se tomaron con fuerza. Arqueó una ceja. Eri respondió con una sonrisa indescrifrable.

—No hará falta que nadie de nuestro equipo se arriesgue de esa manera —dijo Taiki—. Nos sería más útil si Épsilon nos dice lo que sabe del castillo de Daemon.

—Ese es el problema —respondió Joe—. No sabemos lo que hay en ese lugar. Creíamos que sólo lo sabríamos si entramos, y entonces no podríamos salir de nuevo.

—Es posible que eso sea cierto —asintió Nene, adoptando un aire pensativo—. Tendremos que idear suficientes estrategias a prueba de fallas. Sólo de esa manera podremos entrar y salir con vida.

—Algunos —concluyó Lelouch—. No debemos olvidar que nos acercamos al verdadero enemigo. Daemon podría ser mucho más peligroso que sus predecesores.

—Entonces, eso sólo podremos descubrirlo si nos enfrentamos a ese sujeto —dijo Yuujin.

—Bueno, ahora tenemos mucho más poder... —dijo Taiki—. Pero, aún así... Hay algo que no me agrada.

—Estoy segura de que lo lograremos —dijo Eri—. ¡Le daremos un Dokkan Punch a ese sujeto!

Todos compartieron una risa. Al menos, quienes pertenecían al mismo grupo. El resto sólo se mantuvo en silencio, causando que Joe se sintiera un tanto incómodo.

Kira, sin embargo, dejó a un lado las risas cuando esa señal en el mapa llamó su atención. Fue tal el impacto, que por un momento casi pasó por encima de Sigma y Tentomon para acercarse mucho más al mapa. Logró manipularlo para hacer un acercamiento mayor a la parte superior del castillo de Daemon. No pudo creerlo, aún así. A pesar de que aqurllo que brillaba era un símbolo que habría reconocido en cualquier otra circunstancia.

Nene pudo percatarse de ello también.

—Esa... ¿Esa es...?

—Es la señal de uno de los nuestros —musitó Zoe.

—Pero, ¿quién puede ser? —Dijo Tagiru—. El último que quedaba por rescatar era Takuya, ¿no es cierto?

—Parece que no... —dijo Taiki.

—¿A quién le pertenece ese símbolo? —exigió saber Lelouch.

Cheepmon no pudo evitar que su voz fuese un hilo insignificante.

—Es el Emblema del Amor.

—¿El Emblema del Amor? —repitió Nene.

Y Kira sólo pudo confirmarlo al musitar:

—Miyu... Está viva...

El chico rubio cayó de bruces. Cubrió su brazo derecho con la mano que no estaba herida, sin que eso pudiese detener el sangrado. Aún así, no dudó. Mantuvo la determinación en su mirada. Piedmon lo miraba con auténtico odio. ¿Cómo había esquivado así las espadas?

—¡Astra!

Angustiada, Musimon ayudó a su fiel amigo a levantarse. Acto seguido, ambos se prepararon para el siguiente encuentro. Clarisse endureció la expresión de su rostro.

—Eres una plaga.

Apuntó a Astra con su DigiLector para escanearlo de la misma forma que habría hecho con un Digimon desconocido. Leyó en voz alta el resultado, tras extender un brazo para impedir que Piedmon hiciera otro movimiento.

—Torajirou Asuka, mejor conocido como Astra. Compañero de Musimon y miembro de la... ¿Novena Generación? ¿Qué significa esto...?

Astra rió.

—¿Deberías llamarme por mi nombre verdadero? ¿No deberías? ¡No deberías! Yo soy Astra. Junto con Musimon, hemos sido llamados por Minerva para ayudar a quienes quieren salvar a ambos mundos.

—¿Minerva...?

Clarisse intentó disimular su confusión con una mueca de suficiencia. Piedmon hizo otro tanto.

—No importa quién seas, Torajirou Asuka. De cualquier manera, eliminaré a cualquiera que se interponga en mi camino.

—Genial. Desde que Minerva nos habló de ti, supe que este momento llegaría.

—Piedmon, acaba con...

—¿Lo harás? ¿No lo harás? ¡No lo harás! Ahora somos nosotros quienes te mostraremos nuestro poder. ¿Estás lista, Musimon?

—¡Sí, Astra!

Clarisse se quedó en silencio cuando Astra mostró sólo un pequeño chip.

—¡Appmon Chip! ¡Ready!

Y entonces, la mirada de la sádica chica rubia tembló por primera vez cuando el enemigo se materializó frente a sus ojos. Astra siguió sonriendo de esa manera.

—¡Entermon, hagamos esto!

A través de las cámaras de seguridad, Cecile contuvo la respiración. Después de todo, en cualquier circunstancia habría sido impactante ver a Entermon sujetar las espadas de Piedmon sin recibir ningún daño.

Minerva había hecho una gran elección.

En una de las torres más altas del castillo de Daemon, el Señor Demonio se mantuvo oculto en la penumbra. Un pequeño ejército de Evilmon era lo que mantenía con vida el cuartel general, repitiendo una y otra vez en las pantallas las imágenes de los recién llegados. La ubicación del refugio de Épsilon quedó también al descubierto. Eso hizo sonreír al demonio.

—También creímos ver a ese sujeto, mi señor —dijo uno de los Evilmon—. A ese humano que se infiltró en el castillo. Pero no hemos visto su rostro de nuevo en las grabaciones. Es escurridizo.

El demonio no borró su sonrisa.

—Eventualmente será aniquilado. La Tierra Polvo ya me pertenece, después de todo. Por ahora, sólo haremos una visita. ¿No es así, dulzura?

Y como respuesta, la luz de la luna iluminó parcialmente el rostro de aquella chica cuyos ojos opacos podían perturbar al más valiente.
Miyu Lung, aferrando entre sus brazos un Digihuevo oscuro, sólo asintió y habló con un tono de voz capaz de helar la sangre.

—Como usted ordene, señor Daemon.

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