23_En la boca del lobo ✔️

Némesis

A veces son necesarios los sacrificios para que ciertas personas no salgan dañadas, aunque en el intento te pierdas para siempre. Mis acciones estos últimos tiempos han sido cuestionables. El abuelo de Chad tiene la razón, quisiera poder retroceder el tiempo y que nada de esto haya pasado, que solo sea un mal sueño que pasará cuando despierte. Odio las pesadillas pero deseo que esto sea una de ellas, al menos tendría la certeza de que el dolor pasará cuando llegue la mañana.

Suspiro una vez más mientras amarró las agujetas de mis botas negras. Ya estoy bastante bien y las heridas han sanado, las físicas para ser exacta, por ende iré a una cita. No una romántica sino una de esas donde tu cabeza no viaja a un castillo de rosas. He arriesgado mucho al aceptar verla después de tantos días, ni siquiera imaginé que ella llamaría y cuando ayer escuché su voz del otro lado de la línea quise morir para no saber de ella. Quiero olvidar que mi propia madre ha sido cruel. Lo sé, se que ha puesto mi vida en peligro, se que he dicho que la odio, pero me dio a luz, esa mujer mala y despreciable es mi madre y tengo miedo, de castigarla y que todo se vire contra mi. No podemos elegir a la familia, no podemos odiarlos del todo ni sacarlos de nuestras vidas pese a todo lo malo que nos puedan hacer. Pero el abuelo de Chad, su familia que es inocente, sus vidas dependen de mi.
Me pongo de pie cuando acabado con las botas y miro mi reflejo en el espejo para poder recogerme el cabello en una alta coleta. Ya lista y complacida con lo que veo, decidida salgo de la habitación y busco a mi hermana que me espera en el salón mordiéndose las uñas e inquieta. Cuando bajo las escaleras captó su atención.

-listo, empecemos - ordeno y esta se pone de pie.

-¿Estás segura que quieres hacer esto? -pregunta nerviosa.

-No, pero es lo que debo hacer -respondo para avanzar a la cocina, pero mi hermana me detiene tirando de mí para envolverme entre sus brazos.

-Tengo miedo que te suceda algo, tengo mucho miedo -confiesa entre sollozos.

-todo estará bien -intento darle seguridad. Quizás este sea mi último día en la tierra.

-Ella no es de fiar, intentó matarte una vez, que te garantiza que no lo volverá hacer.

-Me ha llamado, dice que quiere verme. Si quisiera matarme lo hubiera hecho. No va por mi, va por los Benson.

-¿cómo lo sabes? -se despega de mi para escucharme.

-Nos ha estado vigilando todo este tiempo. Los alacranes fueron a la casa de Chad ¿por qué no ha venido aquí por mi? -explico.

-Hay guardias en la puerta.

-Dos guardias, solo dos. Me quiere porque sabe que quiero a Chad y que haría cualquier cosa por él, porque soy su única forma de llegar a ellos y su dinero.

-Te va a usar como antes, déjalo Némesis. Por favor hazte a un lado y que Benson se haga cargo. Por favor hermana -suplica.

-Se los debo.

-Nem...

-¿Me ayudarás o no? -demando.

-Está bien - lo primero es deshacernos de los guardia que Chad a dejado a nuestro cuidado.
Es hora de poner en acción mi loco plan. Debo de salir de aquí sin que ellos se den cuenta.

-¿has preparado el café? -asiente y va por el café mientras yo me escondo en la cocina. Atenea va hacia la puerta y como cada día los llama para darles algo de comer o beber. Esta vez preparo un poco de café.

-Hola -habla Atenea animada.

-Buen día señorita Atenea -habla uno de los chicos.

- Buen día chicos ¿Cómo han estado? -Sus caras no parecen muy animadas. Deben de tener muchos sueño, pues pasar la noche entera fuera con el frío no es un jardín de flores, aunque se alternen para dormir, es imposible hacerlo cuando tienes la muerte pisándote los talones.

-No tan bien como usted, pero en unas horas llegará nuestro relevo.

-Pero pasen no se queden ahí fuera, les invito a un de café -mi hermana tira de ellos dentro del salón. -vuelvo enseguida, pónganse cómodos -los chicos toman asiento y mi hermana viene a la cocina por los cafés cargados con unas gotitas de escopolamina y así dormir a nuestros guardias para salir y volver sin que se den cuenta. La observo muestras lo prepara y deja unas pocas gotas en cada tasa.

Después de unos minutos Atenea vuelve con las tasas vacías luego de que los guardias bebieran su exquisito café y charlasen un poco sobre el trabajo y lo cansado que puede llegar a ser.

-¿Cuanto crees que tardará en hacer efecto? -pregunta Atenea.

-no lo sé, pero tengo 2 horas para ir y volver.

-Tenemos. Porque iré contigo.

-¡no! No lo harás.

-No te dejaré sola.

-Alguien tiene que vigilarlos.

-dijiste que teníamos dos horas, pues lo haremos en dos horas y regresaremos.

-Atenea -protesto.

-No me importa lo que digas, iremos juntas -insiste.

-Vale -comentó derrotada. Cuando quiere puede ser muy insistente.

Media hora después ninguno de los guardias se encuentra frente a la puerta, seguro deben de estar dormidos <<bien echo Némesis>> Salimos a toda prisa hacia él estacionamiento subterráneo donde nos esperarán los hombres de mi madre. Al llegar observo hacia todos lados en busca de algo inusual, como una camioneta extraña o simplemente algo que llame mi atención, pero no hay nada, solo unos simples y comunes autos.

Camino junto a Atenea para obtener una vista de todo el lugar cuando de repente las luces se apagan dejándonos en la oscuridad. Atenea se aferra a mi brazo cuando no logro ver nada. Pero segundos después el sonido de un auto y La Luz de este en nuestra dirección nos hacen retroceder del miedo, pues avanza a una velocidad para nada segura en este lugar, podría matarnos, pero no lo hacen, frenan en seco frente a nosotros y a toda prisa y tras nuestras quejas nos colocan dos capuchas que evitan que veamos a donde vamos. Nos suben a la camioneta.

-¿¡pero qué hacéis!? -protesto sin poder ver nada. - Atenea -llamo a mi hermana y busco con mi mano su cuerpo.

-Estoy aquí ¿como estás? -escuchó su voz a mi lado permitiendo que mis manos puedan localizar las suyas y aférrame a ella.

-Bien -responde a mi pregunta.

-¡Quitadles eso! -escuchar su voz congela todos mis sentidos. Tras su orden puedo observar ahora todo a mi alrededor. Ella frente a nosotras, con varios de sus hombres al lado.

-Lucrecia -hablo.

-¿cómo estás? -pregunta descolocándome

-Para tu mala suerte, viva -respondo de mala gana y con la cabeza en alto. Debo de demostrarle que no tengo miedo de ella ni de lo que pueda llegar a hacerme. He visto la muerte a la cara, y lo he perdido todo, que más da.

-No eran para ti esas balas, y lo sabes -intenta encubrir sus acciones, sin embargo, no le creo nada. Sus trucos conmigo no funciona ya y mucho menos luego de lo pasó, del secuestro, cada golpe que ordenó y presenció, y luego mi casi muerte.

Respondo a su pregunta con una carcajada sonora. Atenea presiona mis manos para que me detenga, pero no me importa, estoy harta de sus manipulaciones. -¿por qué traernos de esa forma?

-No quería que las cámaras las vieran. Hablaremos aquí por precaución -inteligente como siempre.

-¿A que se debe tanta precaución? Ni que te importáramos tanto, Mamá -hablo con ironía.

-Sois mis hijas -río. - Y las quiero conmigo!otra vez. Necesitamos acabar con el linaje Benson y recuperar lo que era de tu padre. Se que quizás no quieres hacer esto conmigo, piensas que quise matarte hija, pero ustedes son lo más...

-Bien, lo haremos -interrumpo provocando una mirada asesina de parte de mi hermana. Ella quiere que acabe con esto, pero no puedo, debo de entregar a Lucrecia a los Benson y descubrir los verdaderos asesinos de mi padre y abuelo.

-¿Lo harás? Incluso después de que Chad te salvase la vida -provoca mi paciencia. Ella no es bruta.

-Vengar a mi padre es lo más importante. Y si hago esto no es por ti, sino por él y el abuelo -sentenció por lo que me regala una sonrisa malvada.

-Toda una Anderson, eso me gusta -creo que la he convencido.

-¿Qué quieres que hagamos? -pregunta Atenea sorprendiendo a Lucrecia. Hay una tensión extraña entre ellas, Atenea siempre la defendía y ahora solo la ignora.

-Lo primero que harán será recuperar las armas que nos quitaron. Perdí mucho dinero y sin ello no podré enfrentarme a los Benson.

-Eso es im...

-Lo Haremos -interrumpo a Atenea. Esto es una buena oportunidad para ganarme su confianza y con eso atrapar a algunos de sus queridos alacranes.

-Bien. Nos es todo por ahora. Nos mantendremos en contacto -anuncia Lucrecia por última ves antes de que el taxista estacione en el centro de la cuidad dejándonos allí.

Mi madre siempre ha sido muy inteligente, pero hay un refrán que dice que el alumno supera al maestro y cuanta razón. Pues soy su hija y su mejor alumna. Tu hora a llegado Lucrecia Anderson, y lo vas a pagar, vas a pagar por haberme arrebatado lo más preciado que tenía.

Miro el reloj por octava vez ¿por qué rayos nos dejaron tan lejos de la casa? ¡Mierda! En menos de diez minutos habrá pasado el efecto del somnífero y estaré en un buen lío si nos pillan. Envió el sms al señor Benson. Y guardo el celular en la bolsa. Observo por la ventanilla lo hermoso de la ciudad pensando que si hubiese muerto ese día, me estuviese perdiendo el hermoso cielo, el canto de los pájaros y hasta el molesto ruido de la cuidad. Me estuviese perdiendo los pequeños detalles que le dan sentido a la vida.

Cuando me doy cuenta ya estamos fuera del edificio donde vivimos y Atenea tira de mi hasta el depa. Tiene miedo de que los guardias despierten y nos vean en el acto. El elevador que nos deja en nuestro piso que se encuentra frente al mismo. Las puertas se abren y deseo que este se descomponga y me haga bajar hasta la planta baja de inmediato, en cambio salgo de allí dentro como si un imán empujara mi cuerpo hacia el suyo.

-¿¡Se puede saber dónde demonios estabas?! -¿cuanto tiempo ha pasado? Semanas, dos largas y tendidas semanas sin verle y ahora está frente a mi puerta con su traje negro, ese que usamos para las operaciones más importantes y arriesgadas <<Se ve tan sexy>>

-¿Chad? -exclama mi hermana porque yo no puedo hablar.

-¿Acaso no miden el peligro? ¿Donde estabais? -continúa con sus demandas mientras yo sólo veo cómo se mueve de un lado a otro su nuez de adán y cómo sus brazos se tensan del enojo dejándome ver sus trabajados músculos.

-Emm...Emm... -balbucea Atenea. No sabe mentir esta chica.

-Hemos ido por unas hamburguesas -miento animada pasando por su lado para abrir la puerta. Mi paciencia lo desespera hasta el punto de tomar mis hombros y tirar de mi contra él. Mi respiración se corta y su mirada va de mis labios a mis ojos y viceversa. Esta muy enojado tanto que puedo ver como late la vena de su frente.

-¿Por hamburguesas? __asiento y este cierra los ojos para contener la ira. -¡¿Acaso quieres volverme loco Némesis Anderson?! -pero como siempre no puede y termina explotando como un volcán en erupción.

-Si -respondo con una sutil y dulce sonrisa.

<<Esto lo hará peder los estribos, si que lo hará>> Sonrisa intenta de bruja malvada.

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