Final
Joss tuvo que volver a Estados Unidos para continuar con sus estudios, él no veía a Off bien, de hecho, nadie veía bien a Off. El castaño había pasado por muchas etapas de depresión en los últimos tiempos, al final, solo optó por encerrarse en su habitación. Él no recibía la visita nadie y no esperaba que alguien lo visitara tampoco.
De vez en cuando revisaba la página de subastas esa, para asegurarse de que Gun no volviera a aparecer entre las opciones, aunque estaba seguro de muchas cosas, primero de que quien sea que tuviera a Gun, no lo devolvería, nadie podía devolver a Gun, nadie que entrara a esas páginas tenía el corazón suficiente para apreciar como su pequeño se estaba consumiendo, porque Off sentía que Gun pasaba días aún más feos que los suyos, donde sea que estuviera.
Por otro lado, si Gun aparecía de nuevo en esa cosa de las subastas, estaba claro que ni aunque le vendiera su alma al diablo conseguiría dinero para pagar por su bebé, jamás Gun le pertenecería con papeles, él nunca tendría la fortuna de tenerlo entre sus brazos y poder salir de la mano con Gun a la calle sin temor a que alguien lo reconozca y lo entregue a otra persona.
Off observó a su pequeño hijo durmiendo en la cuna al lado de su cama. Por suerte, su madre entraba de vez en cuando a ver a Chimon, aunque él se encargaba de alimentar bien a su pequeño bebé, amaba el ligero ronroneo que soltaba su bebé cuando tomaba la leche o que separaba sus labios para soltar soniditos parecidos a maullidos ¿Le costaría aprender a hablar luego? Se mantuvo mirando a su pequeño hijo cuando tocaron la puerta.
Suspiró, acercándose a esta y abriéndola. Su madre se encontraba del otro lado, llevando consigo unas galletitas con leche en una bandeja.
—Hola, amor. —saludó la mujer del modo más amigable posible, pero Off solo le dedicó una pequeña sonrisa, le permitió entrar y luego se sentó en su cama, mientras Dara dejaba las cosas sobre la cómoda, para después sentarse junto a su hijo, y admirar a Chimon dormido, acurrucado mientras meneaba sus orejitas cada tanto, al parecer teniendo alguna especie de sueño—. Está muy bonito ¿No?
—Sí. —Suspiró Off, observando también a su pequeño hijo—. Maúlla... Su voz es bonita.
—Lo imagino, Off. —Pasaron unos minutos en los que ninguno dijo absolutamente nada. Off no tenía nada que decir y sabía que si su madre se estaba sentando a su lado, era porque ella quería decirle algo a él, solo buscaba las palabras adecuadas.
Hasta que tomó la mano del castaño, soltando un largo suspiro antes de hablar—. Estoy muy orgullosa de ti ¿Lo sabes?
—¿Por qué? Mamá, no puedo ni siquiera traer a casa al amor de mi vida ¿Qué hay de admirable en este desastre? —Off podía ser sincero con su madre, él de alguna forma, se sentía así. Admiró los suaves dedos de su mamá y suspiró, él deseaba que otra mano estuviera entrelazada con la suya en ese instante y para el resto de su vida—. Yo le prometí que estaríamos juntos para siempre.
—Es por eso que estoy tan orgullosa. —Lo interrumpió Dara, tirando suavemente de su brazo, para que le prestara la debida atención—. Off ¿Recuerdas como eras antes de Gun? Antes de que ese pequeño tocara tu puerta pidiendo un vaso de leche. Tu vida no tenía sentido alguno. No existía motivación, teníamos amigos, un trabajo, casa y dinero, sin embargo nunca fuiste realmente feliz, y tú y yo lo sabemos. —Off suspiró, su mamá tenía muchísima razón—. De un día para otro ese niño con ojos esmeralda apareció en tu casa y tomaste una responsabilidad demasiado grande. Lo amaste, lo cuidaste y por sobre todo lo defendiste de cada cosa posible. Pasaste los días más mortificantes de tu vida y sin embargo tus deseos eran ir más y más adelante, por ti, por él, por tu hijo. E incluso ahora... No podría estar más orgullosa de ti, Off.
Después de decir esas palabras, Dara no tardó nada en acomodar a su hijo en sus brazos, escuchando cuando rompió en llanto en cuestión de segundos, dejando que se le escaparan sonidos que se ahogaban en su cuello, mientras se aferraba a su blusa.
Off se sentía como un niño pequeño, ya no podía ocultar más esa parte de su corazón que se estaba consumiendo, su madre orgullosa de él era algo hermoso y todo lo que ella había dicho era cierto, pero nada podía hacer para sentirse feliz de nuevo. Su vida se estaba cayendo a pedazos cada vez más con el pasar de los días, y vivirlo, saberlo y no poder cambiarlo era lo más doloroso que él podía sentir.
Su voz calló cuando escuchó su celular sonar e instantáneamente lo agarró, antes de que el tono molestara a su pequeño. Leyó el nombre de "Tay" e iba a cortar, no tenía ganas de hablar con nadie, menos con Tay, quien no lo había llamado en todo este tiempo y aunque agradecía no sentir la compasión de las personas, ahora menos que nada deseaba tener a alguien diciéndole lo que ya sabía o intentando comprender lo que sentía su corazón cuando absolutamente nadie podría hacerlo jamás. Porque cada corazón es diferente, cada quien ama y sufre a su manera y al menos él ya no tenía fuerzas para nada.
—¿Por qué no contestas? —Escuchó la voz de su madre, suspirando mientras el nombre de su amigo continuaba apareciendo en la pantalla de su celular, aunque ya lo había puesto en vibrador para evitar más del sonido molesto y que molestara a su hijo.
—No tengo ganas de hablar con nadie, es todo.
—Vamos Off, al menos para que sepa que estás vivo.
—Dara le dio un dulce beso en la mejilla a su bebé antes de salir de la habitación, dejándolo solo, con su hijo y el celular vibrando constantemente.
Suspiró, acercando el teléfono a su oreja.
—¿Tay? —Esperó la voz del otro lado.
—Hey, Off. —Tay se oía demasiado alegre para su tristeza, así que casi gruñó contra el teléfono, esperando que Tay solo comprendiera que Off esperaba que continuara hablando—. ¿Puedes venir a mi casa hoy? Mi papá acaba de llegar de viaje y los invitó a Joss y a ti. Sé que Joss no está en el país, pero tú.
—La verdad, Tay, no creo estar de humor.
—Ven, Off. Te extraño mucho.
—Tay, en serio. —Suspiró el castaño, tumbándose en su cama—. No sé si Joss te haya contado, pero no me encuentro en mi mejor estado en este momento.
—Sí, me ha contado. —Off escuchó unas voces de fondo en el celular, suponiendo que se trataba de los padres de Tay—. De verdad que deberías venir. Vamos, son pocas las veces que mi padre está en la ciudad y estoy seguro de que necesitas un respiro de todo.
A pesar de su mal ánimo, Off se cuestionó si podía al menos salir una vez de casa. Miró a su hijito durmiendo, quizás y solo quizás, despejarse al meno algo y alejarse de esas cuatro paredes le serviría para organizar sus ideas y que se le ocurriera una mejor forma de dar con el paradero de Gun, porque en ese punto de su vida, solo había pensado en vender su alma, pero para conseguir viajar por todo el mundo, casa por casa, preguntando si sabían de un pequeño minino hermoso, de ojos verdes, que respondía al nombre de Gun y era el amor de su vida.
—De acuerdo, voy para allá.
Off cortó la llamada antes de escuchar la respuesta de su amigo. Levantándose de la cama, bajó las escaleras para pedirle a Dara que cuidara de Chimon, ignorando la emoción de su madre cuando le dijo que iba a salir a tomar aire, y a casa de Tay.
»Caminó tranquilamente por las frías calles, se había puesto su chaqueta color gris, ni siquiera tomándose la molestia de colocarse una camiseta decente debajo, llevaba unos pantalones de buzo algo ajustados a su cuerpo y zapatillas.
Sopló sobre sus manos, calentándolas para luego tocar un par de veces la puerta de la casa de Tay. Junto a Joss y Tay había pasado por muchas aventuras ahí dentro.
Tay abrió la puerta apenas unos segundos después, sorprendiendo a Off cuando lo abrazó fuerte y él correspondió al abrazo, aunque más como cortesía que porque realmente tuviera ganas de recibir o darle un abrazo a algún ser vivo. Entró a la casa, quitándose la gorra de la polera, y observando el interior completamente desolado.
—¿Qué es esto? ¿Y tus papás?
—Salieron al cine, ya sabes, tiempo de pareja. —Tay encogió los hombros, caminando al interior, mientras Off continuaba observándolo con la indignación en su rostro.
—¿Entonces que mierda hago aquí? —Gruñó, con ese tan no lindo humor que lo caracterizaba desde la partida de Gun.
—Bueno, siempre te dije que lamentaba haber metido la pata hace unos meses al no saber cuidar a Gun ¿o no te lo dije? pero lo pensé y me prometí que algún día arreglaría eso, así que tengo algo para ti. Algo que me costó conseguir, de hecho, mi padre y yo tuvimos que hacer de todo para que llegara lo más pronto posible aquí.
Tay se tomó su tiempo para caminar hacía la habitación más cercana al living, abriendo la puerta con cuidado y, con lentitud, ingresó en el cuarto, dejando a Off, parado en su lugar.
Recorrió con la mirada, la mano entrelazada de Tay, con la de alguien más, un cuerpo pequeño, junto al de su amigo, y cuando llegó hasta el rostro de Tay, bajó a mirada y vio que a su lado, su acompañante, tenía un par de orejas felpudas que se dejaban ver, casi escondidas entre una mata de rizos, abrió los ojos, muy grandes, y se topó con unos preciosos ojos verdes y un hermoso rostro, con una boquita roja, cerrada, pero que iba formando una sonrisita. Su corazón, latió tan rápido y tan lento a la vez, sus ojos se llenaron de lágrimas y sintió que no podría con tanto, cuando Tay, le entregó la mano del amor de su vida.
Gun vio a Off y ambos se observaron, con anhelo, reconociendo en los ojos del otro, el inmenso amor que se tenían. Off avanzó un paso más y Gun se le lanzó encima.
—¡Meoow!
El encantador grito felino de Gun llegó a sus oídos y el corazón de Off se encogió de felicidad, mientras se curaba, milagrosamente. Pedazo a pedazo se restauraba en lo que sus brazos rodeaban el delgado cuerpo de su niño. Su pequeño Gun estaba entre sus brazos y ambos no hacían más que llorar.
—Gun. ¡Oh mierda! Mi amor.
—Off. Off, te amo, Off.
Ninguna espera valió tanto la pena. Ningún amor fue tan puro y verdadero como el de ese chico que adoptó a un pequeño mitad gato que tocó la puerta de tu casa un día cualquiera, pidiendo alimento y un lugar dónde dormir.
𝕰𝖛𝖎𝖎𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ
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