34. Ansiedad
—Hey, Luke.
Joss entró a su casa después de hacer las compras de la semana. Había aprendido, por Off, que esa era una mejor manera de evitar salir de casa diariamente, además hacía demasiado calor, para él era insoportable salir a las calles aunque fuera solo para hacer compras. Así que, llegó con un montón de bolsas, llevándolas todas directo al refrigerador.
Cuando no oyó respuesta de su novio, una parte de él se preocupó, aunque seguramente al final Luke debía de estar tomando solo una siesta como siempre hacía, eso para después levantarse al sentir el olor de comida llenar la habitación.
Llegó a su cuarto y observó al pequeño rubio jugando con su cola. Luke la movía de lado a lado, y su mirada perseguía el movimiento, meneando las orejas cada que su cola se mantenía quieta, no era la primera vez que lo hacía, pero tampoco Luke solía sacar ese lado suyo con tanta frecuencia. Él le había dicho muchas veces a Joss que su lado felino hacía que se sintiera humillado. Por eso no maullaba, por ejemplo.
—Te hablé al entrar, Luke ¿Estás sordo? ¿De nuevo no te lavaste bien las orejas? —Luke negó con la cabeza, encontrándose con la mirada penetrante del mayor y entonces Joss pudo ver en esos preciosos y tiernos ojos, que algo no andaba bien. Caminó hasta sentarse a su lado, notando apenas que el rubio tenía un sobre abierto en su regazo. Un sobre grande, todo arañado, seguro Luke había perdido la paciencia cuando el material no cedía— ¿Qué es eso? —Joss tomó el papel y por un momento Luke quiso detenerlo, quiso que no leyera, deseó haber tenido la fuerza para ser egoísta y romperlo en mil pedazos o arrojarlo a la basura, solo que... No pudo.
—Tu boleto de avión, el ciclo acaba en una semana ¿No? Eso dice ahí... Y quieren que te vayas adaptando al cambio, así que está programado para la semana que viene. Todo pagado, Estados Unidos.
Joss comprobó con sus ojos lo que su pequeño le decía, se sentía feliz, su universidad le estaba dando la oportunidad de llevar su amor por el arte a un nuevo nivel, de explorar horizontes que nunca antes se hubiera imaginado, pero cuando quiso abrazar a su novio, este se negó, inclinándose hacia atrás, colocando su mano sobre el pecho del mayor, deteniéndolo y apartándolo.
—¿Qué pasa, Luke? —Gruñó, no le gustaba que su novio se negara a besarlo, intentaba comprender pero una parte de su corazón se encogía y enojaba al ser rechazado de esa manera.
Luke negó con la cabeza y se acercó a él, quitándole el sobre para sentarse sobre sus piernas y después de colocar sus manos sobre sus mejillas, atrajo su rostro al propio para besarlo, un beso al que definitivamente Joss no se resistiría ni por muy enojado que estuviera.
El pequeño rubio empezó a mecer sus caderas hacía adelante y hacía atrás, mientras las manos del mayor tomaban su trasero, presionándolo entre sus dedos, robándole un gemido, erizando su larga cola ante el placer que le proporcionaba que Joss lo cogiera así. Tan demandante, con fuerza y posesión.
—Fóllame. —Ronroneó el minino apenas sus labios se separaron, Joss por esa fracción de segundo pudo observar los ojos azules de su novio, brillando, llenos de un sentimiento que podía confundirse con lujuria, pero no era eso, lo sabía, Luke le estaba ocultando algo y no se lo quería decir. Sintió las manos hábiles del menor empezar a desabrochar su pantalón, sacando el miembro de Joss fuera de la tela, inició con un rápido movimiento de sus dos manos sobre toda la longitud, robándole varios jadeos a Joss—. Fóllame, Joss.
—Luke.
Pero Joss no se resistió. Como siempre, se entregó al inmenso placer que le causaba el cuerpo de su novio. Los gemidos y cada centímetro de él, al igual que la conexión que sentía al hundirse en su interior. Disfrutaba de Luke perdido entre tantos sentimientos juntos, hasta que en unas últimas embestidas, ambos llegaban juntos al clímax.
Siempre tomados de la mano, descansando el uno sobre el otro.
»Después de unas largas horas de sueño, Joss se despertó en medio de la penumbra de su habitación, definitivamente Luke lo dejaba completamente exhausto. Sonrió, complacido por pasar tan buen tiempo con su bebé. Estiró su brazo para poder atrapar el pequeño y delicado cuerpo de su rubio, cuando, en el intento, su brazo cayó directamente sobre la cama, indicándole lo solo que estaba en toda la habitación.
Bufó, imaginando que de nuevo Luke estaba asaltando la cocina, por suerte ahora había comprado unos cuantos bocadillos en la panadería, seguro le agradarían mucho. Espero unos minutos, intentando hacer más sensible su oído para escuchar algún ruido proveniente de fuera de la habitación y al no oír nada, se atrevió a pararse y caminar a la cocina, comprobando así que no solo estaba solo en el cuarto, sino también en todo su departamento.
Era la segunda vez en el día que se equivocaba sobre las costumbres de su minino, pero ahora estaba asustado, Luke se había salido de la casa sin decirle nada. Él se vistió, tomó su chaqueta y abrió la puerta de salida, cuando su mente reaccionó antes de dar un paso más y se preguntó ¿Qué estaba haciendo? ¿A dónde iría? ¿Por dónde buscaría? Luke no era Gun, Luke sabía cómo volver a su casa y no se había perdido en un intento de huir, como Gun aquella vez con Tay. Luke era un chico que conocía mejor las calles que el propio Joss y solo se fue, sin decir nada.
Pasó sus manos por su cabello, metiéndose de nuevo a la casa. Bufó molesto y le mandó una patada al sofá aunque al instante hizo un gesto de completo dolor, reconociendo que había golpeado justo en medio de uno de los soportes de los lados. Maldijo, incluso mencionó a la madre de sabrá Dios quien y se sentó sobre el maldito el mueble, analizando su pie.
De un momento a otro escuchó la puerta abrirse, miró rápidamente en esa dirección y vio al rubio que entraba al departamento tal cual ladrón: De puntillas. Luke había salido con una chaqueta que cubría sus orejas con la gorra y un short más abajo de las rodillas, también cubriéndole o escondiéndole la larga extremidad gatuna.
—¿Puedo saber por qué entras a tu hogar como si no fuera tuyo?
En otra oportunidad, a Joss le pudo haber parecido extremadamente cómica la forma como los hombros de Luke se tensaron e incluso todo su cuerpo se puso rígido en un momento.
—¡Mierda! Joss ¿Por qué en la oscuridad? No te vi. —Divisando el cuerpo y luego el rostro del mayor, mirándolo fijamente, Luke pudo relajarse.
—Te pregunté algo, Luke.
El rubio dio pasos torpes por la casa, pasando desde el corredor hasta el sofá donde Joss estaba sentado, colocándose al otro extremo, dejando caer su peso muerto, soltando un largo suspiro lleno de cansancio ¿Cansancio de qué? Pensó Joss, si Luke se rascaba la panza veinticinco horas al día. Claro, si eso fuera posible.
—Solo salí un rato a tomar aire y no quería despertarte, por eso caminé así. Joder, Joss, actúas como una vieja paranoica ¿Quieres ponerme un transmisor en el culo o algo?
—No sé, dime tú ¿Debo ponerte un tapón en el culo?
El minino frente al mayor arqueó una ceja. Le tomó cosa de segundos entender lo que insinuaba Joss y se levantó del sofá, soltando un gruñido, tal cual animal, moviendo su cola de lado a lado, erizada, como dando latigazos al aire con su larga extremidad.
Joss se sintió mal, no había medido la gravedad de sus palabras y ahora pudo ver el enojo y la rabia en la mirada del pequeño frente a sus ojos.
—Eres un hijo de tu puta madre, Joss.
—No, Luke, espera, no quise-
Pero a pesar de sus intentos por atraparlo, Luke le dio un manotazo a la mano del mayor y esquivó su cuerpo, volviendo a salir de la casa.
Joss se mantuvo observando la puerta cerrada. Él quería seguirlo, quería ir y abrazar a Luke, también pedirle perdón de rodillas, pero ¿Cómo hacerlo cuando la había jodido en grande?
—¡Joder, Luke! Esa caja iba del otro lado, idiota.
Luke soltó un suspiro, mandándole una mirada de disculpa al hombre frente a él y luego se mordió los labios para evitar alguna ofensa. Apenas llevaba tres días ahí y ya quería largarse, pero la pelea con Joss solo le demostró que necesitaba el empleo, él necesitaba dinero, para la razón que fuera, tenía que trabajar.
Después de salir corriendo de la casa de Joss, Luke llegó al trabajo que había obtenido después de insistir mucho y casi colgarse de la pierna del dueño del servicio de cargas. Él era muy pequeño y tierno para mover cajas, pero unas manos nunca estaban de más, así que después de ser tan persistente y fastidioso como un grano en el culo, el hombre aceptó, eso hace tres noches y a pesar que le pareció raro que el rubio minino quisiera trabajar en las madrugadas y no durante el día, no se quejó después de la primera noche, porque Luke no había robado nada y movió más cajas de las que se esperaba.
—¿Qué te pasa? —Gruñó el tipo alto y rudo, cruzando los brazos, sin la suficiente paciencia para aguantar a un empleado que tuviera la cabeza en otro lado, no importa que tan cogible sea ese chico.
—Nada, estoy distraído, es todo.
—Escucha, niño ¿Por qué no vas a casa? Me sirves más sin hacer nada que jodiendo el trabajo que ya hicieron los demás. Vete, es una orden, vuelve mañana o renuncia, vas a terminar chaparro si sigues cargando cosas que pesan más que tú.
—¡Necesito dinero, yo...!
Luke suspiró, no iba a contarle sus problemas a un tipo cualquiera, ni mucho menos contradecir a la única persona en toda la ciudad que le había dado un trabajo estable, uno donde no le dijeran bájate los pantalones o arrodíllate. Él ya no hacía eso, él amaba a Joss y le dolía solo pensar que Joss lo continuara considerando un puto de las esquinas, ese ya no era él.
—Bien.
Luke dejó que las horas pasaran, caminaba por las calles, ya había amanecido y ni siquiera pegó un ojo durante toda la noche. Alrededor de las doce del día, solo pensaba en que haría para comer, quizás, si la suerte le sonreía, podría ir al mismo restaurant donde conseguía sobras y cosas robadas. Estaba bien ya no tener que entregar su trasero, pero aún debía conseguir su propia comida.
Decidido, corrió rumbo al restaurant donde conoció a Joss, tratando de ignorar el recuerdo del mayor. Solo corrió, hasta que antes de llegar al puesto, observó a un chico sentado en la misma entrada del restaurant, justo al lado.
Joss.
Su Joss estaba ahí, con sus piernas encogidas mientras fumaba un cigarro y por lo que Luke logró ver, tenía la ropa del día anterior. Una vez, hace tiempo, el pelinegro le confesó a Luke su ansiedad extrema y como el cigarrillo lo calmaba mucho, pero desde que su extraña relación comenzó, Luke solo había visto a Joss fumar tres veces, y esas tres fueron a petición de él, queriendo ver ese lado rudo y sexy de su idiota.
Empezó a caminar más calmado, hasta que sus pies casi tuvieron contacto con los zapatos de Joss y entonces sintió un escalofrío cuando la mirada del mayor se centró en él. Luke temió, temía saber que pasaría después de eso.
—¿Ansiedad? —cuestionó.
No alcanzó a decir nada más cuando Joss le tomó la mano y lo jaló para que se arrodille en el suelo, atrayéndolo a su cuerpo, abrazándolo con tanta fuerza que sintió le faltó el aire por un momento. Sin embargo, después del shock, él hizo lo mismo con Joss, aferrándose tanto que temió romper la chaqueta del hombre con sus pequeñas uñas. Luke dejó que las lágrimas salieran, él se volvió el niño indefenso que solo Joss conocía. Luke le demostró lo débil que era ante su amor.
—Temía no volver a verte nunca. —Escuchó la calmada voz de Joss. Meneando sus orejas, escondiendo más su rostro en su cuello, acomodándose mejor entre las piernas del mayor, sólo oyéndolo— Después de pensarlo unos dos minutos, salí a buscarte pero ya no estabas, no quería volver a la casa porque significaría darme por vencido.
—¿Pasaste la noche aquí? —Luke se apartó para mirarlo a los ojos y Joss tuvo la oportunidad de limpiar las pequeñas lágrimas de su niño, mirándolo con tanta preocupación—. Eres un idiota, pudo darte algo o pudieron hacerte cualquier cosa, Joss. Yo sé vivir en la calle, tú no.
—¿Crees que regresaría a casa cuando no estás tú en ella? ¿De qué serviría? No pegaría un ojo en toda la noche.
Luke sintió su corazón bombear con fuerza y sus mejillas calentarse ante las palabras del mayor, odiándose a sí mismo por seguro verse tan ridículo. Ambos se contemplaban, Joss ya había dejado el cigarrillo a un lado y ahora todo su mundo era el pequeño entre sus brazos; cuando una corriente de realidad golpeó contra el pequeño minino.
—Bueno... Así será después ¿No?
—¿Por qué? ¿Me vas a dejar? —Las cálidas yemas de los dedos del ojinegro le estremecían la piel al sentirlas sobre su mejilla, acariciándolo—. No me dejes, Luke.
—¡Idiota! ¡Yo no quiero dejarte! Eres tú quien me dejará a mí para irte a vivir a otro país. —El cuerpo de Luke tembló de pensar de nuevo en aquello que no dejaba de rondar por su cabeza. Se sentía tan mal por ser tan inútil—. Pero no te creas que te dejaré irte y tener sexo por ahí. Empecé a trabajar, quizás demore más de lo debido pero te voy a alcanzar y nunca te librarás de mí, Joss.
Joss entonces comprendió la razón por la cual las cosas habían estado tan tensas últimamente. Él jamás viajaría sin Luke, eso ya lo tenía decidido y, de hecho, la llegada de su boleto solo significaba que ya podía asegurarse de comprar el de Luke para la misma fecha. Sin embargo, ellos nunca habían hablado al respecto porque Joss lo daba por hecho y Luke siempre intentaba cambiar de tema, incluso desde que se enteró del traslado.
Ahora las salidas nocturnas y la inseguridad del pequeño fueron comprendidas, aunque eso no evitó que una corriente de culpabilidad azotara a Joss. Él no estaba siendo buen novio, ni buen dueño. Debio demostrarle a Luke que no pensaba dejarlo solo nunca.
—Te amo, Luke.
Joss colocó su mano en la suave y pequeña nuca del menor, jalándolo para unir sus labios en un dulce beso. Ya luego tendría tiempo de explicarle detalle a detalle que estaba demente si pensaba que se separarían, pero ahora Joss se encontraba ocupado. La boca de su chico era el paraíso.
𝕰𝖛𝖎𝖎𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ
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