13. Confesiones
Esa noche Joss tenía qué estudiar para su práctica del día siguiente y estaba sentado en la pequeña mesa de estudio que había puesto en su sala. Su casa no era demasiado grande, de hecho, el espacio más grande lo había ocupado el gran televisor que se compró por capricho, así que no tenía un comedor y siempre terminaba comiendo sobre el sofá, observando lo que sea que hubiera en la programación, porque tampoco tenía un horario para almorzar.
Escuchó de nuevo las grandes explosiones de la televisión y soltó un gruñido, prácticamente estampando su frente contra la mesa, suspirando con amargura. Estaba realmente estresado porque lo que leía no se le grababa en la cabeza, si reprobaba tendría que dar un dinero extra para presentar el examen otra vez, y eso no podía permitírselo, tenía demasiadas cosas que pagar. Maldijo en voz baja, tratando de quitar esos hermosos ojos azules de su mente. El problema era que seguían ahí, todo el tiempo, y justo en ese momento, los tenía más presentes.
Se levantó de la silla, haciendo que rechinara al rayar el piso y caminó lo poco que le faltaba para llegar a la sala, observando ahí al causante de ese mar de sentimientos que lo consumían desde que empezaron a vivir juntos. "Estúpido Luke", era la frase que pasaba por su mente cada que su corazón se detenía y luego latía a mil por hora, todas las veces que esos hermosos y tiernos ojos se conectaban con los suyos. Esos feos y perversos ojos azules.
—¿Puedes bajarle un poco? Estoy estudiando. ¿No se supone que los gatos tienen buen oído o algo así?
—Hm. —El más pequeño lo miró, recargando sus manos contra el respaldar para regalarle una traviesa mirada al mayor, logrando arrancarle un suspiro, pero él no iba a caer de nuevo en los tontos juegos del rubio, peor cuando había logrado pasar tanto tiempo sin ponerle ni una mano encima.
—Podemos hacer más ruido de otra forma, Jossy.
—Eres un caso perdido, Luke. ¿Lo sabes?
Y olvidándose del examen, Joss se sentó en el sofá, junto al pequeño rubio, este, instantáneamente se acostó a lo largo del mueble, apoyando su cabeza en las piernas del ojinegro. Cogió la mano de Joss, levantó su propia playera y colocó la mano del mayor ahí, sin quitarle la mirada de encima y haciendo un tierno puchero.
—Sóbame la panza ¿De acuerdo? Me gusta cuando lo haces. —Un simple meneo de orejas y ya tenía al mayor en la bolsa, sobándole el abdomen como tanto deseaba. La relación de ambos era como una comedia. Desde el primer beso, cuando el mayor le dijo que no debía hacer ese tipo de cosas para vivir en su casa, Luke no dejaba de insinuársele de una y mil maneras. Por lo que el rubio le había contado, ellos eran prototipos de niños alterados, a quienes les habían agregado genes de animales en celo, así que aunque no lo deseara, su cuerpo siempre terminaba ardiendo en busca de un poco de placer. Y eso justamente era lo que quería el rubio de Joss: Placer.
Pero para el más alto, las cosas eran completamente diferentes. Desde que esos tiernos ojos lo cautivaron, Luke no solo despertaba una erección en él, sino había sido el interruptor para encender sentimientos que hacía mucho no sentía, además de reacciones de una colegiala de catorce años al ver al chico del que ha estado enamorada por más de cinco años, o así lo interpretaba el mayor.
Joss sabía que le gustaba Luke, no había que ser experto en la materia para notarlo, pero no quería terminar realmente enganchado de un mocoso con orejas y cola de animal del que no sabía absolutamente nada, porque aunque lo había intentado más de una vez, no había obtenido ninguna información del rubio. —¿Por qué no quieres follar conmigo?
En ese momento, Joss hubiera querido tener en su boca algún líquido para escupirlo como en esos comics que leía, cuando estaba libre, pero no, nada, solo entrecerró los ojos y luego dirigió una mirada al pequeño felino, quien estaba serio y no le quitaba la mirada de encima. Luke hablaba en serio.
—¿Por qué no aprendes a controlar tus palabras?
—Follar, tener sexo, hacer el amor, hacerlo, coger, joder, no sé, tu pene en mi trasero, Joss ¿Por qué? Ni siquiera me tocaste la vez que fui a tu cama y casi te hago un... La voz de Luke se apagó cuando la mano del más alto se colocó en su boca, causando que soltara un gruñido y luego se cruzara de brazos, frunciendo el ceño. ¿Cómo podía ser tan asqueroso y gruñón, además de decir tantas palabrotas y tener un carácter de mierda, pero ser tan adorable al mismo tiempo? Joss quería besarlo, se moría por besarlo, pero no lo iba a hacer. No lo besariia—. ¿Pomme? (¿Por qué?)
Escuchó el balbuceó del minino bajo su mano y rió, quitándola para devolverla al vientre del rubio y continuar acariciando con la yema de sus dedos esa zona, calmando al menor.
Ya tranquilo, Luke le mostraba un gesto sereno.
—¿Qué?
—Por qué. —Dijo de nuevo Luke, con los ojos cerrados—. ¿Es por qué soy callejero? ¿Tienes miedo de que tenga alguna enfermedad o algo así? Podemos ir a revisarme si quieres, o hacerlo con condón, no tengo problema con eso, Joss, pero anda, hazme tuyo ¿Si?
La insistencia del minino estaba rematando los límites consientes de Joss, y en ese momento ni imaginar a la criatura más horrible del mundo lograba ahuyentar la hermosa imagen del pequeño rubio de ojos azules observándolo de forma suplicante.
Tragó en seco, tratando de mantener un poco de la cordura que aún deseaba quedara en su cuerpo.
—No, Luke.
—Mierda ¿Por qué? ¡No te entiendo!
Ya dando a notar su tan conocido y explosivo humor, Luke iba a levantarse de las piernas del mayor pero este lo retuvo en su sitio, pensando en la mejor forma de poder cambiar de tema antes de que las cosas terminaran mal. Él no quería que Luke se enojara y se fuera, Joss ya no podía imaginar sus días sin llegar de clases y encontrar al rubio minino quemando la cocina cuando intenta cocinarle algo, o simplemente acostado en el sofá viendo televisión. Joss deseaba vivir con ese "Bienvenido a casa" toda su vida, el que solo se oía bien saliendo de la boca del gato con un leve acento extranjero.
—Te propongo algo. —dijo el pelinegro, estirando el alcance de las caricias en el abdomen del menor, causando que ronroneara—. Cuéntame más de ti, de dónde vienes, y te prometo que te daré un premio si lo haces ¿Está bien?
El nuevo puchero que se formó en los finos labios del rubio causó otro mar de emociones en Joss, pero trató de ignorarlo, manteniendo su mirada en la de Luke, mostrándole que iba en serio. Debian hacer un intercambio, era lo justo. Y cuando pensó que ya lo tenía solucionado, porque Luke nunca le daba información, escuchó su hermosa voz empezando a hablar.
—Vengo de un laboratorio. —Empezó, llevando una de sus manos a su frente, soltando un largo suspiro antes de continuar—. Un laboratorio de dónde venimos todos, o eso creo. La verdad supongo que vengo de otro lado, ya sabes, antes de estar ahí, pero no recuerdo absolutamente nada que no sean los cuartos donde nos dormían o las jaulas donde nos metían. Solo sé que un día desperté y estaba encerrado junto a otros iguales a mí. Uno a uno, nos sacaban de los contenedores con barrotes y nos tomaban muchas fotografías. A algunos, incluyéndome, nos tocó la parte dura. —Una triste sonrisa se formó en sus labios—. Las mismas personas que nos crearon, supongo, se encargaban de follarnos para asegurarse de, ya sabes, que el producto se encontrara en buen estado antes de subastarlo en la red. —De un momento a otro, la mirada de Luke se fue hacía la pared frente a él, recordando cada detalle—. Por suerte también, supongo, crearon otro grupo de prototipos a los cuales ya no era necesario hacerles eso, y esos fueron los más vendidos de todos, porque ¿Quién no deseaba quitarle lo virgen a un buen culo? Pero ¿Y los que ya no tenían esa virginidad que tanto los pedófilos anhelaban? ¿Qué pasaba con todos los demás? —Joss no iba a llorar, no debía llorar, Luke era quien ya lo estaba haciendo involuntariamente. De hecho, parecía tan perdido en su mundo, en su infierno y en sus recuerdos que Joss estaba a punto de pedirle que parara, que dejara de contar detalles tan feos que un niño no debió vivir, pero continuó tan mudo como siempre y tan asombrado como nunca.
Dejó que su mano continuara con las caricias que se habían detenido en el momento que Luke mencionó lo de "probar el producto" y entonces el rubio prosiguió hablando—. Prácticamente nos regalaban porque necesitaban los contenedores para los nuevos niños, ya sabes, un negocio ilegal no puede ser tan grande o despertaría sospechas. Me regalaron a la primera persona que les dio unos malditos centavos por mí, era un irlandés con dinero. No sé nada de ese lugar, lo último que supe fue que estaban trabajando en otro prototipo aún más mejorado, pero eso no me importa ya, solo quería salir de aquel infierno, aunque no sabía que estaba yéndome a uno mucho peor. Cuando me llevaron, ni te imaginas todo lo que tuve que pasar con ese viejo estúpido. —En ese momento, por primera vez los ojos azules se juntaron con los negros, regalándole una diminuta, pero nada sincera, sonrisa—. Una vez el viejo se consiguió un mejor juguete, me botó a la calle ya que era una boca más que alimentar. Al final, terminé convirtiéndome en lo que ya conoces. Si sé hablar así, es por todo lo que me han dicho alguna vez. —Luke suspiró—. Joss... La calle es dura. Todos son duros conmigo, ahora con tanta carne fresca por ahí ¿De qué les sirve un estúpido idiota como yo? —Sus ojos de nuevo se llenaron de lágrimas, y el corazón del ojinegro se volvió a quebrar—. Nadie jamás se fijaría en mí porque no soy como los otros, soy un modelo no mejorado, debí haber muerto de hambre desde que me lanzaron a la calle, pero... Llegaste tú y me salvaste ¿Ahora lo entiendes?
El menor no pudo continuar hablando, porque, en menos de lo que había podido imaginar, tenía los labios del mayor sobre los suyos, encargándose de besarlo profundamente, sorprendiéndolo por completo. Luke llevó una de sus manos al pecho del más alto, apartándolo, jadeando por lo cerca que estuvo Joss de entrar entre sus labios—. Basta, no tienes que sentir pena por mí, idiota.
—Cállate y escucha ¿Puedes hacer eso, Luke?
—No, no escucho una mierda. Eres un idio- ¡Ah! —Todo el cuerpo del ojiazul se erizó, arqueando su espalda cuando la mano de Joss bajó con tal velocidad que no pudo detenerlo y ahora tenía los dedos del mayor rodeando la longitud de su miembro por debajo del pantalón y de la ropa interior. Joss no lo agarraba despacio, no, ese fue un claro "Cierra la maldita boca" y la orden silenciosa ahora era cumplida—. SaSaca tú... Hmm. —Luke mordió su labio con algo de fuerza, jadeando ahora ante los movimientos lentos sobre su miembro, sentía los dedos de Joss pasearse por el tronco de su pedazo de carne y ¡Por todos los cielos! Él en serio había anhelado demasiado aquello, que se sentía más sensible de lo normal—. Para... Joss pa- ¡Oh mierda! —Llevó una de sus manos a la muñeca del mayor, pero sin tener la fuerza para jalar y apartarlo. Luke cerró sus ojos, tratando de no rendirse ante el placer. Por su pequeña mente solo pasaba la idea de que todo era un acto por pena, pena provocada por todo lo que le había contado y no quería estar con el mayor de esa manera, no así—. Ahh... Basta. —Gimoteó, siendo ignorado completamente.
Los dedos de Joss se movían sin mayor problema, de hecho parecían unos expertos en la materia, porque, de tanto en tanto, chocaban con los dos testículos del menor, logrando sacarle roncos gemidos.
—¿Ya vas a escuchar? —Luke asintió con la cabeza, relamiendo sus labios, llevando su mano libre contra sus rubios cabellos, jalándolos, con las orejas ligeramente inclinadas—. Me gustas, Luke. Me gustas mucho. Y no me importa si no me crees, pero me gustas tanto que no quiero que esto sea solamente por tu exceso hormonal o lo que sea que te hayan puesto para que actúes como un animal en celo. Quiero que entiendas esto, estás jodido.
—¿Qué? —La mano del más alto se encargaba de presionar, de tanto en tanto, el glande del miembro de Luke, logrando hacer que este dude de su capacidad de aguantar el orgasmo, pero trataba de mantener todos sus sentidos en Joss, en sus palabras, y al mismo tiempo controlar su corazón para que no saliera de su pecho.
—Estás jodido porque ahora eres y serás, siempre, completamente mío. Novio, amante, la mierda como quieras llamarle. Tú, esto, —Hizo presión de nuevo en el miembro, logrando otro quejido de placer y dolor por parte del rubio—. Y también cada parte de tu cuerpo me pertenece, así que me vale una grandísima mierda si te ha follado medio mundo, porque eso fue antes. Yo me encargaré de hacerte mío tantas veces que cada rincón de tu cuerpo entenderá a quien le perteneces ahora y siempre ¿Comprendes eso?
Aceleró el movimiento de su mano, disfrutando de cada mueca de placer y dolor que aparecía en el rostro del más pequeño. ¡Joder! Claro que lo disfrutaba. Luke tenía las mejillas sonrojadas, de hecho, hasta sus orejas se teñían de un tierno rojo en la parte interna, mientras su cabello rubio, ahora totalmente despeinado, era jalado por su mano y su cola no dejaba de moverse, como si su vida dependiera de ello. Para Joss, tener ese cuerpo debajo de él podía ser una situación a la que seguro se acostumbraría con facilidad y rapidez.
Sintió las gotas de líquido pre seminal escurrir por la cabeza del miembro de Luke, y, sin dudarlo, dejó que su pulgar cubriera esa zona, evitando que lograra correrse. Le gustaba ver ese pequeño cuerpo retorcerse debajo de él con lagrimones en las esquinas de sus ojos, pero ya no debido a la tristeza, sino a una causa mucho, mucho mejor.
—Jo-Joss... —chilló Luke, entreabriendo los ojos para mirarlo—. SaSaca tu... ¡Saca tu dedo!
—Aún no has aceptado ser mío, Luke.
—Pe... Pero... sabes que... ¡Oh! por la grandísima virgen, sácalo, quiero correrme, Joss ¡Quiero correrme! —Esperó un par de segundos y liberó la punta sensible, bombeando unas cuantas veces más. Solo eso bastó para que el bóxer y su mano se llenaran de aquel espeso líquido aperlado. Una larga y profunda corrida que llenó de espasmos al más pequeño, haciéndolo gritar. Luke llevó sus manos a su rostro, cubriéndolo completamente. Meneó su cola y sacudió sus orejas, sin dejar de jadear, sintiéndose terriblemente mareado y cansado—. Soy tuyo. —Dijo después, separando un par de sus deditos para mirar, por entre ellos, el rostro de Joss—. Soy tuyo. Soy tuyo desde el primer día que te vi, Joss.
Después de esas palabras, Luke ya tenía los labios del mayor sobre los suyos nuevamente.
Ronroneando, lo rodeó con sus brazos y enredó sus dedos en su nuca para profundizar aquel contacto. El minino entonces entendió lo que sintió desde la primera vez que vio al pelinegro, comprendía todo lo que sentía en ese momento y todo lo que sentiría con el pasar de los días, pero Joss no tenía que enterarse de ello aún, no, decirlo era demasiado para su orgullo felino inquebrantable.
𝕰𝖛𝖎𝖎𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ
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