Visión

—¡¿Me escuchás?! ¡¡¡No soy Neko!!!

Recobrada la consciencia y asimilado dónde se encuentra, pero con el corazón martillando, Robert continúa sumido en una discusión con la extraña mujer. Intentó huir, pero el misterioso y blanquecino bosque de Saled, lo trajo de regreso al antiguo castillo.

Aunque asustado, puede más la exasperación ante esa sonrisa siniestra y extraños planes de quien le acompaña.

—Neko, ya es tiempo —afirma la mujer y Robert niega desesperado.

—¡Qué no soy yo! Soy Robert, modelo, tengo veintitrés... —Se jala el cabello y luego enseña el tembloroso puño derecho a la mujer—. ¿Ves esa sortija? Dice afortunado en chino y creeme que lo soy porque me voy a casar con el rulo, ¡pero vos tenés que devolverme a casa!

—Estás en casa, Neko...

Enojado, da la espalda a la mujer que habla sobre exterminar a la Orden de la Divina Cruz. Fija la mirada en el fuego de la chimenea cuyo calor no consigue calmar al trepidar de su cuerpo; cierra los ojos y un pensamiento le asalta: «Rulo».

—Necesitamos las gemas.

—¿Me liberarás si te ayudo? —pregunta dudoso, apenas voltea un poco para contemplarla, su gesto perverso le eriza la piel.

—Por supuesto, serás libre, Neko. Acércate.

Temeroso, Robert accede al llamado. Un movimiento de mano basta para que el burbujeante líquido se convierta en espejo. Tiembla al ver el reflejo junto él; esos ojos bicolores, atentos a los suyos, le estremecen.

La mujer le toma una mano al joven y procede a hundirla en el caldero. El ardor amenaza con derribarlo, pero una extraña escena aparece: en algún lugar del bosque, sobre una piscina de huesos, se alza una ancestral y espeluznante figura.

Robert intenta apartarse, pero la mujer se lo impide, necesitan la conexión para conocer el paradero de las gemas. Una lengua como larga serpiente se extiende y deja al descubierto varias piedras brillantes: un óvalo rojo, diamante dorado, círculo verde, triángulo naranja; pero al llegar a la punta, aparece una mano, porta un anillo dorado similar al suyo y se apropia del corazón azul. La imagen se desvanece cuando el intenso dolor le hace perder la consciencia.

«El corazón del Averno»


Cuatro escoltas siguieron a Uriel al interior del gran salón donde el líder de la Orden esperaba ansioso por conocer dónde fue hallada la joven. Una voz detrás anunció la entrada y luego del último trago se giró en silencio para estudiarla.

Uriel contempló al hombre con recelo y una mueca casi de asco apareció en su rostro ante el crucifijo colgando desde el cuello ajeno.

—¿Incomoda ante la cruz de nuestro señor? ¿Dónde estabas, Uriel? —preguntó el hombre con severidad, pero un completo silencio llenó el salón. Dio un paso al frente en actitud amenazante y antes de castigar, fue sorprendido por la respuesta:

—La siguiente luna nueva.



*********

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top