Locura temporal

Antes de la revolución del pensamiento científico, proliferaron en la sociedad muchas teorías sobre nuestra concepción del universo, el conocimiento se basaba en lo que podíamos concluir reflexivamente en base de nuestra observación del entorno, así se llegaron a postulados empíricos que ahora nos parecen ridículos, por ejemplo que la tierra es plana, o que la misma es el centro del universo, pero no se deben culpar a los antiguos seres humanos por creer algo así, después de todo, la información que recibimos a través de los sentidos es el entendimiento más próximo e íntimo, porque forma parte de la propia experiencia, y es bien sabido que se aprende mejor sobre algo, si nos relacionamos con ello directamente.

La raza humana siempre a tratado de descifrar la realidad, fascinado por las respuestas que aún se desconocen, sin embargo, ocurre que cuando nos acontece algo sin igual, que desenfoca nuestra inteligencia, que pone a prueba la capacidad intelectual de raciocinio, nos podemos perder en la locura, preguntas relacionadas a "¿por qué?, ¿cuándo?, ¿cómo es posible?", nos atormentan hasta lo más profundo del alma, es incuso posible, que nos veamos afectados a nivel físico, y el cuerpo comience a segregar sustancias químicas que cambian el ritmo cardíaco, estimulan la sudoración de la piel, dilatan las pupilas, entreabren los labios, la temperatura aumenta, y el deseo frenético de huir aparece.

Y es entonces, donde nos damos cuenta, que no todo en esta vida podrá ser explicado ni comprendido, y es cuando las riendas son tomadas por la intuición, o románticamente hablando, por el corazón, lo malo de todo eso, es que los sentimientos son más difíciles de dominar, y puede que las reacciones no sean las más prudentes.

Cuando esa descarga de adrenalina llena tu pecho y te ves envuelto en el más encendido de los sonrojos, tal y como pasa en un encuentro, sientes la más inverosímil jugarreta del destino, las veces que Milo y Camus se vieron a través de las naciones y los continentes, era algo que no se podía creer a la primera, y ambos se preguntaron si quizás estaban soñando, y el exterior ya no estuvo más, ambos se sumergieron en una burbuja de tensión, al haberse reconocido a miles de kilómetros de sus tierras natales.

Los ojos azules del griego viajaron por cada centímetro de ese angelical rostro, y prestó especial atención a sus labios que temblaban ligeramente, lo único que ocasionaron los años fue hacerlo más perfecto de lo que lo recordaba, sin dudar lo habría comparado con una pintura renacentista, y se maravilló al notar lo largo que estaba su cabello, le llegaba casi hasta la cadera, y de repente, un espacio pervertido de su mente que ya no era para nada infantil, se imaginó tomándolo esas hebras aquamarinas, mientras lo aprisionaba con su cuerpo contra la pared color verde menta de ese corredor, y comprobar por sí mismo si la delicada piel que se alcanzaba a ver en esa camisa azul marino entreabierta era tan suave como aparentaba.

¡Necesitaba con urgencia comprobar que no era víctima de locura temporal!, escucharlo para saber que era real, pero cuando estuvo a punto de pronunciar alguna palabra, Camus que aún conservaba en su rostro la expresión de la confusión misma, se adentró lo más rápido que pudo a su departamento, el sonido seco de la puerta cerrándose de golpe despertó a Milo, que se quedó viendo el lugar por el cual su amor platónico había vuelto a desaparecer, su interior estaba hirviendo en un mar de sensaciones que lo dejó aturdido sin saber qué pensar, sus pies se movieron solos y fue directo a su habitación que todavía tenía un sin fin de cajas y maletas sin ordenar, agradeció a Athena que su cama estuviera lista para dejarse caer en ella, tomó su almohada y la sostuvo en un fuerte abrazo para liberar un poco de energía, una sola frase resumía todo lo que acababa de pasar, y la dejó salir de su viva voz en un susurro:

-¿Él aquí?, tal vez mi salud mental corra peligro...

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Del otro lado del corredor, atravesando la entrada del departamento 8-B Camus estaba recargado en la puerta de acero que le calaba por el frío que sentía en la espalda, con trabajo enfocaba los muebles en color negro ébano y las velas aromáticas que adornaban la mesa del comedor y de centro de la sala, los cuadros de Van Gogh que colgaban en una de las paredes se notaban extraños, "La noche estrellada" en todos sus matices de amarillo, estaba a punto de moverse en su desenfocada visión, se dejó caer, resbalando su cuerpo hasta que quedó sentado en el piso de alfombra color verde olivo, parpadeó un par de veces, y emitió un ahogado suspiro, trató de recordar cuándo fue la última vez que vio a ese chico, y estaba seguro que había sido en Francia, ¡En Francia!, ¿cuántas probabilidades habían de encontrarlo al otro lado del océano Atlántico?, enrojeció sin remedio al ritmo de los frenéticos latidos de su corazón, entrecerró los ojos al revivir en sus redes neuronales a la masculina esencia que pudo captar de él hace un instante, estaba en el esplendor de la juventud de alguien que estaba próximo a cumplir los 18 años, y creyó sin temor a dudas que era el hombre más sensual de todo Nueva York.

Jamás, en todo este tiempo tuvo tan cerca esa ilusión, y le asustaba más que nunca el verlo como una potencial realidad, sólo estaba a unos cuantos pasos, si fuera un poco más valiente iría, se presentaría, y por fin sabría su nombre, conocería sus gestos, su sonrisa, pero no, esa no era su forma de ser, y hasta ahora tenía la firme convicción de que ese frenesí emocional se había dormido para siempre.

El joven francés llegó un año antes a la ciudad estadounidense para prepararse de lleno para estudiar en el ramo de la literatura y las artes, la Universidad de Columbia era su gran oportunidad, y gracias a su buena relación las autoridades educativas, era un alumno prestigiado y respetado, a pesar de cursar solamente el primer semestre, no sabía si sería capaz de desencajar su estatus por sus impulsos hormonales que todo chico tenía, ese no era el mejor momento para tener semejante tentación cruzando el corredor, pero... esos ojos, esos brazos..., era un tonto, un tonto que necesitaba respuestas.

Se levantó con pereza, sacudiendo el inexistente polvo de sus jeans negros y sus botas cafés, sabía de ante mano quién era el que acomodaba a los estudiantes en los departamentos, y poseía toda la información de los inquilinos, para su suerte, su compañero de piso Shaka tenía el contacto preciso, su tío era el rector de la universidad, y le había encargado especialmente coordinar el orden de su propio edificio, básicamente él controló esas nuevas mudanzas.

Sin la intención de sonar desesperado, tocó en su dormitorio con tres suaves golpes en la madera, no era tan tarde para que su amigo rubio estuviera dormido, pero si se estaba arriesgando a que se encontrara en una de sus meditaciones, o bien diseñando uno de sus planos para sus proyectos de arquitectura, no sucedió ni una ni otra cosa, Shaka dijo un tenue adelante, Camus sintió su mirada curiosa viajar desde su lugar en la cama hasta él.

-Camus, son las 10:10 de la noche, pensé que llegarías directo a tomar tus acostumbrados tés de manzanilla.

-Me demoré con Surt...

-Ah si, Surt, sabes, somos amigos desde que llegaste aquí, te conozco, nunca pensé que decidirías...

-No quiero hablar de eso ahora, me surgió una duda, muy pequeña.

-¿Dudas para el alumno prodigio?

El aquamarina no quería tocar el tema de su incipiente relación amorosa que apenas hace un rato había iniciado, Surt le insistió en ser algo más que amigos desde que pisó tierras neoyorquinas, y la verdad es que todavía no se sentía seguro con eso, y menos aún con semejante Dios griego viviendo tan cerca, lo desestabilizaría con tan sólo acercarse a él, rezaba porque sólo estuviera de visita, que no fuera realmente su vecino.

-Ya... tú también eres uno de los orgullos de la escuela, y no te molesto con eso, lo que quiero saber es... ¿por fin quién se quedó a vivir en el departamento de frente?

-No lo sé.

-¿Cómo que no lo sabes?, tú acomodaste todos los departamentos y a sus inquilinos...

La pregunta de Camus era acusadora, a veces Shaka disfrutaba con ser esquivo, o simplemente optar por no dar información para probar su paciencia, sin embargo, todo indicaba que esta vez decía la verdad, porque no lo estaba mirando de reojo con un tono de ligera burla, simplemente dejó el libro que leía a un lado y lo invitó a sentarse junto con él.

-No a todos, Yuzuriha insistió en que quería acomodar a alguien junto a mi para poder verlo, me parece que es uno de sus compañeros de clase, pero no lo conozco.

-Le permites muchas cosas a tu prima, ¿no será por su familiar Mu?

-Mu es primo de ella, él y yo no somos nada...

-Exacto Shaka, no son nada, me preocupas.

-Yo sé lo que hago.

-Si tú lo dices... igual no te has salvado de mis sermones, sólo quiero saber con quién vamos a tener que convivir el resto del ciclo escolar.

-Déjame preguntarle a la culpable de esto.

La llamada de Shaka a Yuzuriha fue de lo más gracioso que vio Camus en mucho tiempo, se notaba a leguas que su prima, a pesar de ser muy parecida físicamente a él, con cabello largo, lacio, rubio, piel nívea y ojos de un particular color claro, era muy distinta en el interior, su compañero era tranquilo, serio, sarcástico, y muy profesional, en cambio ella era extrovertida, con una activa vida social, y en cierto punto un poco agresiva, por lo que sus conversaciones siempre eran explosivas, la voz femenina se oía en toda la estancia, a pesar de que Shaka no la tenía en altavoz.

-"Yuzuriha, deja de jugar conmigo, dime los nombres de los inquilinos que me pusiste por vecinos."

-"Shaka, mi tío Asmita te dio vinagre en lugar de leche cuando eras niño, así no le hablas a una dama."

-"Y Shion te dio drogas, ya dime."

-"Está bien, te puse a dos bombones irresistibles, uno es mío, te lo advierto, lo he visto por la facultad y te lo puse cerca para tener un pretexto para hablarle, ese es Aioria, y el otro es un extranjero que llegó hace un mes, Afrodita dice que es guapísimo, se llama... mmm... Milo, para que estés más tranquilo, te mando sus fotos por whatsapp, ¿te saludo a Mu?, es broma no me mates, deberías buscarte otro amor."

Yuzuriha colgó la llamada, como le era costumbre sin despedirse, Shaka miraba molesto la pantalla de su celular, su prima realmente era un caso de niña consentida con complejo de rebelde, Camus estaba ansioso, e intentaba disimular, por suerte su amigo no era el más observador en el caso de relaciones interpersonales.

El momento llegó, y la conversación de mensajes de texto fue visible para ambos, las fotografías tardaron dos segundos en cargarse, y sin quererlo, los dos hombres en esa habitación se sonrojaron, Shaka por primera vez, y Camus por segunda, cada uno enfocó sus atenciones en un castaño sonriente de ojos verdes, y el interesante hombre de cabello azulado con perfil sensual, convivir con ellos sería toda una aventura si querían conservar su integridad, y más importante, su dignidad, el galo requería urgentemente hacer una visita extraordinaria a la Señorita Saori, parecía que ahora tendría algo mucho más interesante que contarle en su sesión de terapia.

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El único que pasó una noche agradable en esos departamentos fue Aioria, que terminando de bañarse se puso en contacto con Aioros para decirle que Milo y él estaban bien, durmiendo profundamente después de poner su alarma para asistir puntualmente a clases ese viernes, el semestre había iniciado oficialmente, y a pesar de dedicarse con mucho ahínco en sus estudios, su amigo griego y él se hacían el espacio suficiente para tener aunque sea una salida de vida social a la semana, y esa noche era su velada.

Ambos compañeros al regresar de sus respectivas facultades, se encontraron en el lobby para subir y terminar de una vez por todas de desempacar y poner su hogar en orden, aunque Milo estaba un poco ausente, ya que no prestaba la suficiente atención a la charla que Aioria estaba dirigiendo.

-¡Hey!, ¿bicho, me estás escuchando?

-Aioria, ¿en la mañana no viste a los vecinos?, ¿de casualidad?

-¡Cierto!, ah, no.

-Gato pulgoso, no sirves para nada...

-¿Tú si los viste?

-A uno...

-¿Y tu interés es por que...?

-Tal vez ponga a trabajar a mi encanto.

-¡No pierdes el tiempo!, tal vez y tu persona especial se aparezca hoy en el club nocturno como bienvenida definitiva de la universidad, todo mundo irá, menos nosotros si no acomodamos el desastre del departamento.

El sonido de las puertas metálicas del asensor dio por terminada la conversación, que se tornó en una competencia de carreras por llegar al 8-A, tanto el castaño como el peliazul iban jugándose bromas para retrasar a su compañero, un jalón de cabello, un puntapié, un empujón de espalda, y Aioria quedó tumbado en el suelo mientras Milo reía como loco y entraba primero al departamento, el ojiverde se daba un pequeño masaje en la cabeza mientras maldecía a su amigo en voz baja, la verdad es que si le había dolido ese golpe, tanto, que tenía la vista nublada, pero de pronto, la imagen de alguien con hermosos cabellos dorados lo dejó sin aliento, la persona en cuestión lo miró con sus penetrantes orbes azules, no le dijo ni una sola palabra, y sólo lo ayudó a levantarse, lo acomodó de pie en una pared y se fue.

-Esa debe ser la chica más hermosa que haya visto jamás...

Tal vez no era tan malo que se hubiera quedado un momento más en el corredor, si eso le hizo posible cruzarse con semejante belleza, pasado un corto momento, en el que solamente vio la larga cabellera rubia alejarse de espaldas, y se sintió mejor, entró a su hogar, con una sonrisa que no se le podía borrar, y menos cuando observó que Milo ya estaba avanzando en sacar los adornos en tono plateado que le daba un toque elegante y masculino a su sala de estar, iban a terminar pronto.

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El consultorio de Saori estaba impregnado por su delicado perfume a rosas, combinado con el vapor que desprendía su té de azares, anotaba con cuidado en su cuaderno los detalles más importantes de la sesión que Camus le solicitó con tanta urgencia, no podía negar que estaba sorprendida, puesto que normalmente lo veía los miércoles a las 6 de la tarde, y la última vez solamente compartieron sobre literatura de la corriente del romanticismo, además el joven siempre serio y formal, tenía un tinte de preocupación en su perfecto rostro, no era mucho, se podría decir que era casi imperceptible para los demás, pero no para ella, esperó a que el muchacho se colocara cómodamente en el diván de piel con tono terracota, para escuchar lo que tenía que decir.

-Camus, ¿qué te sucedió para que volvieras tan pronto?

-Señorita... ¿usted cree en el destino?

Esa pregunta... ya era la segunda vez que se la hacían, y más concretamente, al primera vez fue la tarde anterior en boca de Milo, la linda y sagaz Psicóloga no quiso atar cabos tan pronto, pero le fue imposible no comenzar a sospechar algo, así que esperó pacientemente a que el francés le relatara más de aquello que le atormentaba.

-¿Podrías explicarte más?

-Verá... siempre he tenido una vida bastante ordenada, mi padre Dégel me acercó desde muy pequeño al arte, y siempre quiso en especial que aprendiera sobre la cultura griega que le fascinaba en particular, las razones del por qué lo deseaba con tanto empeño las desconozco, pero gracias a que a los 7 años me llevó a un museo en Atenas, fue que viví algo indescriptible, ahí vi por primera vez a alguien que me he cruzado en tres naciones diferentes, incluida esta, Grecia, Francia, Estados Unidos, creo que estoy enloqueciendo, o no sé si me estoy imaginando si es la misma persona...


Flash back...


La elegante y siempre romántica ciudad de las luces estaba más bella que nunca, París relucía en el verano donde era todavía más atractiva para invocar al amor, la brisa tibia de la tarde despeinaba con elegante desdén a los que osaban llevar su cabellera suelta, era como si el ambiente mismo de la ciudad te convirtiera en su amante, al acariciarte con el viento y hacerte suyo por un momento.

Camus ya estaba acostumbrado, por lo que en su mochila siempre cargaba un listón de color negro para hacerse una coleta alta en esas situaciones de emergencia, iba de camino a la biblioteca para buscar unos ejemplares de literatura medieval que disfrutaría después de hacer sus tareas de segundo de secundaria, muchos le dirían que esa no era una actividad recreativa para un adolescente de apenas 13 años, pero a él le bastaba, le llenaba y le despertaba pensamientos profundos que lo llevaban a un estado exquisito de reflexión, así era él, gustaba mucho de disfrutar de sus procesos mentales.

Sin embargo, esperando la luz que le daría el paso para cruzar una avenida junto con otros peatones, algo pasó, o mejor dicho, alguien, quizá fueron cinco segundos, o tal vez diez, o bien podrían haber sido toda una eternidad, el tiempo no fue lo importante, si no lo que sintió al cruzar profundamente una mirada con el ocupante del asiento trasero de una motocicleta que se quitó el casco por un momento, desde lo más profundo de su ser, presintió que esa no era la primera vez que coincidían, lo recordaba perfectamente con el cabello cubriendo parcialmente su cara, con las mejillas y nariz rojizas por el roce con el aire, además del ligero jadeo que ambos expresaron de sus gargantas al experimentar por primera vez ese cosquilleo que se ubica en el estómago cuando ves fijamente a la persona que te gusta.

La motocicleta arrancó, ni siquiera se fijó en quién era el conductor, solamente pudo concentrarse en el perfecto chico que estaba atrás, sus ojos azules ya eran inolvidables, al igual como cuando los vio en el museo cuando era niño.


Fin del flash back...


-Después de eso, lo vi un par de veces más, la verdad es que no sé si se acuerda de mi, o si es el mismo, o si mi mente me juega bromas, haciéndome ver el mismo rostro en diferentes personas, sólo sé que no lo puedo sacar de mi mente, ¿estoy demente?

-No lo creo Camus, y si lo estás es sólo temporal.

-Señorita Saori, creo que nunca estuve más asustado de tener tan cerca algo que siempre quise.

-¿Por qué?, a veces es necesario enfrentar aquello que nos genera mucho, ya sea bueno o malo.

-Porque ahora no es el momento...

-Tú decides cuándo es tu momento querido. Anda tu sesión terminó, pero nos veremos pronto para que me platiques un poco más de lo que te atormenta.

-Muchas gracias por escucharme, con su permiso, me retiro.

Camus era un caballero en toda la extensión de la palabra, de eso no había duda, ya que se despidió de su terapeuta con una reverencia y un suave beso en el dorso de su mano, sus elegantes modales franceses le daban un toque distinto a los muchachos comunes, Saori veía en él a un potencial artístico enorme, y se rió consigo misma mientras terminaba de beber su té que ya estaba más tibio que caliente, al pensar lo que les esperaba a los que ya eran sus pacientes favoritos, era como enfrentar fuego con hielo, y si esos dos elementos se unían lo que podían provocar era algo sumamente ardiente, ¿qué pensarían Milo y Camus si supieran que se han estado buscando durante tanto tiempo, sin saberlo?, le encantaba la idea de que ella sería la primera en enterarse, ya ni siquiera tenían que pagarle, ese trabajo era mucho mejor que la más tierna de las novelas literarias.




















Continuará....











Comentarios: ¡Hola! amados lectores que tienen la bondad de darme una oportunidad con esta historia, les agradezco bastante a las personitas que me dieron su opinión en el capítulo pasado, fueron muy amables y me motivaron bastante, son grandiosos, aquí tenemos el segundo capítulo, ya tengo muchísimas ideas en mi cabeza, y quisiera que la trama avanzara rápido para que se enteraran jeje, pero me di cuenta que me gusta ser detallista para que se entienda muy bien por qué mis personajes hacen lo que hacen, y por qué se enamoran, gracias por su paciencia, y les prometo que estos amores van lentos pero seguros, ya verán cuando las cosas estén dispuestas para que vuelen chispas jajaja





Nos leemos pronto... Yare.

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