Fotografías

Nota: La canción de Goo Goo Dolls que está en la portada, es la que sirvió de inspiración para éste capítulo, y es la que mencionan los personajes a lo largo del mismo, por si gustas escucharla para ambientar tu lectura.


Lo dijo una vez, y lo seguía sosteniendo, la vida contaba con fragmentos de momentos que te marcan para siempre, instantes que te forman, te rehacen, te convierten..., ese era uno de ellos, y era maravilloso notar cómo una acción tan simple, se trasfiguraba en algo fantástico. Desde la noche anterior, donde volvió a tener la dicha de ir al cielo por un toque de Milo, hasta esa tarde, en la que disfrutaba de un café charlando con sus amigos en el comedor de su casa, sentía que su existencia ya no sería la misma, enmarcó en su mente esa sensación que amaba con todas sus fuerzas, los besos, las caricias, los desbocados latidos de su corazón, todo volvió en un abrir y cerrar de ojos, si tenía que agradecerle al destino lo haría, con tal de guardar esas fotografías que perdurarían hasta el final de su existencia, con un protagonista en cada una de ellas, el amor por su querido heleno emanando rayos de esperanza y ganas de continuar a su lado.

Sonrió discretamente distrayendo su atención de la plática de Afrodita sobre los hermosos paisajes de Ginebra, porque él tenía su propio paraíso para observar por largos años, un poco más allá, recostado en un sillón estaba su querido Scarlet, descansando su cabeza en uno de los cojines de color negro, el contraste de colores hacía relucir su varonil rostro, pero lo que más le enternecía de esa escena era el tierno abrazo que Milo le daba a Hyoga, con el sueño relajando las facciones de ambos, tomó nota interna, y entendió que ese cuadro era uno de los que recordaría para siempre, aquellos que dicen que es fácil prescindir de una persona, seguramente no se habían enamorado como él, y una cosa era segura, Camus Boissieu era sumamente sincero en sus sentimientos, y Milo estaba encarnado hasta lo más profundo en cada uno de ellos.

Seguramente su rostro delató todo lo que estaba reflexionando, porque Shaka le dio un pequeño codazo para que despertara de su ensoñación, parpadeó un par de veces y descubrió una tenue burla en las caras de Dita y Yuzuriha, un violento sonrojo lo atacó de repente, era obvio que ya no era tan bueno en esconder sus emociones, sin embargo, no se avergonzó (tanto), como en el pasado, y creyó fielmente que eso era una gran enseñanza que le había regalado el estar cerca de su amado griego, apasionarse por lo que se anhela, es un acto valiente que distingue a la raza humana, porque, después de todo ¿Qué tan larga es la caminata de un hombre por el mundo?, un suspiro... un destello de luz que se enciende y se va, por eso, pensaba que de ahora en adelante aprovecharía cada fulgor de felicidad. Resignado a verse descubierto, incitó a sus dos compañeros a que le hicieran las preguntas que seguramente se morían de ganas por dejar salir de sus pechos.

-Tu casa es tan bonita Cammie, me imagino que el tener a Milo aquí le da un plus a tu decoración postmoderna.

-Ya pregunta Dita, no me molesta.- Camus recargó su mejilla en la palma de su mano, después de dejar su taza de café en la mesa y cruzar recatadamente sus piernas, de todas formas sabía que no se iba a librar de esa charla, además, rememorar en privado o en público su anterior noche con Milo, le provocaba un incendio que no sería fácil de apagar.

-¿Seguirán juntos?, ¿lo perdonaste?, ¿eres feliz?

-¿Qué clase de preguntas son esas Dita?, haz que te diga cosas más interesantes, ¿sigue siendo tan bueno en el sexo como antes?, porque con respeto hacia ti por supuesto, Milo se puso más guapo que nunca, además míralo, está exhausto, y tú también tienes un semblante de no haber dormido mucho.- Yuzuriha entrecerró los ojos, buscando que Camus contestara a cada una de sus dudas, mientras el francés ya no podía calmar el sonrojo de sus mejillas, ¡se retractaba!, lo más conveniente era que mantuviera ciertas cosas en privado si no quería morir de un ataque cardiaco producto de su vergüenza.

-¡Yuzuriha!, ¡no seas tan ordinaria!- Shaka, como siempre buscaba apaciguar el ánimo de su prima, sin éxito claro.

-Ya..., les diré algunas cosas, ¡pero no todas!, si Dita, seguiremos juntos, al menos eso es lo que yo quiero, y ayer acordamos con Milo que hoy hablaríamos del asunto, sin embargo saben que vinimos directo a socorrer a Aioria y Shaka, jugó con Hyoga hasta después de la comida, y ahí tienen el resultado, me sorprende que no quisiera ir con Aioros y compañía a tomar una copa al bar. Referente a lo otro, nos perdonamos, los dos cometimos errores, de los cuales ya aprendimos, y seré feliz con él a mi lado, y....

Ahí Dita y Yuzu abrieron más sus párpados, inspeccionándolo atentamente, querían detalles íntimos, esa era su naturaleza, el único que mantenía su semblante sereno era Shaka, claro que tampoco le decía que no hablara, seguramente también tenía curiosidad.

-Y..., bueno..., agg Milo tiene talento para muchas cosas, y es como se ve...

-¿Qué?, no entiendo Cammie.

-Si Dita, que Milo, mmm, bueno, Milo es perfecto, perfecto para mi.

-¡Aaaahhhhhhhhh!

Shaka y Camus tuvieron que taparse los oídos por los gritos emocionados de los otros dos miembros efusivos de esa reunión, el francés quiso disfrazar lo mejor que pudo sus palabras, y trató de pronunciarlas lo más elegante posible, lo cual en una forma más sencilla era: "Milo es un Dios del sexo, que mínimo te regala unos tres orgasmos en cada sesión, una vez me hizo tener cinco", ¡por Athena! nunca les diría eso tan textualmente, lamentablemente para él, esa dupla era especialista en leer entre líneas y lo entendieron a la perfección, Camus quiso esconderse bajo la mesa, lo cual era imposible, y sólo se conformó con esconder su rostro en sus manos hasta que la temperatura de su cuerpo disminuyera, Dita con lágrimas en los ojos, parte de dicha por sus amigos, y parte de diversión, quiso aligerar el ambiente, porque según él, había otra personita que no les contó la razón de su aspecto tan lozano, diferente y juvenil.

-Está bien, jajajajaja dejemos de torturar a nuestro galo favorito, ya puedes levantar el rostro querido Cam, ahora tú mi muy querida rubia, nos tienes que contar por qué te ves tan contenta, ésta mañana te busqué en tu habitación para ir a desayunar y tardaste mucho en abrirme, ¡habla!

-¿Qué?, no, no no, y no, no tengo nada que decir, yo..., Shaka..., ¡no hice nada!

Shaka abrió sus ojos, era cierto que compartía muchísima información con su prima, pero pensaba que al final se había acobardado con respecto a Kanon, arqueó una ceja en señal acusatoria, mientras Yuzuriha se ponía más roja que su labial, todo por culpa de Dita que se veía más malévolo que nunca.

-Digamos que... tengo un novio.

La mente de la chica voló unas horas atrás, y como si fuera un sueño, revivió la forma tan tierna en la que Kanon le hizo el amor, tomando sus manos, entrelazando sus dedos, mirándola a los ojos, pasando besos por sus brazos y la cara interna de sus piernas, las estocadas suaves buscando internarse cada vez más en ella, los besos profundos, los orgasmos intensos, y los abrazos posesivos a su cintura, la voz masculina y grave que no dejó de repetir en toda la noche lo mucho que le gustaba, que la quería para siempre, además de la calidez de su piel, y la expresión sincera que le dijo sin palabras que todo lo sucedido había sido real.

Gracias a la transparencia de sus acciones, delatarse fue mucho más sencillo para ella que para Camus, y en ese momento todos supieron lo que hizo con el menor de los gemelos, para su fortuna, el único que se puso eufórico fue Dita, ya que como era de esperarse, Shaka y Cam le dieron su espacio, expresándole de manera sencilla que estaban felices por ella.

-Lo único que nos queda es que Kanon hable con mi papá... ¡ahí si me voy a morir!, saben lo neurótico que es, lo va a destruir con sus comentarios y preguntas, ¿y si me separa de él?, si no me apoyo con mi papá Dohko van a tener que enterrarme en el cementerio más cercano, o buscarme en el convento próximo.

-No seas tan dramática prima..., si de algo sirve yo puedo hablar previamente con Shion, de cualquier forma, despreciará a cada candidato que le presentes, todavía no olvido cuando nos obligaba a Mu y a mi a espantarte los pretendientes, si supiera cuántos novios has tenido ya, seguro lo mandas al hospital.

Las risas aunque fuertes, siguieron sin despertar a Milo y a Hyoga, Camus disfrutó cada instante, como la cara espantada y azulada de Shaka cuando le sacaron a la fuerza que sus relaciones íntimas con Aioria eran versátiles, y también cuando Afrodita les contó que Shura le declaró su amor cuando apareció en su puerta hace años, empapado hasta los zapatos en una noche lluviosa.

-Saben, recuerdo que eran las 11 de la noche, y yo estaba terminando una tarea muy importante en sábado, imagínense, ni siquiera pude salir ese fin de semana, Shura comentó que no podía esperar hasta el lunes para verme en el centro botánico, su abrazo me caló hasta el alma, desde que lo conocí vi que su amor no correspondido lo lastimaba, yo quería sanarlo, cuidarlo, y al final resultó que el que me protegió fue él, no olvido su cabello mojado, ni su respiración agitada, ni su desesperado aliento, soy cursi, lo sé, pero Shuri... no sé, lo que siento por él quedará grabado para siempre en mi, como una fotografía...

Como pocas veces, Afrodita hablaba sin tono de ironía, para Camus, esa conversación supuso un chispazo que encendió pólvora altamente explosiva, que lo incitaba a escribir, todos tenían una historia que contar, cada ser en ese planeta poseía una inspiración, y si no era así, compadecía a la pobre criatura que viviera sin pasiones, y se sentía tan afortunado de tener la suya tan cerca, su hogar no era esa casa, era Hyoga, era Milo, y todo lo que él pudiera ofrecerle.

Cuando sus amigos se fueron, un dejo de nostalgia quedó en su corazón, los días en los que habían acordado estar en Ginebra terminarían en la mañana siguiente, eso quería decir que Milo también debía volver de donde quiera que haya venido, porque curiosamente, no le preguntó qué fue lo que estuvo haciendo todo ese tiempo, con cuidado, se llevó a Hyoga a su habitación para que se aseara y preparara para la cena, por lo que aprovechó esos aproximados 30 minutos para iniciar esa charla pendiente con Milo. Estaba por bajar por las escaleras, cuando el peliazul lo tomó por detrás en un fuerte abrazo, sus labios ardientes se deslizaban con sensualidad por su cuello, y su voz suave le provocó escalofríos.

-Hoy volveré a estar contigo, a repetirte cuánto te necesito, a llenarme de ti...

-Milo...

-Te conozco para saber que tienes algunas dudas todavía, y antes de que saques cualquier conjetura, te repito que yo no quiero separarme de ti jamás, se supone que también debería irme a Japón a aceptar el trabajo que me ofrecen en la planta de "Toyota", pero...

-Pero...

Camus aflojó el agarre de las manos de Milo con suavidad, sólo para girarse y poner las palmas de sus manos acariciando el suéter negro de su amor, esperando con nerviosismo lo que él tenía que decirle, esperaba que ese "pero" no se convirtiera en un "pero no puedo irme con tranquilidad si no estamos bien", o "pero no quiero que me digas que no me vaya", "pero no quiero hacerte sentir mal por mi decisión", prefería prepararse para lo peor como método de defensa natural, sin embargo, el que Milo pasara sus brazos alrededor de su cintura y lo acariciara con paciencia y devoción de su cabello le hizo soltar unas cuantas lágrimas, lo quería demasiado como para dejarlo ir otra vez.

-Pero no quiero..., mi hogar, mi lugar en éste mundo es donde tú estés Cammie...

-Milo... ¿y si volvemos a Nueva York?

Fue el turno de Milo para sorprenderse, pensaba que su lindo galo no dejaría ese país que iba tan bien con su personalidad, además de que de ahí se desprendían sus contratos principales para sus futuras novelas con la editorial, ¿de nuevo en la Gran Manzana?, y de pronto, como si lo entendiera todo, y hablaran sin palabras, el heleno lo comprendió, su lugar si era el uno con el otro, pero todavía más importante era estar cerca de las personas que se habían convertido en su familia, recorrer de nuevo esas calles tomado de su mano, disfrutando de su perfume, del viento que remueve sus cabellos, del aroma del café de su cafetería favorita, besarse bajo los mismos árboles, elevar la mirada a los rascacielos mudos testigos de sus sentimientos, si... Nueva York parecía su sitio...

-Juntos, como familia... amaría volver, tú, yo, y nuestro Hyoga, te adoro Camus...

-Et je t'adore Milo.

-Me encanta que me hables en tu idioma, no hay algo de ti que me desagrade, hasta tu mal humor por las mañanas, la manera en la que frunces tus cejas, tus regaños, imagina cómo me gusta todo lo demás.

Más tarde, después de una merienda de hot cakes con miel y mantequilla, y una entrega llena de erotismo y sentimientos intensos, la pareja contemplaba las constelaciones en el cielo desde el balcón de la habitación de Camus, el tiempo parecía que no transcurría con normalidad, era como si se hubiera detenido, la manta que los cubría del invierno y su desnudez salvaguardaba más que sus cuerpos, el francés se acomodó en su sitio en las piernas de Milo, repartiendo besos lentos y suaves a sus labios, hacerle el amor era algo que ya no tenía la cordura para explicar, simplemente se dejaba llevar, y mecer en esa cálida sensación, en el diminuto espacio entre un beso y otro, Milo comenzó a cantarle en voz baja y cómplice a su aquamarina:

-"Y dejaría por siempre de acariciarte, porque sé que de alguna manera me sientes, tú eres lo más cerca del cielo que alguna vez estaré, y ahora mismo no quiero irme a casa. Y todo lo que puedo saborear es este momento..."

-"Y todo lo que puedo respirar es tu vida, y tarde o temprano se termina, yo simplemente no quiero echarte de menos esta noche."- Camus continuó con la canción, que reconoció al instante, porque era una de las muchísimas melodías que alguna vez compartieron en la intimidad de la habitación de uno de los dos, con el mismo tono privado, continuó con los labios muy cerca de los de Milo.

-Sabes mon amour..., muchas personas me dijeron que te buscara, pero en una cantidad mayor me incitaron a que te olvidara, y yo sencillamente no quise hacerlo, porque yo sabía que prefería haberte amado como lo hice, así fueran unos meses, a una vida entera con tu imagen en mis sueños sin poder tocarte, no me arrepiento, salvo por el tiempo que perdimos, prefiero estar contigo, así fuera a morir mañana.

-Lo mismo digo Cammie, desde que te vi la primera vez, no sé, mi instinto me dijo que eso era más que casualidad, sé que las personas ya no creen en amar a una sola persona, y yo las refuto, las condeno, porque me he enamorado de ti cada vez que te veo, te amo...

Era una promesa, un pacto, ¿Cómo decirle a la casualidad que terminó por ganar?, se transformó en el destino, en un por siempre, en un jamás te olvidaré, en evocar con cariño la inocencia del primer amor. A veces no sabes cuando ves de frente a alguien especial, pero existe una llama de la intuición que te obliga a girarte, a regresar la mirada, sostener tu atención, por lo menos una vez, y en ese momento ya nada más importa, las fotografías de su corazón pasaron una a una, su primer toque en el museo, sus labios titubeantes en aquel cruce en París, la desaparición de toda la gente en el aeropuerto para sólo anhelar al otro, después los metros de distancia en su edificio, que se convirtieron en suspiros, en un roce de labios, en la entrega física y su dedicatoria mutua en la música, todas las horas en las que se amaron por la madrugada, se conjugaron con las lágrimas, los malentendidos; Su pelea, y su sufrimiento también estuvieron ahí, y al final... volvieron para sanar sus heridas, y usar su sangre derramada para resucitar.

-Jamás te dejaré Milo, aún si yo muriera, mi espíritu volvería a ti, una y otra vez.

-En esta vida...

-Y en cada una que tenga la oportunidad de vivir...

-Regresaría a buscarte Camus.

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Nunca en su 41 años había viajado con esa frecuencia, y curiosamente se sentía más en casa que nunca, no importaba en qué parte del planeta se encontraran, siempre y cuando Kardia descansara en su lecho cada noche, su felicidad se completaba de manera maravillosa si sus dedos alcanzaban su rostro, bastaba con pasar sus manos por su espalda desnuda, y sentir contra su pecho los latidos de su corazón para saber que todo había valido la pena, soportar un amor secreto y anhelante que lo hundió en la tristeza al mismo tiempo que le recordó su esperanza por sentirlo otra vez. En sus brazos la madurez se esfumaba, volvía a su adolescencia cuando lo besaba y sin querer miraba la imagen de ambos a los 17 y 18, que se instalaba en la intimidad de su alcoba hasta el próximo amanecer.

Lo amaba, lo amaba tanto que a veces pensaba que el alma le iba a estallar, ¿Cómo explicar con la belleza de un artista, lo hermoso que era ver verde contra azul esparcido en una cama?, no estaba seguro si podría trasladar al idioma lo que sus sentimientos expresaban, no era suficiente, jamás lo sería, con cada despertar, quería más y más de ese griego, justo como esa noche en Mónaco, que lo contemplaba como si fuera la primera vez que lo veía, la sábana blanca que le tapaba hasta la cintura, dejaba al descubierto hermosos valles por los cuales amaría perderse y nunca regresar, repasó los lunares que ya se sabía de memoria, y las cicatrices de las cuales ya conocía sus historias, tocó con cautela la sensible zona de los labios, y se rindió doblegado por sus emociones, cuando de esa boca maravillosa salió un "Dégel" entre sueños...

¿Debería sentirse culpable por saberse el dueño absoluto de Kardia?, aunque lo torturaran para que así fuera, ni con el transcurrir de siglos lo haría, ¿Cómo renegar de algo que lo hacía absolutamente feliz?, no... no podría. Se aproximó para besar sus labios en un tibio y sutil toque, y después de susurrarle un "Je t'aime mon amour", se levantó del lecho para buscar una copa de vino. El sabor de las uvas rojas fermentadas ya no era el mismo, al igual que él, su esencia cambiaba con su estado de ánimo, lo que antes era amargo, ahora era tan dulce y embriagador que traspasaba su garganta, le inundaba la sangre, y lo mareaba de un adormecimiento parecido al efecto del alcohol.

-Dégel...

Sin verlo, recargado en la mesa con la copa a un lado, supo que Kardia no dormía esta vez, lo llamaba en un tono insinuante, como si le reclamara ya no estar con sus piernas enredadas en las suyas, con una sonrisa de lado, y el cabello cubriéndole media cara, lo encaró con una amabilidad en sus pupilas amatistas que sólo eran para su peliazul.

-Pensé que dormías...

-¿Cómo hacerlo si no estás a mi lado?

-Enseguida vuelvo contigo.

-¿O que te parece si mejor yo voy contigo?- Dégel se puso nervioso, el paso del tiempo no mermó ese efecto que el caballero Scarlet tenía en él, el contacto lo quemó, y su espalda se tensó al sentirlo, siempre era así...

-Kardia...

-Me siento tranquilo al saber que Milo no cometió el error de ser cobarde como yo, que te buscaba por todo el mundo, pero no insistía por miedo al rechazo...

-Y yo al tener la certeza de que Camus no se resignó a vivir en agonía como yo, Kardia... perdóname.

-¿Cuántas veces tengo que decirte que no tengo nada que perdonarte?, ¿Cuánto tengo que amarte para que entiendas que te esperaría por toda la eternidad?, aunque... hay algo que quiero confesarte...

-No me digas que tienes una familia secreta o una amante, porque te asesinaría ahora mismo...

A pesar de ser una simple jugarreta, Kardia supo que eso era una potencial verdad, y se sintió muy feliz por entrever celos por parte de Dégel, se sentía sumamente orgulloso de ser el culpable de hacer que el impecable caballero Boissieu bajara su careta de frialdad, con la mayor calma, le hizo su cabello verdoso a un lado y le mordió con cariño la zona expuesta de su cuello.

-No es eso amor, con Milo tengo todo lo que quiero como padre, lo que quiero decirte es... que tengo algo guardado desde hace mucho, y no te lo he mostrado, lo cargo conmigo como un mantra para repetir cada día.

La curiosidad de Dégel se extendió a niveles insospechados, y lo miró suspicaz cuando abrió un relicario de plata que siempre llevaba al cuello, hasta ese entonces pensó que se trataba de un dije o una medalla común y corriente, pero la imagen grabada de un escorpión en el centro, le hizo sospechar que tal vez era una herencia de familia, sus ojos se agrandaron al descubrir dentro, dos mini fotografías, una era de un Milo de unos meses de nacido quizá, y la otra...

-Kardia... ese...

-Ese eres tú...

-Pero... ha pasado tanto... pensé que ya no la tendrías...

-¿Cómo podría olvidar cuando me la regalaste?, nuestra primera noche juntos... te supliqué porque me la dieras cuando esculqué tu cartera, te confieso también que quise tirarla, romperla, y sacarte de aquí...- Kardia tomó la mano de Dégel para posarla en su pecho, y tomó aire para continuar.

-Supongo que ya te diste cuenta que me fue imposible..., con tu fotografía podía hacerte mío en mis pensamientos, en mis recuerdos, y ahora que estás aquí quise que supieras cuánto te adoro, Dégel, no te vayas otra vez, te necesito...

Dégel perdió el control de su cuerpo, sus brazos se movieron sin su consentimiento para estrechar a Kardia contra si, apretó fuerte y sin ceder, las lágrimas le mojaron el hombro a su amante, que acunó su cabeza con adoración.

-No llores más... por favor..., ¿sabes?, el que Shaina descubriera tu fotografía en mi relicario también fue motivo de nuestro divorcio, hasta en eso me hiciste un favor.- La risa masculina de Kardia y sus ironías no consiguieron quitar el romance al momento, Dégel se secó las lágrimas, y negó suavemente con la cabeza.

-Nuca vas a cambiar... pero está bien, no lo hagas, así te amo. Y... bueno, con Natassia fue diferente, mi semblante sombrío y deprimente fue suficiente prueba de mi infidelidad eterna, así que no me molestaría tener una fotografía tuya de adolescente para recordar toda la belleza que ya perdiste.

-¿Ya no te gusto?- Kardia a veces era igual que un niño, a eso se refería Dégel cuando sentía que a su lado sus años dejaban de importar.

- Era una broma, una de tantas que me debes, ¿y que si me gustas?, es mucho, mucho más que eso... "Y dejaría por siempre de acariciarte, porque sé que de alguna manera me sientes, tú eres lo más cerca del cielo que alguna vez estaré, y ahora mismo no quiero irme a casa.", Porque tú eres eso, mi hogar, el lugar al que siempre regresaré, te esperé, y lo haría de nuevo, todas las veces que fuera necesario.

Dégel alargó las palabras, e intercaló un beso entre cada una de ellas, no mentía, Kardia estaba tatuado con fuego en cada rincón de su cuerpo, lo recordaría para siempre, estaba unido a él por algo más fuerte que un sencillo te amo, con cada beso se desencadenaba una melodía hermosa entre los dos, y con la cadencia de sus rítmicos movimientos volvieron a su más dulce entrega, gimiendo en sintonía sus nombres como si se tratara de una plegaria a lo divino, entregándose por completo a la pasión, ya no había más distancia que los separara, los recuerdos lejanos dieron paso a nuevas experiencias, ya no existía un adiós, ni un olvido, sus corazones acortaron al máximo el espacio, sin dudas, se escucharon más de una vez.

















Continuará...








Comentarios: Niñas, capítulo chiquito pero con mucho amor, y les voy a hacer un adelanto, ya tengo el nombre de los siguientes y finales caps: "Diente de león" e "Hilo carmesí", pienso que se pueden imaginar a qué parejita se los voy a dedicar respectivamente jejeje, el epílogo aún no decido si lo haré aparte, o lo voy a incluir en el último capítulo, pero ya se enterarán, gracias por llegar hasta aquí y darme muchos ánimos para terminar otro fic largo, les mando un abrazo grande a todas, en especial a las que están por aquí desde "Mi amado Doctor", se merecen el cielo.


Nos leemos pronto, Yare.

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