11
Dos cosas se volvieron bastante frecuentes entre Mariam y su vecino, Luke.
Ella estaba convencida de que él había olvidado su nombre por constantemente referirse hacia ella como tonta desde el día en el que declaró no ser una perdedora - lo cual no cambió en nada considerando cómo ambos términos eran equivalentes en su libro. Ella debería estar ofendida de que él no se tomara las molestias en recodar su nombre pero el seudónimo parecía lleno de ocurrencia.
También estaba el distinto hecho de que ella lo vería varias veces y luego desaparecería en intervalos variados, aveces varios días y lo más largo hasta ahora había sido dos semanas - ¡no que ella estuviera guardando la cuenta! Lo que él decidía hacer en su tiempo libre era completamente su asunto.
Todo lo que Mariam podría saber, o suscitar en su extremada mente activa, era que él estaba involucrado en hazañas inmorales. Una parte de ella sabía, sin embargo, que no podría ser el caso.
Mariam se sentó en su cama con su cuaderno de bocetos, lápiz y residuos de borrador. Dibujar era un pasatiempo suyo, pero nadie lo sabía. Excepto sus padres, pero ellos estaban enteramente convencidos de que ella abandonaría su tonto interés por el arte una vez que haya entrado a la universidad. No era práctico, ellos decían. Ella dibuja sin importar.
Sus cejas se unieron mientras que levantó su lápiz del magullado papel.
El silencio era ensordecedor.
Entonces el repentino sonido del timbre resonó por todo el pequeño apartamento, sorprendiendo a Mariam. Suspiró, posando una mano en su pecho para tranquilizar sus acelerados latidos. Era probablemente su mesonero quien venía a pedir la renta del mes.
Deslizándose de su cama, Mariam se giró para abrir una gaveta y hurgar el interior en busca de un sobre. Caminando suavemente hacia la entrada, Mariam abrió la puerta.
La deslumbrante muchacha parada enfrente de ella no era su mesonero sin duda alguna. Tenía el cabello rosa brillante y estaba vestida todo de negro, desde su chaqueta de cuero hasta sus desteñidos jeans rotos y botas.
"Uh, hola." La muchacha saludó cortésmente, con una amable sonrisa.
Mariam la observó tontamente.
"Tú debes ser la vecina de Luke." Ella continuó, balanceándose incómodamente.
Mariam asentó.
"Soy Winona," la muchacha se introdujo. "Yo era uh, la novia de Luke."
Mariam parpadeó, de repente recordando el incidente de hace varias semanas. "Tú eres la chica... de antes."
El rostro de Winona descendió, sus ojos clavados en el suelo. "Sí..."
Se pararon ahí en un incómodo silencio.
"Lo siento." Ambas dijeron en unísono.
Mariam sintió sus mejillas enrojecer, mientras que Winona rió suavemente.
"Incómodo. Me estaba disculpando por nuestra pelea de la otra noche," Winona explicó.
"Yo uh, me refería a su e-estúpida chaqueta de hombre... Él me la prestó en una... forma cordial." Mariam rascó su mejilla, sintiéndose culpable. "Ni siquiera somos amigos..."
"No es tu culpa," Winona le aseguró. A Mariam le llamó la atención que Luke le había dicho las misma palabras antes. "¿Él es así, sabes? Puede que se vea intimidante al principio, pero Luke... Él es un buen tipo." Mariam puede discernir basada en la congenial forma que Winona habló acerca de Luke que todavía ella se preocupa por él.
"¿Entonces qué sucedió?" Mariam inquirió, sorprendida hacia su brusquedad. Ella deja que su curiosidad obtenga lo mejor de su persona. "Quiero decir, esa noche..." Winona suspiró y pasó una mano por su cabello rosa.
"Estoy pasando por algunos problemas personales que todavía tengo por superar, er... dejo que mi temperamento me allegue, supongo."
"Oh."
"Sí..." Winona alargó. "Oh, sí. Antes de que me olvide, toma." Sacando una llave de su chaqueta de cuero, Winona se la entregó. Mariam la sostuvo con su palma abierta, dudosa. "¿Podrías hacerme un favor y darle esto a Luke? Yo no... Bueno, realmente ya no la necesito."
Envolviendo sus dedos alrededor del frío metal, Mariam llevó su mano contra su pecho. ¿Por qué no podía ella dárselo en persona?
"No lo puedo enfrentar... No ahora." Winona le dio una sonrisa forzada y se giró para irse. "Gracias."
"Le gustas bastante." Mariam no supo qué la obligó a decir lo que dijo. Ella no sabía la situación de Winona y Luke. No era su asunto. Sin embargo sí sabía que Luke no había reproducido su música por una semana después de esa noche, y tal vez era la melancolía en los ojos de la otra muchacha. "B-bueno, eso creo."
Winona volteó para darle una triste sonrisa y se alejó.
Mariam ignoró la restrictiva sensación en su pecho.
Esa noche ella había planeado en deslizar la llave de repuesto debajo de la puerta de Luke. Cuando abrió la puerta, ella encontró que Luke había regresado y estaba ya abriendo la puerta de su apartamento. Él le dio un corto asentamiento.
"¡E-espera!" Mariam lo detuvo antes que desapareciera hacia adentro. Luke le mostró un curioso arco de ceja.
Caminando hasta él, Mariam le entregó a Luke la llave de repuesto. Él la observó sin expresión antes de tomarla rígidamente, estrechándola en su mano.
"Dónde la-"
"Winona v-vino y..." Ella alargó. Él cerró sus ojos y suspiró. "Sí... Buenas... buenas noches."
Se apresuró hacia su apartamento.
"Mariam." Ella se detuvo de repente y se topó con sus cansados ojos azules. "Gracias."
Ella asentó y desapareció dentro de su hogar. Fue la primera vez que lo oyó decir su nombre. Él no lo había olvidado después de todo.
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