Mariam se despertó a plena noche con el chillante sonido de los enardecidos gritos. Metió su cabeza debajo su almohada para acallar la indiscreto bulla. Ella tenía clases en la mañana al día siguiente, no se podía permitir perder sus horas de dormir.

Desafortunadamente, las paredes de su apartamento eran ridículamente delgadas y Mariam escuchó una serie de blasfemias ondular a través de las paredes.

Se paró justo después de unos cuantos momentos, frotando sus ojos mientras el alto griterío continuaba. "Ugh," Mariam gruñó soñolienta. Bostezando, Mariam se deslizó de su cama y caminó suavemente hacia la puerta de la entrada.

Lentamente pestañeó para deshacerse del sueño en sus ojos y entonces, sonó una inconfundible bofetada de piel a piel. Mariam inmediatamente se presionó contra la puerta, alzándose de puntillas para espiar desde la mirilla. Vio a Luke fuera en el corredor con una muchacha. Sus manos estaban alzadas.

Mariam jadeó, retrocediendo de la puerta. ¡¿Había él lastimado a una mujer?!

Fugazmente cogió sus llaves de la barra, una precaución en caso de que tenga que protegerse a sí misma. Para alguien de su estatura, Mariam claro se las arreglaba para adquirir una nueva forma de determinación. Abrió la puerta justo cuando la joven mujer se marchó enfurecida. "¡Espera-!"

Luke giró hacia ella. Mariam al instante soltó sus llaves al ver el labio dañado y ensangrentada nariz que él esgrimía. Ella lo observó en shock. "¿Q-qué hiciste?" Mariam susurró.

Luke palmó su ensangrentada nariz. "Nada."

Mariam empujó su puerta para abrirla, sumergida en una sensación de simpatía hacia él. "Pasa."

Luke resopló testarudamente, desviando la mirada. "No. No quiero," mofó. Ella no pudo evitar sonrojarse al él devolverle sus palabras. "Preferiría quedarme aquí-"

Con una breve adquisición de valentía, Mariam agarró su muñeca. "S-sólo entra." Él se agachó para tomar sus llaves y seguirla adentro sin ninguna objeción.