Capítulo 3 *eres mía princesa*
Capítulo 3
Sebastian
Extendí mi brazo para sentir el cuerpo de ______ a mi lado, pero no fue así.
Abrí los ojos y el apartamento estaba en completo silencio. ______ se había ido a trabajar.
Me levanté lentamente, entré al baño, salí y agarré los jeans de ayer, me los coloqué, y caminé hasta la cocina.
- Y todo este desastre se supone que eran galletas – empecé a limpiar, no quería ella llegase y tuviera que limpiar, más bien que viniera y estuviese dispuesta a hablar.
No era la primera vez que teníamos sexo hasta la madrugada, fue hace más o menos dos años. Cuando nos conocimos.
Flashback
Sebastian
Escuché un ruido bastante molesto, no había tenido una buena noche, excepto claro porque tuve sexo, sin embargo peleamos después. Me rindo con las relaciones formales.
Me levanté, agarré un pantalón de chándal y miré a mi lado. Mi futura ex novia estaba dormida plácidamente. Fruncí el ceño y salí de la habitación.
Agarré un vaso con agua, bebí y me senté.
- Muchas gracias por todo chicos – escuché. Su voz sonaba apagada porque estaba un poco lejos de la entrada.
- Es un placer – dijo un hombre – cuando ya te instales no olvides dar una gran fiesta – escuché una dulce risa.
- Lo dudo mucho Miguel, pero estoy segura que una invitación a ese restaurante cerca de tu casa es a mejor celebración de este mundo.
- Donde haya comida siempre será el mejor lugar – dijo el hombre.
- Claro que sí, hasta luego Miguel – se despidió.
Tiene una voz preciosa. Salí y la vi entrando unas cajas.
- Buenos días – ella se volvió y su rostro y su cabello, todo estaba en completa armonía. Ella sonrió y dejó la caja en el mismo lugar y se acercó.
- Buenos días soy ______ Graham, acabé de comprar el apartamento de enfrente
- Eso nos hace vecinos – dije mirándola a esos preciosos ojos café
- Así parece – ella se mordió ligeramente el labio inferior y sonrió. – fue un gusto conocerte...
- Sebastian Michaelis – dije amablemente mientras recibía otra sonrisa por su parte.
- Hasta luego Sebastian – se despidió
- Hasta luego vecina – dije mientras escuchaba una pequeña risa por su parte.
Después de ese día, siempre iba a su apartamento a tomar café o jugar algún juego de mesa, la acompañaba a su trabajo, le ayudaba en la edición de algunas novelas y claro está, teníamos sexo.
- S-Sebastian- gimió, eso es música para mis oídos, sus gemidos son todo lo que yo necesito. Cuando llegué a mi clímax, ella desenroscó sus piernas de mi cadera. Puse en marcha el ascensor y le di un beso.
- Esto es arriesgado – dijo ella mientras se organizaba un poco
- Tranquila princesa, nadie lo sabrá. – nos dimos una mirada cómplice y llegamos al primer piso. Cuando toqué la salida, los brazos que no eran de ______ me rodearon.
- ¡Sebastian mi amor! ¿me extrañaste? – no puede ser.
- Claro que si – dije aunque no lo sintiera.
- Volví lo antes posible para decirte que si me quiero casar contigo ¡no veo la hora de comprar el vestido!
- S-si – vi a mi lado y _____ no estaba. Vi como subía a su auto y se iba.
Mierda.
Después de eso, ______ no me volvió a hablar y yo no me dispuse a recuperarla. Me casé seis meses después por lo civil, pero era obvio que no iba a funcionar. Yo pensaba en ______ y no funcionó nuestro matrimonio. Nos divorciamos un año después y el otro año me entregué por completo a la empresa que tanto me había costado levantar. Los ingresos de la empresa eran considerablemente grandes, ya no tenía que ir a trabajar tan seguido, pero aún así me sentía incompleto, ella no estaba, me había enamorado de ella y la había perdido.
Me aislé por más o menos un año y cuando estaba cansado de ocultarme, de recordarla, me dispuse a salir. Pero la escuché a ella, como siempre maldecía cuando algo no le salía bien, los gratos recuerdos volvieron a mi mente y cuando ella abrió la puerta, la vi tan hermosa como siempre. Se notaba que aún estaba molesta e incómoda conmigo, pero no me importa, yo estoy dispuesto a recuperarla.
Fin del Flashback
Cuando terminé de organizar, me serví un poco de té y me senté en el sofá donde tantas veces la hice mía, no existe ningún rincón en donde no lo hayamos hecho.
Sonreí ante el recuerdo y vi la hora. Me levanté, lavé mi taza y fui a mi casa.
______
- Eres un completo idiota – le dije a mi editor.
- No deberías ser tan cruel conmigo – dijo el recostándose en la pared. - ¿recuerdas cómo te hice sentir durante esos dos años nena? – rodé los ojos
- Deja de recordármelo – realmente me arrepiento haberme deshago do con Louis
- Solo ten presente que siempre voy a estar a tu lado nena – rodé los ojos.
- Mejor Cállate y muéstrame como va mi novela – él sonrió y me extendió el capítulo que había editado
- Ya estamos por terminar, mañana terminaré de editar el capítulo y...- es increíble
- ¡eres increíble Louis, entendiste a la perfección lo que quería! – él sonrió
- Como siempre- sonreí
- Nos vemos mañana – dijo el despidiéndose
- Hasta luego – bajé por las escaleras, ya que él había cogido el ascensor. Cuando terminé de bajar las escaleras, sentí como una mano se posaba en mi hombro.
- No puedo dejarte ir así – dijo a pocos centímetros de mis labios.
Agarró mi rostro y me besó suavemente, se sentía muy extraño. Sin embargo le seguí el beso.
Enredé mis dedos en su cabello y lo presioné aún más. En esos momentos algo nos separó, Louis estaba en el piso y yo estaba siendo cargada.
- ¿Qué estabas haciendo con el imbécil de allá? – rodé los ojos
- ¿no es obvio? Nos estábamos besando. – dije con obviedad
- ¡sé muy bien que es lo que estaban haciendo! – dijo enojado
- ¡¿entonces por qué me preguntas imbécil?!
- ¡¿Qué estabas pensando?! – respiré profundamente
- No discutiré contigo aquí Michaelis, así que si me bajas podemos hablar esto como personas adultas razonables. – dije lo más calmada posible.
- Aquí no lo vamos a hablar Graham – subimos a mi auto y el condujo hasta nuestro edificio. Me bajé enojada, subí las escaleras y llegué a mi apartamento. Saqué mis llaves y entré lo más rápido posible para evitar encarar a Sebastian y darle explicaciones innecesarias.
Cuando iba a cerrar la puerta, su pie se interpuso.
- Soy capaz de mutilarte el pie Michaelis – dije con tono amenazante
- Lo dudo Graham – su voz era profunda y se notaba lo molesto que estaba. Sus ojos rojos estaban un poco más oscuros y se veía lo tenso que estaba. – tenemos que hablarlo alguna vez _______, y lo sabes
- No, no lo sé y no lo considero necesario Michaelis, no ahora que estoy perfectamente bien – dije enojada. El abrió la puerta con tal fuerza que creí que la iba a tumbar.
Nos miramos fijamente, su mirada desafiante trataba de intimidarme pero no era lo suficiente para hacerlo.
El agarró mi rostro y juntó nuestros labios violentamente, cerró la puerta con su pie y me puso sobre la mesa. Yo le seguía el beso, el simplemente estaba siendo rudo y sabe cuánto me encanta que lo sea.
Sacó un condón de su bolsillo trasero, quitó mi ropa interior, se despegó de mis labios y se pegó a mi cuello, quitando los curitas que había puesto para cubrir las marcas de hoy.
Se bajó el pantalón ligeramente, se bajó los boxers y se colocó el condón. Me penetró fuertemente y yo solté un gemido demasiado fuerte.
Sus penetraciones eran muy rudas, sus ojos estaban fijos en mi rostro, yo enrosqué mis piernas en su cadera y él se movía aún más rápido.
- M-Más – murmuré, sentí como sonreía y empezó a moverse más lento y profundamente. Gemía tan seguido.
- Eres mía Princesa- dijo sobre la piel de mi cuello. No quise responder, pero lo sabía, desde el momento en que nos vimos por primera vez fui suya, completamente suya. Con un último gemido llegué a mi clímax y el después. Me senté en la mesa y me bajé con cuidado, me organicé un poco la ropa y lo miré aún estaba enojada con él.
- Eres un idiota lo sabes – dije
- Un completo idiota – me fui a mi habitación me puse mi pijama y fui a la cocina.
- Gracias por ayudarme con la cocina – dije tratando de sonreír. El miraba el suelo.
- ¿ustedes tuvieron algo? – preguntó
- Sebastian, por favor
- Respóndeme – respiré
- Si
- ¿Cuando?
- Cuando tú te casaste – Sebastian seguía con su mirada baja – no hagas esto por favor.
- ¿lo amas? – esa es fácil
- No, ambos lo teníamos bastante claro, solo sexo – alzó la vista y se acercó a mí.
- ¿gritaste alguna vez su nombre cuando lo hacían? – parpadeé, sus labios se acercaban a los míos poco a poco- ¿te hacía llegar a tus amado clímax? – mierda -¿te mojabas con solo besarlo? – más mierda- eres mía princesa – me besó como siempre lo hacía, haciéndome sentir el deseo, la lujuria y claro está, su erección.
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