Capítulo 17 *The end*
Capítulo 17 *The end*
Necesité al menos cinco meses para recuperarme físicamente, pero aún, mentalmente no estoy bien. Sufro de insomnio, me levantó a mitad de la noche temblando y sudando frío. Aún vivo en el constante miedo de que me vuelvan a encontrar y llevarme de nuevo con ellos, tengo miedo, demasiado y no solo por mi seguridad, sino también por la de mis dos hijos. Me perdí dos años de la vida de mis pequeños, eso es algo que no me perdono, no me perdono el hecho de haber sido tan estúpida de caer en la trampa de Miriam. Tantos años perteneciendo a la mafia de papá, para terminar en estas condiciones y al mismo tiempo hacerlos sufrir.
Me levanté por decima vez de la cama, teniendo cuidado de no despertar a mis hijos. Después de volver del hospital, insistieron en que debía estar acompañada y protegida. Sonreí al ver sus caras angelicales descansando. Me encaminé hasta la habitación de mi padre y lo vi meditando, como siempre. Sonreí, todo parecía en orden, a excepción de...
- Buenas noches, vecina – Sebastian estaba de pie y recostado al marco de la puerta de su habitación -¿Otra vez con insomnio? – gruñí
- ¿Y a ti que te importa? – se limitó a sonreír, lo cual me permitió ver sus caninos. A pesar de ser una persona normal, hasta donde yo sé, Sebastian tenía unos colmillos dignos de película de vampiros o demonios. Varias veces me habían lastimado.
- Lo suficiente, ya que podríamos invertir tu tiempo sin dormir en algo muchísimo más interesante – rodé los ojos. Desde hace mucho, muchísimo tiempo no había estado con Sebastian. La verdad es que tenía miedo, no querría transmitirle ninguna enfermedad.
- Sabes que no se puede, Michaelis- suspiré, Sebastian se acercó, dejando a pocos milímetros su cuerpo del mío, sin embargo...- S-si llego a morir por una enfermedad de esa Sebastian... solo seré yo, nuestros hijos te necesitan – dije mientras colocaba con delicadeza mi mano en su pecho
- No eres la única con secretos, Señora Michaelis...
Sus labios acariciaban suavemente los míos. Con algo de temor, traté de besarlo, pero la idea recurrente de contagiarlo de algo me martirizaba.
- N-no – empecé a sollozar – No quiero perderte, Sebastian, no ahora, ni nunca – lloré en su pecho. Sus brazos me enrollaron y me apegaron contra su cuerpo.
- Eso no va a pasar, my lady – Sebastian me tomó entre sus brazos y me llevó a su cuarto, cerrando tras de nosotros la puerta.
Simplemente el no tomó mi negativa en consideración, simplemente me besó como la primera vez que nos vimos. Mi pecho se hinchaba de felicidad, era agradable tener de vuelta esta sensación de estar con la persona amada. Era tiempo de aceptarlo, a pesar de las dificultades y los obstáculos, finalmente había dado por hecho mis sentimientos por Sebastian, lo mucho que lo amo, lo mucho que me muero por estar a su lado y cuidar de nuestros pequeños.
Sus manos recorrían mi cuerpo con delicadeza y desespero, estaba claro que ambos lo necesitábamos, pero yo necesitaba ir lentamente. Aún... permanecen marcadas en mi las imágenes de lo sucedido.
- S-Sebastian – alzó su vista
- ¿Quieres que me detenga? – negué, mientras las lágrimas rodaban por mis mejillas
- Te amo – sus ojos brillaron y luego me tomó entre sus brazos para apretarme contra su cuerpo
- Yo también te amo – de un momento a otro, todo el dolor de mi pasado desapareció, todas las imágenes perturbadoras se desvanecían. Me acerqué al cuello de Sebastian para comenzar a esparcir pequeños besos hasta llegar a la comisura de sus labios. Suavemente Sebastian fue retirando mi pijama, para dejar mi cuerpo completamente descubierto ante él. Me colocó debajo de él, para comenzar a realizar un camino de saliva con su lengua por todo mi cuello hasta mi abdomen, en donde esparció varios besos por la cicatriz de la cesárea de Christa. –te amo – exclamó contra la piel de mi abdomen. De un momento a otro alzó mi pierna lentamente. – Lo haré despacio, si quieres que me detenga...
- E-e-espera – exclamé - ¿Cuándo te quitaste la...? No me digas que... - tapé mi rostro
- Siempre he dormido desnudo cuando tu estás cerca – dijo como si no fuera nada
- ¿ y si los niños se hubiesen dado cuenta? – se encogió de hombros – No te encojas de hombros, Michaelis – me crucé de brazos
- No pasaría absolutamente nada- y su sonrisa típica de inocencia falsa. Sentí como frotaba su pene contra mi vagina y eso me desarmó por completo. Traté, en vano, de reprimir un gemido –déjalos salir para mí - se acercó a mi cuello, para luego morderlo suavemente. Sebastian comenzó a introducirse lentamente, se aseguraba de no lastimarme
- S-S-Sebastian – sonrió contra mi cuello, su respiración cálida golpeó contra mi piel
- Déjate llevar – y con esto último entró por completo. Durante toda la noche y gran parte de la madrugada, estuvimos recordando viejos tiempos.
Después de tanto tiempo, había logrado dormir bien, plácidamente, al lado de la persona que amo.
Abrí los ojos, y vi a Sebastian mirándome fijamente con una sonrisa que derretiría a cualquiera.
- Buenos días, Señora Michaelis – negué
- Buenos días, Michaelis – besó mi cuello para luego juguetear con un mechón de mi cabello
- Anoche te dije que no eras la única con secretos – fruncí el ceño –encontré la manera de hacerte inmune a las posibles enfermedades que afectan a los seres humanos
- ¿de qué hablas? – El sonrió y me besó. Sentí un fuerte sabor de sangre bajar por mi garganta.
- Los demonios somos reales – después de eso, caí en un profundo sueño.
No sé cuánto tiempo pudo haber pasado, pero me sentía liviana, y no precisamente por la falta de ropa.
Me levanté y me encontré una nota con caligrafía impecable, claramente de Sebastian y su clara obsesión por la misma.
"Fui por Claude Faustus, espérenme para la cena. Los amo"
Después de leer la nota, me quedé sentada en el borde de la cama.
- ¡Mamá! – gritaron mis niños al mismo tiempo
- Niños, ¿Cómo amanecieron? – tenían los ojos cristalizados –aún estoy aquí, les prometí que nunca los dejaría
- Papá nos prometió lo mismo – dijo Zack. Una lágrima se resbaló por mi mejilla, nuestra familia comenzaba a fortalecerse de a poco.
- Y supongo que te contó que somos descendientes de un clan demonio – dijo Christa. Esperen ¿qué?
Continuará...
Chicos, esto es el fin de este fic, quiero agradecerles la paciencia y el apoyo que me han tenido:'D también quiero decirles que esto no se va a quedar así y si, la mayoría de mis fics de SebasxReader tiene que ver con su ¿demonialicidad? Pero es porque quiero que mantenga su esencia. Dejando eso aparte, muchas gracias por leer, votar y comentar, los adoro con todo mi corazón, Nos leeremos después.
PD: si, tendrá segunda temporada... ¿Cuándo? No sé: D les estaré avisando por este Fic.
A la hora de la cena
- Llegué – Sebastian entró al comedor cubierto en sangre
- Oh por... - me levanté de mi asiento – dime que no es tuya
- La verdad... creo que debe haber un poco de la mía – sonrió inocentemente
- E-eres un caso perdido – dije mientras que al mismo tiempo lo revisaba con la mirada
- ¡Hola papá! – dijeron los niños desde la cocina
- Hola niños – respondió Sebastian
- Tenemos que hablar, Michaelis – Sebastian se señaló y con gesto inocente simplemente se escabulló en su habitación -¡deja de comportarte como un niñito, Michaelis! – no puedo creer que lo esté persiguiendo
- ¡Si entras a la ducha conmigo, consideraré contarte todo! – entré, sin vacilar – eso fue rápido
- Mamá, ¿Qué hacen adentro de la ducha? – preguntó Christa
- Mamá y papá harán un bebé – Oh por... los niños tendrán muchas preguntas después de esto
- ¡Zack, vamos a tener un hermanito menor! – gruñí – hagan un buen trabajo, chicos – dijo Christa cerrando la puerta para darnos privacidad
- Muy bien, te dije que no eras la única con secretos, y la verdad esto lo supe desde un inicio, pero decidí vivir como un humano al igual que tu, no quería verte morir, sin embargo, en esos dos años que estuve a punto de perderte decidí que lo mejor para nuestra familia es que... seamos lo que fuimos siempre desde un inicio, los descendientes del clan demonio. Nuestra sangre nos hace inmunes a las enfermedades que puede llegar a padecer un simple ser humano y por obvias razones una vida larga, por no llamarlo inmortalidad – n-no sabía que decir, así que simplemente lo besé, no se me ocurría nada más...
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