Capítulo 15 *Iré por ustedes*


Capítulo 15*Iré por ustedes*

Después de obligar a Sebastian a que se fuera por donde vino, es decir por la ventana, mis hijos y yo nos terminamos de arreglar, para luego desayunar algo e irnos a un centro comercial a esperar a que abrieran la heladería.

- ¿qué clase de heladería es que no abre al mismo tiempo que el centro comercial? – dije frunciendo el ceño

- Mami, tienes que entender que es una heladería especial – dijo Zack con una sonrisa inocente en sus labios.

- Tengo un muy mal presentimiento de todo esto – dije casi en un susurro

- ¿mami? – me llamó Christa y la cargué - ¿es posible que no abran la heladería? – acomodé un mechón de su cabello

- ¿Por qué dices eso mi amor? – jugueteó con uno de mis aretes e hizo un puchero

- Porque dijiste que tenías un mal presentimiento - sonreí

- No te preocupes, amor. Van a abrir la heladería y nos congelaremos el cerebro los tres

- Mira, quién lo creería. La heredera al trono, una madre soltera de dos asquerosos hijos – apreté mis puños, miré a Zack y el asintió.

- Juguemos algo, Christa – mi hija se volvió hacia su hermano y asintió- nos vamos a tapar los oídos porque la mujerzuela fea es un monstruo destroza tímpanos para apoderarse de nuestros cerebros y así poder ser inteligente

- ¡y después la asesinamos con nuestras katanas! – Zack asintió enérgicamente y ambos se taparon los oídos, sonreí y miré a Abigail directamente a los ojos.

- Prefiero ser madre soltera, a ser un intento fallido de mujer que no le falta ni media masa encefálica, sino que le falta todo el puto cerebro. A la cual, sus padres ni soportaban, hasta llegar al punto de abandonarla a su puta suerte y dependiendo de la lástima de las demás personas, porque ni siquiera la mafia más pequeña se haría cargo de semejante estorbo de mierda que eres, Abigail – parecía como si el centro comercial se quedara en silencio, estábamos en nuestra propia burbuja personal.

- Espera a que Sebastian se entere de cómo me estás tratando – no lo pude evitar y solté una carcajada demasiado fuerte

- ¿crees que le temo a Sebastian?- me acerqué a Abigail – Sebastian, no significa absolutamente nada para mí. El solo es, el padre biológico de mis hijos, pero nada más. Y no te creas muy importante para él, solo eres un pedazo de carne para él, nada más. – la miré de arriba abajo – Vamos niños, debe haber otra sucursal de la heladería en otro centro comercial – mis niños dejaron de taparse los 'oídos, para luego tomarme de la mano, cada uno en un lado distinto.

- ¿No vamos a matarla, mami? – negué

- No vale la pena tesoro, solo es un caparazón con vida – Zack dio una última mirada.

- Nos sigue la bruja – solté un gruñido

- Se está muriendo, ______. Marian, está muriendo –bufé

- Dile que se apure en morir y así que tengas al menos un mísero dólar para comprar un condón de baja calidad y así no reproducirte jamás en tu puta vida – mis hijos me miraron- niños, mami utilizó un lenguaje inapropiado que solo los adultos en situaciones especificas pueden hacerlo, si ustedes usan ese lenguaje en su vida diaria, tendrán un castigo – ambos asintieron. Me volví hacia Abigail - ¿o solo me estás diciendo para que apresure su muerte?- comencé a caminar con rumbo al parqueadero.

- Quiere conocer a tus hijos, ________ - frené en seco, tomé el celular de mi bolsillo, llamé a Guillermo, le pedí que viniera por los niños y buscara la heladería, pero antes, que fueran por las katanas y cargara con un maletín con armas, y que después de llevarse a los niños, encontrar la heladería, me avisara, para luego yo ir al lugar y encontrarme con ellos.

Fue cuestión de dos minutos cuando llegó Guillermo y tomó a los niños.

- Zack, Christa... tengan mucho cuidado, y si es necesario utilizar sus juguetes... háganlo, mamá no los castigará.- les di un beso a mis pequeños y tomé a Abigail del brazo. La llevé hasta la azotea del centro comercial, en donde, afortunadamente Guillermo me había enviado mi maletín "especial" -¿Recuerdas el dolor del disparo en tu pierna?- Abigail, no entendió, y yo, como soy una excelente persona y ser humano, se lo recordé. Le disparé en la misma pierna en la cual le había disparado hace cinco años – habla y aceleraré tu muerte – No iba a cometer el mismo error una tercera vez.

- ¡¿por qué el disparo?! – me encogí de hombros

- Porque me dio la gana, Abigail. Habla – dije en cierto tono de inconfundible agresividad- ¿crees que no me di cuenta? ¿crees que no vi como nos seguían tus hombres de la porquería de mafia tuya? No me confundas con la perra de tu tía, Abigail- me retiré un mechón de cabello de mi rostro- Paciente – me acerqué a ella y pisé su mano contra el suelo – tolerante – ejercí más presión en la pisada – benevolente – empecé a dejar caer mi peso en la mano de Abigail – ni mucho menos siento lástima por perras como tu – le golpeé la cara con el mango de mi arma – cometiste un error muy grande conmigo Abigail, un error imperdonable – me agaché y puse el cañón en la boca – abre la boca como si se lo fueras a mamar a... Sebastian Michaelis - sonreí y ella abrió un poco más la boca- buena niña, ahora... ¿en qué iba?... ¡ah, sí! – la tomé por el cabello y pude ver como las lágrimas que inútilmente trataba de reprimir, se resbalaban por sus mejillas – atentaste contra la vida de mis hijos, Abigail. Ese es tu jodido pecado, puedes meterte conmigo, puedes torturarme, o incluso intentar matarme, y digo intentar porque no serías capaz de hacerme un mísero rasguño, pero con mis hijos, no te atrevas. Soy capaz de asesinar cada persona que ose a hacerle daño a mis hijos y me los comería mientras estén con vida si es posible.- saqué el cañón de la boca de Abigail y ella comenzó a toser – deja de toser, es irritante

- Entonces no debiste meter el arma en mi boca, en primer lugar – apreté sus mejillas, haciendo un pequeño corte en sus labios.

- Si te la metiera por tus lugares preferidos, sería un puto premio – escaneé la situación, tenía la ventaja, pero no planeo dejar que tome la delantera. Abrí el maletín, y diversas herramientas de tortura rusa estaban allí, tomé las esposas de clavos y se las coloqué, las apreté un poco y ella reprimió un grito de dolor – no los reprimas, primita – sonreí - vacié el centro comercial con la ayuda de Guillermo. Siéntete libre de gritar todo lo que quieras... Nadie vendrá a auxiliarte, querida – tomé unas pinzas del maletín y comencé a pulirlas.- y dime, ¿qué planeaban hacer, tu y Marian con mis hijos?

- A-a-a-a-asesinarlos – la ira se apoderaba de mi – q-q-queríamos secuestrarlos y... quitarte lo que más amas – sonreí

- Continua, por favor – alcé la pinza y vi que tenía un poco de sangre de la última persona que torturé por información -¡Oh mira! Sangre seca, sangre seca – se la acerqué al rostro y ella vomitó – que asco, es solo sangre seca. Tienes sangre corriendo por todo tu organismo y próximamente por el suelo, pero eso ya es otro tema, ahora sí, continua, no le daré más largo a tu muerte- ella simplemente asintió

- A-a-a-al momento de tu separación con la de Sebastian, lo sacaste de la ecuación, lo sacaste del lio, pero aún así está bajo vigilancia – bostecé

- Continua más rápido – asintió

- Marian, ciertamente está muriendo, y quería hacer su última jugada- solté una risilla

- Solo eres un peón de baja categoría en el juego de ajedrez de Marian, Abigail. Si fallas tu, tomará otro y otro y así sucesivamente. Continua – las ganas de arremeter contra Abigail me embargaron y el deseo de matar a Marian simplemente se incrementaba.

- Se supone que yo estaba encargada de tomar a tus hijos y torturarlos y con la ayuda de los hombres de Marian, secuestrarte y llevarte lejos de tus hijos, para que cuando fueras a rescatarlos, fuera demasiado tarde. – un fuerte chasquido seco penetró por mis oídos, a continuación estaba Abigail en el suelo sangrando por la nariz

- Me parece extremadamente sospechosos que me estés soltando toda esta información de golpe sin siquiera... negarte – Abigail sonrió

- No esperaba menos de mi adorada prima – se movió un poco e hizo una señal extraña – una genio en potencia, una prodigio tanto para la literatura como para las artes mortíferas

- No utilices palabras que ni el significado conoces – los hombres de Abigail salieron de su escondite – aunque, tus secuaces no están tan mal entrenados como tu – tomé mi arma. Solo tenía doce armas y son trece – creo que van a tener que compartir... nunca creí que Deadpool fuera tan útil en mi vida- y comencé a dispararles a cada uno de ellos en la cabeza, o al menos a once. Los dos restantes se abalanzaron, a uno de ellos le disparé en el ojo. Con el último tuve un combate cuerpo a cuerpo, pero fue rápido, porque rompí su cuello. - ¿ellos eran tus mejores hombres? – Abigail tragó saliva. Iba a agregar algo, pero me entró una llamada – estoy ocupada, ¿qué pasa?

- Que descortés de tu parte contestarle así al padre de tus hijos – rodé los ojos

- No tengo tiempo para discutir contigo, tengo asuntos que resolver – dije mientras observaba a Abigail, parecía muchísimo más asustada que antes

- No te preocupes, solo te llamo para decirte que están a salvo, ambos - ¿ambos?

- ¿ambos? ¿y Guillermo? – Sebastian soltó una risilla burlona

- Hice que se desmayara por un rato - rodé los ojos

- Cuando terminé aquí llévalos a tu casa, no se te ocurra poner un solo pie en la mía – estaba entrando en pánico

- No los voy a dejar está vez, lo prometo­- Por más que quisiera que fuera verdad, al menos en estos momentos.

- Gracias- colgué, tomé la tableta que había en la maleta y puse un tiempo de autodestrucción - ¿Marian nos está viendo, cierto? – Abigail asintió

- ¿qué piensas hacer? ¿piensas que rogar por la vida de tus hijos va a funcionar siquiera? – la ignoré y comencé a hackear la computadora de Marian, lo cual me tomó menos de 9 segundos.

- Muy bien, comencemos la fiesta – tomé el cuchillo y me acerqué a Abigail

Mientras tanto en Rusia, ese mismo día.

Una sola pantalla gigante estaba habilitada y por más que el cuerpo de ingenieros intentaran arreglarlo, no funcionaba.

- ¿este es el poder de la mafia Meyer? – dijo uno de los guardaespaldas de la mujer postrada en camilla

- No es ni la mitad de lo que puede hacer- respondió con cierta vacilación en su voz. De un momento a otro, se pudo ver a una de la más sanguinaria integrante de la mafia Meyer despellejar a una de los peones de Marian. Todos veían impotentes como la mujer de cabello oscuro torturaba, cortaba, tatuaba con su navaja suiza en la piel del peón un mensaje oculto... hasta el momento. Finalmente, pudieron ver lo que la heredera de la mafia había hecho con uno de los miembros de la mafia enemiga. La había colgado de un para rayos de espaldas a la cámara, en donde se podía ver la palabra "puta" escrita perfectamente en varios idiomas, de un momento a otro, la chica fue puesta cara a cara con la cámara, todos con impotencia, detrás de esa gran pantalla veían como aún estaba viva, y en su rostro agonizante se veía el desespero, porque lo peor estaba por venir.

La señorita Meyer, hija del jefe mafioso más reconocido de toda Rusia por sus brutales hazañas, activó la bomba que había implantado en el abdomen de la mujer colgada, para luego detonarla y llenar la cámara de sangre.

Todos quedaron en silencio, otros vomitaban y unos se desmayaban, pero lo había algo más. Unas palaras escritas con la sangre de la ya fallecida Abigail. Dichas palabras transmitían un mensaje bastante claro...

"Iré por ustedes, y los mataré a cada uno de ustedes, lenta y dolorosamente... incluso a ti, mami"

¡Hola! :D no me maten por favor :D

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