Capítulo 13 * mucho tiempo después*
Ha pasado mucho tiempo. Sebastian simplemente desapareció y yo me mudé a otro sitio junto a mis dos hijos. Zack ya tenía siete años y Christa ya tiene cuatro años. Dio la coincidencia de que Christa nació el mismo día que Zack, y eso hizo que hubiese un lazo muy fuerte entre ellos. Zack protege a su hermanita como si de su vida se tratase.
- ¡Mami! – dijo Christa corriendo con sus brazos extendidos hacia mi – mi hermanito me enseñó a pelear con la katana – sonreí y besé la cabeza de mi pequeña. De los dos, Christa se parecía a Sebastian en todo, excepto en su personalidad, era bastante tímida y reservada. En cambio Zack, se parece mucho a mi y tiene la personalidad de su padre, excepto que, he intentado todo lo posible para que el no odie a Sebastian, le dije que fue mi culpa porque le mentí, pero el simplemente dice que el único culpable es Sebastian. Y en cuanto a Christa, ella no quiere saber nada acerca de Sebastian, temo que... Zack le contó su versión de la historia.
- ¡Mami! Logré derribar al instructor quince veces – dijo con orgullo mi hijo
- Espero que no le hayas hecho daño esta vez – dije con una sonrisa en mi rostro
- Le hice daño a su orgullo como luchador – reí, Zack siempre hacía lo imposible por hacerme reír.
- Señorita Graham, llegó el señor Claude Faustus – dijo nuestro mayordomo Guillermo.
- Muchas gracias, ya lo iré a recibir – me levanté de mi asiento y me dirigí hacia la puerta, en donde Claude me estaba esperando con un ramo en las manos.
- ¡Tío Claude! – gritaron los niños al momento de yo abrir la puerta.
- Hola niños – ambos abrazaron sus piernas. Una sonrisa se extendió en sus labios. Los niños adoraban a Claude, el había cumplido el rol de padre que ellos tanto querían tener. – Hola preciosa – sonreí y negué
- Sigue Claude – hice un ademán y el entró con un niño en cada pierna- lindos pantalones – el sonrió
- Son el último grito de la moda – solté una carcajada.
- Niños, suelten a su tío Claude – Zack y Christa obedecieron y corrieron hacia el dojo.- están completamente entregados al dojo
- Te dije que era una excelente terapia – asentí y el me entregó las rosas – mi disculpa por no haber venido el día de tu cumpleaños
- Eso no va a ser suficiente Claude – agarré las rosas y le sonreí de forma insinuante
- Haré lo que me pidas, preciosa – sonreí
Cinco minutos después
Estaba empapada en sudor, no sé como Claude puede estar tan calmado. Aunque se lo detallabas bien, tenía una fina capa de sudor recubriéndole.
- Y así haces la masa para el pastel – me levanté de la silla
- ¿n-no es más fácil utilizar la batidora?- dije señalando la masa – es decir, sé que es necesario ser cuidadoso y eso, pero... no tengo tanta fuerza en los brazos – Claude negó
- Es necesarios que lo hagas manual ______, ya que así la masa no se deformará al momento de hornear – esto no tiene sentido en lo absoluto. Claude se subió las mangas un poco más arriba de los codos- Ahora vamos a hacer lo más divertido – me emocioné
- ¡la crema batida de arándanos! – salté en mi sitio y Claude sonrió
Comenzamos a hacer la crema batida. Bueno, más bien Claude era el que hacía la crema batida y yo lavaba los arándanos. Después de unos dos minutos, Claude incorporó los arándanos y los comenzó a triturar.
- Va a quedar deliciosa – dije mientras metía mi dedo en la crema batida y Claude me miró de reojo- yo no hice nada, fue tu imaginación – Claude negó y metió su dedo en la mezcla, para luego untármela en la nariz – te atreviste – el rió y me sacó la lengua. – que maduro Claude – y agarré un poco de crema y se la estampé en la cara.
- Me las vas a pagar _____ - corrimos por toda la cocina mientras nos reíamos, hasta que Claude me atrapó contra la nevera. tragué saliva. Nuestras respiraciones se mezclaban y nuestros labios estaban a pocos centímetros. Sea lo que sea, puede que haya pasado más de cinco años sin saber absolutamente nada de Sebastian, aún seguía pensando en el. Tengo que superarlo, de alguna forma tengo que olvidarlo, pero no quiero que sea así. – olvídalo de una vez _____ y se mía – dijo mientras acariciaba mi mejilla – ambos se hicieron daño, date una nueva oportunidad – sus labios se acercaban más y más. Esta no era la primera vez que estábamos en una situación de estas. Conocí a Claude en un café. Estaba escribiendo el siguiente capítulo para la novela semanal y él se sentó frente a mí. Hablamos durante un buen rato, y quedamos en encontrarnos nuevamente en el mismo café a la misma hora. Y así fue durante un año completo. Nos hicimos muy amigos, Zack y Christa sentían el amor paternal que querían. Sabía que podía contar con Claude para lo que necesitara.
- N-necesito más tiempo Claude – el sonrió, tengo miedo de que se aburra. Siempre le termino diciendo lo mismo y el simplemente me sonríe, como si nada pasara. Deberías hacer algo _____, deberías...
- No te... - mi cuerpo actuó por sí solo y junté nuestros labios, entrelacé mis manos detrás de su nuca para profundizar el beso. Claude parecía confundido al inicio, pero luego, ambos, nos dejamos llevar por el momento. Claude me cargó y me sentó en la isla de la cocina y sin quererlo tumbamos todos los implementos que estábamos usando. Al ser tan alto Claude, no había ningún inconveniente, pero... el timbre de la entrada principal resonó en toda la casa. Maldije para mis adentros y Claude apretó su mandíbula.
Me bajé de la isla con la ayuda de Claude y me dispuse a abrir la puerta. No me esperaba absolutamente nada de esto.
Sebastian estaba allí de pie, mirándome fijamente, analizándome, juzgándome.
- ¿Qué quieres? – dije cortantemente.
- Tenemos que hablar – odio esa palabra
- _________, preciosa. Puede que sea la pizza que pedí para nosotros y los niños... - Claude y Sebastian hicieron contacto visual, sentí una corriente oscura recorrernos a los tres. – Michaelis
- Faustus – dejó de mirar a Claude para mirarme luego a mi - ¿qué haces con él?
- Estamos cocinando – dije de forma brusca
- Por eso estás toda desarreglada – me crucé de brazos
- Soy un desastre culinario y lo sabes, ahora, si me disculpas. Tengo que ir por...
- ¡Mamá! Christa me ha ganado... - Zack miró fijamente a Sebastian y apretó sus puños.
- ¡Mami! Le gané a Zack – Christa se veía claramente confundida, ella no era tonta. Conocía a Sebastian por múltiples fotografías que había en un baúl.
- Vámonos Christa – dijo Zack agarrando el brazo de su hermana con cuidado. Mi hija miraba fijamente a Sebastian, y el pareció percatarse de lo que es imposible de negar - ¡Vámonos Christa!- el gesto sombrío de Zack cambió a uno burlón – no voy a dejar que me ganes de nuevo – sonreí y Christa se cruzó de brazos
- Acepta que eres un debilucho – mis hijos corrieron hacia el dojo, no sin antes molestar un poco a Guillermo
- Podrías explicarte en estos mismos instantes – Claude miraba la escena, el simplemente se mantenía al margen
- ¿qué no es obvio? Hace cinco años quedé otra vez embarazada de ti, y justo el día en el que desapareciste, te iba a decir que tenía ya cinco meses – clavé mis ojos en los de Sebastian - ¿algo más?
- ¿Qué hace Claude aquí? – no tenía ni idea de que se conocieran
- Y ya te respondí hace unos momentos, me estaba ayudando a cocinar –Claude estaba cruzado de brazos y tenía un poco de mi pintalabios en sus labios. A la mierda, yo ya no tengo nada con Sebastian, solo tenemos en común dos hijos.
- ¡Papi, papi! – gritaron Zack y Christa, mientras jalaban a Claude y lo entraban a la casa
- ¿les dijiste que Claude es su padre? – negué
- Ellos tienen muy claro que su padre es Sebastian Michaelis- me crucé de brazos- Zack te odia. Hice todo lo posible, créeme, para evitar que lo hiciera, pero ese odio crece y crece, y al parecer, Christa también está adoptando ese odio hacia su padre biológico.- miré a Sebastian, pero sabía que lo que diría a continuación haría que rompiera en llanto en cualquier momento- mientras, simplemente te olvidaste de la existencia de tus hijos, Abigail me visitaba, todos los malditos días, para restregarme en la maldita cara, que ustedes dos estaban saliendo. Quisiera odiarte, de verdad que lo quisiera hacer, pero temo, que aún te amo. Y me aborrezco por ello. Porque sé que no te mereces ni una mínima parte de mi amor – traté de tragarme mis lágrimas. Sebastian me miraba sorprendido.
- Solo salimos una semana – dejé mis manos caer a mis costados
- Me le restregó por seis meses, Michaelis, seis miserables meses- solté el aire que tenía retenido- debí obedecer a mi instinto. Simplemente desaparecer de tu vida junto a Zack. Lo único bueno de esto, son mis hijos y que pude conocer a Claude y creer que puedo tener una... - Sebastian estampó nuestros labios, traté de evitarlo, pero ¡maldita sea, lo extrañaba como una jodida loca! Lo amo, pero al mismo tiempo me odio por ello. Me alejé y lo miré con mis ojos a punto de derramar lágrimas. – no lo hagas, no juegues más conmigo Michaelis – escuché unos pasos apurados acercarse. Era Claude con el celular en el oído y con gesto sombrío
- Si, entiendo. Espere un momento – apartó el teléfono y me miró. - ______ preciosa, te prometo que cuando vuelva terminaremos lo que comenzamos. Tengo que viajar rápido a la India, ocurrió una catástrofe en la empresa. Te llamaré apenas esté abordando el jet – asentí y Claude plantó un beso en mi frente. Sebastian apretó la mandíbula y se miraron una última vez.
- Debo entrar, los niños ya deben tener hambre – me abracé y me encaminé hacia la puerta
- Somos vecinos otra vez – lo miré confundida. El con una sonrisa y cruzado de brazos me miraba – la casa de al lado la compré y da la coincidencia que tu habitación da hacia la mía – me lamenté, como yo sola podía hacerlo
- ¡A la mierda Michaelis! ¡Niños nos mudaremos de país, continente, universo! – dije
- ¡Sí! – dijo Christa – espero que sea a Saturno – dijo con la inocencia que le desbordaba por los poros
- Prefiero Júpiter – dijo Zack cruzándose de brazos
- No Zack, Saturno tiene asteroides y podemos tirarlos a la tierra – Zack pareció meditar por un momento lo que decía su hermana
- Eso lo discutiremos luego en el dojo – sonreí y me encaminé a la casa, pero...
- Los voy a recuperar, a los tres – dijo Sebastian plantando un beso en mi mano, para luego, plantarlo en mis labios – te lo prometo.
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