Dos
Grace.
Cocoa
Leche condensada
Nuez
Galletas de vainilla.
Mire tres veces los ingredientes y estoy segura que no quedaron muy dulces, no use más azúcar que la leche condensada, las probé dos veces, creo que estarán bien.
Pero no he dejado de temblar desde que me pare frente a su puerta. Apenas iba a tocar cuando una voz gruesa me asusto.
—¿Llevas mucho esperando?
—Yo…yo…yo ni siquiera había tocado.
Saco sus llaves y paso su brazo para abrir la puerta, su colonia me pego de lleno y no pude evitar lamerme los labios.
—Dime, ¿en que puedo ayudarte?
—Le traje esto —extendi la caja con las trufas —es mi manera de disculparme por lo del otro día, me pareció más apropiado que comprarle ropa, aunque también puedo darle el dinero si gusta, no se si le guste lo dulce, por lo mismo no están muy empalagosos, pero entenderé si no las quiere, o si lo estoy molestando, también disculpe si hablo demasiado me suele pasar cuando estoy demasiado nerviosa y no se cuando parar…
No dijo nada solo tomo la caja, sacando una de las trufas para morderla, su dedo quedó lleno de la cocoa y lo chupo haciendo que una punzada se instalará en mi entrepierna, por alguna razón no podía dejar de mirar mientras masticaba, menos cuando su manzana de adán se movió al tragar.
—¿Tu los preparaste? —Solo asentí como una idiota —son deliciosos, tal vez la próxima vez deje que tu perro arranque más que un pedazo de mi pantalón.
—¿Calabacita?
—¿Papá?
Cuando voltee de nuevo mi vecino ya había cerrado la puerta.
—¿Qué haces aquí calabacita?
—Venia a entregarle algo al vecino, pero no importa ¿Cómo te fue en tu viaje?
—Bien, bien, te traje recuerdos, vamos a dentro.
Creo que mi imaginación me está jugando sucio con lo que dijo mi vecino.
Mi padre me trajo dulces y demás cosas. Siempre que regresa de alguno de sus viajes tiene ese tipo de detalles, a mi madrastra siempre le trae alguna joya o vestidos de diseñador, es una perra pero mi papá la quiere mucho.
—Paso por ti en quince minutos, espero estés lista.
Me miro al espejo analizando el vestido que Alice me compro para esta ocasión, es un vestido rosa pálido de una sola manga, era muy entallado, mis caderas son algo anchas y mis pechos un poco grandes por lo que la tela se estira y hace que la falda se levante un poco más arriba de los muslos, tendré que sentarme con demasiado cuidado para que no se suba esto.
—Creo que el vestido me queda pequeño.
—Tonterías, es perfecto debes de mostrar todo tu armamento así que deja de pensar cosas que no van, ya voy para allá.
Suspire cuando colgué tome mi abrigo y el bolso para salir de mi cuarto.
—¿Papi? —estaba sentado en la sala —Ya me voy.
—Ten mucho cuidado mi calabacita, si quieres que vaya por ti me llamas, estate al pendiente del teléfono.
Se levantó y mi abrazo fuertemente.
—Ya mañana celebramos tu y yo, y quiero ser el primero en decirte feliz cumpleaños.
—Te amo papá.
—Yo a ti más.
Mi madrastra me miro cuando iba a salir y su único comentario fue “Qué gorda te vez con eso”
Bonita manera de arruinar mi noche.
Alice iba emocionada me hablo demasiado de este lugar desde que cumplí los veintiuno me ha querido traer a este tipo de sitios, pero siempre me había negado, esta vez no me salve se lo prometí y verla así de feliz vale la pena. Es bueno que mi cumpleaños le sirva de algo.
Apenas llegamos el lugar se veía totalmente exclusivo “Wonderland” en letras doradas, el aroma de gardenias pegaba de manera sutil, los meseros, eran muy atentos y con clase, las mesas no eran esos típicos bancos altos y lugares pequeños, era un sofa cómodo al frente del escenario, en lugar que Alice había conseguido era de locura, pedimos dos piñas coladas, no se me da mucho el alcohol por lo que prefiero un trago dulce.
La ambientación era con los colores rosa y dorado, en verdad era de lo más elegante este lugar.
—Siento que el corazón se me va a salir del pecho —las luces bajaron —por dios, ya vienen.
La música empezó y la tonalidad sensual puso el ambiente principal.
Salió el primer stripper mostrando un pantalón de cuero rojo que se le pegaba al cuerpo, con solo un par de arneses a su abdomen musculoso, mi amiga me apretaba el brazo cada que movía la cadera de manera sugestiva, su espalda es musculosa y ese tono moreno es muy atractivo, tiene los ojos verdes y mandíbula cuadrada. Nos vio y guiño el ojo, yo me reí nerviosa y mejor dio un trago a mi bebida.
Salió después un rubio delgado y atlético siguiendo los pasos de su compañero el cuero azul marcaba su entrepierna, creo que yo sentía cada vez más calor, pero me daba pena mirar directamente.
—¡Ahí viene, ahí viene!
Casi brinca en su lugar, cuando salió un tercer stripper, y casi se me cae la mandíbula al mirarlo, su pecho llevaba un lobo tatuado marcandose en su pectoral, el cuero negro y una chaqueta abierta era su traje, los demás desaparecieron del escenario para mis ojos, no podía evitar enfocarme en él, me talle un poco los ojos pero aunque traía lentes de contacto su rostro es inconfundible.
—¿Puedes creer que un privado con él cuesta mil dólares? Pero es seguro que los vale.
—Creo que lo conozco.
—¿Qué?
Alice se distrajo de mi respuesta, pues los stripper bajaron de escenario hacia las mesas, mire que estaban eligiendo chicas para subirlas, el rubio se acerco con nosotros y me iba a extender la mano, cuando alguien más me jalo por el otro lado.
—San —le gruño el rubio.
—Esta es mía.
El rubio no dijo nada más, pasó hacia mi amiga que por la emoción no se había dado cuenta de que el tipo que me lleva casi arrastrando al escenario me conocía.
—¿Qué haces en este lugar?
Su cuerpo se me pego mientras bailaba contra mi, su rostro estaba tan cerca del mío que casi podría saborear su aliento.
—Es…es..es mi cumpleaños, bueno técnicamente es mañana, mi amiga me trajo aquí, yo…yo no quería entonces…
Me alzo, usando un solo brazo para simular una embestida, sentí su longitud por completo a través de mis bragas que a este punto deben estar empapadas.
—No debiste salir de tu cueva corderito, el lobo ha tenido hambre mucho tiempo y ya es tiempo de comer…
*Respiren*
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