Parte L: McDonald's
-Y entonces yo le dije, 'Phill, compra un neumático' –Dice Bruce terminando de contar su chiste y todos rompemos reír.
Todo me parece gracioso, pero... ¡Lo es! ¡Amo estar ebria! No tengo que preocuparme de nada, sólo de beber más y más. Ahora sé por qué mi madre era feliz con tantas botellas de alcohol en el refrigerador.
Ellos son unos increíbles chicos, éste es uno de los mejor días de mi vida, creo que vendré aquí más seguido.
-Grace-me llama Phill.- Es hora de que tu nos cuentes un chiste.
-¿Un chiste? –me resulta un poco difícil hablar.
-Sí, uno bueno. –Interrumpe Mike- Como el de Phill y sus neumáticos –volvemos a reír todos.
-Bien –le doy un trago a mi botella de vodka- una vez...-algo me interrumpe, es mi celular. – Demonios- bufo y saco el celular del bolsillo- Esperen un minuto chicos –les digo y ellos asienten.
Observo el celular buscando el botón para contestar. No lo encuentro, así que aplano todo y luego lo pongo en mi oído.
-¿Hola?
-¡Grace! –me grita desde el otro lado de la línea
-¡Ah! Hola, James ¿cómo te va? –mi voz es graciosa.
-¿Estás borracha, acaso?
-No. –río- ¿Por qué lo dices?
-¿Dónde estás?
-Bah –alejo el celular y lo pongo cerca de mis labios.- Estoy en McDonald's. –es lo último que digo antes de cortar la llamada.
Vuelvo a guardar mi celular y veo a los chicos, que se rompen a reír, quizás por lo que dije. Tomo mi botella y le doy otro trago.
-Ése fue un buen chiste, Grace -comenta Bruce.
-¿Cuál? –enarco una ceja.
-Decir que estabas en McDonald's, cuando en realidad te estás poniendo la borrachera más grande de tu vida –todos ríen.
-Chicos, chicos, chicos. –los tomo del cuello para que se acerquen más- Ustedes son... los amigos que nunca tuve. Los amo. –río con ellos. –Pero –levanto mi dedo índice- Llegó la hora de irme. –Comienzan a abuchear. –Chisst –Los callo- Cierren la boca. Regresaré después, mis queridos amigos.
-Espero que sea pronto. –dice Phill.
-Lo será –Hecho la silla hacia atrás para poder salir y levantarme. – Me voy. Ustedes paguen la cuenta, después se los recompensaré.
-Adiós, Grace -me dicen los 3 al unísono.
Agito mi mano para despedirme y comienzo a avanzar. Mis piernas se tambalean, veo algo borroso, pero sigo avanzando. Ni siquiera había notado que traje la botella de vodka. Abro la puerta del bar y salgo dándole un trago.
Ya está oscurecido, seguro James está enojado, ¡pero me vale un carajo! Es mi maldita vida.
Las personas me miran extraño, quizás es por lo borracha que luzco..., y que estoy. Mientras camino buscando un taxi que pueda llevarme, empiezo a recordar al idiota de Adam. Hago un puchero al ver su rostro en mi cabeza y arrojo la botella al suelo. Ésta es hace añicos inmediatamente.
-Estúpido...idiota –mascullo por lo bajo. – mujeriego.
Seguro las personas piensan que estoy completamente loca. Joder, me duele la cabeza de puta madre, necesito dormir. Alzo mi brazo derecho para hacerle una parada a un taxi. Por suerte se detiene y me deja entrar, a pesar de mi estado.
El taxista es un hombre maduro, tiene aproximadamente la edad de James. Sus ojos son verdes y su cabello tiene unos mechones platinados.
-Señorita, ¿se siente bien? –me pregunta.
-¿Me veo mal?
-Se ve ebria.
-Pues lo estoy... -espero a que me diga su nombre, pero no parece captarlo.- ¿Cuál es tu maldito nombre?
-Valentine.
-Bueno, Valentine, creo que estoy ebria.
Se ve algo extrañado, creo que nunca había tenido un pasajero en este estado. Enciende el auto y comienza a manejar.
-¿A dónde la llevo, señorita?
-Me llamo Grace, llévame a casa.
-¿En dónde queda tu casa?
-Bah... eres taxista, tú debes saber.
-Sería más fácil si me dijeras la dirección.
-¡Oh! –Comienzo a reír- Es cierto. 601 Congress St Boston. Es una casa privada. Ahora, Valentine, haz tu trabajo.
Y entonces, me quedo profundamente dormida.
Escucho como alguien pronuncia mi nombre, una y otra vez. Abro los ojos y encuentro al taxista... ¿Cuál era su nombre? ¿Valente? ¿Valencio?
-Llegamos a tu casa, Grace.
Me levanto tallando mis ojos. Lo miro y sonrío.
-Gracias por traerme, Valente.
-Soy Valentine.
-Es igual –busco en el bolsillo de mi short un poco de dinero. Saco 2 dólares y se los dejo en la mano. Abro la puerta- Hasta pronto, Valencio.
-¡Valentine!
-De acuerdo, Valentine.
Rodea los ojos y enciende el motor del auto, para luego arrancar y marcharse. Avanzo un poco, ya controlo más mi equilibrio, aunque sigo viendo borroso y la cabeza sigue doliéndome.
Busco las llaves de la puerta y la abro. Adentro no encuentro a nadie, pareciera que nadie está. Camino, hasta el lugar donde están las escaleras dando traspiés, pero repentinamente, pierdo el equilibrio y caigo al suelo. En lugar de intentar levantarme comienzo a reír como una loca. Mejor dicho, como una ebria.
Veo unos zapatos de hombre y dejo de reír. Levanto la mirada, hasta encontrar a James.
-Oh...oh. –exclamo.
Me levanto del suelo torpemente y me pongo frente a James con una sonrisa. Su cara se ve llena de enfado.
-En McDonald's ¿ah? No sabía que dan bebidas alcohólicas ahí.
-Ay, James. Que te valga un carajo dónde estuve. Me largo a mi habitación. –tomo el barandal de las escaleras y comienzo a subir con dificultad.
-¡Grace! ¡Ven aquí ahora!
Sigo subiendo sin importarme sus gritos. Giro la cabeza para verlo nuevamente. Tiene una mano en su frente, pero ya no me está mirando, más bien parece que analiza algo. Le hago una señal obscena y me doy la vuelta nuevamente, para ir a mi habitación. Río divertida por lo que le acabo de hacer a James, y no me doy cuenta de su presencia, hasta que me estrello contra él.
Me alejo lentamente y levanto la mirada. Sus ojos marrón se notan preocupados, pero con una pizca de enfado; prefiero apartar la vista de él.
Toma mi brazo con fuerza y me obliga a seguir mirándolo.
-¡Suéltame, me lastimas, Adam! –le grito.
-¡Cállate! James se dará cuenta que estamos juntos. –Respira intentando controlarse- Me podrías explicar dónde mierda estabas.
-Eso no te interesa, idiota –logro zafarme de un empujón.
-¿Por qué te has puesto ebria?
-¿Quieres saber por qué? ¡Todo es por ti! –Me alejo más y lo miro- Ahora, no quiero que en tu puta vida vuelvas a tocarme.
-Por favor, ma chérie. Mueres por que lo haga. Mueres porque en este momento te bese como un loco. Que te haga mía.
-¡Cierra la maldita boca, Driver! No quiero que me beses..., y mucho menos que me vuelvas a tener en tu cama.
Por más que me aleje, él vuelve hacía mí.
-¿Cómo puedes ser tan cínico? ¿No te das cuenta que me utilizaste?
-¿Lo hice?
-¡Odio que respondas una pregunta mía con otra pregunta!
-¿Lo hago?
Aprieto la mandíbula y levanto la mano para darle una bofetada, logrando hacer que su rostro quede de un lado.
-Así que lo nuestro sigue siendo físico. –es lo último antes de que atrape mi rostro entre sus manos. Desearía haberlo visto venir.
Me besa con tanta pasión, como siempre lo hace. Mi corazón se acelera, comienza a latir tan rápido y fuerte que temo que él lo pueda escuchar. Mis brazos rodean su cuello involuntariamente y mis manos acarician su cabello. Así, besándonos entre jadeos y deseo, me lleva a mi habitación.
En la cama, él se pone sobre mí, mientras sigue besándome y acariciando mi cuerpo. Creí que se había aburrido de mí.
-Adam...-jadeo.
-¿Sí?
-Te...te amo. Te amo, Adam.
Y esa palabra es la que arruina todo el momento. Deja de besarme, y se levanta de la cama. Siento un poco de vergüenza de mí por haber caído tan bajo. Se sienta en una esquina de la cama y frota sus labios con la mano, como si se limpiara algo que los mancha.
-Adam... ¿escuchaste lo que te dije?
-Sí. –responde seco- Y es lo más estúpido que he oído.
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