Parte CIV: Muerta

Subo las escaleras para llegar a la puerta de mi casa. Ahora me estoy dando cuenta que todavía sigo sintiendo dolor de todo lo que me pasó estos días. Busco las llaves en mi mochila y cuando finalmente las encuentro se me resbalan de las manos y caen al suelo. Me inclino para recogerla y me doy cuenta que hay un diario de la semana. Es algo extraño que alguien haya dejado esto aquí.

Enarco una ceja y lo levanto junto con las llaves. Abro la puerta sin mirar en donde inserto la llave. Entro a casa leyendo las noticias que están en primera plana. Arrojo las llaves a una mesita que hay a un lado y cierro la puerta.

Atravieso el recibidor y me dirijo a la sala de estar para leer mejor. Arrojo mi mochila al suelo y me siento en un mueble con una pierna cruzada.
No entiendo por qué alguien me dejaría esto aquí, no tiene absolutamente nada que me pueda intere...

'La mañana del miércoles, se encontró a una mujer identificada como Elena Liliane Collins, de 40 años muerta a causa de una sobredosis. Los vecinos aseguran que siempre la encontraban bebiendo, fumando o inyectándose sustancias extrañas.
Al lugar arribaron oficiales del Departamento de Policías para buscar más indicios de...'

Dejo de leer y arrojo el diario al suelo. Me obligo a cerrar la boca ya que mi barbilla estaba a punto de tocar el piso. Tapo mi boca para contener un sollozo y me recargo en el mueble. Mis ojos empiezan a picar y a llenarse de lágrimas. Finalmente dejo escapar una.

-No puede ser –sollozo- Oh...

Mi madre ha muerto. Quizás, si otra persona habría vivido 19 años con ella, estaría feliz de haber leído esa noticia. Sin embargo, yo no estoy feliz. Fue mi madre... o lo que se aproximó. Quizás... no sabía cómo serlo y por eso me trataba de esa manera.
No estoy triste. Estoy impresionada. Aun así quiero llorar.

Escucho el timbre de la puerta sonar. Me siento en la orilla del mueble y hago un abanico con mis manos para secar mis lágrimas. Me levanto y me dirijo a la puerta.
Antes de abrir me aseguro que mi rostro ya no aparenta que estuve llorando.
Suspiro y abro.

Adam está del otro lado de la puerta; primero me impresiono de verlo, pero después no me da tiempo de decir alguna cosa porque toma mis mejillas y me besa desesperadamente.
Mis puños quedan entre su pecho y el mío. Doy un leve gemido y él me suelta.

Me mira a los ojos y jadea de la misma forma que yo lo hago.

-Lo lamento –susurra contra mis labios.

Le doy un leve empujón para alejarme de él.

-No es una forma de entrar, Adam.

Adam suspira.

-Necesitamos hablar.

Le doy la espalda para ir a la sala de estar. Empiezo a morder mis uñas, es un habito que estoy comenzando a adoptar. Escucho que la puerta se cierra y luego los pasos de Adam detrás de mí.

-Espera –dice.

Lo ignoro y sigo caminando hasta llegar a la sala. Vuelvo a sentarme en el mismo mueble y me cruzo de piernas nuevamente. Adam está de pie, mirándome atentamente.

-Puedes tomar asiento si quieres, Adam.

Hace un asentimiento de cabeza y se sienta en un mueble que está enfrente del mío.
Carraspeo un poco y lo miro.

-¿Sobre qué quieres hablar? –pregunto rápidamente.

-Sobre... Tú sabes...Lo que pasó ayer.

Alzo ambas cejas.

-Umm...Sí.

Me recargo en el mueble y miro hacia la nada. Necesito aclarar un poco mis pensamientos. Mi madre muerta... No puedo creerlo. Hace tan sólo unas pocas semanas que la vi por última vez. Me pregunto si los vecinos les habrán comentado algo a los oficiales sobre mí. ¡Oficiales! ¡Quizás Adam lo sabe!

-... sabes que no lo haría... ¡Grace! –Exclama y me sobresalta- ¿Me estás escuchando?

Trago saliva y niego con la cabeza.

-Adam... escucha, mi madre... ella murió.

Él abre los ojos de par en par y se levanta de su mueble para sentarse a mi lado y abrazarme. Un poco del peso que sentía se desvanece. No sé por qué no adiviné antes que lo que necesitaba era esto. Era Adam.

Por suerte ya no vuelvo a llorar, sólo me limito a seguir atrapada en sus brazos.

-¿Lo sabías? –susurro.

Adam suspira y se aleja unos centímetros para mirarme con ojos brillosos. Asiente lentamente con la cabeza.

-Lo supe hoy. John me lo ha dicho.

-Oh.

Vuelve a abrazarme fuertemente. Luego de un rato rodea mis hombros con su brazo y yo recargo mi cabeza en su pecho.

-¿Estás triste? –me pregunta.

Pienso lo correcto para responder. No estoy triste... Quizás un poco. Esto es un sentimiento extraño.

-No lo sé. No sé qué debo sentir.

Adam empieza a acariciar mi cabello lentamente. Cierro los ojos un momento para disfrutar de este encantador momento.

-Jamás –empieza- he querido preguntarte sobre tu madre. James me dijo que no tocara ese tema contigo. Además, yo sabía que no debía hacerlo, a nadie le gusta recordar cosas... malas.

-Sí, es mejor que jamás sepas sobre ella. ¿Venías a decirme sobre eso?

-No –Sé que agitó la cabeza-. Sólo quería hablar sobre lo que pasó ayer.

Nuestra gran pelea de ayer. Creí que no volveríamos a vernos hasta dentro de unas semanas.
Puedo sentir cómo Adam se pone tenso. Entrelazo su mano con la mía para hacer que se relaje un poco.

-Bien, habla.

La mano que tenía entrelazada con la mía la mueve y la pone en mi barbilla para levantarla y obligarme a que lo mire a los ojos.

-Lamento haber actuado de esa forma tan... infantil. Jamás quise llamarte estúpida. Estaba en completo...shock.

-Tranquilo- sonrío- Lo sé.

Pongo mi mano en su mejilla y la acaricio. Él cierra los ojos ante mi toque y cuando los abre se ve menos preocupado. Sonríe y me da un beso en los labios.

-Te amo. Espero que esas dos palabras se queden grabadas en tu cabeza para que cuando te preguntes si aún siento algo por ti, las recuerdes.

Es entonces, cuando me doy cuenta que he encontrado mi hombre perfecto.
Pongo mis manos en su cuello y lo acerco hasta mí para besarlo como hace tiempo que no lo hacía. Siento que mis pulmones arden a falta de aire, pero no quiero detenerme. No sabía hasta qué punto Adam me hace falta. Supongo que jamás en mi ida podré dejar de amar a este hombre.
Llego al punto en que siento que en cualquier momento podría morir a falta de aire. Me alejo de él y mis pulmones se vuelven a llenar de oxigeno.
Jadeo y le dedico a Adam una sonrisa.

-¡Vaya! –Exclama- Por un momento creí que moriríamos.

Río y le doy un leve golpe en el pecho. Ahora recargo mi cabeza sobre su hombro y tomo sus manos. De pronto recuerdo algo importante que no le he preguntado a Adam:

-¿Cómo está Oscar?

Adam suspira.

-Él está mejor, eso me dijeron. Quiere que vayamos ambos porque quiere decirnos un par de cosas.

-¿A mí también? –enarco una ceja.

-Sí.

Me encojo de hombros.

-Creo que quiere empezar de nuevo –dice Adam.

-Tan sólo espero que no vuelva a apuntarme con un arma.

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