Parte CI: Estás acabado
Ella, al darse cuenta de lo que pasa, vuelve a rasguñar el rostro de Nicholas, pero sin embargo, él es más fuerte y le da un golpe en la mejilla haciendo que se estrelle contra una pared. Intento moverme para ayudarla, pero Nicholas reacciona rápidamente y toma su arma del suelo para luego apuntarme.
Grace está en el suelo, con el rostro lleno de lágrimas y con sangre brotando de su labio. No para de sollozar, entiendo que no tiene fuerzas para levantarse. Murmura mi nombre con desesperación, lo que causa que me sienta impotente.
Oscar está en el suelo con su camisa color azul llena de sangre, está en posición fetal y aprieta sus ojos. No puedo ayudar a ninguno de los dos. ¿Cómo pude olvidar traer mi propia arma?
-Estás acabado, Driver–dice la voz burlona de Nicholas.
Levanto mis brazos y bajo la cabeza. Tiene razón, estoy acabado. No puedo creer que John me haya abandonado.
Nicholas ríe, supongo que le encanta la idea de matarme.
-¿Algo que debas decir antes de matarte? Te daré en la cabeza. Ya me di cuenta que estás usando un chaleco antibalas.
Niego con la cabeza, aunque sí tengo muchas cosas que decir.
-Buen trabajo, oficial.
Cierro mis ojos. No tengo el valor para mirar a Grace ni a mi hermano de nuevo. Intenté salvarlos, pero fallé.
-¡No, Adam! –chilla Grace.
Nicholas la ignora, mientras yo trato de hacer lo mismo.
-Adiós –dice Nicholas por último.
Escucho un fuerte golpe y varios disparos. Me sorprendo al darme cuenta que ninguno de ellos me atravesó. Abro los ojos y veo a Nicholas en el suelo con una herida en su brazo. Al levantar la mirada, descubro a John con un arma en alto. Atrás de él, más compañeros. Sabía que no me dejaría.
Le doy las gracias con un asentimiento de cabeza. Ahora es el momento en el que me encantaría dividirme en dos. Grace y mi hermano, ambos están en problemas. Qué situación tan difícil.
Veo a varios paramédicos acercarse al cuerpo de Oscar; revisan su pulso y le ponen oxigeno. Suspiro de alivio y corro hasta el lugar donde se encuentra Grace.
Sus ojos siguen llenos de lágrimas y su boca tiene una leve mancha de sangre. Ahora que puedo reaccionar me pregunto qué le estaría haciendo ese maldito allá arriba.
Cuando me mira intenta esbozar una sonrisa. Me pongo de rodillas a su lado e intento ayudarla a sentarse, pero gime cuando intento ponerla en mis brazos.
-Grace-jadeo- Por Dios, ¿te duele mucho?
Ella niega con la cabeza. Sé que está mintiendo.
-Ve con tu hermano, Adam. –dice.
-Pero...
-Estoy bien –dice de inmediato- Sólo un poco aturdida por el golpe. Vamos, Adam, él te necesita...
Trago saliva y asiento con la cabeza. Antes de alejarme beso su frente y le doy una leve caricia en la mejilla.
Los paramédicos siguen atendiendo a mi hermano. Me acerco a su lado y tomo su mano. Sigue despierto y en sus ojos puedo ver el dolor y la angustia que tiene. Gira su cabeza para mirarme e intenta sonreír.
-Adam... -susurra- lo lamento... te lo puedo explicar...
-Cierra la boca, Oscar. No tienes que explicar nada, ¿vale? Tranquilo, ellos te ayudarán- Oscar asiente con miedo- Vas a estar bien, hermano.
Los paramédicos ponen a Oscar en una camilla y se lo lleva todavía intentando hacer que su herida deje de sangrar. Confío en que estará bien.
Veo a otros oficiales esposando a Nicholas; su rostro está lleno de cólera y forcejea. Me doy cuenta que la bala sólo le ha rozado un poco, pero no lo ha lastimado del todo. Un oficial llamado Ethan le da unos choques eléctricos que lo dejan inconsciente y su cabeza cae en el hombro de él. Otro oficial le ayuda para llevarlo fuera de la casa.
Cuando vuelvo a mirar hacia el lugar donde se encuentra Grace, me doy cuenta que ya se ha puesto de pie y que John está a su lado ayudándola. Frunzo un poco el entrecejo y me acerco a ellos.
-¿Estás mejor? –le pregunto.
Ella asiente. La sangre que tenía en su labio ya ha desaparecido, aunque ahora tiene una pequeña cortada.
-Supongo que se encuentra mejor –dice John- según esos paramédicos tenía un...
-Yo la puedo cuidar –lo corto.
John se queda serio, asiente y se marcha. Cojo a Grace por sus mejillas y le planto un pequeño beso sobre los labios. No se sorprende, pero tampoco me lo devuelve.
La miro a los ojos y ella intenta sonreír.
-¿Estás cansada?
Asiente.
-Vamos al hotel por tus cosas y después te llevaré a casa –suspiro- Al menos ya podré dormir tranquilo sabiendo que no hay un loco intentando hacerte daño.
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