Capítulo XXIX: ¿Toda la noche? toda la vida
Capítulo XXIX: ¿Toda la noche? toda la vida
Dakota
—Tú... Guau... Simplemente... —Jagger parpadea y desde el sofá, acurrucada contra el costado de James, Maddison se ríe.
—Jagger está sonrojado —Se burla.
—Porque está excitado —argumenta James antes de sonreírme—. Te ves increíble, Dakota ¿Eres el regalo del cumpleañero?
—Eso espero —responde Jagger sin dejar de verme y las mejillas se me calientan por la manera en la que me mira: con deseo, hambre, pero también mucho amor.
Sentir y vivir el amor de Jagger es adictivo, siempre quiero más. Cuando creo que es suficiente, me sorprende dándome muchísimo más.
—Pero ¿Cómo puedo ser tu regalo cuando ya me tienes? —Le pregunto y sus labios se extienden en una lenta sonrisa.
Jagger acorta la distancia entre nosotros y sus dedos trazan mi vestido desde los tirantes gruesos hasta la seda ajustada que inicia en mi cintura.
Me siento hermosa y su mirada lo confirma. El vestido negro salió del armario de Rose, una de sus tantas compras que nunca ha usado, y debido a que ella es más voluptuosa, su compañera hizo los arreglos para ajustarlo a mis medidas, sin embargo, escuchó demasiado a mi hermana mayor cuando decidió hacerlo más sensual, pero la verdad es que me encanta.
Los tirantes son gruesos y de seda mientras que toda la parte del torso tiene el diseño de un corset, excepto que es de encaje dejando a la vista mi brallete igualmente negro y que tiene la forma perfecta en las copas que combinan y realzan el escote de corazón del vestido. Está tan ajustado y moldeado a mi cuerpo que hace que mi cintura se vea más pequeña de lo que en realidad es y la forma en la que luego cae en seda hasta mis rodillas, pero con una abertura desde uno de mis muslos, hace que parezca que mis caderas son más amplias. Los tacones son simples, pero bonitos, no quería opacar el vestido.
Mi cabello tiene más volumen gracias a la tenaza caliente que utilizó Rose y mis ojos están maquillados más de lo usual, siendo ahumados con un delineado que los hace ver más rasgados e incluso hace que el simple marrón parezca algo especial logrando un contraste con el brillo simple en mis labios, que apenas delineé para hacerlo ver más llenos de lo que ya son.
Las manos de Jagger se afianzan en mis caderas, apretando la tela del vestido entre sus dedos.
—Siempre estás preciosa, pero hoy posiblemente me has dejado sin palabras —susurra.
—Tú eres el cumpleañero más atractivo que he visto en mi vida —respondo.
Y no miento.
¿Jagger vistiendo formal? Mi perdición.
Su pantalón negro parece hecho a la medida por la manera en la que cae, pero le abraza el culo, además su camisa es color champagne y de seda, tiene los suficientes botones abiertos para dejar ver parte de los tatuajes y la extensión de su pecho, los zapatos son formales y brillan con el discreto logotipo de la marca bastante reconocida y cara. Y de verdad me mata la manera en la que recortó solo un poco de su cabello, teniendo una línea por el medio mientras mechones aun húmedos comienzan a ondularse en sus sienes. Es el hombre más hermoso que he visto en mi vida.
Cuando mis manos caen sobre las suyas en mis caderas, siento la frialdad del reloj que James le regaló y al deslizar mis dedos en los suyos, tanteo los anillos que está usando.
—Bueno, esto parece alguna novela de escena lenta en donde se ven por largos minutos ¡Váyanse! —Nos apremia Rose.
Mi hermana había venido hacia tres horas al apartamento de Jagger y aunque me había parecido exagerado que llegara con tanto tiempo de anticipación, resulta que usó cada minuto y que cuando terminó conmigo, yo estaba tan feliz que salté sobre ella.
—¿Nos vamos? —Me pregunta Jagger sin dejar de mirar mis labios y me alzo sobre las puntas de mis pies para susurrarle al oído mi respuesta.
—Sí, déjame darte el mejor cumpleaños de tu vida.
Me besa el borde de la mandíbula y luego espera a que tome mi bolso para entrelazar nuestros dedos y girarse hacia la pareja y Rose.
—Nosotros llaveáramos a Rose a su hermandad —Nos hace saber James—. Así que disfruten de su noche.
—Ten el mejor cumpleaños —Le sonríe Maddie.
Me alegra muchísimo que tras el pasar de los días Maddison y Jagger dejaran a un lado las tensiones de lo sucedido con Seth, no tuvieron que conversar demasiado sobre ello, solo les bastó con extrañarse y abrazarse. Supongo que también ayuda el hecho de que la recuperación de Seth ha ido bastante bien y más rápido de lo esperado.
Jagger asiente hacia ellos y poco después estamos saliendo del edificio, y cuando miro alrededor no noto a las personas que no custodian, pero sí a los que cuidan de James pese a que están aparentemente camuflajeados.
Dejo que mi novio me guíe hacia su auto, en donde abre la puerta para mí, tocándome tanto como puede mientras abrocha mi cinturón de seguridad y mirándome largos segundo cuando termina de hacerlo.
—¿Qué pasa? —pregunto sonriéndole.
—No puedo dejar de mirarte, eres increíble, Dakota Monroe.
—Basta. Se supone que los mimos esta noche son para ti.
Ríe por lo bajo e intenta retroceder, pero le tomo la pretina del pantalón.
—¿En dónde está mi beso? —cuestiono con una ceja arqueada.
—¿Y tu labial?
—¿Crees que no lo tengo en mi bolso para retocarlo? ¿O que el labial es más importante que un beso tuyo? —ruedo los ojos y sonríe antes de agacharse y besarme.
En un principio parece que quiere ser delicado, pero su pasión gana cuando mi lengua se abre paso entre sus labios, entonces me besa con ferocidad y el suficiente entusiasmo para morderme el labio y robarme el aliento.
Sus labios son los único que me tocan mientras se agarra del auto, lo que hace que la tensión incremente hasta ser casi asfixiante. Cuando se aleja, ambos estamos sin aliento y con lentitud retiro con mi pulgar mi brillo labial sobre su boca.
—Sí, este cumpleaños va a gustarme mucho —Sonríe antes de cerrar la puerta, rodear el auto, subir y ponerlo en marcha—. Así que mi novia reservó el restaurante del hotel más caro de Nottingham, cuánta clase tienes, Dakota.
—Lo mejor para el mejor —presumo.
Como si papá no me hubiese dado toda una charla cuando le dije a dónde quería a llevar a Jagger, pero no me dejé persuadir aun sabiendo que se llevaba los pagos que he tenido en la biblioteca desde que comencé a trabajar y una parte significativa de mis ahorros. Al verme tan persistente, papá me dijo que lo dejara ayudarme y me negué no queriendo su dinero, pero se rió diciéndome que no planeaba darme su dinero, pero si podía contactar a alguien que le debía un favor y me daría una mejor oferta en donde solo usara lo que he ganado en la biblioteca, que también me dijo que me lo pensará muy bien, pero fue peor cuando le dije que la única razón por la que aguanté el trabajo aburrido de la biblioteca era para reunir para mis planes del cumpleaños de Jagger, pero lo apaciguó saber que seguiría en el trabajo después de que básicamente ya alcancé mi objetivo.
Me reserve el decirle que como no gaste todo el dinero previsto en esta cena y reserva gracias a él, entonces compré el regalo de Jagger desde una parte de mis ahorros. Igual es mi dinero y me parece muy bien haber gastado algo de ello en mi novio y no me importa si a otros no les parece correcto.
Cuando llegamos al muy intimidante y deslumbrante hotel, un valet parking abre mi puerta y luego toma las llaves de Jagger, pero antes de que él saque dinero para darle propina, yo lo hago y eso lo tiene arqueando una ceja.
—Disfruta de tu noche, cumpleañero —El tono de mi voz revela cuán complacida me siento de todo sobre esta noche.
—Ah, mi novia paga —dice como si lo entendiera, entrelazando nuestros dedos y sonriendo mientras nos abrimos paso hacia la entrada.
Afortunadamente no hay problemas con mi reserva y somos guiados al interior del restaurante y si en fotos era impresionante, no tengo palabras para la realidad. Lámparas doradas que simulan el oro, porque no puede ser verdad ¿Cierto? Cuelgan de parte estratégicas del techo dando una luminosidad misteriosa con un toque romántico sin opacar las velas en algunas de sus mesas cubiertas de manteles negros y tintos que parecen seda y con intricados patrones de bordados dorados, da miedo pensar en ensuciarlos. Me intriga los trazos dorados en las paredes oscuras y algunas parecen ser frases en lenguas antiguas.
Pese a que el lugar es grande, hay pocas mesas, dándole un aire exclusivo e íntimo y las voces de los comensales son bajas mientras degustan platos que se ven divinos, pero que siendo honesta pudieron ser más grande por lo que cuestan, pero supongo que así funciona en muchos lugares.
En cierta manera este lugar parece la interpretación de un Nottingham más antiguo, aristocrático y selecto.
Nos ubican en donde la mesa más próxima está a unos pocos metros y no puedo evitar echar un vistazo atrás para verificar que de verdad el respaldar de mi silla no es oro mientras Jagger hace la elección de vino por nosotros, sabiendo que prefiero el blanco.
—¿Qué haces? —Me pregunta cuando el mesero se retira.
—¿Crees que esto sea de oro?
—No lo creo.
Me enderezo en el asiento y le sonrío.
—¿Y bien? ¿Te gusta?
—Sí, lo que más me encanta es la vista que tengo frente a mí —desliza su mirada por mi rostro y lo que puede ver de mi cuerpo estando sentada—, pero no tenías que hacer todo esto, me bastaba con estar contigo.
Extiende la mano sobre la mesa y tras rodar los ojos entrelazo mis dedos con los suyos.
—Pero quise hacerlo ¿No soy la mejor novia? —pesco mis elogios y él ríe con suavidad.
—Lo eres, Dulce. La mejor.
Juega con mis dedos mientras me cuenta de que tuvo una videollamada con Layla Campbell y cómo la pequeña le cantó cumpleaños y enseñó un dibujo que guardará para cuando él vaya a Londres.
—Es increíblemente buena, estamos sorprendidos de cómo alguien tan pequeña tiene tanto talento. Será una gran artista si decide que es lo que quiere.
En su teléfono me muestra la foto capturada durante la videollamada y me derrito por la sonrisa y felicidad de ambos. La pequeña parece una versión más delicada de Seth, tienen mucho parecido, exceptuando que sus ojos son iguales a los de Maddie. Después me habla de la videollamada con su papá y su abuelo, riendo ante lo divertido que fue este último y sonriendo sobre ambos.
Me alegra muchísimo que Jagger finalmente haya tenido la conversación con su papá, le ayudó mucho y siento que los acercó incluso más.
Mis padres también lo felicitaron con mensajes que se encarga de leerme.
—Este es de tu mamá —Se aclara la garganta—. «Dubái, te haces más sabio. Cada año que se suma a nuestra vida nos conecta más con la tierra, con la naturaleza y nos hace saber que si estamos aquí es porque aún el mundo nos necesita. Vive tu nuevo año de vida con felicidad, pasión y libertad. Abraza a quién eres y se lo mejor de ti. También trata de comer más sano, eso te permitirá vivir muchos años más. Besos.»
—Sí, eso suena definitivamente a Virginia Monroe —digo con una sonrisa.
—Y este es de mi querido suegro: «Feliz cumpleaños, Mick Jagger, hazle honor a tu nombre y haz cosas grandes por ti, que tu vida cuente y si quieres cumplir muchísimos años más, no te olvides de tratar como una reina y con respeto a mi hija. Por cierto, buen provecho, espero te comas cada libra invertida en ti.»
—¡Por Dios! Tiene que superar que vinimos a este lugar —Ruedo los ojos.
—Siento que me quiere muchísimo —asegura.
El mesero vuelve con nuestro vino y nos da una breve explicación de su cosecha antes de servirnos, esperar que Jagger deguste el primer sorbo y luego irse.
Jagger mantiene nuestras manos sobre la mesa con dedos entrelazados mientras con las otras alzamos nuestra copa.
—Por ti, mi amor —digo y sus ojos brillan—, porque cumplas muchísimos años más y pasar cada uno de ellos a tu lado.
—Así será —Me promete en el mejor brindis que he compartido en mi vida.
***
De acuerdo, la comida fue realmente impresionante, posiblemente la mejor que comeré en mi vida. Estaba tan buena que no quería que terminara y el postre casi me hizo llorar de lo bien que sabía, además, el vino fue increíble, mis tres copas lo confirman, así que valió cada libra. Sin embargo, cuando pensó que ya no podía sorprenderlo, justo cuando Jagger asumió que debía guiarnos hacia la salida, lo hice girar para ir por el pasillo que nos llevó a la elegante recepción.
Él me vio con sorpresa y yo había sonreído con satisfacción, bueno, y también de manera arrogante mientras decía mi nombre para nuestra reserva. Recibimos la llave y en silencio subimos al ascensor en donde él simplemente me miro intensamente desde el otro lado.
Sentí su mirada como una caricia en cada parte de mi cuerpo visible y no visible. Pude sentir la humedad acumulándose entre mis piernas, mis pezones endureciéndose debajo del encaje y mi corazón acelerado mientras el ascensor nos llevaba a nuestro piso.
Para cuando salimos, su mano en mi espalda baja me tenía super consciente de él mientras nos guiaba hacia nuestra habitación y ahora que estamos dentro de ella, estoy sin palabras.
Es una suite matrimonial, con la cama más enorme que he visto en mi vida, es alta y tiene doseles dorado. Las sábanas parecen ser de seda y las almohadas esponjosas. El minibar es una exageración con diferentes botellas de licores, frutos secos y aperitivos, y podría detallar muchas cosas más, pero lo que me deja sin aliento es el gran ventanal que me permite apreciar las luces del centro de la ciudad.
Paso la mayor parte de mi tiempo en la universidad que se encuentra retirada y cuando salgo lo hago más hacia el este, pocas veces al centro y la verdad es que siempre consigue dejarme sin aliento porque encuentro que es muy hermosa, mágica. Otros preferirán otras ciudades, pero yo he aprendido a enamorarme de la ciudad que se volvió mi hogar.
—¿Cuándo trajiste nuestra ropa? —pregunta Jagger viendo ambas bolsas con nuestra pertenencia dentro del amplio armario.
—James lo hizo esta mañana.
—Esta habitación es francamente impresionante —dice viendo todo el lugar antes de acercarse al gran ventanal a mi lado, dar un golpecito contra la vidrio y sonreír—. Es unidireccional —Me mira—. Podemos ver la ciudad, pero nadie puede vernos.
Y entonces Jagger hace algo muy normal que me recuerda que pese a todo lo que carga, trata de vivir su vida como todos los demás. Saca su teléfono y fotografía la vista antes de atraerme por la cintura para que este a su lado y bajar su rostro al mío, tomando una selfie cuando sus labios están sobre los míos.
—Te esforzaste en darme esta noche. Gracias, haces tanto por mí.
Sus besos viajan por mi mejilla hasta mi cuello, haciendo que mi deseo crezca y sé sus intenciones, pero lo detengo haciéndolo quejarse, lo que me tiene riendo.
—Espera, aún hay algo que quiero darte, espérame aquí y no mires.
Me apresuro hacia el armario en donde se encuentra nuestros bolsos y en uno de los bolsillos pequeños tomo el regalo. No es fácil caminar en tacones en la alfombra que cubre todo el suelo del lugar, pero aún no quiero quitármelos, sé que a ambos nos gusta en estos momentos.
Tal como se lo pedí, Jagger me está esperando justo en donde lo dejé y cuando me detengo detrás de él, suspira.
—Agáchate un poco, por favor —pido en voz baja.
No duda en hacerlo y con cuidado paso el collar alrededor de su cuello, casi estresándome cuando el broche se pone difícil, pero lo logro y sonrío complacida.
Él se incorpora con lentitud y gira para mirarme mientras sus dedos tantean el dije del collar de oro.
—Te tomaré una foto —Hago saber, nerviosa y emocionada.
Me extiende con lentitud su teléfono y ahí, viéndose absolutamente hermoso con la ciudad de fondo y con dos de sus dedos tocando el dije, capturo el momento.
Me acerco para enseñarle la foto y hago zoom en el dije, pero honestamente casi ni se ve, por lo que le devuelvo el teléfono y voy rápidamente por mi teléfono antes de volver y enseñarle la foto que tomé del collar cuando lo busqué hace un par de días.
—No quería repetir una frase que engloba momentos que sé que quieres dejar atrás y aunque me parece que es una frase hermosa, me doy cuenta de que tú no eres solo mi más —Tras mis palabras él mira la foto en mi teléfono—. Tú te has convertido en mi corazón, haces que sepa lo que se siente estar enamorada, lo que es amar. Llevo tu nombre en mi corazón y honestamente si pudiera, te lo daría porque ese tonto quiere siempre estar contigo.
«Eres mi ♥»
Jagger alza la mirada y parpadea hacia mí mientras sus pestañas se vuelven húmedas y eso hace que mis ojos también se humedezcan. Parece sorprendido, conmovido y enternecido mientras se muerde el labio inferior antes de sonreírme.
—Lo sé, es bastante cursi —río controlando mis lágrimas ante todas las emociones que embargan su rostro.
—Quiero decirte tantas cosas que no sé ni siquiera cómo —Su voz es ronca y baja—. Te amo de tantas maneras, no solo me has regalado un collar, me has dado un momento que atesoraré toda mi vida y que me aseguraré de contarle a nuestros hijos, a nuestros nietos —Hace una pausa—. Haré que nunca te arrepientas de volverme tu corazón.
»Eres lo más hermoso, Dakota Monroe. Gracias por amarme.
—No tienes que agradecerme.
Acorto la distancia entre nosotros y tomo la parte baja de su nuca, hundiendo mis dedos en su cabello.
—Te amo y amo hacerte sentir amado —Le doy un beso en la comisura de la boca—. Y amé planear todo esto para ti, lo hice incluso antes de que me dijeras en la biblioteca que querías ser mimado.
»Empecé a trabajar en la biblioteca hace meses para que esto funcionara...
—No tenías...
—Pero quería, Jagger ¿Y adivina? —Le pregunto con una sonrisa en tanto sus manos se deslizan desde mis caderas hasta mi trasero.
—Dime.
—No me arrepiento porque tú vales la pena —Me acerco a su oído para susurrar mis próximas palabras—. Además, me da satisfacción pensar que la tienes muy difícil para superarme con tu regalo en mi cumpleaños.
Su risa resuena en la habitación antes de que me apriete a su cuerpo y me bese profundamente. No hay tanteos, dulzura o suavidad. Él me besa como un hombre que intenta transmitirme con sus labios y lengua lo que siente por mí, y siente tanto que me roba la respiración, se marca en mi alma, en mi piel, en todo.
Me hace retroceder hasta que mi espalda está contra el vidrio y su boca le da tregua a la mía para deslizarse con besos que van desde mi mejilla hasta mi cuello mientras sus manos son caricias intensas recorriendo las curvas de mi cuerpo. Mis manos sacan la camisa de su pantalón y son torpes por la desesperación deshaciendo los botones restantes de su camisa, pero cuando lo consigo, la ruedo por sus hombros y él la hace caer al suelo.
Me muerde el pulso en el cuello haciéndome gemir y su rodilla se cuela entre mis piernas antes de que su boca vuelva a la mía y me bese con la misma intensidad en tanto mis manos recorren sus abdominales, sus costillas, su espalda, todo lo que puedo alcanzar y cuando me muevo, mi rodilla es la que consigue estar entre sus piernas mientras siento su dureza contra mi estómago.
Mientras nos besamos con más intensidad una de sus manos se desliza por mi espalda hasta encontrar la cremallera del vestido, bajándola hasta el final en mis caderas que es cuando detiene poco a poco el beso para mirarme a los ojos mientras con ambas manos retira los tirantes del vestido, ayudándolo a bajar hasta que se acumula en mis caderas.
Nos miramos al tiempo que una de sus manos se afianza sobre el vidrio a la altura de mi cabeza y otra se aferra a la tela en mi cadera. Mi mano se presiona contra su abdomen mientras la otra se aferra a su cadera. Trae mi labial sobre su boca hinchada, está despeinando y su respiración es rápida. Me mira con las pupilas dilatadas y la mandíbula tensa como si no pudiera con todo lo que siente.
—Esto es perfecto y no sé qué hacer cuando algo es tan maravilloso —susurra y le sonrío.
—No tienes que hacer nada más allá de disfrutarlo, vivirlo y sentirlo. Esto es perfecto y es nuestro —correspondo a su susurro.
—¿Y si este es el mejor momento de mi vida y después no hay más?
Me río y beso con suavidad el borde de su mandíbula.
—Eso es imposible. Vivimos creando momentos perfectos, nos quedan un montón de ellos.
—¿Lo prometes?
—Lo prometo —digo con firmeza y confianza, absolutamente segura de ello.
Me sonríe y entonces vuelve a besarme con más pasión mientras sus manos bajan lo que restan del vestido y las mías se encargan de su pantalón. Nos reímos cuando casi se cae al quitarse los zapatos junto al pantalón, pero las risas se acaban mientras nos rozamos en ropa interior y nos aferramos el uno al otro, adictos a un beso tras otro.
Siento sus dedos trazando cada borde de mi brallet, acariciando mis pechos como si los memorizara con la tela sobre ellos, tirando de mis pezones hasta que me duelen de lo duros que están y luego deshaciéndose del trozo de tela de manera experta. Mientras sus besos viajan por mi cuello, mi mano se cuela en el elástico de su bóxer, tomándolo y acariciándolo de la manera en la que aprendí que le gusta y sabiendo manejar sus perforaciones, siendo recompensada por sus caderas empujando hacia mi toque y un profundo gemido que corresponde con el mío cuando su boca lame uno de mis pezones antes de capturarlo entre sus labios y chuparlo.
Se alterna de un pecho a otro haciéndome gemir mientras mi mano lo enloquece debajo del bóxer. Estoy temblando cuando sus yemas se deslizan por mi abdomen antes de adentrarse a mi tanga y tocarme con dedos expertos que me hacen gritar y ríe contra mi pezón antes de morderlo.
Me encuentra húmeda, receptiva, ansiosa y hambrienta de él mientras mete dos de sus dedos y juega con mi clítoris. Bajo su bóxer y viendo que él no baja mi tanga, yo misma lo hago, pateándola lejos y luego tomo impulso para envolver mis piernas alrededor de su cintura y aunque lo toma por sorpresa, no pierde tiempo en sostenerme, presionando mi espalda del ventanal de vidrio y jadeando contra mis labios.
—Estoy lista, no necesito más preparación.
—¿Qué quieres, Dulce?
—Que me folle el cumpleañero —susurro antes de sonreírle.
—Nunca esperé escucharte ser tan romántica.
—Por favor —ruego sin importarme—. Quiero sentirte dentro de mí.
—Estás temblando —Una de sus manos se mueve por debajo, tomándose y acariciándome con la punta, haciéndome sentir sus perforaciones.
Gimo con fuerza y mis ojos ruedan hacia atrás.
Sus labios están contra mi mejilla cuando empuja lentamente dentro de mí.
—Feliz cumpleaños a mí —susurra con voz rasposa.
Siento cada lento deslizamiento hasta que está tan profundo como puede. Ambos respiramos agitadamente mientras me adapto. No es la primera vez que tenemos sexo sin condón, de hecho, es recurrente desde que estoy en control de natalidad. A veces usamos preservativos para tener doble protección y otras tantas estamos tan desesperados que no lo hacemos.
—Vamos, quiero más —susurro y una exhalación lo abandona antes de presionarme con más fuerza contra la ventana y morderme el cuello cuando sosteniéndome de los muslos comienza a moverse.
Sus embestidas son contundentes y profundas haciéndome gemir y gritar. Nuestras pieles se vuelven resbaladizas por el sudor y no me pierdo ninguna de sus alabanzas hacia mí, sus palabras sucias, intensas y caóticas. Mi espalda sudorosa se desliza por el cristal, por lo que me aferro a su cabello, atrayendo su boca a la mía mientras sus manos van a mis nalgas, abriéndolas para deslizarse a mayor profundidad y tanteando con uno de sus dedos, como otras ocasiones anteriores, el orificio un poco más arriba. Me muevo sobre él, golpeo mi cabeza con el vidrio cuando la echo hacia atrás y soy más ruidosa de lo normal, pero nada más que él y lo que me hace sentir importa.
Jagger gime, gruñe y jadea de una manera en la que incrementa más mi deseo, amo que me deje escuchar lo que le hago, el cómo lo disfruta.
—Haz conmigo todo lo que quieras.
—¡Joder! Te amo —susurra contra mi barbilla pellizcándola con los dientes mientras sus dedos se aprietan contra mi trasero marcándome y la yema de uno de ellos empuja solo un poquito en lo que bromeando llamamos lugar prohibido—. Tócate.
No tiene que decírmelo dos veces, consigo que una de mis manos se cuele entre nuestros cuerpos y mis dedos se vuelven resbaladizos cuando me toco el pequeño nudo de nervios de la manera en la que me gusta que él lo haga. Él disminuye la velocidad de sus embestidas, pero no la profundidad de ellas, permitiéndome sentir cada centímetro y cuando su dedo empuja solo un poco más y sus dientes muerden el pulso en mi cuello, me estremezco, grito y le clavo las uñas en los hombros.
Cierro los ojos teniendo el orgasmo más intenso que he experimentado alguna vez e incluso me pregunto si me desmayo por segundos porque consigo reorientarme y abrir los ojos cuando el gime profundamente y tiembla, haciéndome sentir el calor de su orgasmo en mi interior.
Me besa mientras estoy lánguida entre sus brazos y por un momento creo que nos vamos a caer porque sus piernas tiemblan, pero ríe y nos lleva hacia la cama en donde sin mucha elegancia se deja caer de espalada conmigo sobre él, aun dentro de mí.
—Dame cinco minutos, necesito recordar cómo respirar —pide jadeando y presiono mi mejilla de su pecho.
—Tenemos toda la noche —susurro.
—¿Toda la noche? toda la vida, Dulce.
Es cierto. Tenemos toda una vida.
Alza la mano si te enamoraste mucho más con este capítulo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top