Capítulo XXI: Un paso para la humanidad
Capítulo XXI: Un paso para la humanidad
Jagger
Todos hablan de ello en las redes sociales, en los noticieros, en los pasillos de la OUON, en la ciudad y en los alrededores, en otras ciudades del Reino Unido y seguramente en otros países.
A donde sea que entro a leer en mi teléfono algo referente a Simon aparece.
Muchos se preguntan en dónde está, pero no viene desde la preocupación, es más el morbo y la ira, porque todo está en internet para que se sepa la basura que era o es, no me queda claro si aún vive, Dacon no se ha contactado conmigo y ya sea que sucedió o no, sé que es una basura que dejará de existir.
Durante una semana no han dejado de salir atrocidades sobre las acciones de Simon, su abuso de poder, las violaciones, extorsiones, maltratos físicos y psicológicos, el acoso hacia sus alumnas y múltiples estudiantes de arte de un instituto en el que también ejercía de profesor.
Dos chicas se pronunciaron sobre haber sido víctimas, una de ellas siendo menor de edad y otra de la escuela de arte, y tal cómo esperaba muchos la cuestionan sobre por qué hablan ahora y si es cierto, por fortuna, tienen mucho apoyo.
Nadie sabe del paradero de Simon desde esa tarde que salió del campus alterado y preso del miedo cuando todo fue expuesto. Autoridades dicen estarlo buscando, aparentemente para hacer justicia, pero poco creo en ello y las autoridades universitarias intentan hacer control de daño, pero al haber sido expuesto de una manera tan pública no hay manera de que se desligue cuando mucho de esos abusos sucedieron dentro de sus instalaciones así que han optado por la salida más predecible, pero que encaja bien: lamentar lo sucedido, ofrecer disculpas, repudiar sus acciones y comenzar una campaña en contra de ello.
Lo sorprendente es que, pese a que es un discurso bastante cuadrado y esperado, se aferran a ello. Poco se le cuestiona a la prestigiosa universidad, simplemente se aísla a Simon.
Tengo mis certezas de que Ocrox, al menos la sede de Nottingham, funciona como la cuna de protección para acciones del lado "malo", que todo funciona con base a su favor y cubren la espalda de delincuentes, degenerados, también blanquean dinero y es una jaula de burocracia, pero nadie se meterá con una casa tan poderosa y a las malas aprendí que algunas batallas hay que pasarlas de largo para no vivir con las consecuencias.
No tengo remordimientos sobre el destino de Simon en manos de Dacon, tengo muchas pesadillas, pero él no es una de ellas. No puedo decir que ahora respiro y vivo en paz, el peligro sigue afuera, aún hay nombres qué tachar de la lista y cada día me levanto y acuesto rogándole a cualquier tipo de Dios que, si existe, cuide de Dakota, de mis amigos, mi familia y si le queda espacio, que también cuide de mí.
No quiero morir joven, entre todo este desastre, aun sueño con trabajar en la empresa familiar, con las responsabilidades y los lujos que ello conlleva. Sueño con una casa propia a la que reformar, una en donde vivir con mi esposa y niños, quiero dos perros, noches de sueño completas, discusiones tontas y preocupaciones mundanas.
Me aterra morir porque aún no me han dejado vivir.
Sé que tengo que enfrentarme a todas estas situaciones, que algunos podrían decir que me lo busque, pero, aunque no lo expreso en voz alta, la verdad es que tengo mucho miedo.
Cada paso que doy en este juego macabro en el que ahora también tengo poder, está tintado de terror porque tengo mucho que perder, porque si bien es cierto que me aterra morir, me mucho más miedo perder una vez más alguien que amo porque esta vez no sé si sería capaz de continuar.
El vibrar de mi teléfono me saca de mis pensamientos y arqueo una ceja viendo que se trata de Dacon.
Persona: vuelvo a estar de servicio. A la espera de quien siga
Persona: por cierto, me llevaré al gato
El gato gordo de pelaje gris que tiene a James quejándose de tener pelos en la ropa, pero llamándolo Armani de manera cariñosa. Ahora entiendo que realmente el asesino austriaco planea llevarse al gato.
Y estoy por responderle cuando dicen mi nombre y apellido, por lo que me guardo el teléfono y me pongo de pie siguiendo a la mujer sonriente que abre la puerta para mí.
No puedo evitar pasar la mirada por el lugar. Luce cálido y hogareño, no mentiré diciendo que me siento a gusto de forma inmediata, pero de alguna manera me hace no sentirme tan aprensivo mientras camino hacia el sofá sorprendentemente cómodo que se hunde bajo mi peso.
Me remuevo sintiendo nervios que creí no poseer y lucho contra la urgencia de jugar con mis dedos sabiendo lo que esa expresión corporal revelará de mí.
Sé que no estoy frente a un enemigo, pero también sé cuánto me cuesta ser vulnerable porque siempre espero que todos me lastimen, abandonen o traicionen. Además, cómo olvidar las últimas veces que estuve en una posición similar.
—¿Todo bien con el sofá, Jagger? —me pregunta en tono tranquilo y con deje de diversión.
Dejo de removerme y respiro hondo antes de encontrarme con ojos marrones, algo cansados, pero luciendo simpatía.
Tan acostumbrado como estoy no puedo evitar reparar en su físico: delgado, pero de alguna manera atlético con una camisa simple verde y pantalón holgado blanco, rubio despeinado, sin barba y con rastros de lo que pudo haber sido una insolación. También veo que el dorso de una de sus manos tiene tatuajes que se ven algo desgastados.
—Maratón en México, llevé demasiado sol —Me explica ante mi evidente escrutinio.
—Mi padre te habría dicho que nunca hay que olvidar el protector solar.
—Lo que sin duda es un buen consejo —Me sonríe—. Un gusto conocerte, Jagger, soy Steven.
—Lo sé.
Porque hice una investigación profunda y minuciosa sobre él.
—¿Cómo quieres que comencemos esto? —pregunto sin despegar la mirada de él— Porque mi lista de traumas es bastante larga y tienes acuerdo de confidencialidad por lo que se supone es un lugar seguro para contar todo... Incluso lo ilegal.
—Qué buenas líneas tienen tus tatuajes en el cuello —Me dice tomándome por sorpresa, en automático me toco la zona—. Es difícil dar con un buen tatuador en esta zona, mira esto.
Se levanta la manga derecha de su camisa y veo una flor de loto.
—A primera vista parece perfecta, pero las líneas superiores tienen un deje de temblor, sobre todo el tercer pétalo.
—Desde aquí se ve bien.
—Sí, bueno, tengo un problema con la perfección y esto no lo es.
—¿Por eso tu pantalón está tan bien planchado? —Me burlo y se pasa una mano como si lo estirara.
—Odio las arrugas.
—Debes vivir planchando.
—Sí, porque no hay manera en la que le diga a mi novia que me planche la ropa una y otra vez por mi manía.
—Te mandaría al demonio.
—Y la amo mucho, no deseo que me deje.
—¿Te molesta que mi camisa esté arrugada? —pregunto.
—No, en otros no me molesta, en mí no lo soporto.
—Puedo entenderlo. En otros me molestan las mentiras, pero algunas veces me ha tocado mentir —susurro.
—Lo que es una mierda.
—Sí, lo es.
—Entonces ¿Vas a recomendarme a tu tatuador?
—Está en Londres, soy de allá.
—Bueno, siempre puedo conducir e ir por ello ¿O eres uno de esos tipos recelosos que tienen conexión especial con su tatuador y no comparten?
—Puedo compartirlo, encontrar calidad cuesta.
—¿Y cómo los encontraste?
Sonrío recordando aquel día mientras lo relato y me escucha con atención deteniéndome para ciertas preguntas antes de desviarse a otra. No sé si es correcto que le haga preguntas, pero no se inquieta por ello y responde con tranquilidad y a veces burla, entonces, me sobresalto cuando una alarma suena.
Parpadeo y él me sonríe.
—Parece que nuestro tiempo ha terminado, Jagger ¿Una segunda cita?
Nuevamente parpadeo entendiendo que durante dos horas estuve hablando cosas sobre mi vida social en Londres porque me preguntó por mis tatuajes.
Recuerdo a la perfección mis sesiones con Megan y nunca fueron así, siempre fue dolor, intriga, malestar, miedo, nervios y confusión.
No soy tonto, sé que en realidad ni siquiera nos asomamos a las cosas malas que me traen aquí, pero aun así estoy sorprendido de que de hecho se sintiera... Bien, simplemente hablar de temas banales y lo que suelo hacer cuando estoy en casa.
—¿Estás bien? Pareces aturdido —Me hace saber Steven.
—Lo estoy. Programaré la otra cita —musito dándole un leve asentimiento y saliendo del consultorio.
Es una sensación extraña de euforia por haberlo logrado y miedo porque el camino es largo y me asusta enfrentar mis demonios y traumas. Estoy confundido sobre cómo me siento, pero al menos no me estoy arrepintiendo.
Di el primer paso y espero no volver atrás.
Finalmente inicié terapia.
***
James y Maddie se encuentran sentados en extremos del mismo sofá, ella sumida en su teléfono y él leyendo otro libro de romance. La distancia es considerable, pero casi puedo ver la tensión entre ellos mientras sentado en el suelo con la laptop sobre mi regazo trabajando una vez más en la propuesta de mi tesis como una manzana. El tiempo está pasando y pese a mi drama, tengo que entregar a la perfección la propuesta de mi tesis al terminar este semestre para poder desarrollarlo en el próximo semestre, mi último.
Capto el momento en el que Maddie le lanza una mirada a James pareciendo curiosa y confundida sobre su nueva fascinación por leer romances.
—¿De qué va el nuevo libro, Jamie? —pregunto y Maddie se sobresalta, sonrojándose cuando se topa con mi mirada, volviendo la atención su teléfono.
—Amigos-enemigos que se han tenido ganas desde que se conocieron, pero el orgullo e incertidumbre los detiene y no se declaran. Tienen un gran problema de comunicación, no saben que se gustan —Me responde pasando la página—. Es muy frustrante.
Lucho contra la risa mientras mastico otro trozo de manzana antes de volver a hablar.
—He escuchado historias similares a esa. ¿Tú qué opinas, Maddie?
—Razones habrá para que duden de lo que sienten —Se encoge de hombros.
—No son tan buenas —asegura James—. Simplemente tienen miedo de que el otro lo rechace.
—Tal vez solo tengan que arriesgarse —dejo caer y ambos me miran—... los personajes, me refiero a ellos.
James me da una mirada de ojos entrecerrados mientras que Maddie prefiere volver a su teléfono.
—Si yo no me hubiese arriesgado a coquetear con Dakota, no estaría en este momento viviendo mi propio romance.
—¿De qué hablas? Dakota fue quien te habló —Bufea Maddie—, antes todo lo que hacías era verla y pensar «¿Por qué es tan seria? ¿En qué piensa? Qué guapa que es ¿Me dará la hora algún día?» —Me lanza una sonrisa cínica—. Si ella no hubiese venido a ti por ayuda, nunca la habrías besado y seguirías siendo Jagger putito.
—No es necesario ser cruel —Me defiende James.
—El punto es —recalco viendo a Maddie— que es necesario tomar riesgos porque perder oportunidades siempre trae consigo arrepentimientos y cuando envejezcamos, voltearemos atrás lamentando no haber dado los pasos que con tantas ganas queríamos.
Se hace un largo minuto de silencio en el que ambos me miran.
—Muy bien ¿Vas a pedirle matrimonio a Dakota? ¿Se trata de eso? —Me pregunta Maddie.
—¿Qué? ¿Cómo es que...? —intento preguntar.
—Adelante, hazlo, no te vayas a arrepentir en el futuro de no haberlo hecho —Me alienta James.
—Ustedes están hechos el uno para el otro —mascullo volviendo la atención a mi tesis—. Solo olviden lo que dije y sigan fingiendo que no existen.
Estoy seguro de que el bufido es de Maddie, pero nuevamente todo es silencio.
—¿Es por una chica? —Escucho a Maddie preguntarle a James y dejo de leer la pantalla de la laptop— ¿Por eso ahora te dio por leer romance?
—Sí, es por una chica.
Nunca había sentido tanto orgullo por James como ahora.
—Típico de ti. Ya decía yo que por algo andabas tan comprometido con ello, la posibilidad de un polvo te motiva.
Alzo la mirada para ver la expresión de mi mejor amiga que consiste en molestia y doler. Es tan terca y siempre saca conclusiones tan precipitadas.
Miro a James que cierra con lentitud el libro, acomodándose en el sofá para estirar un pie cubierto de calcetín y acariciar la cintura de Maddie, quien se sobresalta y lo empuja haciéndolo reír.
—La posibilidad de un polvo contigo me motiva, Maddie.
Cierro los ojos sacudiendo la cabeza en negación. Él iba tan bien, adiós al orgullo que sentí por él.
—Sí, bueno, sueña —dice ella alejándolo una vez más.
—No me dejaste terminar, siempre te precipitas —Se queja James arrodillándose sobre el sofá, cerca de ella, demasiado—. Me motiva la posibilidad de tener polvos contigo, en plural, románticos, apasionados, sucios y dulces, como los quieras o como nos venga en gana.
Volvió mi orgullo.
Con tranquilidad hago la laptop a un lado y me relajo terminándome la manzana viendo que finalmente está sucediendo todo esto.
—Leo romances para una chica, la chica en cuestión es mi enemiga-amiga a la que le he tenido ganas desde que la conozco, pero el miedo e incertidumbre, entre otras cosas como mi libertad sexual...
¡Mierda! Que no lo repita, por favor, que no aluda a su vida sexual con otras.
—Me detenían a hacer algo. Quiero echar polvos con la chica, pero también quiero tener a la chica, que me quiera como yo la quiero y antes de que me interrumpas como solo tú sabes hacer de una manera muy maleducada...
—No hago tal...
James presiona dos dedos contra sus labios silenciándola.
—La chica se llama Maddison Campbell, lo sé, está por encima de mi nivel, pero la quiero y he estado aprendiendo como ser un novio perfecto para ella ¿Puedes culparme por ello?
Finjo un suspiro llevándome una mano al pecho y James me lanza una mirada rápida.
—Haz de cuenta de que no estoy aquí —Lo tranquilizo y arquea una ceja—. Solo continúa.
—Leo romances por ti, Maddie, porque quiero tener uno contigo. Aunque admito que ahora creo que soy algo adicto a estos libros, entretienen y algunos tienen buen sexo...
—¿Es una broma? —murmura Maddie cuando James le quita los dedos de los labios.
—Estoy siendo honesto. De hecho, estoy sudando y muy nervioso, no debía hacer esto hoy ni de esta manera, pero eres muy enloquecedora y siento que estabas realmente a instantes de odiarme mucho.
—No te odio.
—Te gusto —Sonríe James enderezándose con orgullo—. Te encanto, me quieres...
—¡Lo encontraron! —anuncia Seth entrando con la llave que posee del apartamento y sobresaltándonos a los tres.
Se quita los zapatos y lanza una mirada a su hermana y James arqueando una ceja.
—¿Son novios y me lo perdí? Porque quería ver esa declaración, además James debe pedirme permiso para salir con mi hermana.
—¿Por qué yo haría eso?
—Porque soy su hermano.
—Menor —Le recuerda Maddie desestimándolo con una mano.
—De igual manera tienes mi permiso, James. ¿Ya son novios?
—Están en eso —respondo.
James se desploma en el sofá con las mejillas sonrojadas y vuelve a tomar el libro para ocultar su rostro mientras Maddie lo mira.
—Cómo sea —retoma Seth haciendo a un lado todo lo que está sobre la mesita de noche y dejando su laptop—. Encontraron el cuerpo de Simon.
De inmediato todos nos acercamos para ver la pantalla.
—Castrado y con la polla en la boca —susurra James tras leer la noticia.
—Creo que vomitaré —anuncia Maddie antes de irse corriendo al baño.
Leo rápidamente que lo encontraron con quemaduras en el cuerpo, sin los dedos de la mano y en efecto, fue castrado, dejándole el miembro en la boca. Se habla de una brutal tortura y que el cuerpo fue encontrado sentado en la silla del despacho, en donde en la pantalla de su computadora se leía "soy un monstruo, lo merecía."
—Y se han filtrado fotos de su cadáver, pero no creo que quieran verlas —asegura Seth.
—También dicen que su estómago y esófago se rasgaron al ser obligado a ingerir objetos como anillos, pulseras y un broche con incrustaciones —murmura James—. ¿Dacon...?
Sacudo la cabeza para que no continúe, sin saber si Maddie puede escucharnos.
—No nos concierne —musito y asiente.
Los tres nos quedamos en silencio sabiendo quién es el responsable y teniendo este sentimiento de justicia.
—Lo merecía —sentencia James y asiento en acuerdo—. Fue la muerte violenta y dolorosa que merecía, espero y haya tomado cada uno de esos siete días que estuvo desaparecido.
—También le hizo tragarse sus dedos —Lee Seth.
—Tuvo la muerte que merecía —susurro.
Ambos asienten y volteamos cuando escuchamos los pasos de Maddie.
—Iré a mi hermandad, leer eso...
Le doy un leve empujón a James que se aclara la garganta y pone de pie.
—Te acompaño, quiero decir ¿Quieres?
Maddie, que se ve bastante pálida, asiente con lentitud.
—Eso estaría bien... Puedes traer tu libro.
James no duda en tomarlo y avanzar hacia ella mientras Seth se ríe por lo bajo.
—Déjalos, finalmente están haciendo algo —susurro antes de una vez más leer la noticia que adorna todo el internet.
***
Sorprendentemente la clase de hoy no me parece tan sencilla como siempre, pero me gusta porque es un desafío. Presto atención siguiendo cada palabra del profesor, reteniendo y memorizando para después analizar, sin apuntes, pero con la confianza de que mi cerebro está haciendo el trabajo que luego los libros reforzarán porque así es como funciono.
De manera distraída me saco de la chaqueta el teléfono que vibra con una llamada de Rose y de inmediato me enderezo porque ella no me llamaría si algo no estuviese pasando por lo que no dudo en ponerme de pie y salir a toda prisa del salón antes de responder.
—¿Qué sucede? —pregunto de inmediato.
—Es Dakota, no fue a clases y no vino a comer conmigo como quedamos. No responde mis mensajes y su teléfono sale fuera de servicio —su respiración es agitada—. Jagger, hay que encontrarla, algo sucede.
Cierre los ojos sintiendo un nudo en mi estómago. Es una llamada que nunca he querido escuchar y el miedo es tan real que es casi tangible.
No, Dakota no, por favor.
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