Capítulo XII: Casi perfecto


Capítulo XII: Casi perfecto.

Jagger


—Siéntete como en tu casa —Le digo a Dakota que de manera inmediata comienza a quitarse las botas.

La miro caminar por la sala, ya familiarizada, usando ese ajustado y corto vestido que le queda increíble, que resalta sus delicadas curvas y hace que me pregunte qué tanto tardaría en llegar a entre sus piernas si metiera mi mano por debajo de ese dobladillo.

En realidad, no es un vestido escotado debido a que su corte es recto en el pecho con tirantes finos, pero es tan ajustado y corto que consigue ser sexi, tuve que detenerme durante unos segundos cuando había llegado finalmente a la fiesta y tras unos minutos en los que primero me encontré a Avery y Charlotte, hice contacto con Rose verificando que estaba bien, había reconocido a Dakota incluso cuando tenía el cabello recogido.

Me había impactado la manera en la que se veía la curva de su espalda y su culo con esa tela adherida, también lo largas que parecían sus piernas, pero mi escrutinio había durado muy poco cuando había visto con quién hablaba.

Mi problema con Alec es que me queda muy claro que le gusta mi novia, lo que es molesto como la mierda.

Escribo un rápido mensaje a James para que compruebe que las cosas están bien y haciéndole saber que estoy en casa.


Jamie: Tendrás sexo? Quieres que duerma fuera del apartamento?

Jagger: no es tu asunto y tengo mi habitación

Jamie: todo lo que entendí fue "Jamie busca otro lugar en el que dormir"

Jagger: en realidad ese fue un buen entendimiento

Jamie: entonces Dakota se apiadó de tus bolas azules

Jamie: disfruta de tu follada y no seas patán, darle sus orgasmos

Jagger: no necesito que te preocupes por la satisfacción sexual de mi novia

Jamie: aw celoso


—¿Qué es tan gracioso? —Me pregunta Dakota dándome una mirada antes de ir hacia la cocina y la sigo.

—Jamie no vendrá al apartamento esta noche.

—Eso no es gracioso, eso es interesante —dice abriendo el refrigerador y tomando una botella de agua.

No respondo de manera inmediata porque estoy demasiado ocupado mirándola presionar la botella fría contra su cuello mientras cierra los ojos y por alguna razón consigo seguir las pocas gotas de agua que se deslizan por su piel.

—¿Qué lo hace interesante? —pregunto y sus ojos se abren con lentitud.

No me pierdo la pequeña sonrisa que tira de su labios carnosos y pequeños ni la forma en la que esos ojos marrones se oscurecen brillando con picardía en tanto abre la botella de agua y da un largo trago.

Muchas personas podrían decir que Dakota es seria, fanática del control y distante, pero es porque no la conocen. Ella es de las personas más apasionadas que he conocido, leal y sobreprotectora. Importarle a Dakota te da un lugar especial en su vida y no quiero sonar como un tonto atrapado, pero una vez estás en su radar y te ganas un lugar en su vida, sientes una satisfacción y ganas de no salir de ahí.

Camino con lentitud hacia ella que me mira a la expectativa y me doy cuenta de que no trae sujetador por la manera en la que sus pezones se endurecen y se hacen visibles contra la tela delgada.

Me detengo muy cerca de ella, tanto que casi nos tocamos, pero todo lo que hago es tomar la botella de agua de su mano sin dejar de mirarla y dar un largo trago que la tiene siguiendo el movimiento de mi garganta. Lo siguiente que hago es tomar la tapa de su otra mano, cerrar la botella y dejarla encima del refrigerador en donde además dejo mi mano para tener a Dakota enjaulada de un lado.

—Tu respiración es agitada, Dulce —susurro.

No me responde, simplemente se dedica a devolverme la mirada y es fascinante la manera en la que sus mejillas se sonrojan y en la que dicho rubor baja hasta su cuello.

Muy despacio los dedos de la mano que no se apoyan del refrigerador acarician los suyos, subiendo por su brazo y sintiendo sus vellos erizarse ante el contacto. Cuando acaricio su clavícula exhala con lentitud antes de lamerse los labios y cuando mi dedo se cuela sosteniendo el endeble tirante del vestido, sus pupilas comienzan a dilatarse.

Bajo el tirante aflojando la tela, pero no bajo la mirada, en lugar de ello sigo mirando con fascinación como los ojos se le oscurecen y el rubor aumenta mientras voy por su otra clavícula, tomando ese tirante también que no tardo en bajar y pese a que la tela es delgada, aún se mantiene cubriéndole las tetas que recuerdo muy bien.

—¿Quieres esto? —susurro.

—Quiero más que esto —dice con voz temblorosa—, te quiero a ti.

—Ya te dije que si me quieres me tienes.

Tomo un puñado del centro de la tela y tiro hacia abajo dejando al descubierto sus tetas y sin mirarlas mis manos van y sostienen cada una de ellas, apretando y presionado sus pezones endurecidos contra las palmas. Son más pequeñas que mis manos, pero lo suficientemente llenas para poderlas masajear haciéndola emitir ese pequeño gemido ronco que me enloquece.

—Espero y te hagas una mínima idea de lo que me haces, Dulce. Ahora entiendo lo que significa verdaderamente caer.

Mis dedos tiran de las puntas endurecidas de sus tetas y ella gime antes de gritar cuando tomándola de los muslos la alzo hasta que sus piernas me rodean la parte alta de la cintura y finalmente tengo sus pezones al alcance de mi boca.

—Tan bonitos como siempre los recuerdo.

—Jagger... —No sé si es un gemido, queja, resoplido o ruego.

Solo sé que cierro los ojos y abro la boca tomando una de esas puntas endurecidas y parte de la carne de su pecho mientras chupo, lamo y muerdo.

Su piel huele a cítricos y tiene aroma propio de Dakota que me hace endurecer aún más mientras chupo su pezón y lo mordisqueo clavándole los dedos en los muslos y presionándola contra el refrigerador.

Tira de mi cabello con fuerza y luego me presiona contra su pecho hasta que mi nariz se presiona de su piel y tengo en mi boca gran parte de la tierna carne. Paso de un pecho a otro, amando la manera en la que se siente el brote endurecido contra mi lengua, la forma en la que su piel se va marcando con pequeños mordiscos y profundas succiones a mi paso en tanto mis dedos se mueven para que su vestido suba hasta agruparse en sus caderas, dándome la libertad de sostenerla del culo desnudo, que me da una idea del tipo de bragas que está usando, y acercándola más a mi boca.

Me enfoco en ese lugar hasta que se remueve desesperada contra mí, gritando mi nombre y le lamo de un pecho a otro dejando un rastro húmedo hasta ascender por su garganta, lamiendo su pulso errático antes de chupar y posterior a ello pellizcarle la piel con mis dientes al tiempo que mi agarre en su culo se remueve lo suficiente para que algunas de las puntas de mis dedos acaricien, apenas, la tela humedecida y adherida entre sus piernas, en su núcleo.

Mordisqueo toda la línea de su mandíbula hasta llegar a sus labios, lamiéndolos e introduciendo mi lengua entre ellos cuando los abre lo suficiente para permitirme besarla de la manera en la que ambos queremos y mientras mi boca se mueve sobre la suya, ella comienza a balancearse en busca del pequeño tacto que mis dedos ofrecen por lo que, acorralándola con mi cuerpo contra el refrigerador, consigo sostenerla con un brazo, presionando mi torso al suyo mientras una de mis manos se cuela debajo de su tanga, acariciándola con dos de mis dedos.

—¿Cuánto tiempo llevas así de mojada? —susurro contra sus labios antes de mordisquear el inferior, metiendo uno de mis dedos en su interior con mucha felicidad debido a toda la humedad.

—Siempre estoy mojada por ti —confiesa—. Me haces... Cosas, Jagger.

—¿Cosas? —Sonrío y asiente, gimiendo cuando le meto otro dedo y mi pulgar consigue acariciarle el clítoris.

—Me enciendes... Me —gime y golpea la cabeza contra el refrigerador cuando mis dedos en su interior se doblan— enloqueces... Me enam...

Se muerde el labio para no continuar hablando y arqueo una ceja deteniendo el movimiento de mis dedos, lo que me gana un puñetazo bastante flojo y mediocre contra el hombro mientras se remueve, empujándose contra mis dedos y no mentiré, es caliente verla buscar su placer y montar mis dedos.

Sin embargo...

—¿Te qué? —pregunto en un susurro.

—Por favor, sigue.

—Lo haré cuando continúes —susurro plantándole pequeños besos en los labios.

Sacude la cabeza moviéndose con más esmero contra mis dedos y no me contengo de presionar sobre su clítoris haciéndola gemir.

—Quiero venirme —Me dice clavándome los dedos en el cuello, específicamente sus uñas.

—¿Cómo no darte lo que me pides? —Me digo a mí mismo antes de retomar las embestidas de mis dedos en su interior e incrementando mis caricias en el pequeño nudo de nervios.

Gime y también se mueve sobre mis dedos, mordiéndome los labios y besándome de manera descoordinada y desenfrenada. Siento como su humedad corre sobre mis dedos y mis nudillos, también cómo me aprieta. Cambio el ángulo de mi mano y la presiono más contra el refrigerador que se sacude mientras mis dedos la follan con rapidez, con mi cuerpo consigo alzarla un poco más para nuevamente chupar uno de sus pezones, presionar con fuerza su clítoris y ella grita presionando mi rostro contra su piel mientras se corre sobre mis dedos, teniendo espasmos y aferrándose a mí.

Su piel se encuentra sudada, pero eso no me impide deslizar mis labios hasta su cuello, aspirando su olor mientras jadea con la respiración hecha un desastre.

—A mí también me da miedo, Dakota —susurro contra la piel de su cuello, pero sé que me escucha—, porque haces que todo se sienta nuevo y diferente.

Saco los dedos de su interior y me hago hacia atrás, incorporándome para que pueda verme cuando me chupo los tres dedos, lamiéndome el dorso de mi mano por donde corrió su humedad.

Sus tetas se encuentran rojizas con mis mordidas y succiones, los pezones de un rosado oscuro, sensibles y puntiagudos y mi collar descansa entre ellas. El vestido se acumula a la altura de su cintura y por encima de sus caderas con la ropa interior mal colocada.

Me doy cuenta de que sus manos tiemblan cuando se las lleva al cabello para deshacerse de la cola alta, liberándolo para que sea un desastre despeinado. Se masajea el cuero cabelludo gimiendo de satisfacción y hay probabilidades de que me corra si sigue haciendo esa publicidad imaginaria de shampoo.

—Me estás matando —murmuro y sonríe antes de abrir los ojos y pasarme los brazos alrededor del cuello.

Estoy seguro de que dentro del refrigerador algunas cosas pudieron haberse derramado, pero poco me importa mientras giro y comienzo a caminar hacia mi habitación, cerrando la puerta detrás de nosotros y arrojándola a la cama, lo que la tiene soltando una risita que me hace sonreír en tanto tomo un puñado de mi camisa desde atrás para sacármela.

Lo próximo son los zapatos mientras ella sube por mi cama hasta recargar la cabeza sobre las almohadas. Me saco los calcetines y ella abre las piernas con el vestido verde dejando al descubierto su diminuta braga humedecida de tal manera que todo es visible. Cuando me bajo el pantalón, ella toma la cinturilla de su tanga bajándola hasta arrojarla a algún lado de mi habitación.

Sin dejar de mirarla me quito el bóxer y respira hondo con su mirada adherida a mi erección, a la joyería y a la manera perezosa en la que me acaricio mientras camino hacia mi mesita de noche y tomo un condón.

Subo hacia la cama, yendo a horcajadas sobre sus hombros y acariciándome muy cerca de su boca lo que la hace subir lo suficiente para capturar la punta, paseando su lengua por los dos piercings de una manera que me tiene apretando los labios y los músculos para no correrme. Cuando me alejo, bajando de ella para ponerme el condón hace un pequeño sonido de protesta que casi me hace ir de nuevo hacia ella y empujar hacia su garganta, pero ya habrá tiempo para ello, en este momento estoy desesperado por estar dentro de ella.

Tanteo que el condón no esté cercano a la orilla antes de abrir el paquete y sacarlo, haciendo un trabajo rápido y preciso al cubrirme.

Despeinada, sonrojada, con unos cuantos chupetones y mordiscos, Dakota aplana sus pies sobre la cama y abre las piernas para mí.

No puedo evitar lamerme los labios ante la vista y su respiración se vuelve agitada bajo mi mirada.

—¿Es así como lo quieres? —pregunto con la voz tan ronca que me aclaro la garganta.

Asiente estirando los brazos por encima de su cabeza lo que hace que sus tetas se vean aún más espectaculares.

—Es que quiero mirarte y me gusta —Se lame los labios—, me gusta sentirte encima de mí.

»Sé que es una posición aburrida y hemos hecho más, pero...

—¿Aburrida? Follar contigo nunca será aburrido, solamente con estar dentro de ti ya es bastante.

Trepo sobre la cama, tomándole los muslos y haciéndola dejar de apoyar sus pies para poder flexionar sus piernas a los lados, abriéndola tanto cómo me lo permite y tomándome en una mano para deslizarme contra sus pliegues, su clítoris, su entrada. Ambos gemimos.

Miro sus pequeños espasmos cuando guío mi punta hacia el pequeño nudo hinchado, presionando y acariciándola, sabiendo que pese al látex puede sentir los piercings.

—Eso es trampa —Se queja jadeando.

—¿Qué cosa? —digo con la mirada clava en cómo la acaricio.

—Arruinarme para otros, es trampa.

Con lentitud levanto mi mirada hacia ella y me ubico contra su entrada.

—No —Meto la punta— habrá —continúo con más centímetros— otros. Solo yo. No hay trampa si te quedas conmigo siempre.

—¿Siempre? —jadea.

—Absolutamente siempre.

Me empujo completamente y se arquea gimiendo con tanta fuerza que tal vez si James estuviese aquí, la habría escuchado.

—Tú me arruinaste, no quiero a otras —Empujo—, te quiero a ti.

Sus manos vienen a mis costados, clavándome las uñas mientras empujo, asegurándome que el piercing en mi base le acaricie cada vez que empujo hacia adelante.

—Dilo, Dulce —Empujo con fuerza y el cabecero de la cama golpea contra la pared con su cuerpo sacudiéndose hacia arriba antes de que me abrace para aferrarse a mí.

Busco su mirada y no tardo en encontrarla mientras empujo una y otra vez, sintiendo mi piel mezclarse con su sudor y mis músculos tensarse con cada embestida.

Mis manos se deslizan por su piel resbaladiza hasta apoyar uno de mis antebrazos a un lado de su cabeza y con el otro agarrarle la cintura para inmovilizarla mientras empujo con más fuerza. La cabecera suena una y otra vez, pero no me detengo. Mientras más rápido empujo, más la acaricia el piercing en el clítoris lo que la tiene arqueándose y siendo ruidosa.

—Dilo —pido con los dientes apretados aguantando mi orgasmo mientras sé que ella está cada vez más cerca.

Me clava las uñas en la espalda y me arde, pero también me pone más duro, lo que creí imposible, y más frenético mientras algunas de las almohadas caen al suelo y el colchón se desliza un poco.

—¡Joder! Solo dilo —Parece que le ruego y sus manos se deslizan por mi espalda hasta agarrarme el culo, clavando las uñas y abriendo más una de sus piernas mientras engancha la otra en mi cintura.

—Solo te quiero a ti —susurra—. Solo a ti.

Los piercings de mi punta tocan el lugar correcto en su interior porque gime profundamente mientras me aprieta en su interior cuando acelero y mantengo el ángulo, golpeando una y otra vez el mismo punto y creando fricción del piercing de la base con su clítoris. Se arquea y me aprieta con fuerza en su interior cuando se corre y sintiendo su orgasmo, finalmente me permito liberarme, empujando rápido y consecutivamente hasta que un gemido ronco junto a una maldición me abandona cuando el orgasmo me alcanza.

Me doy cuenta de que mi frente y cuello gotean sudor que cae sobre ella y me arde la espalda, los hombros e incluso el culo debido a sus rasguños mientras late a mi alrededor porque aún me encuentro profundamente enterrado en su interior.

El brazo con el que me sostengo tiembla porque ha sido demasiado, posiblemente... Estoy seguro, de que es el mejor sexo de mi vida.

Tira de mi cuerpo sobre el suyo, por lo que caigo sobre ella mientras retiro mis caderas para salir de su interior y luego acurrucarme mejor encima de su cuerpo tan sudado como el mío.

—Guau —Se le escapa y no puedo evitar reír lo que la hacerlo también—. Eso fue impresionante... Tus habilidades camísticas desbloquearon un nuevo nivel.

Sus dedos me acarician el cabello humedecido mientras permanezco encima de su cuerpo preguntándome si mi peso no es demasiado, pero no me deja ir.

—Me has arañado el culo —susurro y se sacude con la risa— y la espalda también.

—Bueno, tú casi me pegas del cabecero de la cama y seguramente caminaré raro —susurra lo último—. Fuimos ruidosos.

—¿Fuimos? —pregunto con diversión y si respuesta es pellizcarme una de las nalgas antes de acariciarla como si la sobara.

Permanecemos en silencio y cuando se remueve debajo de mí, finalmente me deja rodar a un lado en donde me acuesto boca arriba tras quitarme el condón y anudarlo, dejándolo en el suelo para botarlo luego mientras la atraigo sobre mi cuerpo, amando la sensación de nuestras pieles desnudas rozándose pese al sudor.

Cuando intento adentrar mis dedos en su cabello, se queja porque lo tiene enredado y ambos reímos mientras saco mi mano y me conformo con acariciarle la espalda.

—Es un bonito vestido —comento, pues la tela aún se encuentra alrededor de su cintura— y no estorbaba.

No me responde mientras se acurruca aún más sobre mí, metiendo una de sus piernas entre las mías y con sus brazos a cado lado de mi rostro mientras sus dedos permanecen en mi cabello y su mejilla contra mi pecho.

—Jagger...

—¿Hum?

—Ya no me da miedo terminar la frase.

Mi mano en su espalda se paraliza antes de tragar y retomar las caricias.

—Entonces el orgasmo fue lo que te convenció —Bromeo, pero sé que mi voz suena más ronca.

—Me enciendes —repite—, me enloqueces...

»Me enamoras —dice con un toque de nervios, pero con convicción.

Y sonrío porque le creo, porque no necesito mirarla para saber que está asustada de lo que siente, pero orgullosa de haberlo dicho.

—Es bueno saber que te enamoro, porque tú ya me enamoraste —murmuro y suspira.

No decimos más porque realmente siento que con eso dijimos todo.

Me he enamorado antes, ya viví el primer amor, pero esto se siente diferente, es aterrador e incluso confuso, pero es una sensación increíble que desconocía y que pensé que nunca sería digno de vivir, que nunca sería yo, que nunca me pasaría a mí porque las cosas buenas al parecer no fueron hechas para mí, porque la fortuna pocas veces está de mi lado cuando se trata de ser querido, amado o apreciado.

Amar para mí nunca ha sido difícil, el desafío siempre me pareció que me amaran de regreso cuando en primer lugar, la persona que más amaba me lastimó desde que era un niño.

—Entonces realmente así es como se siente enamorarse —susurro.

—Da mucho miedo ¿Verdad?

—Sí, pero se siente tan bien —La envuelvo en mis brazos.

Se siente más que bien. Es casi perfecto.

Nos mantenemos de esa manera durante un largo rato, hasta que nos incorporamos decidiendo tomar una ducha juntos en el baño de mi habitación, lo que nos permite deambular desnudos hasta el lugar.

Abro el agua de la ducha para que se caliente y volteo para prestar atención a la manera en la que se mira las marcas que he dejado en sus tetas y una pequeña en su cuello, sin embargo, la atrapo sonriendo mientras se toca una de ellas por encima de la aureola de uno de sus pechos.

Tiene los labios hinchados y el rímel se lo corrió un poco, su cabello es un enredo divertido y abajo también parece hinchada, pero para mí se ve perfecta.

O al menos lo hace hasta que me fijo en algo cuando alza la mano hacia sus labios.

—¿Te lastimé? —pregunto, cerrando la ducha y acercándome a ella.

—¿Qué? No —frunce el ceño girándose hacia mí.

Con delicadeza le tomo el brazo y veo las huellas de dedos que estoy seguro de que pronto se volverán furiosos moretones, se encoge ante mi tacto suave porque le duele.

—¿Quién te hizo esto?

Por un momento pienso que me costará convencerla de decírmelo, pero en realidad lo delata con rapidez.

—Fue Drew —Me tenso—. Había llegado junto a Alec y fue desagradable como siempre.

—Uno creería que caer por las escaleras y el que lo golpeará cuando fui echado de la fraternidad, le enseñaría muchas cosas.

—Está celoso y resentido de que esté contigo, de que sea feliz contigo. Alec lo detuvo y luego solo dijo cosas horribles, pero ¿Adivino?

Enarco una ceja y rueda los ojos por mi falta de participación antes de sonreírme.

—Le dije cosas que lo hicieron sentir diminuto, le di en el ego y la hombría frente a Alec y eso le dolió —Suena satisfecha— ni siquiera supo cómo defenderse.

—Me habría gustado ver eso.

—¿No me dirás que no debo provocarlo y que me aleje?

—En primer lugar, no fuiste quien se acercó, él es quien debe alejarse y en segundo lugar, no lo provocaste, solo le pateaste ese horrible ego y lo pusiste en su lugar —Levanto su muñeca hacia mis labios y planto besos suaves—. Apuesto a que fuiste poderosa.

—Puedo repetirte lo que le dije, aunque no será exactamente.

Me muerdo la comisura de la boca para contener la sonrisa cuando se endereza, frunce el ceño y dramatiza las palabras, no estoy seguro de si está agregando más, si fue más agresiva o si fue exactamente, así como sucedió, pero cuando termina le doy un toquecito en la nariz.

—Qué valiente es mi novia y que malvada —La felicito y las mejillas se le sonrojan.

»Pero también me parece que tendré unas palabras con Drew porque esa mierda de ponerte un dedo encima, no volverá a ocurrir.

De nuevo pienso que me dará un sermón o tratará de convencerme de lo contrario, pero no es lo que hace.

—Eso estaría bien, pero sin que te expulsen.

No puedo evitar reír y tomarla de la mano para guiarla nuevamente hacia la ducha que abro una vez más.

—Seré cuidadoso —prometo—, además, tú eres la violenta de las escaleras.

—¡Jagger!

Riendo otro poco, la tomo de las caderas y la meto conmigo debajo de la ducha, pero cuando está lo suficiente mojada, cierro el agua y beso su cuello de manera desciende, bajando por sus pechos, su abdomen, mordiéndole las caderas y luego cayendo sobre mis rodillas.

—Me encargaré de que Drew pague por marcarte de esa manera, ahora dejémoslo fuera de esto. Esta noche solo somos tú y yo —Le tomo el muslo, levantándolo y pasándolo sobre mi hombro—. Apóyate de la pared, Dulce, porque voy a comerte muy fuerte.

—Te quiero —dice haciendo lo que le pido.

Sacando mi lengua la deslizo entre sus pliegues y se estremece mientras mis manos la sostienen del culo para que no se caiga.

—También te quiero —susurro antes de cerrar mi boca contra ella y chupar.

Esta noche es una muestra de lo que podría ser mi futuro si todo termina. Esta noche es lo que quiero que sea mi vida en unos años: romance, discusiones, bromas, sexo y complicidad.

Es casi perfecto y es lo que quiero para mi futuro.

La quiero a ella, a Dakota Monroe, la chica dulce.



Mañana (en unas horas) otra actualización.

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