Capítulo VI: ¿Se divirtieron?
Capítulo VI: ¿Se divirtieron?
Jagger.
—Nunca vi a una bibliotecaria tan sexi —digo detrás de Dakota, deslizando una mano por su cintura.
Me e inevitable no reír por lo bajo cuando se sobresalta ante de girarse para darme un golpe en el pecho acompañado de mi nombre en un sonido de reproche lo suficiente alto para que alguien sisee pidiendo silencio.
—Bibliotecaria traviesa, estás haciendo demasiado ruido —susurro, metiendo un mechón de cabello, que escapa de su cola, detrás de su oreja.
—No me tientes —susurra viendo alrededor.
—Dulce, sé bien cuánto te gusta la tentación.
Rueda los ojos, pero sonríe saliendo de mi agarre y dirigiéndose a las escaleras que movilizó para arreglar los libros de la estantería más alta, por inercia y porque descubro que me gusta cuidarla, sostengo las escaleras con miedo a que se caiga y la fantasía falla porque esta bibliotecaria no usa falda larga, lleva un jean que cae suelto con una camisa básica blanca.
—¿Qué tal tu primera semana de trabajo?
—En los libros ser bibliotecaria se leía más divertido —masculla en voz lo suficientemente baja, pero de nuevo alguien hace un sonido de que nos callemos.
Desde hace unos cuatro días Dakota comenzó a trabajar en una de las bibliotecas centrales del Campus, creo que se encarga de organizar los libros y papeleo aburrido, algo muy distinto a la gran experiencia que esperaba, ella misma me dijo que "es una mierda" y la paga está muy por debajo del sueldo mínimo, sin embargo, lo registran cómo créditos y obtiene descuento en su residencia, que me dice no necesitar, pero está en esta decidida a comenzar a independizarse, al menos un poco, económicamente y creo que eso está bien.
Han sido días normales, lo que se siente un poco extraño porque últimamente en mi vida nada lo es. Hace días que le conté sobre Megan y desde entonces he hecho cosa bastante acorde de un universitario cómo adelantar mi trabajo de grado, darle tutorías a mi novia y realizar varios ensayos para mis clases, se ha sentido bien ser solo Jagger el universitario incluso si ha sido por un tiempo breve.
Dakota baja finalmente de las escaleras y me da una larga mirada que me tiene enarcando una ceja.
—¿Me deseas demasiado? —susurro, inclinándome hacia ella lo que la tiene sonriendo casi de manera inmediata.
Pienso que va a negarlo, pero hace mucho dejó atrás a la chica que luchaba contra sus impulsos y deseos, por lo que termina asintiendo en respuesta.
A mi lista de rencores hacia Megan va la manera magistral en la que nos arruinó lo que pudo haber sido una increíble noche de sexo de reencuentro.
Muchos dirán ¿No pudieron follar después de la charla seria? Pero es difícil tenerla dura y deseos de tener sexo cuando te arden las heridas del pasado de una madre ineficiente que te pateó emocional y mentalmente una insana cantidad de veces, estamos hablando que dentro de las muchas cosas que Megan me hizo, hacerme daño psicológico adrede y follarse a mi difunta novia, no se supera fácilmente.
Pero no quiero pensar en ella en este momento y si pudiera, no lo haría nunca; así que me enfoco en Dakota, quien viendo alrededor para cerciorarse de que su supervisora no se encuentre cerca, tira de mi cuerpo contra el suyo, deslizando sus labios por mi mejilla hasta mi oreja.
—Te extraño —susurra deslizando una mano por mi abdomen—. Extraño la manera en la que te sientes dentro de mí y cómo soy todo lo que ves, tocas y sientes cuando estamos desnudos.
»También extraño... —Baja sus manos hasta que se detiene contra lo que comienza a convertirse en una erección, presionando la palma en un movimiento que me hace exhalar con lentitud—También extraño tu decoración.
—Es más que una decoración —Hago saber y ríe.
—Lo sé, es mucho más que eso.
Me da un suave apretón que comienza a endurecerme antes de empujarme sin mucha fuerza para seguir con su trabajo. Tan fácil para ella dejarme con una erección y tan difícil para mí verla sin imaginarme que la follo contra las estanterías.
La veo alejarse por el pasillo y desaparecer de mi vista, seguramente mi sonrisa es un poco idiota, pero qué bien se siente sonreír. Mi teléfono vibra y cuando lo saco del bolsillo encuentro un mensaje de ella.
Dulce: dame cuarenta minutos y terminaré. Podemos comer
Jagger: o puedo comerte
Dulce: puedes hacerlo
Me muerdo el labio inferior y luego rio por lo bajo, guardando el teléfono y caminando hacia una de las mesas para esperarla, puedo faltar a mi próxima clase, es lo bueno de ser buen estudiante y de los favoritos, me aprovecho de ello y no siento ni una pizca de vergüenza por admitirlo.
Tras tomar un libro de economía en potencias mundiales me siento en una mesa para seis personas que se encuentra desocupada y desde la cual puedo ver a Dakota cuando regresa detrás del demostrador para encargarse de ordenar lo que supongo son registros o algo parecido, sonrío porque luce molesta y fastidiada, una vez más se le destruye la fantasía sobre ser bibliotecaria.
Una vez logro darle casi toda mi atención al libro, descubro que realmente es interesante por lo que retengo la información descubriendo que tal vez pueda usar unas cuántas citas para mi tesis, pero siempre estoy alerta, especialmente ahora que sé que formo parte de un juego perverso, y eso explica por qué siento la mirada de alguien antes de que la silla frente a mí se retire. Alzando la vista, atrapo a Ariane tomando asiento y sonriéndome.
No puede ser que esto vaya a suceder hoy, justo ahora, cuando milagrosamente estoy teniendo un día tranquilo y normal.
—Hola, señor perdido.
No me he perdido, todos siempre han sabido en dónde encontrarme, pero supongo que es una mala manera de señalar cómo no nos hemos vuelto a ver, lo que es un poco incómodo cuando tienes en cuenta que el sexo de una sola noche me hizo ser bastante claro sobre cómo no íbamos a funcionar y no volveríamos hacerlo.
No debí tener sexo con ella porque es alguien que al parecer me idealizó y que no sé cómo, en el poco tiempo en dónde conversamos y nos vimos un par de veces en fiesta, desarrolló sentimientos por mí.
No quiero ser una mierda o lastimarla, pero he sido bastante claro y no soy lo suficiente bueno para sacrificarme por amabilidad, he aprendido que incluso si duele, la mejor salida siempre es la cruda verdad a la dulce mentira.
—¿Cómo has estado? —pregunto, sin cerrar el libro, pero viéndola.
—Podría estar mejor.
Un silencio cae en la mesa y veo detrás de ella descubriendo que Dakota nos mira y Ariane sigue mi mirada.
—¿Por qué volviste con ella? Me dijiste que no querías una relación.
Le dije que no quería una relación con ella.
—No creo que esta sea una conversación que nos debamos y cómoda para ti, la respuesta podría no gustarte —digo con suavidad y sin despegar la mirada de la suya para que no se pierda el peso de ellas.
—Quiero saberlo, Jagger, lo merezco.
Si hay algo que me molesta es el horrible concepto de la meritocracia, ir por la vida con el absurdo pensamiento de que obtendrás todo con base a lo que mereces. "Oh, haré algo bueno porque luego mereceré algo aún mejor" "esa persona es una mierda y por eso el tiempo le dará lo que merece". No, absolutamente no, la vida no te premia o castiga con base a lo que haces, la meritocracia es una falsedad cómo la democracia, ilusiones creadas para hacerte sentir que hay algún sentido de justicia y que si actúas bien y dentro de los parámetros morales de la sociedad, serás recompensado o por el contrario, obra mal y serás castigado ¡Vaya tontería!
O quizá solo soy demasiado cínico sobre la vida.
Me mantengo en silencio evaluándola, parece determinada y también masoquista, porque conoce bien la respuesta de su pregunta, pero tal vez necesite escucharla para terminar de entender que no somos algo que sucedió o que iba a suceder. Apesta hacer daño a las personas y no corresponder sentimientos.
—Volví con Dakota porque la quiero, Ariane, porque sí quiero una relación y muchas cosas con ella ahora y en el futuro.
Aprieta los labios y ve hacia sus manos, parpadeando continuamente para ocultar el dolor.
—Podría ser mejor que ella.
—A mí no me interesa si alguien puede ser mejor que ella, la quiero a ella —digo intentando ser suave—. Quiero a Dakota.
»Lamento que las cosas entre nosotros no fueran lo suficiente claras —Me atribuyo culpa incluso cuando fui lo más preciso posible cuando nos involucramos—, fuimos un rollo breve y dijiste que lo entendías.
No quiero decir en voz alta que ni siquiera fuimos amigos, fuimos a fiestas juntos, nos besamos algunas pocas veces y conversamos, luego tuvimos sexo una vez, que no creo fuese memorable para ella, fue todo.
—Es lamentable que estés tan cegado, pero no voy a perder mi dignidad por ti. Pudimos ser algo genial, pero dejaste que su sombra volviera a ti.
—Dakota no es una sombra, es mi novia.
—No te merece.
—Ciertamente eso no lo determinas tú y no es que me importe si lo piensas —corto y mis palabras la toman por sorpresa—. Mi relación no es tu asunto ni el de nadie.
—No te merece.
—No creo en la meritocracia, solo sé que me tiene porque así lo quiero, Ariane.
—No debí poner mis ojos en ti.
Tras decir esas palabras se pone de pie y comienza a alejarse. Veo su espalda en retirada, entendiendo que acabo de tener una ruptura bastante mala con alguien con la que ni siquiera salí. Me es inevitable no hacer una mueca porque me hubiese gustado que ella no saliese lastimada y tal vez que las cosas se manejan con mayor suavidad, pero no había manera de adornarlo.
Dejo ir una lenta respiración y vuelvo la vista a Dakota que baja la vista rápidamente a su trabajo.
Espero esto no cree malentendidos y dramas baratos.
Regreso la atención al libro y no llego demasiado lejos cuando me doy cuenta de algo ¿Cómo sabía Ariane que yo estaba aquí? No es un lugar en el que suela pasar el tiempo y Dakota es demasiado nueva en el puesto de trabajo y no popular cómo para que rumores se extendieran.
¿Cómo Ariane llegó hasta mí?
***
—¿Ella te dijo eso? —pregunto dentro del ascensor del edificio en donde estoy viviendo con James.
—Sí y no te lo digo para venir con chismes —Hace una mueca—...Me molestó que me llamara una sombra y no mentiré, odio que conozca la manera en la que follas y te viera desnudo.
No creo que Ariane viera demasiado, no fue tampoco mi mejor desempeño. Fue en su residencia, la iluminación era una mierda y ni siquiera nos desnudamos completo, al día hoy creo que si sintió mi piercing lo obvió o fui un mal polvo que no mencionó, admito que de verdad no fue mi mejor encuentro y siento algo de culpa por ello, cómo si la hubiese estafado.
—No hay tantos detalles sobre ello, Dakota, entiendo que te molesta y no quieres hablar de eso, pero no creo que realmente siquiera a ella le gustara.
—Claro que le gustó ¿Por qué entonces me odiaría tanto y te hablaría así en la biblioteca?
Es una pregunta válida, pienso mientras la veo. No quiero ser un idiota, pero ver a Dakota celosa es algo más, siempre es esta chica centrada, analítica y razonable, pero Ariane se ha vuelto un punto destacable que despierta sus celos, no debería gustarme porque sé que se siente de la misma manera en la que me siento con respecto al tal Eric con el que no folló, pero se involucró, y odio sentirme celoso, pero ¿Dakota toda emocional y cabreada? Es Dakota teniendo mucho fuego en el que quiero envolverme.
—Ariane simplemente me idealiza.
—Ahora eres psicólogo —Bufa, saliendo de primera del ascensor cuando las puertas se abren.
Rio por lo bajo y la alcanzado, pasando un brazo alrededor de su cintura y pegando su espalda de mi pecho. Huele bastante bien y se siente aún mejor.
—Me idealiza porque al parecer le gustaba desde hace mucho. Una vez, Dakota, solo pasó una vez, a oscuras y no fui bueno, estoy seguro de que ni siquiera le gustó y la verdad es que puedo gustarle, pero eres mi novia. Me gustas, no, me encantas tú, Dakota Monroe.
»No me importa a quién carajos le gusto, me importas tú y no sé si me eliges sobre la amplia gamas de tipos que morirían por salir contigo, pero yo te elijo.
Mierda ¿Eso ha sido demasiado empalagoso? No estoy acostumbrado al romance o al menos debo decir que perdí la práctica en ello, pero cuando ella suspira entiendo que este tipo de declaraciones son las que le gusta.
Dakota es dulce en todos los sentidos, es alguien a la que le gustan los detalles, mimos y declaraciones azucaradas y ¡Joder! Estoy dispuesto a hacer todo eso, si ella quiere que le lleve miles de rosas, llamo a la floristería y si quiere que recreemos alguna escena romántica de una comedia romántica, puede decirme cuál y lo hago. No significa que cambié mi manera de ser, significa que quiero genuinamente darle esos momentos significativos que siempre ha soñado con vivir.
Haciéndole el cabello a un lado le planto un beso justo detrás de la oreja y sonrío cuando se estremece, estos pequeños momentos e instantes son respiros a los que me aferro entre todo el desastre en el que estoy involucrado.
Podría quedarme aferrado por un rato más a este momento o podría llevarnos al apartamento y hacer mucho más.
No es difícil saber la opción que elijo.
Dakota me sigue y cuando entramos al apartamento que se encuentra solo, deja caer su mochila a un lado y ve alrededor cómo si confirmara que James no saldrá de la nada.
—No he llegado a mencionar las pocas veces que he estado aquí, que este apartamento me gusta más que la fraternidad en dónde vivías.
—Lamentablemente aquí no tienes escaleras por las cuales arrojar a alguien, al menos que salgamos al pasillo.
—Eso no es gracioso —dice, pero puedo verla luchar contra la risa.
Cómo olvidar aquel buen tiempo en el que Drew, ex error de Dakota, fue arrojado por las escaleras de la fraternidad; en aquel momento estaba molesto con ese imbécil, pero lo ocultaba para poder calmar la angustia de Dakota, sin embargo en la actualidad le encuentro la gracia e incluso si otros podrían cuestionarlo, a mí me divierte.
—¿Quieres algo de beber? —pregunto y se gira para verme.
—¿Recuerdas cuando fuimos a una fiesta para investigar sobre quién podría estar cazando a Rose? La primera vez que estuvimos juntos públicamente, bailamos y luego cuando me acompañaste a mi residencia te pregunté si querías entrar...
—Y lo hice, acabando de rodillas y con mi boca entre tus piernas mientras me mojabas la cara, nunca comí tan bien cómo ese día —Sonrío y vivo por el momento en que sus mejillas se sonrojan en tanto se aclara la garganta.
—La cosa es que te ofrecí algo de beber y dijiste que lo que querías era a mí.
—La respuesta sigue siendo la misma, te quiero a ti. No tienes idea de la manera en la que te deseo. Más de tres meses han pasado desde que te toqué, desde que follamos o me dejaste poner mi boca en algún lugar de tu cuerpo y te prometo que puedo esperar si dices que no estás lista, pero seré honesto: estoy sufriendo.
—También te quiero a ti, así qué...
Hace una pausa y espero, porque no hablaré por ella y porque me encanta cuando dice lo que quiere, cuando esa boca se vuelve sucia porque no soporta no obtener lo que desea de mí.
Estoy duro porque hemos estado coqueteando desde que almorzamos al salir de la biblioteca, porque ha habido roces insinuantes y unos cuantos besos nada inocentes. Estoy aún más duro porque sé que las cosas se pondrán bastante divertidas.
—Lo que no sé —comienza con lentitud, torturándome— es si quiero tu boca en mí o la mía en ti.
No hablo, pero apuesto a que mi mirada dice muchas cosas durante largos segundos hasta que avanzo con pasos lentos hacia ella, aunque quiero correr, y cuando estoy lo suficiente cerca no pierdo tiempo alzándola, sintiendo cómo enreda las piernas alrededor de mi cintura. La beso ¡Mierda! Sí que la beso, saqueando su boca con mi lengua y chupando sus labios de tal manera que gime en mi boca y tira de mi cabello en sus dedos.
Mis manos pasan de su cintura a afianzarse en su culo, sosteniéndola mientras camino tropezando con la pared en búsqueda de mi habitación. Tal vez James y yo debimos de ser un poco más humildes y conseguir un apartamento en dónde un par de pasos nos llevara a la habitación.
Antes de llegar a mi objetivo, la recargo de la pared, quitando la goma que mantenía recogido su cabello y desabrochándole el sujetador por debajo de la camisa para desplazar la copa y sobre la tela de algodón de la camisa chuparle el pezón, lo que la hace arquearse. Chupo y mordisqueo su pezón hasta que está duro y sobresaliendo, hasta que arrastra mi boca nuevamente a la suya.
Consigo suficiente fuerza de voluntad para continuar hasta mi habitación, cerrando la puerta de una patada y sacándole la camisa junto al sujetador. La gloria.
Por un momento todo lo que hago es ver sus bonitas tetas tal cómo las recordaba, con pezones endurecidos y fruncidos esperando por mí. Dakota ríe de manera ronca cuando bajo el rostro y le acaricio el pecho con la mejilla cómo un cachorro que quiere retozar por mucho tiempo en su lugar favorito.
—Necesito darles la atención completa —murmuro, llevándola a mi cama y acostándola de espalda.
Sin perderla de vista en tanto se desplaza hacia arriba, tomo un puñado de mi camisa y me la saco, arrojándola sin ninguna importancia y abriéndome el botón del jean para bajar la cremallera y conseguir algo de espacio a una erección difícil de ignorar.
Me saco los zapatos y luego saco los suyos, sin perder de vista su rostro, amando la manera en la que sus pupilas se vuelven más grande y su boca se encuentra rojiza e hinchada. Lo siguiente soy yo ubicándome sobre ella, sin recargar mi peso del todo, y bajando el rostro le acaricio los pechos con la nariz, dándome la oportunidad de aspirar el olor de su piel y eso la hace removerse.
—Por favor, haz más que eso.
—¿Te das cuenta de cuánto te extrañé? —murmuro contra su piel antes de lamerle la parte inferior de un pecho—. ¿Qué pasa si estoy soñando este momento?
—Si es un sueño, vuélvelo una realidad —pide en medio de un gemido cuando lamo un de sus pezones y lo soplo.
—Puedo hacer eso —Le sonrío antes de atrapar la punta erguida entre mis labios y chupar.
Mi mano se encarga del otro pecho y tal vez debería ir con más calma recordando cuán sensible son sus pezones, pero es cómo un vicio, cómo recaer en algo que te habían prohibido. Chupo, lamo, muerdo y juego con sus pechos durante largos minutos, hasta el punto de que se frota contra mi muslo, abriendo las piernas para darme espacio y susurrando incoherencias. La muerdo, pellizco, beso y acaricio, dejando un rastro rojizo debido a que no me he afeitado la barba en tres días, pero le gusta, más que eso: le encanta y me lo hace saber presionando mi rostro contra su piel, diciendo mi nombre cómo algo sagrado y gimiendo sin control, liberando toda la pasión de la que siempre he sido muy consciente.
—No quiero acabar así, no quiero —dice desesperada, clavándome las uñas en la espalda—. Por favor, por favor.
—¿Cómo quieres acabar? —pregunto, con la vista clavada en la manera en la que lucen sus pechos luego de mi intenso ataque.
Dakota está en un punto de excitación en dónde no le importará decir lo que quiere que le haga y cómo quiere que se lo dé, así que cuando alza las caderas entiendo la indirecta y mordiéndome el labio inferior, me encargo de sacarle el jean suelto y poco después la simple tanga de algodón empapada.
Me deja abrirle las piernas y un sonido sale de lo profundo de mi garganta en cuanto veo lo mojada que se encuentra. Estirando una mano, deslizo mi índice por toda esa humedad, reuniéndola hasta llevarla a ese nudo de nervios hinchado y hacer movimientos circulares que la hacen gemir con más fuerza.
—Creo que también me extrañaste mucho, Dulce —Soy consciente de que mi voz suena más grave y ronca.
—Lo hice.
Sonrío de costado, viendo de manera hipnótica a mi dedo moverse, antes de que me posicione y baje, percibiendo el calor que emana y luego dándole una larga lamida desde su entrada al nudo que antes acariciaba y eso la hace gritar con fuerza. Lo repito de nuevo y se arquea fuera de la cama, lo que me hace sostenerla de las caderas para poder comerla cómo se debe y cómo se merece.
Que placentero es escucharla gemir y sentirla retorcerse debajo de mi boca, mojándome incluso la barbilla y exhalando mi nombre. Cuando mis dedos la acarician antes de introducirse dos de ellos en su interior, grita porque el movimiento viene acompañado de su clítoris entre mis labios. Me tira del cabello con fuerza, tanto que me duele, pero hay dolores placenteros y este es uno de ellos.
Me esmero, la lamo, beso y muerdo de una manera en la que deseo más, podría comerme a Dakota por siempre.
—Esto me encanta, Dulce y veo que a ti también.
Su respuesta es un profundo gemido y mojarse todavía más, doblo mis dedos dentro de ella y debo presionar el lugar correcto porque cuando le chupo ese pequeño nudo de placer en tanto mi barba le rasguña la piel, ella grita, tiembla y se corre de tal manera que no hay manera en la que lo saboree todo.
Toma tiempo para que vuelva a orientarse y en ese proceso le doy prolongados besos, acariciándole con las manos los muslos hasta que suspira y deja de tirarme del cabello e intenta alejarme porque se encuentra demasiado sensible.
Me incorporo manteniéndome arrodillado para poder verla en tanto con el dorso de la mano me limpio la barbilla. Ella se encuentra sonrojada, sonriendo y sudada.
—Eres increíble —murmura.
—¿Porque sé cómo comerte?
—Entre otras cosas —dice en voz bastante baja.
Con lentitud y desnuda, se incorpora hasta arrodillarse frente a mí y luego me besa, saboreándose en mis labios y permitiéndole a mis manos acariciarla, tocándole los pechos aun sensibles y apretando entre mis manos su culo, no creo que pudiese estar más duro. Sus uñas arañan mis abdominales y tengo que admitir que estoy a la expectativa cuando sus dedos tiran hacia abajo mi pantalón, llevándose consigo el bóxer hasta que descansan por debajo de mis muslos, no parece interesarla en sacármelos porque tiene prisa por tocarme y yo por sentirla.
Separo mis labios de los suyos, no demasiado, y abro los ojos para no perderme su expresión en el momento en el que su mano se desliza por mi miembro endurecido.
—Pero...
—Sorpresa —susurro contra sus labios—. Nuevo regalo para ti, solo para ti, la única para jugar con ello.
—Parece más de un regalo —susurra.
Retrocede lo suficiente para bajar la vista, encontrando que mi antiguo piercing apadravya que atraviesa la punta en sentido vertical, ahora tiene compañía, Dakota descubre que un poco más arriba, atravesándome la piel de la base del glande se encuentra un anillo —este me estimulará más a mí que a ella—, su pulgar acaricia de manera tentativa.
—Eres un masoquista.
—Unos momentos de dolor por largos momentos de placer suena cómo un gran trato.
—¿Cómo se llama?
—Frenum.
—¿Y este? Se combina con el primero —Su pulgar acaricia el metal en la punta y goteo, apretando los labios porque se siente demasiado bien.
—Es una cruz mágica —digo con la voz enronquecida—. Es la combinación de mi apadravya y un ampallang ¿Ves que forma una cruz? Bueno, eso es lo mágico—Ella asiente, hipnotizada con su pulgar jugando con la punta.
Ubicando mi mano por debajo de ella, me tomo guiándome entre sus piernas, para presionar dicha cruz mágica contra su clítoris aun sensible y ella jadea y tiembla.
—Y dentro de ti también se sentirá increíble —prometo, dejando ir mi agarra y agarrándole un lado del culo cuando llevo mi boca hacia la suya.
Le doy un beso húmedo y gimo contra sus labios cuando se vuelve más audaz con su toque en mi miembro. Sí, todo ese dolor valió absolutamente la pena y seré honesto: me encantan estas cosas e incluso disfruté un poco el dolor y amaré la manera en la que nos dará placer, porque Dakota será quien lo estrene.
Su risita contra mis labios me hace alejarme para verla con curiosidad, pero sudando porque deseo que haga algo más que jugar conmigo.
—Estoy pensando en que nunca usé o necesité ortodoncia y ahora vienes tú a meterme todo ese metal en la boca —Se lame los labios—. Estoy curiosa de saber cómo se siente.
—Eres libre de ponerlo en tu boca, soy tuyo.
Retrocede lo suficiente para poder inclinarse y no diré la manera en la que me encuentro al ver el culo de Dakota al aire y su boca cerca de mi miembro que aun sostiene con una mano, pero me destruye...Dakota me destruye cuando veo la manera en la que su lengua sale y me lame la punta, endureciendo lo suficiente la lengua para delinear las barras de metal que se cruzan en la punta ¡El cielo! O tal vez sea el infierno porque ardo, pero que buena manera de bajar al inframundo.
Su lengua juega con la punta y su pulgar se mueve sobre el aro solitario de más arriba. Decidiendo que su cabello me estorba para verla, se lo recojo en un puño en el momento justo en el que su boca se abre y me toma en toda esa calidez y humedad.
—¡Joder! —siseo.
Ella tararea y cierro los ojos durante largos segundos, para abrirlos una vez más cuando me lleva más profundo, hasta que los ojos se le inundan de lágrimas y se ahoga sacándome de nuevo para respirar e intentarlo de nuevo.
—No tienes que llevarme tan hondo, disfruto lo que sea que me hagas.
—Me gusta —dice entre jadeos deslizando su mano arriba y abajo— llevarte lejos.
Y vuelve de nuevo por ello, le toma tres intentos el adaptarse y aunque los ojos le lagrimean un poco, ya no se ahoga tanto y yo estoy bastante cerca de correrme. Mi mano hacía un buen trabajo, pero esto es perfección.
—Lo haces muy bien, te extrañe ¿Sabes? —gimo—. Me encanta.
Dakota no era tímida sobre el sexo, pero francamente ahora la encuentro más audaz. Una de sus manos juega con mis pelotas y encuentra la manera de jugar con mis piercings haciéndome rodar los ojos.
Un toque en la puerta la paraliza y con un sonido húmedo me saca de su boca.
—Jagger, deja tus perversiones —dice James—. Acabo de llegar con Charlotte cómo me lo pediste.
¿Cómo mierda me voy a acodar de eso cuando tengo a la mujer que me encanta con el culo al aire, la mano en mi polla húmeda con su saliva y su cabello en mi mano?
James no espera mi respuesta, solo dice algo sobre que salga.
—No me importa hacerlos esperar —Le digo a Dakota viéndola con fijeza.
Pienso que podría alejarse, pero de nuevo me atrae a su boca y maldigo porque ahora lo hace con más fuerza y rapidez para acelerar mi orgasmo.
—¿Es en serio, Jagger? Ten algo de decencia —Se queja James—. Puedo escucharlos.
—Qué se joda —Mascullo inclinando la cabeza hacia atrás al sentir el cosquilleo en la parte baja de mi columna.
»Voy a correrme, Dulce, decide rápido si vas a tragarlo.
Supongo que su respuesta es chupar con más fuerza tragando cada onza de placer cuando con un gemido ronco y estremeciéndome termino en su boca o garganta, no sé muy bien en dónde porque estoy en el paraíso.
—Eres una mierda, Jagger —Se ríe James—. Te espero en la sala.
—Jódete —Consigo exhalar, aunque sé que no me escucha, antes de desplomarme hacia adelante, llevando a Dakota debajo de mí y besándola de manera perezosa.
Me estremezco ante la desnudez de nuestros cuerpos rozándose y nuestros olores mezclándose. Y cuando dejamos de besarnos, le acaricio la nariz con la mía, apoyándome con los antebrazos a los lados de su cabeza y acariciándole el cabello con los dedos.
Ella ríe por lo bajo y yo sonrío.
—No eres el hombre que esperé que me volviera loca, pero ahora no puedo imaginar que no seas tú —susurra completamente sonrojada.
—¿Eso te pone tímida? —Pregunto con diversión antes de darle un beso—. No te avergüences, me gusta tu romanticismo...
Hago una breve pausa.
—Casi siempre fue sexo y se siente bien ser más que eso para alguien, así que no te avergüences.
Me pasa los brazos alrededor del cuello para besarme y creo que podríamos continuar, pero...
—¡Jagger putito! Sal de ahí —grita James y me pregunto si no lo hace por molestar.
—Lo odio —mascullo contra la boca de Dakota.
Consiguiendo fuerza de voluntad, nos levantamos, limpiándonos por separado en el baño y luego vistiéndonos. Estoy tomando su mano cuando llegamos a la sala y ruedo los ojos antes la manera sugerente en la que James sube y baja las cejas mientras se mantiene acostado en el sofá de tres plazas, en uno de los individuales se encuentra Charlotte que ve de Dakota a mí.
—Entonces —pregunta Jamie—. ¿Se divirtieron?
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